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Número 397-398

Serie XL

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Xosé L.Mínguez Goyanes: Quiroga Palacios no seu tempo

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
persistente voluntad de dar a cada uno su derecho. "Vida y justi­
cia
-afirma-son asi dos conceptos que no sólo están intima­
mente sino también esencialmente vinculados.
Es justo proteger la
vida.
Es esencialmente injusto, por lo que es esencialmente con­
trario al Derecho, aquello que atenta contra
la vida".
Obra de
un romanista, este libro demuestra una vez más la
utilidad de los conceptos básicos del Derecho romano para la
defensa de los valores asumidos
por el aistianismo; utilidad que
ya han probado, entre otros, romanistas egregios como Contardo
Ferrino
en su tiempo y Alvaro d'Ors en el nuestro, junto a quie­
nes
en el tema de la vida es justo mencionar a Pierangelo Cata­
lana, estudioso de los textos históricos más favorables a la pro­
tección jurídica del
nasdturus.
JOSÉ MARlA CASTÁN VÁZQUEZ
Xasé L. Mínguez Gayanes: QUIROGA PALACIOS
NO SEU TEMPO e,
Este libro fue en su origen una tesis doctoral, dirigida por el
catedrático y sacerdote secularizado compostelano, hoy Xosé
Ramón y mucho tiempo José Ramón Barreiro Fernández.
Es un
libro pesado, mazacote y reiterativo sobre una de las grandes
figuras de la Iglesia española y singulañsima
de la gallega, el car­
denal
don Fernando Quiroga Palacios.
Los datos que aporta sobre el arzobispo compostelano, antes
eftmero obispo mindoniense, obtenidos muchos de ellos en
entrevistas personales del autor con diversas personas que cono­
cieron a don Fernando son numerosos e interesantes si bien
adolecen de lo ya manifestado: un relato reiterativo y pesado.
Cuando proceden de la bibliografía citada carecen de la indica­
ción de la página a
que se refieren, lo que por lo menos es un
extraño modo de citar.
(*) Consorcio de Santiago, Santiago, 2000, 370 p:1gs.
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Cualquiera que se encuentre con la inmensa humanidad del
biografiado, inmensa
en todos los sentidos pues lo era su talla, su
proximidad, su simpatía, su bondad, su amor a la Virgen y a la
Iglesia, su preocupación
por sus sacerdotes y, naturalmente, por su
Seminario, su galleguismo de buena
fe, su "majestuosidad" ... tiene
que sentirse tocado
por quien verdaderamente fue Su Eminencia.
Los que tuvieron la suerte de conocerle personalmente y los que
le conocen ahora
por lo que de él se escribe. Fundamentalmente
la simpática obra de su intimo colaborador,
Gil Atrio, escrita desde
el declarado afecto y ésta que ahora comentamos. Que también es
sustancialmente positiva respecto del cardenal.
Y permanentemente el empeño
de buscarle los tres pies al
gato.
La nostalgia de un antifranquismo inexistente en don Fer­
nando.
La lamentada constatación de su franquismo. No sabemos
si fueron unas parias que tuvo que pagar como doctorando al
director de su tesis o si es su verdadero" pensamiento. Y, curiosa­
mente, Franco no queda mal. Su amor a la Iglesia, su ayuda a la
Iglesia correspondidos por la adhesión de la mayor parte del
clero y los obispos, resultan meridianos. Sin fisuras
en los prime­
ros tiempos y con algunas ya
en sus últimos días. No en don
Fernando que se la profesó siempre. Aunque, con toda lealtad,
también le expusiera las reservas de la Iglesia ante algunos pro­
yectos o actuaciones.
La entrevista en El Pardo de los cardenales
Pla y Deniel, Arriba y Castro y Quiroga sobre los proyectos de
Arrese, que consiguieron frustrar,
es ilustrativa al respecto.
A don Fernando le tocó vivir una época verdaderamente agita­
da. Nacido
en 1900 y fullecido en 1971. Conoció, ya de sacerdote,
la monarquía de Alfonso XIII y la Dictadura de Primo de Rivera, la
proclamación de la República y la consiguiente persecución reli­
giosa con cotas inauditas
en 1936, el Alzamiento nacional que supu­
so la salvación de la Iglesia pues hubiera perecido a sangre y fuego
de
no triunfar la España de Franco y, por último, el régimen del
Generalísimo prácticamente
en su totalidad, pues no llegaron a cua­
tro los años que sobrevivió el Jefe del Estado
al cardenal de
Compostela. Y eclesialmente también fueron agitados sus días, pues
vivió íntegramente el Concilio y la gravísima crisis posconciliar en
la que, por un trienio, presidió la Conferencia Episcopal Española.
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De todo ello queda constancia en el libro, insuficiente a
veces, sesgada otras, pero siempre interesante. Esperemos
que
un tercer intento nos deje la biografía que el personaje y la época
se merecen. Hasta entonces habrá que contentarse con ésta y la
ya citada de
Gil Atrio.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGOf:rA
Bias Piñar: ESCRITO PARA LA HISTORIA (1) "'
Todos los que han hablado alguna vez con Bias Piñar han
sentido
un deseo vehemente de que escribiera sus memorias. La
consagración total y ejemplar de su vida a la politica y a la reli­
gión y su extraordinaria me1noria pennitían deducir sin esfuerzo
que sabia muchísimas cosas (¿quizás demasiadas?) de la historia
contemporánea de España, que si no las escribía en esas memo­
rias se iban a perder. Concurrian a ese deseo otros dos factores:
su minuciosidad
en guardar textos y documentos -su profesión
de notario era una segunda naturaleza-, y el ser uno de los
hombres mejor informados -al minuto-de España, por una red
silvestre de admiradores que le contaban todo como si
por trans­
ferirlo a
ese líder superior se liberaran de responsabilidad intrans­
feribles. A muchas personas de la "España Nacional" que casual­
mente se enteraban de cosas
de interés no se les ocurrió hacer
otra cosa en su vida que decir: "hay que avisar a Piñar".
Ya está en las manos y en las bocas de todos el primer tomo
de esas memorias. Anunciemos
en seguida que un segundo tomó
saldrá a final de este año de 2001. Estas apariciones son
un tanto
irregulares porque han ido precedidas, en cuanto a pertenencia
informal del género de memorias, de numerosas narraciones bre­
ves en forma de artículos y de incrustaciones en sus innumera­
bles discursos y en su libro, Mi réplica al cardenal Tarancón.
Esos materiales dispersos deberán ser recopilados y reeditados
t) Fuerza Nueva Editorial, Madrid, 2000.
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