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Número 87-88

Serie IX

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III. ¿Qué es el socialismo?

incluso, que en determinados momentos históricos -pocos y cor­
tos--esa tesis pueda haber encontrado

su justificación. Sin embar­
go, parece
evidente que

todos
los grandes problemas económicos o
sociales que preocupan a la sociedad y a cuya solución los técnicos
pueden aportar

su muy
estimable ayuda, son, en última instancia,
problemas de
convivencia humana y, por lo tanto, problemas
esencialmente políticos •
No, no negaremos el pan
y la sal a los técnicos. Pero no nos
cansaremos de afirmar que para resolver
los problemas
de go­
bierno de
nn país, la

Política
-sí, en mayúscula-y los políti­
cos, son indispensables,
Permitamos, en buena hora, que los téc­
nicos

establezcan un orden. Permitamos que los técnicos nos orien­
ten hacia la proximidad visible y la necesidad inmediata pero
dejemos que sean
los-políticos quienes nos guíen hacia las gran•
des y lejanas metas. Permitamos o, mejor dicho, exijamos a los
técnicos que persigan la máxima
efic'acia pero
escojamos políti­
cos que busquen incansablemente
la mayor juridicidad. Dejemos
que los técnicos experimenten en
sus laboratorios,' pero busque­
mos políticos que tengan experiencia. Busquemos para nuestras
industrias técnicos audaces y con imaginación, pero confiemos
el
gobierno del país a políticos prudetites y que tengan memoria.
Busquemos

para
gobernar nuestra nación

políticos
que luchen in·
cansahlemente contra las quimeras y las utopías que incesante­
mente surgen en nuestro mundo enloquecido
y dejemos que
-fuera del

gobierno- los técnicos trabajan para
convertir aquellas
quimeras

en realidad.
Dejemo~ en

fin. que
los técnicos se esfuer­
cen

en hacer
habitable la luna pero permitamos que sean los
políticos los encargados de
hacer más
llevadera la vida
aquí en
la tierra.
111. ¿Qu:á. ES EL SOCIALISMO?
La otra via de redención terren.al que nos ofrece el mundo de hoy es
la

del
socialismo. Pero, ¿qué es e1. socialismo? Nuestro amigo Louis Salle..,
ron nos lo explica. can claridad y -real.ismo en un artículo titulado La
France va,.t..,elle au socialisme?, que ltineraires ha publi.cado en su nú,ne ..
ro 143 de mayo de 1970, y que, sin su:prknic más que su introducción. y
sus conclus~ones relsJlvas a la pregunta ()!anteada, traducimos a conti-­
nuación.
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El primer carácter es referente a la propiedad. El socialismo
es
el

régimen que suprime
la propiedad privada de los medios
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de producción. Es una definición que Marx recoge para el comu­
nismo,
del que dice
que w teoría puede resumirse «en esta ex­
presión única:
abolición de la propiedad privada». Los comunis­
tas no hallan otras cosas que decir cuando se sitúan en el terreno
del
dere«!ho.
El

segundo carácter
se refiere
al
poder. Aquí aparece la dis­
tinción entre el comunismo y el socialismo contemporáneo.
Este último,

sintiendo repugnancia por la imagen del régimen so­
viético muestra
indiferencia 1!0D respecto a los aspectos ju­
rídicos de la propiedad. En
'Bad-Godesherg en
1959, el parti­
do social-demócrata
dec-Iaró expresamente, «la propiedad

priva­
da de los mediOs de producción merece protección y estímufo,
en
la
medida en que no entorpezca
la instauración de un orden
social
equitativo» será

pues
Un «orden
social equitativo» lo que
constituye el signo, sino
la definición del socialismo. ¿Pero cuál
es
éste orden? No puede ser sfoo aquel que es asegurado por el
poder de quienes &e llaman socialistas. Esto es vago. La vaguedad
de
la fórmula queda más patente cuando son considerados los
hechos. Ya que los socialistas se hallan en el poder en Alemania,
y Alemania es considerada como el
país más capitalista de Eu­
ropa. Los socialistas están en el poder en Suecia
y Suecia es un
país en
el cual los medios de producción son propiedad privada
en un noventa y cinco por ciento lo cua
1l tal vez sea el record del
mundo.
Los socialistas están

en el poder en Gran Bretaña y Gran
Bretaña continúa siendo, después de los Estados Unidos, la imagen
del
país capitalista

por excelencia. Si los socialistas objetaran que
«el poder

de los
:socialistas» no

es sino una etapa hacia
«el poder
socialista»,
sería

preciso definir
este último

y no se
percibe cómo
se
evitaría volver a caer en la
de.finición: abolición de la propiedad
privada de los medios de producción.
El
tercer carácter se refiere

a la
igualdad. Cuando se escarba
un

poco en las bellas
exposiciones de

los
socialistas, pronto se des­
cubre

que el fondo común de los diversos socialismos
lo consti­
tuye la reivindicación contra
la desigualdad.

Esta reivindicación
se hace en nombre de la justicia y tiene buen cuidado de
hacerlo
así,

hallándose la
injmticia por todas partes. El

problema con'.
siste totalmente en saber en qué medida
se identifican la justicia
y la igualdad, la

injusticia y la desigualdad, cuestión sobre
la que
el socialismo no se
arriesga a

profundizar ni siquiera a estudiar.
En todo caso, el problema que se plantea consiste en resolver
cómo puede
ser suprimida la desigualdad en el terreno económico
y más concretamente en materia de la distribución de
la riqueza.
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La primera vía es la del impuesto y de la redistribución que
con éste se alcanza. La
segunda vía, má.;, radical. es

la de la
abolición de
la propiedad privada en la cual se vuelve a d~sem­
hocar
siempre

que se va hasta el final de la cuestión. Para evitar
el comunismo,
que se, tem.e,

generalmente se emplean los medios
fiscales. Pero
se cOmprueba

que éstos no pueden exceder de cierto
grado
so pena

de matar la gallina de los huevos de oro. Se
comprneba también que no
evita el fraude en tanto los beneficios
son
fruto de una actividad independiente prácticamente no fis­
calizable.
Entonces se recurre a

la modalidad suprema de la
so­
cialización:

La supresión de las actividades independientes y su
conversión
en actividades a.salQTiadas, fácilmente

fiscalizables
y
por consiguiente igualables.
Es en el régimen salarial donde se produce la confluencia del
capitalismo y del socialismo. El asalariado
se generaliza

por la concentración en el capita­
lismo.
Se generaliza por la estatización en el socialismo.
Hoy, las tres

cuartas partes en la población activa
están asala­
riadas.

No se puede apenas dar un
paso más
sin abolir la
pro-pie•
dad

privada, pues lo
que continúa
independiente corresponde a
actividades que no es fácil integrar en las sociedades anónimas. El socialismo tiene
el recurso de nacionalizar las sociedades ca­
pitalistas.

Pero
más allá
de un determinado porcentaje, son los
mismos asalariados los que sienten
repugnancia por

la nacionali­
zación. En resumen,
hemOs llegado

a un punto tal en
que el socialis­
mo
debe definirse

para saber qué
es lo

que haría fuera de la
abolición de la propiedad privada, a
fin de realizarse a sí mismo:
Se observará
qne los países que

tienen el mayor porcentaje
de asalariados

son los
más evolucionados
a causa de una mayor.
concentración y de una actividad societaria más desarrollada.
Estos mismos países
son también

aquellos en que
el abanico
de los

salarios es menos amplio, es decir aquellos en que la igual­
dad es mayor para la masa
más numerosa

de
la población.
Digamos claramente que son los Estados Unidos los que rea­
lizan mejor el
modelo socialista

desde el instante
en que
este
mo­
delo

excluye la abolición
de la.

propiedad privada.
En otras palabras, el _mantenrj,miento
del, poder económico (del
dinero) al lado del
~ político garantiza mejor la igualdad,
a la vez
qne salvaguarda

la libertad y favorece el desarrollo de
la riqueza,
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