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Número 231-232

Serie XXIV

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Manuel de Santa Cruz: Apuntes y documentos para la historia del tradicionalismo español (1939-1966)

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
y el desprecio hacia la clase -que gobernaba; la movilidad de las instituciones,
de las costumbres y de los hombres en una socie­
dad agitada por siete grandes revoluciones, sin contar con un
gran número
de pequeñas conmociones secundarias: esas fueron
las causas
· generales sin las que la revolución de_ febrero. habría
sido imposible. Y los principales accidentes que la provocaron
. fueron, según Tocqueville, las torpes pasiones de la oposición dinástica, que preparó una sedicción al querer hacer una refor­
forma; los errores y el desorden
n\.ental de

aquellos
goqernan­tes,

tan incapaces de consolidar Jo que habían debilitado; y, por
último,
la súbita y extraña postración senil del rey Luis-Felipe,
que no había previsto ni hecho nada por desbaratar aquella
re­volución. Tocqueville, que había pasado su juventud en medio de una
sociedad que parecía hacerse próspera y grande, al hacerse
Ji. bre; que había concebido la idea de una libertad moderada, re­
gular, contenida por las creencias, las costumbres
y las leyes;
a quien
los atractivos

de esa ibertad le habían conmovido, y
cuya libertad se había convertido en la
pasión de toda su vida y
de cuya pérdida creía que jamás . se consolaría, ahora veía cla­
ramente que tenía que renunciar a
ella. Sabía que si una gran revolución puede instaurar la libertad en un país, la sucesión
de varias revoluciones hace imposible, en
él, para mucho tiem­
po, toda libertad regular. Y es que la Revolución francesa vuel­
ve a empezar, porque siempte es la misma.
EMILIO SERRANO VILLAFAÑÉ.
Manuel de Santa Cruz: APUNTES Y DOCUMENTOS PARA
LA HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAAOL,
1939-1966 (*).
Después _del fallecimiento del Generalísimo Franco (20 de
noviembre de 197 5) han ido apareciendo libros que de diversas
maneras --memorias, biografías, relatos, reportajes-, ofrecen noticias de la política española entre los años 1936-1975. _Todos
los grupos políticos e ideológicos están publicando la historia
de sus actividades
-más o

menos
sumergidas--en
estos años.
No podía faltar en esta promoción
bibliográfica alguna referen­
cia

a la Comunión Tradicionalista, que después de un brillante
(*) Tomo I (afio 1939), 2.• ed., Zamora, 1984, 198 págs. Pedidos a
Stella, Ayala, 21,
28001 Madrid.
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protagonismo en la preparaci6n del Alzamiento del 18 de julio
y en la Cruzada subsiguiente, 19.36-19.39, desaparece de la vis­ ta del gran público
y solamente se muestra de manera irregnlar
e insuficiente.
Distribuciones
ACESA,. al

reeditar el primer tomo, relanza
ahora una obra que cuenta ya con trece volúmenes publicados.
A tomo por año cubren, de momento, hasta el año 1951, inclu­
sive, y seguirán editándose así hasta el
límite propuesto

del año
1966. El autor ha explotado a fondo sus muchas amistades den­
tro del tradicionalismo español para reunir un acervo documen­ tal extraordinario;
lo ha ordenado y codificado; de sus propios
recuerdos sólo añade lo itnprescinchble para hilvanar estos
do­
cumentos; y nos ofrece una obra importante en marcha, cuyo
interés vamos a arializar.
Este viejo género literario de las memorias históricas, ahora
en nuevo brote para colmar el vacío
de aquellos tantos años de
escasa. actividad política, es útil para quienes estudiamos la ex­
trapolaci6n
de la teología a la política, instalados en la bisagra
entre ambas y sin llegar a sus últimos límites. Incrustadas en el
prop6sito
.axial de cada autor, encontramos, en los libros de este
género que están apareciendo, noticias para
la historia de la
Iglesia, de
la filosofía, de la cultura y de la sociología de nuestra
época. La historia y la cultura
sc¡n una
pre-política
y por eso los
políticos de vocaci6n les
prestan gran

atención.
· No
hay voca­
ción política seria
y verdadera sin afici6n a la historia, y ésta, a
su vez, implica una afici6n a la búsqueda y colección de docu­
mentos. En el caso del Carlismo, objeto de los tomos que comenta­
lI)Os, ese. interés

y utilidad para nosotros son mayores que en
las noticias de otros grupos, porque la Comunión Tradicionalista
ha tenido especial sensibilidad y predilección por las cuestiones religiosas; ha sido aquella
«caballería ligera», como pedia San
Ignacio

que fuera su naciente
Compañia, que
ha corrido a
to­
mar

contacto con el enemigo
,de la

Fe, apenas divisado para fijar­
le dando
tiell)po a

que otros menos ágiles fueran alertados y
bajaran a la arena del buen combate. Tanto ha sido así que, en
malévola caricatura, sus enemigos han dicho de este grupo que
era más religioso que laico, más guerrero que político;
y hasta
a veces añaden que acantonado en Navarra
y sin huella en el
resto de España. Pronto no le queda al lector nada de esta mala caricatura cuando, a golpe de documentos, va descubriendo el
enorme contenido político instalado, como sobre un hilván, en el curso de esta historia.
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Pero antes de comentar el contenido político de tantos do­
cumentos hasta ahora inéditos que constituyen estos tomos,
di­gamos que las cuestiones religiosas que evoca le hacen obra de
consulta importante para el estudio de una cuestión eterna pen­
diente aún, desgraciadamente, de escribir en el mismo período:
la historia de los heterodoxos españoles.
En
la postguerra, aquella obta iniciada por Menéndez ·Pela­
yo y

no
debidamente prolongada.

aún; registra dos grandes
b,e­rejías:

el protestantismo, que presiona
para instalarse en

Espa­
ña gracias al apoyo de las democracias anglosajonas vencedoras
en la segunda
guerra mundial
y, después, cronológicamente, el
progresismo. Contra ellos corren los carlistas y les combaten y
resisten de maneras insospechadas para quienes no hayan leído estos
tomos. Un

tercer conjunto de
sectas y
asociaciones extra­
ñas de abolengo teosófico y asiático no se encuentran en esta obra porque es posterior a
la libertad religiosa del Concilio Va­
ticano II. Precisamente aquí se detiene
1a obra: en 1966, por­
que es el momento en que se decide, en referéndum, la acomo­
dación del artículo
6.° del

Fuero de los Españoles a los nuevos
criterios vaticanos sobre
la libertad de cultos. Ahí estaba impli­cita,
no solamente la revanchá de los protestantes contra los car­
listas, cogidos en movimiento envolvente por su propia reta­
guardia, sino también de los marxistas, que se reinstalarán en una situación de pluralismo político consecuente al
pluralismo religioso.
Digamos

algo del contenido político de esta obra, nosotros
que no somos políticos, pero que siempre hemos presentado a banderas desplegadas los grandes principios del Derecho p6.blico
cristiano. No estamos ante una historia-batalla de corte clási.
co, sino ante una recopilación de documentos desconocidos, tra­
bados y conjuntados por una historia. Unos, desarrollan muy
cerca de la acción política distintas facetas de
· ese
derecho
y otros llevan comentarios al mismo en forma de incisos y diva­
gaciones espontáneas. La satisfacción que nos produce ver tanta
buena doctrina de manera ·Viva, se continúa como en· un contra­
luz en lamentación por no hallar un buen indice temático que
permita moverse más fácilmente dentro de este ingente arsenal
documental y hallar más rápidamente la prueba o
el texto que
en un momento dado se busca con apremio en una obra · de
consulta. Alertados ya nuestros amigos lectores con esta reseña de la
existencia de este importante arsenal del Derecho
P6.blico. Cris-
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tiano sólo nos queda desear que, cuanto. antes, se impriman los
tomos inéditos que
faltan para
completar esta obra.
Luis MARfA SANDOVAL.
Francisco Fernández de la. Cigoña: JOVELLANOS,
IDEOLOGIA Y ACTITUDES RELIGIOSAS, POLITICAS Y ECONOMICAS
(*).
La Ilustración española constituye uno de los temas más su­
gestivos,
y a la vez más difíciles de abordar, de nuestra historia
moderna
y contemporánea. Y lo es porque en los escritos, pro­
yectos
y actitudes de los pensadores y polítiéos que poblaron su
época, mezcla a veces inextricable de lo viejo y de lo nuevo, de
atisbos geniales
y pedantería aburrida, se encuentran las raíces ·
del

proceso revolucionario que despunta en
Cádiz, madura
a lo
largo del siglo
XIX, y se prolonga hasta la actualidad; y, tam­
bién, porque la áspera contienda que enfrentaría sobre el papel, en la liza política
y en el campo de batalla, a moderados y radi­
cales, y a ambos -rasgo este peculiar de nuestra historia- con
una vigorosa corriente tradicionalista, se halla conio en germen
en los planteamientos doctrinales, tantas veces ambivalentes o
contradictorios, de los ilustrados españoles.
Melcbor Gaspar de Jovellanos (1744-1811) es de todos ellos
el más característico y el más atractivo, por el vigor de su plu­
ma
y por la amplitud de sus inquietudes. Y el que ha suscitado,
con diferencia, una historiografía, española
y no española, más
copiosa, abrumadora en pareceres contrastados
y aun antagóni­
cos a la hora de etnitir un juicio global sobre el personaje. Basta
hojear algunas enciclopedias o diccionarios de historia para com­ probar que se ha reconocido en él al precursor de muchos «is­
mos» de nuestro siglo
XIX (tendencias políticas variadas, la Ins­
titución Libre de Enseñanza, los regeneracionismos finisecula­
res, etc.), de forma
y manera que la referencia a Jovellanos ha
adquirido, en cierto modo,
el carácter huero de lo tópico. Lo
cual no es óbice, sino todo lo
éontrario, para afirmar el
interés
del personaje
y de su obra, y recalcar la oportunidad de cuantos
estudios
intenten revisar .el tema
e inquirir, con rigor, el autén­
tico talante del
célebre asturiano.

Ese es, precisamente, el
obje­
.tivo que
se

ha propuesto Francisco José Fernández de
la Ci-
(º) Instituto de Estudios Asturianos (del C. S. I. C.), Oviedo, 1983,
178 págs.
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