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Número 277-278

Serie XXVIII

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Georges Bernanos y su último legado. (La revolución espiritual contra la civilización totalitaria)

GEORGES BERNANOS Y SU, ULTIMO LEGADO
(LA REVOLUCION ESPIBITUAL CONTRA LA CIVILIZACION
TOTALITARIA)
POR
J osli MIGUEL Ll l. Introducción
Georges Bernanos fue un testigo excepcional de nuestra
épo­
ca. Nacido hace un siglo, y muerto hace solo unas décadas, pudo
conocer una
época decisiva de la historia contempotánea. Y ob­
servando la evolución del hombre actual pudo constatar las ca­
ractemticas de una profunda crisis de la civilización: la desespi­
rirualización del hombre,
la pérdida de la libertad en manos del
Estado totalitario,
el maquinismo, la sustitución de los valotes
cristianos
por la eficicencia y el confort, el reempia2o del honor
por
el «realismo» político.
El ideario
de Bernanos está contenido en una heterogénea
obra que iocluye novelas, piezas de teatro,
discursos, srtículos
periodísticos y ensayos. En algunos textos, sus planteamientos
están formulados expresamente.
Se trata de los llamados «és­
critos de combate», el medio más propicio por medio del cual
Bemanos explotó su pluma de polemista. Peto
junto con esos
«escritos», hay una obra literaria a través de
la cual es posible
desentrañar
coo aún mayor profundidad el ideario bemanosiano.
Como alguien ha
dicho, cuando se va de los escritos políti­
cos de Bernanos a sus
novelas y

a su
obra liieraria en general,
se va de la periferia a la médula; de lo visible pero cooriogente
a lo más iovisible pero permanente. Ello es a nuestro juicio lo
que explica en parte
la idea generalizada del «cambiante» Ber,
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!OSE MIGUEL LEGAROS
nanos, cuyos postulados a lo largo de ou vida habrían sido no
solo distintos sino hasta contradictorios.
Es que precisamente
la mayorla de los lectores se quedan con el Bemanos político,
que necesariamente debe cambiar de acuerdo con las circuns­
tancias políticas:
Pero no han visto --o han olvidado-- al Ber­
nanos .moral, al que nunca cambió,
al que se mantuvo imbatible
frente a las
amenazas y desafíos del mundo moderno.
Frente al centenario
de su natalicio, hemos querido reinvin­
dicar a
Bernanos íntegro, sin desfiguraciones, etiquetas ni re­
duccionismos de ninguna especie, y, en especial, al Bemanos de
los últimos años, al conferencista vehemente recogido en
La
liberté pour quoi /aire? Hemos querido reiterar su diagnóstico
de la civilización totalitaria que ha engendrado el hombre desespi­
ritualizado.
11. Un pensamiento ~oherente
Es necesario recalcarlo: el ideario de Bernanos es monolítico,
un ideario propio
de un católico de una pieza ( 1 ). Hablar de
~cambios» es especialmente injusto en un hombre cuya virtud
más evidente es haber logrado ser, en todo momento, fiel a sí
mismo ..
Veamos el caso de la Cruzada Española. Bemanos tuvo, fren­
te
¡ ella, una actitud polémica. Fruto de ella, tuvo un juicio
más bien negativo hacia las fuerzas antirrepublicanas. Por desgra­
cia, Bernanos no tuvo una comprensión adecuada del 18 de julio,
reduciéndola, en
Les grands cimetieres sous le Lune, a un nuevo
movimiento político, sin percibir los profundos valores religiosos
que inspiraban a esas fuerzas y que estaban
en juego.
Fue por ello que
se · ha tendido a percibir en Bernanos un
ideario un tanto rontradictorio, emanado precisamente de su
erróneo juicio acerca de la Cruzada.
( 1) El itinerario como polftico y novelista de Bernanos está claro en
Bernanos de MiCHEL EsTEVE, Hachette, 1981, 323 págs. Es un itinerario
coherente, estrechamente vinculado por una misma cosmovisión moral.
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GEORGES BERNARDOS Y SU ULTIMO LEGADO
Otro tópico en el que se suele ver un «cambio» bernanosia­
no: su relación con Acción Francesa. La verdad
es que Bemanos
vio en Acción Francesa una oportunidad concreta de ha= resur­
gir la «antigua Francia». En la dirección de «L'Avant-Garde de
Normandie, órgano local de A. F. en Rouen, Bernanos pudo
desarrollar su nacionalismo, su monarquismo,
su antidemocratis­
mo y su antisemitismo (2). Bernanos rechazaba al agnosticismo
de Maurras y gran
parte de sus planteamientos, compartiendo
prácticamente
so1o su crítica a la democracia. Y cuando viene la
condenación de Roma, lo que pide Bernanos es· que los cm:óli­
cos comiencen a gobernarse a sí mismos. Trata de hacer de esa
condenación una oportunidad para una «renovación
espiritual»
de Acción Francesa.
Pero Bernanos no abandona a
la agrupación. En el. peligro
no podía abandonar a sus amigos. Era una cuestión de honor.
Frente a una condenación llena de errores, generalizadora,
im­
precisa, en una palabra, injusta, el abandono le parecía un sim­
ple «oportunismo». Sólo posteriormente, «tras las dificultades»,
Bernanos se aleja de Acción Francesa al notar en ella un pro­
gresivo aburguesamiento,
un progresivo debilitamiento del espí­
ritu revolucionario, una progresiva primacía de la organización
sobre
el riesgo, del espíritu de conservación sobre el de. con­
quista (3 ). Y es aquí cuando Bemanos percibe las insuperables
distancias que lo sesgaron de Acción Francesa
y en particular de
Maurras, comprendiendo que sus aspiraciones de «convertir» a
la agrupación monarquista no
tenían en realidad el fundamento
que al principio creyó que
podían tener. En 1932 viene la rup­
tura definiti"va por defender a Fran~is Coty -millonario, dueño
de cuatro diarios, un
solii,;rio que se abrió de buena voluntad a
Acción
Francesa-de ataques de «plutocratismo» proveniente de
(2) «Visité Espafia en el periodo pre-revolucionario. La conod con
un puñado de j6venes falangistas, llenos de honor y coraje ... » (Bernanos
et la politique, SERGE ÁLBOUY, Editions Ptivat, Patís, 1980, pág. 221).
(3) Ver Les dissidents· de l'Action Fran,aise, PAoL SERR.AT, Editions
ú,pemic, París, 1978, págs. 113-168.
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JOSE MIGUEL LECAROS
la agrupación monarquista (4) .. Hubo, pues, aquí, un cambio res­
pecto al
movirPiento en cuestión, no tanto emanado de una va­
riación en el ideario de Bernanos, sino que de una más clara per­
cepción de lo que constituía el objetivo y las motivaciones de
Acción Francesa.
Se ha. notado también. una contradicción o un cambio entre
la admiración de Bernanos
· por un antisemita . como Drummont
y un «dreyfussista» como Peguy. Nuevamente, tal contradicción
es falsa. Desde 1901 en que el niño Bernanos queda impresiona­
do con
la lectura de La Francia ¡udla, su antisemitismo fue más
que nada expresión de su desprecio por el. mundo del dinero.
Es lo que admiraba
-también desde sus primeros años-en,
por ejemplo,
Balzac. El antisemitismo bernanosiano entonces no
es
di~tinto del antisemitismo que pudo profesar León Bloy. Un
antisemitismo razonado, fundado en la experiencia, un antise­
mitismo histórico, o político,
si se quiere, pero en ningún caso
un antisemitismo «teológico».
Por su parte, ¿qué admiraba Bernanos de Peguy? La místi­
ca del honor, el ideal caballeresco y católico de un San Luis y
de una Juana de Árco. ¿Se puede decir por esa adhesión a Peguy
que Bernanos haya sido
en algún momento un socialista o que
haya renegado de
su postura frente a la cuestión judía?
Y las simplificaciones continúan arreciando. ¿Cómo
se ex­
plica que tras haber sido . uno de los más convencidos exponen­
tes de la resistencia,
Bemanos se décepcione de la liberación?
Nuevamente debemos ir hacia el fondo de las cosas. Bernanos
criticó siempre el entreguismo y la mediocricidad que vio
ma­
nifestarse en los «acuerdos de Munich» y. más tarde en el «ar­
misticio de Vichy». ¿Qué vela en cambio en la resistencia? El
espíritu del pueblo y de
Ia infancia, el· honor. La gran oportu­
nidad para una restauración espiritual de Francia.
Si luego Ber­
nanos criticó la «ridícula jactancia» de la liberación y de la
'(4) Durante seis meses· se extiende la polémica Bernanos-Maurras.
Luego confesaría a Dom Besse: «Me entregué a Acción Francesa en una
edad en que la idea
abstracta y el sentimiento forman una mezcla explo­
siva ... » (Bernanos et la politique, op. · cit., pág. 87).
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GEORGES BERNARDOS Y SU ULTIMO LEGADO
segunda post-guerra, fue precisamente porque pudo ver .el triste
espectáculo
de una «Francia envilecida» que en medio de un
optimismo superficial seguía amenazada por el
peligro. comunista.
Así
como en 1918 Bernanos trataba de hacer oír su voz en me­
dio del «optimismo obsceno» que siguió a la gran. guerra, fren­
te a la liberación adopta una postura de crítica y decepción.
¿Era. así
infiel al espíritu de la Resistencia? Al contrario; pre­
cisamente así era
fiel al espíritu de restauración. espiritual que
justificaba la resistencia.
La actitud de Bernanos es natural y
coherente: le parece imposible estar s~tisfecho con una Francia
que
ni ganó la guerra ni liberó a su país.
El ideario de Bernanos fue siempre el mismo. Lo .que cam­
biaban eran las agrupaciones, o las necesidades históricas, o las
amenazas. Así, por ejemplo, resulta perfectamente coherente
su
discurso antifascista de los años 1938-1945 con el más. bien
anticomunista
de Ios tres últimos años de su vida. Bernanos está
contra cualquier totalitarismo, y particularmente arremente cuan­
do se trata
de denunciar sus implicaciones prácticas. El marxismo
sacrifica la libertad y la dignidad humana por una supuesta jus­
ticia. social, como el fascismo lo hacia invocando un supuesto
orden social. En ambos
casos hay una amenaza contra los valo­
res
espirituales, un engaño materialista. En otras palabras, a lo
largo de
su vida, Bemanos privilegia sus ataques en una . direc­
ción u otra según las circunstancias, pero lo importante, el
fun­
damento antitotalitario, permanece intacto.
IlI. El espíritu de la infancia
Hay en el fondo de la actitud espiritual de Bernanos una
verdadera «personalidad» propia. Es lo
·que él llamaba el espí­
ritu de la infancia: el espíritu de mantenerse en el ser original,
el espíritu de realizar
los sueños, el espíritu de quien no quiere,
y resiste, a traicionar los ideales de la infancia
.. La infancia es
la vida antes del pecado. Es, del mismo inodo que la agonía,
la hora de la verdad, porque no
es posible la hipocresía, no
caben los pretextos ni las falsas apariencias.
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Lo que Bernanos se impuso como un imperativo desde su
misma infancia fue ser
fiel a sí mismo, evitar ese disolverse en
el mundo que afecta a las personas mayores. Ese santo odio que
Bernanos expresa cuando evoca a la «gente seria»
es precisa­
mente expresión de su mirada infantil,. única capaz de poner
de
manifiesto la hipocresía de aquellos que se engañan a sí mismos.
Ese espíritu ínfantil es hónestidad,
y· la honestidad implica
intolerancia con
el error. La tolerancia en las ideas suele escon­
der la cobardía y
un sinnúmero ,de egoístas intereses. De ahí el
desprecio de Bernanos por los conservadores y los «bien pensan­
tes»: los desprecia no por sus ideas sino que precisamente por
ser infieles a sus ideas. Porque un católico no puede ser tole­
rante en las ideas, sino
al contrario, «extremadamente dogmáti­
co, asqueado de los compromisos de ideas y de los retrocesos
de principios» (5).
Una postura de
tal naturaleza· tiene sus costos. Bernanos los
supo
y los asumió. La intolerancia frente a las desviaciones de
las distintas corrientes con las que tuvo alguna cercanía, hizo
que el inconformismo fuera una nota consustancial a sus postu­
ras. Y
el inconformismo trae consigo aislamiento, soledad. Henri
Massis lo
ha expresado con palabras insustituibles: «su destino
fue
el de un solitario, su pensamiento el de un aislado; su vo­
cación, llena de soledad, de destierro; su vida, la de un nómade;
de
la que renegaron o se decepcionaron todos» (6);
IV. Las expresiones políticas
A lo largo de su vida, Bernanos asume distintas posturas po­
líticas frente a cada una de las diferentes circunstancias que le
tocó vivir; Ello constituye un hecho absolutamente natural y
ver en ello una serie de permanentes desviaciones
es no com­
prender lo fundamental que había en su pensamiento.
(5) Perfil intelectual de Bemanos, ]BAN DE FABREGUES, Rialp, 1966,
pág. 65.
(6) La .vida .i#JéleCtual en Francia t!n tiempos de Maurras, -HENRI
MAssIS, RiaJp, 1956, pág. 267.
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Sin embargo, hay un hecho interesante sobre el cual no se
ha reparado
lo suficiente. Este es la progresiva evolución de
Bemanos, quien con
el paso de los años va privilegiando cada
ve,: más un discurso moral y alejándose de posturas políticas
contingentes.
Lo que ocurte es que, como bien lo ha señalado
Jean
de· Fabregues en el libro que le dedica, Bernanos no fue
nunca
un «seguidor» que fuera a remolque de agrupaciones, me­
nos aún cuando -romo en el caso de Acción Francesa-ellas
terminaban siendo «infieles a su destino».
Durante su
época de la Acción Francesa, Bemanos centra
sus planteamientos políticos en cuestiones muy concretas y hasta
contingentes. En esta época deposita
su confianza en cuestiones
que después le parecerían más bien «formales», prescindibles,
como es la forma de gobierno.
En primer lugar, su pensamiento es un pensamiento naciona­
lista, que ve la trascendencia de una integridad no solo
territo­
rial, sino también étnica y cultural de la naci6n. Como lógica
consecuencia de ese nacionalismo francés, surge su monarquis­
mo, su ideal de una monarquía tradicional, hereditaria, antipar­
lamentaria y
descentralliada. S6lo una monarquía con esas ca­
racterísticas es capaz, a su juicio, de generar unidad y continui­
dad,
y, sobre todo, de estar dotada de la suficiente responsabi­
lidad como
para proteger a Francia de sus enemigos ini,,rnos y
externos y
de salvaguardar la libertad y el interés nacional.
· Por otra parte, en esta época es también claro su antisemi­
tismo. Esta influencia -recogida de Dom Besse, Drummont y
Daudet, entre
otros--se explica ante todo como un rechazo
a los judíos en cuanto representan una minoría racial ajena a
las tradiciones nacionales, que
simboliza, al mismo tiempo, la
explotación capitalista y el enriquecimiento individual a costa
del bien del país. Bemanos rechaza
la sociedad fundada en el
dinero, porque éste
es signo de mediocridad, poi"que no engen­
dra certidumbre.
Con el paso de los años, la línea gruesa de estos planteamien­
tos se mantiene intacta. Solo varían las .. formulaciones. Sus in­
vectivas contra el parlamentarismo van siendo reemplazadas por
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JOSEMIGUEL LECAROS
un angustioso grito contra los totalitarismos. Su nacionalismo
-al final de su vida-asume las características de verdadera
fuerza sobre la cual debía iniciarse la reespiritualizaci6n de Euro­
pa, comenzando por
la de Francia. Su -antisemetismo va siendo
sustituido, por un discurso mucho
más penetrante contra el ma­
terialismo y fas sociedades de confort y de seguridad material.
Con todo
-y hay que dejarlo en dato· para desestimar de
una vez por todas a quienes pretenden desfigurar en el sentido
el ideario de Bernan0r-nuestro autor nunca dej6 de ser un
profundo
aatidem6ctata. Si durante las primeras décadas de su
vida lo fue en cuanto identificaba a la democracia con el rela­
tivismo y el caos parlamentario fundado en el dinero, al final
de
·· su . vida rechaza a las democracias por considerarlas verdade­
ras dictaduras económicas «esperando poder ser algo peor»
(7),
es decir, en camino a ser también dictaduras políticas. Mayor
aún es su rechazo a la «derecha social», a los «sillonistas» o
«dem6ctatacristianos», a quienes durante sus últimos años ca­
lifica de «cristianos sin cerebro, hortorizados ante la idea de
que
se los trate como reaccionarios (que) nos invitan a cons­
truir un mundo que se organiza deliberadamente, abiertamente,
con todos los ·recursos, para prescindir de Cristo, para instaurar
una. justicia sin
.Cristo» (8).
· Para Ber¡¡anos, las actualmente denominadas «democracias
de
masas» no son en verdad tales, sino dictaduras econ6micas
partitocráticas .que
-al igual que los totalitarismos---- han sacri­
ficade .. la libertad .. en provecho de un mayor bienestar -real o
supuesto, a estas alturas
poco importa-que privilegia la igual­
dad. La democracia,
«probablemetrte la palabra más prostituida
de todas las
lenguas» «significa mucho menos libertad que igual­
dad» ... «es infinitamente más igualitaria que libertaria». (9).
(7) L,, liberté. pour ~oi faú-e?, GALLIMARD, 1953, pág •. 55.
(8) La liberté pour quoi faire?, op. cit., pág. 165.
(9) La li~erté pour quoi faire?, op. cit., págs. 81 y 82. Incluso más,
seg&¡ BetnanOs, «el Estado Ítltlerlaoo n~ se diferenciaba esepeclficamente
de ciertos 'Esta:dOS modernos que se pretenden democráticos» (op. cit., pá­
gll!ll 163).
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GEORGES BERNARDOS Y SU ULTIMO LEGADO
Con
el paso de los años, Bernanos se da cuenta que el pro­
blema del hombre no es un problema de formas de gobierno
sino un problema de civilización. Todo depende de la idea de
hombre que se tenga, y tendremos una
civilización cristiana o
una civilización totalitaria.
V. La desespiritualización del ho:ml,re.
La temática bernanosiana de los últimos años, la contenida
en
los volúmenes Fran¡;ais si vous · saviez y principalmente en La
liberté pour quoi faire?, que a nuestro juicio es su mensaje de­
. femtivo y último, gira en tomo a una gran característica de
nuestro tiempo: el olvido de Dios y la
consiguiente desespiri'
rualización
del hombre. El hombre moderno ha incurrido en la
desesperanza radical que consiste en la· indiferencia ante la ver·
dad
·y el error.
Ese olvido·
y esa indiferencia se han dado en medio de un
creciente poder sobre
la naturaleza, el que ha dado al hombre
la falsa creencia de que puede organizar . su vida sin referencia
a un destino trascedente
· ni a cualquier otra disciplina que no
sea aquella que impone la vida colectiva. La felicidad es reem­
plazada por la organización eficiente; la perfección' personal y
el mérito son sustituidas
por él· iniperativo categórico.
En este sentido, el hombre moderno ha íncurrido en el peor
de los pecados, que consiste
en renegar de Dios, en cerrar las
puertas a
la gracia. Así, el hombre moderno ha incurrido en un
deicidio, en un verdadero crimen contra el amor, cuya
raíz debe
encontrarse en el orgullo. Vivimos tranquilos porque
nuestro
orgullo ha llegado a ser tal que nos ímpide :reconocer nuestras
culpas. Y al no reconocerlas, somos indiferentes ante el mal y
&ente al pecado.
La única solución a esta anemia espiritual de nuestro tiempo,
consiste en una revolución espiritual profunda, que devuelva al
hombre
la conciencia de su dignidad. Solo así podremos supe­
rar esta «desesperación radical» que consiste, precisamente, en
no estar desesperados ante el mal.
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VI. . La civilización totalitaria
La civilización cristiana ha sido reemplazada por la civili­
zación totalitaria. El hombre, no queriendo asumir sus respon­
sabilidades, ha abdicado de su libertad a cambio de la seguridad,
la eficiencia y el bienestar que le ofrece un Estado cada vez más
omnipotente. Por eso, «el mundo moderno es esencialmente un
mundo sin libettad» (
10 ).
Como dijimos, el prqblema . que se presenta hoy es de de­
terminar! cuál es el tipo de civilización que debe integrar el
hombre. Y ello implica definir una concepción precisa y real
sobre el hombre. «El problema que se presenta hoy -decía
Bernanos-, porque de su solución depende la suerte de la hu·
manidad, no es un problema de. :régimen político o económico
-democracia o dictadura, capitalismo o comunismo-- es un
problema de civilización»... « Una civilización inhumana es evi­
dentemente una civilización basada en una falsa o incompleta
definición del hombre».
En concreto, «la civilización moderna
está basada en una definición materialista del hombre que lo
representa como un animal perfeccionado» (
11 ).
Al olvidar a Dios, el hombre moderno intenta buscar una
totalidad sin religión y ello lo hace vendiendo
su libertad a cam0
bio de eficiencia, bienestar y seguridad. La descripción de este
intercambio de libertad
por eficiencia y bienestar, de este pro·
ceso de desespiritualización, es elocuente: «todo seguirá, pro·
gresará en tanto vuestra industria y vuestros capitales os permitan
hacer del mundo una
feria, con mecanismos que giran a veloci­
dades vertiginosas entre el batido de los cobres y la explosión
de los fuegos de. artificio. Pero aguardad, aguardad el primer
cuarto de hora de silencio. Entonces escuchareis la palabra, no
la
que habeis rechazado y que decía reposadamente:. "Soy el Ca·
mino, la Verdad y la V:ida", sino la que asciende del abismo:
(10) Ibid., pág. 113.
(11) Ibid., págs. 90-91 y 100.
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GEORGES BERNARDOS Y SU ULTIMO LEGADO
"Soy la puerta cerrada, la ruta sin salida, la mentira y la per­
dición"» (12).
El mundo moderno es un mundo sin libertad, que va a la
perdición porque ha renegado de Dios y . no reconoce otra re,
gla que la eficiencia. Es un mundo que, en definitiva, y al estar
organizado sobre una definición falsa o incompleta del hombre,
constituye una civilización construida contra el hombre (
13 ).
La evolución hacia el totalitarismo es correlativa a la pér­
dida de la libertad y, la pérdida de la libertad, la renuncia a la
libertad en manos del Estado y de la técnica, es una enferme­
dad del hombre desespiritualizado. En efecto, la evolución ha­
cia formas de organización cada vez más ·totalitarias tiene dos
rasgos fundamentales: primero, el creciente poder del Estado
moderno en perjuicio de la libertad; segundo, el progresivo desa­
rrollo
de· la técnica en perjuicio de la vida .. En ambos casos, es
la desespiritualización del hombre la que ha hecho surgir el Es­
tado totalitario. No es que el Estado moderno haya destruido
la libertad, como se suele
su¡»ner. Es el hombre desespirituali,
zado el que voluntariamente destruyó la libertad, renunció a
ella, y sobre
las ruinas de esa libertad ha ~gido, como un tu­
mor, el Estado totalitario.
El fenómeno totalitario no ha surgido, por lo µ¡nto, de la nada:
«Se nos querrá hacer creer que el Estado nazi fue una especie
de monstruo
imprevisto ... -decía Bernanos-. Pero el Estado
hitleriano no
se diferenciaba específicamente de ciertos Estados
lllOdernos que se pretenden democráticos, en vías de disolución
hacia
la forma totalitaria y concentracionista» (14). El fenóme­
no. totalitario surge paulatinamente como un sucedáneo mostruo­
so
de los cuerpos intermedios destruidos por el liberalismo ( 15),
Incluso más: no solo está presente . en los Estados marxistas . o
reconocidamente totalitarios, sino
también en los llamados Es-
(12) Diario de un cura ,,,,,.al, Biblioteca Universal Caralt, 1976, pá~
gina 23. , .
(13) La liberté ... , op, cit., pág. 49 .)' 249.
(14)
loid., pág. 163.
(15)
Ibid., pág. 122.
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JOSKMIGUBL LBCAROS . ·.J,J<'>.
tados «liberales,. o «democráticos», en .los que la libertad va
siendo perdida paulatinamente en beneficio del Estado, a pre­
texto.
de la igualdad y, el bienestarc Asi, entre los .distintos Es­
tados . hay muchas veces más que nada oposición eoonÓ)nica, pero
no ideológica: «Todo hombre que piense ha comprendido , que
América y
Rusia se oponen, más económicamente que ideológica­
mente» ( 16 ); «el capitalismo y el totalitarismo no son sino dos
aspectos de la
primada de lo económico» ( 17).
Lo que ocurre . es que• el fundamento del totalitarismo radi"
ca, no en det=ninadas instituciones políticas o jurídicas, sino
en
el materialismo envolvente que ha' reducido al hombre a. la
condición de un animal perfeccionado.
En el Estado totalitario, la indiferencia ante la verdad y la
mentira ha hecho que el . hombre ya no juzgue y · al no juzgar no
se comprometa. Es la propaganda, el partido, 1a utopía de tumo,
la
que piensa por el hombre. «El simple· ejercicio del pensamien­
to • deviene cada día más dificil; porque el mundo concentracio­
riarioen formación en el que vivimos nos impone el pensar ma­
sivá:mente ... », «pensar libremente cúesta ya muy-caro y en cier­
tos países ha rebasado todas fas posibilidades adquisitivas por­
que cuesta la vida» ( 18).
En las democracias, por ejemplo, el
pensamiento
individual y libre es cada vez más difícil: «Es el
partido quien
decide, por ejemplo, cuáles son las injusticias que
deben
indignar y cuáles otras deben dejar

indiferentes»
(19).
Otro rasgo predominante de la civilización totalitaria moder­
na
es el maquinismó. En su búsqueda frenética por la eficiencia
y el bienestar, el hombre módemo ha tergiversado su concep­
ción
de la sociedad, cayendo en el error de• creer que una so­
ciedad funciona como una máquina. Si el liberalismo creyó que
la sociedad funciona
sola;· el comunismo la hace funcionar a la
fuerza. «El • comunismo; · como el · liberalismo· del siglo XIX, pre-
(16) Ihid., pág. 53.
(17)
Ibid., p,lg. 193. .-~­
(18) Ibid., pág. 55.
( 19) Ibid., pág. 144.
«o,o
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GEORGES BERNAR!)OS Y SU ULTIMO LEGADO
tende un paraíso m-ecánict> en la tierra .. ,». «Ahora se quiere ha­
cer el hombre mecánico, el robot» (20 ).
Lo que ha hecho· la civili.zadón moderna es romper el equi­
librio natural entre el poder del Estado y la libertad del
indi­
viduo. Y esa ruptura, consecuencia del progresivo podet del Es­
tado, es clbra de la invasión· del maquioismo. El mundo de hoy
se sustenta sobre una organización cada vez más estandarizada,
disciplinada. y
«racional» de la vida de! hombre. ·
Sin embargo, Bernanos es claro: «el mal no está en las má­
quinas; está o estará en el hombre que la civilización de las má­
quinas· está formando. La máquina desespiritualiza al hombre al
mismo tiempo que acrecienta mol!S'truosamente su poder» ( 21 ).
En la línea de Simone Weil, de un Berdiaev ci de µ, Marce!,
l;lernanos dirige una fuerte acusación wntra la civilización mega·
técnica: la técnica reduce al hombre al estado
de un robot y acre­
cienta monstruosamente su podet. La estandarización atenta con­
tra su libertad y hace del hombre un ser cada vez más esc;lavo
de las oligarquías tecnológicas y tecnocráticas, ,esa «pequeña aris­
tocracia de ingenieros y policías» de que hablaba Bemanos en
«Le grand peur des bie.n pensants».
No hay aquí una especie de romanticismo naturalista al es­
tilo de un Gandhi. Bernanos sabe -y reitera-que el mal no
está en las máquinas, sino en que ellas están configurando una
amenaza cada vez mayor contra la libertad del hombre y su vida
interior. Betnanos no
está contra el progreso material sino con·
tra el viejo sueño decimonónico de convertir en religión el pro­
greso material .. No. está contra la multiplicación de las máqui­
nas sino contra el hecho de que el hombre carezca de otro fin
que la fabricación
de más máquinas, cada vez más perfectas. Lo
que hace Betnanos, en última instancia, es lanzar un grito pre­
ventivo a 'llllll humanidad embriágada de progreso y bienestar,
acerca del peligro que representa para la vida y la libertad del
(20) Ibid., pág. 110.
(21) !bid., pág. 136.
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]OSE MIGUEL LEGAROS
hombr,:, la existencia de u~ técnica que ~. convirtiendo al
planeta en un gigantesco laboratorio y reduciendo al hombre ~
estado de un robot con poderes insospechadamente crecientes.
VII. La esper1111za y el optimismo. La indiferencia
La descripción que hasta ahora hemos hecho del ideario de
Bernanos; sobre la hase de · algunos aspectos fundamentales dé
sus últimos pensamientos, podría llevar a la falsa creencia de que
Bernanos
fue un pesimi.ia, un hombre desesperado que no veíá
salida alguna al probkma de la civilización moderna. Nada más
falso, sin embargo. Todos los escritos de Bernanos trasuntan una
esperanza profunda en el hombre, en su posibilidad
de regene­
rarse espiritualmente y salir del túnel oscuro que representa la
civilización moderna.
El hombre no puede
desesperar; Al contrario, la esperanza
es un imperativo irrenunciable.
En este sentido, Bernanos se si­
túa en las antípodas del existencialismo ateo, si bien, por su com­
promiso con la exiotencia, nuestro autor ha sido con toda razón
calificado como una suerte de existencialista cristiano, en el sen­
tido .. en que lo pueden ser un P,:,guy o un Oaudel.
Sin embargo, la esperanza no debe ser confundida con el
simple optimismo. La esperanza se conquista cuando
se va más
allá de la desesperación. Es la desesperación superada. «Cuan­
do se llega
al final de la noche -escribía Bernanos-se vuelve
a encontrar otra aurora» (22).
El optimismo, en cambio, es una falsa
esperanza, es una for­
ma ladina de egoísmo, una manera de desolidarizarse de la des­
gracia del otro, de no asumir las responsabilidades. El optimismo
es una coartada del
egols:ino. y constituye .un «fraude universal
de la verdadera esperanza». El optimista es aquel que renuncia
a
profundizar en la vida, . en los misterios de la fe, basado .en
la creencia -<:<>nsciente o inconscientemente falsa-de que « se arregla solo».
(22) Ibid., pág. 15.
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GEORGES BERNARDOS Y SU ULTIMO LEGADO
En este sentido, el optimismo y la indiferencia constituyen
las
fonnás más torpes de desesperación, puesto que implican
aceptar que
se construya. una civilización contra el hombre: El
hombre,
la humanidad, no puede Cáer en esa fría indiferencia.
Menos aún el cristiano. El cristianismo
debe ser la fuente más
pura y profunda de
la verdadera esperanza; pero al mismo tiem­
po
debe rechazar violentamente cualquier optimismo irrasponsa­
ble.
Por eso, Berrtanos rechaza a los cristianos que c6modamente
evaden sus tesponsabilídades apelando a
'una ilusoria visión de
progreso que esconde en realidad una inconfesada desesperación:
«ho es verdad que ia víctima tenga derecho a ofrecer el cuello
al degollador, porque la visión de la sangre derramada corre el
riesgo de despertar
en todas partes a la bestias que yacen soño­
lientas en las conciencias» ( 23
).
VIII. La revolución espiritual pendiente
La única solución, la .única : salida a la situación a que nos
ha llevado la desespiritualización progresiva del hombre -ya
lo adivinará el lector-no puede ser sino la reespiritualización
del hombre.
¿ «Qué espero?» afirmaba Bernanos en una de sus
últimas conferencias, tras
haber trazado el diagnóstico de la ci­
vilización moderna-: «una movilización general de todas las
fuerzas del espíritu, con el objeto de devolver al hombre la
con­
ciencia de su dignidad». «Es necesario, primero y ante todo,
reespirituailizar al hombre» (24 ).
Es necesario que el hombre comience de nuevo a creer en su
dignidad, lo cual primeramente exige acordatse de Dios. Contra
la crisis del honor que ha generado una sociedad que
exalta la
eficacia y el dinero, reduciendo el verdadero honor a las dimen­
siones de un mero
refinamiento, .o de una afectación anacrónica.
Contra la crisis de la verdad que ha sucumbido en manos de la
opinión, el conformismo, la propaganda y las ideologías. Contra
(23) !bid., p,ig. 105.
(24) !bid., ¡,dg. 118.
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la crisis de la libertad que hace a. cada ve2· más personas pregun­
tarse .como Lenin, «la libertad, ¿para qué?». Contra todo ello;
es necesario
iniciar de una V\'Z la impostergable revolución es­
piritual que el mundo moderno exige a gritos.
Una revolución total, que ahonde mucho más allá
de los
meros can¡bios políticos. Que no encuentre satisfacción en las
mejoras
económicas o sociales de la población. Esa revolución,
será una revolución
espiritual, cuyas bases no serán las ideolo­
gías ni las doctrinas políticas, sino que invocará y se sustentará
en los niños, los pobres, los santos y los máttires. Una revolu­
ción elitista, hecha por «un puñado de hombres libres», por una
minor!a resuelta, como
han sido a lo largo de la historia, los
gestores de tudas las verdaderas revoluciones.
Ese
es el último grito de Bernanos. Un grito esperanzado
-no «optimista,._. que es la síntesis de sus ideales. El legado
de Bernanos es el ideal de un católico de una pie2a que se en­
frenta a una civilización crecientemente materialista y antihu­
mana.
La revolución espiritual de Bernanos todavía está pen·
diente y su llamamiento sigue vigente.
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