Índice de contenidos
Número 199-200
Serie XX
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
¿Utopía o doctrina social de la Iglesia?
-
La encíclica Laborem exercens en la tradición de la doctrina social católica
-
El sentido más profundo de la vida
-
Nota sobre la teología atea de Heidegger
-
El epistolario de Capograssi
-
San Roberto de Molesmes y la fundación del monasterio de Citeaux
-
Derechos naturales, «derechos humanos». Panorama crítico
-
Las tres claves de la economía
-
La autocrítica socialista: ¿demolición o revoque?
-
Hsüntzu: una teoría sobre la naturaleza humana
-
-
Actas
-
El principio de subsidiariedad en relación con el principio de totalidad (La pauta del bien común)
-
La tolerancia como subsidio
-
El principio de subsidiariedad aplicado a la asistencia sanitaria estatal
-
Los colegios profesionales y el principio de subsidiariedad
-
Crónica de la XX Reunión de Amigos de la Ciudad Católica
-
La tradición católica [Homilía en la XX Reunión de Amigos de la Ciudad Católica]
-
Acción de gracias [Plática en la XX Reunión de Amigos de la Ciudad Católica]
-
- Información bibliográfica
Autores
1981
La tradición católica [Homilía en la XX Reunión de Amigos de la Ciudad Católica]
~. TRADICION CATOLLCA
(Homilfu predicada por el P. }OfZ'luín, M,;iría Alonso, C. M; F.,
en fu Misa de la fiestr, del Pilar 4a 1981, en la XX RfllUllión
de amigos de la Cutdad C~
Herman
Celebr""'°s
hoy ltJ festividad de N11es(r,¡ Señ
trona. de E1p~; Esto IJ:t:!f i11J!itA1 -nos llttflU', pienso1 a un-reviflir.,
intens"1nente, por ,mqs min11tr,s J'iq11ier", una de kM trad!t:iones fun
dament,,Jes
de nuestra Pttlria: LA RBLlGIOSIDAD MARIANA DIJ.
ÉSPARA. . . .
Pero,, ante
todo, ¿qué es
lo
que encierrti estti noble pdabr" de
«'Jradición»; tan .ab11sivamenté emplead,; por tirir,f ·1 trr,yanosl Y;
¿pr,r qué lti hisloria de EspañtJ se vincula tan esenci,,/mente a nues
tra tradición catói¡c~l
. N r, r,s preocupéis; que no me "º1 · a embat'iCrJI', ahora y aquí, ro
una de esas vuestras largd.I y hermosd.I n'd4legaciones de e:stc,s dím ...
«Traákión» puede ser i!nfenditla en ·. el · ámbitr, nillur,,/ de la
hi,/r,ria profana; y en el marco re/igioso-cdlólico: Y o qmero, re
ferirme úmc(1111ente a este últim
mente
y aún diría en su dimensión «e:rtátied>>, como. un de:pósitr,
1agrado de creen-das y c(}stilmbres, qu.e unm generacitme1 reciben
y ·que transmiten incólumes a las sigmentes. l!.n esla linea de. pen
sami't!ntr, se fiiaban ·unas palabras célebres dei «Commonitorium».
de San
.Ylceme de Lerins, en el siglr, V, cuando decía: «A tr,dr,s
los que he preguntaáo ·· sobre la· vía a . seguil' · para tmer ·algo cierto
y seg11rr, part1 discernir ¡,. verdad dé la fe c:atóliM de la fa/sedttd
he:rética, /;e obtenido esta resp#dsta: forkJ/ecer
su fe de. ·Jos ma•
néras: primero,, con ¡,. autoridad dé '" Ley ,/ivina} segrmdu, C<>n la
automlad 'de la· trttdición: .'Je .fd Iglesia, c..tólica, .. Perr,, a.' f11 ver;
en · !tr mismd Iglesia C,1tólica; impdrlit m g,an· m;mera',qtte · sosten
gamr,s ./o qlle
ht1 sMo. creído en tedds·-pr,rtes, siempre y por'todon
«quod ubique, ··quod semper; 'quod '. ah ollllilbus éreditum esb>.v,
Tres pdl,abrtlS, ,todrlVÍt1;, ¡;¡;,ba1,; ,,;¡ él ·pensílmiento de este· g,,,,.. ,..,_
ligr, dtA
la tradición: <
, ··, Y·,la kgla mrkál',irrflexible, de,,la iond11cta·.-at,Jlir:,; •queda flittda
Fundaci\363n Speiro
en estas otras memorables ·palabras: «Anunciar algo a los cristianos
católicos fuera de lo que recibieron, nunca estuvo permitido, nunca
lo está, nunca lo estará. Y, anatematizar a aquellos que anuncian
algo fuera de lo normal de lo que una vez fue recibido, siempre
fue necesario, siempre lo -es, siempre lo será».
La trrJdición católicA no tiene -un origen.) ni. m-eramente huma
no, ni paramente histórico. Ni hunde sus raicv,s en vagas leyendas
,Je otros tiempos. Su origen
y su fuente son apocrtólicos: «Retened,
decía San Pablo, las tradidones que recibisteis
de mi, o de palabra,
o p<>r escrito» (2
Tes. 2, 14).
Porque, decítJ en otro lugar, «yo· os
he
comunicado, lo que recibía del Señor» (1 Cor. 11, 23). El ca
risma apostólico
se funda, pues, definitivtJmente, en Cristo Verbo
del
Padre. l4 tradición cató/ka tiene, por tanto, un inicio ~y res
pecto del Antlguu Testamento~, una consumación, en Aquel por
quien nos hab/6 últimam,mte
el Padre,, después de haberlo hecho
muchas veces
y de tnucha.r maneras, por los profetas (Hbr. 1, 2).
Y
de
abi parte, cqmo un gran leglltio de familia en·tregado tJ la
Iglesia,
no
como
un «hallazgo» ( «inventum», dice el Concilio V a
tictJno
1) filosófico, sino como 1171d auloentrega, sobre la que la
Iglesia
sólo
puede
e¡ercer una administración, y ni siquiera un do·
minio despótico.
Pero seria
un error notable
de 1!Ísi6n valorar esa noble paldbra,
desde ttn ángulo puramente horizontal
y estático, de un «d:epósilo»
mostrenco
y anquilosado, que hahri" que conservar a ttltranza corru,
sma joy,Helicarlo
de ¡,.,,,¡¡;,., Y" el mismo Cristo nos advertía que
eviláramos la hipocresía farisaica
de quienes, por conservar las tr•
dldones vie;as, no dudan en
transgredir
los
mandamientos de Dhn
(Me. 7, 7-8). Porque, en la histori" de lo~ dogmas, el gran teólogo
de
la tradición, San Irene(], a finalés del siglo-JI, dedd que, <
q11e existieran muchas y diversas lenguas espucidas por toda la tie
"ª' per11 la «/11erztt>> ( «virt11t») de la tradición es siempre ki mis
ma y única. y nos propoma /,¡ incomparable metáford del va.ro
que contiene la tradidón,
y a la que el Espíritu mantiene siempre
joven, haciendo rejttvem!cer el Vd.f(J mi.rmo que ki contiene ( Adv.
Raer). San Agustín ttñadiria s11t magnffic(Js tópicos sobre "'f«ella
agua que nace
del costado de Critto e, introducida en el corazón
del cristiano, "" saltando; catttarlna y alegré, hasta ki vida eternd.
Más tarde, i:uandlJ
en
el
siglo, pasad(], tod" se vttelve evolución
y vitalismo, el eminente citrdrmal Newmann habría de t>CtualizrH.
e.ste concepto-
de tradición católica 1/Íva, como un organismo que se
ren11eva sin perder tu identidad, hablanilo de «evoluéiórt homogl
nett>>
del dogma cdlólico. . , ,
· Tradición, pites, no-eralgo-a.rl como ttn' tabú intrxdble que se
1324
Fundaci\363n Speiro
transmite al ft1tllt'o, Y, en el orden vivo de la doctrina, tientr i~/11c-
1JJ/emente que seg11ir la marcha inexorttlJle
de la historia. Sólo q11e
la tradiWón católica p11ede atravesar todas las fl11&t11aciones de lo,
siglos, por'i"e está
animttd,, por el .carisma del. espirit11 de Verdad.
¡Ojalá q11e los Padre¡ del Com:ilio V aticanu 11 hubitlf'an segtlido ".
la letra aq11ellas paldbras solem~s pron,mciaddS por ¡ 11an XXIII,
en el disCllt'so de apertura: «el Concilio q11kre transmitir, p11ra e
íntegra la doetrind, sin dlen11a&iones º' revestimientos¡ la cll/JJ, e,
(o ldrgo de veinte siglos, no o,bstante ldS difiic11ltades y los. contras
tes, ha venido a ser pa1rimonio común
de. los hombres ... N11estro
deber
no
es
soldmente eJ custodiar este tesoro -¡:,,:ecioso, como· .ri nos
preoc11páramos únictJmente
de su anligüedaa ¡ sino de dedicarnos,
con voluntad alegre
y sin temor a est" obra que m1estr" edad exige,
¡,,osigtliendu en
el
cdmÍno q11e la Iglesia C1111Jple /J«e veinte siglos».
Pero, decídmOs, q11e
el Pilar es, para España, todo un simbo/o
de
sus tradiciones-y esencias sec11/areJ. No importa que se tr..re
de uno piadora tradición en la q11e confese,mos 'l"' María Santisím"
vino
en carne mortal a Zaragoza... Aquel gran romántico alemán, el
poeta N011alis, decía q11e ¡,. mejor histori" flore,e siempre en la
leyenda.
Y
el
Pilar sagrado, con «santiago y cierra España,, nos de1111el
ven a las esencidS fundamenta/,es del ser ·nacional,
de Bspdña, que es
dlgo muy superior y transcendente " ese
mito
demdluraliZINlo y ar
bitrario
del
fementido «nacional-caJolicismo». Españ,,, o es eJo, una
tradi{ión viva cdlólica, o, .en la_ intención divin4, es llfl fracaso im
ponente del Dios de la HistrJria. El Pilar, con s11 Cul11mna inmovi
ble,
nos
da la firmeza de nuestra fe· secular. El rli> Ebro,
el de
¡,.
valiente jota, no, habla del fltlir del tir,mpo _que pasa, aunque nun'ca
en 1111 devaneo heracliteo y orteguiano. Depósito inmovible de 1111es
lra
f• y fluir constante de los sucesos de nuestra alormentada his
tariea son las dos coO'fdenadtM que con¡ugQIZ 'lfllestro·· q1111h~er en
nuestra vida. de españoles,
Que la Virgen Maria, desde s11 Col11mna del p;1ar, no! guarde
íne,movible
el tesoro de nuestra fe Jaiólit4'. Y que esta fe sea, al.
mismo tiempo,. como nttes,'ros ríos ibéricos,· 11n ir Iorbienda, . ola t.1
ola, todo el- caudal, del tiempo hasta llegar al, mar de Dio,. A!i sea.
1325
Fundaci\363n Speiro
(Homilfu predicada por el P. }OfZ'luín, M,;iría Alonso, C. M; F.,
en fu Misa de la fiestr, del Pilar 4a 1981, en la XX RfllUllión
de amigos de la Cutdad C~
Herman
hoy ltJ festividad de N11es(r,¡ Señ
intens"1nente, por ,mqs min11tr,s J'iq11ier", una de kM trad!t:iones fun
dament,,Jes
de nuestra Pttlria: LA RBLlGIOSIDAD MARIANA DIJ.
ÉSPARA. . . .
Pero,, ante
todo, ¿qué es
lo
que encierrti estti noble pdabr" de
«'Jradición»; tan .ab11sivamenté emplead,; por tirir,f ·1 trr,yanosl Y;
¿pr,r qué lti hisloria de EspañtJ se vincula tan esenci,,/mente a nues
tra tradición catói¡c~l
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una de esas vuestras largd.I y hermosd.I n'd4legaciones de e:stc,s dím ...
«Traákión» puede ser i!nfenditla en ·. el · ámbitr, nillur,,/ de la
hi,/r,ria profana; y en el marco re/igioso-cdlólico: Y o qmero, re
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y aún diría en su dimensión «e:rtátied>>, como. un de:pósitr,
1agrado de creen-das y c(}stilmbres, qu.e unm generacitme1 reciben
y ·que transmiten incólumes a las sigmentes. l!.n esla linea de. pen
sami't!ntr, se fiiaban ·unas palabras célebres dei «Commonitorium».
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los que he preguntaáo ·· sobre la· vía a . seguil' · para tmer ·algo cierto
y seg11rr, part1 discernir ¡,. verdad dé la fe c:atóliM de la fa/sedttd
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Tres pdl,abrtlS, ,todrlVÍt1;, ¡;¡;,ba1,; ,,;¡ él ·pensílmiento de este· g,,,,.. ,..,_
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en estas otras memorables ·palabras: «Anunciar algo a los cristianos
católicos fuera de lo que recibieron, nunca estuvo permitido, nunca
lo está, nunca lo estará. Y, anatematizar a aquellos que anuncian
algo fuera de lo normal de lo que una vez fue recibido, siempre
fue necesario, siempre lo -es, siempre lo será».
La trrJdición católicA no tiene -un origen.) ni. m-eramente huma
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,Je otros tiempos. Su origen
y su fuente son apocrtólicos: «Retened,
decía San Pablo, las tradidones que recibisteis
de mi, o de palabra,
o p<>r escrito» (2
Tes. 2, 14).
Porque, decítJ en otro lugar, «yo· os
he
comunicado, lo que recibía del Señor» (1 Cor. 11, 23). El ca
risma apostólico
se funda, pues, definitivtJmente, en Cristo Verbo
del
Padre. l4 tradición cató/ka tiene, por tanto, un inicio ~y res
pecto del Antlguu Testamento~, una consumación, en Aquel por
quien nos hab/6 últimam,mte
el Padre,, después de haberlo hecho
muchas veces
y de tnucha.r maneras, por los profetas (Hbr. 1, 2).
Y
de
abi parte, cqmo un gran leglltio de familia en·tregado tJ la
Iglesia,
no
como
un «hallazgo» ( «inventum», dice el Concilio V a
tictJno
1) filosófico, sino como 1171d auloentrega, sobre la que la
Iglesia
sólo
puede
e¡ercer una administración, y ni siquiera un do·
minio despótico.
Pero seria
un error notable
de 1!Ísi6n valorar esa noble paldbra,
desde ttn ángulo puramente horizontal
y estático, de un «d:epósilo»
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y anquilosado, que hahri" que conservar a ttltranza corru,
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de ¡,.,,,¡¡;,., Y" el mismo Cristo nos advertía que
eviláramos la hipocresía farisaica
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dldones vie;as, no dudan en
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mandamientos de Dhn
(Me. 7, 7-8). Porque, en la histori" de lo~ dogmas, el gran teólogo
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la tradición, San Irene(], a finalés del siglo-JI, dedd que, <
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ma y única. y nos propoma /,¡ incomparable metáford del va.ro
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y a la que el Espíritu mantiene siempre
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nuestra vida. de españoles,
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íne,movible
el tesoro de nuestra fe Jaiólit4'. Y que esta fe sea, al.
mismo tiempo,. como nttes,'ros ríos ibéricos,· 11n ir Iorbienda, . ola t.1
ola, todo el- caudal, del tiempo hasta llegar al, mar de Dio,. A!i sea.
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