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Número 377-378

Serie XXXVIII

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AA.VV.: Carmelitas en Castilla (1889-1989). I. Historia y vida; II. Documentos históricos

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
casi siempre por especialistas en la materia. Sus autores, además
de los citados, son: Domenico Airoma, Ugo Cantoni, Gabrielle
Fontana, Giulio Dante Guerra, Massimo Introvigne, Alfredo Man­
tovano, Maurizio Milano y
Errnanno Pavesi.
Más allá de cuestiones adjetivas o de mfnimas discrepancias,
no cabe más que felicitar a quienes están llevando a cabo esta
tarea restauradora del pensamiento y de
la inteligencia, frente a
una
comente revolucionaria y secularizadora claramente percep­
tible desde el iluminismo, y
que hoy es un torrente desbordado
que todo lo anega, Esperamos que pronto aparezcan en forma de
libro, las voces correspondientes a los
dos años transcurridos
desde esta edición.
ESTANISLAO CANTERO
AA. VV.: CARMELITAS EN CASTILLA (1889-1989).
l. HISTORIAYVIDA;
11. DOCUMENTOS HISTÓRICOS <'>
El centenario de la restauración de la Provincia de los Carme­
litas descalzos
lúzo concebir a la Orden la idea de consignar en
una obra los datos más relevantes de la nueva etapa carmelita
tras aquella desgracia para la Iglesia y para España
que fue la
desamortización de Mendizábal.
La obra, en dos volúmenes, escrita en colaboración por
muchos carmelitas, es interesante, demasiado sintética y desigual.
El primer tomo, con abundantísimas ilustraciones fotográficas es,
sobre todo, una historia breve de las nuevas fundaciones,
no
pocas de las cuales fueron el regreso de la Orden teresiana a
lugares históricos íntimamente vinculados a la vida
de Teresa y
Juan de la Cruz, o
de quienes después siguieron su surco: Á vil a,
Segovia, Alba de Tormes, Madrid, Medina del Campo, Toledo,
Salamanca, Valladolid, Batuecas, Almodóvar del Campo,
Pal¡;ncia,
(") Editorial de Espiritualidad, Madrid, 1989, 1990; 192 y 299 págs.
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Talavera. Y, junto a ellos, las nuevas fundaciones de Vigo, Cuba,
República Dominicana, Puerto Rico y el ex-Congo belga.
Al hilo de las fundaciones va relatándose la vida de la Orden
que
no ha llegado a alcanzar, ni mucho menos, la gloria inmar­
cesible
de su primera etapa con las figuras egregias de la santa
de
Ávila y el fraile de Fontiveros.
Pero
aun así no faltan figuras ilustres, de los que se echan de
menos más datos biográficos.
Los padres Valentín de San José,
Balbino del Carmelo, Crisógono de Jesús ... fueron ejemplo de
vida religiosa y verdaderas glorias de la Orden y de la Iglesia. Y
junto a ellos la corona de los mártires
de las comunidades de
Toledo y Madrid en 1936 que, seguros estamos, pronto alcanza­
rán la gloria de los altares.
Algunas erratas, fácilmente salvables y debidas sin duda a
que los redactores conocían más los hechos de la Orden que el
entorno histórico
-atribuir en 1868 una gestión al cardenal pri­
mado Moreno Maisonave
(!, 40) que, si la hizo el primado, tuvo
que ser Alameda y Brea, o si la hizo en ese año el cardenal Mo­
reno no pudo ser como primado sino como arzobispo de Valla­
dolid; creer que el obispo de Madrid, José María Salvador y Ba­
rrera, se llamaba Salvador de nombre y Barrera de primer apelli­
do CT, 52)--no desmerecen el valor del tomo que, si no es extra­
ordinario, es al menos interesante para conocer esta nueva y
humilde etapa de la andadura carmelita.
El tomo segundo transcribe una serie de documentos, de
desigual interés, pero útiles
para darnos un reflejo de la realidad
de la Orden a lo largo de este siglo. Viene precedido
de una bre­
vísima introducción a cargo
de Luis Javier Femández Frontela
-así como el hábito ha desaparecido, también la costumbre fun­
dacional: Teresa de Jesús, Juan de la Cruz ... , de añadir al nom­
bre la advocación del Salvador, la Virgen,
un santo, el símbolo de
la Pasión ... -, que nos parece sumamente desorientada en esa
línea modernista y postconciliar que está llevando a la Orden,
como a tantas otras, a la extinción.
No voy a ser
yo el paladín del Carmelo cuando los propios
carmelitas se empeñan
en desacreditarlo. Pero es falso, y ucróni­
co, decir que
en la restauración de la Orden "todo quedaba
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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
subordinado a la observancia regular, a la obediencia, si no ciega,
sí absoluta al superior" OI, 8), que se trataba de "un apostolado
casi nulo hacia el exterior• (II, 8) y de "una falta de sensibilidad
hacia los problemas de la sociedad y de la Iglesia"
(II, 8).
Esto es
una burda caricatura de unos fieles hijos de la Iglesia
que procuraban su gloria y el bien de las almas.
Si la falta de
observancia y de obediencia,
la sensibilidad hacia los problemas
y el apostolado exterior
es lo de hoy en día, que ha apartado de
la Orden a la mejor parte de las monjas y ha llevado a la misma
casi a la desaparición, no es como para dar la enhorabuena a los
que, no se sabe bien por que, continúan llamándose hijos de
Teresa y de Juan de la Cruz.
Del caso "llamativo" e incomprendido del padre Florencio del
Niño Jesús,
que no sabemos si es la misma persona que fue Pro­
vincial entre 1927 y
1930, modernista y excomulgado OI, 8), nada
conocemos, pues ésta
es la primera noticia que nos llega.
Modernista, excomulgado, Provincial, Definidor, colaborador de
El Siglo Futuro ... parecen demasiadas cosas en un mismo sujeto.
Caso de
que lo sea. Si en verdad fue excomulgado no parece un
buen hijo de aquella abulense de gloria imperecedera que siem­
pre se quiso hija obediente de la Iglesia.
Pero
no hay que alarmarse. La Orden está salvada. "Tendrán
que pasar decenios y decenios hasta la llegada de los años sesen­
ta, para que la mentalidad
de la Provincia, sus formas de presen­
cia
en la Iglesia y en la sociedad y, por tanto, este apostolado típi­
co y tradicional cambien"
OI, 9).
¡Qué maravilla! ¡Y qué equivocada la Madre Maravillas! Ya
tenemos "ideas más pluralistas" (II, 9), ya llegaron "nuevos aires
que crearán nuevas formas de entender
la vida religiosa" (II, 9),
ya vivimos "el problema de las secularizaciones, que suponen
una pérdida, en este último cuarto de siglo, del 33% del total de
profesos solemnes: así, de los
192 religiosos con votos que había
en 1963 (máximo alcanzado por la Provincia en este siglo de
existencia) unos 65 la
han abandonado" (II, 9). Estamos en un
puro dislate. ¡Padre Luis Javier Femández Frontela, pase a Ua­
marse Luis Javier del Monte Carmelo, o del Niño Jesús, o de Santa
Teresa ... y a lo mejor recupera la sindéresis!
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INFORMACIÓN B/Bl/OG/IÁFICA
De las quince fundaciones en España, catorce son anteriores
a estos años gloriosos. Y las cubanas. Y la mitad de las domini­
canas. Apenas las de Puerto Rico y las testimoniales del Congo se
han hecho después. Es muy difícil argumentar con una persona
en estado de SIDA terminal que te dice: qué años más horribles
aquellos
en los que viví sano. Ahora es cuando estoy pleno de
vigor, de salud y de actividad.
Los "problemas de la guerra civil" (II, 10) -¿problemas?-,
en que hubo unos religiosos muertos (II, 10) -¿de gripe?-, no
llegaron, con todo su dramatismo, a alcanzar la patética situación
de esta maravillosa primavera de la Orden. Y eso que
el libro no
alcanza a la separación de las Carmelitas descalzas seguidoras de
la
linea de la Beata Maravillas de Jesús que tuvieron que romper,
con la aprobación
de Roma, con una Orden que las alejaba del
ideal teresiano.
Antes, los "polfticos integristas" metían el miedo a los religio­
sos"
(II, 11) hasta conseguir que no comprendieran a aquel gran
polftico católico
que fue Canalejas, que no pretendía otra cosa
que "poner orden
en el desbarajuste de las Órdenes y Congre­
gaciones que pululaban
por España por aquellas fechas ( ... ), así
como
en los múltiples negocios que los Institutos religiosos te­
nían montados"
(II, 11). ¿A que un anticlerical de la época no
escribiría de otro modo?
La República "ante todo, trataba de arreglar el viejo problema
religioso como
uno de los básicos en el proceso de normaliza­
ción y modernización del país" (II,
11), y su polftica sobre las
órdenes religiosas "se centró en inscribir a las mismas, así como
a cada comunidad o convento,
en un Registro especial del
Ministerio de Justicia" (Il, 11-12).
¿Se puede escribir esto por un
religioso que conoce que una de las primeras actuaciones de esa
República fue incendiar el templo recién inaugurado
en la Plaza
de España de Madrid
por los Carmelitas descalzos? Pues bien, por
lo visto, se puede.
Pero había unos malvados políticos
que cuando la Ley del
Candado
eran integristas y en la República no se sabe bien lo que
eran: monárquicos, derechistas, fascistas o lo que ustedes quie­
ran,
que continuamente engañando a unos crédulos e ingenuos
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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
religiosos, asustándoles con el fantasma de una República come­
curas que nada tenía que
ver con la realidad.
"Lo mismo que en la época de la Ley del Candado, este pe­
riodo de la República se vivió
por la mayor parte de los religio­
sos con
una evidente falta de información; y cuando llegaba,
llegaba
un tanto distorsionada y manipulada" (II, 12).
Claro. Os
han quemado la más monumental .iglesia que te­
ruais, que os había costado sangre, sudor y lágrimas levantar, les
decían. Distorsionando y manipulando el hecho. Han quemado
otras muchas más, seguían diciéndoles, también distorsionando y
manipulando. Porque les debian haber dicho
que esos actos los
cometían
buerusimas gentes que no querian otra cosa que nor­
malizar y modernizar el pais, tratando de arreglar el viejo pro­
blema religioso para
que no pulularan tantos frailes. Toda esa dis­
torsión y manipulación llevará a decir "a una de las cabezas más
preclaras de la Provincia: •Franco, sincero y feliz restaurador de
la auténtica vida española en todas sus manifestaciones ... •" (11,
12), cuando no se trataba de otra cosa que de "la instrumentali­
zación política a
que va a ser sometida la Iglesia por parte del
Estado Nacional surgido de la conflagración"
(11, 11). ¿Está claro?
Pobres e ingenuos religiosos, y pululantes,
que no se daban
cuenta de que los buenos
eran los incendiarios y los asesinos y
los malos los liberadores.
Lástima
que Eusebio del Niño Jesús, de cuarenta y ocho años;
Nazario del Sagrado Corazón
de Jesús, de treinta y cinco años;
Pedro José de los Sagrados Corazones, de setenta y cinco años;
Raimundo de la Virgen del Carmen, de cuarenta años; Tirso de
Jesús Maria, de treinta y siete años; Emilio de San Eliseo,
de vein­
titrés años; Eliseo de Jesús Crucificado, de veintitrés años;
Perfecto de la Virgen del Carmen, de veintidós años; Melchor de
Jesús, de veintidós años; Constando de San José, de veintidós
años; Félix de
la Virgen del Carmen, de veinticuatro años; Plácido
del Niño Jesús,
de veinticuatro años; José Agustin del Santísimo,
de veinticuatro años; José Maria de
la Madre Dolorosa, de cua­
renta y cinco años; Daniel de la Pasión, de veintiocho años; y
Clemente de los Sagrados Corazones, de veinticinco años, miem­
bros
de la Comunidad de Toledo, y José Maria de la Virgen del
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INFORMACióN BIBLIOGRÁFICA
Carmen, de cuarenta y nueve años; David de la Virgen del
Carmen, de cincuenta años; Cipriano de San José, de cincuenta y
tres años; Florentino del Sagrado Corazón de Jesús, de setenta
años; Lino
de San José, de ochenta y cuatro años; Antonino de la
Virgen del Carmen, de cincuenta y dos años; Paulina del Santísi­
mo Sacramento, de cuarenta
y tres años; Luis del Niño Jesús, de
treinta
y seis años; Valentín de Santa Teresa, de setenta y tres
años; Lucas de Jesús, de cuarenta
y cuatro años; José Ángel de
Jesús, de cuarenta y tres años; Gabriel de San José, de cuarenta
y cuatro años, y Juan José de la Virgen del Carmen, de sesenta y
nueve años, miembros de la comunidad de Madrid, desmienten
con su asesinato tanta dicha y tanta maravilla.
Creemos
que la Orden no entrará por rumbos fecundos hasta
que sujetos como el padre Pernández Frontela la abandonen o
rectifiquen. Aunque su breve introducción
no deja de tener valor
histórico, pues es
una muestra de a qué simas se ha llegado.
Salvo esas breves páginas que, repetimos,
no dejan de tener
su interés, el libro es digno
de tenerse en cuenta si se quiere
conocer el siglo de la restauración descalza
en España.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA Cico1'A
Luigi y Pauliina de Anna y Eero Kuparinen (eds.):
TUITIO EUROPAE. CHIVALRIC ORDERS ON THE
SPIRITUAL PATHS OF EUROPE e,
El profesor Luigi G. de Anna, que dirige el departamento de
lengua y cultura italiana en la finesa Universidad de Turku, es
conocido
por sus estudios históricos de amplia base y notable
aliento, principalmente sobre la Escandinavia medieval
-entre
los que puede mencionarse lI mito del Nord. Tradizioni dasiche
e medievali
(Nápoles, 1994)-, as! como por su acción en el
ámbito de los movimientos paneuropeos. En el presente libro,
(•) Ed. Universidad de Turku, Turku, 1998, 208 págs.
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