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Número 255-256

Serie XXVI

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Bernardo Monsegú, C. P.: La Iglesia que Cristo quiso. Misterio sacramental de comunión jerárquica

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Bernarda Monsegú, C. P.: LA IGLESIA QUE CRISTO QUISO,
MISTERIO

SACRAMENTAL DE COMUNION JERARQUICA
(*)
De «precioso libro», de «magnífico libro» califica el Carde­
nal

Marcelo
González Martín,

arzobispo de Toledo, esta obra
del P. Monsegú, en el prólogo de presentación. Es una buena
garantía, aunque el P. Monsegú y en un tema cOmo éste, no ne~
cesita recomendaci6n. Siguió paso a paso la discusión conciliar
como perito del Episcopado Español; conoce muy bien el con­
texto histórico de la elaboraci6n de la
Lumen gentium. Antes
del Concilio había abordado teológicamente los temas más cru­ ciales de la constitución de
la Iglesia, sacramentalidad del epis­
copado, comunión jerárquica, sacerdocio cristiano, etc., en las
Semanas Españolasde Teología, Revista Española de teo/og/a y
otras. Después del Concilio volvió sobre los mismos temas más
afianzado por los documentos conciliares. El mejor índice, la
presente obra,
Suponía, pues, que iba a ser un placer leer esta obra de
pensamiento teológico maduro y crítico. Me dispuse a ello con
el propósito de hacer luego una breve reseña bibliográfica; Con
folio en blanco y bolígrafo al lado hice el recórrido de sus
400 páginas. Muchísimo lo valioso que subrayar; nada que ob­
jetar. Aunque
el temario, distribuido en catorce. capítulos, es
amplio y explicablemente
reiterativo, pienso
que las grandes
té­
si¡
que

Monsegú mantiene y justifica con vigor
y erudición,
preconciliar
y conciliar, son las de la sobrenaturalidad y sacra­
mentalidad de la Iglesia (irreductibles a categorías
socio-políti­
cas

humanas), su esencial
constitución divino-humana,

de
origen
y mantenimiento divino para la salvación personal y .colectiva de
los hombres; su estructura jerarquico-monárquica, sin ceder en
absoluto al democratismo ambiental, ni siquiera en el ejercicio
de la Colegialidad Episcopal, y menos en
· el
funcionamiento de
las Conferencias Episcopales. Nuestro teólogo reflexiona ampliamente, como no podía ser
menos, sobre el tema de la Colegialidad, el más ardno del
ca­
pítulo tercero de la Lumen gentium, y ha tenido bien en cuen­
ta la clave
interpretativa de

la famosa
Nota explicativa previa
de Pablo VI, que condicion6 la votación del capítulo tercero.
(º) Ed. Arca de la Alianza Cultural, S. A., Madrid, 1986, 430 págs.,
en 4º mayor, 1.500 ptas.
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Supongo que el P. Monsegú sabe quiénes fueron los tres teólo­
gos a quienes se encomendó
-la
redacción técnica de la. rnisrna.
De hecho
él está rnuy familiarizado con las obras que los tres
dedicaron al terna después del Concilio. Lamenta, con razón,
que dicha Nota explicativa previa no figure
en todas

las edicio­
nes del. documento conciliar, corno es rigurosamente exigible.
El problema de
.la vincnlación

de la jurisdicción episcopal
( de magisterio y de gobierno) a la ordenación sacramental le había preocupado antes y le sigue acuciando después del Con­
cilio, en busca de la solución teológica que respete los dos da­
tos del nuevo punto de partida: la participación
onto/6gica de
los

ministerios sagrados que obtienen los obispos en su consa­
gración
y la necesidad de la determinación iurldica por parte
del papa para su ejercicio
expedito, la
real y actual jurisdicción.
Corno síntesis de
.la doctrina

conciliar sobre la Iglesia rne
parece exacta esta afirmación final del autor, indicada en el subtítulo de la obra: «Sólo
se lee correctamente el Concilio y se
le es fiel cuando se ponen y se piensan conjuntamente estas dos_
-ideas:

Sacramento y Pueblo de .Dios, y ambas a dos se hacen
unidad en el concepto y realidad fundamental de la Iglesia corno
comunión sacramental jerarquizada» (pág. 392).
El último capítulo de la obra lo dedica a las. Conferencias
Episcopales,
rnyo valor

y utilidad pastoral no discute, pero les
señala, rnuy de acuerdo con Mons. Carli (pág.
377), los debi­
dos límites con la esencial distinción de la Colegialidad Episco­
pal, de origen divino, que «no es fraccionable»
(pág. 372).
Ciertamente, lo principal de esta obra es su contenido, su
fondo eclesiológico, a la luz del Vaticano
II, del Vaticano I, /le
la

Tradición y demás fuentes o .«lugares teológicos», que así se
hace auténtica teología . (no .por los «signos de los tiempos»
considerados erróneamente corno lugares teológicos (pág. 16 ), ni
por
la nota· de actualidad, que no es sinónimo de verdad (pági-
na 405).
·
Pero,

aparte del contenido fundamental eclesiológico, la obra
es rica en temas· concomitantes que salen al paso, como -es la na­
turaleza de la teología, la obligatoriedad del Magisterio pontificio
ordinario, etc. Y es, además, de agradable lectura, no obstante su
extensión. No será inútil recordar que Monseguú, además de su
dedicación teológica de rnás de cuarenta años (desde 1941), fue
ganador de tres premios en certámenes literarios ( 1942, 1958
y
1959), sobre ternas de hispanidad y de teología de la historia en
· torno

a Menéndez Pelayo
y Donoso Cortés. En 1956 fue conde­
corado con la Cruz de Isabel la Cat6lica.
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En el ámbito propiamente teológico, sus trat.ados eclesiológi­
cos fueron precedidos de valiosos estudios sobre el Espíritu
San,
to,

la Santísima Trinidad, la Pasión de Cristo, la
Santísima Vir­
gen.

Es miembro de la Sociedad Mariológica Española
y acadé­
mico de la Academia Mariana Pontificia Internacional de Roma.
Quiere
ésto decir

que
M~nsegú se

mueve con gran facilidad en
los principales ámbitos
de la Teología. Ultimarnente ha asumido
la dirección de la revista
Roca Viva, de la que venía siendo re­
dactor-jefe
y mantenedor de la deliciosa sección «Retablo de .ac­
tualidad»,
buen
ingrediente de sus tres volúmenes: «Posconcilio.
Hechos
y cuestiones polémicas» (Madrid, Studium, 1975, 1976).
Como buen pasionista ha sido
y es buen divulgador de la vida
y espititualidad de Santa Gema y San Pablo de la Cruz.
Fr. V1cTORINO, RonRÍGUEZ, O. P.
Alvaro de clOrs: LA VIOLENCIA Y EL ORDEN (*)
La, por ahora, última obra del profesor d'Ors es breve, pero
enjundiosa
y de aquellas que deben leerse. Es clara y directa: el
autor sabe lo que quiere decir y lo dice. Cosa de agradecer en
esta clase de temas, en
los que

lo habitual es el lenguaje críptico.
La obra está dividida en tres partes:
Retrospectiva, Perspec­
tiva y Prospectiva. Form_almene, en sti conjunto, se inscribe,
pues, en una dialéctica de la historia: histórica por su forma ex­
positiva

en la
Retrospectiva y Prospectiva; dialéctica, toda ella:
inevitablemente va a chocar con
· la

« sabiduría convencional» ac­
tual, pues

es totaltnente atípica. En cuanto a su fondo, el propio
autor, eo el
final del

colofón, la clasifica como
«teología pol!tica».
Pero es una teología política no abstrácta, teorética, sino viva,
existencial, exigente: de ahí su forma histórica en el «aquí» y
«ahora» de· España y el mundo actual. Pero, a la par, plena de
valores universales y permanentes, válidos para el juicio tanto
del próximo pasado español como para el previsible futuro mun-
dial. '
·
En la Retrospectiva empieza justificando la «necesidad de la
guerra del 36», que es definida como «Cruzada». Y, precisamen­
te, por transformarse en Cruzada lo que eo principio era un mo­
vimiento militar ha condicionado
el desarrollo histórico habido.
La «Cruzada»,

definida así por la Jerarquía eclesiástica, hizo que
(*) A. o'ÜRs, Editorial DYRSA, Madrid, 1987; 125 págs., que en
las citas van entre paréntesis.
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