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Número 377-378

Serie XXXVIII

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La contrarrevolución en Italia y la identidad italiana y europea

CRÓNICAS
LA CONTRARREVOLUCIÓN EN ITALIA Y LA IDENTI­
DAD ITALIANA Y EUROPEA
FRANcESCO MARIO AGNOU: Guida Jntroduttiva alle Jnsorgenze contro-rivo/uzlona­
rie in Italia durante 11 dominio napoleonico (1796-1815) (1); MAssIMo
VIGLIONE: La "Vandea Italiana". Le insorgenze controrivoluzionarie dalle ori­
gini al 1814 (2); MAssIMo VIGUONB: Le Jnsorgence. RlvoluzJone e controrivo­
Juzione in Italia, 1792-1815 (3)¡ OSCAR SANGUINETTI: Le Jnsorgenze contro­
rivoluzionarie in Lombardla ne/ primo anno della dominazíone napoleoni­
ca, 1796 ( 4); SANDRO PErR.uccr: lnsorgentl marchigiani. 11 Trattato di Tolentino
e i moti antifrancesi del 1797 (5)¡ Fl!.ANCESCO MAURIZIO DI GIOVINE: 179').
Rivoluzlone contra Napoli (6); G1ovANN1 RUFFo: 11 cardinale rosso (7);
GIOVANNI RUFPO y DOMENICO DE MAJO: 11 cardinale Fabrizio Ruffo tra psicolo­
gía e storla L 'uomo, 11 palitico, JI sanfedista (8); ANGELO RUGGIERO: La Jeg­
genda nera del príncipe di Canosa. La guerra perduta della contrortvoJUZio­
ne napoletana (9);VARIOS AuroRES: Andreas Hofer, eroe della Fede (10);
FRANCESco MARIO AGNou: Scristianlzzare 11talia. Potere, chlesa e popolo,
1881-1885 (11).
(1) Mimep-Docete, Milán, 1996,
127 págs. Introducción de MARCO INVERNIZZI.
(2) Effedieffe, Milán, 1995, 317 págs. Presentación de RoBERTO DE MATEEL
(3) Edicioni Ares, Milán, 1999, 236 págs.
( 4) Cristianitá, Piacenza, 1996, 218 págs. Prólogo de MARCO TANGHERONI.
(5) Sico, Macera.ta, 1996, 261 págs. Prólogo de MARCO TANGHERONI.
(6) Il Giglio, Nápoles, 1998, 132 págs. Introducción de SnVIo VrrALE.
(J) Calabria Letteraria Editrice, Soveria Mannelli, 1998, 242 págs.
(8) Rubbettino, Soveria
Mannelli, 1999, 118 págs.
(9) ASEFI-Terziaria, Milán, 1999, 194 págs. Prólogo de Giovanni Cantoni.
(10)
Il Cerchio, Iniziative Editoriali, Rímini, 1998, 167 págs.
Presentación de MARco ÁNDREOLLI (págs.5-8); Introducción de FRANCO CARDINI
(págs. 9-13) y las siguientes contribuciones: CLAUDIO FrNZI, "Le insorgenze in
Italia. Alcune riflessioni storiografiche" (págs. 15-32)¡ EvA KwTZ, "L'attrattiva di
Andreas Hofer per il suo popolo" (págs. 33-42); ADoLFo MoRGANTI, "Radici e attua­
litá del'Insorgenza" (págs. 43-55); LoRENZO DAL PONTE, "Andreas Hofer e il
Trentino" (págs. 57-65); GIULIANO ToNINI, "Herz-Jesu Bundeslied aufzum Schwur:
genesi di un inno popolare" (págs. 67-72); CRISTOPH HARTuNG VON HARTIJNGEN,
"Il mito di Andreas Hofer nel XIX e XX secolo" (págs. 73-81); FRANCESCO MARio
AGNOU, "Andreas Hofer. Eroe cristiano" (págs. 83-90); PETER EGGER, ".Andreas
Hofer come esponente di un atteggiamento religioso nei confronti di un illumi­
nismo invadente" (págs. 91-112). Con un apéndice final en italiano (págs. 113-
136) y en alemán (págs. 137-163) del Comité Nacional para la Conmemoración
del Bicentenario de las Insurgencias en Italia (1796-1799), "I poÍJoli contro l'uto­
pia. A 200 anni dalle insorgenze antigiacobine italiane''.
(11)
11 Cerchio, Iniziative Editoriali, Rímini, 1996, 229 págs.
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CRÓNICAS
La revolución y la contrarrevolución en Italia (12) tienen aná­
logas características a las
de Francia o de España, de modo que
puede hablarse de ellas
en un sentido urúvoco cualquiera que
fuera el país, la nación o el pueblo
en que se produjeron dichos
fenómenos; por encima de sus aspectos diferenciales, concep­
tualmente no cabe distinción alguna. Lo que se proponían unos
y otros; la reacción de la contrarrevolución ante la agresión de
que fue objeto
por la revolución, finalmente plasmada en la vio­
lencia y el terror para intentar hacer realidad el cambio operado
con anterioridad en el plano del pensamiento; las motivaciones,
el modo, la composición social, no permite establecer diferencias
entre Italia, Francia o España. Unicamente en cuanto a los éxitos
o fracasos, o a la mayor o menor penetración de las ideas revo­
lucionarias en el elemento dirigente cabe establecer distinciones.
Tan contrarrevolucionario era el campesino calabrés que
en
1799 combatía a las tropas del general Championnet, como el
carretero angevino que
en 1794 había luchado contra las tropas
del general Turreau y demás "columnas infernales", o como
posteriormente lo sería el pastor extremeño que
en 1808 comba­
tirla contra "el francés". Y con expresión actual, tan "colabora­
cionista" fue el jacobino italiano
-de cualquiera de sus Estados----­
como el afrancesado español. Y casi tan reformador el ilustrado
italiano como el francés.
En España,
en la guerra de 1793 contra la Convención, y,-des­
pués, en la guerra de Independencia contra Napoleón, se com­
batió contra los franceses
por "impíos y herejes", y no porque
fueran extranjeros. Porque
el sometimiento a Napoleón no signi­
ficaba
un mero cambio dinástico, sino una colonización cultural
y
un cambio político que acarreaba la pérdida de la especificidad
de lo español, como advirtió
en 1808 Capmany (13). O como
expresó la copla popular, porque
"la Virgen del Pilar no quiere
(12) Para una síntesis de la contrarrevolución italiana, cfr. en Verbo, FRANCESCO
PAPPALARDO, "La contrarrevolución en Italia", núm. 317-318, septiembre-octubre
1993, págs. 761-782.
(13) Cfr. FRANCISCO JOO FERNÁNDEZ DE LA C1oom y ESTANISLAO CANraRo N@EZ,
Antonio de Capmany (1742-1813). Pensamiento, obra histórica, poUticayjurfdJ.
ca, Fundación Francisco Elías de Tejada, Madrid, 1993, págs. ~3-315.
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CRÓNICAS
ser francesa". Por eso, en.cambio, en 1823 el pueblo español reci­
bió con júbilo a las tropas francesas
-tan extranjeras como las
de
Napoleón-, que en un paseo militar, liberaron al pueblo
español del revolucionario trienio liberal.
En Italia
la sublevación popular en sus diversos Estados fue
por esos mismos motivos que acabamos de indicar para España.
Pero si idénticas fueron las categorias conceptuales tampoco
hubo muchas diferencias en la forma de historiar la historia. Y
así, la historia de la contrarrevolución
en Italia reviste análogas
caracteñsticas a las de Francia o España. Y la historia la escribie­
ron los que, finalmente, resultaron vencedores.
En España, hasta bien entrado este siglo, hasta su segunda
mitad, la historiografía liberal fue absolutamente predominante
y
luego abundaron las interpretaciones marxistas. En Francia lo fue
la escuela jacobina
y republicana, la explicación liberal y poste­
riormente la vulgata marxista.
En Italia no ocurrió de otro modo.
La primera interpretación
que se impone
es la de los revolucionarios y jacobinos, no con­
trarrestada suficientemente durante la Restauración, después la
liberal del Estado unitario, que, con pocas variaciones, acepta el
Estado fascista;
y, luego, liberal o marxista, la de la nueva repú­
blica
con su dogmática democrática en la que se integró plena­
mente el partido de la democracia cristiana (14).
La característica
general, es negar a la resistencia a la Revolución francesa, a las
repúblicas jacobinas
y a la invasión napoleónica, la cualidad de
un movimiento general y popular, de una sublevación armada no
preordenada
por autoridad alguna, que en el caso de Italia y
España, abarca la totalidad del territorio; un alzamiento armado
eminentemente religioso
y legitimista. Después, negárselo a la
resistencia armada frente a la formación
y constitución del Estado
unitario
en el Mezzogiorno. La lucha contra éste -continuador
de la revolución-prolonga la historia de la contrarrevolución
(14) Cfr. GIOVANNI CANToNI, "L'ltalia tra Rivoluzione e Contro-Rivoluzione",
ensayo
preliminar en PuN10 CoRRU DE OLIVEIRA, Rivoluzione e Contro-Rlvoluzlone,
Cristianita, 3.ª ed., Piacenza, 19TI, págs. 7-50; G. CANToNI, La dezione italiana,,
Cristianita, Piacenza, 1980, págs. 41-54; DANILO CAsTELLANo, "Cuestión católica y
cuestión democristiana", Verbo, núm. 331-332, enero-febrero 1995, págs. 31-70.
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CRÓNICAS
en Italia, en una epopeya admirable, hasta 1870, en que, defini­
tivamente, se pierde la batalla militar y
se agota la resistencia
armada
(15).
El bicentenario del trienio jacobino (1796-1799), al igual que
en su momento en Francia el bicentenario de su revolución (16),
ha supuesto la ocasión para un intento de revisión a fondo y de
bastante calado
-aunque me temo que todavía marginal-, con
la intención de recuperar
la memoria histórica y contribuir, ade­
más, a establecer las bases
de una auténtica identidad italiana,
cuestionada desde la "unificación"
-a la que se deben, entre
otros, el problema Norte-Sur y el intento
de escisión padana, o la
incapacidad para resolver las cuestiones
de la camorra y la
mafia-.
Identidad que no puede tener su fundamento en el "princi­
pio" de las nacionalidades
-una Nación, un Estado-, el cual ya
ha demostrado su doble efecto disolvente. En primer lugar,
en la
propia Italia
al haber creado una unidad artificial ideológica, en
contra de la propia identidad nacional italiana. En segundo
lugar,
en el mundo entero; en Europa, al provocar la disgrega­
ción
de la composición europea tras la Gran Guerra; en el resto
del mundo, tras la Segunda Guerra Mundial,
con una descoloni­
zación que, el tiempo transcurrido, permite ya juzgar todas sus
"ventajas".
Identidad que no se podrá encontrar más que en la religión
católica y
en el respeto del orden natural de las cosas, es decir
de las libertades concretas,
que es donde se encontraba antes del
Rtsorglmento (17).
(15) En castellano, cfr. F. PAPP-.AI.ARDO, "El Brigantaggio en el Sur de Italia
(1860-1870)"', Aportes, núm. 14, julio-octubre 1990, págs. So-67.
(16) Cfr. E. CANTERO, "La Revolución francesa: recapitulación historiográfica",
Aportes, núm. 12, noviembre 1989-febrero 1990, págs.20-29.
(17) Cfr. G. CANroNI, "La memoria storica degli italiani in questione",
Cristfaniti!J., año XXIV, núm. 252-253, abril-mayo 1996, págs. 3-4 y 30. Se trata de
una crítica a un discurso del Presidente de la Cámara de Diputados, Luciano
Violante, en el que reinvindicaba para el parlamento ser custodio de la memoria
y de la historia de la nación, y afirmaba que sus grandes acontecimientos eran el
Resurgimiento y la Resistencia.
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CRÓNICAS
Y digo todavía marginal, porque ese revisionismo, que inten­
ta profundizar
en el conocimiento más depurado de la Insur­
gencia, lo que estudia y conmemora es el alzamiento popular y
generalizado
en toda Italia frente al intento de implantación de
una sociedad revolucionaria y anticatólica, foráneo, exportado
por la Revolución francesa.
En cambio, cierta conmemoración oficial parece ·seguir la
línea antihistórica, anticatólica y antiitaliana, celebrando, no la
gesta
de Italia, sino el hecho de la invasión, porque en él se
sigue viendo} cuando menos, el preludio "unificador" del Risor­
gimento (18). Así, la junta municipal de Milán, en mayo de 1996,
conmemoró la entrada de Napoleón
en Milán, y, el mismo año,
algunos senadores italianos presentaron
un proyecto de ley para
festejar la República Napolitana de
1799.
Tampoco han faltado quienes -impermeables a la realidad y
a la
historia-y alarmados por esta atención hacia la Insorgenza,
se han opuesto a ese estudio -indicando que determinados
hechos históricos
es mejor que permanezcan en el olvido-con
acentos trágicos, puramente ideológicos y políticos, impropios de
un historiador, como es el caso de Giuseppe Galasso (19). Y si el
olvido
en que durante tantos años yació la sublevación antijaco­
bina ya es insostenible,
no han faltado quienes han intentado
desacreditarla mediante la falsedad histórica, como
en el caso de
la archiconocida escritora izquierdista, antigua diputada del par­
tido comunista, Maria Antonietta Macciochi (20).
(18) En español, cfr. D. CAsTELLANO, "El Risorgimento: interpretaciones y pro­
blemas", Verbo, núm. 313-314, marzo-abril-mayo 1993, págs. 333-341.
(19) CTr. las respuestas de Galasso sobre la cuestión en Corriere della Sera,
29/11/1996 y un comentario crítico en Comunicato dell'ISIN, l'Istituto perla Storia
delle Insorgenze,
"Perché l'attenzione all'lnsorgenza", CristianitlJ., año XXIV, núm.
260, diciembre 1996,
pág. 6.
Ya con anterioridad se había opuesto, por innecesario, a todo intento revi­
sionista, por considerar que los movimientos contrarrevolucionarios en Italia esta­
ban suficientemente estudiados, cfr.
GrusEPPE GALASSO, "Un'eroica Vandea italiana
non si nega a nessuno", Corriere della Sera, 13/9/1995.
(20) MARIA .ANroNIEITA MAcc1ocHI, "Altamura. La strage delle innocenti",
Corriere della Sera, 17 /2/1999. Cumplida respuesta en OSCAR SANGUINETI11 "•Altamura. La strage delle innocenti•. Un falso storico contra l'Insorgenza italia-
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CRÓNICAS
Para la conmemoración de ese bicentenario, aún no conclui­
do, y según su respectiva vocación, se crearon diversas asociacio­
nes como el
!stituto perla Storia delle Insorgenze (IS.IN) (21), el
Comitato Nazionale per Je Celebrazionl del Bicentenario delle
Jnsorgenze
in Italia {1976-1979) o el Comitato Internazionale per
Je celebrazioni del 200° anniversario delle insorgenze anligiacobi­
ne in Italia (1 796-1996}, que organizaron congresos y conferen­
cias
por toda Italia; además, otras organizaciones -como Alleanza
Cattollca o la Assodazione Culturale Identita Europea-, editoria­
les
--como Cristianita, D Giglio, o JI Cerchio-, revistas --como
L 'AJ!iere, Cristianita, Controrivoluzione o Instaurare-y otras orga­
nizaciones culturales, promovieron congresos regionales, semina­
rios y conferencias por todo el territorio; se publicaron libros y
múltiples artículos
en revistas -especializadas o no-, y en dife­
rentes periódicos, como las diversas voces dedicadas a la cuestión
por el Istituto per la Dottrina e J'Informazione Sociale en el
"Dizionario del pensiero forte" en el Secolo d1talia (22), desple-
na", Cristianit8., año XXVII, núm. 287-288, marzo-abril 1999, págs. 11-17. La
misma autora ya lo había indicado con anterioridad en sus hagiográficas y apo­
logéticas obras,
Cara Eleonora. Passione e morte della Fonseca Pimentel nella
rivoluzione napoletana
(1993, Biblioteca Universale Rizzoli, Milán, 1999, 4." ed.,
págs. 324-331) y, más recientemente, L'amante della Rivoluzione. la vera storla
di Luisa Sanfe/ice e della Repubb/Jca Napoletana del I 799, Mondadori, Milán,
1998, págs. 204-209). Su interpretación histórica, por otra parte, es conforme a la
vµJgata liberal marxista, especialmente gramsciana, expuesta en su Pour Gramscl
(Du Seuil, Par'is, 1974; trad. esp. Gramscl y la revoluc16n de occidente, Siglo XXI,
4.• ed., México, 1980, págs. 106-112).
(21) Cfr. sobre su Primer Congreso, OSCAR SANGUINETTI, "1796-1799. Triennio
giacobino, insorgenze popolari e dominazione napoleonica in Italia. Dagli •albo­
ri• alla •riscoperta• dell'identit3. nazionale", CristianJta, año XXIV, núm. 254-255,
junio-julio
1996, págs. 21-23. Sobre su II Congreso, MAR.co INVERNIZZI, "A due anni
dall'inizio del bicentenario dell'Insorgenza italiana (1796-1799), CristianJta,
año XXV, nl1m. 271-272, noviembre-diciembre 1997, págs. 12-16.
(22)
Así, por ejemplo, Marco Respinti, "La controrivoluzione in Tirolo",
Seco/o d'ltalia, 3nl98; Gruuo DANTE GUERRA, "Lucca 179'), l'insorgenza della citta­
stato" 4/12/98; G1UL1AN0 MIGNINI, "La controrivoluzione dei ,Viva Maria•", 18/12/98;
LUCA DE PBRo, "1797, le Pasque Veronesi antigiacobine", 30/5/97, y las anterior­
mente recogidas en el volumen del IDIS, Voci per un JJizionario del pensiero
forte,, Cristianita, Piacenza, 1997.
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CRÓNICAS
gándose una notable actividad en orden a que esa recuperación
histórica pueda llegar
al hombre corriente (23).
Las obras que paso a comentar sucintamente, se apartan
todas ellas de
la historiografia que, salvo muy escasas excepcio­
nes y casi siempre reducida a estudios locales y monográficos de
escasísima circulación,
ha sido predominante, y ponen de relieve
la
epopeya del pueblo italiano, que en defensa de la religión, de
sus tradiciones y de sus soberanos legítimos, se opuso
por la
fuerza
de las armas, en nombre de la realidad, a la utopía revo­
lucionaria. Esta terminó
por triunfar, e Italia, como el resto de las
naciones que hemos asimilado la modernidad, está padeciendo
sus males, pero
no se le puede negar que opuso toda la resis­
tencia armada
que le fue posible.
Agnoli, magistrado, autor de relatos históricos
-como Gll
insorgenti (24) o Andreas Hofer eroe cristiano (25), a la vez ensa­
yo y relato
histórico-e historiador, con su Guia ha conseguido
una excelente introducción en pocas páginas -tan útil para
quien tiene poco tiempo para leer o
no tiene dicha afición-,
para el conocimiento de la materia. Precedida por un cuadro cro­
nológico bastante detallado, traza la situación histórica, y, segui­
damente, delimita los conceptos de revolución y contrarrevolu­
ción (págs. 39-45): la primera de naturaleza esenciahnente anti­
cristiana y especiahnente anticatólica; la segunda consistente
en
el rechazo del programa revolucionario y, por tanto, defensora de
la religión y de la sociedad católica (págs. 39-40).
La sublevación,
la Insorgenza, se define como "la espontánea resistencia armada
(23) Esta actividad, que en el terreno de los estudios de historia no ha podi­
do ser ignorada, me parece que ha motivado -no me atrevo a afmnar que sea
en respuesta a ella, pero lo apunto--la dedicación de un número monográfico
-con el título de Le fnsorgenze popolari ne111talia rivoluzionaria e
napoleonlc~ de la revista Studi StorJcJ. Rtvista trfmestrale dell'Jstituto Gramsci,
año 39, núm. 2, abril-junio 1998, págs. 325-622.
Para una visión crítica, cfr. O. Sanguinetti, "·Studi Storici• sulle insorgenze
popolari nell'Italia rivoluzionaria e napoleonica", CristianltEI., año XXVI, núm. 282,
octubre 1998, págs. 9-19.
(24) Luigi Reverdito Editore, Trente, 1988, 442 págs.
(25) Res editrice, Milán, 2. ª ed., 1984, 97 págs. Prólogo de MARCO TANGHEROM.
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CRÓNICAS
de los pueblos italianos en defensa de la fe cristiana y de una
sociedad orgánica tradicional transida de catolicismo, contra la
invasión de los ejércitos
y de las ideas revolucionarias en el
periodo de 1796 a 1814" (pág. 40). Señala los errores de
una
historiografía oficial, especialmente la enseñada en las aulas,
empeñada en silenciar el hecho en su dimensión general o en
reducirla a episodios aislados, al tiempo que le ha atribuido
razones diferentes: el rechazo de la leva militar obligatoria, la
reacción frente a los impuestos excesivos y a las requisas sin
contrapartida, el sojuzgamiento de la plebe por los curas faná­
ticos, la lucha de clases entre campesinos y habitantes
de la
ciudad o entre
pueblo bajo y burguesía (pág. 43). Una sintéti­
ca panorámica de sus protagonistas: jacobinos, clero, pobla­
ción cristiana sublevada y
sus jefes; un apunte para explicar las
razones de
una interpretación historiográfica ideológica y con­
traria a la verdad histórica y
una bibliografía seleccionada y
comentada (págs. 93-125),
cumplen con creces el propósito del
libro.
Invernizzi, en el prólogo, indica que la revolución italiana
-el Risorgimento-, ya fuera fruto del iluminismo o de la
Revolución francesa, o de ambos, en ningún caso fue italiana
(pág. 7); y que dada la mentalidad iluminista de los dirigentes de
los Estados italianos restaurados, estos ya
no se libraron de las
consecuencias culturales, ideológicas y
jurídicas de las modifica­
ciones institucionales introducidas durante la dominación napo­
leónica (pág. 8). Aunque
con la Restauración todo pareció cam­
biar,
no fue más que apariencia (pág. 12).
La primera obra de Viglione, profesor de Historia Moderna en la
Universidad de Casino, especialista
en la Revolución francesa (26),
es
una obra de conjunto, evocadora y conmemorativa de una
epopeya de la que se siente heredero. No se trata de una inves­
tigación de archivo,
pero resulta util y consigue el fin persegui­
do como visión de conjunto que permita captar la amplitud del
(26) Cfr. M. V1ouoNE, La rivoluzlone Francese nella storiografla italiana dal
1790 al 1870, Roma, 1991.
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fenómeno y su significación histórica (pág. 19). Lo enmarca en
un fenómeno más general de la historia de la contrarrevolución:
se trata
de "la Vandea italiana que siguió a la francesa y anticipa
la Vandea española, y a la
que le siguieron, las guerras antiresur­
gimentales en Italia, las carlistas en España, la de los cristeros en
México, la de los rusos blancos y la de los españoles de hace
sesenta años" (pág.
270). Justifica el título de su libro, por el volu­
men de muertos, que calcula por encima de los 100.000 -sería
interesante que estudios modernos dieran cifras definitivas para
toda
Italia-y por los métodos empleados para el exterminio, lo
que posibilita hablar, también de un "genocidio italiano", aunque
no fuera tan concentrado en territorio y población como el de La
Vendée (pág. 306).
Si la resistencia de la Vendée es emblemática, no le cuadra
mal a la sublevación italiana el nombre,
que ya le aplicaron los
franceses, y cuya comparación con aquella ya fue advertida, al
menos hace más
de cien años por Crétineau-Joly, al decir de la
sublevación
en los Estados Pontificios de 1798: "combaten como
la Vendée militar. Sucumben como
en ella" (27).
Mattei,
en su prólogo, indica la exigua minoría jacobina, la
reacción armada espontánea y popular
en toda la península
(pág. 7) contra el significado de la
~evolución y rebate algunos
argumentos de la historigrafía liberal y de la marxista (págs. 9-11).
En
Le Jnsorgenze, Viglione plantea la cuestión en el marco
más amplio de la antinomia revolución-contrarrevolución y res­
ponde a la cuestión crucial de los motivos por los que un suce­
so general de tales dimensiones ha sido ignorado, adulterado y
relativizado (pág. 109). Con concisión, pero
de modo suficiente­
mente amplio para apreciar
la cuestión, se ocupa de los hechos
(págs. 19-57), de su encuadre en la realidad histórica italiana
desde el iluminismo
al jacobinismo para comprender las causas
de
la revolución y de la contrarrevolución en Italia (págs. 59-86);
de los protagonistas,
con el papel del pueblo, del clero -alto y
bajo-, la nobleza y la monarqufa (págs. 87-109), donde destaca
(27) ]ACQUES CRETINBAU-JOLY, L 'ÉglJse romaíne en lace de fa R~volution, edi­
ción del Cercle de la Renaissance Frans;:a.ise, París, tomo 1, pág. 226.
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CRÓNICAS
la espontaneidad de las sublevaciones. Especial atención merece
el capítulo
N dedicado al significado de la insurgencia en la his­
toriografía italiana (págs. 111-162), donde delimita el concepto de
contrarrevolución (págs. 113-122) para mostrar
que en él encaja
plenamente la
insurgencia.
La obra del historiador Sanguinetti reconcilia al lector más
reticente con los libros de historia.
Se trata de un modelo de
investigación exhaustiva
con un gran soporte documental, que
acude a fuentes inéditas y revisa la utilización de las conocidas.
Excelentemente escrito,
por mucho tiempo agotará el estudio de
conjunto sobre la Lombardía. Una excelente bibliografía constitu­
ye
un aliciente añadido para su lectura. De su estudio también
resulta
la popularidad, la espontaneidad, la motivación religiosa
y la defensa
de las libertades concretas de la sublevación, asi
como la barbarie
de la revolución y el carácter sistemático del
saqueo de las tropas napoleónicas.
En una de sus conclusiones se destaca, frente a la Insurgencia
y a pesar de su brevedad
en Lombardía, la exigua participación
popular
en la construcción del Estado unitario que permite dudar
de la espontaneidad y del consenso
de ese proceso. La subleva­
ción lombarda, examinada conjuntamente
con el levantamiento
de los demás Estados de
la península italiana, permite sostener la
existencia de la nación italiana a fines del siglo xvm, con un per­
fil delimitado, una cultura específica y unos valores específicos
cristianos, sin necesidad
de una unidad nacional en sentido
moderno (pág. 193).
Por su parte, el medievalista Tangheroni,
en el prólogo desta­
ca que
la reacción y el rechazo de la Revolución francesa no fue
por ser antifranceses, sino
por que eran antijacobinos, es decir, por
oposición a la ideología de la Revolución francesa y por afirmación
de sus creencias y modos
de vida católicos (pág. 9).
El libro del medievalista Petrucci, también limitado a una
zona y a unas fechas muy concretas, es una investigación de pri­
mera mano, con fuentes inéditas y revisión
de las habituahnente
manejadas. En ella aparece la intuición del pueblo de
lo que sig­
nificaba el tratado
de paz de Tolentino (19/2/1797) para la
Iglesia,
con la intención de destituir al Papa. Petrucci contrapone
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CRÓNICAS
el concepto de patria que tenían los jacobinos -ideológico-­
y el que tenía el pueblo italiano como ligazón con la tierra en
la que se vive con los demás que la habitan, con sus institu­
ciones y sus leyes (págs. 21-22).
La sublevación fue una reac­
ción popular· contra el saqueo sistemático y la descristianiza­
ción, que, como
en el resto de Italia, obedecía a razones pro­
fundas tanto de rechazo a los principios revolucionarios,
incompatibles con la fe
que profesaban, como de fidelidad a su
soberano. Tangheroni,
por su parte, en el prólogo, señala que el fenó­
meno de la sublevación armada en toda Italia pone de relieve
el carácter nacional de la resistencia
popular a la revolución,
por ser extraña a sus tradiciones, costumbres, creencias y inte­
reses legítimos, no en el sentido de una unidad estatal ine­
xistente, sino en sentido cultural y de homogeneidad religiosa
. (págs. 7-8).
Di Giovine traza la historia de la revolución y de la contra­
rrevolución
en el reino de Nápoles en 1799. Comienza con una
buena síntesis introductiva (págs. 19-43) que explica la pene­
tración de las nuevas ideas con ·filangeri, Giannone y Genovesi,
absolutistas y regalistas, la politica · del impío Tanucci y de la
reina María Carolina, la laicización incipiente y la formación de
los futuros jacobinos. Describe la obra de los revolucionarios,
semejante a la francesa:
una minoría iluminada y exaltada,
racionalista y opuesta a la historia; la creación
de una prensa
para cambiar las mentalidades, en las que se conjugan la pro­
paganda con la mentira; el ritual de la plantación de los árbo­
les de la libertad; la imposición del nuevo calendario; la nueva
división administrativa territorial; la destrucción de las inscrip­
ciones para borrar
en el pueblo la memoria del pasado; el
terror; el Tribunal revolucionario (págs.61-78). A continuación
un capitulo sobre la contrarrevolución en armas para finalizar
con otro sobre la interpretación histórica predominante, ideoló­
gica y llena de prejuicios,
y, también, justificadora de una con-·
cepción vital y de una politica determinada. También en
Nápoles la contrarrevolución fue espontánea, popular, natural y
general
en todo el reino (pág. 79).
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CRÓNICAS
En su introducción Silvio Vitale (28) destaca la interesada
interpretación liberal, la espontaneidad del alzamiento
que abar­
có todos los estratos sociales y el 'martirio del
sur' en que con­
sistió el dominio jacobino (págs. 13-15).
En cuanto a los protagonistas de la contrarrevolución,
en
general pésimamente tratados por la sucesiva historiografía domi­
nante, algunas obras recientes hacen justicia de forma particular
a tres figuras sobresalientes: el cardenal Ruffo, el pñncipe de
Canosa y Hofer.
El cardenal Fabrizio Ruffo (1744-1827), calumniado y maltra­
tado desde
un principio por las obras de Cuoco y Colletta, resul­
ta
de la biografía de Ruffo un hombre fiel a los principios que
profesaba, inteligente y de gran preparación, al servicio del Papa
y, posteriormente, de Femando IV de Nápoles, donde alcanzó su
mayor fama al reconquistar el reino de Nápoles levantando y
organizando el Ejército de la Santa
Fe. Giovanni Ruffo -médico
e historiador-rebate en sus obras las falsedades mil veces repe­
tidas, conforme a las cuales su pariente
no era sino un hombre
ignorante, sanguinario y vengativo.
El cardenal Ruffo desempeñó
diversos cargos durante el pontificado de
Pío VI hasta alcanzar el
de ministro, desarrollando diversas mejoras económico-adminis­
trativas como la supresión de las barreras arancelarias interiores,
una reforma tributaria y una reforma agraria que, por medio de
la enfiteusis, permitieran un mayor desarrollo económico y una
sensible mejora de las condiciones de los campesinos. Era, pues,
un hombre tradicional y reformador, aunque no ilustrado ni con­
servadurista.
Su carácter y las disposiciones de orden administra­
tivo que tomó
-para mejorar las condiciones de vida del pue­
blo-durante su marcha sobre Nápoles conforme liberaba las
(28) En su introducción (págs. V-XVIO a la edición de la obra de 1801 de
DoMBNico PETROMASI con el título de Alía rfconqutsta del Regno. La marda del
Cardlnale Ruffo dalle CalabrJe a Napoll (I1 Giglio, Nip0les, 1994), SnVIo VrrALE,
indicó algunas de las razones para el predominio de la interpretación revolucio­
naria, como fue la prohibición por Femando IV, tras la restauración, para publi­
car obras sobre el periodo republicano y la expedición de la Santa Fe, y, verifi­
cada la ªunificación", fueron los vencedores los que impusieron la censura a los
autores borbónicos.
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CRÓNICAS
poblaciones, así como su comportamiento con los revoluciona­
rios
-firmando con ellos un armisticio--- le valió el caer en des­
gracia
con el rey al que le había recuperado el trono.
De Maio
-psiquiatra y profesor-efectúa un estudio psico­
lógico del cardenal
en el que tampoco aparece como el hombre
"sediento de sangre", sino como
un hombre culto y metódico,
con los pies
en el suelo, atento siempre a la realidad -tanto en
sus principios como en sus modificaciones---; un lider carismáti­
co
-según la tipología weberiana-, que se comportó siempre
con clarividencia, humanidad y benevolencia ante las situaciones
de "estado de necesidad"
que tuvo que afrontar. Lejos del retra­
to de la historiografia dominante, le califica como "el cardenal
social".
Ruggiero desbarata la leyenda negra construida en torno al
Príncipe de Canosa por obra de Colletta (29), continuada por los
autores del Risorgimento y destaca su figura como testimonio
coherente
de una política tradicionalista y contrarrevolucionaria.
De esa contrarrevolución
en la que se enmarca, como advierte
Cantoni
en el prólogo, "la unidad que subyace en las diversas
expresiones de la Insurgencia
(. .. ), que no procede de la unidad
del adversario, de la unidad del proceso revolucionario, sino de
la unidad del mundo
que se defiende y de su cultura".
Antonio Capece Minutolo, Príncipe de Canosa (1768-1838),
fue hombre partidario de
la monarquía tradicional, en absoluto
absolutista, defensor de las libertades concretas del reino de
Nápoles frente al absolutismo ilustrado del monarca, plasmado,
especialmente, en su comportamiento en la capital del reino
cuando lo abandonó el rey, huyendo a Sicilia. Defendiendo las
libertades tradicionales frente
al absolutismo real oponiéndose al
nombramiento de Francisco Pignatelli como Vicario del rey y
rechazando la capitulación ante el ejército francés. Condenado a
muerte
por la República Napolitana, salva la vida, pero es encar­
celado
por su Monarca tras su liberación, siendo condenado a
(29) En esta línea de restitución de la verdad histórica se había ocupado del
tema SILVIO VrrALE~ Ji Prindpe di Canosa e L 'EpJstola. contra Pietro Colletta, Arturo
Berisio Editare, Nápoles, 1969.
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CRÓNICAS
cinco años de pns10n por su conducta como miembro de la
Diputación,
pese a haber obrado conforme a las costumbres del
reino. Beneficiado
por Ja· amnistía exigida por Napoleón, sale de
su encierro
y, pese a todo, se enrola en el ejército real. Tras la
marcha de los franceses fue Ministro de
Poliáa en dos ocasiones,
pero su política, así como sus escritos chocaron con los intereses,
no sólo de los revolucionarios, sino con los de los conservadu­
ristas absolutistas. Apologeta y polemista, su obra pertenece
al
pensamiento contrarrevolucionario.
El tirolés Andreas Hofer es una de esas figuras que la histo­
ria se encarga de potenciar más
aun que la leyenda. Tras la vic­
toria de Austerlitz,
el Tiro! pasa a Baviera donde Maximiliano
ejercería una política como títere de Napoleón. Ante las medidas
anticristianas,
en la primavera de 1809 y coincidiendo con la gue­
rra entre Austria y Francia, el pueblo del Tiro! se subleva. Hofer
fue su caudillo más insigne
-llegó a a ser su comandante supre­
mo-, que derrotó a las tropas francesas, incluso tras la paz entre
Austria y Francia.
liberó numerosas ciudades y entró victorioso
por tres veces en Innsbruck. Fue capturado el 27 de enero de
1810 tras la delación de un traidor y fusilado el 20 de febrero en
Mantua. Adorado por sus paisanos, como indicaban sus procla­
mas, "combatimos
por Dios, la Religión y la Patria".
El libro colectivo del que brevemente doy cuenta, lo califica
de "héroe
de la fe". Finzi lo enmarca en la general y común
sublevación de toda Italia,
de la que es otro de sus episodios, con
sus mismas características principales (págs. 19-21). Apunta como
causa del fracaso de la sublevación la falta
de jefes preparados
-a excepción de un Lahoz o un Ruffo-, que impide la victo­
ria final a
un pueblo armado frente a un ejército organizado
(pág.
25); rechaza algunas interpretaciones de la historiografía,
como la
que sostiene que el sentimiento nacional italiano que
luego plasmaría en el Risorgimento, se formó al amparo de la
Revolución francesa (págs. 26-29). Klotz traza
una semblanza del
comportamiento de Hofer. Morganti se refiere a las raíces y
la
actualidad del movimiento insurgente, destacando el concepto de
identidad como clave de la resistencia: fue
una guerra de libera­
ción
en rechazo de la estrategia descristianizadora de los jacobi-
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CRÓNICAS
nos y en defensa de las instituciones tradicionales (pág. 46), que
expresa que existfa una identidad espiritual católica y romana
capaz de dar sentido a
una unidad en la multiplicidad (pág. 53).
Von Hartungen explica las razones para la utilización de Hofer
como mito nacionalista
por los alemanes. Agnoli destaca que fue
un auténtico héroe cristiano. Egger situa la lucha de Hofer y la
del pueblo tirolés como consecuencia de una religiosidad y
una
catolicidad que defiende su propia identidad frente a la agresión
iluminista. Por último, el texto final sefiala que
la lucha contra­
rrevolucionaria a lo largo y ancho de toda Italia,
que continuó
contra el
Risorgimento, constituyó el rechazo de la barbarie
impuesta
en nombre de la utopía.
El último libro del que doy cuenta no se refiere ya, directa­
mente, a la contrarrevolución y trata de
un periodo muy poste­
rior. Sin embargo,
pone de relieve que en el Estado unitario la
obra de la revolución continuó como herencia jacobina, y
en
cuanto tal, contraria a lo que significó la Insorgenza. Agnoli, prin­
cipalmente mediante el estudio de la revista
Cronaca Bizantina,
muestra el intento de modificar -es decir, de suprimir-la iden­
tidad nacional italiana durante
un periodo post-risorgimentale,
sustituyendo la más profunda identidad del pueblo italiano -la
católica-, por una ideología inspirada por la masoneña: la del
Estado y del pueblo "unificado". Para ello
se adoptaron todo tipo
de medidas políticas, juñdicas y culturales.
El anticlericalismo era
lo prioritario y para ello se desató
una violenta campaña de des­
cristianización: prohibición de ceremonias religiosas, secuestro
de periódicos y condenas a sus redactores, confiscación de bie­
nes eclesiásticos; incluso, anticipadamente,
un control de "tipo
staliniano" de la instrucción y de la cultura, depurando y destitu­
yendo a los profesores católicos. Todo
un ejemplo de aplicación
política de
la liberal máxima de Cavour de "una Iglesia libre en
un Estado libre", es decir, la libertad del Estado para combatir a
su antojo a la Iglesia y
al mismo pueblo, "defendiéndolo", contra
su voluntad, del "fanatismo".
En casi todas las obras de las que hemos dado cuenta se
muestra
un aspecto importante de la explicación -mejor de la
falta de
explicación-de la historia en Italia: que buena parte de
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CRÓNICAS
los autores que pasan por católicos -en cuanto a su forma de
interpretar y presentar
la historia-, con frecuencia religiosos
ligados a la democracia cristiana, han pasado como sobre ascuas
sobre este aspecto fundamental de la historia religiosa y católica
de Italia
-es decir, de la historia italiana sin más-, prefiriendo
guardar silencio sobre los hechos a tener
que explicar la razón
de que el pueblo católico rechazara la plasmación del pensa­
miento democrático. ¿Conciencia de que la "ilusión" democrática
-o democristiana-es incompatible con la verdad?
La contrarrevolución italiana no se explica más que por el
profundo arraigo de la religión católica en la sociedad. Arraigo
aún más meritorio si tenemos
en cuenta los años anteriores de
absolutismo y despotismo ilustrado, de regalismo e iluminismo;
de intentos, tanto de descristianización como
de implantación de
iglesias nacionales,
de masonería y de sociedades secretas. Claro
que, frente a ello,
no dejó de haber una resistencia y una reac­
ción
en el plano de las ideas. Seña muy interesante que, a la som­
bra de
ese proyecto de rescate de la memoria histórica de la resis­
tencia armada, se hiciera la historia de esta otra resistencia, alu­
dida por Mattei en su prólogo, aunque se refiere tan sólo a la
obra de la
Amicizia Cristiana (30), luego Amicizia Cattolica, de
Diessbach y Lanteri, este último bien estudiado
por su hermano
de orden Paolo Calliari (31).
La recuperación de la memoria histórica de la contrarrevolu­
ción italiana
no es sólo importante para Italia; Jo es, también, para
el resto de las naciones.
(30) Cfr. E. CANI'ERO, "La apologética católica y la formación del pensamien­
to contrarrevolucionario" (Verbo, núm. 207-208, agosto-septiembre-octubre 1982,
págs. 893-900), comentario a la obra de ROBERTO DE MATI'EI, ldealit8. e dottrine
delle Amicizie (Arti Grafiche Pedanesi, Roma, 1981).
(31) Cfr. PAoLO CAlllARI, Servire la Chiesa. 11 venerabile Pto Bruno Lanteri
(1759-1830), Lanteriana-Krinon, Caltanissetta, 1989, prólogo de Giovanni Canto­
ni; P. CAillARr, Pío Bruno Lanterl (1759-1830) e la Controrivoluzione, Lanteriana,
Turín, 1976; ésta última traducida al francés. Además se ha ocupado de la edición
de su correspondencia con un estudio introductorio y bibliográfico, Carteggio del
Venerabile Padre Pío Bruno Lanterl (1759-1830), fondatore della Congregazione
degll OblaU di Maria Verglne, 5 vals., Lanteriana, Turín, 1975-1976.
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CRÓNICAS
Lo ocurrido en Italia expresa, puesto en relación con lo suce­
dido
en otros lugares, que la oposición a la ideología revolucio­
naria, tanto
en cuanto ideología como en cuanto revolucionaria,
no fue un acontecimiento local, sino general. La Insorgenza ita­
liana
no fue un conjunto de sublevaciones o levantamientos
meramente locales, que se explicarian
por motivos particulares
propios del lugar
en que ocurrieron, sino que posee una dimen­
sión plenamente europea
en la cual se enmarca, pues responde
a las mismas razones y a las mismas caracteristicas. Esto es lo
que
confirma, sin duda alguna, los estudios comentados. Asi, en Italia,
al igual que allí por donde los ejércitos de Napoleón llevaron la
Revolución, las naciones católicas se levantaron
por los mismos
motivos fundamentales.
Que coinciden con los que movieron a
los contrarrevolucionarios franceses.
Por ello,
en cuanto acontecimiento con dimensión general,
europea, lo ocurrido
en Italia coadyuva a comprender la propia
identidad nacional de las demás naciones europeas que formaron
la Cristiandad. Y constituye
un testimonio imprescindible -el ita­
liano-para la recuperación de la memoria histórica de Europa
-la auténtica, la cristiana, que fue destruida por la nueva Europa
de
la modernidad-, y para la fundamentación de la identidad
europea.
No se trata, pues, sólo de una cuestión meramente histórica;
por encima de la curiosidad por el conocimiento del pasado,
sobresale su proyección
en la actualidad y su operatividad hacia
el futuro.
Es una cuestión de historia viva y no muerta; un asun­
to de vigencia permanente; de tradición,
en suma, sin la cual
todo progreso
no podrá ser más que aparente.
EsTANISLAO CANTERO
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