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Número 201-202

Serie XXI

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Cristianismo y mundo moderno según el profesor Sciacca

GRIBTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN
EL PROFESOR SCIACCA. (*)
LAICISMO Y UTOPIA
POR
JUAN V ALLBT DE GoYTISOLO
Para entender el pens"1niento de Mkhele Federico Sciac·
ca sobre el tema enunciado
y, por lo tanto de es/" conferencia,
hemos
de partir de una clara distinción entre laicidad y lai·
cismo. Ha sido skmpre la pauta del catolicismo una sana
laicid fe y a la rd{&ón, a lo sacro y a lo profano y, por lo /anto, o
lt1 Iglesia
y al E,t(U/o. Por e,o, el catol;cismo no ha sido nlln·
ca teacrátko. El lakism'o, en cambio, en cu,mro prescinde de
la fe y de /(1 revelación históric" crea un mundo inmanente,
en
el clldl ¡,ierde I" visión de

lo
que nos trasciende. Con
ello se oscurece nuestra i11teligenda, y, ¡:,erdido el sentido de
n11estro-s lí'lmtes, nuestra raz6n cae en la estupidez y enlo­
quece. Una vez perdida la visión de la integrid(U/ y reducid,i "
rma parte, ésta se totaliza -en eso consisten ltJS iJe,oJogíaü:
en tomar """ parte, ¡,,esci11diendo de lo demás, y hacerla
todo, p-ara sacar tan sólo de el/4 todas las consecuencias en una
cadena de silogismos-. La realidad es así reducida a la ma­
teria; la razón a la historia, prlvdndola
de la luz de la ver·
dad,
y la religión a la sociologla, excluymdo toda su tras­
cendencia

como
algo mítico corre,pondienlt! a un estado in·
(*) Ponencia desarrollada en la Villa Nobel, de San Remo, el día 27
de diciembre de 1980, en
el Internazionale Convegno, o-rganizado por la
Societa degli Amfri di Mkhele Federico Sciacca.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
fantil de la hulnd!ttidad. Al perder nuestra dimemión hacia lo
t1lto, cerrado en la inmanencia el mundo moderno se lanza
en busca de una salida hacia adelante, creando toda cl<>se de
nuevos mitos, en

pos de
la utopía. El primer laicismo hizo
un ídolo

de
la razón; perq ésta

ha
-sido sustituida por una
nueva fe: en el p_rogre10, en la historia, en una futura 10-
dedad homogéne~ ... Fe en lo inmanente, pr<>yectado hacia el
devenir, ha,da adel.,mte, que ha intoxicado ,::;, sectores del cris­
tianismo
y del mismo cdtolfrismo, convertidos a una nueva
religión laiea, que eonfunde a DirJs con el puntr, Omega, meta
del devnir histórico

de
la humanidad.
Así surge una nueva teocracia, en la que una pre,tendida
voluntad de Dios, traducida en un nuevo derecho positivo di­
vino,
compltMmente laicista, brota de

lo
que se llama vo­
luntad del · pueblo, configurada por los 1'!Mn1puladore, de

la
apinión pública, o

bien por
un sedicente nuevo profetismo
de
hilo directo con el Dios-de-en-adelante.
Quisiera qu_e mi expos1oon fuera 1a de nuestro querido maes­
tro, que mis palabras fuesen las mismas con que Michele Federico
&iacca sintetizaría, hoy, su pensamiento acerca del tema de esta
conferencia. Esto es imposible. Se halla fuera de mi alcance. Por eso me limito a lo asequible para mí: Trataré de expresarme con
sus mismas palabras; recortando e hilvanando sus_ textos lo mejor
posible; pues, ante todo,
mi mejor voluntad no es otra que la de
serle fiel. Como el último de sus discípulos, por él bien amados,
que soy, no sólo cronológicamente, sino también por mi insignifi­
cante pequeñez en su
disciplina.
l. He expresado varias veces mi asombro ante la profundidad
de percepción alcanzada y la amplitud de perspectiva abarcada por
la mirada intelectual de nuestro maestro, el profesor Michele Fe­
derico Sciacca. En metáfora he repetido varias veces que, intelec­
tualmente, tenía alas y ojos de águila que le permitían remontarse
hasta el firmamento,
y, desde allí, escrutar los más mínimos deta-
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CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
lles sin perder la perspectiva del conjunto (1). Su visión era plena,
no sólo en amplitud
y profundidad, sino por lo comprensiva, va­
lorativa y ordenadora de lo que abarcaba. Su intelectus principio­
rum
y s11 sindéresis correspondían a la integraltdad de su filosofía
del ser.
Se daba en él, en continua y ajustada correlación e interacción,
el doble 111ovimiento intelectivo de dentro a fuera y de fuera a
dentro, es decir, el de dimanación o efusión vital y el de motiva­
ción objetiva. La realidad de los seres y de las cosas la contem­
plaba
esclarecida con la
luz que Di.os puso

en su entendimiento. Pero
había enriquecido éste con su afinado ejercicio en el transcurso
. de su fructífera vida,
alternándolo· con el inverso de la induc-
ción y consiguientes juicios prudenciales.
Así, la riqueza de su conocimiento general y la claridad de su
magisterio dimanaban de la clarivideru:ia de su entendimiento, agen­
te para elaborar los datos de su propia experiencia, enriquecida por
un aguzado ejercicio, en contacto no sólo con la realidad por él
vivida, sino por
la captada en profundidad con su conocimiento de
la historia y con su constante actividad para comprender, revivir y
enjuiciar el pensamiento de los pensadores y filósofos que le prece­
dieron o le fueron contemporáneos y por su constante esfuerzo ex­
plicativo de verdadero maestro (2).
En pocas personas, theoria, praxis y poiesis formaban un con­
junto tan armónico como en él (3), debido, sin duda. alguna, a
esa misma luminosidad de su perspectiva general.
(1) El profesor Michele Federico Sciacca y la intelección de los pri­
meros

principios,
en «Quaderoi della Catedra Rosmini», núm. 8, «Michele
Federico Sciacca»,
pág. 111.
(2) Cfr. sus obras St11di s11lla filrJ'Sofia antica, 2.! ed.., Milano, Mar-
2orati, 1971; Studi sulla filosafia moderna, cfr. 4.ª ed., Mar2orati, Milano,
1968; La. filosofia, oggi, 5-ª ed., Milano, Mar2orati, 1971, o en castellano;
La filosofía, hoy, cfr. 4.ª ed., Madrid, Escelicer, 1973; y Figure e problemi
del pensiero contem.poraneo, Milano, Marzorati, 1973.
( 3) Esa armonía del saber te6rico, práctic-6 y técnico del maestro la
mostró Angel
Gon2ále2 Alvare2, Presentación del profesor SciflCca, en «Re­
flexiones "actuales" sobre el historicismo hegeliano», Madrid, Fundaci6n Uni­
versitaria Española, 1975, págs. 5 y sigs.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOW
El mismo &iacca ( 4), hablan.do de Santo Tomás de Aquino,
nos explica cómo debemos mirar para entender
bien lo
que ve­
mos, cómo él veía lo qne
miraba.
El

dato primero
de la intelea:ión «son las cosas reales existentes
fuera. del alma; y son éstas, y no las imágenes que se encuentran
en el alma, las que forman el objeto de las ciencias». Por ello y
puesto que «el acto primero de la intelección son los seres reales
externos, es
imposible que
nuestro entendimiento, mientras se halla
unido al cuerpo, pueda tener una intelección en acto sin volverse
haci11 la imagen ( phdntasmata) o "specie sensibiile"", que es como
el
producto último,
elaborado por los sentidos externos e internos,
del conocimiento
sensible, el

cual no aprehende la materialidad de
las cosas, sino justamente su imagen».
Y, como «la especie sensible contiene potencialmente la esen­
cia, el entendimiento, mediante su poder de abstracción, la pone en
acto, esto es, aprehende la especie inteligible, la pura forma univer­
sal sin la materia».
Esta es la obra del entendimiento «agente». Sólo él, «puede
aprehender el ser, no la imaginación, ni los sentidos externos, que
se quedan en las apariencias sensibles»; «para ello, primero,
uaprehende" la. esencia de las cosas, luego, enjuicia y, como ter­
cera operación, raciocina». De ahí la adaequátio réi et intelectus:
«la naturaleza es la medida de nuestro en!tendimiento, nacido para
conformarse a las cosas». Después, juzga y abstrae. Por eso, «la
verdad tiene su fundamento en 'las cosas, pero su esencia se realiza
en la mente, al aprehender ésta las cosas tal como son en sí». Así,
el Aquinatense supera tanto, el racionalismo como el sensismo. Te­
nemos, pues, el entendimiento agente como < dor de los datos de la experiescia de modo que surja el universal».
Estos universales, pues, no están fuera del alma, como pensó Pla­
tón, sino que los halla nuestro entendimiento agente por la facul­
tad de abstracción de
las imágenes sensibles que

capta de
las co-
(4) Sciacca, Prospetliva della Metafisi~a di San Tomasso, Roma, Citta
Nuova Editrice, 1975, cap. III, págs. 59 y sig5., o, en español, Persp«tiva
de
la metafísica en

Santo Tomás,
Madrid, «Speiro», 1976, págs. 50 y sigs.
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CRJSTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
sas materiales, con lo cual alcanzamos un cierto conocimiento de
la realidad inmaterial», digamos, cierta «inteligibilidad de la eseo­
cia universab>, en un «proceso de desmdterifll-Jza.ión de los seres>>.
Si se elimina esta abstracción se cae <~ lo abstr11S1J, especie de
sustitutivo mental, en el sentido de
artifici0, que se toma por rea­
lidad». «Sustituyendo la abstracción por la intuición seosible», se
resbala, por el
ockanismo, en el nominalismo; y, como el empiris­
mo moderno, se
«hru:e de

la lilosofía la no filosofía de los solos
accidentes», operándose «la reducción del mundo real a un mundo
de artificiosidad», pues,
«sustancializa los d~tos meotales

o artificia­
les». Y de ahí, perdida
«la estructura

ontológica de los entes», se
cae «en el espiritualismo abstracto o en el materialismo abstracto»: «la abstrusidad materialista-empirista
y la abstrusidad histórico-es­
piritualista», «cuantismo-cieotista o c11á/Arm0-espiritualista», cantidad
sin calidad o cálidad sin cantidad, o radical «accidentalismo», y de
ahí el existencialismo moderno o bieo el más radical esencialismo,
que se pierde en los artificios de una lógica ajena a la realidad. No podemos identificar el
intelecto con

los
sentidos; pero
tam­
poco, como hombres integrados de espíritu
y materia, podernos dis­
currir con aquél prescindiendo de las percepciones sensibles. El ob­ jeto inteligible ha de haberse captado mediante el buen conocimien­
to del objeto seosible para no clasificar, juzgar,
ni razonar sin co­
nocer lo que pretendemos razonar, clasificar y juzgar. Nuestro co­
nocimiento no puede prescindir del objeto, pero tampoco puede li­
mitarse a su mero conocimiento sensible. Como dice &iacca (
5) :

intensidad del objeto sensible perturba el sentido -por
ejemplo, demasiada luz, ciega-
y, en cambio, la intiensidad del ob­
jeto inteligible no sólo no daña el intelecto,
sino que lo exalta>>.
2.

La luz del cielo del Mediterráneo, la misma que iluminó a
Platón, a Aristóteles, a San Agustín, a Santo. Tomás de Aquino, a
Giarnbattista Vico, le permitió a Sciacca ver claro
y, por ello, no
se perdió

en el
sensismo grotesco

( de gruta),
que se

hunde en un
materialismo sin horizontes, ni tampoco se perdió entre las nubes
(5) [bid., «Lezioni tomista», en Il magnifico oggi, cap. XLII, Roma,
Citta. Nuova Editrice, 1976. págs. 250 y sigs-.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOW
de algún idealismo, que también ironizó él, como ,,.ggione impa­
zit" (
6), enloquecida, Uno y otro defocto se desarrollan en estre­
checes mentales producidas por
la falta de amplios horizontes, que
se sufre entre nieblas de inviernos sin sol
y de noches largas, no
viendo sino lo que se toca en la oscuridad nebulosa, como Ockam
y Hume (7), o despreocupándose de cuanto la sonda no alcanza a
tocar bajo las aguas oscuras de un mar hiperbóreo, como Locke (8),
o 'bien razonando sólo a partir de la sensación interna del cogito
ergo sum, en largas cadenas de silogismos, como Descartes en una
aldea perdida de Alemania una noche de invierno de 1618, junto a
una estufa (9). O, también, cabe perderse
en las brumas, dando
un hipotético giro copemicano, como Kant, con su idealismo tras­
endental, que en Fichte se convierte en la Egoidad, ya < legislador sino creador», «que crea el mundo en nuestras mentes
y por nuestras mentes (10), y que, encarnada en el Estado, Hegel
traduce
en el

postulado indiscutible de su «racionalidad», con la
que «todo se hunde en la razón, todo
es absorbido

por ella
y todo
se pierde en ella», viniendo a ser como «la noche negra donde to­
das las vacas son negras» (11), en la que basta dar un !"'SO P"'ª
que la voluntad de poder, desentendida del problema de conocer el
mundo, no se preocupe sino de cambiarlo, pasando de la filosofía
del
ser a la no filosofía del hacer como programó Marx (12).
(6) IbíJ.1 «La ragione imp~ita», cap. VI de Il magnifico oggi, pá­
ginas 39 y sigs.
(7)

Cfr. Etienne Gilson,
La unidad de la experiencia filoJófica, ca­
pítulo III; dr. ed. en castellano, Madrid, Rialp, 1960, págs. 90 y sigs.
(8) Lock:e, Euay, prólogo. Cfr. -su comentario por Paul Hazard, La
crfris de la conciencia europea, III parte, cap. I: cfr. ed. en castellano,
Madrid, Ed. Pegaso, 1952, págs. 219 y sigs,
(9) Gilson, op_ cit., cap. V, págs. 165 y sigs.
(10) Sciacca, Studi su/la fílosofia moderna, IV. parte con III, pági­
nas 370 y sigs., o, versión española, Barcelona, ed. Mit.tocle, 1966, págs. 350
y sigs.
( 11)
Ihld., Reflexiones «inact11além Johre el bhtoridsmo hegeliano,
Madrid, Fundación Universitaria Española, 1975, pág. 17, o su extracto,
en

«Verbo», 133-134,
marzo-abril de 1975, pág. 299.
(12)
Ibld., Gli ar-ie1i contra la verticale, cap. V, 12, Milán, Marzo­
rati, 1969', pág. 164.
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CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
Pero, tras unos pasos de tanteo en la noche de una Historia,
que es confundida con el Absoluto, se
acaba por comprender que
aquélla, o

bien se cierra en un
drotlo, dentro

del
cua,J la Idea, des­
pués de desplegarse, retorna

indefinidamente a sí
mlisma, o
bien
se
pierde

en un infinito siempre abierto, pero
al «malo», en

cuanto
condenado a

no
alcanzar nunca

la metá
prometidá. Así se descubre,
con Nietzsche,
el abismo del nihilismo de un mundo slin ser (3). Y
se comprueba, con horror, cómo la promesa del paraíso de una. so­
ciedad homogénea en un mundo
feliz, en los !,echos no se traduce
sino en el infierno del archipiélago
Gufag, del que se traia de huir
mentalmente, y, para ello, se deja correr la imaginación hacia la
utopía -esperanza de la desesperanza-, como, hoy, Ernst Bloch
y
sus seguidores ( 14).
Hay que regresar del sensismo, del_ cientismo, de la tecnocracia,
de los historicismos hegelianos o
marxistas, recuperarse

del nihilis­
mo, desvel_arse de sueños y ensueños, espejismos y utopías. Hemos
de volver a la luz, a la claridad.
&iacca nos
tiende su mano para guiarnos hacia ella.
Para devolvemos la luz, lo primero que hace
&iacca (15)

es
advertirnos a fin de que no oscurezcamos -nuestra inteligencia por
la pérdida de sus propios límites, por olvido de que somos seres
finitos, no: autosuficientes-, sino suficientes tan sólo dentro de nues­
tros propios límites. La pérdida del límite oscurece la inteligencia
y, con ella, la voluntad y los sentimientos; y la razón resulta estú­
pida: El
hombre caído
en la estolidez queda reducido a la vida
animal y al cálculo racional; es movido por reflejos condiidonados
y no por actos libres (16); olvida que el mal no lo constituye nues­tro límite ontológico ni
los demás límites

inherentes a todo ente
finito, sino

la corrupcióo que nos produce
la pérdida de la condene
(13) Sciacta, Reflexiones «inactuales» ... , págs. 17 y sigs., en «Verbo»,
133-134, págs. 301 y sigs.
(14) Ernest Bloch, Das Prinzip Hoffnung, Frankfwt of Main, 1959,
dr. ed.. espafiola, El principio esperanza, Madrid, Aguilar, 1977.
(15) Sciacca, L'oscuramento dell'intelligenza, parte 1, cap. I, 1, Mi­
lán, Marzorati, 1970, pág. 20.
(16) Ibld., 6, págs. 36 y sigs.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
cia de esos límites nuestros. Pérdida que nos hace ver deformada la
imagen de nosotros mismos,
al «no
ver» la
profundii nuestro
ser y «negarla», por la «deposición» debida a negligencia o soberbia
de nuestros
límites y con ella del propio ser. Este de debajo del Ser
cae por debajo de la Nada,
y desde la inteligencia «reducida» a
cero, a
la estupidez de nada (17).
Para no caer en esa
estupidez, para
que nuestra inteligencia no
se obscurezca, hemos de saber qué somos y conocer nuestros lími­
tes; Sciacca (18),"reviviendo el pensamiento de Santo Tomás; tam­
bién vnelve a ayudarnos.
«Todo ser finito

( al que compete, como tal, la existencia sub­
jetivamente finita) resulta una
synthesin>, la c0cm¡,o.ritio» del r¡uod
e,t
(la esencia) y del r¡uo est (la existencia). Aquélla, compuesta de
materia y forma, recibe la existencia en el act11s essendi, como todos
los seres finitos, del «Ser único en quien la Esencia es su mismo
Existir»,

o
sea, del

Absoluto, es decir, de Dios, de quien procede­
mos y que es nuestro fin.
Además, para no negar la plenitud del propio ser del hombre,
es preciso no desconocer su composición, inseparable mientras exis­
te, integrada por materia o cuerpo y forma o alma. Como me'afó­
ricamente

expone el maestro (19): quien, refiriéndose al prójimo,
sólo se preocupa del cuerpo
y sus necesidades, descuidando, olvi­
dando o negando el alma,
no se está dirigimdo " otro hombre que
es seme;ante " él sino a stt perro o· tJ su caballo; y si sólo se preocu­
pa del alma y hace caso omiso del cuerpo, no se está dirigiendo "
otro hombre, sino a su ángel c111todio.
3. Esta perspectiva nos facilita una gula para seguir el pen­
samiento del maestro en el tema del cristianismo frente al laicismo
y la utopía en la sociedad de hoy.
En la Edad Media .Ja civilización era católica, la Cristiandad
(17) !bid., cap. 11, 3, pág. 48.
(18) lbíd., Pro.rpectiva ... , cap. IV, ed. it., págs, 81 y sigs., o ed. esp.,
págs. 77 y sigs.
(19) Ibíd., ed. it., págs. 84 y sigs., o ed: esp:, pág: 81:
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CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
la expresaba. La impronta del cristianismo embebía todas las for­
mas de la
vi.da.
La separación de civilización y cristianismo en Europa comien­
za en el siglo xvr, en Italia, con el Renacimiento y, en Alemania,
con la Reforma. Se agrava con el racionalismo y el empirismo mo­
derno :. «filosofía, ciencia, política, derecho, etc., son consideradas
como búsquedas no sólo autónomas sino separtldtM de la religión,
la cual, en cierto sentido, se separaba de sí misma al propugnarse
una religión natural negadora de los dogmas y
la Revelación. La
ruptura tiene lugar en
el siglo xvm con la explosión iluminista
que, como ha sido subrayado, determina el primer momento de la
crisis de la conciencia europea
y, seguidamente, una verdadera y
propiamente dicha revolución: no ya el Regnum Del, sino el reg­
num ho'minis en este mundo; la realización en éste del reino cris·
tiano ... , sin Cristo y sin Dios. El polo de la vida se desplaza del
cielo a la tierra: la celeste
Civita.r Del agustiniana y medieval es
identificada, y con ello negada, con la terrena
cwila.r hominis del lai­
cismo
racionalista y materialista» (20).
El
regnum hominis trae consigo qne el hombre se haga medida
de todas las cosas,
y, con ello, es inevitable una concepción laicista
de la vida. Esta significa (21) «concepción arreligiosa, humanismo
absoluto, mundanismo radical, que tiene por norma propia: pen,­
sar ( orden intelectual) y obrar ( orden práctico) como si Dios no
existiera, dándole de lado en espera
de cancelar
hasta su más leja­
na imagen. Primero, destrucción; luego, desprecio; por fin, radical
olvido».
Desde entonces, sigue Sciacca, «un nuevo mesianismo laicista,
iconoclasta, invade y corrompe, pese a sus aportaciones positivas, la
cultura europea. Lo inspiró la confianza de que todo resultaría mejor
fundado si se basaba solamente en un orden natural
y humano, his-
, (20) Cfr. Sciacca, La Chiesa e la civilta moderna, Milano, Marzorati,
1969, parte I, cap. 11, 1, págs. 47 y sigs.
"(21) Ibid., L'ora di Cristo, Milano, Marzorati, 1973, cap. II. 1, pá­
ginas 64 y sigs. Cfr. en castellano, El laicismo, crfris de fe y de razó11, II.
en «Verbo»,
150, págs.

1.340
y sigs., o en La sociedad a la deriva, pá­
ginas 214 y sigs.
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tórico, sin Dios; o a través de la reducción y transposición de Dios
y de todas las verdades teológicas al siglo, con la seguridad de que
nada se perdería perdieudo a Dios, y
que el
Cristianismo sería re­
conquistado como doctrina moral y social, uria-vez "purificado" de
sus "mitos" o elementos sobrenaturales asimismo ra.cionalizables».
La impiedad laicista, como la denomina Sciacca (22), presenta
dos fases de desarrollo. La primera, desde el Iluminismo, es líbre­
peusadora, irreligiosa
y atea. La segunda, naturaliza y humaniza a
Dios, pura
y simplemente, apoyándose en la «gran esperanza>> de
la orgaoización mundial, en la que confluyen, de una parte, Saint­
Simon, los sansimonianos y el socialismo francés del siglo XIX, y,
de otra,
Feurbach; Marx y los diversos marxismos, hasta la actual
«teología de la muerte de Dios».
El
laicismo liberal
del Iluminismo
ha engendrado otro laicismo
social,
que hoy

se le contrapone : el marxismo.
La consecutividad de aquel laicismo a éste también nos la ex­
plica &iacca (23) :
«Si el

destino de todos los individuos se cum­
ple enteramente en el curso de su vida,
y el último sentido de la
huroanidad es total
y únicamente inmanente al devenir histórico ;
si el hombre no es sino aquello que él mismo realiza en
el mundo
y en eso consiste su realización: resulta que todos los hombres tie­
nen derecho a relizar, en la tierra, los fines propios del hombre,
exclusivamente terrenales. Tal derecho no se reconoce en abstracto
(como en el liberalismo) sino en concreto, es decir, de tal modo
que todos resulten en condiciones de ejercitarlo eficazmente. La pri­
mera condición, y determinante -y, que, como tal, más que con­
dición es causa-, es la económica; por lo cual, -el valor máximo,
la. "estructura" a:uténtica, es lo _1'materi~". El fin del hombre es
realizar la colectivización, y con ayuda de la ciencia y de la técni­
ca, la

mejor sociedad laboral ( de tipo industrial), en
la cual todas
las necesidades pueden ser satisfechas». Así, del plano de los va-
(22) Ibid., Desde el sansimonismo a la tecnocracia de hoy, en «Verbo»,
103, marzo de 1972, · pág. 281.
(23) Ibíd., L'ora di Cristo, cap. II, 2, págs, 73 y sigs., o en «Verbo»,
150, pág. 1.345, o La sodedad a Je, deriva, págs. 219 y sigs.
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CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
lores elevados del laicismo liberal «se desciende al valor económico
y material, del cual los otros son superestructuras».
4. La que denominamos civilización occidental
y, tal vez más
propiamente, civilización de la Cristiandad, fue desarrollada en Euro­
pa. durante la Edad Media, como una síntesis, en una unidad espi­
ritual, en la que el Cristianismo católico fundió
y unificó, dándo­
le un sentido nuevo, dentro de la verdad hebraico-cristiana, los ele­
mentos esenciales del mundo clásico, pensamiento filosófico grie­
go
y experiencia pirídica romana, y del germanismo, especialmente
la
idea de la fidelidad, en una concepción cristiana de la vida (24). La
tradición h11mt1nisl" de esta civilización ha sido fruto de una
educación formativa, a nivel teorético-erítico, auténticamente cien­
tlficü y también religioso (25).
La concepción cristiana de la vida era la de un
regnum hominis
dependiente del Regnum Dei, la consecución del cual -a través
de la

Iglesia depositaria de la Revelación- es el fin supremo de
cada hombre. Su concepción se funda
«en una

metafísica que dis­
tingue netamente lo humano y lo divino, que hace de este mundo
el banco de prueba de la vida de cada hombre singular, y que, a
través de la profundización de las verdades racionales del mundo
pagano, y, por tanto, de los conceptos de ser, de persona humana ,
de libertad, de amor a Dios, etc., hace que éstos resulten nuevos
originales. Nace así, sobre la base del pensamiento greco-romano,
la nueva filosofía cristiana; y se· forma la teología católiCa, esto es,
la cien,cia de ¡,. fe, en armonía con la verdad filosófica». Es, en su
esencia, la civilización de la armonía entre raz6n -verdad hwna­
na-y la fe -verdad revelada-(26).
La concepción europea moderna, laicista, «ha desplazado el cen­
tro del cielo a la tierra, de Dios
al mundo», y «ha sustituido el
(24) Ibid., cap. III, 3, págs. 93 y sigs., o en «Verbo», 150, página
1.345, o en La. sociederd a la Jer;va, pág. 226.
(25)
Ibíd., Introduzione, pág. 24,' o en «Verbo», 150, pág. 1.325, o
La sociedad a la deriva, pág. 200.
(26)
lbJd., cap. III, -3, pág. 96, o eñ. «Verbo», 150, págs. 1.345 y si.gs.,
o La sociedad a la deriva, págs. 226 y sigs.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
principio metafísico del Ser creador y trascendente por el de in­
manencia atea». Con este giro mental, «no sólo ha sido repensado
sino "desnaturalizado" cuanto se había recibido del cristianismo:
a) el concepto de que no hay verdad si no es pensada por una men­
te, ha sido traspuesto en otro .que pretende que el pensamiento
"pone",

crea él
mismo la verdad; b) el concepto de libertad se ha
transformado en el de autosuficiencia de la voluntad que "pone",
crea, la ley y, por tanto, que no hay un
Legislador por
encima ni
fuera de

ella, sino que
es. ley
por sí misma;
e) el concepto de que el
hombre es deseo de Absoluto ha sido ( ... ) contradictoriamente iden­
tificado
al que afirma que el hombre "pon,e" el propio Absoluto,
que le es
inmanente, y,
por eso, él mismo es el Absoluto; d) el
principio de la interioridiad o de
la presencia objetiva de la verdad
en el pensamiento ha sido reducida a
la identificación de la ver­
dad con

la propia actividad del sujeto pensante y, por ello, enten­
dido en el sentido de que la verdad es inmanente al pensamiento
que la crea;
e) Dios ha sido disuelto en el mismo proceso del de­
venir histórico y la razón entendida como en el momento dialéctico
de la actividad del espíritu, que el mismo espíritu sobrepasa en el
superior de la filosofía, o en un grado ulterior de evolución social,
hasta su eliminación. Y podría continuarse ... » (27).
Con ello, el hombre se hace medida de todas las cosas ; pero,
al querer elevarse a serlo, se autolimíta a sí mismo. Esto parece una
paradoja, pero Sdacca (28) nos lo explica convincentemente: re­
ducido el hombre a medida de todas las cosas, y puesto que las
co­
sas se miden, prescinde de «todo valor que no sea material o eco­
nómico, es decir, mensurable; no puede sino asimilar su espíritu a
la materia, materializarlo, de tal modo que no preste a las cosas
un alma que las transfigure y no acoja la poesía que también le
cantan. El hombre, medida de las cosas, ya no es sujeto, él mismo
es medido; es cantidad que se mide y pesa entre las cosas».
Lo que el filófoso comprende desde su raíz, penetrando en su
(27) IbJd., pág. 9s; o en «Verbo», 150, pág. 1.347, o La sociedad a
la deriva, pág. 228.
(28) Ibid., La Chiesa e la civi/ta moderna, parte I, np. VI, 2, páginas
103 y sigs.
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CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
esencia, lo estamos vieodo eo los hechos. En mi análisis de la ,tecno­
cracia

(29) Jo he visto confirmado. Y, Ugo Spirito (30) declara
paladinamente que se ha producido una
revolución copernÍCdn,< «en
virtud del cual el sujeto se objetiviza, en infinidad de centros» y
puede «ser estudiado científicamente en las infinitas relaciones que
Jo ligan a todo»; así, resulta posible «mirar al hombre corno un
objeto transformable e, incluso, transformable cieotílicamente», «mi­ rado y tratado con la lógica que vale para el objeto»,
y así han
surgido «dos nuevos ideales científicos que están informando las
tentativas para alcanzar grados más elevados de actividades huma­
nas: la cibernética y la transformación biol6gica del individuo».
Sclacca (31), prosigne aún:
«el hombre,
medida de todas las
C068S, teniendo por medida la sensación, no es hombre inmediato;
la sensación-medida es mediada por la razón meramente y despia­
dadamente calculadora, depauperada de cuanto, junto a ella, cons­
tituye
la humanidad del hombre: una razón puro cerebro, que pesa,
mide, calcula, construye un plan, un mundo en que la humanidad
se halla ausente; una razón sin objeto, asimismo materializada». Es
un «mecanismo» y no un «organismo>>; a diferencia de éstos, no
parte propiamente de un principio ni tiene un fin, como no
lo tie­
nen las máquinas. Y, como éstas, el hombre-máquina no es respon­
sable. «El hombre, medida de todas las cosas, es la realización de
un plan no de un orden, es la "construcción" de un plan econó­
mico y social, no la u.edificación" de un orden moral y comuni!tario.»
En su artículo La r, pectiva y nos muestra que la razón, «despotenciada a mera "funcio­
nalidad operativa", reducida a un conjunto de ""técnicas" perfecti­
bles para aplicarla a los datos sociológicos, éticos, religiosos, etc.,
para la organización de un plan totalmente
previsible en la dinámi-
(29) Ideologla, praxis y mito de la tecnocracia, 2J! ed. en castellano,
Madrid, Montecorvo, 1975, III parte, sec. III, págs. 1'89 y sigs.
(30) Ugo Spirito, Idealtfs 'f_Ne mueren e ideales que nacen. Cfr. en cas­
tellano, en ¿Ocaso o eclipse de los fJa/ores tradiciOtJales?, Madrid, Uni6n
Editorial, 1973, págs. 38 y sigs.
(31) Sciacca, La Chiesa e la. .. , págs. últs. cits.
(32) !bid., 11 magnifico oggi, cap. VI, págs. 40 y sigs.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
ca práctica» : «resulta necesariamente enemiga de la naturaleza o
del ser de las cosas y del hombre y se hace promotora de la bar­
barie
"incivilidad",

destructora de
lo que es verdaderamente civil».
La razón «no es luz si no es iluminada por la verdad, única que
revela valores y eleva ideales y entusiasmo». Consecuentemente, «!o
racional, entendido como peso y medida de cantidad calculable, apli­
cada incluso a la vida estética, moral y religiosa, embota o expele
la fantasía, los sentimientos,
la fe, adormece de todo ímpetu y ar­
dor,

apaga el amor
y hace a los hombres mezquinamente egoístas,
perdidamente empeñados a medir
y pesar lo útil propio por una
"felicidad" siempre mediocre».
No es de extrañar que este proceso operado sobre la mente,
afecte al movimiento cultural Por eso, precisamente, se ha caracte­
rizado el Iluminismo, como el propio maestro (33) concreta, por:
«a) la sustitiución del concepto de verdad por el de utilidad - Iluminismo busca lo útil no la verdad-; b) la· reducción de la re­
ligión

a la
zona de

lo supersticioso, que debe ser eliminada por ser
dañosa al progreso;.
e) la identificación de lo moral con lo útil y
placentero,
y de los principios con las costumbres mudables. Así
van desapareciendo
los verdaderos
valores
religiosos y
morales».
Cesa la tradición humanista de nuestra civilización, y ésta se
transforma
en utilitaria.
5. El hombre degradado, como nos ha mostrado el maestro,
hasta el
punto de
retroceder de
homo S,Jp,iilns-homr, met~¡,hysicus a
homo faber, con todo su progreso utilitario, encierra su finalidad
en esta tierra y se centra en. fa-conquista del regn'll-ml hominis, en la
construcción de un mundo inmanente a él, hecho a la medida de
sus sueños. En ello empeña su inteligencia obscnrecida,
al haber per­
dido la conciencia de sus límites, su razón enloquecida, al prescin­
dir de la
verdad, del esse, para lanzarse a1 f«ere, a la realización
de

lo que cree útil,
y desorbita su voluntad de gigante así cegado.
Pero, así, no puede edificar sino la torre de Babel. En ella
traba­
ja,

construyendo
y destruyendo sin cesar, nuestro magnífico hoy,
(33) Ibid., Gli arieili contfo la verticale, cap. V, 12, pág. 151.
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CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
tal como, en da portada del libro de este mismo titulo, el maestro
nos muestra según la visión de
J. Breughel, en su pintura expuesta
en la Academia de Siena. Sciacca (34) nos ha recordado, repetidas veces, que el movi­
miento de las ideas que transcurre del Renacimiento a la Revolución francesa es
1a carrera de la burguesía a la conquista del mundo, y
que su secuela inmediata es la carrera del proletariado hacia la mis­
ma conquista. «Desde este punto de vista, capitalismo y marxismo
se hallan en el mismo plano, como lo están fa clase burguesa y la
clase proletaria. Primero la burguesía, nutrida de liberalismo lai­
cista, se vio impulsada a adorar la Historia,
la Ciencia y la Liber­
tad, como si fueran Dios, y a vivir y pensar como si Dios no exis­
tiera. También para ella su reino era, y es, de ese mundo y su li­
bertad la de poder satisfacer todas las necesidades y caprichos, in­
cluidos los vicios. Situada sobre este plano "económico"', su sed de
ganancias, en su desenfreno, llegaba al punto de oprimir a las cla­
ses trabajadoras. Luego, el proletario se despertó
y nada nuevo
dijo acerca de la concepción del hombre
y del mundo; repite la mis­
ma
palabra "mundana"' del

capitalismo: "también tengo yo dere­
cho a
saitisfacer mis

necesidades, a no
enajenar mi libertad"'. Y tam­
bién cae en la adoración del Progreso social, del Partido, de la fu­
tura sociedad homogénea. La diferencia reside en esto: ayer sólo
una clase privilegiada, perjudicando a la • emasa", trataba de con­
quistar el mundo, de "apropilirselo"', para alcanzar la libertad eco­
nómica, excelente base para permitirse
el lujo
de otras libertades;
hoy es la masa la
qué tiende

al mismo
fin a
través de la eliminación
de la burguesía con objeto de crear la sociedad homogénea, la única­
mente libre. Libertad liberal
y libertad marxista en esta perspecti­
va son equivalentes porque son :ramas del mismo tronco, el laicis­
mo, cuyas raíces son tan
superficial~ que ~o penetran más allá de
(34) Ibíd,, Giudizio critico sulJa ·,eoria deJJa liberta como 'tiberazione
da/ bisogno,
en «Scritti di sociologia e politica in onore di 'Luigi Saturzo»,
Bologna; Zamichelli, vol. III, págs.· 367 y sigs., o en· castellano, _Sisifo sube
al Calvario, cap. II, págs. 17 y sigs., en «Juicio crítico sobre la teoría mar­
xista de
la libertad como liberación de la necesidad», en Verbo, 181-182,
págs. 32 y sigs~, y L'ora di Cristo, cap. VI, 3, págs. 184 y sig5.
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JUAN V ALLBT DE GOYTISOW
la "corteza" terrestre. Antes de Marx ya era marxista la burguesía
Y. después de Marx, es burgués el proletariado: el materialismo es
el mismo».
Pero los sustitutivos progresistas laicos han resultado unos es­
pejismo., no más que utopías.
La Historia, según es vista por Hegel, como nos explica con
extraordinaria
agudeza Sciacca

(35), es «historia sacra», pues es la
«autorrevelación de lo Absoluto» : «lo Absoluto o Dios existe de­
viniendo». Gott in Werden, por consiguiente, «Dios está inmanente
en el mundo: los entes finitos son momentos del movimiento dia­
léctico de lo Absoluto ( panteísmo dinámico)». Así, todo lo real
se dialectiza
y el didlectrsm" se coloca en la misma rdz de lo real,
como su esencia, con lo cual a lodo lo real se le niega s11 stlstanda­
lidad autónoma, es decir, su propia esencia, que es convertida en una
antinomitá de contrarios, que niega el ser y todo lo convi,erte en de­
venir. Por eso, advierte ·&iacca, «Hegel es dnltr:onservadOt' de "lo
que existe", pero,

como no conserva tampoco el ser, ese dialectis­
mo se conserva a sí mismo, es
reacriottario». Con él, < posibilidad de "conservar" una autonomía para los individuos. No
es azar que Hegel mate a la persona humana en el Estado y en la
Historia -los hombres se conservan destruyéndose como individuos
en el
Botado, y · los

Estados se conservan destruyéndose como Estados
inclividuales en

la Historia, matándola definitivamente en el Yo
absoluto». Pero, como esto serla la negación final del movimiento
y de la propia tesis, su inmanentismo no tiene sino dos salidas : un
in.finito ce't"rado que retorna en círculo periódicamente al mismo
punto, o un infinito abierto pero malo porque nunca alcanza el
Absoluto. En ambos casos destruye
y oprime para nada... Los cam­
pos de exterminio nazis ni el Archipiélago de Gulag soviético no
son
la antesala del paraíso ...
A
su
vez, la Ciencia elevada a Absoluto nos ha traído el cien­
tismo. Al haberse renunciado a buscar la verdad, para alcanzar con
eficiencia ·lo útil para el logro de mayor bienestar, la ciencia se hace
oper (35) Ibid., ReflexioneJ «inttct11ale.r» sobre el ... , págs. 10 y sigs.
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CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
el desarrollo de la temología, el incremento de la productividad,
de la producción, del consumo, del
bienestar económico.
«Una
humanidad-de

sólo
"técnicos" y sólo "funcional", en la
que

todo
está perfool'amente "organizado",

incluso el sentir,
el pensar
y el querer, pero no según el "orden" de la verdad o del ser, sino
según el de la
"funcionalida.d" técnica y

operativa, no
es ya
una
humanidad,
es una "máquina", como la "materia" de que habla
Descartes» ( 36). El
maestro (3

7) ha analizado
cuidadosamente adónde nos lleva
-como
los hechos

confirman
cada día-
esta idolatría
c:entista y
tecnocrática, encamada en una sociedad que necesariamente ha de
ser < como un lujo que puede permitirse al disponer de los instrumentos
de

control
y opresión». La raz6n de Estado es una razón calculadora,
según la l6 gica del poder. Está presente: «la imposición del poder
neocapitalista por
el neocapitalismo, del poder burocrático del "apa­
rato" por el comunismo ruso; del poder ideológico por el comunis­
mo chino;
y las tres formas tienden a converger hacia tina temo.:.
erada anónima al nivel mundial, a su vez máquina monstruosa per­
fectamente organizada»; con la cual los
totalitarismos neocapitalis­
tas y comunistas tratarán de «dividirse el poder, en un nuevo feu­
dalismo que hoy es posible por el totalitarismo tecnocrático».
Convertidos los medios en fines, y pospuesto el ser por el tener,
se produoe «esta satánica -inversión, a fin de crear las condiciones
para abolir la esclavitud que justificaría una sociedad del bienestar,
se
resuelve, por
el contrario, en hacer a
todos los hombres esclavos
del

bienestar convertido en fin en sí mismo, sin ponerlo "en rela­
ción" dialécticamente con los otros valores, sino constituyendo ti·
ránicamente a cualquier otro, y, por lo tanto, fuera de la alteridad
por amor». Comete el olvido de que no cabe «haber» sin
«ser», y
de

que éste es el
f1mdmmento y la medida de aquél, al que le sefiala
los

límites que el
hombre, como ser inteligente, ha de aceptar;
(36) Ibíd., L'ora di Cristo, cap-. IV, 2, págs. 187 y sigs.
(37) Ibíd., L'oscuramento d~ll'inlelligenza, parte II, cap. II, 1, pági­
na 127.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
«pero 1a tecnocracia, como toda las tira(.lías , odia la inteligencia :
pues no puede imponerse mientras no la obscurece».
Lo que &iacca observa desde una perspectiva metafísica, lo com­
prueban otros por sus resultados sociológicos. Así,
l\1arx Horkhei­
ner

(38) ha reconocido que la lógica de
la ciencia moderna, desde
Galileo
y Descartes, es una lógica de. dominación de la naturaleza
que está conduciendo a la destrucción del hombre.
6. Por cuanto acabamos de ver, la
libertad, al convertirse en
otro ídolo que
ha sido colocado en el lugar de Dios, resulta otra
utopía
más de la sociedad laica por la que ha optado, tanto en Oc­
cidente como en Oriente, el mundo moderno historicista y tecno­
cratizado.
Sciacca observa, desde su prápio planteamiento -es decir, exa­
minando 1a cosa en sí misma, sin necesidad de recurrir a compro­
barlo por las consecuencias dimanantes de la misma, aunque cier­
tamente éstas
lo confirman-, que el resultado no podría ser otro.
Su
análisis de

la sociedad marxista, en este punto, lo centra en el
doble aspecto de liberación de las viejas ataduras
y tabúes y de la
liberación de
la necesidad.
Bajo

el primer aspecto, se ha estimado que «si Dios existe,
el hombre no es
libre»; y que si Dios «es concebido como fin úl­
timo, bien absoluto
y beatitud eterna, el hombre, atraído por este
fin supremo,
se abstrae de las cosas de la ciudad terrena», y de ésta
«se aprovechan quienes
la disfrutan»: la religiór, es el apio del p11e­
bto, y Dios «no es sino un producto de la imaginación humana».
Esa es la tesis de Feuerbach, repetida por Marx: el hombre, aliena­
do por
el trabajo,

busca
fa perfección de un ser perfección absoluta,
al que llama D'os. Sin embargo -replica Sciaá:a-, para que el
hombre de la sociedad homogénea no se alienase a Dios, «sería
preciso admitir que en · ella alcanzaría la autosuficiencia absoluta»,
se liberaría
«no sólo de las necesidades, sino de la necesidad, y re-
(38) Max Horkneiner, Théorie tradition_e/Je et théorie critique, París,
Gallimard, 1974, págs. 51 y sigs., y Eclipse Je la raison, París, Payoi:, 1974,
págs. 114 y sigs.
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CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
sult:aría victorioso no sólo sobre tos f!Ulles, sino :incluso sobre el ~,
sin tener dudas, ni sufrir tormentos interiores; ni moriría. Pero de
ser así,
d h<>mbre nuevo de la sociedad homogénea no sería ya un
hombre, caracterizado por ser mortal, sino que, convertido en su­
per-hombre, en un beatísimo inmortal, en un dios, cesaría de ser
hombre. O bien, si se aceptase, ante este absurdo, fa hipótesis de que
el hombre de la sociedad homogénea, al tener cubiertas todas sus
necesidades materiales y quedar satisfecho, perdería la consciencia
de su insuficiencia
y de su muerte, entonces cesaría de ser hombre
~puesto que, según el mismo Feuerbach, el cuerpo, que es el hom­
bre, lo es en

cuanto también es consciente--,
y así, liberado de
Dios, se degradaría a bestia (39). La libertad como liberación de
la necesidad, al poner en opo­
sición dialéctica necesidad y libertad, provocaría, tras. cada sátisfacción,
nuevas necesidades, sucesiva y indefinidamente. Y en cada síntesis:
«la libertad es, negativamente, la cesación de la necesidad y, po­
sitivamente, el placer que resulta. La libertad resulta así un apar­
tado de Ja biología». En la sociedad
homogénea, «la

libertad de cada uno
y de "to­
dos"

será la resultante de una organización de
"plan" racional y
racionalmente realizado según un cálatlo que establezca la suma
de las necesidaéles
vitales de
los individuos,
y asigne a cada uno
un número de horas de trabajo,
según. su

capacidad, de modo que
"tanto" global de trabajo dé aquel "tanto"
global de

producción
que baste para satisfacer
el "tanto" global de necesidades. Así, en
gracia

a este mecanismo, todos libres». En
esa perspectiva,
la
li­
bertad no es sino «el resultado mecánico de una organización ex­
terior». Con
lo cual, el hombre, «en cierto modo-, es negado des­
de su punto de partida; al negarle la libertad espiritual, se le con•
vierte en un animal idéntico a los otros», ya que
1a rai6n es redu­
cida a «facultad material
y medio para producir o procurarse bie­
nes económicos»; y, siendo así, debe reconocerse que «al hombre
(39) Sciacca, L'ora di Cristo, cap. I, 4, págs. 48 y sigs., y cap. V,
núm. 2, págs. 140 y sigs., o en «Verbo», 150, págs. 1.133 y sigs., ,o en
La sociedad a la deriva1 págs. 107 y sigs,
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JUAN V ALLBT DE GOYTISOLO
no le compete la libertad, como decimos que no les compete a las
abejas o a las hormigas» ( 40).
Sujetos a la
organización que nos proporcione la satisfacción de
las necesidades, nos hacemos siervos suyos y de las propias nece­
sidades; pues al hombre «riqueza alguna podrá jamás hacerle ni un
solo-iñstante

libre, mientras su bienestar económico · le despierte
egoísmos
y deseos siempre nuevos, instintos humanos insociables>>:
«O bien, se es libre en el cumplimiento de la ley moral, o nada po­
drá hacer libre a
wi solo hombre, ni aWl siquiera teniendo al mun­
do entre sus manos o bajo el tacón de su bota» ( 41).
Cierto es que ,la civilizacíón tecnológica
y la comunista propo­
nen

el bienestar más difundido,
la liberación de las necesidades para
la humanidad entera, la paz entre los pueblos, en contraste con las
respectivas formas de esclavitud a que
la someten.
Destaca Sciac­
ca ( 42) que este contraste es debido a su ateísmo. A su juicio, sin el reiiacimiento del Dios vivo, para reencontrar, en su amor, el amor
al prójimo, la salida no puede ser sino la rebeldía anárquica (la
Torre de Babel) o el dominio perfecto sobre
el hombre. En efecto,
si
se niega la común paternidad de Dios y con ella el vínculo común
ontológico creatural
que nos une "singularmente" a El
y "comu­
nitariamente" entre nosotros, hijos de un mismo Padre
y por eso
hermanos, por lo cual Cristo es, a la vez, nuestro Padre como Dios
encamado y nuestro Hermano como Hijo de Dios; si se niega que
fa resurrección de Cristo es ht .resur-rección y no "la muerte" de
Dios, y que el hombre tiene un destino sobrenatnral para el cual
es necesario, aunque no suficiente, su continuo perfeccionamiento
en la prueba de la vida, que sig¡,ifica libertad del error y del mal
( ... ) ; si se niega que aquel destino y ese perfeccionamiento son
derechos inalienables de la persona en cuanto creatura
de Dios y
para Dios, y sólo así cada hombre ve en sí y en los demás una ima­
gen viva de Dios vivo ( ... ) : es inevirable concluir, desconsolada-
48
i4<)) Ibíd., cap. VI, 1, págs. 171 y sigs ..
(41) Ibíd., 2, pág. 182.
(42) lbíJ., Gli arieti contra la verticale, cap. IV, 2, págs. 72 y sigs.
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CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
mente, que la humanidad de hoy, entre tanta ciencia y técnica, y
sociología y psicología ( ... ) , atraviesa uno de los períodos más pa­
vorosos de infaotilismo e inmadurez, de peligrosa irresponsabili­
dad ( ... ),
y corre el riesgo de autosometerse a una esclavitud jamás
conocida: al absolutismo sin remedio, aunque sea de formas dis­
tintas».
Y diagnostica: «disuelto el hombre en la pura sociabilidad y
reducidas a
cuestiones de

"contexto" y "estructura"
social predeter­
minables

y
maoiobrales sio
que nada de él exceda o emerja; hecha
coincidir la sociedad perfecta con
la planificación total con vistas
a una siemp1c mayor producción industria.J. para un más vasto con­
sumo, ya que esta es la felicidad, e industrializados incluso los pro­
ductos de la mente y del corazón, una vez que nada es sagrado ex­
cepto el producto que puede imponerse en un amplio mercado; todo
envilecido a instrumento de progreso para
el bienestar universal,
único ideal
y salvación o fin último del hombre, ya que Dios ha
muerto ; si eso está llegando ; comienza a resultar verdadera la pro­
fecía de Nietzche de una humaoidad masa de "pulgas saltadoras",
a la que, como a las
pulgas se
la puede
maltratar y aplastar, usar
como cobaya o medio de experimentación,
hipótesis de
trabajo, etc.
¿Qué
libertad resta

al hombre en una organización social así con­
cebida, en la cual ella
es la que hace, y hace lo que ha sido preparado
que

haga,
sin posibilidad

de escape que no sea la rebelión destructora?
¿Y a

qué dignidad intaogible puede apelar, aunque no sea sino para
sacrificarse, el hombre solamente hombre con el peso indeclinable
y acrecido de su inmensa miseria moral? ¿ Y por
qué debe

amar

otro como prójimo, como hermano? ¿Hijo de qué padre común?,
¿de la especie?, ¿de la sociedad, del Estado, del parbido?».
La
utopía, imposible de alcanzar, de esa liberación por la or­
ganización socialista, no podía llevar sino a
donde los hechos están
mostrando

que conduce: al más
absoluto y brutal totalitariosmo
estatal y a una nueva forma de esclavitud.
De otro modo, más suave
y tentador, también la sociedad-de­
mocracia ha llevado a un nuevo lotalitarism,o, el del paraíso sueco,
antesala del mundo feliz presentido por Aldous Hurley, según ha
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JUAN VALLET DE·GOYTJSOLO·
relatado el periodista inglés Roland Huntford ( 43 ). Tal vez, loo
países latinos,. menos ricos, nos acercamos a al So· parecido, pero de
tercera, cuarta o quinta categoría: El Presidente Pompidou lo pre­
sintió,
según nos narra en
su libro
póstumo. ( 44): «en el mismo
momento en que el individuo
• se

siente libre
y se libera de las
obligaciones y represiones tradicionales, se construye una máquina
técnico-científica monstruosa que puede
. re~ucir a

la
-esclavitud a ese
mismo individuo, o destruirlo de la noche a la mañana. Todo de­
pende

de los que tengan las palancas de mando». Los descubri­
mientos científicos han proporcionado unos medios colosales que
confieren un poder absolutamente. nuevo y desmesurado, concentrán­
dose, «en lo esencial, -én manos de. un Estado y una administración
que encuadran a los individuos, los colocan en fichas perforadas,
,los designarán mañana por un número [ya lo estarnos ante el Fis­
co
J, determinando la progresi6n del nivel de vida, las actividades
deseables y su reparto geográfico, tomando a su cargo
la educación,
la instrucción,
la formación profesional, muy pronto el deber y el
derecho a la procreación ...
».
Las «consecuencias di~anantes» con.firman lo que Sciacca ya veía
al «observar la cosa en si misma».
7. El cristia_nismo, en general,. y ciertos sectores del catolicis­
mo en particular,. han_ snfrido el impacto . del _laicismo y la embria­
guez

de las utopías que
se han enseñoreado del mundo mcderno.
Para examinarlo, debemos partir de
la distinción entre aquel
laicismo que arrincona la religión a la esfera privada de las con­
ciencias, y aquel otro que
~orno ha

expuesto Sciacca (
45 )-
pre­
tende la naturalización y humani2aci6n pura y simple de Dios en
vista de
.la «gran esperanza» de la organización mundial, preten-
(43) Roland Humtford, Le nouveau totaJiiarisme. Le Paradis Soue­
dois, cfr. ed, francesa,· Párís, Fayafd, 1975, cap. XV, pág. 241.
( 44) Georges Pompidou, El nudo 'gordiano~ cap. final, dr. en espa­
fiol, ~drid, Sociedad ., Hispano.!Am,eri~ de Ediciones y Distr~buci6n, So­
ciedad Anónima, 1975, págs. 158 y sig.
(f;) Sciacca, Desde e{ sansionismo a la tecáncracia, en «Verbo», 103,
págs.· 2s1 · y sigs.
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CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
sión en la que convergen, de una parte, Saint-Simon y los sansi­
mooianos
y el socialismo fraru:és del siglo XIX, y, de otra, Feuerbach
Marx
y los diversos marxismos, hasta la actual «teología de la mner­
te de
Dios». Una y otra dirección han influido en diversos sectores
cristianos.
La primera dimana de esta posición empírica: «más que dis­
cutir

acerca de los
principios es mejor

poner•e de acuerdo acerca
de las cosas prácticas que podamos hacer juntos; no
más política
de las ideas, sino política de
Jas cosas».

&iacca ( 46), después de
plantearlo, comenta: «Pero las cosas son ciegas. A fuerza de
bus­
car tan sólo la opción práctica, se termina por elegir a ciegas, es
decir, sin la luz de la verdad». Con ello, se dejan al margen tam­
bién los principios morales e, incluso, la verdad religiosa, pues las
verdades reveladas, que «son dogmáticas, ponen a los hombres unos
contra otros». Así se llegan a aislar dos mundos: «uno social o
público, en el que los hombres se unen en torno a aquello que
prácticamente les conviene y deciden acerca de esto; y otro, de las
creencias y de las opiniones personales, de las que es mejor no
hablar, porque de lo contrarío podría arruinarse una conversación». La pretensión de eliminar el problema de
la verdad, para evitar
la división y lograr el acuerdo de las opiniones más convenientes a
nivel práctico o practicista -sigue advirtiendo Sciacca-«es · tesis
antigua, iluminista. Es la tesis de Lessing:, en N hálan1 que concluye
con el abrazo universal de los protagonistas que han renunciado a
buscar la verdad».
Pero, ocurre que, «marginado el problema de la verdad o del
mismo sentido de
la vida, y obtenida la satisfacción de .todos sus
instintos, dado que el hombre no es sólo vitalidad sino también
pensamiento, le vienen a la superficie el tedio
y la tristeza con­
siguientes a las necesidades satisfechas. Incluso éstas hacen aún más
violenta el hambre de la verdad que conserva el espíritu. De ahí
uno de Jos desequilibrios sustanciales de la ciudad terrena y del
hombre en cuanto ser pensante, espíritu encarnado. Y, en este punto,
pueden provocar peores divisiones».
(46) lbld., L'ora di Crbto, cap. I, 2, págs. 44 y sigs.
51
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOW
Por otra parte, las divisiones, la intolerancia, la violencia y las
guerras llegan por otro camino que se
les abre. El maestro nos lo
explica ( 47). «La identificación del conocer humano con el Absoluto, de
la
verdad con el pensamiento en -su devenir, del ser con el pensar,
comporta, como ya se ha dicho, la disolución de Dios en el hom­
bre, la divinización del hombre, la absolutización del
p~cipio de
la

subjetividad, la
reducción de Dios-Hombre al Hombre-Dios, la
transcripción de la teología en antropología, que no es decir nada
acerca del ser del hombre y sobre el ser de Dios. Asi,
la divinidad
del mundo moderno ha sido, sucesivamente, la Ciencia, la Huma·
ni dad, la Filosofía, la Economía, la Historia; etc. ; siempre un ídolo;
un mito mundano y laico llamado a subrogar a Dios» ... «Quien
rechaza reconocer o amar a Dios, fatalmente reconoce o ama a un
fetiche: las épocas poco religiosas son las más supersticiosas e idó­
latras. Y
la idolatria conlleva al fanatismo. Dios es uno, pero los
!dolos pueden ser infinitos,
y cada hombre se fabrica el suyo. El
fanatismo conlleva intolerancia, violencia y guerra de !dolos contra !dolos, de fanáticos contra fanáiicos; por eso
la falta

de respeto
reciproco
y de ahí la "impiedad" hacia todo y todos y la negación
de la libertad. La sociedad moderna idólatra
-d laicismo es siem­
pre idolatría- es fanática e intolerante de extrema intolerancia».
¡No se consigue la paz y se ha sacrificado la verdad!
Por
otra parte, incluso a los católicos que mantienen el princi­
pio de
la verdad pero entran en ese juego poHtico que se resuelvé
por criterios cuantita;tivos de mayorías numéricas, la praxis democrá­
tica les lleva fácilmente a aceptar en la práctica ese paliticismo, que
Sciacca ( 48) define como «reducción de
la validez de todo valor a
su "funcionamiento" político, y en tanto así "funcione"», alistándose
«al solo juego de las opiniones posibles o probables oportunas o
idóneas, según Jas circunstancias, las situaciones y los· intereses». Este
«no es un criterio de verdad, sino únicamente un método desastroso
( 47) Ibid., cap. 11, 4, págs. 80 y sigs.
( 48) !bid., Fila1afla e antifila1ofia, Milano, Man:orati, 1968, loe. I,
3, págs. 30 y sigs.
52
Fundaci\363n Speiro

CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
para la misma praxis política en cuanto la priva de la verdad ... ».
En esta prá: yoría, aunque vaya en contra de la moral social cristiana, sino que,
ilncluso, se vota de acuerdo con sus criterios, bajo el pretexto de
que la moral católica debe practicarse individualmente por cada
católico, sin pretender imponerla a los no creyentes, con olvido de
que la moral social es básiica para el bien común, afectante a todos,
y del que la ley ha de ser ordenación, racional. El viejo principio
Quod Prindpi pl«uit legis habet vigorem, arrumbado por influjo
del cristianismo, revive hoy
encarnado en

la voluntad de la mayo­
ría
parlamentaria, o

plebiscitaria, por
manipuladá que
esté
por lá
propaganda. Se dice -advierte Sciacca ( 49 )- que existen muchas «cosas»
que pueden promoverse en común con las sociedades ateas nacidas
de su seno, como la
paz en el mundo, la justicia entre los pueblos,
etcétera. Pero, replica: «Si el cristiano acepta la posición meramen­
te pragmática, ha cesado
de ser

cristiano,
y sólo hace política ins­
trumentalilzaudo su fe». Olvida que en el mensaje de Jesús «no
hay promesa alguna de
felicidad en
la tierra, ni resolvió de un
modo pragmático sus relaciones con el mundo judío y romano, sino
que las situó según la verdad : no renegó de Dios un solo instante
ni d~jo no ser Dios para hacer ciertas "cosas concretas" con Poncio
Pilato y obtener éxito y seguidores: quedó solo y se dejó matar>>.
8.

El grado de laicismo que se circunscribe a estimar que debe
arrinconarse la religión
y, junto

cou ella, el problema
de la
ver­
dad a

la esfera de las conciencias. La referida
prdxis democrática
ha facilitado que, en diversos sectores católicos, hayan penetra­
do otros grados
más acentuados
de mentalidad laicista
y, con
ésta,
·las
utopías que

conlleva. Ello ha
comportado que
el tema del diá­
logo de la Iglesia con el mundo moderno lo hayan pensado al­
gunos como el de su apertura a éste, con la pretensión de orien­
tarlo para satisfacer una pretendida necesidad, no de que el
cate­
Iicismo lo penetre, sino de que lo asimile.
( 491) G/i erieli contra la verlicale, cap. IV, 5, págs. 91 y sigs.
53
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLEI' DE GOYTJSOW
Tambi:én se dice que, ante la aducida imposibilidad del hombre
moderno de creer en el Dios trascendente, ni en Cristo-Dios hecho
hombre, los cristianos
deben «dialogar»

acerca del hombre
y de sus
necesidades, del futuro mejor del mundo, de Cristo como un hom­
bre que amó a los otros hombres,
&meca (50)

comenta que este
razonamiento, «meramente pragmático, confunde la "verdad" con
la "eficacia", sustituye así el principio de la verdad por el de la
eficacia» y, al «queda,r constreñido a aceptar como verdadero todo
lo que es eficaz, no puede refutar nada que haya tenido éxito polí­
tico,
y debe justificar incluso los crímenes y matanzas».
Se trata de «andar
al encuentro del mundo moderno» haciéndo­
le «apetecible» al Cristianismo, «acomodando al gusto de hoy su
verdad
divi,na y

todo el
ámbito de
lo religioso, hasta el punto de
hacer del propio Cristianismo, según los
GlSOS, una goyería o una
albóndiga sin Dios
y sin dogmas, esto es, ateo y sin verdad de fe».
Empresa consistente en «arrendarse a la opinión» de quienes, «sobre
la base del preconcepto de que no existe ninguna religión revelada»,
hacen de cualquiera de ellas
«un producto
o un subproducto de esta
o de aquella civrlización, destinado a transformarse o morir», en
una operación de «seci.tlarización», o «mundanización», o «histori­
zación» de lo religioso de .tinte hegeliano. Con el pretexto de «la
desmitificación, desamortización, deshelenización del Cri,stianismo se
pretende expulsar lo sobrenatural y a Dios de la teología, haciendo
de Cristo y de Su enseñanza un mero mensaje social de pacifismo,
de humanitarismo, etc., una exhortación al hombre para purificarse
de sus egoísmos con miras a una abstracta comunidad mundial, re­
gurgitada del No11veau Chrictiánirme de Saint-Simon, según el cual
la renovación religiosa cristiana debería consistir en la realizaci6n
de ese acuerdo universal para d~r unidad a la vida social» ( 51).
Así se habla de cristianismo
abierto y cristianismo cerrado.
Planteamiento contra el que &iacca ( 5 2) protestó vigorosamente:
(50) lbid.; págs. 92 y sigs.
(51)
Ibid., Filosofla e anHfílosofia, lec. 5, 3,

págs. 129 y sigs.
('.52) Ibíd., La Chie1a e la dvilita moderna, parte II, cap. VI, páginas
210 y sigs.
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Fundaci\363n Speiro

CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
«no existe ni el cristianismo abierto, ni el cerrado ; existe el Cris­
tianismo verdadero, es decir, el que es propiamente Cristianismo o
la Palabra de Cri>to, del que la Santa Sede es depositaria e intér­
prete infalible» ... ,
«el Cristianismo
verdadero nunca es cerrado en
el sentido de conservador, reaccionario, retr6gado, y nunca es abier­
to en el sentido de cristianismo revolucionario, progresista, subver­
sivo, lenguaje por lo menos impropio y equívoco». La contraposi­
ción es W1 «pseudo-problema» planteado como pretexto de un «pseu­
do-diálogo», es «un motivo artificioso con .fines propagandísticos»,
«una especiosidad más para atacar y demoler la Iglesia», impután­
dola el «haberlo equivocado todo
al "organizar"
la verdad cristia­
na» ... Pretender que la Iglesia es «pura formación histórica y, como
todo hecho histórico, suceptible de las más radicales transformacio­
nes» ... , «no es sólo afirmar la propia libertad de conciencia
y de
pensamiento, sino servirse diabólicamente de ciertos -equívocos, ha­
cer de caballo de Troya para destruir la ciudad, con el agravante de
que Ulises era enemigo de los troyanos, y, que, en cambio, quienes
eso pretenden se dicen "ciudadanos" de la Iglesia».
9. Esta

pretensión de apertura, impulsada desde dentro, muestra
con evidencia que el segundo tipo de laicismo, el que pretende na­
turafü::ar y humanizar a· Dios con vistas a una «organización mun­
dial» ---convirtiéndolo en una religión inmanente, orientada hacia
adelante
y no hacia arriba-, ha ~ntoxicado, en mayor o menor
grado, varios sectores de la Iglesia.
En
Gli ariesli conlro la vertical•, el maestro ( 5 2) plantea la
cuestión centrándola desde el viejo
y constante problema de la exis­
tencia del
mal habiendo

un Dios de bondad
y amor. Contrapone
las posiciones extremas : de quienes caen en el ateísmo al recha2:ar
a Dios por existir el mal, y la de quienes, por ello mismo, con­
denan en bloque a la humanidad que no merece subsistir. Entre
ambas posiciones, la cristiana sabe, por el mismo Cristo,_ que en
este mundo no se da la justicia perfecta, ni es el lugar donde el
hombre realiza
su,pleno cumplimiento.
Frente a
ésta, observa &iac-
(53) Ibld., Gli arieli &ontro la verticd/e, cap. III, 2, págs. 52 y· sigs.
55
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLBT DE GOYTISOLO
ca la del perfeccionismo, hoy de moda: «el reino de Dios se reali­
zará en este mundo; -la perfección no es del cielo sino que se con­
seguirá en la tierra. De ahí una expectación mesiánica, escatológica,
históri<:a o

mundana: la
· perfección
no es
obra de
Dios en el otro
mundo, será obra del hombre en éste a través de la evolnción de la
naturaleza y del progreso, de la
cieru:ia y

de la
técnica, consecuen­
cia

suya» ... En el ámbito de esta teología «desteologizada o secula­
rizada», juegan «el evolucionismo

y el perfectismo, la mundaniza­
ción radical del cristianismo entendido como puro amor al prójimo
y compromiso con el mundo que conlleva
la abolición de lo "ver­
tical"' (Dios), y el "triunfalismo", de donde vienen sus puntos de
contacto con el marxismo. Dios no está en el principio, sino en el
fin de la evolución, es el último grado, la emergencia final, esto
es, al final del desarrollo evolutivo que realizará la perfección en
la tierra, aquella perfección que antes míticarnente se transfería a otro mundo: Dios es el mismo mundo al máximo de su perfec­
ción».
Antes hemos observado las dos tradiciones laicistas modernas,
la liberal del Iluminismo y
la marxista. Aquélla ha recibido el re­
fuerzo
de

la civilización anglonorteamericana, que Sciacca (54) ca­
lifica de invasión barbárica, como la marxista; ambas «técnicas, pra­
xistas»,
«dos formas

de humanismo de
la técnica y de la ciencia con
objetivos industriales-productivistas; dos actitudes del mismo hu­
manismo de la materia que, como tal, es antihumanismo, si el hom­
bre es espíritu. en un cuerpo y no "cuerpo consciente", como lo de­
fine Feuerbach»; ambas «distintas en el método político, pero idén­
ticas en la concepción materialista de la vida, aceptadas como ver­
dad dogmáticia, solución infalible de la humanidad futura, la más
feliz que se pueda imaginar>>. Eso ha acentuado la enfermedad mortal de Occidente, que Sciac­
ca (55)
· denomina Orcidentali,mo. Pues bien, al finalizar la se-
(54) ]bid., !!ora di Cristo, cap. III, 4, págs. 102 y sigs.
(55) !bid., Il magnifico oggi, cap. XLIII, pág. 255.
(56) lbld., L'osscuramentq dell1intelligenza, parte JI, cap. IV, pági­
nas 178 y sigs.
56
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CRJSTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
gunda guerra muodial el neocapitalismo dominante en Qa:iden­
te
sentía dos grandes temores, el
comunismo avanzado con la
potencia rusa
y el renacimiento católico; y, por otra parte, necesi­
taba la ayuda del Catolicismo para utilizárlo contra el comuuismo,
empeiiando pellticmente

a los católicos, haciendo prevalecer sus in­
tereses políticos
y económicos sobre los religiosos. El maestro (56)
comenta que, así «se ha producido una
afirmación política
de las
fuerzas católicas, de su eficiencia social, pero no ha habido un re­
nacimiento de la fe católica y de la caridad cristiana, sino más bien
un proceso acelerado de secularización
y corrupción del Catolicis­
mo,>>. Se colocó, a católicos y comunistas, «en la común plataforma
de la sociedad del bienestar, tecnológicamente organizada, de modo
'lue, en

la parte correspondiente, las dos "teologías" se desteologi­
zasen o desmitificaran al máximo; y a tod.05 en una misma repú­
blica gobernada por la tecnocracia, a la vez "socialista" y "cristia­
aa" a su manera». Relizaríase, de este modo, con perfección, «la
"continuidad" iluminista y neoiluminista entre liberalismo, comu­
nismo y modernismo». Y, así, podría «hacerse pasar por v<:rdadero
mensaje cristiano, redescubierto, la "nueva fe" según las tablas re­
dactadas por la comisión mixta de tecnócratas, marxistas, freudianos
con el auxilio fervoroso de cristianos católicos o variablemente pro­
testantes o disidentes».
En concordancia, se ha conferido a la cultura contemporánea
un efecto normativo sobre la teología. El maestro (57) explica que,
conforme este criterio, «toda la teología debe conformarse a la cul­
tura de su tiempo; si ésta es atea; materialista o empirista, etc.,
así debe ser la teología; mas así, aun en el caso de que la cultura
sea teísta, espiritualista, etc., con ese punto de vista la teología, en
uno y otro caso, será siempre atea, pues teísmo y ateísmo son re­
ducidos a meros hechos culturales». Aceptar esta tesis es «capitular
mte la cultura de nuestro y de todos los tiempos, sea la que fuere
es acentuar el dato sociológico y convertirlo en norma ... ».
10. Sciacca (58), que mostró el cadáver del Occidentalismo
('.57) Ibid., Gli aríeti contro la verticale, cap. IV, 5, págs. 95 y ·,sigs.
(58) lbld., Il magnifico oggi, XLIII, págs:. 257 y sigs.
57
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
«laicista>}, subraya que es diálogo muerto con otros muertos el man ..
tenido entre aquél y el Occidentalismo «católico». La misión de la
Iglesia es difundir
el auténtico mensaje de Cristo; y, por eso, debe
«fulminar la miseria de tanta pseudoteología imperante, que hace
de Cristo un mero "acontecimiento" y reduce la misma teología
a polltica o a sociología o a la pura esperanza
social».
El

laicismo iluminista, que ha negado la existencia de Dios
y la misma posibilidad de pensar metafísicamente -como hemos
visto antes- «ha perdido al mismo tiempo -según advierte Sciac­
ca (59)-

fe en la capacidad del hombre de construir sin Dios un
mundo de verdad y de bien; ha caído en el nada et verdad y, por
eso mismo, en el ,extravío y en la desorientación: se ha autodestrui­
do; no le queda sino ser materialista y escéptico, acrítico y vanal. Ha
perdido el concepto mismo del derecho, con la negación del dere­
cho natural
y con el subj~tivismo de la ley, ha pasado de la auto­
ridad
al autoritarismo arbitrario
y, por tanto, tiranoide, o a la ne­
gación de la autoridad en cuanto tal y, por ende, a la anarquía». La utopía se está disolviendo en el nihilismo. Ciertamente que­
da todavía el marxismo, con su mito laiciSta del «hombre social»,
pero envuelto ya en la decadencia de los mitos laicistas, según los
cuales el hombre realiza su propio total destino. «En ese sentido,
pues -prosigue Sciacca
(6o)-, el marxismo, como forma del hu­
manismo ateo y del racionalismo materialista, no es una filosofía del
porvenir, sino del pasado; hijo del laicismo de los siglos xvm y
XIX, viene -a ser una sobrevivencia, una herencia atrasada. Pero, aun­
que carente de solidez teorétrica -será arrollado, al finalizar la so­
ciedad occidental, por una nueva civilización, en la que renacerán los
valores
de Occidente-, en cambio tiene mordiente en el terreno de
la praxis polltico-social ... ».
Hoy dos nuevos hechos confirman la primera previsión del maes­
tro acerca del marxismo, y muestran que en Europa va perdiendo
mordiente
político,social, aunque no fuerza y poder. El impacto de
los
disidentes soviéticos, en especial a partir del
Archipié/,.go de
58
(59) !bid., l!ora di Cristo, cap. III, 3, págs. 99 y sigs.
(60) !bid., págs. 100 y sigs.
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CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
Gulag, de Sol,:henitzin, es evidente; y su desmítificación entre la
intelectualidad de la
izqwerda la patm denominados
nue­
vos

filósofos.
El propio
Solzhenitzin (

61), después de su triste hallazgo del ac­
tual Occidente, sigue repitiendo «que
todo socialismo,

de cual­
quier matiz, lleva al aniquilamiento de la esencia espiritual del hom­
bre
y a la nivelación de la humanidad en la muerte, lo ha demostra­
do por un profundo análisis histórico el matemático
académico Sha­
farévich

en su brillantemente argumentado libro El
sorialismo. Y
observa los sillares comunes del humanismo laicista con el comu­
nismo
y todo socialismo: «un materialismo ilimitado; la carencia
de religión y de responsabilidad religiosa ( llevado en el comunismo
hasta la didtadura antirreligiosa) ;

el centrarse en la
edificación so­
cial
y la pretensión de cientificidad al hacerlo (Ilnstración del xvm
y marxismo). No es casual que todos los juramentos verbales del
comunismo giren alrededor
del Hombre con mayúscula y de su fe­
licidad terrena.
Parece una

desagradable
comparación -¡rasgos
co­
munes en la cosmovisión y en el régimen de vida del Occidente ac­
tnal y del Este actual!-, pero tal es la lógica del desarrollo del
materialismo».
Pero se trata de un materialismo elevado a religión. De un
nuevo paganismo gestado en la Ilu!trarión, consagrado en la Revo­
lución francesa
y continuado por el marxismo. Así, el adalid de los
nuevos filósofos -Bernard Henri-Levy (62)-, reconoce que el si­
glo xx, en el que
se sitúa

«el delirio de la barbarie, no es un siglo
ateo» : «Es un período religioso,
más religioso que ninguno otro,
sin duda, pero de una religión pagana, en que los dioses, los
!dolos
de piedra y de madera, se llaman Estado, naturaleza, campos de con­
centración o de exterminio o
Partido ...
¿Partido? Ved
cómo hoy
los

camboyanos, para nombrar lo
inombroble de la muerte indi-
( 61) Alexander Solzhenitñn, El mundo escindido, discurso en la Asam­
blea de Graduados de la Uñiversidad de Harvard; cfr., en «Verbo», 168,
septiembre-octubre de 1978, págs. 1.009
y 1.015.
(62)

Bernard
Henri-Lévy, Le testament de Dieu, París, Grasset, 1979,
parte 11, cap. 3, pág. 115.
59
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
vidual remiten, no a lo Eterno, sino a la Organización suprema, ese
dios de bronce
y de máquinas que inventó la Revolución francesa
y cuya Sed, como dice otro, parece decididamente inextinguible».
Y, en otro lugar, el mismo Henri-Levy ( 63),
añade que,
«la
teoría marxista,
poc el hecbo de que santifica el sueño hegeliano
de

un devenir-mundo de la verdad
y de un devenir-verdad del mun­
do, remata en el ideal que es, como se verá, una de las definiciones
de la tiranía moderna. Si es cierto que el Capital es la conclusión
de Occidente, el stalinismo es, a su vez, la conclusión de esa con­
clusión; si es cierto que el primero es la declinación de una de­
cadencia, el segundo es, por lo tanto,
la decadencia de esa declina­
ción. ¿Qué es el Gulag? La Ilustración sin su tolerancia. ¿Qué es
el plan quinquenal? El economismo burgués, más el terror y la po­
li
el a». El socialismo en el poder constituye el conocer las ilusiones
liberales ...
».
11. &iacca (64) señala el único remedio «que Sisifo (el hom­
bre peregrino en
este mundo]
continúe llevando adelante peñascos
y apueste por Dios», que deje de apostar por sí mismo, si quiere
que no caigan de sus manos y rueden cuesta abajo.
«La gran cuestión -dice y repite (65)-del hombre no es
social, económica, política, es muy otra: si Dios existe o si no exis­
te.

Si Dios no existe desaparece
en el hombre su más alta dignidad:
no le resta sino ser imagen de sus instintos vitales
y humanos, cosa
entre las cosas que quiere poseer cuantas
más le sea posible. Para
,sanar la sociedad no basta distribuir equitativamente los bienes, sino
enseñar su uso; por eso, o la curación es moral o bien cualquier
sanamiento económico puede resultar una enfermedad más grave.
Se trata de repútinar la jerarquía de los valores en el interior del
( 63) !bid., La barbarie a visage humain, París, Grasset, 1977, 4.!!: parte,
cap.
I, cfr. en español, Madrid, Monte Avila, 1978, pág. 122.
(64); Scfacca, Giudicio critico sul/a teoria della libert?J., loe. cit., o en
espafíol en Sisifo sube al Calvario, cap. 11, págs. 36 y sigs.; o Juicio critico
sobre la teoria marxista
de

Ja
liberlad como

liberación de la
necesidad, en
«Verbo», 181-182, pág. 34.
(65) Ibid., L'ora di Cristo, cap. VI, págs. 185 y sigs.
60
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CRISTIANISMO Y MUNDO MODERNO, SEGUN SCIACCA
orden del ser: los hombres han de ser amados más que las cosas y,
por eso, el ansia de ganancias no debe empujar hasta la violación
de los derechos de los otros
y al disfrute inhumano; el fin de la
vida terrena no es la riqueza ni el bienestar social, sino la actuación
integral de la ley moral, de la cual riqueza y bienestar no deben
ser sino medios: trabajar no para la vida cómoda o por la sociedad
homogénea, sino por la vida virtnosa, no por la ganancia de rique­
za, que, como fin en sí misma, es miseria extrema, sino por la
conquista de la perfección ... ».
«El problema
de la
libertad
económica, como
el de la libertad
política y todo otro problema, no se resuelven aisladamente, sino
en el problema integral del hombre, que es problema metafísico­ontológico-moral» ... «Marxismo
y liberalismo son dos soluciones
equivocadas, opuestas
y equivalenres. La libertad económica es mun­
dana como la libertad política, dos Jlbertades que pretenden colocar
toda la libertad del hombre en la satisfacción inmanente de nece­
sidades mundanas; por eso la democracia de la libertad económi­
ca
y la democracia de la libertad política son dos formas de una
idéntica concepción mundana o laicista del hombre o del mundo;
la "religión" de la libertad marxista equivale a la "religión" de la
libertad liberal».
Y aquí, con el maestro ( 66), será bueno que meditemos estas
palabras de Papini ( 67) : «La historia demuestra el fracaso final de
todas las revoluciones porque todo Estado nuevo ha seguido, como
los otros, quitando vidas, haberes
y libertad. No queda sino un
experimento por intentar: la revolución del Evangelio; la metanoia1
el giro interior, que de cada súbdito haga un ciudadano del Reino
de los cielos, de cada ciudadano un hermano en la universal con­
fraternidad del amor».
El fin último del Cristianismo es, precisamente, la realización
cumplida
y perfecta del amor cristiano, que continúa siendo, ante
( 66) Ibld., La Chiesa e la civíltd moderna, parte I, cap. III, p4g. 65.
(67) Giovanni Papini, Lellere a gli 11omini del Papa Ce/eJtino VI, Fi·
ren>e, Vallecchi, 1946, pág. 136.
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JUAN V ALLBT DE GOYTISOLO
todo y sobretodo, la salvación eterna en Cristo, el Salvador, en imi­
tación de quien el cristiano debe pensar, querer
y obrar (68).
La Iglesia tiene por misión mostrarlo y recordarlo sin cesar.
Para salvar nuestra civilización cree Sciacca (
69) imprescindible
encarnar

«"cultura"
y "religión", ciencia del hombre y Sapiencia
de Dios», para
realizar una

nueva
síntesis y lograr «en el interior
y en armonía con el actual momento histórico, quella unidad espiri­
tual que Europa ha. perdido, tal como fue realizada en el Medievo,
en armonía con aquel momento histórico».
Y, concluye, «si el Occidente muere, sólo un humanismo cris­
tiano podrá ser el alma de otra civilización, en la cual, bajo nuevas
formas históricas, podrá renacer lo esencial de Occidente» (70).
El
dilema ante

el cual Sciacca ontempla a los europeos occi­
dentales es terminante: reencarnar los valores de
la Cristiandad, de­
gradados en el
Occidentali,mo, o

morir.
Es preciso que deje de
confundirse el realismo con el materia­
lismo y la religión con las 11topias puestas en el devenir de este
mundo, acá abajo. Para
ello es imprescindible salir de la cerrazón,
sin horizontes,

del laicismo; buscar
la luz de la verdad antes de
procurar lo útil,
y reencarnar toda la wda en el Cristiánismo como
guía, en

nuestra peregrinación terrena, en el
camino de
la eternidad.
El maestro era pesimista como europeo, pero ningún temor sen­
tía como cristiano, aunque las ruinas en tomo al cátolicismo hin~
charan, a los ojos de éste, el mundo hasta hacerlo pedazos. Y ter­
minaba suplicando al Padre:
«hágase tu
voluntad así en la
tierra
como

en el cielo ...
».
(68) Sciacca, Filosofía e ttntifilosofia, lec. V, 3, pág. 132.
(69) lhíd., L'ora di Cristo,
cap. III, :;, pág. 108.
(70)
Ibíd., 3, pág. 101.
(71) lbíd., 11 magnifko oggi, cap. XLIII, págs. 253 y sigs., y capí­
tulo XL VI, págs. 27' y sigs.
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