Índice de contenidos
Número 277-278
Serie XXVIII
- Textos Pontificios
- Noticias
-
Estudios
-
La Cristiandad: la Ciudad de Dios y la ciudad del hombre
-
Una crítica del materialismo
-
Como nacen los revolucionarios. (En el bicentenario de la Revolución francesa)
-
Notas sobre el bicentenario de la Revolución francesa
-
El principio de subsidiariedad
-
Para una visión cristiana del derecho
-
Georges Bernanos y su último legado. (La revolución espiritual contra la civilización totalitaria)
-
Un santo en la corte
-
Rousseau y la ideología del resentimiento
-
Los sucesos en China
-
Otra forma de ver el bosque: como idea y como imagen
-
«Para que se clarifique plenamente la continuidad del Concilio Vaticano II con la Tradición» (Juan Pablo II) en lo referente a la libertad religiosa
-
- Actas
-
Miscelanea
-
¿Qué pasa con la Sábana Santa y el carbono-14?
-
Se confirma la pérdida de influencia de los sindicatos
-
La causa del crecimiento del paro ¿está acaso en el peso de la función pública?
-
La obra del hispanista francés Alain Guy
-
Memoria y guía de la conversión de Europa. (A propósito del libro del profesor Orlandis Historia Breve del cristianismo)
-
Una opción probada: la unidad católica de España. (A propósito del número monográfico de Iglesia-Mundo, XIV Centenario del III Concilio de Toledo)
-
- Información bibliográfica
Autores
1989
Como nacen los revolucionarios. (En el bicentenario de la Revolución francesa)
EN EL BICENTENARIO DE LA REVOLUCION FRANCESA
COMO NACEN LOS REVOLUCIONARIOS
POR
JORGE USCATESCU
En el mismo proceso de gestación de la Revolución francesa
nace un nuevo tipo de hombre
activo· en la política. Se trata del
revolucionario profesional.
Casi en la misma época en que Augus
tin Cochin lo estudiaba
a través del análisis de las «sociétés de
pensée», anteriores a
la Revoluci6n, Lenin se prestaba a formar
revolucionarios profesionales
en Rusia. Sus modelos eran impo
sibles de detectar en la táctica revolucionaria de Marx, pero
sí eran detectables con claridad en
la tradición del anarquismo
y el nihilismo rusos. El revolucionario moderno que prepara la
Revolución francesa
es un ser humano especifico que aparece
por vez primera en la historia. 'El transfiere las ideas de renova
ción del mundo
y la sociedad, al terreno de la «ideología». El
paso de la idea a los ido/a se realiza en la acción secreta de los
grupos
y sodedades de «pensamiento» y, sobre todo, de acci6n.
En la mentalidad de este nuevo tipo social, la revolución no es
un medio sino un «fin». Naturalmente, la historia volverá luego
a imponerse con
la permanencia de la nación y de la razón de
Estado. La revolución será un hecho irreversible, pero se inscri
birá
para siempre en la historia de Francia. Pero la ideología
fue por sí e históricamente operante.
Sus principios, la fuerza
de una nueva clase
--el «Tiers Etat» a quien el abate Sieyés le
dedica el primer «best seller» de la Revolución-, los derechos
del hombre,
los nuevos ideales concentrados en los «inmortales
principios»
se transmitirán fulminantemente a Europa y Améri
ca latina y luego conquisiarán el planeta entero. Muchos críti-
977
Fundaci\363n Speiro
JORGE USCATESCU
cos dirán que también sin los horrores y errores de la Revolu
ción, los resultados hubieran sido
los mismos. Pero esto es algo
que la historiología relega al sector de las «hipótesis retrospec
tivas». Un adversario de la
clase de Joseph de Maistre recono
cerá en
la revolución y en sus• protagonistas, ideólogos por ex
celencia, un proceso fatal e irreversible. Ins<;rito en la historia
de Francia.
Ellos, los ideólogos, de Danton a Robespierre, llevarán como
diría Mallet du Pan, «en una mano
la espada y en la otra los
derechos del hombre».
De la filosofía o la pseudofilosofía, se
pasará a la ideología. No la ideología de los profetas desarma
dos de los cuales hablará Maquiavelo, pero esta vez de. los pro
fetas armados de
la palabra, la espada, los ejércitos populares
que invadirán Europa entera y la someterán, a ella y a sus
mo
narcas, y la guillotina que matará con el mismo furor a aristó
cratas y a revolucionarios, ideólogos amigos-enemigos. El mayor
número de víctin;ias de las Revoluciones, -francesa y rusa, fueron,
en .realidad, campesinos. Las sociedades filosóficas del 1785 · se
rán las sociedades populares activas, dirigidas por revolucionarios
profesionales del 1794.
De Sl!int-Just, a quien admiraba por en
cima de todos los demás, Albert Camus diría siglo y medió más
tarde: «ha introducido en la historia las ideas de Rousseau». Y
lo ha hecho con ardor, con
el furor de la virtud, con ascetismo
implacable como
un inquisidor medieval, y con el ejército revo
lucionario que llega a mandar, • él, arquetipo de ideólogo prob
sional y revolucionario, a sus veinticinco años; al Napoleón qué
encarna
· la razón de Estado le anticipa un Napoleón de la pura
ideología revolucionaria que acabará, consternando hasta la raíz
de su ser, bajo la guillotina,
Esta fue la gente que llevó el incendio a toda Europa. Antes
fueron las ideas. Después los clubs secretos activísimos. Luego
el pueblo entero y en
amu,&. Y los ejércitos victoriosos en Euro
pa. Primero, las ideas. Pero,. ¿qué ideas?
La Ilustración entera,
que la sociedad francesa y las Cottes del ·despotismo ilustrado
habían adoptado. Las ideas conquistaban a todo el mundo. -Todos
querían participar en sus beneficios. Pero, ¿quién era, en· suma,
978
Fundaci\363n Speiro
COMO NACEN LOS REVOWCIONARIOS
el profeta. primero de los ideólogos inspirados y activos en la
Revolución?
El primero, naturalmente, Rousseau . .El filósofo
propagador de la «volonté générale». Diderot
se predispone a
definirla: «un acto puro del entendimiento que razona en el
si
lencio de las pasiones , sobre lo que el hombre puede exigir a su
semejante
y sobre lo que este semejante puede exigir de él». Y
es siempre Diderot
al proclamar· ( risum teneatis! ): «la voluntad
general nunca
se equivoca». «El poder legislativo le pertenece» ..
El que no le obedece -a la voluntad general-«no quiere ra
zonar» y «renunciando a la cualidad de hombre, ha de ser rra
tadí, como un ser desnaturalizado». ¿ Hay algo más totalitario?
Esta misma exaltación de una especie rara de dominio de lo
ra
cional, no impide a tantos «ilustrados» como el mismo Diderot
(autobiografiado en su «Neveu de Rameau»
), Restif de la Bre
tonne, Choderlos de Lados que en el célebre libro Uaisons dan
gereuses
nos brinda la mejor imagen del ambiente en que se
preparan y justifican los. excesos revolucionarios, Mirabeau, mo
derno Aristogiton, con tantos escritos suyos y su propia vida de
genial delincuente pasada en
las· prisiones de la monarquía, a
brindamos una imagen espectacular de un mundo proyectado ha
cia lo abyecto de los instintos naturales. Y, ¿qué decir del
ero
tismo conrra natura de Sade, modelo para toda la modernidad
de la decrepitud de los peores «instintos naturales»?
Allí está también la oposición que Rousseau establece enrre
el estado de la naturaleza y el estado social, filosofía que trans
ferirá a la ideología de Robespierre y del arcángel negro Saint
Just. «El hombre que medita es un animal depravado». No es
Sade sino Rousseau quien
lo dice. «El hombre ha nacido libre
y por doquier está en cadenas». Vuelta por tanto al estado de
natura.
De ahí un «pandemonium» de contradicciones filosófi
cas sobre la figura del legislador. Tal es la confusión de los escri
tos en esta materia, que la cosa nos llevará a través de Rousseau
a los grandes tiranos «timoneles» de nuestro tiempo. En su
«carta
al Marqués de Mirabeau» (1767), Rousseau se lamenta:
«¿Para qué sirve la razón que nos ilumina, cuando
es la pasión
la que nos conduce?». El gran problema de la política es como
979
Fundaci\363n Speiro
JORGE USCATESCU
la cuadratura del círculo. La «cuestión es buscar una fórmula
de gobierno que ponga la -ley por encima del hombre». Si, des
graciadamente, esta fórmula no es encontrable, y yo confieso
ingenuamente que creo que no existe, mi parecer
es que se debe
pasar
al otro extremo y . colocar de golpe al hombre cuanto más
por debajo de la ley, establecer, por tanto, el despotismo arbitra
rio, lo
más arbitrario posible: yo quisiera que el déspota pueda
ser
Dios». Así que el profeta infalible de la «volonté générale»
del «législateur» absoluto, acaba en el llanto de su siempre re
novada soledad y en la fuerza imperecedera de su introspección
«agustiniana». «Pero, ¿y los Calígulas, Nerones, Tiberios?
...
Dios mío ... Me arrojo por tiet)'a y gimo de ser hombre».
Los Calígulas, Nerones, el profeta los insinúa. en el horizon
te· de su nueva época. Seguros de sí mismos, discípulos fieles · de
Rousseau, sin sus dudas, ,y sus lamentos introspectivos, sin. sus
debilidades, Robespierre, Marat, Saint-Just, Fouquier-Tinville,
coocentran
toda su voluntad tiránica en la exaltación de la Diosa
Razón
.. Y la Revolución habrá de volver sobre sí misma, buscar
la verdadera razón de la historia en la historia de Francia para
renuociar a la ideología y suprimir a los ideólogos. Y poder ha
éf;r que Fraocia cogiera rumbos nuevos sin los discípulos del que
«se roulait par terre et gémissait
d'~tre homme».
980
Fundaci\363n Speiro
COMO NACEN LOS REVOLUCIONARIOS
POR
JORGE USCATESCU
En el mismo proceso de gestación de la Revolución francesa
nace un nuevo tipo de hombre
activo· en la política. Se trata del
revolucionario profesional.
Casi en la misma época en que Augus
tin Cochin lo estudiaba
a través del análisis de las «sociétés de
pensée», anteriores a
la Revoluci6n, Lenin se prestaba a formar
revolucionarios profesionales
en Rusia. Sus modelos eran impo
sibles de detectar en la táctica revolucionaria de Marx, pero
sí eran detectables con claridad en
la tradición del anarquismo
y el nihilismo rusos. El revolucionario moderno que prepara la
Revolución francesa
es un ser humano especifico que aparece
por vez primera en la historia. 'El transfiere las ideas de renova
ción del mundo
y la sociedad, al terreno de la «ideología». El
paso de la idea a los ido/a se realiza en la acción secreta de los
grupos
y sodedades de «pensamiento» y, sobre todo, de acci6n.
En la mentalidad de este nuevo tipo social, la revolución no es
un medio sino un «fin». Naturalmente, la historia volverá luego
a imponerse con
la permanencia de la nación y de la razón de
Estado. La revolución será un hecho irreversible, pero se inscri
birá
para siempre en la historia de Francia. Pero la ideología
fue por sí e históricamente operante.
Sus principios, la fuerza
de una nueva clase
--el «Tiers Etat» a quien el abate Sieyés le
dedica el primer «best seller» de la Revolución-, los derechos
del hombre,
los nuevos ideales concentrados en los «inmortales
principios»
se transmitirán fulminantemente a Europa y Améri
ca latina y luego conquisiarán el planeta entero. Muchos críti-
977
Fundaci\363n Speiro
JORGE USCATESCU
cos dirán que también sin los horrores y errores de la Revolu
ción, los resultados hubieran sido
los mismos. Pero esto es algo
que la historiología relega al sector de las «hipótesis retrospec
tivas». Un adversario de la
clase de Joseph de Maistre recono
cerá en
la revolución y en sus• protagonistas, ideólogos por ex
celencia, un proceso fatal e irreversible. Ins<;rito en la historia
de Francia.
Ellos, los ideólogos, de Danton a Robespierre, llevarán como
diría Mallet du Pan, «en una mano
la espada y en la otra los
derechos del hombre».
De la filosofía o la pseudofilosofía, se
pasará a la ideología. No la ideología de los profetas desarma
dos de los cuales hablará Maquiavelo, pero esta vez de. los pro
fetas armados de
la palabra, la espada, los ejércitos populares
que invadirán Europa entera y la someterán, a ella y a sus
mo
narcas, y la guillotina que matará con el mismo furor a aristó
cratas y a revolucionarios, ideólogos amigos-enemigos. El mayor
número de víctin;ias de las Revoluciones, -francesa y rusa, fueron,
en .realidad, campesinos. Las sociedades filosóficas del 1785 · se
rán las sociedades populares activas, dirigidas por revolucionarios
profesionales del 1794.
De Sl!int-Just, a quien admiraba por en
cima de todos los demás, Albert Camus diría siglo y medió más
tarde: «ha introducido en la historia las ideas de Rousseau». Y
lo ha hecho con ardor, con
el furor de la virtud, con ascetismo
implacable como
un inquisidor medieval, y con el ejército revo
lucionario que llega a mandar, • él, arquetipo de ideólogo prob
sional y revolucionario, a sus veinticinco años; al Napoleón qué
encarna
· la razón de Estado le anticipa un Napoleón de la pura
ideología revolucionaria que acabará, consternando hasta la raíz
de su ser, bajo la guillotina,
Esta fue la gente que llevó el incendio a toda Europa. Antes
fueron las ideas. Después los clubs secretos activísimos. Luego
el pueblo entero y en
amu,&. Y los ejércitos victoriosos en Euro
pa. Primero, las ideas. Pero,. ¿qué ideas?
La Ilustración entera,
que la sociedad francesa y las Cottes del ·despotismo ilustrado
habían adoptado. Las ideas conquistaban a todo el mundo. -Todos
querían participar en sus beneficios. Pero, ¿quién era, en· suma,
978
Fundaci\363n Speiro
COMO NACEN LOS REVOWCIONARIOS
el profeta. primero de los ideólogos inspirados y activos en la
Revolución?
El primero, naturalmente, Rousseau . .El filósofo
propagador de la «volonté générale». Diderot
se predispone a
definirla: «un acto puro del entendimiento que razona en el
si
lencio de las pasiones , sobre lo que el hombre puede exigir a su
semejante
y sobre lo que este semejante puede exigir de él». Y
es siempre Diderot
al proclamar· ( risum teneatis! ): «la voluntad
general nunca
se equivoca». «El poder legislativo le pertenece» ..
El que no le obedece -a la voluntad general-«no quiere ra
zonar» y «renunciando a la cualidad de hombre, ha de ser rra
tadí, como un ser desnaturalizado». ¿ Hay algo más totalitario?
Esta misma exaltación de una especie rara de dominio de lo
ra
cional, no impide a tantos «ilustrados» como el mismo Diderot
(autobiografiado en su «Neveu de Rameau»
), Restif de la Bre
tonne, Choderlos de Lados que en el célebre libro Uaisons dan
gereuses
nos brinda la mejor imagen del ambiente en que se
preparan y justifican los. excesos revolucionarios, Mirabeau, mo
derno Aristogiton, con tantos escritos suyos y su propia vida de
genial delincuente pasada en
las· prisiones de la monarquía, a
brindamos una imagen espectacular de un mundo proyectado ha
cia lo abyecto de los instintos naturales. Y, ¿qué decir del
ero
tismo conrra natura de Sade, modelo para toda la modernidad
de la decrepitud de los peores «instintos naturales»?
Allí está también la oposición que Rousseau establece enrre
el estado de la naturaleza y el estado social, filosofía que trans
ferirá a la ideología de Robespierre y del arcángel negro Saint
Just. «El hombre que medita es un animal depravado». No es
Sade sino Rousseau quien
lo dice. «El hombre ha nacido libre
y por doquier está en cadenas». Vuelta por tanto al estado de
natura.
De ahí un «pandemonium» de contradicciones filosófi
cas sobre la figura del legislador. Tal es la confusión de los escri
tos en esta materia, que la cosa nos llevará a través de Rousseau
a los grandes tiranos «timoneles» de nuestro tiempo. En su
«carta
al Marqués de Mirabeau» (1767), Rousseau se lamenta:
«¿Para qué sirve la razón que nos ilumina, cuando
es la pasión
la que nos conduce?». El gran problema de la política es como
979
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JORGE USCATESCU
la cuadratura del círculo. La «cuestión es buscar una fórmula
de gobierno que ponga la -ley por encima del hombre». Si, des
graciadamente, esta fórmula no es encontrable, y yo confieso
ingenuamente que creo que no existe, mi parecer
es que se debe
pasar
al otro extremo y . colocar de golpe al hombre cuanto más
por debajo de la ley, establecer, por tanto, el despotismo arbitra
rio, lo
más arbitrario posible: yo quisiera que el déspota pueda
ser
Dios». Así que el profeta infalible de la «volonté générale»
del «législateur» absoluto, acaba en el llanto de su siempre re
novada soledad y en la fuerza imperecedera de su introspección
«agustiniana». «Pero, ¿y los Calígulas, Nerones, Tiberios?
...
Dios mío ... Me arrojo por tiet)'a y gimo de ser hombre».
Los Calígulas, Nerones, el profeta los insinúa. en el horizon
te· de su nueva época. Seguros de sí mismos, discípulos fieles · de
Rousseau, sin sus dudas, ,y sus lamentos introspectivos, sin. sus
debilidades, Robespierre, Marat, Saint-Just, Fouquier-Tinville,
coocentran
toda su voluntad tiránica en la exaltación de la Diosa
Razón
.. Y la Revolución habrá de volver sobre sí misma, buscar
la verdadera razón de la historia en la historia de Francia para
renuociar a la ideología y suprimir a los ideólogos. Y poder ha
éf;r que Fraocia cogiera rumbos nuevos sin los discípulos del que
«se roulait par terre et gémissait
d'~tre homme».
980
Fundaci\363n Speiro