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Número 255-256

Serie XXVI

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La solución: la participación

LA SOLUCION: LA PARTICIPACION (*)
POR
PATRIC J OBBÉ-Duv AL
. dcl C. E. E. de París.
Cuando recibimos el título de. la conferencia que nos pro­
pusieron que desarrolláramos, me acordé de una observación de
Orson W ells en
la televisión francesa:
«Ustedes, los franceses, siempre tienen
"la solución" a cada
problema; saben "qué" hacer.
»Mientras que en América. del Norte no sabemos muy bien .
lo

que se debe hacer, pero sabemos inuy bien
"c6mo" hacerlo,
We

know how».
El Centro de Estudios de Empresas es una
asociación fran­
cesa compuesta por empresarios, por hombres en el terr~o y
no por profesores; hablando en su nombre, no les diré cuál es
la solución. No les
diré lo qué deben hacer ni tampoco si tienen que ins­
tituir la participación en sus empresas. Pero les diré
cómo hacemos, c6mo hemos

hecho en nues­
tras empresas,
. en

miles de empresas de todo tamaño y de todas
las profesiones. Les
·diré c6mo hay qué hacer,

a partir de una experiencia que
se extiende
sobre 30

años para desarrollar
. en
nuestras empre­
sas una verdadera voluntad de participación, en todas las
fun­
ciones y a todos los niveles. Hace un año recibimos la visita de un
japoffl, profesor
de
una
organización en

la Universidad de Yokohama,
·que acababa
(•) Conferencia magistral pronunciada el 12 de marzo de 1987, en
el I Foro Empresarial Mexicano (véase su cronica eil Verbo, 253-254, pá-·
ginas 483-493 ). ·
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Fundaci\363n Speiro

PATRIC JOBBE-DUVAL
de visitar una fábrica cuyo director está asociado a nuestro tra­bajo desde hace 10 años; dicha empresa fabrica piezas para ca­
miones.
«He visto algo extraordinario», nos dijo.
«He
visto una empresa en que todos los obreros trabajan con
la misma conciencia que artesanos trabajando por
su propia
cuenta,

procurando cada uno mejorar la calidad y la eficacia de
su trabajo». Sobre
decir que en tal fábrica los obreros y sus ejecutivos
están felices de trabajar y que la empresa ve su producción en
alza y, por consiguiente, tiene resultados económicos satisfac­
torios.
En esta fábrica no se ha construido una nueva teoría econó­
mica
ni se han hecho discursos sobre la relación capital-trabajo.
Pero Cada obrero está contento con su suerte,-porque tiene
confianza en sí mismo, en sus colegas, en sus superiores, porque
del capital de confianza, de conocimiento, de competencias acu­
mulado por
la empresa, cada uno dispone segru, las necesidades
de su tarea y de sus responsabilidades.
¿C6mo llegar a este resultado?
* * *
Primer punto: lo que no deben hacer.
No deben tratar la participación como una cuestión financiera. Tenemos en Francia· leyes sobre la participación. Prevén que
si la empresa gana utilidades, si realiza autofinanciaclón incre­
mentando
sus medios
de producción gracias a sus ganancias, una
fracción
de dichas

ganancias debe ser atribuida a los asalariados,
bien sea como crédito, bien sea como acciones de la
· empresa.
En

,octubre de 1986, nuevas leyes
h;n mejor;do estos

sis­
temás de
participacióri.
Esto

de distribuir una párte de los beneficios puede estar
muy bien,
pero no es la solución.
Y esto por varios motivos.
El primero, es que no se
deben confundir

asociados que
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Fundaci\363n Speiro

LA SOLUCION: LA PARTICIPACION
aceptan correr un riesgo con asalariados que piden a la empres!'
la seguridad de su pan diario. El segundo, es que se debe trarar a la gente como hombres
libres para constituirse
un patrimonio y -decidir cómo

lo
0l/:i!. ::a
emplear. Sin duda, la economía de un
país es tanto más sólida Cuanto
que

existe un gran número de creadores de empresas, de perso­
nas que tienen la voluntad y
Ios medios de

establecerse por su
cuenta y de asumir riesgos; y las leyes del país tienen, por lo
ge­
neral, un gran poder para facilitar la multiplicación de empresas
independientes.
·
Al

contrario, una nación se
empobrece cuando
las leyes
y las
mentalidades desalientan
la iniciativa, cuando las . obligaciones
administrativas
o fiscales son
tale~ ' que

es más
~entajoso, más
fácil,

más tentador huir de los riesgos
_ y buscar la seguridad de
un sueldo ... o de una
prima de

desempleo.
Y para evitar esta
proletarizapón de la mayoría, n~ basta te­
ner buenas intenciones, o sea, un programa de privatización. El
infierno está empedrado de buenas intenciones. Hace falta, sobre todo, hacer que los hombres vuelvan a
te­
ner .motivo para vivir y, por consiguiente, ser emprendedores.
Son estas razones de vivir las
que engendran la confianza en sí,
la confianza en el prójimo, la confianza
_en los

gobiernos.
En una empresa hay asociados y dirigentes que deben correr
los riesgos de sus decisiones. Para la mayor parte de los asalariados, lo que esperan de su
trabajo es vivir al día de su sueldo -y volveremos sobre esta
cuestión del sueldo-,
y constiturise un patrimonio de seguri­
dad y de libertad.
El patrimonio de seguridad existe en la mayoría de los países
modernos: es
la fracción del sueldo deducida de oficio o abona­
da por el interesado para cubrir
la enfermedad y la vejez. Esta
fracción
puede alcanzar

proporciones
elevadas: en
Francia reba­
sa, a veces, el 50
% del sueldo. Es demasiado.
Pero

este patrimonio de seguridad es verdaderamente un
pá-
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Fundaci\363n Speiro

PATRIC JOBBE-DUVAL
trimonio de libertad sólo en la medida · en que su titular patti­
cipe en su empleo,
y su gestión.
A las Cajas de Seguridad Social Centralizadas deben preferir­
se las cajas profesionales o la mutualidades locales o las socie­
dades de seguros. Y si la empresa, debido a su éxito, puede pagar más allá del
sueldo
y de la re,,erva de seguridad, si puede abonar una patte
de sus ganancias, pues que lo haga; pero que deje a los asalaria­
dos el poder de constituirse un patrimonio de libertad, de com­
prar acciones de su empresa u otra cosa . .
Un asalariado no debe estar obligado a participar a pesar
suyo en

el
capitm de
la empresa.
La participación financiera en las ganancias o en el capital no
es, por consiguiente, la soluci6n.
Segundo punto; Lo que debe hacer la empresa e,, sencillo.
Toda
empresa debe servir a sus .clientes en las mejores con­
diciones de calidad
y de preciq..
Es

su finalidad -los filósofos dicen: su causa final-, es
lo
que define los métodos a emplear --<:ausas formales--, las per­
sonas a contratar -e.ansas eficientes-y el funcionamiento, los
equipos y las materias primas --<:ausas materiales--( 1 ).
La solución, para la empresa, no es distribuir una
partid,
pación

financiera: es servir bien a sus clientes.
Entonces, ·1a verdadera cuestión es ésta: ¿ cómo hacer para
que el cliente esté bien servido?
Ocurre lo mismo con una empresa
y con un iceberg. La ca­
lidad del servicio es lo que se ve, es decir, la parte emergida de
la superficie del océano.
Pero esta

calidad visible sólo existe si
hay, debajo de la su­
perficie, una calidad de relaciones
y una calidad de trabajo mu­
cho más importante, aunque invisible desde afuera.
(1) Vid. las cuatro causas de. Aristóteles: La causa final o finalidad
define ¿qué hacer? La.causa foimaJ, o forma define ¿cómo hócft? el plan
o la idea. La causa eficiente define ¿quién h8.ce?, también se le llama agen­
_te. La causa material define ¿con qué se hace?, financiamiento, herra­
mientas ...
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LA SOLUCION: LA PARTICIPACION
¿C6mo. asegurar esta calidad de funcionamiento?
Aquí está la verdadera cuestión.
Para contestarla hemos investigado en miles de empresas,
de todo tamaño y de todas las _profesiones en Francia, en
_Ale­
mania,

en Italia, en España, en Suiza, en Bélgica
y en los Esta­
dos Unidos. Por todas partes hemos interrogado a contramáes­
tres, a éjecutivos de rango medio: ¿Qué servicios esperan uste­
des de sus obreros, de sus empleados?
En todos los casos hemos tenido las mismas respuestas
y
aquí están: Para obtener un
buen servicio
necesitamos gente concienzu­
da, valiente,

competente, disciplinada, activa, adicta, disponible,
asidua, honesta, franca, sobria, ambiciosa, dotada de
iniciativa,
etcétera

...
Si tenemos un
· personal

que aporta estas cualidades de com­
portamiento, obtendremos un buen servicio,
De lo contrario, ten­
dremos dificultades. Es sorprendente comprobar que siempre se enfatizan cuali­
dades de comportamiento, cualidades morales, más que las co.m-
petencias técnicas. ·
Las dificultades. habituales proceden sobre todo de los ne­
gligentes o perezosos,. de los tramposos o de los indisciplinados, de los que juegan para s! mismos o de los que encizañan, todas
las cosas que conllevan gastos de control, de enjuiciamiento
y un
servicio defectuoso. Mientras que es ordinariamente más fácil
encontrar
af especialista capaz de resolver una dificultad técnica.
Así, hemos

sido llevados
a ,;na comprobación

tan clara como
la evidencia. La calidad del servicio proporcionado por la
empresa a
los
clientes y, por lo tanto, sus resultados económicos se derivan de
la calidad de los comportamientos de su personal, en todos los
niveles

laborales
y de responsabilidad.
Y, entonces, la verdaderá pregunta para
el dirigente o para
el economista es la siguiente:
¿Cómo obtener
buenos comportamientos?
¿Cómo conseguir que cada miembro de la empresa aporte lo
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PATRIC JOBBE-DUVAL
mejor de sí mismo, desarrolle las cualidades humanas que ase­guran un buen servicio y participe así en
el éxito?
* * *
La experiencia permite hacer constar que los comportamien­
tos de las personas siempre están fuertemente influenciados por
las condiciones de organización de las sociedades en las cuales viven,
·es decir,

por la política adoptada por estas sociedades.
Lo que podemos representar por un esquema:
Reglas de
la vida de la sociedad
¡
Política
¡
Comportamiento de las personas
¡
o Estado moral
¡
Resultados Economía
Siempre han sido las fuerzas- morales las que han permitido
las grandes realizaciones de
la historia, en todos los países: no
existen grandes empresas, no existen resultados sin la moviliza­
ción de las mejores fuerzas morales.
Pero, ¿cómo movilizar las fuerzas morales?
Y, sobre todo, ¿cómo hacerlo sin dejar de respetar la liber­
tad de cada uno? ¿Cómo conseguir que la mayoría dé lo mejor de sí misma,
sin
pasar por

la
manipulación psicológici
· o por meclios de pre­
sión similares a la esclavitud? ¿Cómo ingeniárselas para que los hombres y mujeres, en gran
número, aporten su valor y su virtud
y al mismo tiempo vean
ampliarse sus poderes y su personalidad, su campo de iniciativa
y su dominio de libertad?
¿C6mo reunir el progreso y la libertad de manera diferente
a las palabras huecas de los eslóganes pol!ticos? Las empresas que han llegado a este resultado les contestan:
No es con los medios económicos con los que se resuelve un
problema económico: la economía está
en estrecha

relación con
el nivel moral.
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LA SOWCION: LA PARTICIPACION
Pero no es hablando de moral con lo que se hace progresar
el nivel moral: las costumbres están en estrecha relación con la
política. Es una cuestión de política, es decir,
el arte de dirigir a hom­
br~s
en

las comunidades donde viven.
Hace algunos aiios, un periodista francés había interrogado al
polaco
Lech W alesa que resumía así la situación polaca · con su
sentido común obrero:
Miren a dónde nos han llevado las
orientaciones de

los úl­
timos 35
aiios: Han fabricado a pícaros, a tramposos y a vivales.
Miren a este jefe de equipo o
a este

otro: si es honesto vive mal.
Es
este desorden lo qne queremos eliminar».
Fíjense en la sutileza y la profundidad
_de esta
observación,
y la sabiduría que rebasa
la de muchos dirigentes de nuestras
empresas
y de nuestros estados.
Si nos preguntan a dónde ha llegado Polonia después de
3 5
aiios y

más de
política ideológica,
hablaríamos
quizá de
resulta­
dos económicos deplorables que conoce el país: penuria, raciona­
miento, deuda extranjera ...
Estos resultados son la parte
emergida del

iceberg.
Walesa va directamente al punto, a la parte escondida que es
más importante, a la causa del fracaso económico_: han fabrica­
do a pícaros, a vivales, o sea, a gente cuyos comportamientos
son negativos.
Aquí está el desorden
-lo contrario
del
orden,-. Las
cosas
ya no son como antes. La jerarquía de los valores se ha invertido.
La jerarquía, es decir, el orden sagrado según la etimología,
el orden que no se puede violar sin desastre, el orden ineludible
de las cosas, tal que si no se respeta lleva al
fracaso. El

orden
de lo justo
y de lo injust9, el orden .a establecer, a respetar en­
tre los medios y las metas, entre el «qué hacer» y el «cómo
hacer».
Cuando esta jerarquía no es respetada surge el desorden.
Hay desorden en la
.urbe cuando

fabrica pícaros, tramposos. Y
fabrica tramposos cuando el que es honesto vive menos bien.
La consecuencia de estas actitudes desordenadas es el fracaso
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PATRIC JOBBE-DUVAL
económico -cuando cada uno hace trampas, el resultado no es
brillante--, pero la
causa de este desorden en las costumbres
son las «orientaciones», es deQr, la regla -de juego de la comu­
nidad, la regla de lo justo y de lo injusto, la regla de la distri­
bución de los poderes, en
otros términos, la polltica.
Que haya políticas que fabrican tramposos, la vida cotidia­
na de
•. nuestras
empresas es una prueba suficiente de ello. Noso­
tros,
· que

vivimos en
la empresa, no en los gabinetes minis­
teriales o en
la . oficina de tecnócratas, lo vemos cada día.
Entonces,

¿por qué no
habrá una.
política que suscite colabo­
radores concienzudos

y adictos y que aporten· a su tarea todas
las calidades y las iniciativas de las cuales son capaces?
* * *
Un apólogo familiar ilustra esto: es la fábula del clavo y del
martillo.
El que quiere clavar un clavo lo mantiene con una mano y
con
la. otra golpea con el martillo de un tamaño proporcional
a la tarea. Hay varios modelos de martillos porque .hay varias clases de clavos a clavar.
Al que mantiene el clavo
y el martillo más le conviene gol­
pear atinadamente: si no sabe manejarlo, sufrirá las consecuen­
cias; la
próxinia vez

prestará más atención.
Mantener el clavo es
asumlr las

consecuencias de sus actos,
es decir, la responsabilidad. Mantener el martillo es disponer del poder correspondiente.
Sin embargo, en nuestras sociedades, a menudo se han or­
gauizado las cosas
de otra manera.
Una persona está encargada de clavar
clavo,, de
realizar una
tarea. Asume
la correspondiente responsabilidad y consiguientes
consecuencias. Pero se ha entregado
él martillo a otra persona,
hajo pretexto de competencia técnica
-y. se
ha creado
la tec­
nocracia---, o bajo pretexto de procedimientos a respetar -y es
la burocracia---.
El contramaestre tiene la responsabilidad del trabajo de sus
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LA SOLUCION: LA PARTICIPACION
obreros, pero son otros los que tienen el poder de contratar, de
organizar el trabajo, de
decidir el

sueldo que
merecen.
·
El

élirector de un establecimiento tiene la responsabilidad de
sus resultados pero es
la sociedad controladora la que decide su
cuota de ·inversiones.
El empleado dé banco está encargado de gestionar los expe­
dientes

de crédito pero el jefe de agencia otorga sobregiros sin
avisarle. Las consecuencias son las mismas que en la familia, cuando
la
educación de

los hijos es decidida por oficinas de ministerio,
mientras que son los padres los que
tienen la responsabilidad de
ellos. O cuando un territorio tiene la responsabilidad de
la se­
guridad
y ve su presupuesto decidido por una instancia superior.
Estas consecuencias son
la irresponsabilidad, el «cada cual
por su
cuenta», además

del
sentimiento de .ser explotado y maní-·
pulado.
Si se quieren obtener los efectÓs contrarios, la 1:egla política
es sencilla:
Que toda decisión, toda organización tenga como objetivo
prioritario
ubicar a las personas oorrespondientes en la situaci6n
que

sea más
fácíl y más ventaiosa para ellas realizar de forma 6p­
tima
lo que de ellas se espera, asumir bien su responsabilidad y
cumplir bien con su tarea.
Mientras que hay desorden polírico, cada
vez más

personas
son ubicadas en la situación en que les es más fácil y más ven­
tajosa hacer
mal un

trabajo, y cada vez se introduce más una
oposici6n entre el interés y el deber.
¿Cómo se las ingenian las empresas que tienen éxito de ma-
nera durable?
·
Procuran

que toda persona a quien se
conffa una
tarea dis­
ponga de los poderes cotidianos para cumplir bien con ella: el que debe clavar el clavo debe
· disponer él mismo

del martillo
correspondiente.
Respetan lo mejor que pueden este principio de gobierno en­
caminado a ubicar a cada persona en la situación en que le será
más fácil
y ventajosa poner en obra sus dotes personales y sus
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PATRIC JOBBE-DUV AL
cualidades morales en lugar de que )as organizaciones proceden­tes del economicismo, individualista o colectivista, ubique al
asalariado en

la situaci6n en que su interés personal está en con­
flicto con
el bien común.
Lo que importa es ayudar a la línea jerárquica en su papel,
porque
. es el más difícil en el mundo, porque supone una vigi­
lancia constante y cotidiana para satisfacer las esperanzas de
cada uno. Esperanzas que son universales: la necesidad de ser perso­
·nalmente. reconocido, de sentirse responsable
y, para ello, tener
los

medios de asumir esta responsabilidad.
Y este principio de gobierno se traduce por disposiciones
prácticas:
-Procurar

no
sepa.rar nunca la responsabilidad de una ta­
.rea de los poderes necesarios para realizarla. En particular, reco­
conocer a cada cual su «dominio de
soberanía» correspondiente
al dominio de responsabilidad que se le confía, ya sea un puesto
de trabajo, el manejo de un equipo o
el servicio de un cliente ...
-Apreciar a cada persona según su mérito, o sea, confor­
me a calidades efectivamente aportadas en el cumplimiento de
una tarea, dándole siempre
la prioridad a lo cualitativo: mientras
que lo cuantitativo s6lo es una consecuencia
de lo anterior,
Reconocerle
a

cada uno su dominio es evitar pasarlo por alto,
desautorizarlo; es

darle la informaci6n que requiere, responder
a sus preguntas, consultarlo
· para

una decisión que se refiera a
su tarea, dejarle la iniciativa de organizarse, escuchar sus suge­
rencias en. su oficio, etc ...
Apreciar a cada uno, según su mérito, es evitar la determi­
naci6n de su suerte por
vía de · arbitraje; es ,Personalizar las re­
laciones y dejar el poder de decidirlas al que supervisa directa­
mente su tarea y no a un escalafón más elevado. Es hacer que
el que aporta más calidades, que son la marca de un buen ser­
vicio, sea tratado mejor que el que se niega a hacerlo. Tratado
mejor
en el trabajo· escogido, en la aplicaci6n de los reglamen­
tos,
en su sueldo. Es negarse a ceder a
la uniformidad del tra­
tamiento., puesto

que los comportamientos son diferentes.
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LA SOLUCION, LA PARTICIPACION
Lo esencial es que, en este punto, la dirección tenga ideas
claras
y un comportamiro,to tan daro como sus ideas.
Esto significa también que una decisión
sólo es
realmente fe­
cunda cuari.do está éncaminada, primero, a darle importancia a
los que concierne, a ayudarlos a progresar y a extender el poder
de los mismos para mejorar.
Un director, un jefe de servicio, un contramaestre setán
apreciados

sobre esta cuestión: ¿Qué valor agregado
han apor­
tado a las personas, qué poderes nuevos les han ayudado a ad­
quirir para asumir mejor sus responsabilidades?
Esta cuestión debe anteponerse a los resultados cuantitativos,
porque los resultados obtenidos en detrimento de los demás
miembros de la empresa esconden un déficit real.
Esta evidencia nos introduce a nuestro:
Tercer punto: «Las riquezas
sólo las

representan los hom­
bres».
Todo el mundo repite esta fórmula pero no es seguro que se
haya aprovechado todo su
significado.
John

Ford, senior, decía: «Que me tomen todas mis fábri­
cas, que me tomen mis capitales, si me dejan , a mis hombres,
dentro de tres años habré reconstruido un imperio».
Y
el propio Stalio: «De todos los capitales precios.os, el más
precioso
son los hombres».
Variación sobre este mismo tema, «que las riquezas
sólo las
representan

los hombres».
Ahora bien, ¿qué es una riqueza?
¿ Una mina de oro? Charlie
· Chaplin

popularizó la desdicha
de las víctimas de
la fiebre del oro y todos se acuerdan cómo el
oro del Perú arruinó la economía de España.
¿ Un pozo petrolero? Durante cuántos siglos ha sido el pe­
tróleo más una caus_a _ de esterilidad que de riqueza. Una tierra
tan sólo es una riqueza para aquel que sabe explotarla. Una riqueza siempre está hecha con una materia prima fecun­
dada por hombres que la encaminan a la utilidad de la vida.
675
Fundaci\363n Speiro

PATRIC JOBBE-DUVAL
Una empresa produce riquezas cuando, para la utilidad de
su client~, transforma. una materia.
Esta materia, por sí misma, es improductiva.
Lo que hace su riqueza es el ser fecundada por el capital.
¿ Y en qué consiste este capital?
Hemos sido demasiado marcados
· por
las definiciones que ha
dado Karl
Marx del

mismo. Es
cierto que
tenía la
excusa de
ha­
berlas encontrado

en Ricardo.
Pues ambos se equivocaron y nuestras leyes sobre las so­
ciedades también, que tan sólo toman en consideración como
capital
el dinero iovertido.
El verdadero capital de una empresa está hecho de riquezas
inmateriales acumuladas
por generaciones anteriores y utilizadas
para fecundar los valores materiales.
El
capital es la ciencia y la competencia transmitidas, las re­
glas del arte y las habilidades manuales,
el gusto por el trabajo
bien hecho y las costumbres de laboriosidad. Son la organización y los métodos, la fama de la empresa
y
sus ·secretos df fabricación y este conocimiento es lo -que se trans­
mite de_ niaestro a obrero y que, a menudo, hacen que una em­
presa sea diferente de otra, de un país a otro.
Todo esto es mucho más
importante que
las máquinas y los
equipos. Cuánto lo saben los que venden
:fábricas completas

a com­
pradores que no saben explotarlas. Ha llegado a ser un tópico decir que el «Software» es mu­
cho más importante que el «Hardware». Cuando en 1982 nuestro gobierno francés emprendió las na­
cionalizaciones, hubo dos empresas _ -más quizá, pero · a estas
dos las conocemos bien,· aplican las reglas del juego que hemos
evocado--- que el Estado quería nacionalizar. Una, fábrica de
aviones; otra, servicio informático.
En ambas, un número apreciable de ingenieros ioformó que,
en caso de nacionalización, renunciarían inmediatamente_ para érear
una nueva empresa con material comprado en arrendamiento.
El Estado, al nacionalizar, tan sólo hubiera agarrado una cás-
676
Fundaci\363n Speiro

LA SOLUCION, LA PARTICJPACION
can, vacía: los hombres de Ia empresa, quienes han heredado del
«Soft», se llevaban lo esencial del capital. El Estado francés
re­
mmci6

a nacionalizar estas. empresas.
El poeta
frahcés La Fontaine nos. dej6 Ia fábula del Arador
y sus hijos:
«Trabajad, haced grandes esfuerzos,
son
los fondos los que ménós faltan ...
Absteneos. . . de vender la
herencia
que os ·han dejado · vuestros . padres,
hay oculto un
tesoro en ella».
Los fondos
-el dinero · o la materia- son los que menos
faltan. El capital es, ante todo, esta herencia de calidades técnicas y
humanas, de fama y de conocimiento que heredamos de la
hu­
manidad

entera
'y que,
al crear una empresa
ponemos a la dis­
posici6n de todos aquellos que contratamos para darles el poder
de crear
riqueza.
Cuando un obrero --o un ingeniero-, es contratado en una
empresa, llega siendo portador de cierto capital personal, más o
menos importante: competencia, virtudes de trabajo, etc. Pero este capital personal es insuficiente para permitirle, a
él solo, crear
riqueza; de

lo contrario se
establecería por

su cuenta.
Sin embargo, desde el momento en que se firma su
contrato
de

trabajo,
la empresa pone a su disposici6n una parte importan­
te del capital que ella misma posee: la
utilizaci6n de
sus patentes
y de su tecnología, de su organización y de sus equipos; el ser­
vicio de su dirección, de los comerciantes que le han proporcio­
nado mercados y del contramaestre que le ensefia el trabajo, etc.
Y por este uso del capital de
la empresa es como puede, en
seguida, crear una riqueza
que· no

hubiera
podido crear
solo y
ganar, por lo tanto, un medio de existencia.
La verdadera participaci6n en el capital es ésta.
Todo patr6n que crea empleos hace participar a sus asalaria­
dos

en el capital de la empresa.
Y este capital es tanto más importante cuanto que la empre-
677
Fundaci\363n Speiro

PATRIC ]OBBE-DUVAL
sa misma ha recogido un potencial más rico de creatividad. Al
punto de que si
el empleado deja la empresa para ir a otro lugar
o
para' establecerse por

su cuenta, su mayor riqueza es haber
aprendido a trabajar
en. una

empresa dinámica.
Marx nos ha engañado mucho con su falsa dialéctica capital­
trabajo: nos ha engañado al punto de
que todavía

estamos bus­
cando cómo reconciliar lo que nos ha _descrito como irreductible­
mente opuesto.
No hay ninguna reconciliación que realizar porque no hay
ninguna oposición. El capital es
el fruto acumulado del trabajo .de las generacio­
nes recogido para crear riqueza.
Todos los que trabajan en nuestra empresa hoy participan en
la parte de este capital que explota.
Participan en ello aún mejor, ya que ponemos en práctica esta
regla de gobierno que hemos explicado
más· arriba,

y que con­
siste en reconocer a cada uno su dominio de soberanía corres­
pondiente al dominio de responsabilidad que se le confiere, a fin
de que encuentre más fácil
y más ventajoso emplear lo mejor de
sí mismo.
Y éste, que explota al
mrurimo el capital de «know how»
puesto a su disposición
y que hace participar a los demás en ello,
emplea lo mejor de sí mismo.
Esta regla de oro del gobierno
de los hombres en las em­
presas que lo .aplican seriamente, produce obreros satisfechos
y
jefes dichosos en empresas que tienen éxito: los jefes de empre­
sas asociados al C. E. E. les invita a venir a visitarlos. Es la me­
jor manera de quedar convencido.
Para aquellos de ustedes que son un poco filósofos, añadiré
que la aplicación de este principio de gobierno de la empresa
respeta
y pone en marcha los ocho grandes principios de econo­
mla social.
En efecto; permite a cada asalariado:
678
- beneficiarse personalmente de todo el capital represen-.
tado por la empresa -más realmente que si se
béneficia­
ra

de ello mediante un título de crédito-
.. Es
la aplica-
Fundaci\363n Speiro

LA SOLUCION: LA PARTICIPACION
ción concreta del principio de · destinación universal de
los bienes,
- sentirse propietario de su tarea, de su obra, ver su pues­ to, su función, su idea, su trabajo respetado por todos:
aplicación del principio de
subsidiarledad,
- en consecuencia, y aun cuando trabaja en una empresa
importante,
el hombre conserva · la conciencia de traba­
jar por su cuenta y, por lo tanto, que se respeta en prove­
cho suyo'
el principio de propiedad.
El principio social de comunicación de los bienes tiene su
aplicación
en· los

servicios, la ayuda,
la formación, el apoyo que
cada cual encuentra con sus cólegas, con Sus superiores a quienes
les conviene perfectamente dárselos, puesto que serán apreciados
según
el ·progreso que habrán permitido que los otros hicieran.
Cada miembro de
la empresa participa en la jerarquía de los
valores y de los bienes en virtud de la cual
se sabe

estimado, juz­
gado y recompensado, los valores cualitativos anteponiéndose
. a
los

valores cuantitativos: principio de
;erarqula de los bienes se­
gún su fecundidad.
Vive en la armonía y la paz, en un sentimiento de justicia
y de seguridad: principio de paz.
Este modo de gobierno de la empresa realiza magistralmente
el principio de
finalidad, ajustando los medios a las metas en
vista de un mejor servicio al cliente (causa
final de la empresa). ·
Por

fin, cada uno se aprovecha por su sueldo, por su promo­
ción, por la seguridad de su empleo
y, eventualmente, por una
participación en los beneficios de los frutos
ql\e se
derivan de
esta pol!tica que siempre desemboca en una mejora de los resul­ tados económicos de la empresa: esta
pol!tica satisface

el prin-
cipio de
fecundidad. '
Dejaremos a los filósofos que se encarguen de comentar di­
chos principios. Nos concretaremos en señalar que los
resultado,
sociales y económicos de tal política se obtienen no por .. medios
económicos, tales como las primas, las participaciones al capital,
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Fundaci\363n Speiro

PATRlC JOBBE-DUVAL
el reparto de utilidades, sino por medios de orden políticos: las
reglas de vida de la comunidad.
Puesto que dichas reglas de vida de-la comunidad dan bue­
nos resultados en las empresas, puede
·pensarse legítimamente
. que el mismo deseo de unir poder y responsabilidad, interés y
deber darían resultados
tan buenos si se aplicara a comunidades
más extensas

que una empresa: a ciudades o a profesiones, a pro­
vincias o a naciones.
* * *
Pero quedémonos entre patronos y a los patronos que están
aquí
tan sólo diré una cosa, como conclusión:
Tal política sólo es posible
cuando el
jefe de empresa mis­
mo
quiere hacer de esta regla de gobierno el principio orgánico
de la comunidad.
·
Depende

de su voluntad y sólo depende de esto.
Porque sólo
él puede decir a sus colaboradores que los juz..
garán

según la
plusvalía que habrán

aportado alrededor de sí
y debajo de
sí. Sólo él puede decirles que a ellos mismos me¡or
les

conviene
respetar esta regla si quieren hacer carrera en la
empresa. Repetimos «esta regla», es decir, esta
ley constitucional

de
la empresa. Regla tan sencilla y tan fundamental como lo es la
regla de un monasterio. Y cuanto más sólida es
la. regla

menos falta hace recurrir a
los reglamentos. Pero
la regla debe estar a la medida de todas las reJlexiones,
de
todas
las decisiones, de todas las deliberaciones del patrón
con sus

colaboradores.
·
Al

tomar tal decisión,
¿ no
nos
exp_onemos a
ubicar a
la gente
en
.la situación

en que
les convendría
hacer trampas
y sustraerse
a sus responsabilidades?
¿No nos exponemos a sembrar la duda en los espíritus?
Al contrario, ¿cómo hacer para que la gente encuentre
más
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Fundaci\363n Speiro

LASOLUCION: LA PARTICIPACION
fácil y_ más ventizjoso actuar convenientemente, asumir su ·res­
ponsabilidad basta el final, y decir la verdad en vez de ocultarla?
Al patrón le conviene perfectamente anunciar la regla a sus
colaboradores, decirles que es
la que pretende aplicar, imponer­
les respecto

a
él el noble deber de consejo e inclusive de amo­
nestación
si llegara a incumplirla, a pasar al aguien por alto o a
ponerlo en estado de dudar. Para
él es el medio más seguro para que la cumpla con más
frecuencia.
·
Una

escalera se barre empezando por arriba. Pero no basta
con decirlo: hay que hacerlo. Señores,
la solución no es pedirles a otros, a la ley, al go­
bierno o a los sindicatos. La solución nos corresponde. Todo depende de nosotros mis­
mos. Ahora nos toca hacerlo.
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