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Número 411-412

Serie XLII

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Sciacca y Europa

CRÓNICAS:
SCIACCA Y EUROPA
L Tal es el tírulo, en español, de las actas del séptimo curso
realizado
por la "Cátedra Sciacca" (perteneciente a la Universi­
dad de Génova), y efectuado en esta ciudad y en Madrid, el vein­
ticuatro y el veintiocho
de septiembre del año 2001. Se publican
las actas
al cuidado del profesor Pier Paolo Ottonello, de la
misma Universidad.
Los participantes de la jornada primera, en la
ciudad ligur, fueron, aparte del mencionado, Valeria Glúron,
Vittorio Stella y Giorgio Cavallini. A
su vez, acogió Madrid a los
conferenciantes italianos de la jornada segunda: Ottonello, Luisa
Giordano y Carlos María Fenu, los cuales, junto con Juan Vallet
de Goytisolo, Ángel Sánchez de la Torre y Mario Soria, desen­
volvieron los temas pertinentes.
Aquí daremos noticia del curso y señalaremos unas pocas
conclusiones que c_reemos nacer del mismo.
D. Leyendo las ponencias se advierte la amplísima inteligen­
cia de Miguel Federico Sciacca y su interés por todos los aspec­
tos culturales que atañen al hombre contemporáneo, así como los
antecedentes
de la crisis actual de los valores. Articuladas sus
indagaciones en torno de ideas primordiales y asentadas en la
enseñanza de los grandes pensadores occidentales: Platón, San
Agustín, Santo Tomás
de Aquino, Rosmini, analiza y juzga el pen­
sador siciliano
no sólo el saber hodierno filosófico, sino también
el estético, científico, moral, religioso.
Abrióse el curso, después de breve introducción de Ottonello,
con
una conferencia de Valeria Ghiron, respecto de la critica de
Sdacca a la ciencia europea, a su hipertrofia, a su soberbia, a sus
ambiciones gnoseológicas absolutas, al defecto principal de la
misma: haberse alejado del ser, aunque pretendiendo constituir
Verbo, núm. 411-412 (2003), 133-145. 133
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CRÓNICAS
un conocimiento fiel de la realidad, pretensión que, por lo
menos, es la habitual. Porque los problemas científicos preocu­
paron a nuestro filósofo durante treinta años, desde 1936 hasta su
muerte, y dieron origen a Hbros, ensayos, artículos suyos. Veía el
pensador en la arrogancia científica no sólo el peligro de que
desapareciera la filosoffa como disciplina autónoma, con su obje­
to propio; veía también la causa de desnaturalizarse la realidad,
velada
por las abstracciones científicas, válidas sólo dentro de
estrechos límites.
Sigue la referencia, de Vittorio Stella, a los pensadores afines,
en uno u otro sentido, al filósofo siciliano: Nietzsche, Kierke-.
gaard, Pascal, Schopenhauer, Dostoyevski. En ocasiones, el análi­
sis de Sciacca termina
en apología, como es el caso del autor de
los
Pensamientos. Porque, sin duda, coincide el profesor genovés
con quien afirmó: ªDescartes, inútil e incierto" y "Escribir contra
quienes profundizan demasiado la ciencia. Descartes" (1); y ade­
más estableció que conocemos la realidad
no sólo mediante la
razón y los sentidos, pues existen principios y facultades superio­
res a aquélla (2). Llega la concordancia hasta elogiar Sciacca las
Cartas provinciales del gran enemigo de los jesuitas, a quienes
probablemente tampoco miraba
con excesiva simpatía el italiano,
recordando
la aversión que los mismos sentían a Rosmini (3). Por
el contrario, respecto de Kierkegaard
no se muestra favorable el
análisis de Sciacca.
Si el filósofo danés parece en principio bene­
ficioso
por su diatriba del idealismo hegeliano, no da soluciones
y sus reprobaciones
no resultan más que inútil corrosión ( 4). Más
benévolo es el metaflsico
de Giarre tratando de Nietzsche, impe­
tuoso denunciador
de la crisis y revulsivo de la misma.
Cavallini presenta los abundosos análisis de Sciacca a la
literatura italiana: se afanó el filósofo con Dante, Manzoni,
(1) Pensamientos, 702, 476. Edic. de Miguel Le Guern, París, 1977.
(2) Op. cit., 101.
(3) Acerca del tratado que le dedicó Sciaccá a Pascal y otros estudios del pri­
mero
sobre el francés, datos en la ponencia de Stella: "Sciacca y la literatura euro­
pea", en Sciaccay Europa, págs. 53 y sig.S.
(4) Op. d.t, págs. 49 y sigs. También, CARLOS MARfA FENU: "Sciacca y el pen­
samiento alemán contemporáneo"; en op. cit., págs. 131 y sigs.
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CRÓNICAS
Fóscolo, Leopardi, Páscoli1 d'Annunzio, Tasso, .Ariosto. Pero en
esa dedicación no falta lo peculiar de nuestro autor: la indagación
filosófica y religiosa, más que el estudio meramente estético. Así,
observa Sciacca la base de la obra literaria, la "lógica de la intui­
ción", es decir,
la idea matriz que se expresa de forma coherente.
Después, la actitud
de cada escritor ante la vida, derivada del con­
cepto
que tuviera acerca de Dios, el hombre y el mundo. De esta
forma,
comparecen delante del tribunal Manzoni, Leopardi,
Dante, Páscoli, etc. A Pirandello le dedica Sciacca detenida aten­
ción, especialmente a su obra
Los gigantes de la montaña, y pone
de relieve el pesimismo del dramaturgo agrigentino (siciliano
como él), su concepto del absurdo vital, la impotencia del arte
puro cuando intenta ordenar el caos ontológico y axiológico.
m Ya en la Villa y Corte, también inauguró el curso
Ottonello,
hablando de la copiosa publicación de obras de
Sciacca en nuestro país y la Argentina. Se cuentan más de cin­
cuenta los libros del filósofo traducidos al castellano, con fre­
cuencia reeditados, alguno hasta cuatro veces; superan los estu­
dios sobre Sciacca los novecientos títulos, siendo diez de ellos
libros; las colaboraciones del autor siciliano
se encuentran en
numerosas revistas: Clavileño, Arbor, Ciudad de Dios, Verbo,
Verdad y Vida, etc.
Lo atrajo a Sciacca don Miguel de Unamuno (conforme a la
meditada lección de Luisa Giordano), genio comparable
con
aquéllos (Dostoyevski, Scheler, Pascal ... ) que admiraba el pro­
fesor genovés por su inquietud religiosa, su antirracionalismo, su
oposición a los pseudovalores contrarios al humanismo cristiano
y
que habian acabado triunfando en Occidente. Habia el vasco
escandalizado al filisteo madrileño Ortega, afirmando
que si te­
man los europeos a Newton, los españoles teman a Santa Teresa;
habia hablado del sentimiento trágico de la vida como funda­
mento de la filosofía y la religión, y atribuídolo a pensadores y
poetas occidentales de los más notables (5); había defendido,
(5) Del sentimiento trágico de la vida, en Obras selectas de don Miguel de
Unamuno, pág. 273, Madrid, 1977.
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CRÓNICAS
para horror de los adoradores de la ciencia natural, la condena
eclesiástica de Galileo
y de Darwin, así como la impugnación
romana del modernismo teológico
y sus imsoportables vagueda­
des
y subjetivismos (6). Alma pareja de Sciacca don Miguel, hasta
convertirse en el amato pensatore basca, como dice Luisa
Giordano (7); fratello separata (8), en palabras del de Giarre, por­
que éste corrige y completa al atormentado bilbaíno, disipando
gracias a Cristo ambigüedades
y angustias unamunianas.
Además, en España encuentra Sciacca un soberbio misticismo
católico. Pero
ese encuentro no es, a nuestro juicio, solamente inte­
lectual: es también simpático, simbiótico, de acuerdo con la etimo­
logía
de las palabras, de tal modo que se ve el siciliano seducido y
conducido hasta el escenario material mismo donde muchos con­
templativos habían encontrado a
Dios: Ávila, El Escorial. Noche,
silencio, nieve, estrellas. La meseta castellana helada o ardiente. Y
allí parece entrever el peregrino lo que percibieron los santos car­
melitas. Tal experiencia se suma a las concordancias doctrinales con
la metafisica latente de Santa Teresa y San Juan de la Cruz.
Sciacca también se enfrenta a Kant. De señalarlo se encarga
Juan
Valle!. Es imposible para un filósofo serio no medir sus fuer­
zas
con el titán regiomontano. Decía Scbopenhauer que todo
hombre es niño hasta
no haber comprendido al autor de las
Críticas. Mas, para el metaffsico de Giarre está lejos de constituir
tal comprensión auténtico crecimiento intelectual. Porque el pen­
samiento kantiano, según nuestro catedrático, es ilustrado, escép­
tico y ateo, sintetizando prácticamente todo aquello contra lo que
combate
.el filósofo italiano (9). En lo que concierne a Hegel, otro
gigante
metafüico con el que baja a la arena el autor del
Obscurecimiento de la inteligencia, no es menos contraria la sen­
tencia:
la dialéctica hegeliana inficiona lo real, no dejando sino
un movimiento incesante que cambia todas las esencias, lo
mismo ontológicas que morales
y jurldicas. Desaparecen los indi-
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(6) Op. cit, pág. 311.
(7) ~sciacca y lJnamuno", en Sdacca y Europa, pág. 97.
(8) Sciacca
cit. por Giordano en op. mencionada, pág. 91.
(9) JUAN VALLBT: "Kant y Hegel, vistos por Sciacca", en op. cit., pág. 122.
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CRÓNICAS
viduos en el Estado, igual que se desvanece el último en el deve­
nir histórico. Las consecuencias que afectan a la ética y el dere­
cho, conforme a tal interpretación del hegelianismo, las saca Vallet
fundándose
en Sciacca: vale decir, que el idealismo filosófico
acaba supeditando toda norma, moral o
jurídica, a un régimen
determinado, contribuyendo de manera eficaz a la monstruosa
confusión de
la ley estatal con lo justo, bueno y verdadero.
El debate filosófico no se limita al examen de los pensadores
clásicos: también envuelve a franceses y alemanes modernos.
Respecto de los galos (conferencia
de Sánchez de la Torre), ana­
liza Sciacca las ideas
de Hamelin, Brunschvig, Marce!, Lavelle, Le
Senne, Chéstof, Berdiaef (rusos estos dos, aunque franceses de
adopción), no ocultando cierta inclinación, o tal vez indulgencia,
hacia Gabriel Marce! y
Luis Lavelle. En lo que se refiere a los ale­
manes (tema
de Fenu), pasan por la criba siciliana Nietzsche,
Schopenhauer, Scheler, fenomenólogos, existencialistas, Nicolás
Hartmann. Del primero diríamos que Sciacca le aprecia hasta
cierto
punto su rigor ateo, el alcance de la negación absoluta, el
nihilismo, porque de semejantes extremos, della Jotta senza espe­
ranza (10), cabe deducir la necesidad de Dios.
Si Husserl no satisface al pensador de Giarre, a causa del
incurable subjetivismo
de la fenomenología, sí resulta, en cam­
bio, positivo el juicio sobre Max Scheler, hasta el
punto de
ser parangonado el autor de Esencia y formas de la simpatía
all'amato
Rosmini (11). Por el contrario, no simpatiza Sciacca con
el existencialismo,
que tiene ciertamente el mérito de expresar de
la forma más aguda la enfermedad del pensamiento moderno y
la desorientación del individuo librado a sí mismo, pero hacien­
do de la confusión y la zozobra objeto insuperable de la especu­
lación.
En este reprobar del siciliano se ven englobados Heideg­
ger, Sartre, Jaspers y hasta Marce!,
en cuanto comparta el gran
católico galo la ganga fenomenológica, solipsista,
de los anterio­
res. Aunque
no debiera olvidarse -creemos nosotros--que
Heidegger trasciende a Husserl y deposita al hombre, pingajo,
(10) ScIACCA: La filosofía de hay. dt por FENU: ap. mencionada, pág. 131.
(11) FENU: ponencia citada, pág. 135.
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CRÓNICAS
delante del portal de Dios: de ahí procede el odio que ha des­
pertado el creador
de la filosoffa existencial entre los izquierdis­
tas
de todo pelaje. Y en cuanto al autor del Hamo viator, a
Lavelle y Le Senne1 análisis y conclusiones de los mismos nos
hacen
cruzar ese portal.
IV. Aparte de llamar la atención acerca del curso destinado
a Sciacca y Europa, y acerca
de las doctas exposiciones escucha­
das con este motivo, existe a nuestro parecer una circunstancia
que también conviene poner
de relieve. Concierne la misma, en
primer lugar, a la pervivencia de la enseñanza de Sciacca, debida
sin duda al mérito
de la doctrina, pero asimismo al esfuerzo de
un nutrido grupo de discípulos del maestro siciliano, los cuales
con admirable constancia publican escritos de su mentor, divul­
gan sus ideas en revistas y congresos, recogen cuantos testimo­
nios interesantes atañen
al ilustre metafisico. En segundo lugar,
hay que señalar una característica fundamental del filósofo: hálla­
se éste dotado a la vez
de talento literario y de extraordinaria
capacidad analítica, permitiéndole ambas facultades aprehender,
de un lado, la vida en su palpitante complejidad y, de otro, pe­
netrarla para demostrar la insuficiencia esencial de la misma. Es
Sciacca a la vez trágico y metaffsico, de la raza de Platón, Pascal,
Unamuno, Marce!, Nietzsche ... Su clasicismo mediterráneo está
teñido
de congoja. Tributaria su doctrina de ideas agustinianas, lo
es asimismo de la insatisfacción existencial que inquietaba al
Hiponense (Aurelio Agustín, versión en su época del Dasein
heideggeriano) y de la necesidad de resolver angustia y paralo­
gismos mediante la gracia
divina. Por último, coincide el filósofo
con la enseñanza de Juan Pablo II expuesta en la hermosa encí­
clica
Pides et ratio, donde se citan, cabe el magisterio pontificio
y escritores clásicos en la materia, nmnerosos autores que se
mueven en la órbita agustiniana, amén de traslucirse en el docu­
mento tesis románticas y
de platonismo teológico.
Sciacca es tomista, pero no en el sentido rutinario de repetir
hasta la saciedad proposiciones y fórmulas consagradas, sin pro­
fundizarlas ni adaptar las ideas a situaciones nuevas
para recon­
ducir a Cristo lo desviado.
El desarrolla orgánicamente la doctri-
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CRÓNICAS
na, cuidando sin embargo de no desnaturalizar con concesiones
cobardes o ineptas el dogma cristiano ni las propias fórmulas
estudiadas. De
tal actitud provienen posibles discrepancias con
quienes más que a Santo Tomás estén quizá adheridos al canó­
nigo
de San Severino y otros similares. Así, bien sabe el de Giarre
que, a pesar de las eventuales miserias de cualquier filósofo, de
cualquier hombre, cuando habla
uno de Dios o escudriña el mis­
terio del ser en general, toca un mundo que está más allá de la
experiencia física y de la mera deducción racional. Toda perso­
na,
por abyecta que sea, tiene la propiedad o atributo que lla­
maba San Francisco de Sales "eminencia y suprema punta de la
razón y facultad espiritual", que no se mueve por discurso racio­
nal, sino
por simple vista del entendimiento (12), y mediante la
cual es dable vislwnbrar
la verdad superior. Que dicho "tocar"
sea leve y pasajero no obsta a su efectividad, ni obsta tampoco a
la condición intelectual del mismo, ni a las inferencias lógicas
que de él habrán de sacarse. Esclarecedora es a todo este res­
pecto, por no citar sino un testitnonio, la enseñanza de San
Buenaventura en su ltinerarium mentis in Deum. Por su parte, a
esa aprehensión la llama Sciacca dormiveglia di quell'infermo che
é J'uomo, malato di mondo e dolenti di Dio, dormiveglia metafi­
sico-teologtca, "fulgor
-siguiendo a Plotino-de la ciencia del
ser", difundido
por la caverna platónica. Y la facultad pertinente
es occhto vigile, veggente, occhio della mente, como igualmente lo
es de la voluntad y los sentidos (13).
Totnista es Sciacca, si bien con un sesgo agustiniano y ros­
miniano que lo caracteriza muy bien
y vuelve intensamente vivo
el sistema del doctor dominico. Por esto, difundir sus ideas y
(12) Tratado del amor de Dios, lib. 1, cap. 12, pág. 390 de la edic. parisien­
se de 1969. En el mismo sentido, excelentemente desarrollada la tesis con profu­
sión de argumentos, LUIS THoMASSIN: Dogmata theologica, De Deo, lib. 1, cap. 19.
Cfr. ENII.IQUE BREMOND: Plegariaypoesfa, cap. XII: Historia literaria del sentimien­
to religioso en Franela, tomo VII (Parls, 1965), parte 1, cap. 3, y parte 11, cap. 7.
Esta
teoría pneumatológica procede, en última instancia, de PLOTINO: Ennéadas,
IV, tract. 8, cap. 8. La misma la desenvuelven los místicos alemanes medioevales,
fray Juan
de los Ángeles, etc.·
(13) Ontología trJMJcay trinitaria (Milán, 1972), págs. 138 y sig.
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talante supone al mismo tiempo confirmar el magisterio de Santo
Tomás y San Agustín,
pero también el del pensador roveretano.
No
es extraño, pues, que los seguidores del catedrático genovés
sean también admiradores de don Antonio, editores de sus obras,
redactores de revistas destinadas a propagar la filosofía de aquél.
Después de la derogación, el primero
de julio del año 2001,
del decreto
Post obitum, según la cual no existe motivo para "pre­
ocuparse" del hipotético error
de ciertas proposiciones de Ros­
tnini, entre otras, la tesis de la intuición intelectual del ente uni­
versalísimo; después de dicha derogación está permitido seguir
con tocia tranquilidad la llamada línea francoitaliana
de pensa­
miento para combatir el nihilismo. Y
para ello es imprescindible
incorporar a filas
no sólo al de Rovereto, sino también al último
Schelling, Jácobi, Hamann, los rusos anteriores a 1917 y Sergio
Bulgákof, Blondel, Pascal, etc. (14). Sciacca ha abierto el camino
de esta eficaz alianza.
MARro SoRIA
L'IRCOCERVO VIRTUAL
El profesor Francesco Gentile, catedrático de Filosofía del
Derecho
de la Universidad de Padua, de cuya Facultad ha sido
decano
un primer período y, tras un paréntesis, nuevamente
ahora,
es una personalidad del mayor relieve en el seno de la cul­
tura (especialmente jurídico-política, pero
no exclusivamente, tal
es la amplitud
de sus intereses y de sus saberes) italiana y euro-
(14) GrusEPPE RICONDA: "La vía francoitaliana, respuesta al nihilismo", art.
publ. en la genovesa Revista Rosmlniana, año XCV (2001), fase. I-11, págs. 24
y sig., 27 y sig.; VITTORIO POSSBNil: "La filosofía después del nihilismo", art. publ.
en ídem, pág. 128.
Recuérdese
que ya en 1998 se refirió el papa actual elogiosamente a Rosmini
(encicl.
Fides et ratio, § 74), y que además adoptó la antropología agustiniana y
romántica, haciéndola en cierto modo fundamento de la enseñanza pontificia en
este caso: MARfo SoRIA: "Un punto romántico en la encíclica Fides et ratfd', art.
publ. en la rev. Roca Wva, núm. 361 (enero-febrero de 1999, Madrid).
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