Índice de contenidos

Número 323-324

Serie XXXIII

Volver
  • Índice

La idea de tradición en el P. Osvaldo Lira, SS. CC.

LA IDEA DE TRADICION EN EL
P. osv ALDO LIRA, SS. ce.
POR
CRISTIÁN GARAY VERA (~)
lntro.ducción.
Próximo a cumplir sus noventa años, el Padre Osvaldo Lira,
SS. CC., representa una de las voces más relevantes del tomismo
hispánico. También
es ejemplo de perseverancia sacerdotal, segui­
da, a
pesar de los avatares, en la Orden de los Sagrados Corazones
o «Padres Franceses», en Chile
y España, y finalmente, sobresale
en su condición de maestro, de gran maestro, que arremete en
nombre de los fueros del Catolicismo y el Derecho Natural.
Como homenaje a su obra, hemos querido destacar lo referido
a la Tradición. A esta noción ha dedicado el Padre Lira numero­
sas páginas, que se insertan no sólo en la fidelidad al Aquinate,
sino también en su consecuencia tradicionalista, que ha bebido de
autores tales
cOlllo Francisco de Quevedo y Villegas, Marcelino
Menéndez
y Pelayo, Juan Donoso Cortés, Juan Vázquez de Mella,
Víctor
Pradera y Ramiro de Maeztu.
Hace años, el Padre Lira hacia mención
--al examinar las
ideas de la revista
Acci6n Española--de las experiencias e ideas
que nos pertenecen como pueblos surgidos del crisol de
la cultura
(*) Es para Verbo un honor poder sumarse, a través de-la publicación
del presente estudio de nuestro colaborador Cristián Garay -Investigador
en la Universidad Alonso de Ovalle (Oille)-, al homenaje al P. Osvaldo
Lira, SS. CC., ·maestro de la Tradición política de. las Españas en Chile y
origen de una escuela con la que nuestra revista está unida por vínculos
muy antiguos y profundos (Nota de la Redaéci6n). -
Verbo, núm. 323-324 (1994), 293-307
293
Fundaci\363n Speiro

CRISTIAN GARA Y VER.A.
peninsular. El trazo de su herencia «nos pennite descubrir en la
historia y la vida política de nuestros pueblos hispánicos, su ra­
z6n misma de ser» (1 ), fundamento histórico-filosófico explicado
en
Hispanidad y Mestiza;e, y en la extensa nota sobre la obra de
Ramiro de
Maeztu, Defensa de la Hispanidad publicada en revista
Estudios allá por los años 30;
Aquí, sin embargo, trataremos el tema desde su perspectiva
ontológica, sin entrar al vasto
tenia del contenido concreto de la
tradición hispánica, a lo
cual el Padre Lira ha dedicado enjundio­
sas consideraciones, que rebasan el marco de este artículo.
Por lo demás,
y adelantando el nivel de complejidad del tema
a tratar, el autor nos previene que la «Tradición
sé nos aparece
así como un concepto germinal, pequeño, vago y confuso en sus
comienzos» (2). Por lo cual sólo eií'Ja medida que se explotan sus
posibilidades
va adquiriendo la debida consistencia al observador.
La Nación y su entidad. ·
Buen inicio es referirnos a las ideas expuestas en su Nostalgia
de Vázquez de Mella.
En aquél escrito suyo destaca que la nación
se reconoce por una nota externa. -su historia nacional indepen­
diente-(3) y por una nota interna: el sentimiento de solidaridad
sucesiva de
la comunidad, aquello que el orador carlista denomÍ'
naba el alma nacional, y que identifica con la Tradición.
(1) ÜSVALDO LIRA, Pr6logo, pág. Ü, eri CRISTIÁ,; GÁRAY VERA, El Tra­
dicionalismo :V los origefieS'de la· GUerra Civil ·EspañOla (1927-1937), Eds.
Hernández '.BlanCO, Santiago de aine;·1987; similar idea én OSVALDO L1RA:
Cultura 'Y ·Etica :v otros Ensayos, Corporación de Estudios Nacionales; San­
tiago de Chile, 1989, pág. 92.
(2) ÜSVALDO LIRA, Nostalgia de Vázquez de Mella, Editorial Andrés
Bello, Santiago de Chile, 1979 (2.• edición), pág. 128.
(3)
En El Orden Polftico, Editorial Covadonga, Santiago de Chile,
1985; precisa este aapecto al considerar 'eo el Capitulo I de la misma, la
«Fenomenología de la sociedad civil,, ,ver págs. 33. y sigs .. Justifica. este as­
pecto porque '----Oice--no se habla de nn_ principio abstracto, sino de una
realidad concreta, una entidad.
294
Fundaci\363n Speiro

LA IDEA DE TRADICION EN EL P. OSVALDO LIRA .. SS. ce.
En efecto, como lo reconoce d Padre Lira siguiendo a aquél:
«la Nación se nos aparece siempre .en el pensamiento de Vázquez
de Mdla como una realidad todo lo accidental u objetiva que se
quiera; pero que ~iempre se halla dotada de alma y cuerpo y, por
consiguiente, integrada por
dos principios consustanciales depen­
dientes entre
sí, cada cual según su propia índole y compenetra­
dos de manera tal que su dualidad no viene a constituir
ningún
obstáculo» ( 4 ).
Dado que la rtación es un ente -todo lo precario que se
pueda después distinguir~, se compone de una estructura com­
puesta de cuerpo y alma,
es decir, de una· estructura de materia
y forma, queda
para la primera la categoría de material próximo
( los consorcios subalternos) o remoto (la persona humana) de la
sociedad civil. Y, para la segunda, la existencia del impulso vivi­
ficador que la
hace ser de tal manera y no de otra. De una manera
tal, que proyecta y ordena los materiales que tiene para ser
así
o asá, y que en consecuencia refrenda el dicho tomista que «el
modo de operar sigue
el modo de existir, y el modo de existir al
de
ser».
La vida de una· entidad depende a parejas de los materiales
que la forman, y del orden
o impulso vivificador que les ordena
y prolonga en
su entidad (perduración · Y el modo de vida que
posee
es distinto al de los materiales que le conforman, pues el
producto resultante -la sociedad civil-ho Se confunde con la
existencia particular de· sus miembros. Aún· más, por cuanto sus
componentes o materia -familia, mun:idpio, gremio y a·sociación­
cobran determinada perfección por el hecho de integrarse a un or­
ganismo superior como es la Nación, que no tendrían si estuvieSen
excluidos de la misma.
El Padre Lira, en especial cuando analizó
la· obra d~ José
Ortega y Gasset, abordó
el problema de la forma nacional. Con
propósito
de. clarificar su propio concepto de Nación, según nos
dice
el autor, el Padre Lira analizó exhaustivamente el tema de
la complejidad de la estructura nacional. Susceptible, en su opi-
(4) OsvALDo LIRA, Nostalgia de Vázquez de Mella, pág. 29.
295
Fundaci\363n Speiro

CRISTIAN GARA. Y VERA
nión, de aproximarse de dos maneras: una en cuanto a su estruc­
tura (global o integralmente), y, la otta, en relación a su finalidad
(precisiva), que tiene por objeto destacar
la función superior que
la distingue de
las sdciedades inferiores. Doble consideración que
«tiene
-afirma-su raíz en el carácter accidental o inherente de
la forma de
la sociedad y, por ello, no halla ningún campo de
aplicación en el caso de
la persona individual. La forma sustan­
cial, en efecto, posee de modo eminente las perfecciones de las
formas que le son inferiores, mientras que
la accidental o inhe­
rente las supone cuando son sustanciales» (5).
Pronunciándose sobre
la cuestión el Padre Lita advierte: «La
forma sustancial actualiza, por lo tanto, global y totalizadoramen­
te, mientras que la accidental lo hace precisiva y selectivamente.
A cada posibilidad adjetiva (
... ) corresponderá una actualización
proporcionada. Proporcionada;
es decit, no desbordante ni defi­
ciente» ( 6
).
En efecto, el Padre Lita sostiene que la forma nacional es una
forma accidental sintética,
pues reside en sus miembros y no por
sí sola. En cuanto a su función sintética
o unificadora, ella tiene
una categoría de causalidad formal en la sociedad civil.
Asimismo, desde
el punto de vista de estructura o totalizador,
la forma nacional actúa de modo integrador sobre
sus elementos.
Esto porque la sociedad civil, en cuanto entidad perfecta, «última
en el orden de
la generación, pero primera en el de la perfección»,
posee neta superioridad sobre los elementos que
la componen. Si
hay perfección en la familia, lo es por título de necesidad, pero
no de perfección,
ya que para la perduración del género humano
es la
más urgente de todas. De modo que, como dice el Padre Lita,
integra a
todo entero a éstos, pero no por entero, dado que su
actividad o influjo !Os determina de modo intrínseco (7).
(5) ÜSVALDO LIRA, Ortega en su espíritu, Pontificia Universidad Cató­
lica de Chile, Santiago de Chile, 1967, II, pág. 296.
(6) ÚSVALDO LIRA, Ortega en su espiritu, 11, pág. 298.
(7) ÜSVALDO LIRA, Ortega en su espíritu, II, págs, 299-300. El Padre
Líra precisa que cuando «un organismo colectivo superior informa o confi­
gura o actualiza a otro que les es inferior, lo penetra hasta el fondo de su
296
Fundaci\363n Speiro

LA IDEA DE TRADICION EN EL P. OSVALDO LIRA. SS. ce.
En cuanto al enfoque de su función, el Padte Lira mues­
tta que no nos enconttamos frente a una entidad subsistente,
por lo cual
le cabe ordenar los materiales en los que se sostiene,
de manera tal de armonizarlos
y perfeccionarlos, sin presuponer
esto una absorción, pues entonces se perdería «la vigencia enti­
tativa de aquellos mismos elementos que deben ser llevados a la
perfección» (8).
La sociedad civil.
En el caso de una sociedad civil o Nación (9) el impulso vivi0
ficador lo proporciona la Tradición, que cumple el efecto de alma
o forma sustancial de la comunidad. Es ese impulso el que iden­
tifica
y une a sus miembros, y que le distingue entte ottos. Qui­
zás fue en Naci6n y Nacionalismo donde mejor expuso esta tesis:
«el
alma nacional es lo que le imprime obligatoriamente fisonomía
propia a la nación, de suerte que ninguna sociedad civil podrá ser
juzgada ( ...
), sino por sus manifestaciones integrales frente a las
demás sociedades de su mismo nivel político». «Su fisonomía
-prosigue--podtá ser considerada como propia en el sentido de
que será en
la misma nación considerada en su unidad donde lo-
entidad, por la sencilla razón de que las formas son inextensas, y, por lo
mismo, no constan de partes meramente yuxtapuestas. Por esto d problema
no es
de localización o cuantificación sino de intensidad», id., pág. 299. Más
adelante precisa que
si la configuración fuese completa sería de modo esen­
cial
y no intrínseca, id., pág. 300.
(8) OsvALDO LIRA, Ortega en su espíritu, 11, pág. 297.
(9) En libros como El Orden Politico equipara la idea de nación con
la
sociedad civil. En 1937, cita de El Estado Nuevo: «La Nación es la So·
ciedad mayor concreta y particular dentro de
la cual d hombre alcanza su
destino temporal, peculiar por naturaleza
de la sociedad universal humana»,
cit.
de VfcTOR PRADERA, El Estado Nuevo, pág. 103 en ÜSVALDO LIRA, Vic­
tor Pradera
y el Estado Nuevo, pág. 7, en revista Estudios, núm. 47, San·
tiago, octubre 1936. También en su Ortega en su Espíritu, al referirse a las
ideas políticas del ensayista, sostiene que para una idea política
.clara es
preciso tenerla previamente
de la polis en. la -versión «moderna y cristiana
de la nación europea occidental», II, pág. 275.
297
Fundaci\363n Speiro

CRISTIAN GARA y. 'VERA
graremos averiguar su indj_vidua.\idad nacional, y, a la vez distin­
guirla netamente de todas
las restantes» (10). .
A través de .sus escritos el Padre Lira ha destacado que la
Nación -siguiendo a V ázquez de Metla y Pradera-es una en­
tidad que reside en sus miemhr;,.; pero que es distinta de ellos
~eparadam,ente considerados .. Asim.ismo, · ha destacado que aun
cuando accidental, la sociedad civil en sí msma
es una entidad, y
como tal posee su propia constitución interna, su fisonomía.
Tam..:.
bién ha señalado que esta distinción filosófica se opone frontal­
mente a la tesis idealistas de la Nación
y, también, a la mera yux­
taposición de la teoría liberal.
De modo que al examinar la sociedad civil nuestro autor dis­
tingue tres notas principales: su calidad extramental, su condición
artificial, de creación del hombre,
y «su condición no simultánea
sino sucesiva» ( 11 ).
Por la primera el autor ratifica que la sociedad civil no es una
presunción de nuestro intelecto sino una realidad objetiva frente
a nuestros
ojos. Por la segunda destaca el carácter de producto
de
la activídad humana, al menos en su génesis, y la tercera y
última, acentúa el hecho que la Nación no es ella misma de una
sola entidad todo el tiempo. Sus circunstancias y valores pueden
irse modifícando, para acentuarse. o desvanecerse, pues no tiene
la misma consistencia entitativa que el hombre, que es simultánea­
mente
él mismo a lo largo de toda su ex,stencia (12). En efecto,
(10) OsvALDo LIRA, Nación y Nacionalismo, pág. 50, en ENRIQUE CAM­
POS MENÉNDEZ (comp.), Pensamiento Nacionalista, Editorial Gabriela Mis~
tral, Santiago de Oille, 1974.
(11) OsvALDO LLRA, El Orden Polltico, pág. 34.
(12) Las personas son «simultáneas desde que( ... ) conservan incólume,
a través
de todas las · peripecias porque puedan atravesar durante la exis..
tend.a, su profunda y esencial identidad consigo mismas», OsvALDO· LIRA,
El ·orden Político, pág. 44. A ·su juicio,_ el hombre «desde el punto de ·vista
de su naturaleza se halla al margen del discurrir temporal~ ya que cada uno
de nosotros se manifiesta al llegar a -la plenitud de si.l edad exactamente ~
mismo que venía siendo desde el instante preciso de su concepción o de
su nacimiento», OsvAl.Do LIRA, Naci6n y nacionalismo, págs. 25-26, en -EN­
RIQUE CAMPOS MENÉNDBZ (comp.), ·Pensamiento· nacionalista.
29&
Fundaci\363n Speiro

LA IDEA DE TR.ADICJON EN EL P. OS.VALDO LIRA. ss: ce.
como lo dice en uno de sus escritos, esto ocurte porque la natu>
raleza humana· está al margen del acontecer temporal, por más que
sus manifestaciones.
transc::urren en.aquél, pero no de modo esen­
cial sino circunstancial
o coyuntural ( 13 ).
De la sociedad civil no se puede decir lo mismo.
Ello porque está sometida «esencialmente» al discurrir tem·
poral dentro
del cual se completa ó se desdibuja (14).
Por lo demás, y a pesar de que como se ha dicho la persona no
añade nada a su esencia de animal racional, hay en sus actos y
operaciones un fuerte carácter temporal que no
es· un hecho pe­
riférico ni accidental, · pues agrega notas a su entendimiento· y
experiencia. Esto mismo ocurre, pero en
mayor medida, dado que
la sociedad reside en
la persona remotamente, en la sociedad civil.
El factor temporal pasa entonces a adquirir en esta última un
ca­
rácter constitutivo, a mO dor» (15).
En la sociedad civil como en la persona humana, el tiempo no
le afecta pür:.suStitución, sino por acumulación ·o agregacióh,. Ya
que en esa perspectiva la persona humana agrega experiencias, y
la sociedad civil modifica pero no sustituye su identidad (16).
Lo anteriot
es importante, pues la.: sociedad <;(vil requiere. de
esa dimensión temporal para incorporar a su entidad experiencias
comunes. Ello por cuanto la Nación, «lejos de quedar constituida
indestructible y definitivamente de una vez
por todas, se halla,
al contrario,
en. trance continuo de verificación» ... «Ello:.es de.
( 13) «La persona individualmerite se . halla esencialment.e fuera del
tiempo, aun cuando se encuentre dentro de él,. por SIJ.S-manifestaciones,
mientras que
18 naci6n Por su esellcia misma no .priede _deja! ~e hallarse
sumergida en. lo más hondo del 4iscurrir temporal», pág. 2.6, Y. «la. C'Oridición
histórica a que estamos sometidos en . nuestra' cáliciad de personas illdividua­
les no coiricide exactamente· con la· condición de todo ·sucesivo que· afecta a
la natj6:n», pág. 25 de ÜSV!J.¡DO. LIRA, Nación y·.·,iacionali;ina,. en ~iQúE
CAMPOS MENÉNDEZ (comp.),. Pensamien_to nacionalista.
(14) OsvALDO LIRA,, Naci6n y nacionaliSmo, pág. 25, en ENRIQUE CA.M­
Pos MENÉNDEZ (comp.), Pensamiento nacionalista.
(15) OsvALDO LIRA, El Orden Polltico, p4g. 47.
(16)
ÜSVALDO LIRA, El Orden .Polltico, pág. 50.
Fundaci\363n Speiro

CRISTIAN GARA Y VERA
bido a la condición accidental y adjetiva de la forma o principio
de
vida nacional. La vida del ie<:idente, en efecto, depende por
todo
y para todo de la de su substancia propia» ( 17). Por ende, su
verificación en la historia dependerá de
la determinación acciden­
tal u operativa, que como tal está sometida al arbitrio de sus
componentes.
En la medida que ese conjunto de experiencias sea más débil,
breve o poco exitoso, más flojo será el tipo de unidad y de soli­
daridad entre sus integrantes. Y entonces menos capacidad tendrá
de proyectarse en
el futuro. Para ilustrar esta tesis, el Padre Os­
valdo recuerda en caso
de una nación frustrada -la Macedonia
de· Alejandro y Fi!ipü-'-que tras su desastre militar ante los ro­
manos desapareció como unidad de todo tipo. «Por eso --11dvier­
te-una nación no se improvisa ; por eso también una nación
verdaderamente tal
y que ha llegado ya, por consiguiente, a su
etapa de plenitud, tendrá que ostentar una más o menos apreciable
antigüedad, o en su defecto, cierto conjunto intensivo de expe­
riencias que la hayan cargado de sufrimiento y de glorias»
(18).
Vigencia y perfección del orden social.
Esto tiene en cuenta, en primer lugar, que la Nación es una
forma evolucionada de la sdciedad política o civil, y que -como
tal-se produce como resultado del impulso innato a lo gregario
contenido en la naturaleza del hombre. Este, lleva en su ser
la
tendencia a agruparse, y a perfeccionarse de modo cnalitativa­
mente superior
-y en realidad · de la única manera posible--en
medio de sus semejante_s.
La civilización es entonces esa impronta que deja la convi­
vencia entre sus pares,
y que le hace vivir entre otros. La ficción
dieciochesca del hombre aislado no
es más que eso: ficción con­
tradicha por la experiencia. Ningún hombre puede ser tal, ni
(17) ÜSVAl.DO LIRA, Ortega en su esplritu, II, págs. 306-307.
(18) OsvALno LIRA, Nostalgia de VJzquez de Mella, pág. 38.
300
Fundaci\363n Speiro

LA IDEA DE TRADICLON EN EL P. osv A.LDO LIRA. SS. ce.
madurar humanamente, si no es en contacto con otros de .su misma
especie. Ello por cuanto la entidad de la persona es sustancial y
la de la sociedad es accidental, porque es inherente a la de la pri­
mera.
Eso implica que la persona tiene una precedencia ontológica
respecto del
Estado. Mucho más que la cronológica, que abarca
sólo el instante excepcional de
la Creación del género humano, o
agrupaciones tipo tribal, menores al Estado. Porque la persona
coexiste en
el Estado y siempre en la sociedad. Y a que para dar
origen a un hombre
es menester al menos la pareja, y desde luego
nadie puede sobrevivir sin otros semejantes que
le cuiden, al me­
nos al modo humano, capaz de adquirir hábitos socialmente acep­
tados y comprensibles.
La perfección del orden social desde la familia a la nación
supone una complejidad creciente. Por ello
es preciso anotar que
la sociedad civil requiere un esfuerzo. De hecho, una nación puede
destruirse o asentarse debido a la actividad
y conducta de sus in­
tegrantes. Por ello el Padre Lira ha caracterizado a la sociedad
civil como artificial (19), pero no arbitraria,
dado que «no obs­
tante proceder de la actividad connatural humana, las sociedades
civiles son sólo originariamente naturales
y formalmente artificia­
les» (20).
Es que si
la coexistencia es algo dado naturalmente, sin nues­
tro permiso, puesto que nadie elige la familia deliberadamente,
la existencia de
la sociedad civil es ·un esfuerzo social premeditado,
que
se cimenta en circunstancias objetivas, históricas (por algo
Juan Vázquez de Mella decía que la historia independiente es la
nota externa de la riación), que constituyen colectivamente desa·
fías, triunfos y fracasos que identifican a sus miembros.
Esto presupone que
la vida social es de carácter prolongado,
sucesivd y que no se agota en un momento o circunstancia deter·
(19) «Queremos decir ( ... ) que no es fruto directo de la creatividad
del Ser subsistente sino de autores humanos», pág. 34; «La sociedad civil
es fruto inmediato de la actividad humana, y sólo en una instancia última
podemos atribuirla a la divina», pág. 39, ÜSVALDO LIRA, El Ordén Potitico.
(20) ÜSVALDO LIRA, El Orden Político, pág. 40.
301
Fundaci\363n Speiro

CRISTIAN GARA y· VERA
minada, ni siquiera en un conjunto de elloo. Por lo mismo que
~o se puede juzgar una sinfonía en un acorde, Ja vida de una na­
ción no es· comprensible de acuerdo a un solo instante.
En uno de
sus más importante libroo, El Orden Político, el
Padre Lira precisa esta noción .sosteniendo que la sucesividad
no
es simple temporalidad (21 ), ya que se trata -nada menos-, que
de una condición propia de
la, entidad artificial que va desplegando
por partes su ser en los .diversos actos en ·que está comprometida
por sus integrantes.
La Tradición.
La Tradición pasa, entonces, a ser el elemento ag]utinador y
configurador de
esoo materiales dispersoo; qu~ al contar cori una
fisonomía propia pueden servir de base a toda política acorde al
bien
común.
De
acuerdo.ª Vázquez de Mella, a Donoso Cortés, a Pradera,
a Menéndez y Peláyo -algunos de sus autores favoritos-- la tra­
dición constituye un punto actual del cual el gobernante ( y los
gobernados) debe extraer criterios de continuidad, de modo de ser
fiel a la idlosiricrasia nacional. Un presente histórico «que requiera
preciarse como
tal, no habrá de consistir jamás sino en un acumu­
lamiento de pretéritos qué, alguna vez, también fueron presentes
y que, en este último carácter, están llamados a permanecer vir­
tualinerite
en la política de cada día» (22) ..
Sobre todo en su primera época, y siguiei;,do a V ázquez de Mella
desde la
filosofía del Aquítiate, el Padre .Lira ratificó su tradicio­
nalismo. Por ello adoptó
la divisa ele.la Tradición .como .el sufragio
universql de los siglos, tal com~ la llamaba el autor espafio1 antes
citado (23
). .
(21) «Las personas individuas, desde luego, son temporales porque
están-sometidas al· correr de los tiempos; pero nó· SOn de ·ningún modo su­
cesivas»-, OsvALrio LIRA, El Orden· ·pofi.tico, pág. 44; ·
(22)· OsvALDo LrRA, El Orden Politico, pág. 47.
f23) En este texto habla· tanibién, siguiendo ai ·autor cit8.do1 de «todo
sucesivo»-, ver ÜSVALDÓ, LIRA~ NóStalgia de Vázquei de Mella, ·p~g. 123.
302
Fundaci\363n Speiro

LA. IDEA DE TRADICION EN EL P. OSVALDO URA., SS. ce.
Precisamente un aspecto sobre el cual nuestro autor ha puesto
énfasis es que la Tradición unifica los momentos particulares de
sus integrantes y los dota de proyección y unidad en
el tiempo.
Esta idea la
ha trasmitido el Padre Lira con notable coheten­
cia.
Así, en su ptólogo a El Tradicionalismo·y los Orígenes de la
Guerra Civil, advierte que «es preciso conjugar el presEénte que
estamos viviendo, con el pretérito que ya hemos vivido, para, de
esta manera proyectar y fijar
el futuro que, algún día, deberemos
vivir ... » (24).
Tenemos, dice, «el deber imperioso de
aceptar nuestras tra­
diciones auténticas, y, a la vez, de actuar en el momento presente
de acuerdo con ellas» (25).
Aludiendo a
la teoría de las generaciones en Ortega y Gasset,
el Padre Lira la acepta dentro
de los límites muy precisos. de la
finalidad
de la nación, pues en caso contrario cobraría. vigencia
el calificativo de generaci6n amotinada que usa Vázquez de Mella.
«De esta suerte y para cumplir con su misión, los grupos
get1era­
cionales deberán constituir otras tantas vivencias de los mismos
valores nacionales.
El modo de vivirlo podrá serles peculiar, pero
la norma deberá proporcionarla la Nación» ... «Los gérmenes de cada
uno de los grupos generacionales en cuestión .deberán serles pecu­
liares; porque, de otro modo, no se podría dar, respecto de ,ellos,
ninguna vivencia; pero, a pesar
de todo no podrán serles peculia­
res quoad omnia; porque, en tal caso, no los podrían haber reci­
bido, en entrega
o tradición, de las generaciones· anteriores, per­
diéndose así la continuidad nacional» (26).
«Por este motivo
-advierte en un cuarto texto-, el exigir a
una sociedad civil detertninada que sea tradicional
en. el primero
de los sentidos indicados, significará
ipso facto que ha de exigirse'
(24) ÜSVALDO LIRA, Pr6logo, pág. 11, en CRisTIÁN GARAY VERA, El
Tradicionalismo y los orígenes ...
(25) ÜSVALDO LIRA, Pr61ogo, pág. 11, en CRISTIÁN GARAY VERA, El
Tradicionalismo y los orígenes ...
(26) OsvALDo LIRA, Ortega en su espl,,itu, II, pág. 321.
303
Fundaci\363n Speiro

CRISTIAN GARA,Y VERA
le también la incorporación de los valores de su pasado al presente,
que (
... ) esté viviendo» ( 27 ).
Además, esta exigencia a los gobernantes se origina porque el
gobernante actúa en cierto modo de principio unificador sobre la
sociedad,
y en su accionar debe representar los valores que han
hecho
perdurada. En un anticipo de su libro sobre la monarquía
en Quevedo, publicado en revista
Estudios en febrero de 1950,
el
autor, distinguiendo entre el señorío pleno de Dios y el limitado
del monarca ( entendiendo por tal al que detenta el poder y
legis­
la), advertía: «Su poder se extenderá sin perder un ápice de su
legitimidad hasta donde se extienda la virtualidad propia de la
forma nacional, no
más allá. Para que el monarca sea propiamente,
aunque no plenamente, tal, bástale con que
sea él la causa primera
intrínseca de la adhesión y, por ende, de la existencia misma de la
sociedad por él gobernada. No será totalmente señor de cada uno
de. los súbditos ni de todos en conjunto, porque la sociedad civil
no puede presentarse como exhaustiva frente a
las posibilidades
integrales de la persona humana (
... ), pero sólo será de todos ellos,
en
globo o por separado, en cuanto a las posibilidades comprome­
tidas, puestas en juego, necesaria y continuadamente para mante­
ner en vigencia la comunidad nacional,
la
dvitas» (28).
· Para el Padre Lira la asimilación de la tradición en la existen­
cia social· no es una tarea puramente del
Gobernante. Por ello
subraya la necesidad
de incorporarla más que como disciplina del
conocimiento, en cuanto ejemplo o maestta de la vida. «De este
modo; la obligación más. urgente para noáottos es el conocimiento
de nuestra historia.
Pero no hablamos ahora de ese conocimiento
minucioso
y detallista ( ... ), sino de un conocimiento verdadera­
mente histórico, en
.el cual cada uno de los fenómenos que van
poco · a poco estructurando la vida de una nación constituya un
punto de referencia para captar el espíritu o
la esencia de dicha
comunidad nacional» (29).
(27) ÜSVALDO LIRA, El Orden Politico, p,lg. 50.
(28) · ÜSVALDO LIRA, «El pensamiento político de Quevedo», en revista
Estudios, núm. 202-203, Santiago de Chile, febrero-marzo de 1950, págs. 21-22.
(29) OsvALDO LIRA, Hispanidad y Mestiza¡e, Covadong•, Santiago de
304
Fundaci\363n Speiro

LA IDEA DE TR.A.DlClON EN EL P. OSV.A.LDO LIRA, SS. ce.
Por cierto, que para el autor existe además otra raz6n para
exigir esta incorporación de la Tradición en la acción de los go­
bernantes. Ella es que «un ente cualquiera no puede independizarse
de su propia duración -porque tampoco puede independizarse de
su propia
entidad-, la sociedad civil no podrá, por su parte, echar
por la borda su tradición» ( 30
).
De allí que la verdadera concepcion de nación ( o sociedad ci­
vil) deba asumit la de un todo sucesivo en la que se van desple­
gando las gotas o parcelas de su identidad y ratifique o decline
su esencia.
Dado que la tradición no pervive por sí sola sino como re­
sultado de las actitudes de la sociedad en que integran sus miem­
bros, esta tiene el carácter - de
relaci6n predicamental contingente «en cuanto brota de la coin­
cidencia
o identidad de las diversas y ya mencionadas actitudes
vitales, o bien en la del
habitus operativo si se la considera en
relación con su cotrelato
obvio que es el cuerpo nacional» (31).
Tradición, lo dice en el Capítulo 2.0 de su Nostalgia de Váz­
quez
de Mella, no puede confundirse con rutina o costumbre, sino
con la incorporación del pasado en forma vital
af presente, de
modo de poder proyectar a lo venidero su influjo. Como tampoco
con
la nostalgia sentimental por el pasado (32).
No parece exhaustivo definir a la Tradición sólo por negación
o contradicción. Tradición
es asumir lo pretérito no en cuanto
mero pasado sino como impulso para seguir; como· herencia que
se recibe.
El Padre Lira describió esa función enriquecedora de la Tra-
Oille, 1985, pág. 91. En este mismo sentido: «Una nación digna de ser
calificada como tal deberá ir realizando su propia historia poco a. poco, con­
vencida. de que, como-estimaban rectamente los romanos, resultará más ur­
gente para ell:ct llevarla a cabo que escribirla», ÜSVALDO LIRA, Nación :V
nacionalismo, pág. 522, en ENRIQUE CAMPOS ME.NiiNDEZ (comp.), Pensamien­
to Nacionalista;
(30) OsvALDO LIRA, Nostalgia de Vá,:quez de Mella, pág. 124.
(31)
ÜSVALDO LIRA, Nostalgia de Vá,:quez de Mella, pág. 126.
(32) Esta idea en ÜSVALDO LIRA, Nostalgia de Vá,:quez de Mella, pág.
125; y en El Orden Polltico, pág. 51.
305
Fundaci\363n Speiro

CRlS'rlAN GARA Y VERA
dición en su ensayo Nación y Nacionalismo: «El alma nacional
-------dice-,.: tendrá que .ir progresando esencialmente y enriquecién­
dose incesantemente, para
1o cna1 es imprescindible conservarse
fiel a los valores que
cada generación vaya entregando a la que
haya de
sucederle en el decurso del tiempo, constituyéndose así,
con las aportaciones de todas ellas reunidas, lo. que hemos deno­
minado ahora
tradición» (33).
Singularidad y vigencia.
Claro está que esto no sería suficiente. si la bondad de la tra­
dición residiera.en una especie de tautología,
.en la cual la tradi­
ción
es buena porque es tradición. Porque si fuese así caería en
un ilusionismo semántico, sin sentido, contenido, ni
finalidad. Lo
cierto es que la tradición es la manera concreta de singularizar las
sociedades y por ende de arraigar al hombre con sus semejantes y
de
permitrrle ser «nosotros» antes que «)os otros» (34 ).
Esto no. puede quedar en abstracto, por cuanto es obvio que
el concepto de tradición se encarna histórica y vitalmente en
las
sociedades destacando ciertos aspectos o valores, es decir, deter­
minando históricamente del
wnjunto de normas. del Orden Natu­
ral algunos rasgos de su específica aplicación. Es. en estos procesos
donde
la identidad se mantiene siempre en vilo. Cuando se agre­
gan o desaparecen no sólo los valores sino también los elementos
materiales que les
dan soporte (35). Entonces se da el caso para­
doja!
-'-en apariencia-de cómo formas cpncretas de particularis-
(33) ÜSVALDO LIRA, Naci6n y Nacionalismo, pág. 48, en ENRIQUE CAM­
POS MENÉNDEZ (comp.), Pensamiento Nacionalista:
(34) ÜSVALDO LIRA, Naci6n y Nacionalismo, pág. 48, en ENRIQUE CAM­
POS MENÉNDEZ (comp.), Pensamiento Nac.ionalista, y en Pr6logo, pág. 11,
en CrusTIÁN GARAY VERA, El Tradicionalismo y los origenes ...
(3.5) «En el caso de la sociedad civil, se va incesantemente produciendo
la sustitución y reemplazo de sus elementos materiales, y por
~ se hace
absolutamente
necesario to;mar en cuenta ese. cotljUJ;l:to,-inapreciable de va­
lores que reciben el nombre común de Tradición»; ÜSVALDO LIRA, El Orden
Polltico, pág. 48.
306
Fundaci\363n Speiro

LA IDEA DE T RA DIC[ON EN EL P. osv A.LDO LIRA, SS. ce.
mo nacional pueden contener, si se sabe respetar d orden natural,
valores
y formas universales. En sí.una, cómo una tradición propia
como la chilena, por ejemplo, puede compartir impulsos vitales
derivados
dd mismo tronco que da origen a la tradición uruguaya,
peruana, española o venezolana; Y
.cómo. se puede encerrar de un
modo peculiar
un valor que· es valor también en rdaci6n al género
humano y
al Bien Común de la sociedad.
Precisamente en
ello. reside la riqueza de la tradición hispánica
que da origen a nuestros pueblos. Pues la
forma histórica de los
mismos, bajo dirección de
la monarquía española, constituye una
vivencia de tal magnitud y universalidad que fue la columna ver­
tebral de
lá identidad hispanoamericana, por más q?e después se
hayan sumado· influjos adjetivos de otras culturas europeas, y
como antes se asimilaron al tronco hispánico elementos indígenas,
que dan origen, por ejemplo,
al arte cuzqueño ..
Es que la tradición nacional por muy noble que sea, debe or­
denarse y compadecerse al Orden Natural y al fin universal
dd
hombre. Y en este sentido no se puede encerrar en los moldes de
un nacionalismo provinciano, ni alegar fueros contra el Bien
Común.
La tradición hispánica, y la tradición como concepto general,
no puede sino reconocer una filiación de valores que arrancan de
la contemplación cristiana, que
cómo savia de valor· universal,
alimenta
_todos afluentes de ese gran río.
307
Fundaci\363n Speiro