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Número 397-398

Serie XL

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El trabajo en relación con la economía según la doctrina social de la Iglesia

EL TRABAJO EN RELACIÓN
CON
LA ECONOMÍA
SEGÚN' LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
El primado de la persona
~Entre vuestras investigaciones actuales, es de gran interés la pró­
''fundizaoión del derecho al trabajo, especialmente si se considera la len­
"dencia actual a la "Jiberalizadón del Illercado". Se trata d~ un tema
"sobré· el que el Magislerio se ha expresado muchas veces. El año pasado
"os recordé personalmente el principio moral según el cual las exigencias
"del mercado, caracterizadas fuertemente por la competitividad, no
"deben "ir contra el derecho fundal11ental de todo hombre a tener un
"trabajo que Je permita vivir con su familia" (Í)iscurso a la Academia
'Pontificia de ciencias sociales, 22 de marzo de 1996, ·n. 3: L'Osservatore
'Romano, edición en lengua española, 5 de abril de 1996, pág. 12).
"Reanudando hoy este tema, quiero subrayar que la Iglesia, cuando
"enuncia este prindpio, no pretende en absoluto condenar la liberaliza­
"ción del mercado en sí, sino que pide que se la considere y aplique res­
"petando
el primado de la persona humana, a la que deben someterse los
"sistemas económicos.
»La historia muestra ampliamente la caída de los regímenes caracte­
"rizados
por la planificación, que atentan contra las libertades dvicis y
"económicas. Sin embargo, esto no avala a los modelos .diametralmente
"opuestos, pues, por desgracia, la experiencia demuestra que ·una econo­
"mfa de mercado
abandonada a una libertad incondicional no "puede
"ofrecer los más beneficios posibles a las personas y alás sociedades. Es
"verdad que el asombroso impulso económico de algunos países recien­
"temente industrializados parece confirmar el hecho
de que el merca.do
"puede proporcionar riqueza
y bienestar, incluso en regiones [XJbres.
"Pero, en ·una perspectiva m·ás amplia,_ no se puede olvidar el precio hu­
'inano de esos procesos. Sobre todo, no se pueden olvidar el escándalo
"continuo de las
graves desigualdades entre las diferentes naciones, y
Verba, núm. 397-398 (2001), 599--002. 599
Fundaci\363n Speiro

"entre las personas y los grupos dentro de cada país, como habéis subra­
''yado
en vuestra primera asamblea plenaria (et. El estudio de la tensión
"entre la igualdad humana y las desigualdades sociales desde la perspec-
1::iva de las diversas ciencias sociales, Ciudad del Vaticano, 1996)!1,
JUAN PABLO II: Discurso a los participantes en la asam­
blea plenaria
de la Academia pontificia de ciencias $0Cia­
les, 25 de abril. L 'Osservatore Romano, edición semanal en
lengua española, año XXIX, núm. 18 (1479), de 2 de mayo
de 1997.
El valor solidario en la empresa
da debida reladón entre benefidos y solidaridad representa otro
"punto fundamental de la doctrina social de la Iglesia. En efecto,
una si­
"tuación de conmcto entre esas realidades, además de perjudicar la efi­
"ciencia de la empresa, traicionaría su finalidad auténtica, que "no es
"simplemente la producción de beneficios, sino más bien la existencia
"misma de la empresa como
comunidad de hombres" (ib., 35). Por tanto.
"el empresario deberá crear las condiciones oportunas para que el desa­
"rrollo de la capacidad de quien trabaja en la empresa se armonice con
'la producción racional
de los bienes y de los servicios.
»El actual fenómeno de la globalización económica, iritroduciendo
''profundos cambios
en el mundo de la economía, pone de manifiesto la
"creciente interdependencia de las personas.
La experiencia diaria. nos
'lleva a constatar que,
en el mundo actual, todos dependemos de todos.
'1a solidaridad, antes que
un deber, es una exigencia que brota de la
"misma
red objetiva de las interconexiones. Por tanto, la atención al
"valor de la solidaridad en los procesos productivos no sólo promueve el
"bien de la persona, sino que también contribuye a superar las causas
"profundas que frenan el pleno desarrollo.
}#Exhorto a vuestra benemérita Unión a trabéefar incansablemente
"para que las leyes económicas estén cada vez más al servicio del hom­
"bre. En efecto, es necesario que, en las transformaciones que se están
"realizando
en la empresa y en los procesos de producción, el hombre
"tenga siempre la primada que Je corresponde,.
''perspectivas concretas de integración europea llaman
hoy a los empre-
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"sarios cristianos a un renovado protagonismo en el movimiento católi­
"co italiano y en la sociedad, para dar respuestas concretas a los desa­
''fios de este momento y contribuir de mcxio eficaz al crecimiento cultu­
"ral y económico del
país».
]VAN PABLO 11: Discurso a numerosos miembros de la
Unión
cristiana de empresarios dirigentes italianos, viernes
7 de marzo. l 'Osservatore Romano, edición semanal en
lengua española, año XXIX, núm. 15 (1476), de 11 de abril
de 1997.
Equilibrio de mercado
~Todavía hay demasiadas personas pobres del mundo, que ni siquie­
"ra tienen acceso a una mínima parte de la opulenta riqueza de una mi­
"norfa. En el marco de la "globa/Jzación" de la economía, también 1/a­
"mada "mundia/Jzación" (cf. Centesimus annus, 58), la transferencia
''fácil de los recursos y de los sistemas de producción, realizada única­
"mente
en virtud del criterio del mayor número posible de beneficios y en
"razón de una competitividad desenfrenada, aunque awnenta las post­
"bilidades de trabajo
y el bienestar en ciertas regiones, al mismo tiempo
"exduye otras regiones menos favoreddas y puede agravar el desempleo
"en países de antigua tradición industrial. La organización 'globalizada"
"del trabajo, aprovechando la indigencia extrema de las poblaciones en
"vías de desarrollo, 1/eva frecuentemente a graves situaciones de explota­
"ción, que desprecian las exigencias elementales de la dignidad humana.
»Frente a esas orientaciones, es esendal que la acción pollti.ca ase­
"gure
un equilibrio del mercado en su forma clásica, mediante la apli­
"cación de los principios de subsidiar/edad y solidaridad, según el mode­
"Jo del Estado social. · Si este último funciona de manera moderada,
"evitará también
un sistema de asistencia excesiva, que crea más proble­
"mas de
los que soluciona. Con esta condición, será una manifestación
'O.e civilización autén~ca y un instrumeento indispensable para la defén­
'Sa de las clases sociales más necesitadas, oprimidas frecuentemente por
"el poder exorbitante del "mercado global". En efecto, hoy se aprovecha
"la posibilidad que dan las nuevas tecnologff!.S de producir e intercam­
"biar casi sin
ningún límite, en todos los Ju.gares del mundo, para redu­
"cir la mano de obra no cualificada e imponerle nwnerosas obligaciones,
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Fundaci\363n Speiro

"apoyándose, después de la calda de los "bloques" y la desaparición pro­
"gresiva de las fronteras, en una nueva disponibilidad de trabajadores
"escasamente retribuidos,.
JUAN PABW 11: Discurso a los participantes en la asam­
blea plenaria de la Academia pontificia de ciencias socia­
les,
25 de abril. L'Osservatore Romano, edición semanal en
lengua española, año XXIX, núm. 18 (1479), de 2 de mayo
de 1997.
Exigencias de la ética
tPor otra parte, ¿cómo subestimar los riesgos de esta situación, no
"sólo en función de las exigen das de la justi.cia social, sino también en
"función de /as perspectivas más amplias de la civilización? De potsf, un
''merca.do mundial organizado con equilif)rio y una buena regulación
"puede aJX]rtar, además del bienestar, el desarrolla de la cultura, la de,
"mocracia, la solidaridad y la paz. Pero se pueden esperar efectos muy
"diferentes de un mercado salvaje que, con el pretexto de la compeütivi­
"dad, prospera explotando a ultranza· al hombre y el ambiente. Este tipo
"de mercado, éticamente inaceptable, sólo puede tener consecuencias
"desastrosas,
por lo menos a largo plazo. Tiende a homologar, general-r "mente en sentido materialista, las culturas y las tradiciones vivas de los
. "pueblos; erradica los valores étiCos y éulhlrales fundamentales y comu­
"nes; amenaza con crear un gran vacfo de valores humanos, "un vacío
'ántropológico",
sin tener en cuenta que comprom_ete de manera muy
"peligrosa el eqti;ilibrio ecológico. Así pues, ¿cómo no temer una explo­
''sión de comportamientos desvi.ados
y violentos, que generarían fuertes
"tensiones
eri el cuerpo social? La libertad misma se vería amenazada, e
''incluso
el mercado que hubiera aprovechado la ausencia de trabas. Así
''pues, la realidad de la "globalizadón "! considerada de una manera
"equilibrada tanto en sus potencialidades positivas como en sus aspectos
"preocupantes, invita a
no dilatar una armonización entre las "exigen­
"cias
de la economía" y las exigencias de la ética,.
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JUAN PABW 11: Discurso a los participantes en la -asam­
blea plenaria de la Academia pontificia de ciencias socia­
les, 25 de abril. L 'Osservatore Romano, edición semanal en
lengua e;pañola, año XXIX, núm. 18 (1479), día 2 de mayo
de 1997.
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