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Número 411-412

Serie XLII

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Las culpas de la Democracia Cristiana

LAS CULPAS DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA
POR
DoMENico BoNVEGNA"
La polémica del pasado octubre sobre las culpas de la Demo­
cracia Cristiana
en el gobierno de nuestro país, surgida en el inte­
rior
de la Casa de la Llbertad, exige algunas reflexiones serias
sobre la historia y la pol!tica del partido de mayoría relativa con
anterioridad a
tangentopoli. Por el contrario, me parecen inopor­
tunas y estériles las polémicas sobre la profundidad del pillaje y
la corrupción
que han arrastrado representantes de la Democracia
Cristiana,
pues no deben ser los políticos quienes las hagan.
El historiador francés Jean-Dominique Durand, entrevistado
en Avvenire del 30 de octubre pasado, se preguntaba si "( .. .) es
posible intentar en la actualidad un análisis sereno, objetivo y
desapasionado (es decir, histórico) de cincuenta años
de ascen­
ción y decadencia de un partido como la Democracia Cristiana,
que durante decenios consiguió la confianza de la mayoría de los
italianos". Me parece que la cuestión es esa: analizar el compor­
tamiento politice y lo que han escrito los dirigentes de la Demo­
cracia Cristiana.
Un primer análisis se refiere al hecho de que el partido demó­
crata-cristiano favoreció la instamación
de cierta hegemonía cul­
tural de la Izquierda en Italia. La DC fue poco sensible al com-
(") Domenico Bonvegna (Messina, 1955), es maestro y miembro de A!Jeanza
Cattolica.
El presente artículo, traducido por Estanislao Cantero, y titulado "Quelle col pe
della Democrazia cristiana", se publicó en 11 Corriere del Sud, año XI, núm. 21,
1
de diciembre de 2002.
Verbo, núm. 411-412 (2003), 63-69. 63
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DOMEN/CD BONVEGNA
promiso cultural, pues los sectores de la escuela, de la universi­
dad, de la edición, se abandonaron completamente a la Izquier­
da; la
DC se limitaba a pensar en la administración corriente.
Las referencias polfticas de la DC eran el PPI (Partido Popular
Italiano)
de don Luigi Sturzo y la mentalidad modernista de
Romolo Murri, el fundador
de la DC. Don Sturzo habla afirmado:
"El Partido Popular fue promovido por quienes vivían la acción
católica, pero nació como partido no católico sino aconfesional,
como un partido de gran contenido democrático, inspirado en los
ideales cristianos, pero que no considera la religión como ele­
mento de diferenciación política".
El nacimiento del PPI fue acogido con entusiasmo por
Antonio Gramsci, el cual indicó que "modernismo significa
democracia cristiana", y que, de modo más general, obseIVó: "la
constitución del Partido Popular equivale por su importancia a la
Reforma Alemana, es la explosión inconsciente e irresistible de la
Reforma italiana" (A. Gramsci, "! Popolari", en L'Ordine Nuovo
1919-1920). Según algunos historiadores, la clase dirigente de la
DC asumió la tarea de introducir las ideas "modernas' de la
Revolución en las bases católicas, que eran refractarias a ello.
Según
Marco Invernizzi el movimiento democratacristiano se
caracterizó por constituir "( ... ) la lucha de una minoría ilustrada
contra
la inercia del pueblo cristiano, conservador y reaccionario,
incapaz de comprender los signos de los tiempos". Un "comba­
te"
que duró casi cincuenta años, que el profesor De Mattei ha
sintetizado en uno se sus libros, con el siguiente título: "ll Centro
che ci
portó a sinistra".
¿Exageramos? He
aquí lo que ha dicho el democratacristiano
Ciriaco De Mitta, el
23 de agosto de 1999, en l1 Corriere della
Sera: "Cuando los historiadores se ocupen realmente de los
hechos
y no sólo de propagandas, explicarán que el gran mérito
de
la DC ha sido haber educado a un electorado, que era natu­
ralmente conservador cuando no reaccionario, para colaborar
con el desarrollo de la democracia. La DC cogía los votos en la
derecha
y los trasladaba políticamente a la izquierda". Esta es la
auténtica
y grave culpa de la DC: haber hecho perder y abando­
nar
en Italia aquellos caracteres religiosos, culturales y civiles que
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constituyen las caracteristicas de nuestra identidad histórica. De
hecho} "en los últimos cincuenta años este proceso de desnatu­
ralización
y, por tanto, de descristianización, se hizo con la cola­
boración determinante -en cuanto fuerza política de mayoria
relativa-de un partido que, nacido con el nombre de Partido
Popular Italiano, luego como Democracia Cristiana, posterior­
mente,
de hecho, asumió hegemónicamente la representación
politica
de los católicos italianos" ("Per un'azione política umana
e cristiana per ricostruire l'identita del popolo italiano", Manifies­
to
de Alleanza Cattolica, 4 de octubre de 1993).
Parece que el episcopado italiano e incluso Pio XII, irunedia­
tamente después de la caida del fascismo, fueron contrarios a la
reedición del PPI, sobre todo con el nombre de "Democracia
Cristiana", porque el adjetivo
"cristiana" era más comprometido
que el de popular e italiano. Por el contrario, parece que los car­
denales Ottaviani y Tardini quisieron fundar
un partido "católico
y conservador"
que sirviera de contraste a la DC; pero el aleja­
miento
de los comunistas del gobierno, en 1947, habria impedi­
do el nacimiento
de tal partido.
Así, la DC pudo gestionar en beneficio propio aquella especie
de plebiscito anticomunista
que fueron las elecciones de 18 de
abril
de 1948, con las que se cerró el camino al poder al social­
comunismo durante
30 años. En aquella ocasión en que surgió el
auténtico pueblo católico, Massimo Caprara, ex secretario de
Togliatti, habló de verdadera y auténtica "explosión de la
Insorgenza espiritual" del pueblo católico. El pueblo católico,
organizado
por los Comités Cívicos del profesor Luigi Gedda,
venció
en aquella batalla por la civilidad.
Los Comités Cívicos fueron inmediatamente silenciados, pues
resultaban molestos a la DC, la cual se apropió de una victoria
que no era suya. Don Baget Bozzo ha escrito que "en la DC había
quien deseaba
un resultado más equilibrado para volver a un
gobierno considerado •popular•, con la DC, el PCI y el PSI". Y
Luigi Gedda, en relación a esta cuestión, escribió: "Tras el triun­
fal éxito electoral de 1948, la Democracia Cristiana consideraba a
disgusto la existencia de una formación politica distinta de la
nacida
en la época de la liberación con el nombre acuñado por
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Romulo Murri. (. .. ) La victoria del 18 de abril -continua Gedda­
que atribuía a la DC la mayoría en ambas Cámaras, como todos
sabíamos, se debía a la masiva intervención de los Comités
Cívicos, que
no reclamaban más privilegio que el de vigilar que
el partido permaneciera coherenre con su adjetivo
de cristiano.
Esre compromiso disgustaba a la cúpula
de la DC, porque existía
en el partido una .corriente, capitaneada por Dossetti, favorable a
una alianza con los comunistas". Es una historia aún sin cerrar,
en la que el profes0r Gedda, religiosísimo y nobilísimo, inclinó la
cabeza ante unas presiones, cuyo origen aún hoy se desconoce.
Desde 1954 la Democracia Cristiana, con motivo de su Con­
greso,
se organizó como verdadero y auténtico partido moderno
bajo la guía de Fanfani que, en esto, copiaba al partido comu­
nista.
Se organizó el clientelismo político, se apoderó de los ban­
cos y de los centros
de poder, de la econonúa ... Mientras, el PCI
se conrentaba con lo cultural. .. Incluso con la participación de
Sturzo y De Gasperi, y de ese modo, nuestro país se fue hacia la
Izquierda. Desde aquel momento, salvo el parénresis del efimero
experimento del gobierno Tramboni
en 1960, rapidamenre caído
a causa de la violencia pública en Genova, desencadenada por
los comunistas, la historia de aquella DC es la historia de las ten­
tativas hechas para reinsertar a los comunistas en el á1nbito del
gobierno y para debilitar y anular cualquier reacción contraria
que procediera de la Jerarquía Eclesiástica
y del pueblo católico.
¿Sorprendente?
¿Se trata de suposiciones? Ha aquí lo que escri­
bía Alcide De Gasperi:
"La Democracia Cristiana [es un] partido
de centro inclinado a la izquierda [que] obtiene casi la mitad de
su fuerza electoral de una masa de derecha" (Discurso al III
Congreso Nacional
de la DC, Venecia 2-3 de junio de 1949; cita­
do en Famiglia Cristiana, 3 de junio de 1973). El mismo De
Gasperi, antes, había dicho: "Nosotros nos definimos como un
Partido de centro que se mueve hacia la izquierda" Ontervención
en el Consejo Nacional de la DC de 3 de gosto de 1945, en Atti
e documenti della
DC, 1943-1967, edición de Andrea Damiliano,
Cinque Lune, Roma,
1968, vol. I, pág. 181).
Posteriormente, cuando
en los años setenta fue claro el aso­
ciacionismo, el
compromiso histórico que estaban elaborando las
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cúpulas democristianas y comunistas, con los Aldo Moro, los
Andreotti, los Berlinguer, se habló de
mal menar y alguno inclu­
so dijo:
nas tapamos la nariz y votamos DC
En estos años los dirigentes democristianos se inclinaron cada
vez más a
la izquierda y para comprenderlo basta leer sus pro­
pi "convergencia paralela" o "equilibrios más
avanzados", no pue­
den ocultar su verdadero significado--, teniendo en cuenta, al
mismo tiempo, el proceso revolucionario que arravesó la direc­
ción de la
DC. Asi, Flaminio Piccoli: "Aquél gran proceso de
transformación
-que se efectuó en Europa bajo la preponde­
rante
hegemonía socialdemócrata o laborista-se ha conseguido
en Italia bajo la preponderante guia de un partido democrático
cristiano: es un gran hecho histórico si se piensa en el proceso
de modernización; en otros lugares conseguido por el «espíritu
capitalista,, originado por la «ética protestante", o por el ilumitús­
tico de la Revolución francesa y por la socialista, marxista-leninis­
ta, de la revolución de octubre; en Italia hunde sus raíces en la
tradición cristiana propia de los católicos democráticos"
(Flarninio
Piccoli, "Una· DC pfü forte per una democrazia pfü moderna",
informe de 2 de mayo de 1982,
Il Papala, 3 de mayo de 1982).
Se rrata de un discurso bien claro para quien quiera enten­
derlo, pues Piccoli
deáa las mismas cosas que había escrito
Gramsci
en 1933: "La filosofía de la praxis (nombre con el que el
filósofo sardo se
refería al materialismo dialéctico e histórico, raíz
del comunismo) presupone todo este pasado cultural: el Renaci­
miento y la Reforma, la filosofía alemana y la Revolución France­
sa, el Calvinismo y la
economía inglesa, el liberalismo laico y el
historicismo
que está en la base de toda la concepción moderna
de la vida.
La filosofía de la praxis es la coronación de todo este
movimiento de reforma intelectual y moral
(. .. ) corresponde a la
conexión Reforma Protestante
+ Revolución Francesa (. .. )" (Qua­
derni. del carcere, edición critica del Istituto Gramsci, de V.
Gerratana, Einaudi, Tuñn, 1975, vol. III).
Se comprende, pues, la frase que ya habfa dicho Grarnsci con
motivo de la aparición del PPI
en 1919: "El catolicismo democrá­
tico hace lo
que el comunismo no podría: mezcla, ordena, vivifi-
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ca y se suicida" ("I popolari" en L 'Ordine Nuovo, año I, núm. 24, 1
de
enero de 1919, en L 'Ordine Nuovo 1919-1920, Einaudi, Turín,
1954, pág.
286).
Una útima afirmación de un exponente autorizado de la
Democracia Cristiana, Francesco Cossiga: "La DC tiene grandísi­
mos
mé1i.tos históricos por haber sabido renunciar a su especifi­
cidad ideológica, ideal y programática: las leyes sobre el divorcio
y el aborto se firmaron todas
por Jefes de Estado y Ministros
democristianos que, justa1nente, en aquel momento, dieron prio­
ridad a la unidad política en favor de la demoa·acia, de la liber­
tad y
de la independencia, al ejercer una gran función nacional
de reagrupación de los ciudadanos" (Francesco Cossiga,
"Letrera
al quotidiano della DC", D Popolo, 24 de enero de 1992). Incluso
Moro,
en 1978, había declarado: "Por el aborto la DC se com­
promete a
no obstaculizar la mayoría que aprobará la ley".
Por tanto, también el "ideal cristiano" -aunque tenue y gené­
rico-del Sturzo de 1919, se ignoró y se puso en segundo plano
en relación a la "moderna conciencia pública", a la "unidad polí­
tica" y a la "cooperación política"; unidad, que desde 1945, sin
embargo, se había roto innu1nerables veces por 111otivos "futiles";
y que en aquella ocasión, la del aborto, lo habría sido por una
materia respecto a la cual la doctrina es intransigente.
La Democracia Cristiana, por la ley 194 -la de legalización de
la interrupción voluntaria del embarazo-tiene responsabilid his­
tórica enorme; no sólo la votó, firmó y pron1ulgó, sino que, ade­
más, colaboró activamente en la elaboración de su aplicación y
desarrollo.
Los directivos democristianos no titubearon y eligieron
ponerse del lado del "progreso". Mientras, los de base, los elec­
tores, trastornados y confusos por el reiterado lenguaje eufenús­
tico y ambiguo de los jefes, fruto de su relativismo doctrinal, no
supieron raccionar ante la confusión del referendum de 1981
contra el aborto, y se dividieron: 1nuchos no fueron a votar,
muchos votaron NO -es decir, a favor de la "ley"~ creyendo,
incluso, haber cumplido con
su deber. Giovanni Cantoni, al ana­
lizar el referendum,
en el número de mayo-junio de 1981 de
Cristianita, atribuyó la derrota del mundo católico, no tanto al
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auge de las fuerzas revolucionarias, como a la incapacidad de
los dirigentes del mundo católico para movilizar la base, que en
gran parte se abstuvo.
El 27 de mayo de 1976, Giulio Andreotti, Tina Anselmi,
Francesco Bonifacio, Tommaso Morlino, Filippo
Maria Pandolfi
y Giovanni Leone
-todos democristianos-- firmaron la "Ley"
(Gazzetta Ufficiale della Repubblica Italiana, año 119, núm. 140,
27 de mayo de 191/8, pág. 3646).
Leone1 algunos meses después, acusado, quizá falsamente,
por los mismos que le habían empujado a firmar la "ley", seria
forzado a dimitir; hubiera sido mejor que hubiera dimitido antes
de la firma vergonzosa, con lo que se habr!a marchado con la
cabeza alta. Cuando alguien ha acusado a
la Democracia Cris­
tiana
de grave traición, algunos de ellos se defendieron alegando
que la firma era "un acto debido", pues de otro modo habr!a
caído
el Gobierno. Andreotti, respondiendo a Vittorio Messori,
dijo: "En efecto, tuve
una crisis de conciencia y me pregunté si
debía firmar aquella ley. Pero si hubiera dimitido, ningún otro
democristiano habr!a·podido firmarla,
en un momento grave para
el País. Hubiera habido una crisis que habria creado también
complicaciones internacionales"
(V. Messori, lnchiesta su] Cdstia­
nesimo,
SE!, Tur!n, 1987, págs. 210-211).
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