Índice de contenidos
Número 255-256
Serie XXVI
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
En el cincuentenario de dos encíclicas históricas
-
Los sagrados cánones, entre el misterio y el derecho
-
Bonald, o la constitución natural de las sociedades
-
El platonismo empírico de Luis de Bonald
-
Democracia: poder y representación
-
El pensamiento contrarrevolucionario español. Ramón Nocedal, el parlamentario integrista
-
La solución: la participación
-
La economía de la Rusia Imperial antes de la guerra de 1914
-
El laberinto de Rubert de Ventós, la Hispanidad y una confrontación con Maeztu
-
- Actas
- Información bibliográfica
- Crónicas
Autores
1987
Álvaro d’Ors: La violencia y el orden
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
En el ámbito propiamente teológico, sus tratados eclesiológi
cos fueron precedidos de valiosos estudios sobre el
Espíritu San.
to,
la Santísima Trinidad, la Pasión de Cristo,
la Santísima Vir
gen. Es miembro de la Sociedad Mariológica Española
y acadé
mico de la Academia Mariana Pontificia Internacional de Roma. Quiere
ésto decir
que
M~nsegú se
mueve con gran facilidad en
los principales ámbitos de
la Teología. Ultimamente .ha asumido
la
dirección de la revista
Roca Viva, de la que venía siendo re
dactor-jefe
y mantenedor de la deliciosa sección «Retablo de ac
tualidad», buen ingrediente de sus tres volúmenes: «Posconcilio.
Hechos
y cuestiones polémicas» (Madrid, Studium, 1975, 1976).
Como buen pasionista ha sido
y es buen divulgador de la vida
y espiritualidad de Santa Gema y San Pablo de la Cruz.
Fr. VICTORINO. RODRÍGUEZ, 0. P.
Alvaro de O:Ors: LA VIOLENCIA Y EL ORDEN (*)
La, por ahora, última obra del profesor d'Ors. es breve, pero
enjundiosa
y de aquellas que deben leerse. Es clara y directa: el
autor sabe lo que quiere decir
y lo dice. Cosa de agradecer en
esta clase de temas, en los que lo habitual es el lenguaje críptico. La obra está dividida en tres partes:
Retrospectiva, Perspec
tiva y Prospectiva. Forro.almene, en su conjunto, se inscribe,
pues, en una dialéctica de la historia: histórica por su forma ex
positiva en la
Retrospectiva y Prospectiva; dialéctica, toda ella:
inevitablemente va a chocar con
la «sabiduría convencional» ac
tual, pues es totalmente atípica. En cuanto a su fondo, el propio
autor,
en el final del colofón, la clasifica como «teología política».
Pero es una teología política no abstrácta, teorética, sino viva,
existencial, exigente: de ahí su fortna histórica en el «aquí» y
«ahora» de España y el mundo actual. Pero, a la par, plena de
valores universales
y permanentes, válidos para . el juicio tanto
del próximo pasado español como para el
previs>ble futuro
mun-
dial.
·
En
la
Retrospectiva empieza justificando la «necesidad de la
guerra del 36», que es definida como «Cruzada». Y, precisamen
te, por transformar.se en Cruzada lo que en principio era un mo
vimiento militar ha condicionado el desarrollo histórico habido.
La «Cruzada»,
definida así por la
Jerarquía eclesiástica, hizo
que
(*) A. n'ORS, Editorial DYRSA, Madrid, 1987; 125 págs., que en
las citas van entre paréntesis.
727
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
«esta nueva guerra civil, a pesar de la victoria del 39, no re
sultó
eficaz en
el sentido de confirmar
la identidad de España
tradicional, precisamente porque no fue propiamente una guerra
civil, sino
simplemente una
cruzada» (28), al contrario de lo
ocurrido con las auténticas revoluciones o guerras -civiles -_Fran
cia, Rusia, Estados · Unidos-, cuyos resultados políticos .crista~
!izaron en formas sociales permanentes. .
Del hecho histórico de la cruzada, d'Ors pasa a la especula
ción teológica desde su. conocida analítica del Poder como «auc
torit:as» y como «potestas»: «La aU:toridad es el saber socialmente
reconocido y la potestad es; precisamente el poder socialcente re
conocido» (57), por lo que «esta distinción entre autoridad y
potestad nos sirve ahora para aclarar cómo la potestad es un po
der derivado de Dios, pero que requiere el reconocimiento de la
sociedad» (58), lo que implica «el deber de obediencia al poder
constituido» que sea legítimo en su origen y ejercicio. Y, por .
ende, al tema, mucho más complejo, del «abuso del poder» y
al tema de la «ilegitimación del poder», pues «una de las claves principales para la integridad de la libertad personal está en la
no implicación en la obediencia o acatamiento debido a la po testad, de una aceptación general. de todos los actos de esa po
testad» (67). Por ello, «cuando el sometimiento político al poder
constitui_do implica la aceptación de todos sus preceptos, eso quie-
·
re
decir que se renuncia a la libertad»
(ibld. ), cosa grave, tenien
do en cuenta que «la ley ... no es fuente de criterio
.moral» (68)
en su versión positiva, política.
Entre hombres, dada la realidad del Pecado Original, «la vio
lencia es esencial para el orden», siendo
«la violencia la fuerza
que se opone a algo» (74), pues es precisa para «eludir el desor
den propio de la naturaléza caída; y pór eso se une el Mundo,
al Demonio
y a la Carne como -los tres enemigos del alma» (ibid.).
Históricamente, «el progreso de la civilización se ha .caracteriza
do por un creciente control social de ese complemento de la vio
lencia personal» (77), garantizando
así. el orden «de» la socie
dad
y no de «las>i personas individuales por sí mismas.
Pero, desgraciadamente,. también este este orden social pue
de subvertirse
y, entonces, «la cuestión que se nos plantea a
propósito de la sublevación» de las personas ante un orden social
subvertido, _«es ésta: ¿cuán,do es lícita la violencia de una_ su
blevación armada?» (78), pues «es obvio que los criterios de
pura legalidad no sirven para determinar
el concepto
de Cons
titución que el Ejército debe defender» (79) como depositario
de la «violencia legítima» contra el «desorden» social, ahora
728
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
subvertido constitucionalmente. La respuesta es Ia clásica del
Aquinate:
«Ia legalidad
de tal sublevación armada dependerá del
éxito» ( 80 ). La
última parte, Prospectiva, mira al estado actual. del mun
do
y, desde él, hacia el futuro· posible y el deseable, teniendo en ·
cuenta
la actual conciencia general de la «unidad del mundo»,
así como las tendencias
dispersoras hoy
actuantes, pues «lo que
corrompió la unidad armónica del mundo fue el hecho histórico
del Pecado Original» ( 84 ). Señala cómo hay una unidad del hom
bre en el Amor de Dios, y «el desamor es la mptura de esa uni dad de perfección» (87). Pero ahora se
.busca la
unidad en el
desamor y «el problema está en discernir cuando esa unidad es aceptable para Dios o
no» (ibid. ), lo que afecta a las relaciones
entre personas y también a las
sociopQ!íticas. Así . se
ve como
«el presente secularizado del hombre. de hoy tiende a constituir
igualmente buenas la unidad y el pluralismo, pero, cuando re
sultan compatibles, es porque se
refieren a
planos distintos de
la realidad» ( 88 ), siendo «el pluralismo de las sociedades civiles
incompatible
cop. la
pluralidad como principio de organización
total»
(ibid. ), que deriva en totalitario al ahogar legítimas par
celas de la libertad subsidiaria. Hoy el mundo está dividido, mas
no es plural: «En la Edad Moderna, al romperse la tradición
teocéntríca, se ·coiivirti6 esa discriminación cristiana cle fieles e
infieles en la distinción puramente humánística de. civilizados e
incivilizados» (95) que finalmente devendría en «la diferencia
económica entre pueblos desarrollados
y· subdesarrollados» (ibid.)
que origina tensiones, incluso bélicas. A esto se opone un pseu
do-pacifismo no ajeno a «uo sólido entendimiento económico
qué actúa, no como unidad de Amor universal, sino movido por
intereses puramente materiales. Esta unidad no es algo querido
por Dios y, al no presentarse ·como una ·auténtica po'testad, su
inmenso poder no merece respeto moral alguno ... En este senti
do, lo que evita
el mal de una guerra es, qnizá, por sus conse-·
cuendas
morales
a largo plazo, un mal mayor que la guerra mis
ma» (98). En
el plano político, «la unidad forzada del Estado
universal sería contraria a la libertad y, por ello, a la Moral
cristiana. Pero tampoco parece
ser conforme
a la voluotad de
.
Dios, pues atenta
al Reinado Social de Jesucristo, la unidad uni
versal que pretende conseguir el gobierno sinárquico ... , este
poder universal secreto, cuyo _fin es el dominio universal por. el
poder
económico,
{que) es
esencialmente anticristiano» (115-116).
Por el contrario, en
el orden
querido por Dios, «desde la fa
milia hasta las instituciones supranacionales ... , !a subsidiaridad
729
Fundaci\363n Speiro
INFOR.MACION BIBLIOGRAFICA
viene a exigir una observancia de la libertad de los grupos hu
manos
en cualquier grado de
la escala social» ( 118 ), aunque es
evidente
que «la libertad
exige siempre un tanto de tolerable
imperfección técnica» (119), pues, como dice San Pablo. «todo
es lícito,
pero no
todo conveniente (I
Cor. 6, 12).
El desarrollo prospectivo de
tal programa lo hace en doce
puntos concretos en los que no duda en comprometerse. Pero
termina señalando que, «en
definitiva, puede haber una
guerra
mundial o puede no ser ésta necesaria, pero, ~n todo caso, el
nuevo orden sólo puede venir por la "violencia de Dios", la
theoubia ... , como sería· la de inesperadas conversiones "tumba
tivas" que no han de ser necesariamente singulares, como la su
frida por Saulo en el Camino de Damasco.
En. todo
caso es el
mismo Dios el que nos habla de una victoria final de Cristo Rey,
y las victorias implican siempre
la violencia: para un nuevo or-
. den,
una nueva violencia», son
las palabras
finales de
e~ta inte
resantísima
y absolutamente original obra de Alvaro d'Ors.
ANTONIO SEGURA FERNS.
Xavier, Adro: JUNIPERO SERRA (*)
Con extraordinaria oportunidad, pues posiblemente este año
sea beatificado por Juan Pablo. II en su pr6ximo viaje a los Es
tados Unidos el franciscano mallorquín fray Junípero Serra, Adro
. Xavier acaba
de publicar
la biografía de este singular personaje
que es a la
vez gloria
de España
y de la Iglesia y cuya estatua
representa al
Estado de
California en la galería de la fama del
Capitolio de Washington.
Naci6n como la nuestra no suele enorgullecerse de
sus. gran
des
hombres
y. el
desconocimiento que de ellos
tiene la
mayoría
de
'los españoles
es, más que notable, vergonzoso. Adro Xavier
viene, desde hace
aííos, empeñado
en poner al alcancé del lector
medio español las
vidas de
compatriotas que no merecen nues
tro olvido. Además, la ignorancia de sus virtudes, de sus haza
ñas, de sus heroísmos empobrecen a todo un pueblo que, a lo
largo de toda su historia y hasta días recientes fue, por antono mia, el pueblo de los santos y de los héroes.
Así, el Papa Luna, Francisco Suárez,
el duque de Gandfa, el
abad
Oliba, Luis de Requesens, Gelmírez
y, ahora, fray Junípe-
(') Editorial Casals, Barcelona, 1986.
730
Fundaci\363n Speiro
En el ámbito propiamente teológico, sus tratados eclesiológi
cos fueron precedidos de valiosos estudios sobre el
Espíritu San.
to,
la Santísima Trinidad, la Pasión de Cristo,
la Santísima Vir
gen. Es miembro de la Sociedad Mariológica Española
y acadé
mico de la Academia Mariana Pontificia Internacional de Roma. Quiere
ésto decir
que
M~nsegú se
mueve con gran facilidad en
los principales ámbitos de
la Teología. Ultimamente .ha asumido
la
dirección de la revista
Roca Viva, de la que venía siendo re
dactor-jefe
y mantenedor de la deliciosa sección «Retablo de ac
tualidad», buen ingrediente de sus tres volúmenes: «Posconcilio.
Hechos
y cuestiones polémicas» (Madrid, Studium, 1975, 1976).
Como buen pasionista ha sido
y es buen divulgador de la vida
y espiritualidad de Santa Gema y San Pablo de la Cruz.
Fr. VICTORINO. RODRÍGUEZ, 0. P.
Alvaro de O:Ors: LA VIOLENCIA Y EL ORDEN (*)
La, por ahora, última obra del profesor d'Ors. es breve, pero
enjundiosa
y de aquellas que deben leerse. Es clara y directa: el
autor sabe lo que quiere decir
y lo dice. Cosa de agradecer en
esta clase de temas, en los que lo habitual es el lenguaje críptico. La obra está dividida en tres partes:
Retrospectiva, Perspec
tiva y Prospectiva. Forro.almene, en su conjunto, se inscribe,
pues, en una dialéctica de la historia: histórica por su forma ex
positiva en la
Retrospectiva y Prospectiva; dialéctica, toda ella:
inevitablemente va a chocar con
la «sabiduría convencional» ac
tual, pues es totalmente atípica. En cuanto a su fondo, el propio
autor,
en el final del colofón, la clasifica como «teología política».
Pero es una teología política no abstrácta, teorética, sino viva,
existencial, exigente: de ahí su fortna histórica en el «aquí» y
«ahora» de España y el mundo actual. Pero, a la par, plena de
valores universales
y permanentes, válidos para . el juicio tanto
del próximo pasado español como para el
previs>ble futuro
mun-
dial.
·
En
la
Retrospectiva empieza justificando la «necesidad de la
guerra del 36», que es definida como «Cruzada». Y, precisamen
te, por transformar.se en Cruzada lo que en principio era un mo
vimiento militar ha condicionado el desarrollo histórico habido.
La «Cruzada»,
definida así por la
Jerarquía eclesiástica, hizo
que
(*) A. n'ORS, Editorial DYRSA, Madrid, 1987; 125 págs., que en
las citas van entre paréntesis.
727
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
«esta nueva guerra civil, a pesar de la victoria del 39, no re
sultó
eficaz en
el sentido de confirmar
la identidad de España
tradicional, precisamente porque no fue propiamente una guerra
civil, sino
simplemente una
cruzada» (28), al contrario de lo
ocurrido con las auténticas revoluciones o guerras -civiles -_Fran
cia, Rusia, Estados · Unidos-, cuyos resultados políticos .crista~
!izaron en formas sociales permanentes. .
Del hecho histórico de la cruzada, d'Ors pasa a la especula
ción teológica desde su. conocida analítica del Poder como «auc
torit:as» y como «potestas»: «La aU:toridad es el saber socialmente
reconocido y la potestad es; precisamente el poder socialcente re
conocido» (57), por lo que «esta distinción entre autoridad y
potestad nos sirve ahora para aclarar cómo la potestad es un po
der derivado de Dios, pero que requiere el reconocimiento de la
sociedad» (58), lo que implica «el deber de obediencia al poder
constituido» que sea legítimo en su origen y ejercicio. Y, por .
ende, al tema, mucho más complejo, del «abuso del poder» y
al tema de la «ilegitimación del poder», pues «una de las claves principales para la integridad de la libertad personal está en la
no implicación en la obediencia o acatamiento debido a la po testad, de una aceptación general. de todos los actos de esa po
testad» (67). Por ello, «cuando el sometimiento político al poder
constitui_do implica la aceptación de todos sus preceptos, eso quie-
·
re
decir que se renuncia a la libertad»
(ibld. ), cosa grave, tenien
do en cuenta que «la ley ... no es fuente de criterio
.moral» (68)
en su versión positiva, política.
Entre hombres, dada la realidad del Pecado Original, «la vio
lencia es esencial para el orden», siendo
«la violencia la fuerza
que se opone a algo» (74), pues es precisa para «eludir el desor
den propio de la naturaléza caída; y pór eso se une el Mundo,
al Demonio
y a la Carne como -los tres enemigos del alma» (ibid.).
Históricamente, «el progreso de la civilización se ha .caracteriza
do por un creciente control social de ese complemento de la vio
lencia personal» (77), garantizando
así. el orden «de» la socie
dad
y no de «las>i personas individuales por sí mismas.
Pero, desgraciadamente,. también este este orden social pue
de subvertirse
y, entonces, «la cuestión que se nos plantea a
propósito de la sublevación» de las personas ante un orden social
subvertido, _«es ésta: ¿cuán,do es lícita la violencia de una_ su
blevación armada?» (78), pues «es obvio que los criterios de
pura legalidad no sirven para determinar
el concepto
de Cons
titución que el Ejército debe defender» (79) como depositario
de la «violencia legítima» contra el «desorden» social, ahora
728
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
subvertido constitucionalmente. La respuesta es Ia clásica del
Aquinate:
«Ia legalidad
de tal sublevación armada dependerá del
éxito» ( 80 ). La
última parte, Prospectiva, mira al estado actual. del mun
do
y, desde él, hacia el futuro· posible y el deseable, teniendo en ·
cuenta
la actual conciencia general de la «unidad del mundo»,
así como las tendencias
dispersoras hoy
actuantes, pues «lo que
corrompió la unidad armónica del mundo fue el hecho histórico
del Pecado Original» ( 84 ). Señala cómo hay una unidad del hom
bre en el Amor de Dios, y «el desamor es la mptura de esa uni dad de perfección» (87). Pero ahora se
.busca la
unidad en el
desamor y «el problema está en discernir cuando esa unidad es aceptable para Dios o
no» (ibid. ), lo que afecta a las relaciones
entre personas y también a las
sociopQ!íticas. Así . se
ve como
«el presente secularizado del hombre. de hoy tiende a constituir
igualmente buenas la unidad y el pluralismo, pero, cuando re
sultan compatibles, es porque se
refieren a
planos distintos de
la realidad» ( 88 ), siendo «el pluralismo de las sociedades civiles
incompatible
cop. la
pluralidad como principio de organización
total»
(ibid. ), que deriva en totalitario al ahogar legítimas par
celas de la libertad subsidiaria. Hoy el mundo está dividido, mas
no es plural: «En la Edad Moderna, al romperse la tradición
teocéntríca, se ·coiivirti6 esa discriminación cristiana cle fieles e
infieles en la distinción puramente humánística de. civilizados e
incivilizados» (95) que finalmente devendría en «la diferencia
económica entre pueblos desarrollados
y· subdesarrollados» (ibid.)
que origina tensiones, incluso bélicas. A esto se opone un pseu
do-pacifismo no ajeno a «uo sólido entendimiento económico
qué actúa, no como unidad de Amor universal, sino movido por
intereses puramente materiales. Esta unidad no es algo querido
por Dios y, al no presentarse ·como una ·auténtica po'testad, su
inmenso poder no merece respeto moral alguno ... En este senti
do, lo que evita
el mal de una guerra es, qnizá, por sus conse-·
cuendas
morales
a largo plazo, un mal mayor que la guerra mis
ma» (98). En
el plano político, «la unidad forzada del Estado
universal sería contraria a la libertad y, por ello, a la Moral
cristiana. Pero tampoco parece
ser conforme
a la voluotad de
.
Dios, pues atenta
al Reinado Social de Jesucristo, la unidad uni
versal que pretende conseguir el gobierno sinárquico ... , este
poder universal secreto, cuyo _fin es el dominio universal por. el
poder
económico,
{que) es
esencialmente anticristiano» (115-116).
Por el contrario, en
el orden
querido por Dios, «desde la fa
milia hasta las instituciones supranacionales ... , !a subsidiaridad
729
Fundaci\363n Speiro
INFOR.MACION BIBLIOGRAFICA
viene a exigir una observancia de la libertad de los grupos hu
manos
en cualquier grado de
la escala social» ( 118 ), aunque es
evidente
que «la libertad
exige siempre un tanto de tolerable
imperfección técnica» (119), pues, como dice San Pablo. «todo
es lícito,
pero no
todo conveniente (I
Cor. 6, 12).
El desarrollo prospectivo de
tal programa lo hace en doce
puntos concretos en los que no duda en comprometerse. Pero
termina señalando que, «en
definitiva, puede haber una
guerra
mundial o puede no ser ésta necesaria, pero, ~n todo caso, el
nuevo orden sólo puede venir por la "violencia de Dios", la
theoubia ... , como sería· la de inesperadas conversiones "tumba
tivas" que no han de ser necesariamente singulares, como la su
frida por Saulo en el Camino de Damasco.
En. todo
caso es el
mismo Dios el que nos habla de una victoria final de Cristo Rey,
y las victorias implican siempre
la violencia: para un nuevo or-
. den,
una nueva violencia», son
las palabras
finales de
e~ta inte
resantísima
y absolutamente original obra de Alvaro d'Ors.
ANTONIO SEGURA FERNS.
Xavier, Adro: JUNIPERO SERRA (*)
Con extraordinaria oportunidad, pues posiblemente este año
sea beatificado por Juan Pablo. II en su pr6ximo viaje a los Es
tados Unidos el franciscano mallorquín fray Junípero Serra, Adro
. Xavier acaba
de publicar
la biografía de este singular personaje
que es a la
vez gloria
de España
y de la Iglesia y cuya estatua
representa al
Estado de
California en la galería de la fama del
Capitolio de Washington.
Naci6n como la nuestra no suele enorgullecerse de
sus. gran
des
hombres
y. el
desconocimiento que de ellos
tiene la
mayoría
de
'los españoles
es, más que notable, vergonzoso. Adro Xavier
viene, desde hace
aííos, empeñado
en poner al alcancé del lector
medio español las
vidas de
compatriotas que no merecen nues
tro olvido. Además, la ignorancia de sus virtudes, de sus haza
ñas, de sus heroísmos empobrecen a todo un pueblo que, a lo
largo de toda su historia y hasta días recientes fue, por antono mia, el pueblo de los santos y de los héroes.
Así, el Papa Luna, Francisco Suárez,
el duque de Gandfa, el
abad
Oliba, Luis de Requesens, Gelmírez
y, ahora, fray Junípe-
(') Editorial Casals, Barcelona, 1986.
730
Fundaci\363n Speiro