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Número 331-332

Serie XXXIV

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La incógnita rusa

LA INCOGNITA RUSA
POR
ANGEL M,\EsTRO
Rusia es hoy una caldera en ebullición, un magma impreciso
donde
se desarrollan fuerzas distintas y opuestas. La sensación
que ofrece ese inmensa nación, con gran diferencia
la de mayor
extensión geográfica del
plrureta, unas cuarenta veces España, es
de un inmenso desorden, de una ruptura disgregadora desde el
interior, de algo cercano al caos.
En lo económico una inflación galopante, una pérdida del va­
lor adquisitivo del rublo de día en día. Unos salarios bajos, unas
pensiones de jubilación no
ya bajas, sino miserables, en contraste
con
la aparición de nuevos millonarios, con niveles de vida osten­
tosos: mansiones espléndidas, profusión de guardaespaldas, derro­
ches espectaculares, con Rolls Royce, Mercedes-Benz y otros auto­
móviles de lujo.
Enriquecimiento en plazos rapidísimos simultáneos con quie­
bras de pretendidas sociedades de inversión como la MMM.
La
más sonada quiebra entre muchas de tantas empresas financieras
que juegan
con la ilusión de la población rusa. Que creía que
la llegada del capitalismo supondría un mundo feliz donde
cual­
quier ilusión sería satisfecha. En una legislación compleja y com­
plicada por su enmañaramiento, la esperanza de enriquecerse
rápidamente empujó a millones de rusos a confiar
sus ahorros a
pretendidas entidades de inversión que proliferan de modo con­
siderable. Explotando el desconocimiento de una población que después
de setenta y cinco años de· marxismo-leninismo ignora l6gicamefl­
te los más elementales mecanismos de las sociedades occidentales,
Verbo, núm. 331-332 (1995), 79-91 19
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ANGEL MAESTRO
se ha causado la impresión de que para ser rico en Rusia bastaba
-con comprar acciones y vivir de sus rentas.
Después de la descomposición de la Unión Soviética las socieda­
des
de inversión que prometían maravillas no han cesado de pro­
liferar.
Su montaje etá muy sim¡,le: se trataba de pagar los divi­
dendos de las acciones suscritas ayer por las aportaciones de hoy
--deducidas las comisiones de
los gestores-. Naturalmente a
medida que aumentaba
el número de accionistas, hacía falta en­
contrar más y más nuevos inversores angustiosamente. Como ha
,escrito el especialista P. 1 vanenko detrás de quien sospechamos
se oculta un famoso escritor y comentarista, « ... hasta el momen­
to inevitable en que
el sistema se hace tan grande, que acaba por
desfondarse».
El mecanismo de estas sociedades de inversión atrayendo a
tantas gentes, es original en la Rusia post comunista, pero pri­
mitivo en las sociedades capitalistas. Incluso en economías
ya en
el siglo pasado poco desarrolladas,. como la española. Así podría­
mos citar el escándalo mayúsculo en la España de mediados del
siglo
XIX, con el timo de doña Baldomera, hija por cierto del es­
critor Mariano José de Larra: doña Baldomera prometía pingües
beneficios con una táctica, casi siglo y medio
anterior, similar a
1a ofrecida por las sociedades. rusas de inversión de finales de
~iglo XIX.
De entre tanta quiebra y escándalo de entidades inversoras
·revistió una importancia especial, la de la MMM, cuyo respon­
sable Sergei Mavrodi,
ha multiplicado las cifras de doña Baldo­
mera, por varios dígitos, hasta que fue detenido
el 4 de agosto
de 1993, acusado de deber a la Hacienda 49 mil millones de ru­
blos. Cuando Mavrodi
-tuvo menos suerte que doña Baldomera,
pues ésta logró
escapar-fue detenido, masas de inversionistas
se precipitaron a recuperar sus áhorros. Las acciones valían cien
veces menos que
el valor de las víspera, convirtiéndose días des­
pués en algo solamente útil para empapelar paredes. Asombrosa­
mente la ingenuidad de esas masas rusas,
se expresó de forma
,diferente de la que por ejemplo el público español medio reaccionó
cuando las detenciones de Javier de la Rosa o de Mario Conde.
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LA INCOGNIT A RUSA
La exasperación de . los inversores iba dirigida contra el gobierno
roso,
ya que una propaganda hábil de Mavrodi le preseotaba como
un beoefactor del pueblo.
Tantos años de sometimiento
al régimen de más estricto
control de
la personas, a su vez con la herencia de la autocracia
zarista, hace que
los comentaristas occideotales, generalmente
modelos de ignorancia y desconocimiento, una vez más no com~
prendan, como tampoco lo comprendían en el "pasado, la. .menta­
lidad del pueblo roso. No lo compreodieron eo tiempos zaristas,
ni lo comprendieron desde 1917 hasta 1991. El ciudadano ruso
desconoce radicalmente el montaje occidental de someter todo a
unas elecciones, no sólo no adora, sino que ignora el lavado de
cerebro del sistema partitocrático. Es
algo tan, extraño a su meo­
talidad, salvo un escasísimo número, como para el indid de la selva
amazónica el uso del telefax. Necesitaba en tiempos zaristas, una
referencia a un guía, tiránico a
veces, pero atemperado con hom­
bres como Stolipyn,
y en otra medida Whitte. Un punto de refe­
rencia de algnieo por encima de
toda discusión. Y al caer el zar,
lo encuentra en un Lenin. No en Lenin vivo, pues existen nume:­
rdsos testimonios, de que a pesar de ser el,instaurador del terror,
rechazaba
el culto a su propia personalidad,
Mas la diabólica habilidad de Stalin, buscando la justificación
de sí mismd, sí desató el culto a
Lenin, del que se derivaría la
idolatría más hiperbólica que pueda imaginarse entorno a sí mis­
mo. En contradicción con un marxismo, no sólo de Marx, ni de
sus exégetas Bernstein, Plejanov, Kautsky, o de sus seguidores
adulterados, los Althuser, Adorno, Horkheimer, etc.,
el marxismo­
leninismo es una simbiosis de marxismo y de mentalidad rusa.
Es
el fenómeoo leninista, donde subyace a veces un Marx, pero
donde para mi opinión se sobrepdne la tradición revolucionaria
rusa, adobada con algo de marxismo.
Lenin, y así lo he sostenido
en numerosas ocasiones, y cada día creo que con más certeza, es
también y fundamentalmente Chernichevski, Tkachev, Nechaiev, ...
Ese punto de referencia primero en torno a Lenin, y a Stalin,
llevado hasta
el paroxismo, es sustituido por la referencia al gUía
impersonal, pero definidor supremd: el partido. Se equivocarán
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ANGEL MAESTRO
sus dirigentes, pero nunca el partido. Así al ciudadano siempre
le quedaba
el refugio de dirigir su mirada al Partido, contar con
un guía indiscutible, serán erradas, equivocas, hasta
tiránicas, las
decisiones de los líderes,
se equivocará un Beria, un Malenkov,
un Jruscbof, pero siempre quedaba el recurso al partido.
Al producirse el hundimiento
de la Unión Soviética, no por
ninguna derrota militar,
sino por el oportunista Mijael Gorbacbov
-nunca él esperaba haber desatado tales fuerzas incontrolables---,
se hundió de la noche a la mañans ese punto de referencia, ese
guía supremo .
El habitante normal de Rusia
se ve sometido a un vacío, y a
un caos. Esa masa fácil de llevar por su ingenuidad, por su
des­
conocimiento de lo que ocurría allende sus fronteras, y cree que
el capitalismo introducido de súbito, les haría ciudadanos
próspe­
ros, a los que todos los lujos occidentales, antes inalcanzables le
serían otorgados.
El hombre y la mujer rusa normales, veía como
algo natural los privilegios de la nomenklarura, considerando que
su pertenencia
al partido algún día llevaría a él o a sus hijos a
disfrutar de los beneficios de la misma. Era miembro del partido
no por convicción ideológica, aunque hubiese casos, sabia que
estar fuera era arrastrar una vida mediocre, donde nunca sería
nsda a pesar de
sus conocimientos. Ya fuese ingeniero agrónomo,
doctor en ciencias, o licenciado en medicina.
Pero, ¿cómo
pedir de repente a doscientos cincuenta núllooes
de
habitantes de la ex-URSS, que comprendiesen la mentalidad
occidental en sus diversas formas y aspectos? El ejemplo que he
puesto del telefax y el indio amazónico no resulta aventurado.
Así puede explicarse
la proliferación de las sociedades de in­
versión y de los Mavrodi en menor escala. V arios comentaristas
occidentales inflados hasta la fatuidad cuando nos hablan o
es­
criben de la sociedad civil, desconocen que resulta imposible el
que dicha sociedad se emancipe del poder, así, de súbito. Y de
esa forma está surgiendo en los
negocios uns nueva nomenklatu­
ra, la de personas destacadas, a las que les interesa el caos para
que la sociedad no cambie. Forman un verdadero «lobby» en
la
Rusia de 1995, para impedir que la legislación carobie. Interesan
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las sociedades piramidales, como las de la MMM, pues acarrean
enormes fortunas.
Si el valor del d6lar pasa en menos de un año
desde dos mil a cuatro mil rublos, hace a los especuladores incre­
mentar sus fortunas y comprar a precios de saldo las propiedades.
Cuando las pensiones de jubilaci6n de un obrero o de un
em­
pleado suponen unas mil o mil quinientas pesetas mensuales, esas
pobres gentes lo que esperan es un milagro. Echan la culpa de
sus males
al gobierno actual, y recuerdan con añoranza, sin haber
sido nunca unos te6ricos doctrinales
del marxismo-leninismo,
cuando en el régimen anterior, mal que bien, sobrevivían. Aliena­
dos
podía ser, con un: «el futuro es nuestro camaradas», con el
orgullo
de ser una superpotencia.
La situaci6n recuerda en algunos. puntos a la Alemania de
Weimar.
Sólo en algún aspecto, pero coincidente: una inflación
continua, una pérdida
del valor adquisitivo cada día mayor, pen­
siones miserables, hambre física, desmoralización en todos los
aspectos de la sociedad, enriquecimientos súbitos, hundimiento
de todo tipo de valor,
sacralización del dinero y del consumo, en
contraste mayor que las sociedades occidentales por la miseria
muy superior de la población o de grandes capas de la misma.
Destrucción de antiguas formas de respeto, como era el caso de
los
académicos y científicos, hoy pisoteados frente a los señores
de la Mafia.
Oef>reciación de los combatientes de guerras en el
exterior, como los de Afganistán, y olvido de los supervivientes
con retiros de verdadera pobreza, de los de la segunda guerra
mundial, con su inmensa secuela de inválidos y disminuidos.
El parecido con la Alemania de entreguerras es cierto. Dis­
crepancias:
la existencia en esa Alemania de una clase media for­
mada, de una
clase trabajadora sobre la que no existi6 represi6n
dura, de la existencia de una clase nueva:
el «horno sovieticus»,
con sus particularidades de inmenso experimento de
laboratorio
social.
La aparición de las «Mafias», como uno de los poderes de
facto de la Rusia actual, no es parangonable con la' Alemania de
1918-1933. Es
algo que en algunos aspectos recuerda más los
«gangs» organizados de los Estados Unidos, pero de forma
mucl:,o
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más pública, más ostentosa, y sin las hipoctesíás de la sociedad
democrática. Al carecer la sociedad rusa de
táles inhibiciones pro­
pias de los sistemas democráticos partitoctáticos, y particularmen­
te del mesianismo liberal de la sociedad yanqui, al no existir
dichas inhibiciones,
la fuerza de las «Mafias» se manifiesta de
fortna mucho
más ruda y más estentórea".
Numerosas organizaciones mafiosas intervienen en todo tipo
de relaciones
económicas, en el estilo más descarado y sin amba­
ges de ningún tipo, ofreciendo «protección» a empresarios y co­
merciantes. Advirtiéndoles de que si no aceptan dicha «protección»
«puede ocurrirles algo desagradable, que tendrían que lamentar».
Su influencia trasciende las fronteras, al punto de que reciente­
mente este comentarista pudo conocer de
forma indirecta cómo
un empresario
. español que había dejado a deber en Rusia a una
organización una suma relativamente modesta, en tomo a unos
cuatro millones de pesetas, fue visitado en Madrid por unos en­
viados mafiosos que le reclamaron el dinero. Cuando creyendo
que en España no
tenía nada que temer, les amenazó con llamar
a' la policía, tranquilamente le demostraron como conocían cuantos
hijos tenía,
el colegio donde asistían sus hijas de corta edad, etc.
Advittiéndole que
si ellos eran expulsados, vendrían después otros
«amigos», a
los que no conocería en absoluto, que actuarían sin
contemplaciones. El empresario pagó enseguida, mostrándose «ra­
zonable».
Así, comerciantes que mantienen negocios con la ex-URSS,
saben que para que llegue intacta la mercancía a su destino, bien
sean computadoras, piezas textiles, vino, aceite, etc., hay que
abonar un canon obligatorio para que la carga no desaparezca en
el camino, o 'simplemente sea manipulada.
Mas las redes mafiosas se extienden entre las Fuerzas Arma­
das. Dos almirantes y veintidós 'generales, que en su mayoría
ocuparon puestos importantes en las fuerzas de ocupación en
Alemania entre 1987 y 1993,
se han visto implicados en esos
tráficos que han llegado a suponer nada menos que el 80
% de
las compras realizadas
por la Intendencia del· grupo de ejércitos
del Oeste, Esto ha significado cifras de negocios que pueden
as-
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cender a ochocientos millones de dólates -unos noventa y seis
mil millones de pesetas--- en productos que nunca llegaton a las
unidades de ocupación
de la ex.República Democtática Alemana,
ni a las destacadas en los Estados
B'álticos. Fueron revendidas
en el mercado negro, resultando· imposible que el último
coman·
dante en jefe de las mencionadas fuerzas de ocupación en Alema·
nia, el general Burlakov lo ingnorase. De ahí la indignación entte
los militares rusos, cuando fue promovido a
vice-ministro de
Defensa.
¿ Cómo ha podido desarrollarse desde las férreas esttricturas
del marxismo-leninismo, la proliferación de las mafias al punto
actual? Desde
luego no es nuevo, mas sí asombroso por las di.
mensiones alcanzadas. En tiempo de ese gigantesco bluff, apto
para
el consumo de occidentales deslumbrados en base a su igno,
rancia, que fue Gorbachov, los medios informativos controlados
totalmente en
esa época por el PCUS, y la intoxicación por parte
de] KGB, de los corresponsales occidentales, se lanzaron a una
enorme
campafia denunciando la inmoralidad de la época brezne-­
viana. Algo similar para los lectores españoles con la especula·
ción por patte del PSOE y afines sobre las corrupción en el ré·
gimen. de Franco, que si la hubo, por sus dimensiones era verda·
deramente de mendigos, comparada coi, .. ]as existentes hoy,
Una hipótesis sobre la que especulé, y que he tenido la satis·
facción de que coincidiese con una
de las dos o tres autoridades
mundiales en
RUJiia y sobre la ex·URSS, la doctora Thom -lo
cual he de reconocer que no deja de producirme innegable satis.
facción, aunque mis conocimientos estén lejos de los de P. Lorrain,
M. Heller, B. Lazitch, la citada doctora Thom, y otros--es que
la campaña feroz emprendida
por Gorbachov y adlátere,, contra
los elementos «corruptos» del Politburó, dirigida por
Gdlian e
Ivanov, constituía una maniobra de diversión destinada a
ocul.
tat la emergencia de una nueva «Mafia» muchísimo más poderosa
y amplia que la
antigua y modesta red formada en la época de
Breznev.
Con el visto bueno de Gorbachov, elementos por el contro·
lados como
I. Krutchina del PCUS; desviaron al extranjero a
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Suiza y a los «paraísos fiscales» del Caribe, parte de los inmensos
recursos del PCUS, valorados en miles de millones de d6lares.
Sumas muy considerables de dinero
se encuentran situadas en el
extranjero, por una extrafia simbiosis nomenklatura comunista­
mafia. Mientras,
se producen «ajustes de cuentas», como la inter­
venci6n directa bajo las ordenes de Y eltsin, de la Banca Most,
controladora de sociedades
de. inversiones, de inmobiliarias, de
diarios, emisoras de radio y de televisi6n.
La Banca Most, importante conglomerado financiero, estaba
dirigida por Vladimir Gusinsky, de origen judío, y su tren de
vida ostentoso representa un ejemplo de esa provocaci6n al pue­
blo ruso citada más arriba. Con avi6n privado, disponía de un
pequeño ejército privado de
3 .000 hombres de seguridad, encar­
gados
de la vigilancia y protecci6n de la casa central y las filiales.
Entre sus directivos, figuraba
un ex-importante miembro del KGB,
Bobkov y cerca de éstos, antiguos jefes del mismo KGB. La in­
tervenci6n armada fue efectuada
nada menos que por el equipo
de seguridad de
la presidencia, mandado por el general Alejandro
Korjakov. ¿Un ajuste de cuentas entre organismos rivales?
Todo
es posible en el caos interno en que se desenvuelve Rusia. Los
que ayer defendían a Y eltsin hoy lo critican, rumores y contraru­
mores. Declaraciones oficiales y desmentidos posteriores, sumer­
gen todo en
un mar de dudas.
¿Qué queda
de la estructura rusa tan potente, en servicio
activo? Forzosamente tenemos que hablar de
algo que ha cambia­
do poco, y que sigue siendo efectivo.
En lo que
se refiere a la extinta Uni6n Soviética, algunos
aspectos muy fundamentales y concretos de la misma, como el de
los poderosos servicios de inteligencia, ni mucho menos han sido
desmantelados tal
como se suponía en Occidente.
Una nueva organizaci6n de los servicios secretos rusos está
rindiendo sus frutos y demostrando que, a pesar de que la crisis
que afecta a todas las formas de vida en Rusia, dichos servicios
no se han visto afectados. Durante 1992 se han descubierto
re­
des del, probablemente, más importante de los servicios rusos,
el SVR, trabajando en
el Oeste. Una de estas redes había con-
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seguido la infiltración en la nueva nave espacial norteamericana
«Atlantis». Asimismo, otras redes del SVR han desarrollado sus
actividades en Bélgica, Ndruega, Francia e Italia. Unos treinta
agentes han sido expulsados en Francia.
En Bélgica, cuatro pseudo­
diplomáticos rusos y cinco ciudadanos belgas trabajaban para este
servicio ruso. El SVR,
al que podríamos calificar como heredero
del antiguo primer Directorio Principal del extinto KGB,
desem­
peña una misión similar: la información en el exterior.
SVR son las iniciales del Servicio de Informacón Exterior en
ruso.
El director del SVR es Eugeni Primakov, uno de los hom­
bres
más peligrosos en el mundo del espionaje. Entró en el KGB
en 1957. Primakov fue empleado por Gorbachov como experto
en temas del Medio Oriente.
Podríamos hoy en día calificarle
como un nacional-comunista.
El primer adjunto de Primakov es
el teniente general V. Trubinkov, y el siguiente hombre en la
jerarquía sería
el teniente general V. Kirpitchenko.
Especial
impdrtancia ha tenido el caso Ames. Aldrich Ames
junto con su esposa la colombiana Rosario Casas ha estado
en­
tregando información a la URSS y después a Rusia durante 7 años.
En una Rusia en la que como hemos visto impera la pobreza en
grandes partes de
la población, nada menos que 2 millones de dóla­
res le han sido entregados a Ames por el eficaz SVR,
Ames logró
por su puestd dentro de la CIA descubrir a 5 5 agentes operativos
dedicados a Rusia.
El desastre ha sido de tales proporciones que
ha ocasionado la dimisión del Director de
la CIA, James Woolsey.
El GRU es el servicio de información militar que, al igual
que en el pasado, mantiene redes en
el mundo entero e impulsa
acciones que
podríamos calificar de espionaje ofensivo. Sigue
siendo una organización de espionaje estratégico, sin responsabi­
lidades especiales de contrainteligencia o de seguridad.
Existe en la población Rusa un sentimiento de descontento.
La disciplina comunista durante 7 5 años moldeó las conciencias.
En la Unión Soviética casi todo el
mundo estaba descontento pero
no había movimientos de protesta, sin que hablemos ni mucho
menos de resistencia, pues los disidentes ilustrados era una
mi­
noría. La población rusa no· estaba contenta de sus condiciones
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ANGEL MAESTRO
de trabajo, pero al vivir ali=da desde 1917 no .conocía otra
forma de
existencia. La· falta. de. productividad, eta ya un hecho
reconocido y
se había llegado a una especie de «modus vivendi»:
«Vosotros
me engañáis en el sueldo, peto yo os engaño en el
trabajo». El
conformismo existente no se podía explicar sólo por
el
terror del KGBy el GULAG.
La crisis rusa ha sido una crisis esencialmente política; el
error eta pensar que el pueblo ruso iba a reaccionar contra sus
dirigentes
por la crisis económica.
Como reconoce Branko
Lakzith, la inmensa mayoría de la
poblaci6n adoptó
la «democratización», después la economía de
«mercado», persuadida de que
la «Perestroika» significaría una
elevaci6n de nivel de vida. Aquello no se ha producido, sino todo
lo contrario.
La catástrofe económica desatada por las tardías y
desarcertadas reformas, ha degradado
la situación material de la
población. A todo ello vino a unirse la revolución ideológica. Era
muy difícil reformar
la economía soviética, peto eta fácil denun­
ciar
el pasado, publicar revelaciones sensacionalistas completa­
mente desconocidas
por los soviéticos peto bien conocidas. en
Occidente
· sobre los crímenes de Stalin, el archipiélago Gulag,
etcétera. No contentos de como
se huodía bajo sus pies el fun­
damento económico de su vida, los ciudadanos ex-soviéticos han
perdido también su ·pasado y todos los puntos de referencia que
les.
permitían orientarse en el mundo. La democracia no ha apor­
tado en Rusia prueba, alguna de su eficacia interior.
Se pensaba con.e] utopismo propio 'de los liberales que elimi­
nando el partido Comunista,
fa democracia y la economía de
metcado se instalarían fácilmente y ele modo natural creando una
Arcada feliz. La decepción ha engendrado el fenómeno Yirinovski,
creado en origen por
el KGB, pero después escapado a su control.
El alcalde
ele San Petetsburgo, Anatoli Sobtchak, afirmaba que
el Partido Liberal Democrático
fue, creado po,r el KGB, por órde­
nes
de Gorbachov, ante la debacle deJá URSS, más bien siguien­
do las tácticas de Andropov, añadiríamos nosotros.
En la última campaña electoral, en una
Rusia empobrecida al
extrémo, Yirinovski ha dispuesto de fondos próximos al millón
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de dólares, sugiriendo que esos fondos proceden de las inmensas
cantidades que el partido comunista de la Unión Soviética
y el
KGB colocaron antes del desfondamiento de la URSS, en 1990
y 1991, en Suiza, Alemania y Canadá, entre otros países.
Aunque Yirinovski proclama la
superioridad de los hombres
rubios y de ojos azules frente a los· tártaros, caucasianos, etc.,. ha
obtenido
el mayor porcentaje de votos en las últimas elecciones,·
desde luego no todos de
un electorado comunista, sino de un
pueblo desmoralizado, sin futuro y humillado.
Es innegable que
su mensaje de una gran Rusia, recupetadora
de su pasado, ha sintonizado con una parte considerable del
elee­
torado. Su postura abierta contra el Fondo Monetario Interna­
cional,
y contra los economistas que quieren imponer nuevos sa­
crificios al pueblo ruso, es ,bien acogida por tina población que
ve, día a día, como la miseria le cerca implacablemente.
Es buen comunicador y
. sabe lo . que tiene que decir a la ma­
yoría de la población, harta ya, después de tantísimos años, de
esperar un futuro que nunca llega, y que además ahora se ve
abocada a la pobreza. Donde crece la especulación,
la aparición
de fortunas, las mafias que imponen
sus dictados.
Por lo demás, resulta absurdo querer copiar sin
más, en país
sin tración liberal partitocrática alguna como en Rusia, los siste­
mas de los partidos políticos occidentales .. Rusia es algo distinto,
ni Oriente, ni Occidente,
lo ha sido así tanto en el tiempo de los
zares como desde la
· revolución bolchevique.
Y, por último,
si Yironovski ha .trabajado para los servicios
de' seguridad, para los «órganos»; sus defensores pueden argumen­
tar que apenas nadie en
la Rusia actual · está libre de haber cola­
borado con el sistema.
Su agresividad
es escandalosa, y causa asombro en un mundo
de verdades a medias y
de lemas escandalosos tal es el título de
su último libro, que parece buscar
el asombro: «Escupo a Occi­
dente». ¿Será Yirinovski un producto prefabricado
para aterrorizar
a Occidente, y aceptar
el retomo de los comunistas al poder como
un mal menor?
Los liberales occidentales dan a su pesar una vez más, la ra-
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zón al profesor Thomas Molnar cuando afirma en sus conocidos
escritos que la utopía
es el mal de nuestra época. Esos utópicos
aseguraban axiomáticamente que el remedid a
los males post co­
munistas era la reforma económica, la democracia y los derechos
del hombre.
La eminente sovietóloga a la que ya hemos citado,
la doctora Thom resalta el absurdo de haberse extasiado con las
reformas gorbachovianas,
y creer que la palabra mágica «demo­
cracia» resolvería todo.
La desaparición del Partido Comunista
no ha hecho nacer la
sdciedad civil por encanto.
En la biogragia sobre el última zar Nicolás
II, el autor Eduard
Radzinski, refleja el monólogo de un monárquico ruso transcrito
por
el embajador francés Mauricio-Paléoklgo: «Los zares fundaron
Rusia, y los más crueles, los
más despiadados, fueron también
los mejores. Sin
Iván el Terrible, sin Pedro el Grande, sin Nico­
las I, Rusia no existiría. El pueblo ruso es el más sumiso del
mundd cuando lo dirijen con dureza, pero no es capaz de gober­
narse a sí mismo. Basta aflojar un poco las riendas y el pueblo
-ruso cae en la anarquía. Necesita continuamente un autócrata,
un soberano, ilimitado -¿qué eran Lenin, Stalin? Añadiríamos
nosotros-. Sólo funciona a derechas cuandd siente sobre su ca­
beza un puño de hierro [ ... ]. Debemos el látigo a los tártaros,
y eso fue
lo mejor que nos dejaron».
Terribles palabras, pero que para el liberal utópico suponen
lo mismo que hablar
de la informática al hombre de Neandertbal.
Soljentsyn dice que
el respeto por la persona humana es un
principio
más amplio que el de la democracia y debe ser man­
tenido en forma absoluta. «Pero para resaltar a la persona hu­
mana no
es indispensable hacerlo únicamente mediante el parla­
mentarismo».
La sacralización de la democracia partitocrática impuesta uni­
lateral y forzadamente por los nuevos jacobinos contra los deseos
del propio pueblo, la creencia ciega en la transformaci6n econó­
mica con olvido de la política, de la moral, de' la tradición y las
costumbres, ponen
de relieve una vez. más en la historia la dic­
tadura encubierta.
La dictadura de la utopía desde la revolución francesa se ha
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LA INCOGNIT A RUSA
estrellado numerosas veces contra la realidad, no de ese ente
ficticio llamado el pueblo, sino contra la esencia misma del ser
humano, esto
n causados por la utopía han sido horribles, este horror en unas
dimensiones
cual las rusas, resulra de proporciones gigantescas.
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