Índice de contenidos

Número 335-336

Serie XXXIV

Volver
  • Índice

Discurso de José Miguel Serrano Ruiz-Calderón [San Fernando 1995]

FESTIVIDAD DE SAN FERNANDO 1995
es'la luz del mundo, nos dice a continuación seguida-que el que·le.stgue
no anda en-tinieblas? (Jn 8,12) .. Pues-porque la luz no_ es para gozar de
un espectáculo visual y hacer
de la vida un descarado -caleidoscopio, sino
para que· no andemos en tinieblas los que andamos, los que tenemos que
andar; .Zos que hemos nacido para andar. Pedro. en el Tabor goza viendo
aquella
teofanía, y se encuentra allt muy bien; y se le ocu"e quedarse
allí. Y es-el-Bspiritu Santo a través de .. San Lucas quien valora aquella
actitud: Pedro no sabia
lo que se decia. (Le 9,33),
En esta vida en que vemos tan. en tinieblas -a muchísimos de los for­
madores y dirigentes. de la sociedad, háganos FernandQ sentir hondamen­
te
la responsabilidad de los que hemos optado por pensar. No hemos
errado
la dirección. Muchos,. confiamos que por este camino llegaron a
la meta. Para ellos nuestra oración agradecida; para nosotros el gozo de
seguir andando, y no en tínieblas; que
es el indescriptible placer de
destilar
cada dia esa minúscula gota de verdad y bien, que esperamos
tanto fecundará
el Altisimó con eficacia, lo mismo que en el siglo XIII,
cuanto
sea también intensa en nosotros la vida del espíritu.
Que con
Femando y con su ayuda, triunfemos en la reconquista de
la gloria eterna que en triste hora perdimos en los albores de . la huma­
nidad, con
la restauración de una CIUDAD CATOLICA, que en sus dos pa­
labras nos dice todo.
Que como
decia Pablo al hacer en Mileto el balance de su_ obra, po­
damos decir que nos hemos ahorrado medio alguno en púfJlico ni en
privado
para que la gente crea en Jesús. (Act 20,20s).
Y
al mismo Corazón de Cristo, que quiere sea un hecho su reinado
en España, ( que a El se consagró especialmente también un. memorable
día de San Fernando),
y rog6 por los suyos en la oración leída del fin
de su vida, podamos decirle un dia lo que de Sí dijo al Padre .en aquella
coyuntura:
He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de
en medio del mundo.
(Jn 17,6).
DISCURSO DE JOSE MIGUEL SERRANO
RUIZ-CALDERON
Celebramos a San Fernando; con una misa y con una cena. Y tras
esto, que es lo impórtante, decimos unas palabras, que no son lo impor­
tante, cómo en
las misas antiguas, en las que el sermón era lo de menos.
Por lo menos así me lo han contado, que yo no vivt tan felices tiempos.

-no nos llamamos Fernando, por lo menos no todos, y mi Fernando
se ha quedado en casa, y si no somos eso que hoy llaman colectivos que
tuvieron por patrón a San Fernando, y
lo celebran no sabiendo porqué.
cómo
el cuerpo de Ingenieros, esos que tienden_ puentes en Mostar,
parece que tenemos que dar cuenta de esta reunión, no porqué
yo pre­
tenda jugar al listillo deconstrUctor,. dispuesto a ver críticamente y ex­
plicar de ·forma nueva
lo ·que otros hacen sabiendo perfectamente por
qué.
Por el contrario, ·me mueve el deseo de explicar a los otros ló que
hacemos, que visto
Con ojos extraños resulta pintoresco. .
Nos entendertan mejor si celebraramos 'el dia del polttico católico,
no
es que nuestros conciudadanos piensen que debe o puede haber po­
liticos católicos, pero entenderian mejor un dia así llamado. Seria un día
más de los que se celebran desde la Revoluci6n, que empezó celebrando
el día de
la cosecha· y de la vaca lechera o et" trigo y ha terminado con
648
Fundaci\363n Speiro

FESTIVIDAD DE SAN FERNANDO 1995
el del amor fraterno, la solidaridad. el enfermo de gripe o el sodomita.
Y no es
que yo pretenda poner ¡untas cosas tan dispares, personas tan
diferentes, algunas especialmente diferentes, son
ellos quienes lo han
hecho,
vayan ustedes a saber por qué.
Esto_ de, celebrar. días abstractos es lúcidO y poco comprometido. Se
lleva mucho, _ sobre todo desde que a
la ONU, tan abstracta ella, lo
promociona en todo el mundo. Eso que hoy llaman a
nivel mundial.
Como todo
se pega salvo la hermosura también a los curas les ha dado
por lo abstracto, en contra de la tradición tan encarnada y escasamente
abstracta· de nuestro Dios. Y es que las ideas son
más manipulables que
los hombres, y no extraña ver pasar a cuchillo una ciudad entera en
nombre del amor fraterno, o eliminar
los. niños en nombre de. la infan­
cia, o la vida en nombre de la ·calidad de vida. Por el contrario, ·nadie
podria apostatar ·en nombre de San Fernando .y sí se dieron espadazos en
nombre de Santiago fue porque el los
dio primero o al menos ·así pare­
e-en haberlo visto algunos.
Y
aquí está la explicación de nuestro asunto, celebrar a San Fer­
nando es más-comprometido que celebrar el día del político cristiano o
del
político .humanista ·inserto -en la tradición occidental y abierto a la
trascendencia, que es cómo de forma austera denominaría la jornada
cualquier comité Episcopal, pues en la forma extensa -deberla añadir
por algún lado. -
el que fuera, tolerante y solidario, que son en nuestra
política cómo
la lechuga de los platos pobres, siempre presentes y sin
dectr nada.
No es
sólo mds comprometido; es más tradicional. Cómo no parece
que
ninguno vaya a salir de aqut para tomar Sevilla la referencia a
San Fernando debe significar el
paso de algún testigo, la tradici6n de
algún -bien desde entonces hasta ahora; la permanencia de algún nexo
que hace que en circunstancias
diversas., tr:as haber pasado muchas cosas,
tras
el cenit americano de la obra que en buena parte culminara nuestro
Fernando en -la península, tras la ruptura de la Monarquia Hispdnica,
tras las prolongada
crisis de nuestra alma española que languidece, llega
a nuestros
dias.
Por ·decirlo en forma sencilla celebramos a San Fernando porque le
echamos -de menos, pensamos que alguien cómo el sería mejor político
que los que tenemos, pues se ·inserta en una. tradición que es extraña
a nuestros
políticos. La tradición de los hombres libres por excelencia,
los castellanos, los del rey aba;o ninguno, los que al rey la hacienda y
la vida se ha de dar pero no el honor, lm de la honra sin barcos, los de
los capitanes libres · de soldados libres de la gran Empresa americana,
los que acertaron
y se equivocaron, triunfaron y fracasaron pero cons-­
truyeron un mund-0 · más humano por estar imbuido de lo divino, mun­
do que pese a
la aculturación todavia se añora donde pervivió. Alld en
América donde el respeto de estas fuentes es más fuerte y perenne.
Donde la Hispanidad tiene algún sentido, aunque se -confunda, a
veces,
con la latinidad, que es cómo las anglosajonas llaman a su sueños y
los anglosajones a sus pesadillas.
Esto de mencionar
la tradici6n parece especialmente retrógado, lo
de mirar al Cid suena a Roberto Alcázar y Pedrln, y, sin embargo, la
alternativa está ·entre David Crockett. y Superman, es decir, en la
acul~
turación.
Aculturación de la Cultura poUtica dominante parece haber habido
siempre. Si
uno no encuentra -una respuesta adecuada., o la propia res­
puesta fracasa por las razotl88 que sea, acaba dominado por la construida
649
Fundaci\363n Speiro

FESTIVIDAD DE SAN FERNANDO 1995
por quienes ganan; sobre todo, en un mundo tan relacionado cómo este,
y, sobre todo, st existe una raiz cultural común, remota, entre las di·
versas culturas. Tal como parece suceder dentro de Occidente.
Una forma de interpretar el paso al mundo moderno es la que pre-­
coniza que España representó un· esfuerzo de construir una moderni·
dad enraizada, donde el hombre libre
no pretendiera volverse autónomo.
Una modernidad donde las virtudes cristianas permanecieran en su sitio.
En
la que el hombre viviese su dignidad recibida de la fuente divina
que
es su última explicación. Sin esfuerzo prometeico, sin soberbia. Sin
autodestrucción
y sin destrucción del mundo que nos rodea. Cierto es
que hubo gentes de este cariz en toda Europa, que es donde pasan las
cosas, pero si ti/guíen represelitó la empresa de construir este Nuevo
Mundo, nuestro Nuevo Mundo, fue
la Monarquía hispánica; esá que se
miraba en San Fernando para iniciar la aventura más hermosa que vie­
ron los siglos. La que caracterizó una época de la que otros se apropiaron,
la que encontró un pueblo que sostuvo el esfuerzo hasta la extenuación.
Derrotado este intento, el orgulloso pueblo
acaba vistiéndose con las ro­
pas prestadas por los vencedores, y la modernidad triunfante sentó sus
reales entre nosotros. La derrota supuso el triunfo de lo que conocemos
cómo
la modernidad, el camino de la autonomía, el ocaso de la reli­
gión, la exaltación primero y la disolución después del invidiuo, la muer­
te de Dios
y con ella la muerte del hombre, la expansión del Estado y
el Totalitarismo.
Siempre quedó, sin embargo, en nuestro solar la añoranza del in­
tento buscado. Jamds se perdi6 del horizonte la senda intentada y a la
que no se renunciaba. El arraigo religioso en nuestro pueblo y en la
cultura popular encontraba correspondencia en una lectura de la reali,.
dad política católicamente entendida. Y desde este arraigo se explica la
presencia de Donoso, Balmes o Maeztu. La lectura de los acontecimien­
tos modernos resulta especialmente esclarecedora,
las limitaciones de la
Modernidad predichas, el esfuerzo cultural y polttico enorme, la fidelidad
hasta
la sangre permanente. Me pregunto sobre la vigencia de los escritores cristianos anglosa­
jones entre nosotros y el creciente olvido o ftilta de vigencia de los autóc­
tonos y tan sólo encuentro esta respuesta. Los nuestros no renunciaron
jamás al esfuerzo polttico, la intuición de la idoneidad del camino cada
vez más abandonado se mantenía fresca porque nuestro pueblo_ lo urgía.
No habia tan sólo una critica cultural pues se tocaba con los dedos la
posibilidad de atreverse a ser nosotros mismos. San Fernando no era un
recuerdo mítico,
era un ejemplo posible. Mientras la figura polftica del
Catolicismo inglés es Tomás
Moro, fiel hasta la muerte una vez perdida
toda posibilidad
polttictJ, nosotros recordamos a Felipe el rey prudente,
conductor
de nuestro gran esfuerzo moderno. Si hoy miramos a los an­
glosajones es porque estamos donde ellos estuvieron, o por lo menos
asf les parece a algunos. ·
La tradición de cierta derecha española, y no olvidemos, de todas
formas, que esto de la derecha es una denominaciór, estrictr;zmente re­
volucionaria, ha estado ligada a la conciencia de que la panacea del
progresismo
conducía a la profundización de los problemas que supues,.
tamente se querían. resolver, mientras que por el contrario entre nosotros
se ~ncontraban los elementos para construir una nueva respuesta. Sin
embargo, la retilidad moderna se imponía de tal forma que muchas
veces
la urgencia política impedía, salvo a las m'entes más claras, ver
cual era el reto de los tiempos. Esto explica la interna ·contradicción del
650
Fundaci\363n Speiro

FESTIVIl)AD_DE SAN FERNANDO 1995
Franquismo, nacido de un solemne gesto de rebeldia de nuestro pueblo
fren.te al que parecía el último paso de la modernidad, el socialismo y
totalitarismo.
Pero la victoria al administrarse se convirtió en la princi­
pal urgencia, administrar la casa~ importante pero no suficien.te, sobre
todo en los momentos que tocaba vivir.
Opci6n conservadora que hacia
olvidar el reto de
los tiempos, que llamaba a amoldarse a la situaci6n,
aunque fuera para negarla, oposición dialéctica por la que lo negado
marca
el ritmo de lo afirmado, empobreciéndolo. Por otro, se entreve­
raba la influen.cia de la modernidad que. marcaba. la época, nacionalismo
frente a nacionalismos, partido
tJ.nico frente a partidos y, sobre todo,
Estado cómo elemento racionalizador, Estado que
invadia la sociedad,
tecnocracia
y eficacia· técnica como elemento' de legitimaci6n; No deja
de ser sintomático que, hoy
en dia, sea este attimo elemento el más
alabado, ahora que el Estado al invadirlo todo culmina el final de la
libertad. Y aqui estamos, donde parece reinar la renuncia al propio camino.
Donde
s6lo parece -regir el aldeanismo o el completo extrañamiento del
intento burocrático europeo. Donde se pide que otros tiren de ·nosotros.
Es curioso que la alternativa polftica vigente en nuestro régimen, su­
puestamente ta derecha, cite· a Manuel Azaña, busque en él la orienta­
ción de
la acción futtha. Es decir, la tradición de la antitradición, el
debate reducido a
·una reducci6n fiscal, el reto· de los tiempos limitado
a un problema de
administr:aci6n de p1'esupuestos, la opci6n reducida
a la promesa de no robar, c6mo si la flaqueza humqna no estuviera en
todos lados y hasta un Papa se escapara con la caja. La insistencia en
un Estado caduco, la oligarquia que descubre su papel a un pllblico
que ha visto los pies . del lobo y al que se Te convence que cambiar de
lobo
es la solución al desconcierto. Más de_ lo mismo. El reparto de las
~uotas de poder. Un polftico idéntico a otro.· polftico. Autoselección.
Ausencia de horizontes.
Y
es que algunos se ponen el abrigo cuando está viejo y apolillado,
se no_s pone de modernos en e( mo11Íento del final de la modernidad. Y
de donde_ sacar fuerzas para_ .el re,to del' momento si nos extrañamos y
recurrimos a quienes nos han trafdo Qqui. Nada se puede esperar de
nosotros si no recordamos,
no_ inquirimos, no nos atrevemos. Nada pue­
de esperar el mundo de quienes _ han mantenido de forma m6s viva -la
conciencia de Ta alternativa, de la opci6n que hace el mundo human.o,
si nos disfrazamos y tiramos la .tolla. Muc_hos vien(!n aqui, y nos piden
que
sigamos, que respondamos, recuerdo al "l1ltimo, Luigi Giussani. Unos
piensan
que. piden donde no hay, idealizando una imagen perdida,. otros
creen que desde fuera
se observa con mds claridad nuestro patrimonio,
lo que subyace ba;o el guirigay de los· medios, sin confundir ta corte
con el pueblo, cómo le ocurri6._al monstruo, Napoleón.
Y aqul estamos, contemplando · la agonía .modema y decidiéndonos
hacia donde tirar. Buscando un gobi'erno digno del hombre. Conscientes
de
lo que hay, entre tanta inconsciencia. Recordando a los que acerta­
ron, no por pereza a la hora de pensar sino por urgencia de actuar. Y no
es que seamos más listos, quizás ni siqui~ra más íntegros. Es que· cele­
bramos a San Fernando.
651
Fundaci\363n Speiro