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Número 323-324

Serie XXXIII

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Giles Kepel: La revancha de Dios (Cristianos, judíos y musulmanes a la reconquista del mundo)

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
me pregunto, las patentes diferencias entre el movimiento social
católico actual y el catolicismo social del pasado:
.¿no suponen
una verdadera transformaci6n de la naturaleza de este movimiento
más que, tal y como mantiene
el autor, una discontinuidad aguda?
El lector de Un siglo de cafolicismo so~ial en Europa adver­
tirá, sin duda, estas y otras muchas sug'"'l!ncias .y aportaciones
contenidas en
una obra densa . y amena, breve. y profunda, y que
ofrece simultáneamente una
. perspectiva general y. especial~da.
Este libro y el coloquio que le dio origen eran necésarios para
superar tanto los silenc;ios de ciertas. escuelas historiográficas
acerca del movimiento social cat6lico
......-silencios originados por
diferentes razones o sinrazones-, com._o las. cons~gp.ientes igno­
rancias generalizadas entre los estudiantes preuniversitarios y uni­
versitarios, los postuniv,rsitarios (transmisores, de múltiples ma­
neras, de cultura y ciencia) y buena part~ de los ámbitos cultura­
les y del gran público . de nuestros días, . Los abundantes estudios
sobre
la cuesti6n social cat6lica, impulsados en .1991, han roto el
hielo del silencio, e incluso el silencio del
ostracismo, y.han abierto
nuevas perspectivas no. s6lo historiográficas .sino también huma­
nísticas en cuanto conocimiento y
formaci6n.· para la vid.a.
JosÉ }:ERMÍN GARRALDA Aruz<;UN.
G, Kepel: LA REVANCHA DE DIOS (*)
Con. este sugestivo titulo, el aútor .-investigador de CNRS y
profesor del Instituto de
Estudios políticos de París, especializado
en sociología del Oriente · Medio-, aborda un problema capital
hoy en el mundo, la
situaci6n del hombre moderno ante el hecho
religioso que no sólo ·afecta a
lo cultural. sin.o más aún a ló exis­
tencial.
· Antes de seguir, y para el lector católico, conviene recordar
lo que dice
la Redemptor hotninis al respecto: «La Iglesia, como
sociedad humana,
. puede sin duda también ser examinada según
las
categorías de las que se· sirven las ciencias en ,eus relaciones
hacia cualquier tipo de sociedad. Pero
esas• categorías no son su­
ficientes
... No se trata solo de una específica pertenencia social,
sino que .es más bien esencial, para cada uno y para todos, una
cóncreta
vocación» (IV, 21). Es decir,·un-llamamiento divino que
(*) GILES KEPEL: «La revancha . de Dios' (Cristianos, judíos y musul­
manes a la reconquista_ del mundo)», Anaya & Mario Muchnik, 1991, 283
páginas más índice y bibliografía; ·
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INFORMACION BIBL_IOGR.AFICA
excede cualquier formalización intelectiva meramente sociológica.
Hay que recordar esto porque así
como el Papa justifica en la
primera frase la licitud del método sociológico aplicado a la Igle­
sia Católica, a la
vez marca un limite a tal licitud, evitando que
se convierta en algo absoluto como lo es cuando se aplica a otras
realidades humanas, incluidas las
religiones de los hombres que
no pueden parificarse con la Religión de Dios.
Esto aquí
es importante porque esta obra, bajo el estupendo
título
«La Revancha de Dios» es un estudio sociológico -y no
pretende ser
más que eso--del actual momento religioso en el
mundo, describiendo la acción. de los cuatro grupos religiosos
más
significativds en la actual civilización: El .«mundo islámico (Capí­
tulo 1);
la Iglesia Católica (Capítulo 2); el «reviva!» protestante
norteamericano ( Capítulo 3)
y, finalmente, el momento actual del
mundo judío, no sólo en Israel {Capítulo 4).
Termina estudiando
lo que considera un objetivo compartido por todos: «Reconquistar
el Mundo» (Conclusión).
La lectura de tan interesante temática -especialmente ins­
tructiva en nuestro entorno español donde se suele ignorar lo
ocurrido en
otros entornos que indudablemente
nos afectan y de
los que
se habla sin conocerlos-muestra la utilización de unas
categorías
analíticas únicos que aplica a tan variado panorama. Sin
establecer aquí un
orden de prioridad,. hemos entresacado las si­
guientes:
-En está «reconquista» .religiosa del mundo, tras el. agota·
miento del modelo laicista desarrollado
por la.· civilización
moderna
--cf. A. Bloom, .«El cierre de la mente moderna»;
J. J. Sebreli, «Asedio.ii la modernidad»; Ross Poole, «Mo­
ralidad · y Modernidad» ; Fukuyama, «El fin de la historia
y el último
hombre»-, es analizada por el Autor desde
una doble óptica, por lo demás
de evidencia inmediata:
A)
· Se da una doble estrategia en todos los casos, que el
Autor define
como una acción «desde abájo» · y otra
«desde arriba», aquella operante en el tejido orgánico
de la sociedad, en lo que F. Tonnies llama «comuni­
dad»
--«gemeinschaft»-; mientras que la reconquista
«desde
arriba» lo'intenta por el'control de la «socie0
dad» -«gesellsclíaft»·-mediante la toma del poder
político.
Describe .las peculiaridades de cada caso,
identificando por
su nombre cada grupo y personas
más significativas del mismo, todo dentro de una mis-
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ma legalidad sociológica con las categorías de «arriba»
y «abajo» del tejido social en que operan, en las con­
cretas circunstancias históricas de cada comunidad y
de cada grupo religioso, aunque «entre 1975 y 1990
los movimientos de reafirmación
de la identidad re­
ligiosa han sufrido una mutación considerable» (pá­
gina
265).
B) Obviamente esta «reafirmación» no es igual en los
movimientos cristianos que en los no cristianos, ni
en los que se dan en sociedades desarrolladas en el
área católica --«Comunión y Liberación» en Italia;
el «modelo polaco» o el «contramodelo checo» (Cap. 2,
págs. 117
y sigs.)--y los revivalismos norteamerica­
nos protestantes de
los. fundamentalistas políticos
evangélicos o los telepredicadores del
«rearme moral»
-Billiy Graham, Oral Roberts (págs_ 157 y sigs.)-­
hasta su «entrada en la política» (págs. 165 y sigs.)
por «el despertar de la movilización electoral evangé­
lica» (págs. 170
y sigs.) a favor de los republicanos.
Lo mismo pasa en las religiones no cristianas,. según
la diferente situación de sus adeptos en los países is­
lámicos o Israel que no .es igual que la de los emigra­
dos en Europa o E.E.U.U.
No deja de señalar cómo, aunque aparezca paradójico, los
más
activos promotores de estos movimientos radicales religiosos, sue­
len tener formación técnica y cientlfica. Así, hablando. de la ver­
sión judía e islámica, dice: «En ambos casos los artífices de la
operación son intelectuales, ese estatuto híbrido que tuvieron una
primera formación secular, a menudo técnica, y
más tarde se vol­
caron al saber religiosd, si bien conservando las herramientas con­
ceptuales anteriormente adquiridas» (pág. 336). Y no lo dice a
humo de pajas, pues su conocimiento del tema viene avalado por
la
impresionante citación bibliográfica -231 citas-que aparecen
al final del libro, muy de agradecer ahora que escriben tantos en­
sayos «de ómni re scibile» sin · haber leído nada sobre los temas
tratados. En este aspecto
es particularmente interesante el estudio que
hace
de. las diferencias entre el «sionismo laico» -el Estado de
Israel-y la ortodoxia religiosa del Fretz Israel (tierra de Israel)
en
el Capítulo 4,'titulado «La redención de Israel», objetivo del
Gush Emunin, «movimiento político religioso nacido al fin de la
guerra árabe-israelí de
octubre 1973» (pág. 197), que se erigió «en
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heredero de la re-judización de Israel frente a un Estado y una
sociedad culturalmente dominados hasta entonces
por una concep­
ción laica y socializante del sidnismo» (ibíd.).
Señalamos este caso -que «pari passu» se repite en otros mo­
vimientos cristianos e
islámicos-por la especial situación de
Israel,
por un lado socioeconómica y culturalmente instalado en
la cultura moderna,
pero, por otro lado, históricamente anclado en
el mismo origen de
la Revelación sinaítica compartida, aunque de
diverso modo, por cristiános y árabes. Como se ve en la
descrip­
ción pormenorizada del estado actual del hecho religioso, objeto
de la obra, explícitamente expuesta en la «Conclusión» final
-'-«Respuestas al mundo» (págs. 265 y sigs.)--, el problema de
fondo de estos movimientos
de las tres religiones monoteístas,
compartido en los diversos grupos de sus fieles, consiste
eii el
choque entre una visión religiosa del hombre
y la cultura moder­
na, atea
o agnóstica, surgida tras la Ilustración del siglo XVIII.
Estos grupos, «en quince años -1975/1990-han logrado
transformar la confusión de su adeptos ante la crisis de la moder­
nidad en proyectos de reconstrucción del mundo
que encuentran
en los textos sagrados los fundamentos de la sociedad del futuro»
(pág. 265). Y añade el Autor: «Los movimientos cristianos,
ju­
díos o musulmanes que hemos observado, se enmarcan en esta
doble perspectiva. Primero
se abocan a definir la confusión y el
desorden que sus adeptos perciben en
el mundo • . . Luego elabo­
ran proyectos de transformación que amolden el orden social a los
preceptos o valores de
la Biblia, el Corán o los Evangelios, wicos
garantes --en su interpretación-del advenimiento de un mundo
de Justicia y de Verdad» (págs. 265-266). Señala también cómo
«aparte de la simultaneidad histórica, estos movimientos exhiben
numerosos rasgos comunes.
En primer lugar; los une la descalifi­
cación de
un laicismo cuyo origen señalan en la , filosoffa de la
Ilustración. En la orgullosa emancipación de la razón respecto á
la fe ven la causa fundamental de los males de siglo = .. . Para
el conjunto de estos movimientos,
lo que se ha descalabrado es
la propia legitimidad de la ciudad secular» (pág. 266 ).
Esta visión del problema comporta inevitablemente dos con­
secuencias: una, socio-política; otra, socio-religiosa. La primera
afecta a la relación entre la religión y la democracia ; la segunda
·al ecumenismd, es decir, a la relación entre las diversas religiones.
El Autor quiere distinguir, respecto al tema socio-político, entre
la actitud cristiana y la judía e
.islámica: «Esta distinción funda­
mental traduce una relación de otro tipo con el tema
de la demo­
cracia. Los islamistas impugnan la noción misma.
y aspiran a fun-
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA.
dar una sociedad regida por la sharía -la ley de Dios (pág. 41}-;
y los emunistas consideran que la ·democracia es una situación
temporaria que puede aprovecharse para impulsar el advenimiento
de un reino me.siánico en que el hala¡(, -vid. la "ley judía o ha­
lajá" (pág.
199)-tenga fuerza de ley. En ambos casos nos encon­
tramos ante
un modelo monista para el cual la ley revelada por
Dios es principio exclusivo de la organización social» (pág. 27.3 ).
Por el contrario, sigue diciendo, «los movimientos de recristiani­
zación desde arriba -incluso los más virulentos como la Mayoría
Moral de Jerry Falwell-nunca han cuestionado. el dualismo que
se resume en las enseñanzas
de Cristo: 'Dad a Píos lo que es de
Píos y al Cesat lo que es del Cesat'. No existe equivalente cris­
tiano de la
sharía o la halaiá, y es en el mateo del cristianismo
donde se construye el proceso democrático moderno, a través de
la
.. Reforma primero, de la Ilustración más tarde ... Dicho de otro
modo: los diversos movimientos de re-cristianización desde arriba
no pueden
. rechazar el concepto democracia. como si fuera una
patraña» (ibíd:).
La descripción
. del modelo social judío o islámico sólo refleja
la rigidez de sus
. doctrinas, de un tosco unitatismo, frente a la
flexibilidad
viva del paradigma cristiano medieval de las «dos es­
padas» del Poder -la religiosa y la civil-aunque es innegable
que históricamente tuvieron enfrentamientos, estos debidos a la
condición pecadora de los hombres, clérigos o laicos, y se daban
más en la
administraci6n del poder social que en la justificación
y fundamentación del poder religioso o civil. Todo ello está de­
talladamente descrito
por el Autor, aunque en un línea argumen­
tal discutible. En efecto: la indudable génesis cristiana de la de­
mocracia moderna no tiene parigual
en los ámbitos islámicos o
judíos,. si bien
· puede · calificarse el · fenómeno . democrático como
una
«caída» que 'primero apatece en la ruptura religiosa de la Re­
forma con el «libre examen»; después,
en la ruptura filosófica
de la Ilustración. Ambas rupturas
desgarraron el tejido sociocul­
tural del cristianismo occidental, justamente en la línea maestra
que
es el concepto de «libertad», de modo que en los movimien­
tos cristianos «la limitación democrática
no sólo les impide utili­
zar· ,la violencia: influye además en el contenido del mensaje de
estos movimentos» (pág. 27 4 ), , que ahora ·habrá de cuestionarse
si
.pueden seguir llamándose «cristianos».
· En efecto, la «libertad», según la entiendeAa Iglesia Católica
es «libertad
para», no «libertad .de ... »., que es pura indetermina­
ción y es, justamente,
la «libertad liberal» la que elimina del hom­
bre toda heteronomía
y. relativiza la verdad, rebajándola a mera
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«oplillon». Por esta pnerta entramos en la otra cdnsecuencia, la
socio-religiosa. Hay que notar que en la Religión Revelada los
cdntenidos de ella
no son pactables, son verdades. y no opiniones,
lo cual afecta directamente al ecumenismo en las sociedades de­
mocráticas pluralistas.
En otras palabras: como la religión consti­
tuye el núcleo del «bien común» social que define
el ser mismo
del pueblo, la coexistencia de diferentes comunidades religiosas
dentro
de una misma unidad pdl!tica. excluye radicalmente una
interpretación inorgánica
-como es la de la democracia liberal­
de «un hombre, un voto», para la constitución jurídica de la or­
todoxia pública, pues el «corpus legal» tiene que reflejar la diver­
sidad religiosa,
la tiempo que jerarquizar las respectivas importan­
cias sociales de las diversas creencias,
en las leyes generales que
ha de regir toda
la sociedad. Y aquí surgen conflictos insolubles
cuando
en la interpretación de la ley natural, fundamento de la
legislación positiva, unos
la niegan y otros la interpretan torcida­
mente: en esto no cabe
pacto ni consenso,
El pluralismo religioso en su proyección social implica la ins­
titucidnalización de «privilegios» o leyes privadas de cada cteencia
en los espacios dominados por ellas: el «gheto» o «judería», la
«morería» si se trata de inclusiones hebreas o musulmanas en la
república cristiana. No se crea que esta solución -que sólo sig­
nifica la prioridad de la «comunidad» sobre la «sociedad» en un
orden subsidiario-es algo coactivamente impuesto, sino que es
lógicamente exigido pdr los propios creyentes como se ve en la
constitución
voluntaria de «ghetos» en el terreno dominado por
los judíos ortodoxos (iaredim) dentro de Israel, «cerrados y ex­
clusivos reinos de la Torá» (pág. 245) que les «lleva a romper en
la vida cotidiana con el entomo social y vivir en ghetos comunita­
rios, tanto en Israel cuanto en la diáspora» (pág. 238), pues asi
se convierten en «garantes de la pervivencia de
la identidad judía
y generadores de signos de diferenciación en el medio social no
judío o no practicante» (pág. 242). Estos son opuestos a «la
Haskalá -versión judía de la Ilustración-, (por la que) nume­
rosos judíos europeos abandonaron los ghetos durante el siglo XIX
y se asimilaron a la sociedad no judía (ibíd.). En Israel hoy, in­
cluso, para conseguir esto
se da el caso de Bné-Brak, «donde la
víspera del shabbat los habitantes de vecindarios ortodoxos alzan
barteras para aislarse» (pág. 278):
Es pues, «el retomo al ghetd»
(pág. 276), asumido voluntariamente como necesidad
social,
¿Por qué? Pues porque «en torno a este sistema se edifléó una
ética vital de carácter totalizante, que
influía no solamente en la
sinagoga o el hogar»
(pág. 221 ), sino que· propicia «la ruptura
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INFORM.A.CION BIBLIOGR.A.FIC.A.
(que) exige una estricta separación entre judíos y gayim (no ju­
dios, gentiles) cuyo objeto es
impedir la asimilación, amenaza su­
prema para la perpetuación del pueblo judío (pág. 199), nos dijo
antes el Autor. Esto, a su vez, viene exigido para
el creyente orto­
doxo, pues «como señaló la revista francesa del movimiento luba­
vich, desde el punto de vista
del Creador existe la misma diferencia
entre el judío y el no judío que entre este y el
animal» (pág. 277).
Hemos señalado aquí este caso extremo porque en
el mismo
se ve claramente no sólo el enfrentamiento de este retomo a las
fuentes religiosas con la antes señalada «limitación democrática»
(pág. 274) de la cultura moderna, sino también cómo se marca
un límite intraspasable a
la «utopía ecuménica» porque «cada
una de las .culturas
religiosas ha elaborado Verdades específicas
que, al ser causa de fuertes
reafirmaciones de identidad, son mu­
tuamente excluyentes. El ecumenismo se limita a la exclusión de
lo
laico; más allá de esto, los proyectos sociales divergen hasta
hacerse profundamente antagónicos, alentando pontencialmente
despiadadas luchas
en las cuales ninguna doctrina puede aceptar
compromisos sin perder el crédito de sus
adeptds» (pág. 276). Y
este hecho sociológico
es lo secundario: lo peor es que los com­
promisos sobre cuestidnes fundadas en la fe religiosa, la traicionan.
En resumen: el estudio sociológico de Kepel desarrolla el tema
del renacimiento
religioso de la Humanidad llevándolo hasta sus
últimas consecuencias. Algunas no muy agradables, por cierto. Lo
cual explica porqué en la presentación · común de este tema más
que a las «razones» o
a los «hechos» muchos den importancia a
los «sentimientos» y

a los .«deseos», quedándose
as! en la super­
ficie del problema. Pero es tomar el mal camino dar preferencia
en este tema a las «razones del corazón»
(Pascal) que a las del
entendimiento, pues as!, por
el ancho y agradable camino de
la
«utopía», dan finalmente en el desastre.
ANTONIO SEGURA FERNS.
lean Dumont: EL NACIMIENTO DE LA ESP~A
MODERNA(*)
Si una obra de Jean Dumont en el concierto hispano es siem­
pre noticia jubilosa, indudablemente,
la ¡ttesente publicación lo es
y en tono subido. Y esto por diversas razones. Por supuesto, la
(*) Cuadernos del· Aula de Teología l. Edita: Delegación de Pastoral
Universitaria. Arzobispado de Mádrid, Madrid, 1993, 108 págs.
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