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Número 201-202

Serie XXI

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Juan Carlos García de Polavieja: ¿La televisión manipulada?

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equivocidad del mismo, y en el que por efecto del consenw, co­
sas que

en sí mismas no eran negociables, porque no son opinables,
fueron negociadas (págs. 130
y sigs.); sobre la LAU (págs. 140
y sigs.); sobre el bilingüismo en Cataluña (pá¡gs. 145-147) y acer­
Ol, del divorcio como favorecedor de un.a legislación estatista en ma­
teria de enseñanza y como generador de una patología educativa
(págs.

155-156).
Como el mismo autor indica, se trata de un
libro homenaje a

la
Escuela Pía
aragonesa, y junto

a los
temas a los que hemos aludido
y que consideramos más-interesantes, se encuentran. también páginas
que constituyen un testimonio de homenaje respecto a los padres
escolapios, y otras en las que se recogen las impresiones del autor
resp
hechos como el Congreso Mundial de Filosofía Tomista
o el Corpus de Daroca, escritos al producirse
los mismos.
Libro, en .iin, en que se desarrollan unas ideas que M modernidad
rechaza y de las que tan necesitada se encuentra la sociedad actual
para
evitar la hecatombe hacia la

cual nos estamos precipitando,
sobre todo
y principalmente por haber rechazado y abandonado la
religión
católica.
EsTANISLAO ÚNTERO
Juan Carws Garcia de Polameja: ¿LA TEiLEVISION
MANIPULADA? (*)
Augustin Cochin puse> de relieve admirablemente la rnnspiraci6n
tramada

por las
sodétés de pen,ée para derribar la venerable aunque
decadenre monarquía

francesa.
Hosta tal punto

que puede decirse
-así lo ha
hecho Thomas Molruir-que

en 1789
existían en Fran­
cia

dos estados yuxtapuestos : por un Lado, la
antigua monarquía,
con

su espeso
entram•do instiiucional y orgánico; por otro, la repú­
bfrea de las letrar, como agrupación invisible en apariencia, pero no
por eso
meaos real, de

escritores
y filósofos. Est:a república de lar
letras1 a veces fantasmal pero si.empre omnipresente, sin vinculacio­
nes con lo rea,! y con una fuerte componente utópica, rnnstituirá
el

dominio de las sociedades de pensamiento, así llamadas
--es pre­
ciso aclararlo-no porque en ellas se piense, sino porque están
construidas arbitrariamente por el pensamiento, frente a las que
proveoientes de un impulso social son organizadas por la naturaleza.
He

ahí dos
.cipos radicalmente heterogéneos de sociedades. Pues
-lo

comenta Madiran glosando
a Cochin-las

sociedades, de pen-
(*) Madrid, editorial Fuerza Nueva, 1980, 94 págs.
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samiento no consiguen desarrollarse mientras las sociedades. natura­
les son vigorosas. Pero cuando, aquéllas se desarrollan en medio de
éatas, las dejan exangües y sin vida, generando -de resultas-in­
dividuos desarraigados en los que disminuye el sentido familiar,
corporativo, patriótico y religioso.
• * •
No le asombre al lector que reerocedamos tanto en el tiempo
y que ahondemos tanto
en la profundidad para comenmr uo ensayo
dedicado

a valorar
el papel desempeñado por la televisión ea la
moderna guerra. revolucionaria. Sin embargo, la correlación es, más
que
exacta, asombrosa. Al avanzar estas líneas, esperamos que apa­
rezca en plenitud
Juao Carlos
García
de Polavieja, en un prólogo denso, comienza
ofreciéndonos uo

análisis certero y medido de
Ja tesitura
en que se
hallaba
el proceso

revolucionario a
la muerte de Stalin. Atascado
el comunismo ante el muro de contención de la guerra fría, y ma­
nifiestamente inútiles los presupuestos clásicos del marxisrno-leninis­
mo para destruir las sociedades occident,ales, se ofrecían como únicas
salidas : el aumento del potencial bélico, para mantener la psicosis
de miedo en el llamado muodo libre;
y el deseovolvimieuto de una
eserategia
capaz de llevar la guerra subversiva
a!I interior de Occí­
dente.
La dirección revolucionaria optó por la combinación de ambos
métodos, por la conjución de las dos estrategias, por el uso simul­
táneo de lo que Plinio Correa de Oliveira ha llamado las dos «ve­
locidades o marchas» :

el ariete y
el gas letal, el rearme y la guerra
psicológica.
Encuadr•do el

nacimiento del fenómeno, pasa a mostrarnos el
autor esta guetta como una verdadera metamorfo,si! del proceso re­
volucionario, como perfeccionamiento de su praxis, fruto del análi­
sis de diversos pensadores entre los que destaca Antonio Gramsci.
Guerra psicológica y

total, pues tiene como objetivo
toda la
psique del hombre -pretendiendo afectarlo én las varias poténcias
de

su alma
y en todas las fibras de su mentalidad-, y se dirige
no sólo
a los

simpatizantes del comunismo, sino a
todos los hom­
bres, especialmente a los enemigos,
para debilitarlos y aproximarlos
al marxismo por medio del
tr"-fbord<> ideológico inadvertido.
Reducida a sus líneas generales, la aportación de Gramsci, en
la que

se basa toda la virtualidad
de la
g. s. r. t.,
consiste en
la
diversificación e hipervaloración de toda una
concepción sociológica,
estructuralista y dinámica de la acción, que persigue la localización
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de contradicciones -posibles o existe'1!tes.--en la realidad. Pero si
para el marxismo clásico los fenómenos de la naturaleza llevan im­
plícitas contradicciones, que la Revdlución sólo tiene que explicitar
convenienteunente, Gramsci ----conocedor del pensamiento rea.lista­
se va a alejar en su metodología del enjundioso principio de con­
trarioo
internos,

por comprender que el
verdadero poder destructivo
de

la dialéctica radica en que las
supuestas contradiccioires internas
no son más que ~imples desórdenes (más o menos graves), inversa­
mente proporcionales al grado de inspiración cristiana de los indi­
viduos o las sociedades en cuestión.
He aquí admirablemente expresado el talón de Aquiles de la
g.
s. r.
t., y he ahí con darid,d explicado que la Iglesia Católica
sea
el principal obstáculo que se opone al triunfo de la Revolución.
De todos modos, su .impotencia natural frente a las sociedades ver­
daderamente cristianas no invalida la estrategia
márxista, que trata
de oponer a la nwruraleza real (libre de costradicciones) una falsa
naturaleza (plagada de ellas). Que inventa uua imagen distorsio·
nada de las
sociedades y que, impuesta a través de los medios de
comuuicación, trata de
suplantar gradualmente
a
la náturálezá reál.
¡Es siempre el rechazo de la verdad como ader¡IJdtio, rei et inte­
l/ectur ! ¡ Siempre la contumaz pretensión de recrear la realidad a
pattir
de unos a
priori prefijados e irrazonados ! ¡ Siempre la utopía
malsana
y el ideallismo desencarnado! La misma dirección de las
sociétés de pensée a que aludíamos al comienzo de esta recensión.
• • •
Tras lo dicho, es fácil mlegir el destacado papel de los tm1ss
media1. y dentro de éstos de la. televisión, en la g. s. r. t.
La televisión en cuanto medio de
comnnicación unidireccional,
en

cuanto vehículo de ideas, ti-ene una relevante influencia sobre
la sociedad. Magnífico ejemplo -y bien cercano---el del caso es­
pañol,

en el que la
TV que padecemos ----<:00 sus cotas inimagi­
nables

de
partidismo, zafiedad

e irresponsabilidad- no
ha sido
tanto consecuencia del cambio político como antecedente impres­
cindible del mismo, según señala agudamente Polavieja. Ya hace dos décadas que, en una famosa obra, The
lonely crowd
-La

muchedumbre solitaria-,
el sociólogo David Riesman llamó
la atención sobre la aparición de un nuevo tipo de hombre al que
denominó other-directed, diri¡,'do desde fuera, por los demás. Hom·
bre

sin
convicciones, que dbra reflejamente
siguiendo los
estímulos
recibidos

del entorno social. Sus
ideas le
vienen
impuestas por
el
manto cultural,

por lo que ha dado en llamarse la Logosfera, sin
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que sea capaz de sobreponerse a ese influjo que casi más que con­
dicionarle le determina.
Es el hombre de nuestra civilización masificada y desarraigada,
sin
hábito de

pensar
y que repite las consignas que difunden la
televi,ión y los grandes rotativos.
Frente a este hombre cortado con patrón,
aparece el que obra
por sí y desde unas convicciones. firmemen:e mantenidas. Que recha­
za reflexivamente las ideas comunes, que valora hechos y actitudes
desde
el sillar firme de un ordo bonorum . definido y personal.
Que sabe distinguir -o al menos intentarlo-- entre lo verdadero
y lo falso en el orden cognoscitivo, y entre lo bueno y lo malo en
el
orden moral.
Con la moderna televisión y sus depuradas técnicas de lavado
de cerebro, nada de esto es posible. Difícilmente ninguna inteli­
gencia podrá alzarse sobre la muchedumbre solitaria, sólo milagro­
samente logrará alguna voluntad sustraerse a su acción maléfica.
Nada mejor para contemplar en plenitud la labor corrosiva de
los modernos medios de comunicación que parafrasear una anécdo-­
ta aparecida en alguno de los Libros de Leopold Kohr y que cita
Vallet en

su
Sociedad de masas y Derecho: En los grandes galli­
nerOB norteamericanos,

planificados para obtener gran
productividad
más económicamente, se observó un gran desarrollo de las tendencias
canibalísticas de las gallinas, despertadas en ellas por la visión ma:
siva de animales de la misma especie. Un avicultor ideó un remedio
pata solucionar el problema: con unas gafas, perfeccionadas luego
como lentillas de
plástico, que
reducían el campo visual de las ga­
llinas.
«Yo, olertamente, no deseo --comenta Vallet-: convertirme en
caníbal, pero tampoco deseo que para poder convivir en una sociedad
de mas.as me pongan lentes de plástico que
disminuyan mi
visión».
No se trata de que
no.s, convirtamos en hipocondríacos

blandi­
dores de una inmensa .y sutil lupa, pero sería suicida -p.tec.iso es
reconocerlo--permanecer insensibles ante el .asalto constante a --que
se ve sometido el reducto de nuestra libre persona1idad.
MIGUEL AYUSO
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