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Número 335-336

Serie XXXIV

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Discurso de Luis Mª Sandoval [San Fernando 1995]

FESTIVIDAD DE SAN FERNANDO 1995
DISCURSO DE LUlS M. ª SANDOVAL
Queridos amigos:
Daos por pagados ya de discursos hoy, porque, por bien que nos
diera de cenar Manila, nunca podrá igualar a las bodas de Caná, donde
lo mejor vino lo último. ni yo puedo competir en elocuencia y penetra­
ción con fosé Miguel Serrano.
Esta noche tenemos la alegria de reunirnos los amigos de la Ciudad
Católica para celebrar a nuestro patrón, haciendo balance de
oJro año Y
tomando impulso para el venidero. Es como festejar nuestro santo y nues­
tro cumpleaños el mismo
dia.
• • •
Después de tantos años hemoS ,glosado repetidamente l!1$ muchas
cualidades adm_irabl.es de San Fernando: regio y celestial patrorw de la
monarquía española, P{JClfico y definitivo unificador de Castilla y León,
guerrero afortunado
al qt,te. se deben los mayores truinfos de la Reco-n.
quista en un .solo reinado, feliz padr(J de famllia, aquel bajo c_-uyo gobier­
no
se puso la primera piedra de las grandes .catedrales gó_ticas de León,
Burgos y Toledo, el promotor de l(l. o_bra cultural que, como las Par#das,
cuajf} en el reinado -de t;,U hijo Alfons_o et Sabio ... Todo eso ... y además
tuvo
tiempo para ser piadoso, devoto y. santo,
Esa seria la alabanza vulgar, y sin _embargo profundame.nte equjvo,.
cada. La espiritualidad católica enseña que, si bien la enumeración es
ver¡Jadera, no lo es el orden ni /,µ causalidad. Fernando Ill de Castilla
y León no fue santo ademós de rey prudente y afortunado. No ha de
maravillar que
todavia encontrara tiempo para santific,arse. Al revh,
porque fue santo, por que puso .a Dios p_or encima de todas lm cosas, y
le entr~gó sus primicias, es par lo qJJe Dios le concedió como a tantos
de su santos el que encontrara tie_mpo para. sus muchas empresas te"e­
nales.
San Fernando, como. todps los santos cristianos, buscó_ primero el
reino de Dios,
y to4o los demós le fue concedido como añadidura. Ese
es el
esptr#u autén.ticamente evangélico. Cristo. si bien promete a sus
discipulos persecuciones, -también les augura, antes de la vida eterna un
ciento por
uno a los-que verdaderamente -se entreg_uen a 81 (Me 10, 29-
30). E~ es la lección del milagrp que se atribuye al santo patrón de los
madrileños: a-quien
pone a Dios-lo.primero_ no se le quedará su labor
sin hacer.
Voy a. quedarme pues c()n esta sola lección de nuestro santo patrón,
y
a ella volveré más adelante. Ahora vamos a hablar de la Ciudad Ca­
tólica.
• ••
Otra Misa· y otra cena dé· San. Fernando es un año más de la Ciudad
Católica. Sabemos bien los diftciles que son los
tie'mpos y -por ello intUi­
mos lo que cuesta cumplirlo~ pero debemos congratulamos de verdad.
Se diiera que sólo por el hecho de persistir, es decir, de perseverar, seria
ya un buen motivo. pero, además tenemos que alegrarnos porque no nos
conformamos con lo que
ya es hábito, y seguimos emprendiendo nuevas
iniciativas al servicio de nuestra vocación.
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La rutina es uno de los grandes peligros de la Vida· espiritual, y aun­
que lo sea también en nuestro
caso, ya quisieran otros tener una. revista
de la que

·se· aprende tanto··
oomo Verbo o congre8os tari repletos -de in­
tervenciones atractivas como el nuestro último.-Lo ·cierto es que .e[ grupo
de Verbq, de un ·_año ·.pata otro, -m, 'hace s6lo lo 4ue hizo el ·anterior:
iustO después, dél último San Fernando· ct>nsider6-·oportuno, por primera
vet,
·encabezar una carta colectiva de revistas y· o1'ganizaciones -Católicas
a los· cardenales españolesj· hO editado un nueVo titulo, y en Madrid se
ha puesto en
marcha· una nuéva · célula de estudios los jueves. -y eso
limitándonos
a· lo que ··explicitamente Ciudad Católica; porque su espí­
ritu es el que inspira a grupos de nuestros amigos -en los
más variados
ambientes, particúlarmente académicos.
Lo t¡ue impide ·Caer· en la "ruti1U1, como Jo· que -sal.va del desdnimo y
lo que a,rae nuevos -'amigos, es la meditaci6n constante-de la propia
vocación.·
Es· a ello a lo i¡_ue -voy a dedicar mi intervenci-ón de esta velada.
Como el propio nombre indica somos una obra católica, de
las· mu­
chas
que constituyen la 'riqueza de la Iglesia; pero particularísitna; ·Pri­
mero, porque nuestra finalidad. inmediata no es el apostolado;. sino la
órbita de· 10 civil, del ·orden teniporal; y luego;' porque nos· definimos
como
una organización contrarrevolucionaria; · finalmente, por nuestra
intención
y _"!"todo de ayudar a las iniciativa& concretas existentes,· en
vez
de competir cori ellas o intentar absorberlas. ·
Como. el mandamiento de la caridad es el especificamente cristiano,
esta última' actitud de servicio·
no es rara· en,Ja Iglesia, a diferencia de
criterios
y obietivoS particulares, jJor lo ·que me centraré en · esos -otros
dos elementos.
*. * •
Comencemos p'or nuestra preocµpación por él orden social criStiano.
Entre los cat6l_icos -no hablo de los liberacionist(JS-parece qUe el
mensaie social.cristiano.fuera
P4rainente asistenr;:ial, ¡wro de riingún modo
arquitectónico. En los
fieles · mejor dispuestos se observa sensibilidad
para con los pobres o acerca del Evangelio de vida, pero en cambio se
rehúye -con afecta suficiencia o temor-la referencia a un orden cris­
tiano integral de la sociedad.
La Iglesia docente, en sus intervenciones m4s politic una y otra vez, que hemos de
votar· en concierzcia. ¿Qué significa eso?
Me parece que la deliber:ación, de todos, hasta -de los menos letrados,
será mayor o menor,
·pero existe,: los-criterios-· serán mejores o peores,
pero todo
el que vota la hace según 81,l wnciencia 'progresista' o 'de -de~
,echas', etc. ¿Acaso pueden pensar los obispos y clérigos que los votan­
tes dejan su
elección al. puro azar y a .la frivolidad?
Ahora bien, 'si ·la . recomerµlacic1n de votar en conciencia significa
hacerlo
según una conciencia bien, formada, . para remitir~e a e.lla pri­
mero
hay que haber contribuido a formarla. Y no basta en absoluto para
formar· una
concienci(lc social y polftica explicar que el aborto es un mal,
o que debemos · atender_ en los-· programas a lo· que contengan de solida~ ridad con los pobres o a la creaci6n de .empleo.
Para formar una co,u:iencia polttica hay que capacitarla con la su­
ficiente reiteración, a
· enfrentarse co"ectamente con· preguntas como las
siguientes:
¿Los únicos mandamientos sociales de
nuestra religión son la defensa
de la vida, la atenci6n .a los pobres y. /a más_ ·amplia libertad-sin· aludir
a
sus límites? .Si los S(}Cialismos se. µfirman como la opción-·~olidaria con
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los pobres y trabajadores ¿Es por·. ello admisible votar socialista? ¿Es
siquiera verdad que el socialiBmo favorece en última instancia a los tra­
bajadores? · Y si las opciones que se -presentan al cristiano atienden de
algún modo más a uno de esos criterios y no a otro ¿Le es ya licito
optar según
su· criterio o simpatia? ¿Existe jerarquia entre los distintos
valores? ¿Son absolutamente excluyentes?
¿O debe abstenerse? ¿Cuales
son
los limites y condicz'ones del malminorismo o del llamado 'voto útil'?
¿Existen escuelas ideológicas que
la Iglesia haya juzgado nocivas? ¿Y,
en última instancia, los católicos sólo deben votar, optando entre los
que se presentan, o ha.brian de concertarse para presentar candidatu­
raS -en plural-propiamente católicas?
Formada la conciencia en torno a tales extremos, basta sin duda en
el momento de votar con recordar el deber de obrar en conciencia,
porque realmente se remite a una enselfanza suficientemente clara mi­
terior. Pero podemos afirmar que esa educación social cristiana sufi­
ciente no
se imparte.
Y precisamente
esa ausencia es el motivo de nuestra vocación, para
la que los amigos franceses acuñaron el término de bisagra, gozne o
charnela. Porque, como dijo una
·vez Pio XII. al Congreso Mundial del
Apostolado seglar de
1951, desde que se ha roto la debida armonía del
orden temporal con
la 1 glesia, sacerdotes y seglares deben entregarse a
un fatigoso y delicado trabajo
para procurar la salvaguardia y el valor
práctico de
la Fe.
En· el fondo, nuestra tarea ·de 'gozne' aparece en la medida en que
se rompe la penetración y confesionalidad católicas de la sociedad, y 'no
puede acabar sino con su restauración. Por otra parte, s6lo en una si­
tuación confesional serian suficientemente vdlidas las recomendaciones
de atender a que candidato satisface
mejor los valores sociales cristianos,
a
ta· honestidad, etc.. sin ninguna referencia a la confrontación con la
religión que existe en la esfera social.
La cristianización global del orden social, incluida su confesionali­
dad
es el quicio cardinal para orientar la participación de los católicos
en la politica.
* * •
Por .otra parte, __ nos hemos ·atribuido el término contra"evolucionario.
Toda católico bien formado debe esforzarse por que Cristo reine
efectivamente en
la sociedad. Pero no es eso lo que nos distingue como
contrarrevolucionarios, sino una
-conciencta histórica y politlca. Por una
parte. sabemos
qu~ los males Sociales de nuestro entorno moderno no se
deben a puras deficiencias, sino a la eficiencia de un apartamiento de­
liberado, raíz comd11 de las diversas ideologtas. Y por otra parte. la idea
de Contarrevolución implica una referencia
la realidad histórica de la
Cristiandad previa. Sabemos que el Orden Cristiano hay que restaurarlo
e instaurarlo sin
cesar. En hipótesis, podrán .existir otros regímenes ca­
tólicos en el futuro que no retornen a las instituciones del r1nico que hasta
ahora
ha existido, pero incluso en ese caso es imposible que no rinda
homenaje, ni
haga referencia de algún modo a la experiencia histórica
de
los hermanos en -Za Fe det pasado.
Ser contrarrevolucionario
es un don: comprender el presente al #e111-
po que heredar una tradición. Es un don que agradecer, cultivar y hacer
valorar.
Para explicar con . palabras modernas algo que lo es tan . poco, po­
dríamos decir que el empeño en seguirse proclamando contrarrevolucio-
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narios a fines del siglo XX obedece a. un imperativo ecológico y a otro
económico: - Hay que
preserVar, evitando su extinción, una muy particular vi­
sión de la historia y de la política católicas, sin la cual el panorama ca­
tólico por lo menos se empobrecería. Seguir haciendo Contrarrevolución
entra dentro de
los parámetros dél conservacionismo · ee'ológico más ele­
mental: salvar la diversidad.
- Y
los católicos que tenemqs la gracia -de haber recibido una Jor­
mación contrarrevolucianaria -debemos atender a conservarla y a difun­
dir
esa causa, porque es el me;or empleo que podemos dar a ·nuestros
esjuerzos. No sólo es un empleo: insustituible (si no hacemos Contarre­
volución nadie
lo hard), sino que es el más rentable marginalmente:
muchos católicos estdn ya empeñados en otras tareas sociales -parcia­
les, 'propi0$ de ntiestra 6poca_·ó mtzlminorista-y desviar a ellas un· pu­
ñado de hombres de Jormación, contrarrevolucionaria no puede suponer
un .cambio
apr.eciable. La administración· razonable de unos recursos es­
casos imf,o~ á lOs CQntrarrevolucianarios el deber' de no abandonar -su
vocación 'fnicial. Es un 'imperativó económico. ·
Observemos que, si
la consideración 'ecánómica' sólo-_ es válída para
los que compartimos ya la concepción· contrarrevolucionaria, la'consi­
deración ecológiCa también ef! aprehénsible, y obliga, a .Zos cát6licos' que
no
la comparten: contribuir a extinguirla no se ;ustifica sino por aniniad­
versión, nunca dentro de una convivencia Jraterna. Tenemos el deber
moral
de_ mant_ener nuestra vocación y el deber de reclamar. que sea
Jraternalmente acogida por los deinás catdlicos, pastores incluidoo.
El corolario práctico es éste: no se han de tomar contrarrevoluciona­
rios para hacer política conservadora, -y ni siquiera · democristiana. Y la
respoiisabilidad principal, y· a veces única, de satisfacer esos dos· i_mpe­
rativos es nuestra: de los aquí presentes y de muchos menos más de lo
que quisiéramos.
• • •
Si esta es nuestra vocación, no ya los tiempos, sino la tempórada, es
de las que más necesitan de nuestra vocación.
- Como todos. vosotros, y cada vez más españoles,
yo simpati_zo _ --en
el sentido etimológico, es decir, pasional-con el deseo de que ·esta
etapa innoble se. acabe cuanto antes, pero racionalmente · no po_demos
compartir el compromiso ciego del ¡mejor que S~moza cualquier có_sa!
En España se está preparand_o un cambio de postura: Y nosotros ten­
dremos que hacer de aguajiestas de muchas ilusiones, porque sabemos
en lo que van a parar, ya que lo hemos meditado muchas veces·: ha
llegado el momento- de
los conservadores, es· decir, de los que estabili·
zan y conservan
los avances de la Revolución.
Por supuesto_ que no se va a introducir ahora el cuarto Supuesto del
aborto,
pero el propósito es de no rejbrmar los otros tres, con lo cual
el aborto
legal se convertirá dejfni#vamente ·en un objeto del consenso
social, si con ninguna alternancia, _se discute. Por prometer,. se ha oido
que los municipios reconocerán los derechos de las pareja~ homosexua­
les, ·aunque, ¡eso ·Sf!, sin que puedan _adoptar hijos, ¡por algo habrá _de
empezar la ulterior etaP(l progresista que no tardará tanto en volver! Y
ast en-tantas otras cos,as mie,itras ·impere el espfritu de contención. en vez del de reconqui~ta; ·
También
cesará él hostigamiento a la Iglesia, pero nada más. Si
hasta Mgr. Yanes se que;aba en el ABC hace tres meses de que los po·
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liticos personalmente cat6licos., por t~mor a que se les pudiera calificar
de ser proclives a la Iglesia se mantienen tan alejados de ella que casi
parecen adversarios.
• • *
Y -'vor ~sa declaración -es por -la que yo orientarla nuestro quehacer.
Falla la identidad política católica cuando los que son cat6licos en
su
intimidad no :se esfuerzan en identifiea,se con la Iglesia, no sólo con
su libertad, sino con sus enseñanzas ·doctrinal.es y moral.es acerca de la
sociedad. ··No me refiero ya -a los· políticos que, se ·nos .asegura, son ca­
tólicos y están en el -Parlamento sin-que se -les pueda distinguir, sino a
los integrantes
de los nuevos movimientos eclesiales, que tienen una gran
reticencia
ante el concepto de polftica constitutivamente cat6lica.
Lo primero que deberíamos preguntarhos es si .esa-actitud que Mgr.
Yanes denuncia· en algunos poltticos católicos no es la que han estado
sembrando y alentando los pastores con posturas equívocas.
¿Cómo va
nadie -a compartir el concepto de Realeza Social de Cristo si se tiene
mucho cuidado en predicar· [os Domingos .de ·Cristo Rey que no tiene
nada
que_ ver. con la política? Pues .-se ignora por completo, entre los
poltticos malminoristas y entre los fieles de buena Fe, que, .de la mano
del
Papa, y -en torno al tema del .aborto, empiezan a comprender que el
r6gi.men polftico, inr:luso· la democracia, debe ·estar sometido al Rey -que
es··Dios y hombre. Como expuse antes, los. que hemos recibido el gran don ·de· conocer
la tradicidn -·-contra"evolucioi,aria tenemos la ,responsabilidad de con­
tinuarla en lo que le es mds específico. Para hacer las críticas del so­
cialismo valen muchos (sobre todo una vez. caído· el -bloque·· soviético),
para rechazar el liberalismo, incluyendo el moderantismo y la· democracia
cristiana, no.
Hagamos lo que
sólo de nosotros, o de muy pocos más, puede espe­
rar España. Difundamos el concepto de política católica, de la soberanfa
de Cristo Rey, y de la confesionalidad católica de todas las sociedades,
Estado
inclusive, por supuesto.
Precisamente, este año se conmemora, la ha recordado ya Verbo, el
setenta aniversario de
la enctclica Ouas Primas que estableció la fiesta
de Cristo
Rey para recordatorio anual -de la doctrina de su soberanta,
muy especialmente ·sobre la política. Sugiero -y pienso predicar con el
ejemplo-:.-que concentremos esfuerzos sobre esta cuesti6n crucial. Al fin
y al cabo, nuestra ~Ciudad Católica' ya desde su nacimiento se agrupó
en torno al expresivo titulo Para que El reine. Porque, si · los católicos militantes conocen y comprenden la doctrina
de Cristo
Rey sí podemos esperar la mejora real, y no una mejorfa
aparente, de nuestra Patria, Las batallas aisladas pueden librarlas otros,
nosotro~ debemos. insistir en el sentido global.
Abunda hoy cierto regusto pelagiano · en plantear el comb.ate desde
el mero orden natural, apelando a la razón
y orillando a la Fe, y la
autoridad de la Iglesia; levantando banderas por· causas parciales y
rehusando.
la integral que se-a~llida católica. Nosotros, imitando_ a
San Fernando, debemos estar ·ciertos en que, si
buscamos primero la
Gloria de Dios por la entronización de Cristo, obtendremos tambiffi, por
añadidura y de una vez, todos los elementos de la paz social que son
dables en
la Tierra, cual cumple a semejante Rey.
Fieles a nuestra vocaci6n, cuya importancia y· vigencia acabamos de
recordar, gritemos
juntos ¡Viva Cristo Rey!
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