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Número 331-332

Serie XXXIV

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La Democracia Cristiana italiana y el aborto: una verdadera traición

LA DEMOCRACIA CRISTIANA ITALIANA
Y
EL ABORTO: UNA VERDADERA TRAICION
POR
ALFREDO MANTOVANO (*)
l. ¿Es más escandalosa la traición o su denuncia?
«Lo que ha dicho es falso, ridículo e injusto; contra el divor­
cio y el
aborto hubo una movilización general de los demócrata
cristianos» ( 1
). En estos términos el ex director de L'Osservatore
Romano,
Valerio Volpini, ha salido al paso contra la acusación
de traición a
los valores católicos, en particular los que se refieren
a
la tutela de la vida del nasciturus, que lanzó cdntra la Demo­
cracia Cristiana
la presidente da la Cámara de Diputados, Irene
Pivetti, en el
Meeting de Rimini el 27 de agosto de 1994 (2). En
torno a esta cuestión específica del comportamiento del partido
de la Democracia Cristiana respecto al aborto, se han hecho eco
de ella diversas personas de relieve en la democracia cristiana,
desde Tina Anselmi, Ministro de Sanidad cuando apareció
la ley
(*) Alfredo Mantovano (Lecce, 1958), es miembro de Alleanza Catto­
lica, Juez de lo penal en el Tribunal de Lecce, autor de múltiples ensayos
publicados en diversas revistas, especialmente en Cristianittl, y. d_e dos obras
sobre la situación de la justicia penal italiana: La giustizia negata (Cristianita,
Piacenza, 1992) y Giustizia a una svolta (Cristianita, Piacenza, 1993). (Tra­
ducción de Estanislao Cantero del original italiano publicado en Cristianitd,
núm. 232-233, agosto-septiembre 1994, págs. 13-15).
(1)
La Gazzetta del Me:aogforno, 30.VIII-1994.
(2) Cfr. IRENE PIVETTI, «La riconquista oltre l'esilio e la regalit8. do­
lorosa di Cristo», intervención en el Meeting por la Paz y lar Amistad entre
los Pueblos en
Rímini el 27 de agosto de 1994, en Cristianita, núm. 232~233
(agosto-septiembre 1994), págs. 11-12.
Verbo, núm. 331-332 (1995), 71-78 71
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'194 de 22 de mayo de 1978 legalizadora de la interrupción vo­
luntaria del embarazo y, por consiguiente, firmante de la misma,
y según la cual, el Papa Pablo VI habría exhortado a los minis­
tros democristianos para que nd dimitiesen y permanecieran en
sus cargos, aun
teniendd que suscnbir dicha norma (3), hasta
Emilio Colombo que, hablando de «análisis culturales burdos e
históricamente infundados», ha definido la tesis de Irene Pivetti
como «una descarada y mezquina utilización partidista de una de
las más dramáticas vicisitudes de los
católicdS italianos y de la
Democracia cristiana» (
4).
La calidad de la protesta, los términos empleados y la canti­
dad de voces que
se han alzado, entre las cuale.s .e.stán incluso las de
algunos diputados elegidos
en las filas del Centro Cristiano De­
mocrático,
po afinnaciones realizadas por la presidente de la Cámara de Diputa­
dos, pero una relectura de los datos
esenc;iales de la conducta
seguida por
la Democracia Cristiana en materia de aborto -re­
lectura que en absoluto es inútil-es suficiente para convencer
de la total certeza e integral adhesión
a la verdad histórica del
juicio expresado
en Rimini. y, por consiguiente, para compro­
bar
la falsedad de las afirmaciones de todos aquellos que se han
rasgado
las vestiduras clamando al escándalo ..
2. La traición ·en el Parlamento.
La traición democristiana se inició en el mes de. diciembre de
197 5, cuando, frente a los propuestas de ley presentadas en el
Parlamento para introducir
el aborto «legal», el entonces Presi­
dente del
Consejo de Ministros, Aldo Moro, declaró. la neutrali­
dad del gobierno; continuó en
la primavera de 1976, cuando, en
presencia de una mayoría
. en ambas Cámaras todavía teóricamente
antiabortista, muchos diputados de la Democracia Cristiana con
72
(3) Cfo La Gav.etta del Mev.ogiorno, 30-VIII-1994.
(4)
Cfr. La Gazzetta del Mezwgiorno, 29-VIII-1994.
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LA DEMOCRACIA. CRISTIANA ITA LIANA Y EL ABORTO
su postura en los trabajos de las comisiones que se ocupaban
del examen de
las propuestas de ley, determinaron el cambio de
la mayoría en sentido hostil a
la vida en gestación; se perfeccionó
en la primavera de 1978, cuando el texto que unificó las diver­
sas propuestas de ley abortistas, una vez superada la criba de las
comisiones, llegaba a las salas de la Cámara de Diputados y del
Senado. Hacia el mes de junio de aquél año
se señaló el referen­
dum
propuesto por el Partido Radical, tendente a la completa
liberalización del
aborto mediante la supresión de los tipos del
código penal que castigaban
la interrupción voluntaria del emba­
razo: los radicales detenían, de hecho, la propuesta de ley, a su
juicio insuficientemente permisiva. Para impedir la celebración
del
referendu,n los otros partidos. abortistas aceleraron los traba­
jos de la Cámara de Diputados con el recurso a la sesión perma­
nelite,
para cuya celebración los representantes del grupo demo­
cristiano, en aquella época presidido por Flaminio Piccoli, dieron
su asentimiento determinante
(5): la oposición a la sesión perma­
nente en las reuniones de los jefes de los grupos sabría sido su­
ficiente para que la ley no pasara.
A quienes observan que de otro modo
se habría ido a un
referendum incierto, basta responder que el voto se habría desa­
trollado en condiciones ciertamente
diferentes respecto a aquellas
en las que, posteriormente, ruvo lugar en 1981 la consulta
po­
pular, a iniciativa del Movimiento por la Vida, tras

tres años de
aborto «legal» a cuestas; y que, por tanto, en aquel momento
la elección era entre la certezá de una ley legalizadora del homi­
cidio del
nasciturus y el simple riesgo de derogar las normas pe­
nales que lo penaban. Más a6n: la ley 194/1978 se aprobó por
la Cámara de Diputados con 308 votos a favor y 27 5 en contra ;
en
teoría, los partidarios de la nueva legalidad --es decir, el Par­
tido Comunista Italiano, el Partido Socialista Italiano, los Inde­
pendientes de izquerda,
el Partido Republicano Italiano y el
Partido Liberal Italiano-suponían 319 votos, y los contrarios
-Democracia Cristiana, Democracia Nacional, Movimiento Social
(5) Cfr. Il Giornale nuovo, 12-IV-1978.
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Italiano-Derecha Nacional, Südtiroler Volkspartei, Democracia
Proletaria y Partido
Radical-308. Entre los partidarios de la
ley faltaron en la votación
11 votos, mientras que entre sus opo­
sitores fueron 33; con lo que, sobre el papel, de entre los que
debían ser hostiles a
la propuesta de ley, en el momento de la
votación había 29 ausentes, 12 de los cuales eran democratacris­
tianos: esto significa que 4 de los
3 3 teóricamente contrarios a
la ley votaron a favor de ella y que,
si todos los contrarios a la
ley hubieran estado presentes en
el momento de la votación y
hubieran manifestado su oposición,
la nueva ley no había alcan­
zado la mayoría, y por tanto, no habría pasado ( 6 ).
¿Qué decir, posteriormente, del comportamiento de los sena­
dores democristianos, que en principio presentaron en las comi­
siones del Senado treinta y tres enmiendas a la propuesta de ley,
y en un segundo momento
se ausentaron de las comisiones a la
hora de las discusiones, cdnsintiendo, de hecho, que los trabajos
fueran
más expeditos y que se llegase a la aprobación sin obs­
táculos?
3. La traición con la firma de la ley y con su defensa en el
Tribunal Constitucional.
Es bien sabido que la ley 194/1978 lleva la firma de un Pre­
sidente de
la República, de un Presidente del Consejo de Minis­
tros
y de cuatro Ministros, todos democratacristiands. «En efecto
tuve una crisis de conciencia y me pregunté si debía firmar aque­
lla ley» ; diría después de algunos años el senador Giulio An­
dreotti, que entonces era el Presidente del Consejo. «Pero si yo
hubiera dimitido, ningún otro democratacristiano podía firmarla.
Se habría abierto una crisis política sin desenlace previsible, en
un momento grave para
el país. Una crisis que incluso hubiera
creado complicaciones internacionales. Con
la dimisión habría
74
(6) Cfr. II Giornale nuovo, 16-IV-1978.
(7)
Cfr. Il Giornale nuovo, 28-IV-1978.
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LA DEMOCRACIA CRISTIANA IT ALI.ANA Y EL ABORTO
contribuido a un mal mayor que el que quería evitar. Por eso
firmé» (8). Frente a tan nítida argumentación sobre la prepon­
derancia de
la estabilidad de un gobierno -uno entre las dece­
nas en la historia republicana-sobre la vida de millones de
inocentes, ¡es preciso una buena dosis de impudicia para acusar
de falsedad las afirmaciones de Irene Pivetti sobre
la contribu­
ción de la Democracia Cristiana, no sólo a la introducción del
aborto en Italia, sino, en general, a la
secularización de nuestra
nación!
De «acto necesario» ha hablado el actual presidente de la Re­
pública, Osear Luigi Scalfaro (9), el cual, al entrevistador que le
proponía una comparación con el comportamiento de
Pilaro; ·res­
pondía de tal forma, que huelga cualquier comentario: «Oerto:
Pilato
es un colega mío. Como magistrado y como político le de­
fiendo ( ... ) cedió a la ley del poder, a aquel "si no lo condenas
no eres
amigo del César", gritado por los peores enemigos del
César. Pero eran los que
podían poner en peligro su carrera;
y Pila to ( ... ) asumió su responsabilidad. Por este coraje ( sic) es
respetado; pero incluso constituye un ejemplo de ese poder
no
"político" del que hablaba, gestionado para el interés propio y
no para el de la ciudad, del Estado» (
10 ). Se trata del mismo
Osear Luigi Scalfaro que, en
un carta dirigida al Presidente del
Consejo, Silvio Berlusconi, leída en la reunión del Consejo de
Mi­
nistros del 26 de agosto de 1994, recomendaba al gobierno italia­
no, que
se preparaba a definir los términos de la participación en
la Conferencia Internacional de
El Cairo sobre Poblaci6n y De­
sa"ollo, que defendiera en dicha sede «( ... ) el derecho más esen­
cial
y por ello absolutamente primario para la persona humana:
el derecho a la vida. Una civilización para el hombre, no puede
dejar de hacerse cargo de la afirmación de este derecho y de
su
(8) El fragmento forma parte de una entrevista recogida por Vrrroruo
MEssoRI, Incbiesta sul cristianesimo. «Sei tu il Messia che deve venire?»,
Societa editrice internazionale, Turin, 1987, págs, 21()..211.
(9) Cfr. V. MEssoRI, op. cit., pág. 218.
(10) Cfr.
V. MEssoRI, op. cit., pág. 219.
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tutela» ( 11 ). Resulta espontáneo preguntarse porqué una corres­
pondencia análoga
-,-puesto que el derecho «esencial y ( ... ) al,.
solutamente primario» a • la vida se lesionaba de modo tan grave
por
el Parlamento italiano-faltó entre Osear Luigi Scalfaro y
Giulio Andreotti, cuando el primero tenía menores vínculos en
relación con los que actualmente
se derivan de su actual cargo
institucional
y el segundo era el Jefe del Gobierno.
Además, si
la consideración de lo que estaba en juego imponía
el rechazo de la firma
al pie de la ley y las dimisiones de los mi­
nistros que la firmaron, cualesquiera que fueran las consecuen­
cias políticas, el entonces Presidente de
la República, Giovanni
Leone, no necesitaba recorrer repentinamente el camino de las
dimisiones
-a lo que se vio obligado un mes después, en ju­
nio de 1978, a consecuencia del escándalo
Lockeed-, desde el
momento que el artículo
74 de la Constitución le daba la facultad
de solicitar a
la Cámara, motivadamente, una nueva deliberación
de la ley antes de su promulgación, lo que, en el caso concreto,
habría hecho
pdsible la celebración del referendum radical y ha­
bría retardado
la intervención del Parlamento.
En fin, ¿cómo olvidar que el 5 de .diciembre de 1979, cuando
por vez primera el Tribunal Constitucional
exaipiuaba la legiti­
midad de la ley 194/1978, el gobierno monocolor democristiano,
presididd por Giulio Andreotti, ordenaba a
la Abogacía del Esta­
do defender
la constitucionalidad de la ley (12)? ¿También era
esto un :«acto_ necesarj.o», cuando no es infrecuente que, en dicha
sede, el gobierno se adhiera a los recursos interpuestos contra un
textd normativo? · .
4. La traición durante el referendum de 1981.
En relación a la «movilización general de los democratacristia­
nos»
(13), que para Valerio Volpini caracterizó el referendum de
(11) Avvenire, 28-VIII4994.
(12) Cfr. di governo democristiano difende la "legge" abortista•, Cris­
tianita, núm. 56 (diciembre 1979).
(13)
La Gazzetta del Mezzogiorno, 30-VIII-1994.
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LA DEMOCRACIA CRISTIANA ITALIANA Y EL ABORTO
1981 promovido por el Movimiento por la Vida y que ha herido,
entre otros, como ya indicamos, el orgullo de ·partido de Emilio
Colombo, quien vivió aquellos días ahora lejanos, recordará con
amargura el desenganche de la Democracia Cristiana, del todo
ausente de un terreno de combate
ocupado únicamente, en el
frente antiabortista, por una parte del asociacionismo católico ;
para los que su memoria
se hubiese debilitado, bien por la edad
o por el tiempo transcurrido, basta mencionar
algunos números
que, en una época de secularización y de pluralismo ideológico,
pese a todo, no permiten la discusión: en Basilicata,
región en la
que Emilio Colombo recogió durante decenios votos
para la Cá­
mara de Diputados y para el Parlamento Europeo, el número de
abstenciones en el
referendum sobre el aborto fue de 147 .655 so­
bre 455.398 inscritos en las listas electorales, casi el 32,4 % ( 14 ),
mientras qué en las elecciones políticas de 1979 las abstenciones
fueron tan sólo 66.169 sobre 447.636, casi el 15,4
% (15); dos
años después, en
el .referendum con ocasión de Jas elecciones po­
líticas de 1983, las abstenciones, en porcentaje, fueron aún me­
nores: 66.952 sobre 464.992, casi el 14,4 % (16), Teniendo en
cuenta por una parte
la importante cantidad de votos que la De­
mocracia Cristiana y Emilio Colombo han obtenido en aquel
pe­
ríodo en Basilicata, y por otra, que tanto por parte abortista como
por la de los partidos de izquierda en general,
en 1981 el com­
promiso por el voto y la . propaganda fueron notables, hay más
de un motivd para concluir que, en el momento del
referendum,
una parte importante del tradicional electorado democristiano per­
maneció
en su casa ; los que en los días del referendum frecuen­
taron aquella región, testimonian que los autobuses
-¡natural­
mente, no los de las lineas regulares!-que durante las eleccio-
(14) Cfr. «1974 y 1981: le cifre dei referendum», Cristianita, núm. 73-
74
(mayojunio 1981).
(15)
Cfr. «3 giugno 1979. Le cifre del "rifiuto"», Cristianíta, núm. 50-
51 (juoio-julio 1979).
(16) Cfr. «26 giugno 1983. Le cifre del "rifiuto" el il "voto integrale"•,
Cristianitil, núm. 98-99 (juoio-julio 1983).
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nes políticas transportaban a los dectores dd campo a las mesas
electorales, en 1981 permanecieron parados en
los garajes.
5. La· traición todavía continúa.
Et de hoc satis, habría que decir. Después de 1981 no ha
cambiado nada: aquellos personajes que, en
d interior de la De­
mocracia Cristiana, se propusieron durante años como defensores
de la vida
naciente, empezando por Garlo Casini, han brillado
por la total ausencia
de iniciativa política, teorizando sobre la
peligrosidad de desarrollar en d Parlamento -a causa de la pre­
sencia de una mayoría
te6ricamente abortista-una actividad di­
rigida aunque s6lo fuera al auxilio a la maternidad difícil para no
perjudicar futuras
-aunque jamás adoptadas-hip6tesis de mo­
dificaci6n de la ley 194/1978, y boicoteando las propuestas pro
life de exponentes de partidos que entonces estahan en la oposi­
ci6n (17).
Más allá de
la polémica y de las invectivas gratuitas contra
quien ha tenido la
«culpa», no s6lo de recordar la verdad hist6-
rica, sino de haberlo hecho valerosamente, a pesar de ocupar el
tercer cargo institucional del Estado, permanece el dato terrible
de la plena vigencia en Italia, durante más de diez años, de una
ley que autoriza y financia la eliminaci6n dd inocente ; a lo que
hay que añadir la comprobación de que cuantos hoy se rebelan y
protestan contra
la. pretendida distorsión de la historia,

no
ma­
nifiestan ninguna intenci6n de recuperar d terreno perdido y en­
contrar un entendimiento sobre la cuesti6n con los exponentes
de la nueva mayoría hostiles al aborto; de hecho,
es preciso recor­
dar que el secretario
. del Partido Popular Italiano, Rocco Butti­
glione, ha declarado que
la revisi6n de la ley 194/1978 «no es
un dato de actualidad política inmediata, o de esta legislatura» (18).
(17) Cfr. mayores detalles en ALFREDO MANTovANo, «Dieci anni
d'ahortó in Italia», ·cristanítO, núm. 161 (septiembre 1988) y «Aborto anno
undecimo: dal "caso Mangiagalli" a "Provvedimenti in difes~ della mater­
nita"», Cristanita, núm. 177, (enero 1990).
(18)
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