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Número 255-256

Serie XXVI

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Discurso de Miguel Ángel López Zabaleta [San Fernando 1987]

FESTIVIDAD DE SAN FERNANDO 1987
de Cristo en el mundo y en la hiatoria, en el ámbito privado y público
de la -v(da del hombre, rw signifi,ca una subordinación del mundo "pro­
fano" a la Iglesia .... Nada menos parecido a una teocracia que el ejer­
cicio de la realeza de Jesucristo, que, &e ll~a a cabo en lo oculto, en el
servicio
y en la libertad
bajo el Espiritu dé Dios, bajo el signo t;fe la Cruz, con paciencia y esperanza» (núm. 49).
A continuación, van señalando una serie de orientaciones sobre la
actividad asociada de los católicos en los campos 'de educación y cul­
tura, familia, actividades profesionDles y, en concreto, de la wlítica.
Referente

a esto último, dicen nuestros obispos: «Es preciso fomen­
tar expresamente la adecuada formación de los católicos en conformi-.
dad con la doctrina social y ·moral de la Iglesia .... No valen vi'eias mol­
des. Hay que ª"ªncar de la situación actual contando con una visión
renovada

de la Iglesia, de
la .sociedad y. de lllS relaciones entre ambas.
Se
necesitan, ·por ello, instituciones donde los' ¡:ristz'anos, · adultos Y ióve­
nes, puedan descubrir la nobleza de la vocaci6n J}Olitica. .. .» ( números 169yl70).
A esta ingente tarea nos llaman nuestros obispos, nuestro Papa .y el
mismo Cristo: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues,
al

Dueño de
la mlPS, que mande operarios a su mies» (Le. 10, 2).
Y todos las, arru"gos de Speiro y ·aeAa Ciudad Católica estamos lla­
mados a dar testimonio, por nuestra fe en Cristo, de nuestra vocación
politica. Es lo que repetimos hasta la saciedad en todm nuestras inter­vqiciones: F ormacz"ón para la Acción.
Hoy, más que
nunca, · 1a Iglesia nos pide que hagamos presente a
Cristo,
también en la vida púbüca, pues ahf también tiene que reinar,
convencidos
de que «108 hombres batallarán y Dios dwá .la vfr;toria». Muchas gracias.
DISCURSO DE MIGUEL ANGEL LOPEZ ZAV ALETA
Queridos amigos de la Ciudad Católica, preseiites y los ausentes en
el
tiempo y espacio. Ausentes en el
tiempo;. porque nos han precedido
eTJ el

paso a la Eternidad, como han
sido don Eugenio Vegas, del qM
aprendí

sabios consejos, guiado por don Gabriel Alférez, don Julio· Ga­
rrido, don Jerónimo Cerdá, don Ramón Plata; don Carlos Sacheri y
tantos
otros que

han colaborado en la. construcción de_ la
Ciudad Cató­
lica;
y en el espacio aquellos que están lejos hoy de nosotros.
Fu,e., para mf un gran reto el saber que, tendría el honor de départir
con

vosotros
esta grata
velada.
Que _ha comenzado con el

Santo
Sacrz'­
ficio
Eucarístico, luego hemos· compartz'do la cena; y ahora estamos fi­
nalizando con
los discursos
brillantes de estos jóvenes
españoles, qfle
nos
demuestra

que la mecha no sólo
humea, sino que

está plenamente
encendida.
Ahora me toca
a mí el turno; desde luego

quiero confesaros que,
después del vigésimoquinto aniversario que habéis celebrado de la fes­
tividad de nuestro Santo Patrón, no es
nada fácil añadir 'algo nuevo y, robre todo, ante
tan selecto auditorio. ·
Aceptando

la invitación de· don.
Juan, vamos

a recordar algunos de
los
pasa;es más

sobresalientes_ de
la vida de San Fernando 111, porque
si bien
es del

siglo
XIII, también

lo es de
hoy, de
mañana
y de siempre.
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FESTNIDAD DE SAN FERNANDO 1987
Además; porque
la historia,
eGa criatura
divina, la que
considero, la
ciencia

consoladora de los
tiempos .difíciles, hay. ·más que

nunca nos tie­
ne que animar a seguir manteniendo ese combate que
libramos cada

uno
de nosotros desde nuestro sitio, por la Restauración e Instauración del
Reinádo_ Social de Nuestro Señor Jesucristo; bajo la mirada de nuestro
Santo Rey.
La historia en verdad, como dijera Cict:r6n es: Meinsajera di la an­
tig~ad,
maestra ae la vida, luz de la Verdad._ Y por consoladora,
debemos recurrir a ella, para que no nos suceda lo de -los Peregrinos
de Emaús; que creyeron que la historia del crittia'nismo había acabado
· cuando apenas empezaba. «Y ellos estaban tristeS>) (Luc. XXIV, 17).
No se les ocurrió pensar que el Imperio Romano duraría menos tiem­
po. ¿No nos sucederá otro tanto a nosotros con los dos fsmos de nues­
tro siglo? El bárbaro de oriente y el señorito de occidente. Tuvo que
acompañarnos el
Señor Jesús

en
el camino
a Emaús ... ¡Que a nosotros
nos acompañe siempre,
y asf podamos interpretar lo que de El se dice
en las
Sagradas Escrituras; para así mantener la Esperanza P-olftica!
Por esO, queridos amigos,

debemos
recu"ir a la historia, porque
además de

ser un drama divino
y humano, en la ·que el Señor Jesús
es

el Supremo árbitro,
como du~ño de

la misma, permite por et mis­
terio de
la libertad que el hombre vaya tejiendo, generación tras gene­
ración,
s_u profundo significado. Y en ella
se ve reflejada la lucha entre
el bien querido por Dios
y el. mal permitido, lejos de cualquier mani­
queísmo gr9sero. Pero

al firlal de cada capftulo hist/,rico siempre una
luz nos ilumina,
Y es que la historia de la Salvación la escriben los se­
lectos; Asf es: la

salvación por. los selectos es una constante de la hi's­
toria;

en la que su
nervio, el Espíritu San-to, el

Gran Consolador, va
desfaciendo los

entuertos
realiZados por
algunos hombres, a través de
otros hombres.
Y he
aquí la razón de rrieditar en voz alta algunos pasajes de la Vida
de

San
Fernando, para
que nos ilumine .Y nos dé fuerzas para luchar
en estos tiempos tan
sbJtilares a.

los que le tocó vivir a él, contra las
herejías
sociales, políticas y

religiosas que desde dentro o desde fuera
quiere.n destruir

a
España.
Ante

todo
4,ebemos recordar que

la Edad Media española fue época
de· Reconquista
y, como diiera García Morente: «Para que la idea de
'España como

nación
esencialmentp cat6lica se tealizaM?, dispuso
Dios
que los árabes invadieran victoriosos España y crearan una circunstan­
cia que impuso a los
españoles Ta i'dentificación de su realidad con su
realidad religiosa». Continúa: «En
nuestra España,
la nación y la reli­
gión son una
y la misma c~a, una y la misma· esencia, de tal suerte
que dejar de ser católica
equz'valdrla para España d#jar de ser hispánica»
(Idea de 1_a hispanidad, Espasa-cCalpe, Madrid, 1961). . ·
De ahí que, para el españDl: servir a Dios ,es servir a España; servir
a España es servir a Dios.
Así
durante

la guerra más larga de la historia,
lá Reconquista,
se
gesta el carácter español, con un nuevo estilo de ser
y estar, el· hispá­
nico.

Lo mismo reyes, que
prelados; que

nobles o soldados,
todos los
españoles
que
empuñaron la

espada en la _Reconquista, la remataban en
forma de -cruz. Eran verdaderos
monjes-guerreros, sin.

mitades, plenos
monjes
y plenos guerreros. La religión se convierte en verdadera forta­
leza en la
qu'e todos son

-soldados de
Cristo-Rey. En suma se da una
síntesia genial

de lo espritual y
lo temporal, de lo eterno y lo terreno;
y la mejor ejemplarizacióii la tenemos en nuestro Santo Pa1rón.
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FESTIVIDAD DE SAN FERNANDO 1987
Parémonos un momento en la vida personal de San Fernando; qué
diatinta es la manera ·de hacer de nuestro Dios, a la manera en que
procedemos /.os hombres. Parafraseando a Menéndez Pelayo: por inés­
_crutables

designios, hizo florecer Dios, de un matrimonio nulo. al. único
rey de España que se venera en los altares. Y con él oy6 a su ·Patria
atribulada.
Dios bendijo su primer matrimonio con_ Doña Beatriz de Suabia,
con nueve hijos,
en_ los que hubo de todo, bueno y malo, ¡Qué bello
ejemplo-nos da San Fernando del fin del matrimonio, no temió Jamás ,a
la·

vida,
· ~orno . hoy desgraciadamente

muchos matrimonios cn'stianos la
temen, a pesar de los llamados del pontificado: «Todo acto conyugal
debe· permanecer abierto a la transmt.sión _de la vida» (Humanae Vitae,
AAS 60, 1968), de Pablo VI, ... hasta el grito estremecedor de luan Pa­
blo II, en la Plat.a de Lima, el 2 de naviembre de 1982: ¡Nunca se pue­
de legitimar la muerte de ·un inocente! ... Sin embargo lo$ vientres d!!
muchas madres huy se convierten en campos, de exterminio, de los que
seden
gritos, silenciaros de lG9· nuevas víctimas,-di!. la desesperanza.
Porque

el
aborto; como uno de loa últimos eslabones de la civlli­
zaci6n
de

la muerte, que fue reabierta en
España, desd~ que

se toleró
el
permisivisrrw moral generailo, entre

otras
causa$, por la pornografta
en todos sus frentes, como nos lo denunciaba nuestro querido amigo
Franciséo José Fernández de

la
Cigoña, en

su brillante
discurso del
Ho­
tel Conde Duque, en
1970, .conmemorando a nuestro Santo Rey, decía:
«Hoy, cuando se llama

sociedad -a la
más ig,iominiosa depravaclá.n, ..

.
cuando
los bachilleres

experimentan
los paraísos artificiales del LSD, .. .
cuando se recomienda a los padres que
-tienen hijos, cuyM preferencias
se
inclinán por individuos de su
inismo sexo, buscar

e_llos
mismos el
amigo

que
satisfaga esas relacioines enfermizas o df!{Jravadas» (Verbo,
núms. _85-86). Verdaderamente cuando Fernández de la Cigoña d,!mm­
ciaba las corrupciones .. que azotan a España, participaba del don pro­
fético de Cri"sto, según nos lo enseña el Gran Concilio de nuestro siglo,
en

su Constitución
Dogmátfca sobre. lá lgle~a (Lumen Gentium, capi­
tulo 11-12). Con las drogas y el erotismo se han conjugado. la Violen­
cia,
que tantG9 victimas

inocentes se ha cobrado esta Espa/1,a parh°tocrá­
tica.

Luego vino el divorcio, hoy el aborto, ... ,
y la sóciedad pareciera
insensible;
para
no ir más lejos el domingo pasado aparecía en un diario
madril~ñiJ. esta

noticia:
«en la Iglesia de San Lorenzo en Pamplona,
el agua bendita
de. la pila bautismal, fue utilizada por los toxicómanos
para enjuagar sus
;eringuiflas antes de pincharse» (ABC, 24/V/87; pá­
gina
37).
¡San Fernando, intercede por España! .
Continuando
con la
vida de nuestro Patrón, diremos que nos dejó
como ·herencia inmediata,_ además de
lG9 catedrales

góticas, la
Univer-
3idad
de

Salamanca, ; ..
, etc.,

a su primogénito, Alfonso
X, el
sabio,
creador como s.abéis de la prosa castellana,
impulsor dél Derecho natu­
ral,

de la Historia y
de la devoción mariana con sus «Cantigas». Cabe
aquí apuntar la
importancia que
daría· San Fernando a la educación de
sus
hijos, y no olvidemos que se pasó la vida 'luchando por Dios. y por
la Patria. Aquí podemos recordar la _famosa frase de
San Fernando:

«Si mis
obras fueron

buenas,
ellas serán
mi mejor
sepllltura y ettatua».
No

quiero dejar pasar esta
oportu1Udad que

se me concede, para
na"ar un

pasaje de la vida de este magnánimo· guerrero,
político y
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FESTIVIDAD DE SAN FERNANDO 1987
Santo, que demuestra sus -arrebatos místicos, que desgraciadamente hoy
nada les dice a los politicastros:
«Tambiéil.-Fernando lll quiso lanzar un reto a· la injusticia humana,
a

la ciega soberbia del hombre que miente· con sus palabras
una piedad
que no abriga en· su corazón; ... , para :honrar un acto pitJdoso y solem­
ne, el Rey hizo reunir a doce mendigos; los -sentó a la mesa y les
sirvió la comida; después, como hiciera Cristo con los apóstoles, se · fue
acercandó a

cada uno y
con un
cántaro
·ae agua y un r>año les lavó los
pies ... , miraban los pobres miserables al R,ey con ojos extraviados. Un
Rey en la Edad Media estaba muy lejos de sus vasallos... Ahora el Rey
estaba

allí limpiando sus carnes holladas por
la miseria, besando las
plantas de sus pies, ·.·· El mendigo onciano, tinno el párpado y arrugada
la

piel, apretaba las
manos temblorosas

sobre
su bocas

desdentada; el
po­
.bre tullido, pegada al paladar su lengua torpe, gruñia sordamente en el de­
lirio
dé su
extravío; el fornido hampón se
hollorizaba pensando
que
estaba
en pecado

mortal· cuando
así le castigaba Dios,
poniéndole en
la v¡!rgüenza de ver c6mo se sirve al que no quiere servir ... ; y como si
aquel

día
hubiera satisfechq el Rey una deuda que agobiara su con­
ciencia,
sinti'óse más ligero y

dispuesto a seguir el camino de su vida»
(Vida de San F~in.ando m el Santo, AntoniQ . Igual, Seir-Barral, Bar­
celona·, 1946). Digamos que: «Ante la figura
.de este

personaje, como delante de
la9 Catedrales, basta tener ojos en la cara, alzarlos y mirar». Quizá,
alguno

de vosotros
podría decirme que hoy los hombres pareciera que
no tienen los ojos a la altura de la cara,
sino de
los pies, como los
reptantes,
teniendo un

horizonte reducido
y. desagradable; pues en_ ver­
dad

que
así es;

por ello, frente a
· los
mitos
revolucionarios presentados
a

la juventud como Sartre, Nietzche, Marx, Lenin, Hitler,
Castro, Che
Guevara,

o
los contemporáneo~ {f_ue nos

gobiernan, San
Fernando si
tenía

el horizonte a la. altura de los
ajos~ poseía una

_exacta
y. clarísima
idea de

su misión, tanto en la batalla como en la tregua, en la
lucha
como

en
la diplomacia. Lo excepcional en él no es lo que hizo, sino
el

haber sabido por qué lo hacía. Este es el gran reto que
,lanza hoy
San
,Fernando, fundam~ntalinente a

la juventud:
saber lo que quiere y
por qué lo quiere. Uno de
sUS hagiógrafos,
el
:Padre R.etana, nos

dice: «Aparece en los
albores del siglo XIII, adelantándose a
su tiempo, con

una espléndida
luz divina,

que Dios
~ncendió en
él, para que viera lo que no veían
las gentes de su siglo, .... ,
y cuando -la Iglesia. inaugura el período del
Derecho
con los decreta/es,
y los grandes Concilios, Inocencia III y sus
sucesores, San
Fernando se

adelanta a
i"mplantarlos en

sus
Estados>>, es
el

«Atleta de la Iglesia». Las relaciones
. de nuestro Santo Rey con el Pápa, que deben servir­
nos de

permanente ejemplo, nos lo deja
rhanifiesto su
escultórica frase
refiriéndose a Gr{!gorio IX; San Fernando

afirm6 su sincero deseo de
servir al pontífice ·«que como
totfu-s saben

es el Vicario de Jesucristo
en
la tierra· y ocupa el lugar del verdadero Dios» (Historia de la Iglesia
de ·FUche-Martín, volumen X, Edicep,. Valencia). .
Fue así como San Fernando
se anticipaba
a los tiempos difíciles
del pontificado, en su fidelidad a
Pedro, que

en tiembos
de Bonifa­
cio· VIII, ante
la grave rebelión del. rey Felipe el Hermoso, de Francia,
publicó la bula
«Unam Sanctam» en la que explicaba la antigua imagen
de las
dos espadas, la

espiritual
y la temporal. La espada espiritual
debe
estar en
manos de

la Iglesia, y la temporal debe manejarse en
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servicio de la Iglesia. La bula culmina con la frase: «Declaramos y
definimos que a todo hombre es necesario para la sálvación estar so­
metido subesse al Papa». Hw;lga decir que esta sentencia rectamente
f!ntendida,
no

hace sino formular
la tradicional doctrina de siempre
(reafirmada
por San Fernando) y aún hoy firmemente mantenida por la
Iglesia, a, pesar del confusionismo reinante, de que el Papa es el re­
presentante de Cdsto y, por_ lo consiguiente, todos los cristianos l,e de­
bemos subordinación en lo ateniente a fe y costumbres. Esta bula des­
quició al

rey francés
que, con

su postura
~ rebeldía al Papa, inauguró
la Edad Mod~rna; en lo social generó un nuevo esj,íritu que se va for­
taleciendo con el desprestigio de los Papas ,en el Renacimiento. Y con
Lutero queda
oficialmf!nte formulada
y asegurada.
Finalmente
quiero" hablaros

brevemente de la faceta- más
importante
de nuestro Santo

Rey,
m espíritu Reconquistador, que
se
plasm6 en
dos
grandes acontecimientos: la

unión definitiva de León y Castilla y el
co­
losal

empujón
dado a la Reconquista.
Para lograr lo anterior, lo primero que
tuvo qlJ# hacer

fue suprimir
las guerras

fratricidas entre los
reyes cristianos,
para lo que supo ar­
monizar las diversas personalidades

de
los· re Yes y nob~s contrarrevolu­
cionarios

de su tiempo, saber sumar, posponer diferencias
an~e el
ene­
migo común. Pero fue más allá del simple
organizador~ que se conforma
con sumar a
los de casa; San Fernando, a través de su sab.io coflSejeriJ
Jiménez

de Rada,
consiguió del
Papado
apqyo para
proclamar
cruzada
a

sus
más _trascendentales
batallas,
con _lo
que se sumaron hombres de
toda Europa a su gran
estrategia, la. R,econquista.
Supo
hacerse

también aliados dentro del
camj,o en,,emigo, se

le con­
federa el rey moro
d!! Murcia,

logra el vasallaje del rey de Granada,
que le acompañó
·a la

toma de Sevilla.
Es fácil narrar los

hechos históricos;
si.n-embargo,
pcxkr
rejleXionar
sobre

ellos, gran
r~to. ¿Qué

diríamos
si hay,
siguiendo el ejemplo. de San
_Fernando, se

iniciara una gran
contra"evolución que
vertebrase, prime­
ro, a

todos los cristianos de dentro
y fuera ti# España, luego fuese a
las
alianzas con

los que de
buena voluntád quisi'eran colaborar

contra
el enemigo común, pero
estuvies,en ayunos

de
la fe que nosotros po­
seemos?
También

sobresalió en Nuestro
Gran Capitán su táctica, sint~tizada
en

la toma de Sevilla, al atacar no
s6lo _por tierra, sino también por
mar, cosa impensablé para

Castilla, que vivía de espaldas
al mar.
Concluyo. ya,
analizando algunos retazos de U> qup para San F ernan­
do era el fin propuesto a
sus empresas: Sevilla,

su conquista, en
la que
se armoniza_ genialmente
su sabiduría _ rat:ional cristiana, _ conjuntada con
la

capacidad de organizadar
y aunada a la Santidad de vida.
Nos
ll4"ª Alonso

Núñez de Castro:
«Como Santo y
modeito, desconfiaba

el rey de _tomar por
si resolu­
ci6n que no pasase por el registro de sus consej{?Tos,· · así convoc6 una
Junta de Estado y
Gue"a, haciendo
la
proposición tan
neutral, para que
ninguno se inclinase a sus propósitos. Los
más . fueron d!! parecer

de no
poner sitio

a Sevilla; ya que muchas
ciudades se habían tomado por

el
favor del-
cielo ...

, ahora
esaa victorias
no se
podían comparar con la. de
Sevilla ... ».
«En acabando sus razonamientos pusieron todos en el Rey los ojos,
aguardando

de
su boca
la
resoluci6n ... »:
«He oído y pesado. las razones que· disuaden_ y persuad¡m la conquis­
ta de
Sevilla ...

;
las que disuaden son ·tan poderosas que,

discurriendo
so-
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FESTIVIDAD DE SAN FERNANDO 1987
lamentp en laa máximas que ensf!ña la milicirJ humana, convencen el en­
·tendimiento;

después de
eso, las que persuaden se han- hecho más lugar
en mi voluntad, porqu~ fían más de la providencia de Dios que· del po­
der de los hombres. Yo ...
, pongo

a
Dios ¡,or testigo de que nunca puse
mis tropas

en
campaña, ni desnudé en

ellru el acero,
sin mirar antes la
causa de Dios que a mi causa ... ». «Volved los otos al ·¡,a.Yado .... , y reconoceréis que las armas auxiliares
del ciplo, más que nuestro_ poder e lndustria, han perfeccionado las vic-
torias ... ». «Sabed, que Dios nuncá de¡a a los que no le dejan ... ». «Ho-
jead las Escrituras Sagradas; leed con atención ... , y hallaréis ... ; que f:![
pueblo de Dios, sin más ·ejército que tenerle grato, ponía a sus Pi!!S a
los Reyes enemigos ... ; pero nunca S;e retiraba Dios sin que ·e_Uos, faltan­
do á-la FE, fuesen la causa del retiro. Aún más próximos tenemos en
nuest.ra -España otros ejemplares en nuestro.s Reyes y mis ascendientes,
q~ por notorios se harán presentes -ti nuestros ojos, En verdad 1W temo
a

los enemigos por muchos ... ; temamos a Dios,
y seremos temidos de
nuestros contrarios

...
».
«No cabe en el poder y eh la majestad 4e un Dios empezar una obra
y dejársela sin perfecci6n».
«Os he de i:nanifestar de en par en par mi corazón, en él hallaréis
abrigadas

mis
más· sólidas. esperanzas ... , tengo dentro de Sevilla quien
l_a entregue por trato ... ;
¿en el corazón de ella no se conserva un templo
dediCado a María Santísima ... ?. Esta Señora, pues, nos· la eritregará por
trato ... Es ejército enl{N'O Maria ~antísima».
«No

me niego
a los medios humanos, antes bien, he empezado a pre­
venirlos,
- porque fuera temeridad querer fiarlo

todo a
las operaciones
diviha.r; peto qli.iero que entendáis que, aunque -entremo9 a la parte en -,el
afán,

sólo a
Dio,r e Maria San#sima se ha de cantar la gloria»,
«Y sólo ~ oyó una voz en todos, que fue aplaudir la resolución
del Rey».
El sitio a Sevilla ·comienza sus preparativos, el Almirante BDnifaz
prepara

el
ataque por

el Guadalquivir;· el infante Don Alfonso deja
~l
reino de_ Murcia, lle"gán refuerzos de Jaime l, m{!Snadas de Vizcaya, Ga­
licia
y 10$ aliados dé Granada.
El
asedio dura 15 meses, ·es largo, fatigoso, el hacinamiento huma­
no provoca (!nfermedades, -el calor de verano. insoportable; San Fernan­
do vie'n4o el

panorama
tan desólador, le dijo a Nuestra Señora~ la Vir­
gen de los · Reyes, q"(e siempre le acompañaba:
«~i es esta la ocasión, ¿qué aguarda vuestra Misericordia? Ya ha lle­
gado, Señora,.

pues nos hallamos en el último
"aprieto ...

, si por
,s,ecretas
disposiciones

de
vuestro HiJO, es conVe'niente el

que
(!llos triunfen
...

siempre

he de
ser 'vuestro: ..

, estimando como victoria el
ª" vencido .. .
Persever6 el
Rey alguna.s horas

de la noche
tk estos afectos, y-· merció
su perseverancia

oír sensiblemente
di! boca de· María SanJfsima estas pa­
labras:

En
mi imagen ·.de la Antigua,· de quien tanto ffa tu devoción, tie­
nes continua

intercesora; prosigue, que tú
vencerás».
Al

siguiente día, el
Rey, gowso~ dio la orden final ~ embestir; ·al
Almirante

el viento le fue
favoráble, Y-los ejércitos·de tierra_tomaron

las
últimas pOsicionea,·. y as! Sevilla, por Gracia divina, de los Teinó$ del
Andalucía Sf troc6. en primera corona.
744
Hoy que Espafía en está-dO triste ae ve;.
Por
tu
favor
San· Fernando· en tu dfa, restaura
en

ella.
fa entúezq. de la FE!
Fundaci\363n Speiro