Índice de contenidos

Número 335-336

Serie XXXIV

Volver
  • Índice

Proyección sociopolítica de los Congresos Católicos en España (1889-1908) (II)

PROYECCION SOCIOPOLITICA DE LOS CONGRESOS
CATOLICOS EN ESP~A (1889-1908) (y ll)
POR
J osÉ Fm SUMARIO: 1. EL MOVIMIENTO SOCIAL'CATÓLICO EN EL MARCO EUROPE0.-
2. HISTORIA DE LOS CONGRESOS CATÓLICOS-NActONALES EN ESPAÑA
(1889-1902).-3. EL CONGRRSO. !)E BURGOS V LA UNIDAD CATÓLICA
(1899).-4. SEGUNDA AsAMBLEA NACIONAL DE LA. BUENA l'RENsA (Zar•­
goza, 1908).-5. CONCLUSIÓN.
4. AsAMBLEA NACIONAL DE LA Bul!NA PRENSA
(Zaragoza, 1908)
Uno de
los frutos de los Congresos Católicos, y ccmo prolon­
gación de ellos,
fue la ccnvocatoria de la segunda Asamblea Na­
cional de la Buena Prensa, celebrada en Zaragoza los días 21 a 24
de septiembre de 1908. La preparación
y el desarrollo de esta
convocatoria
fue ejemplar. No en vaoo en España había expe­
riencia de organizar Congresos, pues, además de los ya citados,
en Sevilla se había celebrado en 1904 una primera· Asamblea
Nacional de la Buena Prensa con idénticas preocupaciones que la
Segunda Asamblea de 1908. Así, el Congreso de Zaragoza fue,
en la intención y en los hechos, una prolongación del de Sevilla.
Si el primero fue el de los acuerdos, la Asamblea de Zaragoza
quiso «reunir esfuetzos y energías para que aquellos acuerdos
enc
camen en la realidad y produzcao en todas partes el fruto apete­
cido» (Actas, 1908, pág. 15). Por ejemplo, el acuerdo tomado en
Sevilla de crear una agencia de noticias fue un fruto y una reali­
dad nada
más finalizar la Asamblea de Zaragoza.
Verbo, núm. 335-336 (1995), 615-644
615
Fundaci\363n Speiro

/OSE FERMIN GARRALDA. ARIZCUN
4.1. Naturaleza y objetivos.
Esta Asamblea no es idéntica a los Congresos Católicos ya ex­
plicadós, No en vano estos últimos abarcaban • todos los temas
de
urgente actualidad y· aquélla sólo Li defensa y la promoción
de la prensa. Quizás, con la experiencia
final de los anteriores
Congresos y los trabajos derivados de ellos,
la cuestión de la
prensa se llegó
a. considerar como el principal instrumento de
acción para
la Iglesia y los católicos españoles. Así, el tema capi­
tal
al que debían enfrentarse los católicos era el desarrollo e in­
fluencia de
la prensa católica: es.te fue su reto y su desafío.
Entre los Congresos
y las Asambleas de la Buena Prensa exis­
tían
no pocos paralelismos.· Ambos abarcaban todo el ámbito
nacional. La naturaleza de estas grandes reuniónes fue clerical en
el sentido de estar inspiradas, impulsadas, y presidídas por
la
jerarquía eclesiástica. Gozaron de una nutrida asistencia episco·
pal, y la participación
fue mixta entre clérigos (regulares, secula­
res
y seminaristas) y numerosos laicos. En estas importantes con­
centraciones los laicos se organizaron activamente en tomo a su
clero, pues la causa a defender era principalmente los. derechos
de
la propia Iglesia, la Iglesia misma. En ambos casos las reunio­
nes
se celebraban bajo la. protección del Sumo Pontífice, y tenían
como objeto . influir · en una, sociedad que sufría un proceso de
secularización forzada por
el Estado liberal, fuese conservador o
bien
progresjsta. ,Las tácticas -no el. espíritu-de ambos .secto­
res liberales eran diferentes. La
n,¡cturaleza y la organización de
la Asamblea (lugar sacro
de las sesiones, Reglamento interno,
dinámica de trabajo, nutrida asistencia clerical ... ), así como sus
actas,
fueron· similares a los. anteriores Congresos católicos.
Las
acta.s de la segunda Asamblea de la Buena Prensa se publi­
caron, completas y muy detalladas, al
año siguiente, en 1909 (13).
(13) Cr6nica de la Segunda Asamblea Nacional de la Buena Prensa
celebrada en Zaragoza los dlas 21, 22, 23 y 24 de septiembre de 1908, Zara­
goza, 1909, 458 págs.
616
Fundaci\363n Speiro

PROYECCION SOCIOPOLITICA DE LOS CONGRESOS CATOLICOS
El objetivo de esta Asamblea era la defensa de la sociedad cris­
tiana
frente a «la prensa impía é irreligiosa en sus diferentes grados
y matices
[que] arrecia sus ataques, solapada ó descaradamente,
contra
la Iglesia de.Jesucristo». (Carta al Papa, pág, 19); continuar
la labor iniciada
en la primera Asamblea de Sevilla, o sea, «promo­
ver los intereses de
la fe.católica en España pór medio de la Prensa»
(Reglamento, art. 1); y, paulatinamente,

«contener
de manera eficaz
el programa
de los periódicos· impíos ( ... ). Pues por causa de la
multitud de impresos
que diariamente aparecen, son inducidas al
error
las. inteligencias, los cuales errores, influyendo luego en el co'
razón, malean sus obras y en cierto modo las envenenan» (carta al
Congreso del cardenal
Merry de Val, Roma, 26-XI-1907) (pág. 22).
La Asamblea no tenía carácter político alguno «sin que
por esto
deje de reconocer y alabar la suma importancia
de la política en
nuestra Nación» (Reglamento, art. 2).
Como en el caso
del Congreso de Sevilla en 1892, a la Asam­
blea. de Zaragoza le rodearon circunstancias históricas: el centenarió
de la .denominada guerra
por la Independencia. Los congresistas
eran conscientes del
profundo significado .religioso, y en un se­
gundo lugar también político,
de Ja larga guerra entablada por
los españoles frente a Napoleón de 1808 a 1814:
«La ocasión
y fecha de tan impórtante Congreso no pueden
ser más oportunas, ya que
en ese año esta heroica, y populosa
capital
[de Zaragoza] solemnizará. con graneles fiestas y afluencias
de gente el centenario
de la memorable defensa que llevó á cabo
contra
. las huestes. napoleónicas .. y sentirá reverdecer en su seno,
á la vez que !os laureles de su historia legendaria y patriótica, su
santo amor á la
fe . católica y á las tradiciones religiosas de sus
piadosos antepasados» (Mensaje del Congreso al Papa Pío X,
pág. 20). Efectivamente,
Zaragoza era la «cuna de mártires de
la Religión, semillero de héroes de la Patria!» ..
4.2. Organización.
En octubre de 1906 el presidente y el secretario de la Comi­
sión Ejecutiva cteada al finalizar
la Primera Asamblea Nacional
617
Fundaci\363n Speiro

JOSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
de la Buena Prensa (Sevilla, 1904), encargaron a la Junta Dioce­
sana de
la Buena Prensa de Zaragoza la preparaci6n de la Segunda
Asamblea en la ciudad del Pilar.
El 20-XII-1907 el presidente
de
la Junta organizadora, D. Florencio Jardiel, deán de la cate­
dral de Zaragoza, solicit6 a todos los prelados
españoles que
cooperasen en el éxito de la futura Asamblea,

bendiciendo la
magna reuni6n, y eligiendo en
sus di6cesis Juntas de Propaganda
que, coordinadas por
la Junta de Zaragoza, trabajasen en la pre­
paraci6n de la futura Asamblea, y asimismo recibiesen la adhe­
si6n de los socios.
En poco tiempo, 52 obispos «expresaron di­
rectamente su adhesión incondicional», otros tantos prelados
dieron su bendici6n, y otros 47 se «dieron prisa á designar en
sus di6cesis Juntas de propaganda» (págs. 25-26).
El presidente general de la Asamblea fue el Ilmo. Juan Sol­
devila y Romero, arzobispo de Zaragoza. Además del sermón
inaugural y de la alocución de apertura por el presidente, hubo
siete oradores en
las tres sesiones públicas· y multitudinatias, en­
tre ellos cuatro eclesiásticos y tres seglares, lo que reflejaba el
peso clerical en la Asamblea.
El desarrollo del Congreso se orga­
nizó en torno a tres secciones desarrolladas en sesiones particu­
lares. Tales fueron las Secciones de

Propaganda (14 temas), de
Fomento (21 temas) y de Representantes de la Prensa Católica
(8 temas). Las dos primeras fueron presididas por un obispo.
La primera sección pretendía «la difusión de la Buena Prensa
y la represión y aun extirpación, hasta donde
se pueda, de la
prensa sectaria» (art. 4). La segunda, estudiar «los medios de
allegar recursos con que sostener, perfeccionar y difundir esta
misma prensa». Y la
tercera, «excogitar la forma en que los pe­
riodistas católicos hayan de entenderse entre
sí, prestándose apoyo
mutuo y concurriendo
al mayor éxito de las publicaciones orto­
doxas,
á cuyo fin estudiará como asunto preferente la creación y
sostenimiento de una Agencia general católica de información»
(art. 4).
Los socios podían ser activos, de mérito o de honor. Cada
uno debía contribuir con una cuota de cinco pesetas «para sufra­
gar los gastos de la Asamblea y recibirán el diploma de socios
y
618
Fundaci\363n Speiro

PROYBCCION SOCIOPOLITICA. DE LOS CONGRESOS CATOLICOS
un ejemplar de la crónica» (Reglamento, art. 8). A las sesiones
públicas
y a las internas sólo podían asistir los inscritos en el
Congreso. Las Actas publicaron todos los discursos, un
e:s:tracto o bien
la totalidad de los trabajos y aportaciones particulares presenta­
das en cada una de las tres secciones (págs. 227-359), así como
las conclusiones (págs. 361-372). A continuación añaden una re­
lación de periodistas asistentes (págs.
373-376), la creación de la
Agencia de Información católica,
y un índice de todos.los socios
inscritos agrupados por diócesis (págs. 381-455). El número de
publicaciones que se adhirieron a la Asamblea fue numeroso
y
ascendieron a 211 (págs. 29 a 32).
En conclusión: además de las tres sesiones públicas y multi­
tudinarias donde intervinieron los citados .oradores (14), hubo
otras e importantes reuniont;5 especializadas, de trabajo e ·inter­
cambio, que tuvieron
uti cal!ácter particular e interno, y que
desarrollaron cada una de
las tres citadas secciones de trabajo
en un número indeterminado de sesiones ( 15).
(14) En las actas se recogieron los discursos completos o bien una am·
plia resella. Además de don Santiago Guallar y P= ( canónigo de la S.I. de
Zaragoza) que pronunció el sermón de inauguración (p,igs. 103-119), y del
Ilmo. Juan Soldevilla y Romero (presidente, azobispo de Zaragoza), que
leyó la alocución de apertura (págs. 121-130), los oradores fueron los si­
guieotes:
el Ilmo. Antolln López Peláez (obispo de Jaca) (p,igs. 131-141),
don
Rafael Rodríguez de Cepeda ( catedrático de la Universidad de Valencia
y
Seoador del Reino) (págs. 143-156), el P. José Roca y Ponsa (canónigo
magistral
de Sevilla) (p,igs. U7-162), don Manuel Senante (director de «El
Siglo Fututo», diputado a Cortes por
Azpeitia) (págs. 163-170), el P. Ca­
lasanz Rabaza (provincial de las Escuelas Pfas de Valencia) (p,igs. 171-194),
don Benigoo
Bolaños Sanz (director de «El Correo Español») (págs. 195·
220),
y don Florencio Jardiel (deán de la catedral de Zaragoza y presidente
de la comisión organizadora) (págs. 221-226).
(15)
La sección Primera «De propaganda» (p,igs. 227-255) la presidió
el Obispo
de León Ilmo. Juan Manuel Sanz Saravia. Trató 14 ternas y se
presentaron 40 colaboraciones. La Segunda «De Fomento» (págs. 256-309)
la
presidió el Obispo de Salamanca Ilmo. Franeisco Javier Valdés y Noriega.
D(!Sattoll6 21 temas y colaboraron 58 congresistas. La Tercera sección «De
representantes de la prensa cat6lica» (págs. 310-333) carec!a de presidente,
619
Fundaci\363n Speiro

!OSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
4.3. Car,í,eter.
Además de ·numerosos católicos, asistieron 175 periodistas
(págs
.. 373-376), lo que otorgó a la Asamblea un considerable
carácter práctico representativo del ofit:io periodistico. También
estuvieron representadas varias asociaciones como son la Asocia­
ción. de la Buena Prensa (Logroño), la Asociación de Nuestra
Señora. de los buenos libros (Valencia), la Junta de Damas de
la Buena Prensa (Madrid) y el Comité de Defensa Social (Barce­
lona).
La repercusión de
la Asamblea en el catolicismó social español
fue amplia. Y a se ha señalado la relación de socios inscritos que
cuaja páginas
enteras a doble columna. También se adhirieron al
Congreso, ya durante los trabajos preparatarios, 211 publicacio­
nes españolas de ámbito
local; provillcial, regional y nacional.
Agentes de
íttadiación de lo acordado en la Asamblea debían
de ser los laicos católicos, pero
también las sociedades eclesiales
extendidas entre los laicos tales como el Apostolado de
la Prensa,
las Congregaciones Marianas, las Damas de
la Buena Prensa y
otras asociaciones católicas. Por su parte, los Obispos y párrocos
debían de
illdicar a sus feligreses cuáles eran los malos periódicos
y, junto con los seminaristas y los laicos,
imprimir y· difundir la.
buena prensa.
La Asiunblea tuvo un carácter militante y práctico .. De esta
manera estuvo lejos de caer en una de las causas de
la debilidad
de la prensa católica española señalada
por un congresista: tener
un «criterÍCJ · algo primitivo y miedoso que le ( ... ) [diese] un ca­
rácter negativo, limitándose a lamentar los avances del mal»
(pág. 307).
Este carácter militante otorgó a la Asamblea un talante em­
prendedor y positivo. Lógicamente, los discursos hicieron relación
estudió 8 tetruls y se pre'!~entaron 11 colaboraciones. Por último1 una. sección
calificada como «Indeterminada» (págs. 335-359) recogió 35 colaboraciones.
De todas la.s 114 a.porta.clones de los congresistas -presentes o ausentes-­
se elahora un detalla.do extracto más o meno,; amplio según ca.da. caso.
620
Fundaci\363n Speiro

PROYECCION SOCIOPOLITICA DE. Los CONGRESOS CATOLICOS
a los principios, puntualizaron cómo la mala prensa era el mayor
de los males de la época, e identificaron sin concesiones políticas
ni partidistas cuál era
el periódico aceptable o moralmente re~'
zable. Entre la mala prensa no sólo incluyeron la prensa radical
o anticlerical, sino también la moderada, la neutra, tibia y anfibia,
que podía ser calificada de
· católico-liberal. Los siete discursos
(uno de ellos
de clausura), más el sermón inaugural y la alocución
de apertura, exhortaron a
la acción, la organización y la concre­
ción de proyectos y frutos prácticos. Se trataba de iniciar una
nueva Cruzada -la Cruzada de la Buena Prensa-y uu nuevo
apostolado
~! apostolado de la Prensa--.
La Asamblea buscó
unidad entre la prensa católica, esto ·es,
uua verdadera unión práctíc:a erltre los católicos en torno a la
causa
de la religión y la Iglesia. El periodismo era el terna con­
siderado más urgente. Las luchas de partido "en cuestiones tem­
porales, cuestiones declaradas legítimas y a6n necesarias para ·re­
construir la ciudad temporal, quedaban al inargen de
las consi-
deraciones de la Asamblea. .
El Congreso

buscó la
eficacia y la cooperación entre las dife­
rentes instituciones e iniciativas de los católicos. En relación con
ello, uuo de los aspectos más importantes fueron los propósitos
organizativos y la modernización de los medios técnicos y humanos.
Todos estos aspectos estaban vinculados a la promoción del
asociacionismo católico. Para ello babfa t¡ue competir en buena
lid y con todos los medios legales,
con la prensa liberal. El desa­
rrollo de la competitividad tuvo uua doble vertiente. Una, de ca­
rácter algo negativo, implicaba no comprar periódicos malos, no
comprar
artículos en aquellos establecimientos · donde se vendiese
la mala prensa,
y no cooperar de manera alguna, directa ni iudi­
rectamente, en la publicación, lectura, .difusión y 'conocimiento
de aquella prensa reprobada por los Congresos. Estas ideas son
una constante
en los discursos y en buena parte de las aportacio­
nes individuales de· los congresistas. Por otra parte, y con un ca­
rácter netamente positivo, se trataba de mejorar la técnica de los
periódicos católicos, de extender estos por todos los lugares de
España, de lograr
el acceso a ellos de todos los sectores sociales
621
Fundaci\363n Speiro

JOSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
y penetrar los ambientes más diversos. También se trataba de
alcanzar la debida especializaci6n periodística conforme a la di­
ferente calidad de los posibles lectores, de mejorar la formación
de los profesionales de la prensa
mediante el establecimiento de
una escuela
de periodismo (págs. 294-305) toda vez que «el pe­
riodismo no
es una ciencia particular, sino la manifestaci6n adecua­
da de todas ellas» (pág. 343), de facilitar la mejora econ6mica
de los periodistas cat6licos
mediante donaciones (pág. 294), y,
por último, de aunar todas las fuerzas cat6licas tanto de los laicos
como del estamento eclesiástico. No en vano la
Sección Tercera
del Congreso convocaba a los representantes de la prensa cat6lica
para un prop6sito bien definido. Como detalle
significativo esta
secci6n carecía de un Obispo presidente, quizás debido al carácter
técnico
y opinable -dogmática y moralment.,_ de sus contenidos.
No pocos congresistas deseaban la fundaci6n de un «gran ro­
tativo católico independiente» al margen de toda idea política
!!cita a un católico. Este gran rotativo debería mantenerse econó­
micamente entre todos los católicos y extenderse por toda la
península. Para alcanzar
el éxito, se exigía a todos los cat6licos
que adquirían la prensa liberal censurada, cambiar de periódico
con
el objetivo de que comprasen el nuevo rotativo católico. De
esta manera se trataba
de crear un gran periódico capaz de «en­
ganchar» a los católicos que compraban periódicos liberales;
y
de ofrecer algo no sólo moral sino también técnicamente mejor.
Con este ánimo se defendió la «fundación de un gran rotativo
que
se dé con más economía y pueda combatir en la calle con
los periódicos
impíos, supliendo la diferencia con el exceso de
tirada, pues la mitad, quizá, de los lectores de la prensa liberal
se llaman católicos y comprarían esa prensa si estuviera a la
mano en todas partes» (págs. 276, 355, 356). Según otro con­
gresista, y en esta misma línea, convenía «la publicación de un
diario
de gran información neutro en pol!tica, que no molestase
á nadie, cualesquiera que sean sus opiniones en asuntos religiosos
y sociales [lo cual], presentaría, el triunfo contra la mala prensa»
(pág. 291). A pesar de la coherencia de este planteamiento tam­
bién hubo alguna opinión discrepante que afirmaba la inoportu-
622
Fundaci\363n Speiro

PROYECCION SOCIOPOLITICA DE -LOS CONGRESOS CATOLICOS
nidad de dicho gran rotativo, «diciendo que lo más acertado es
trabajar en cada periódico católico de los ya fundados, para en­
sanchar su campo de acción hasta obtener
tal número de lectores
que lo transforme en rotativo» (pág. 338).
Todas las cuestiones suscitadas se presentaron con
un espíritu
profundamente apostólico. No en vano, si «el trust de los periódi­
cos impíos está formado por industriales: el periódico popular
católico debe estar formado
por apóstoles» (pág. 351).
En una_ ocasión, y con motivo de la conveniencia de las do­
naciones
y legados a favor de la Buena Prensa, un congresista
planteó una cuestión eminentemente social y regeneracionista al
advertir
la influencia del caciquismo en los sectores meno~ afor­
tunados de la sociedad. Según él, había que actuar «contra el ca­
ciquismo imperante que usa su diario como lazo opresor, fúndese,
por donaciones de
la clase media y pobre, un pequeño periódico,
que rompa los lazos con
la tajante espada de la verdad» (pág. 294 ).
Por otra parte, es llamativo que este congresista no incluyese
entre dichos donantes al sector más pudiente de
la sociedad. Sin
desdeñar las aportaciones
y el interés del sector más elevado -de
la sociedad,
se buscaba principalmente el apoyo del sector medio
español, quizás
por más numeroso, popular y aceptado por todos
sin prejuicio alguno. Las donaciones
y legados también deberían
repercutir en beneficio de «los proletarios
del periodismo que
forman
la gran cruzada de la Prensa católica» (ídem.).
4.4.
Planteamiento del gran tema: principios y desarrollo
de -la Buena Prensa.
Los discursos pronunciados en las tres sesiones generales tu·
vieron una gran importancia al aportar una visión general que
afirmaba principios con rotundidad,
y especificaba los supuestos,
la estrategia y el talante de la Asamblea de Zaragoza. Por su
ca­
rácter público y solemne estos discursos fueron la parte más ofi­
cial del Congreso. El desarrollo de los trabajos de las tres seccio­
nes particulares representaba la parte menos oficial u oficiosa .de
623
Fundaci\363n Speiro

JOSE FBIOIIN GARRALDA ARIZCUN
la Asamblea, debido tanto al carácter práctico de dichas seccio­
nes, como a representar opiniones privadas y particulares ,-ho­
mogéneas en lo fundamental y disctepantes en ciertas tácticas a
seguir-de cada congresista. No obstante, lo publicado en las
actas del Congreso
expresa el talante de la Asamblea.
Para don Santigao Guallar poseer
la prensa suponía tenerlo
todo. Prueba de ello era
«la correlación palpable entre las pre­
varicaciones de la prensa
y la degradación de la sociedad». El
hecho de
comunicar errores y escándalos y de ejercer así una
«conspiración constante
c-ontra la verdad», convertía el trabajo
de la prensa en el ejercicio de una «autopsia del
cuerpo podrido
de la humanidad». Había varios tipos de prensa. Junto al perio­
dismo
agtesivo se encontraba «esa prensa neutra, incolora y fluc­
tuante de serpentear insidioso, que apaga la fe, resfría el entusias­
mo ·y -debilita el valor y la firmeza de las convicciones». La prensa
radical iba
acompañada· de otra «que

inspirada en un doctrinaris­
mo ecléctico, sanciona y aprueba todas las -doctrinas, derramando
lentamente en las almas el veneno de la indiferencia» (págs. 109-
110). No sólo la primera sino
también esta última, más o menos
modera-da, debía de ser catalogada Para
combatir la mala prensa había que negarle «en absoluto
nuestra suscripción
y nuestro apoyo», «porque su parte vulnera­
ble, el talón de este Aquiles moderno
es el dinero» (pág. 171).
Correlativamente había que dar a
la buena prensa «nuestro apo­
yo, nuestra cooperación y nuestro dinero». Porque «ellos no son
grandes, sino porque nosotros somos pequeños, porque estamos
cá.ídos en el polvo de la apatía, de la pereza y del egoísmo. Su
audacia nace de nuestra timidez. Nuestro· abatimiento es el que
les envalentona
y prepara su victoria» (pág. 115).
En su alocución de apertura el arzobispo de Zaragoza vindicó
a
la Iglesia de una falsa acusación. Según esta última la religión
católica era la causante
de la irremediable decadencia de los pue­
blos. Su defensa se basaba en dos hechos por entonces fácilmente
constatables:
«l.º Los países más prósperos en la actualidad son la cató­
lica Bélgica, las provincias católicas de Alemania
y los cantones
624
Fundaci\363n Speiro

PROYECCION SOCIOPOLITICA DE LOS CONG~SOS CATOLICOS
católicos de Suiza, Ios cual~s desde cualesquieta pU11tos de vista
que
se les considere progresan mucho más rápidamente que los
cantones protestantes.
«2.º La decadencia de
. Espafia, de Francia y de otros pue­
blos católicos
comenzó desde el punto y hora en que los Gobiernos
de
dichas naciones dejaron de ser católicos para inspirarse. en las
ideas volterianas, sectarias, protestantes
ó judías. Esta es la. ver­
dad histórica» (pág. 125).
Sin embargo, dichas falsas afirmaciones no. eran ni el único
ni todo el mal. Eta U11a realidad --<ÚÍade el arzobispo-que, en
la lucha mantenida entre
la Revolución y el Catolicismo, «el pú,
blico revolucionario sabe mucho mejor que el público católico
dónde están el secreto de
su fuerza y la palanca para mover .al
=do y el instrumento para dominarle. Y porque lo sabe, obta
con
extrema cordura, con envidiable perspicaciá, cultivando su
jardín del periodismo» (pág. 126). Por el contrario, los católicos
«suelen abandonar hasta abota
el campo del periodismo», dejando
inermes a quienes con mil sacrificios pelean y combaten en él.
Mientras los revolucionarios fortalecen con mil afanes su perio­
dismo, los católicos, con más medios _ e instituciories qúe ellos,
abandonaban o desatendían sus periódicos. Y concluye con ve­
hemencia:
«Que
{los católicos) no se quejen. Que aprendan. La enseñan­
za de los
hechos es admirable. La conducta de los adversatios es
de U11a elocuencia brutal. La necesidad es urgente. El castigo á
nuestra apatía es feroz. Y donde hay tales enseñanzas y tales
ejemplos y tales castigos,· relampaguea con resplandores divinos
la
volU11tad de Dios. ¡Dios lo quiere! -¡Dios los quiere!-. Pues
sacudamos la apatía, abramos nuestros bolsillos, sostengamos la
buena prensa, mejoremos sus condiciones de información, dote­
mos al periodista católico, procuremos que todos lean el periódico
sano y nadie tome ni U1l sólo número del que hace la guerra ú
ofende a
la Religión» {pág. 128). El reto de «esta cruzada de la
buena prensa» era inaplazable.
Don Antol!n
López Peláez demostró lo improcedente del
complejo de inferioridad que los lectores
de la prensa católica
625
Fundaci\363n Speiro

/OSE FER.MIN GARRALD...4. ARIZCUN
tenían respecto a sus propios periódicos católicos; la desigualdad
existente en el recio combate mantenido entre los periodistas
ca­
tólicos y los no católicos a beneficio de estos últimos; los malos
tratos que los periodistas católicos
sufrían de sus propios herma­
nos de religión; y el que
la vida del periodista aparentaba ser
brillante por fuera mientras que por dentro estaba llena de amar­
guras y penalidades. En
p orador retrató
la difícil situación del periodismo católico.
El senador del Reino Don Rafael Rodríguez de Cepeda
elaboró inicialmente una semblanza de los males político-religio­
sos por los que atravesaba España. Este fue su punto de parrida,
que le permitió afirmar la necesidad de influir hasta cambiar la
opinión pública «en favor de las ideas católicas y en contra de
las racionalistas y las sectarias» (pág. 148).
Si en su anterior dis­
curso Antolín López describió el triste estado del periodista ca­
tólico debido principalmente al negativo comportamiento de los
propios católicos, Rodríguez de Cepeda mostró los graves males
político-religiosos en los que España caería de
no decidirse los
católicos a trabajar por
la mejora y el impulso otorgado a la pren­
sa católica.
En su valoración ideológica el senador se mostró
absolutamente contrario,
,al liberalismo radical y moderado. Des­
pués de citar los males del liberalismo radical hasta la revolución
de 1868, el punto central
de este rechazo fue el siguiente:
« Y si bien
es cierto que la restauración (monárquica alfonsi­
na) puso cotrectivo á alguno de estos males, hay que confesar
que con la tolerancia religiosa admitida por ella perdimos el don
más preciado que teníamos, cual era el de la unidad católica».
Y continúa:
« Y menos mal
si los daños que hemos de lamentar se hubieran
limitado
á la mera consignación en la ley fundamental de esta
tolerancia, que como hecho existía
ya antes, pero desgraciada­
mente ha sido interpretada y aplicada con tal latitud que la hace
casi sinónima de libertad de cultos y ha permitido que la impie­
dad, insistiendo en su propaganda, desarrollase su plan antira­
cional, antipatriótico y sectario,
arrastrándose unas veces hasta
los podres públicos y obteniendo, de ellos medidas de protección
6~6
Fundaci\363n Speiro

PROYECCION SOCIOPOLITICA DE LOS CONGRESOS CATOLICOS
al error y al mal y de opresión á la verdad y al bien moral y re­
ligioso, limitándose otras veces á una acción individual y social,
pero tenaz y constante. Valiéndose de ambos medios de acción,
del oficial y del privado, hemos de confesar que la impiedad ha
trabajado y trabaja descaradamente en pro de sus ideales
en el
orden de la ciencia y de la enseñanza ( ... ) (pág. 144).
Si en 1869 la Constitución radical no se limitó a establecer la
tolerancia absoluta de cultos no católicos, sino que
declar6 la
libertad de cultos, ahora los Gobiernos moderados interpretaban
con una total laxitud la Constitución moderada de 1876 (art. 11)
que, aunque
no admitía la libertad de cultos, afirmaba una tole­
rancia parcial en
vez de aquella tolerancia absoluta propugnada
-hasta llegar a. la libertad de. cultos-por el liberalismo radical.
Aunque el artículo
11 de la Constitución de 1876 era malo, peor
era la interpretación laxa desarrollada, conscientemente, por los
Gobiernos o poderes Ejecutivos, máxime cuando tras el
tumismo
de partidos establecido tras 1885 la labor de los radicales era
reafirmada, aunque con un talante moderado, por
los conserva­
dores.
La revolución ganaba puestos en la política, la socieclad, y
las conciencias, lenta pero eficazmente. Se anunciaban nuev~s y
males más graves para el porvenir, «que son ya bandera de un
partido que
se llama gubernamental y turna en el poder». El
ponente
se refería al partido liberal fusionista de Sagasia, y a su
programa de libertad de cultos e incluso de separación de Iglesia
y Estado. Estos
males se sumarán «a los que son consecuencia de
estos, y que unos ya, en parte por tolerancia, se han intróducidO
en la práctica, como libertad desenfrenada· del error religioso y
neutralidad de la enseñanza, y otros habrían de establecerse muy
pronto, tales
como secularización de los cementerios, matrimonio
civil, introducción del divorcio y todas cuantas medidas tendiesen
á matar el último resto de la fe católica y de familia cristiana en
nuestro país» (pág. 145).
Este triste estado
de España, «la nación teológica por exce­
lencia», era· debido al «pasto intelectual cotidiano de la inmensa
mayoría de
los españoles que leen», esto es, a la prensa liberal.
627
Fundaci\363n Speiro

IOSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
En esta prensa se defendía la impiedad y la corrupción, el paga­
nismo
.~ materia moral y religiosa, el naturalismo. En ella los
español"l' «leen que en el triunfo· de esa impiedad y de esa corrup­
.ción consiste lo que se ha llamado europeización». Y mientras unos
leen tales cosas,
otros se dejaban llev.ar inconscientemente por un
pesimismo estéril
y. una inacción muy cómoda.
No obstante, sea cual
fuere el espíritu del Gobierno, más o
menos -revolucionario o bien cristiano, la :buena prensa era im~
prescindible para influir tanto· en la opinión pública y en los Go­
biernos, como en aquella parte de la sociedad o vida social a la
que ningún Gobierno, por cristiano que fuere, podía acceder.
Por una parte, .«un gobierno católico no podría subsistir sin
el apoyo
de una opinión pública catóUca». la prensa sería nece­
saria para lograr «nuestras aspiracion~ de tener un gobierno que
proteja á la Iglesia, que defienda nuestrás creencias, que apliqué
á la gobernación de nuestro país las d;,ctrinas. católicas., que im­
pida los ataques de la impiedad» (págs. 150-151). Por otro lado,
y «sin
ll~ar á ese ideal», la buena prensa resultaba necesaria en
los presentes tiempos democráticos --«cuyas modernas institucio­
nes no es fácil que p~sen pronto»-.para accedercon éxito a la
lucha política. Era necesaria para
· ir «formando una mayoría. ca­
tólica ó minorías respetables que se impongan en los Ayuntamien:
tos y Diputaciones · provinciales, especialmente en las grandes
ciudades; si queremos
llegar-á tener en las Cortes minorías cató­
licas numerosas, que tantos y tan grandes beneficios podrían ob­
tener para la causa de la religión» (pág. 151).
Estos diarios sólo debían proponerse «la defensa· de
la causa
católica», hasta vencer y hacer desaparecer la prensá «impía o
indiferente que envenena y
malea á las sociedades católicas y á
sus
individuos en los tiempos modernos». Como señalaba el car­
denal Laviggerie en 1885 --añadía Rodríguez de Cepeda-, sos­
tener un diario es tan necesario y tan meritorio como construir
una Iglesia. Y citando al cardenal Labouré (arzobispo de Rennes):
«Ha pasado la horá de edificar iglesias y decorar altares. No hay
sino
una cosa urgentísima, á saber, cubrir la nación de periódicos
628
Fundaci\363n Speiro

PROYECCION SOCIOPOLITICA DE LOS CONGREBOS CATOLICOS
que le prediquen la verdad» (pág. 153). La conclusión del ponente
bullía sola:
(
... ) si queremos vencer á la prensa sectaria y á la indiferente;
si queremos evitar en España las catástrofes que en el orden
re­
ligioso afligen á la vecina Francia; si queremos impedir eficaz­
mente que
se realicen esos programas políticos de libertad de
cultos,
de separación de la Iglesia y del Estado, de europeización
y de anticlericalismo; si queremos que el espíritu católico vuelva
á reinar en nuestra patria, tornándola grande y poderosa, temida
de los malos
y amada de los buenos, como lo fue en el siglo xvr,
es necesario que consagremos nuestra actividad, nuestros esfuer~
zos y nuestros recursos á la obra de la prensa diaria católica,
considerándola como una de las principales entre las obras cató­
licas» (pág. 155).
Las actas sólo ofrecieron
un resumen del discurso de don José
Roca
y Ponsa. No obstante dicho resumen no perdió la viveza
de su autor. La claridad del discurso, su estilo directo y periodís­
tico, es paralelo al propósito constante
y general de Roca y Ponsa
de desgranar
y clarificar los problemas más delicados y peliagu­
dos. En Sevilla «se dijo son malos periódicos todos aquellos que
estén afiliados
á un partido liberal». En esta ocasión --como el
autor demuestra hasta la saciedad en sus opúsculos-Roca y
Ponsa apostillaba: «El liberalismo no tiene más que un solo par­
tido, aunque desde hace algunos años en España
se dividió en
dos, pero que los dos vienen á consolidar
y ratificar el espíritu
que encarna
el liberalismo» (pág. 159). La prensa que acepta
este partido
es «la prensa mala, la prensa liberal, la prensa anti­
clerical.
El anticlericalismo consiste en la seculárización. Y la
prensa liberal,
poco á poco, ha ido secularizándolo todo, comen­
zando por los bienes de la Iglesia,
y por fin, la enseñanza, pues
conviene hacer constar que la enseñanza oficial no
es la católica»
(pág. 159). Sabemos que mientras los radicales desamortizaban,
los moderados minaban o permitían minar la
fe católica de la
juventud católica que estudiaba en las instituciones regentadas
por
el poder civil.
Consecuencia
de ello era que «no puede llamarse católico
629
Fundaci\363n Speiro

IOSE FERMIN GARRALDA ARJZCUN
-ni menos católico de acción~ el que no. trabaja por destruir
la mala prensa, el que no
se impone algún sacrificio por estirpar
esta dañina
raíz» (pág. 160). Esta situación se agudizaba con el
lamentable hecho
.de que «la mala prensa no la sostienen los
liberales; vive por
la benevolencia de los que se llaman católicos»
(pág. 161). Pero no bastaba con abstenerse
.de
comprar la mala
prensa. Faltaba
.la otra cara de la moneda en cuaoto actitud po­
sitiva: para ser católico .de acción «es preciso favorecer la pro­
pagaoda en la Prensa;
es preciso trabajar como soldados valero­
sos ... Por algo nuestra Iglesia es militaote ... » (pág. 160).
A ello añadimos tres consideraciones.
Por un lado y para un
católico no existía la posibilidad de ser neutral entre ]a buena y
la mala prensa. Debía de optar por la primera con e¡¡:clusión de
esta última. Además, tampoco bastaba que el periódico católico
no
fuese liberal, sino que debía de ser aotiliberal por lo mismo
que el
católico debe de ser militante. En un tercer lugar y vincu­
lado
· a esto último, el ponente se inclinaba a seguir una lucha
explícita y frontal contra el liberalismo, y no por seguir un aoti­
liberalismo implícito o bien
más o menos expreso. Una disminu­
ción de la tensión aotiliberal en momento críticos podía permitir
recelar de la rectitud
y decisión de dicho antiliberalismo.
Quizás con ocasión del centenario de la emblemática fecha
de 1808, el
caoónigo magistral de Sevilla finalizó su discurso con
estas palabras que muestran el talante de
la Asamblea: «O espa­
ñoles ó afraocesados.
A un lado la prensa cristiaoa. española, á
otro la liberal afrancesada». Esto era similar o lo señalado por
otro congresista
(don Mariaoo Maroto, también caoónigo de Se­
villa): «la Buena Prensa debiera presentar con gruesos caracteres,
como lema constaote,
la frase siguiente: Españoles hasta morir;
pero cat6licos antes que españoles» (pág. 341) .
• Del discurso de don Maouel Senaote, periodista y diputado
por Azpeitia de tendencia integrista, sólo se conserva un
ei En· él rechaza la incoherencia de «centenares y millares de ca­
tólicos» que mientras aceptao los juicios de la autoridad de la
Iglesia, en la práctica no los aplicao cuaodo comprao periódicos
liberales. Era necesario
-añad~ desvelar el liberalismo mode-
630
Fundaci\363n Speiro

PROYECCION SOCIOPOLITICA DE LOS CONGRESOS CATOLICOS
rado con más ahínco que el radical, pues «el temperamento mo­
derado es el medio, es la esencia del liberalismo». Es decir: «si
el liberalismo presentara los errores como tales, desnudos, escue­
tos, no obtendría éxito, nadie los acogería porque el error no es
admitido por lo . que tiene de contratio. á la verdad, sino por las
apariencias de verdad que
tiene,. El liberalismo moderado es el
peor liberalismo; el más genuino, sabe envolver, diluir, ocultar
con apatiencias de
verdad el error que corroe sus . entrañas, que
constituye su esencia» (pág. 167).
Por todo ello los peri6dicos
liberal-moderados son los «de la peor
especie, los más vitandos
porque disimulan, no atacan
de frente y van asentando en el alma
española los principios que acabarán con la fe y acabarán con la
misma España » (pág. 168). En última instancia, según Senante,
era necesario «segar de raíz el árbol del mal, derribando
el tronco
en cuyas
ramas cuelgan las malas hojas de prensa impía. Esta es
la acci6n de los cat6licos, acabar con las fuentes de perdici6n,
una de las cuales es la libertad (liberal) de imprenta» (pág. 169).
El P. Calasanz Rabaza destac6 que el espíritu de la Asam­
blea no estaba al servicio de partido alguno sino de la verdad
religiosa: «No vivo al servicio de
ningún partido; soy un enamo­
rado de la verdad religiosa». Aunque como hombre de Iglesia y
provincial de las Escuelas Pías era necesarip que pensase así, lo
mismo pensaba toda la Asamblea. El ponente.
añadi6: «Proclame­
mos, sí, el
in dubiis libertas de San Agustín y respetemos todas las
opiniones que dentro del campo cat6lico tienen, paladines y héroes
en cada cuartel del
coto;

pero
no olvidaré un momento que dentro
de esa libertad está el
in necessariis unitas de la verdad religiosa
y de la autoridad de la iglesia, que debe · unir las inteligencias
todas
·de los cristianos y sobreponerse á las divergencias políti­
cas, para que se cobijen todos bajo la divina bandera blanca que
pasa de los pontífices á los obispos,
y de éstos al pueblo fiel,
que no deja de tremolarla un: solo momento, porque ella es el
pabellón de nuestro credo y de nuestra
fe» (pág. 175) ..
Siglos atrás -continuaba Calasanz-- fue el momento de las
catedrales, los ejércitos, las cruzadas, los conventos
y las univer­
sidades ... «¡Que sea, pues, nuestro siglo el de los grandes perió-
631
Fundaci\363n Speiro

!OSE FERMIN·GA,RR.ALDA ARIZCUN
dicos cristianos!». No en, vano «la prensa es el ;dioma vulgar de
los actuales tiempos y con
ella hemos de realizar el apostolado
de
la verdsd cristiana hoy tan ultrajads y desfigurada por el pe­
tiodismo imperante» (pág. 180).
El autor desmitificó la prensa y situó la labor periodística en
su verdadera dimensión. Para ello le bastaba considerar el
hecho
de que en las

redacciones de los petiódicos «hay que suprimir
todo personal criterio:
es donde menos se admite la libertad de
pensar». Además de que la prensa era un negocio, gran parte de
la información «es de fabricación casera».
En estas circunstan­
cias era ella --«son cuatro [los] que alborotan frente á cuatro
mil que callan»-la que dirigía la llamads opinión pública. A esto
se le sumaba otra realidsd: el muy escaso volumen de lectura
por el pueblo,
y lo reducido de la rirads de aquellos petiódicos
al servicio
de la herejía liberal en comparación con el número de
población. En realidad, según el ponente, «la monopolizadora de
la opinión, la dictadora de las inteligencias humildes, la que ha
estancado la verdad pública y cree poseer
la exclusiva en punto
á información, la sedicente gran prensa, va siendo ya conocida
de
las gentes (pág. 185). Para él esto era un signo de esperanza.
Ante este panorama los católicos no debían acobardarse ni
arrugarse. El objetivo de los católicos estaba claro: «No paremos
hasta sustituir en las manos de nuestros amigos el malo por el
buen periódico
y, después, tratemos de ocupar á tiempo muchas
posiciones, que aún no han sido tomadas por el enemigo» (págs.
189-190). El tema era muy setio, pues la prensa católica «está
llamads á ser el apostolado
y la predicación vulgar de los actuales
tiempos (
... ) y si hoy las fortalezas de los enemigos de la iglesia
están en la prensa heterodoxa de todos los matices, los hijos de
la Iglesia que sostienen la mala prensa, son enemigos
de su madre
y traidores
á su causa» (pág. 191).
Buena parte del discurso del P. Calasanz pretendió transmitir
el ímpetu y la decisión necesarios en favor de
la buena prensa,
y fue una llamads a
la unidad entre los católicos, así como a
poner los medios materiales adecuados para el desarrollo
de
aquella.
632
Fundaci\363n Speiro

PROYECCION SOCIOPOLITICA DE LOS CONGRESOS CATOLICOS
Don Benigno Bolaños Sanz defendió la buena prensa frente
a las falsas inculpaciones
de las que había sido objeto, y sefialó
lo mucho que la caridad cristiana-había ayudado a aquélla. Tam­
bién destacó
lo mucho· que confiaba en una caridad tal para la
propagación de la buena prensa y la debida atención a los perio­
distas
católicos. Entre un gran. cúmulo de -consideraciones vibran­
tes al estilo de las circunstancias y la época, Bolaños recordó:
«¡Pero si
no éramos nosotros, si era la Iglesia la que. condenaba
el liberalismo en todas sus formas, en· todas sus tendencias y en
todas sus constituciones: si eran los-·maestros, el Sumo Pontífice
y los Prelados los que lanzaron anatemas sobre tales novedades,
y esta es la hora bendita en que no han retrocedido en uno sólo
de sus
preceptos, en una sola de sus esperanzas, ni han levantado
una sola de sus
excomuniones!» (pág. 201).
En relación con la aplicación de los principios liberales
y de
la táctica liberal, y, en concreto y por vfa de ejemplo, sobre la
expulsión del Papa de los Estados· Pontificios por Víctor
Manuel
de Saboya de Italia, añadió:
«¿Véis la cuestióo romana?
Ahora hace •precisamente treinta
y ocho años de
la brecha de la Puerta Pía ( ... ) . Han pasado los
años,
y el mundo por la cosrurnbre de ver la injustici~, se figura
que las
relaciones entre víctima y verdugo son más suaves, que
el mal es más pequeño, que la usurpación casi no es -uSúrpación
y que el daño á la Iglesia y á la independencia del Pontificado
casi no es daño. Y, sin embargo, la revolución no ha retrocedido,
¿qué ha de retroceder? Ha ido avanzado
más y más cada día, que
entonces no tenía el gran Oriente masónico de alcalde de Roma,
ni. habfalevantado aún frente al Vaticano la estatua de Giordano
Bruno en el campo de las Flores. No ha retrocedido, y al que 1e
parezca que entre ella y nosotros hay menos distancia, será por­
que es
él quien .poi su desgracia ó. por su ceguedad se mueve.
Pues este mismo ejemplo vale para medir y
· juzgar las otras re­
voluciones los otros asaltos á · la Puerta Pía de nuestras. creencias,
las otras usurpaciones espirituales que
nos. han hecho. No han
retrocedido ellos, los revolucionarios; el que se lo figure es el
el que á sabiendas
ó sin saberlo avanza hacia Babilonia y ha dejado
633
Fundaci\363n Speiro

]OSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
muy atrás las seculares tiendas donde acampaban sus católicos
antecesores
... » (págs. 201-202).
Al igual que otros ponentes, Bolaños
se lamentó de aquellos
católicos que criticaban a su prensa católica e incluso alardeaban
de no leerla
y ni siquiera suscribirse, o bien de los que «no tienen
reparo de leer la Prensa liberal, y en ella, que está cargada de
pecados y abominaciones, no ven faltas
ni sobras, ó si las ven
las disimulan» (pág. 211). Bolaños
Sanz encarna la principal in­
quierud del
Congreso_ de Zaragoza, esto es, la lecrura, las sucrip­
ciones, y la difusión por toda España de
fa buena prensa, con
objeto de combatir «todo género de liberalismos, la gran herejía
de estos tiempos» (pág. 219).
En el acto de clausura, don Florencio Jardiel destacó que
el principal objetivo
de la Asamblea era frenar y vencer a toda
«la prensa impía y anticristiana, mansa ó fiera, artera ó descara­
da, cubierta con los afeites de la literarura y del buen gusto, ó
brutal
y sañuda, asquerosa é intempetante» (pág. 222). Para al­
canzar este fin no debiera de omitirse ningún medio, «hasta la
última peseta ,de su bolsillo á fomentar la vida y la difusión de la
prensa católica, y
á contener, neutralizar, desprestigiar y hacer
imposible la
deJa prensa impía, :hoy por desgracia (confesémoslo
con rubor) dueña del
campo y envanecida con sus victorias!».
(pág. 224).
4.5. Las concreciones.
Las memorias presentadas por los congresistas, no pocos de
ellos clérigos, incluyen numerosos temas. Entre ellos puede des­
tacarse la situación de la prensa católica del momento, las .estra­
tegias a seguir, la llana
y sencilla exposición de la doctrina católica
en las cuestiones tratadas, la oposición a todo liberalismo, el
talante luchador e
intransigente de los católicos españoles asis­
tentes -'a las Asambleas de la Buena Prensa --continuadoras de
los Congresos anteriores-as! como de la numerosa jerarquía
católica representada· en
él ...
634
Fundaci\363n Speiro

PROYECCION SOCIOPOLITICA DE LOS CONGRESOS CATOLICOS
4.5.1. Sección de Propaganda.~En esta sección, y como punto
de partida,
se consideran las lineas de acción para propagar y
extender, directa y positivamente, la buena prensa. Así, los con­
gresistas destacaron que «la preponderancia de. la. mala prensa
data precisamente de la
fecha en que comeni:ó la división entre
los católicos» (pág. 231). El frente de acción era múltiple. Debía
repudiarse tanto de la prensa anticlerical como la «inserción de
artículos
en los [periódicos] católico-liberales contra las expresas
palabras de León
XIII y el favor prestado á IC>s periódicos neu­
tros
é incoloros, que sólo defienden á medidas la verdad» (pág.
233). El
rechµo moral de la prensa liberal obligaba a los párrocos
a predicar contra
ella (pág. 235). Es más, los.buenos católicos no
debían comprar artículo alguno en los establecimientos «que fo­
menten con su lectura
. la prensa sectaria o inserten en ella sus
anuncios
y reservando todos ellos para la Buena Prensa, al objeto
de contribiuir
á su sóstenimiento» (págs.· 237; 240, 242). ·
En un sentido menos defensivo, y todavía más práctico, se
propugnaba la creación de juntas antiliberales; exigir a las auto­
ridades
y funcionarios el cumplimiento de. la ley en lo que ésta
favorezca a la buena prensa
y ttabajar por refotmat la legislación
(págs. 240'241); concretar actividades a realizar por la Asocia­
ción Nacional de
Damas de la Buena Prensa (pág. 242), las Ligas
Eucarísticas (págs. 243-4),
y la Asociáción Nacional de la Buena
Prensa cuya
asamblea se estaba celebrando en Zaragoza (págs.
247-8);
y la celebración de asambleas nacionales y regionales o
diocesanas (pág. 245) para poner en práctica las conclusiones
de la Segunda Asamblea
Nacioffill reunida en Zaragoza.
Este sentido tienen algunas conclusiones de
la primera Sección
del Congreso (págs. )61-366). Según estas, los Obispos debían
formar asociaciones de eclesiásticos
y seminaristas «encargadas es­
pecialmente de propagar los periódicos, hojas y demás publica,
clones católicas» (tema 1 y 2). Asimismo las Congregaciones
Marianas debían de propagar la buena prensa en cuanto elemento
insustituible de la acción social católica (tema
3); se imponía la
multiplicación de las Asociaciones de
Damas de la Buena Prensa
635
Fundaci\363n Speiro

/OSE FERMIN G.AkRALDA .ARIZCUN
(tema 4), la «Liga de Oraciones» fundada por la Adoración Na­
cional (tema 5) y el ingreso de los católicos fervorosos en la «Liga
Sacerdotal Eucarística» ( tema 6). Debían
de convocarse diferen­
tes asambleas nacionales, regionales, diocesanas y de arciprestazgo
( tema 7), de trabajo y acción, con un talante informativo,
mien­
tras que los centros de la Buena Prensa debían de comunicar a
la Junta Central de la Asociación los distintos· medios propagan­
dísticos utilizados ( tema 10).
Se hacía necesaria la fundación de
hojas parroquiales
al igual que en el extranjero (tema 11), el fo­
mento de publicaciones profesionales católicas (tema 12) y la
creación de una prensa específica para los sectores obreros, «entre
los cuales la mala prensa causa mayores estragos» (tema 13). En
todas estas conclusiones
puede observarse un claro esfuerzo or­
ganizativo con el objeto de incidir en la sociedad.
4.5.2. Sección de Fomento.-Está sección se encuentra direc:
tamente vióculada a la anterior. En ella se establecen las actua­
ciones que faciliten la propaganda de la
buena prensa en cuanto
referidas indirectamente a las propias de la
propaganda.
Algunos socios de la Asamblea insistieron en los objetivos
de
. la buena prensa aj identificar cuál era la mala prensa y .ia~
causas de su existencia. Decian así: la.«( ... ) lucha contra la mala
prensa es á la que en el día de .hoy deben acudir los que sientan
en< su corazón el amor á la Iglesia y el amor á la Patria y que, el
liberalismo,
ya absoluto ó naturalismo, ya racionalista, ya político­
sucial, es la fuente. el) . donde la mala .prensa bebe todos sus erro­
res»
(pág. 264). O bien: .son malos .«los que defienden ó ampa­
ran. el liberalismo bajo todos sus aspectos, sectario 6 manso, mo­
derado 6 furioso»
{pág. 266 ), o «mezclan el error con la verdad;
un
día publican artículos, sueltos. ó noticias contra la Iglesia, el
papa, etcétera ... , y otro anuncian y . encomian una función reli­
giosa, documentos Pontificios, biografías de Santos, etc.»
(pág.
266 ). Es lo. mismo que desvelar a la ·«prensa neutra ( ... ) el pe­
riódico ecléctico en ideas religiosas y morales» (pág. 287).
El propósito de varios ponentes de trabajar por la buena pren-
636
Fundaci\363n Speiro

PROYECCION SOCIOPOLITICA DE LOS CONGRESOS CATOLICOS
sa al margen de discusiones temporalistas fue completado por un
congresista al manifestar:
«( ... ) el principio de que toda la prensa católica, excepción
hecha de
la técnica, debe ser politica.
[Se] Presenta [por el congresista] como medio eficacísimo
para discenir la Buena de la mala prensa, los puntos siguientes:
Que se ruegue á la prensa católica de España que en adelante se
muestre resueltamente política,
con la política de Cristo, y que
con sus escritos favorezca
á los organismos políticos francamente
católicos; que se oponga á los partidos políticos liberales, aunque
se apelliden católicos» (pág. 265).
Consecuencia
de todo ello era colaborar mediante donativos
a favor de
la «la Buena Prensa subvencionándola y procurando
que los ricos adquieran la costumbre
de dejar legados con destino
á los periódicos católicos, haciéndoles comprender que la limos­
na preferente y más necesaria en estos tiempos es la limosna
hecha á la prensa
y si .es bueno dar el dinero para obras piadosas,
es mejor darlo para los periódicos católicos y para retribuir deco­
rosamente á esos abnegados periodistas que consagran su vida
á
la defensa de la Iglesia» (pág. 274);
Las conclusiones de esta sección ratificaban lo acordado en
el anterior Congreso de Sevilla,
y especificaban siete deberes de
los católicos respecto a
la denominada mala prensa (págs. 367-
368). Además, se acuerda establecer Llgas de católicos «que se
comprometerán
á no comprar en los establecimientos ni adquirir
géneros ó productos que se anuncien en
la mala prensa» (punto
2).
La creación y el fomento de dichas Ligas serán una de las
misiones de la Asociación Nacional. de la Buena Prensa (punto 3),
que originó las dos primeras asambleas
de Sevilla y Zaragoza,
También se consideraron objeto de atención por parte de la Aso­
ciación los géneros literarios
del teatro y la novela (puntos 4 y
5). Vinculado a lo deseable que era el que los católicos no perte­
neciesen a sociedades «en que se reciban malas lecturas» (punto
6), se acuerda. establecer juntas de letrados
y procuradores ¡,ara
llevar a los tribunales a quienes por medio · de la prensa «injurien
ó calumnien la religión, sus ministros,
etc.» (punto 7).
637
Fundaci\363n Speiro

JOSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
4,5.3. Representantes de la prensa católica.-En esta sección
los planteamientos de los congresistas adquirieron un
carácter más
práctico que en las secciones anteriores, más técnico, y además
directamente relacionado con los periodistas como agentes de la
prensa. Se propuso la creación de dos agencias: una telegráfica
y telefónica para canalizar la información nacional, y otra sólo
telegráfica para la internacional. Se acuerda la apertura de una
agencia anunciadora;
se estableció un bien perfilado reglamento
para organizar la Asocaci6n Nacional de
la Buena Prensa, que
debía fundarse «sin carácter de parcialidad política, aunque por
su índole [ dicha Asociación] tienda indirectamente á favorecer la
política católica de nuestra nación» (pág. 314). También
se pro­
puso organizar una correspondencia social, literaria
y apologética,
con el objeto de facilitar
a todos los periódicos las mejores co­
laboraciones periodísticas.
Un congresista insistió en
la creación de una asociación de­
nominada «Solidaridad de periodistas católicos», que «no inter­
vendrá en nada que signifique política de partido» (pág. 321).
Otros mostraron
la conveniencia de dar origen a una mutualidad
y cooperación de escritores· y periodistas católicos denominada
«Asociación
de la Prensa Católica de España», para lo cual pre­
sentaban el borrador de sus estatutos (págs. 325-333).
En las conclusiones (págs. 368-372)
se acordó por unanimi­
dad «la creación ó establecimiento en Madrid de una Agencia
nacional e internacional
de información telefónica y telegráfica
para servicio de
Ja prensa católica. Siete meses después, el 1 de
mayo de 1909, se creó la agencia católica de Prensa Asociada. Sus
oficinas se instalaron en la calle Mayor 49, l.º iz. de Madrid.
A
ella se adhirieron por el momento veinte periódicos. Al fin se
satisfizo la «grande y apremiante necesidad» de una agencia tal
reconocida por
la anterior Asamblea de Sevilla. Para su mante­
nimiento los obispos debían de pedir dinero a sus feligreses.
Un Consejo Superior o Comisión permanente
debía inspeccionar
la Agencia para
.ofrecer a las· publicaciones adheridas «las debi­
das garantías de seriedad y catolicismo».
También
se debía fomentar la creación y después la expan-
638
Fundaci\363n Speiro

PROYECCION SOCIOPOLITICA DE LOS CONGRESOS CATOLICOS
sron de una prensa o revista religiosa periódica. Esta revista y
diarios católicos debían apoyarse mutuamente, y, debido al
ca­
rácter complementario de ambos tipos de prensa, convenía dar
un trato de favor a quienes se suscribiesen a ambos. Asimismo,
las conclusiones aceptaban la propuesta
de crear una mutuali­
dad, cooperativa o Asociación para escritores y periodistas cató­
licos que se concretaba en seis bases.
4.5.4. Sección indeterminada.-La iniciativa, actividad y abun·
dante información ofrecida
por los congresistas no pudo englo­
barse dentro de las tres secciones anteriores.
En esta sección
-impropia en su carácter-de las actas figuran muchas ideas
incluidas en las tres secciones anteriores, pero también otras con­
sideraciones muy sugerentes,
por ejemplo las relativas a las elec­
ciones, no recogidas en las conclusiones
del Congreso quizás por
desbordar los objetivos de este.
No pocos congresistas afirmaron la necesidad de una Liga
Electoral. Como complemento a lo señalado por el orador P. Ca­
lasanz
Rabaza mantuvieron que «es impOsible en estos tiempos
prescindir de la Política, aun á
• las publicaciones puramente reli­
giosas»
(pág. 343), y que «para combatir á los impíos, podemos
alguna
vez ponernos del lado del menos malo, apoyando única­
mente
lo bueno que hay en él» (idem.). Otro congresista consideró
la necesidad de «organizar las fuerzas católicas para las luchas
político-religiosas» (pág. 399), hasta el punto de «acometer la
empresa de una selecciones (
... ) rechazando y no admitiendo
como buena la prensa puesta al servicio del partido liberal-con­
servador, aunque se titule católica
y se publique con censura
eclesiástica» (pág. 330). Los católicos tenían que «acudir acordes
á las elecciones é identificarse con el pueblo, estudiando y reme­
diando las necesidades de los obreros de la ciudad y
del campo»
(pág. 349).
Este tipo de unión electoral a establecerse entre las fuerzas
católicas
parecía urgente: «Considera llegado el momento de que
nos agrupemos todos
á la sombra de la Cruz; y, unidos y com­
pactos, demos
la batalla al enemigo en el terreno en que éste se
639
Fundaci\363n Speiro

/OSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
presenta: en el político, aunque más bien se propone ir contra
Cristo
y su Iglesia. Nosotros debemos ir á ese terreno, haciendo
que los mandatarios sean cat6licos de verdad» (pág. 347).
Esta inquietud se manifestaba acorde con las graves circuns­
tancias políticas
y se expresaba de esta manera: se «teme que
llegue á ser gobierno en España
un partido que desde la oposi­
ci6n anuncia la libertad de cultos, secularizaci6n de los cemente­
rios
y demás que persigue el bloque liberal. Y como la mayoría
de este Gobierno
ha de salir de las urnas electorales, se necesita
despertar en el pueblo el sentimiento religioso y manifestarle el
peligro que se
avecin.a.
Como de las urnas depende el resultado, [el congresista] pide
la organizaci6n de los cat6licos, sea cualquiera el partido político
de cada uno, para ir á ellas con decisi6n ( ... ), cueste lo que cueste,
á oponerse á
la fiera. revolucionaria, tanto más envalentonada,
cuanto
mayores son nuestro retraimiento y cobá.rdía. Pero ~sta
organizaci6n electoral ha de ser dirigida por los Prelados, como
se
ha hecho en Bélgica y Alemania» (pág. 344) .
. Este tema, a pesar .de su importancia no qued6 reflejado en
las conclusiones, quizás
por no afectar directamente al desarrollo
de
la .. buena prensa, único objeto del Congreso.
5. CONCLUSIÓN
El liberalismo en todos sus grados implicaba secularizaci6n.
En toda Europa los cat6licos crearon Congresos de carácter orga­
nizativo para desarrollar una política social
y antisecularizadora.
España no fue ajena. a ellos.
En España ·los. Congresos se desarrollaron de una forma pa­
ralela a los del resto
de ·Europa .. Su labor fue muy importante y
sugerente. Objetivos suyos fueron organizar la piedad de los lai­
cos cat6licos, frenar
la.secularizaci6n socio-política, desarrollar la
cuestión social; e• incidir. directamente en la esfera propiamente
política,
por ejemplo contra el artículo .11 de la Constituci6n
liberal-moderada de 187 6 que
vulneraba la Unidad Cat6lica social
640
Fundaci\363n Speiro

PROYECCION SOCIOPOLITICA. DE LOS CONGRESOS CATOLICOS
y jurídica, mantenida en España desde el 589. Dicha oposición a
la política
secularizadora liberal fue constante, se plasmó de una
forma eminentemente constructiva mucho más que negativa,
y
fue paralela al hecho de enfatizar los medios necesarios para in­
fluir en la sociedad. Este era el caso de la buena prensa en cuanto
medio
de incidencia espiritual y religiosa en todos los ámbitos,
incluidos los sociopolíticos.
Organizados por los católicos y con participación directa y
expresa de la jerarquía de la Iglesia; los Congresos y Asambleas
en España tuvieron un carácter clerical aunque también laica!,
ambos no excluyentes sino complementarios. Ello
se debió a las
circunstancias. Sus preocupaciones fueron múltiples como insis­
tente era el avance de la indiferencia religiosa y la secularización.
Atajar esta última exigía una afirmación doctrioal, una postura
clara y definida, abierta y valiente, una puesta en acción y un
desarrollo de los medios de influencia social.
Aunque en España y en un sentido estricto los Congresos
desaparecieron en 1902,
se prolongaron en otras Asambleas Na­
cionales, por ejemplo en las de la Buena Prensa. Estas desarro­
llaron temas concretos y urgentes para satisfacer las necesidades
de los católicos más que del catolicismo.
Al individualismo liberal le respondió el comunitarismo
so­
cial y religioso católico. Y al estatismo liberal, la afirmación, dis­
tinción y autonomía de jurisdicción entre las actividades propia­
mente eclesiásticas
-la Iglesia como sociedad perfecta-, las
sociales
-principio de subsidiariedad-y las políticas -distin­
ción entre soberanía social y la política, vinculada a la mentali­
dad pactista natural e
histórica-.
Si en Europa era el momento del catolicismo-social, en Es­
paña
se desarrollaron los aspectos eclesiásticos, sociales y políti­
cos simultáneamente. Y
si anteriormente -los laicos participaban
más o menos activamente en
la Iglesia y en la vida sociopolítica,
ahora comenzaba a ser la mejor ocasión para que los laicos afir­
masen su presencia en un mundo secularizado: A una Iglesia des­
poseída por las desamortizaciones le correspondía ahora un
des­
pertar eclesial -clerical y laica!-, la cooperación y concordia
641
Fundaci\363n Speiro

/OSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
entre los clérigos y laicos en la Iglesia y fuera de Ella, la presencia
de ambos en la sociedad,
el planteamiento y la definici6n rigurosa
de objetivos, y la organizaci6n de los medios necesarios para la
acci6n, aportados estos últimos no s6lo por los laicos sino tam­
bién por el estamento clerical.
La Iglesia como tal quiso fermentar la sociedad de su tiempo
de
la que formaba parte. Aunque nunca pretendi6 que sus fron­
teras como Iglesia coincidiesen con las de la sociedad, toda
vez
que tanto la Iglesia como el Estado eran sociedades independien­
tes y perfectas en su esfera, quiso mantener la confesionalidad
cat6lica de las sociedades civiles
y del propio Estado como corres­
pondía a la realeza de Jesucristo, a la mayoría cat6lica
de las so­
ciedades, y a la propia naturaleza de las instituciones básicas
sociopolíticas.
Las posiciones del Maritain del humanismo integral -un na­
turalismo integral según el P. Antonio
Messineo-y del antro­
pocentrismo renacentista en
el sentido de antroponomismo y an­
tropodeísmo --a decir de Antonio Caponnetto-- serán algo total­
mente extraño a la proyecci6n sociopolítica de los Congresos
Cat6licos en España.
Los Congresos y las Asambleas cat6licas en España (1889-
1908) tuvieron un marcado carácter antiliberal, intrasigente y mi­
litante. En ellos participaron los cat6licos
de diferentes tendencias
políticas pero que aceptaban todas las enseñanzas de la Iglesia,
así como sus orientaciones- prácticas. No es cierto que ésta fuese
la época del integrismo en la Iglesia. Cuando una gran parte de
la Iglesia jerárquica
y discente cerraba filas en defensa de unas
realidades y principios,
y concretaba la expresi6n del sentir ca­
t6lico, no podía hablarse de integrismos, entendidos estos como
exageraci6n, extremo, o celo desmedido de quienes. desde
fuera
de la sociedad --de hecho paulatinamente secularizada-desea­
ban recrear íntegra y absolutamente las sociedades anteriores a
a la Revoluci6n liberal.
Los católicos
vivían con pleno derecho en el mundo del mo­
mento. Al igual que en el siglo XVI ahora había varias «moderni­
dades» posibles, en lucha. El resultado del conflicto no estaba
642
Fundaci\363n Speiro

PROYECCION SOCIOPOLlTICA DE LOS CONGRESOS CATOLICOS
decidido de antemano. Sólo quedaba decidido así si una de las
dos civilizaciones se entregaba atada de pies
y manos, o bien
aceptaba los supuestos de la contraria.
En España la Iglesia no
cometió una traición considerada por sus miembros como tal. Fue
valiente
y coherente. De esta manera denunció los errores doc­
trinales, plante6 la defensa de la civilización católica combatida
por los partidarios de la pseudocivilización liberal, rechazó el
mal
llamado liberalismo-católico así como sus formas y tácticas tibias
y ambiguas -que no prudentes-, y denunció a los «tolerantes
con
el liberalismo reinante y [que] esperan con su política de
balancín conducir á sus sectarios
á buen camino» (Ilmo. Salvador
Casañas
y Pagés, 10-1-1885).
La Iglesia no podía aprobar un estado de cosas opuesto al
Evangelio y la tradición de la iglesia, ni dejar de enseñar la ver­
dadera
doctrina, ni inhibirse en un momento clave y nerurálgico
en la lucha entre el Catolicismo o el Liberalismo, ni como Madre
que era podía dejar a los católicos huérfanos de ánimo, pastoreo
y apoyo moral.
Según los
católico-liberales de la época, la Iglesia debía dejar
a la exclusiva responsabilidad de los fieles segnir un concreto
modo de actuar que si bien podía considerarse
-así lo conside­
raba la
Iglesia-moralmente admisible, no era -decían-de
necesario cumplimiento. En tal
caso lo bueno o indiíerente sería
moralmente opcional.
La Iglesia -añadían-no debía de im­
poner y ni siquiera proponer un modelo de actuación práctica.
Para ellos
la Iglesia no debía de comprometerse en las realidades
sociopolíticas para así obligar a los fieles a concretar la doctrina
en una forma determinada
ya que tan inseguro era si España se
encontraba en una situación de tesis como de hipótesis social,
inclinándose ellos por esta última. Además, según ellos la Iglesia
no debía de comprometer imprudentemente su libertad y pro­
piedad en el
caso de triunfar el liberalismo radical ...
Además de que los católico-liberales inventaron y provocaron
las hipótesis, era ilógico que
la Iglesia diese doctrina y no exigiese
su cumplimiento, y que concretase actuaciones e incluso señalase
la situación de tesis social en diferentes países y a su vez dejase
643
Fundaci\363n Speiro

JDSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
al arbitrio de sus fieles su cumplimiento. En efecto, la Iglesia
dio doctrina y gobern6, mientras que hoy
día algunos s6lo acep­
tan su facultad doctrinal reduciéndola en otros casos a una mera
facultad orientativa.
La postura de la jerarquía de la Iglesia, del clero, y de los
laicos que constituían
la inmensa mayoría de los fieles, frente
al liberalismo-cat6lico,
no dependi6 del estado de ánimo humor,
costumbres seculares y adquiridas circunstancialmente.
Sus afir­
maciones, máxime en España, tenían un fundamento teol6gico
y doctrinal, pastoral y apologético conforme a
la historia de la
Iglesia.
644
Fundaci\363n Speiro