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Número 277-278

Serie XXVIII

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José María Nagore Yárnoz: Versos de cumbres III y nuevos diálogos «al otamenar»

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control. directo --o visible-,-del aparato soviético; y que, sin
embargo, pueden ser
-en calificados acaeceres de la pol!tica de
un país o de la política internacional-factores influyentes cuan­
do no determinantes
en el éxito absoluto de la acción de Rusia.
El marxismo y la sociedad autocrítica, Europa y
el fenóme­
no bolchevique,
la ideología como coartada, el marxismo y te,,
talitarismo,
Checoslovaquia o la conquista silenciosa, constitu­
yen varios
de los capítulos de esta obra que disecciona el apa­
rato de expansión del marxismo-leninismo a ttavés de la URSS.
Por su experiencia personal, el doctor Montiel aporta una
ineresante información sobre
la lucha del partido comunista es­
pañol en el exilio contra el régimen del Generalísimo Franco.
Asimismo, la proyección internacional no sólo de la KGB sino
de otros departamentos de
la URSS en una característica básica
del sistema como
es la expansión internacional. En el que juega
un papel tan destacado
el importantísimo departamento interna­
cional del Comité
. Central frente al cnal figura hoy el antiguo
embajador de Rusia
en los Estados Unidos, Anatoly Dobrynin.
Notable ascenso en la carrera de
un agente soviético, como dice
el doctor Montiel.
Se supone que los Estados Unidos y el Occi,
dente han pagado las costas de una labor, entre legal y secteta,
en la que Dobrynin
ha podido reunir tan grandes méritos.
ANGEL MAESTRO
Javier Nagore Yárnoz: VERSOS DE CUMBRES III
Y NUEVOS DJALOGOS "AL OTAMENAR" (*)
El amor a la montaña se ha reflejado muchas veces, por
vías diversas, en la literatura. Un cauce han sido las novelas con
tema de escaladas alpinas, de las que fue conocida e inolvidable
muestra
El primero de la cuerda; otro, el de los libros-reportaje
sobre ascensiones de alta montaña, que nos
han legado testimo­
nio de la conquista de
las principales cimas del mundo. Pero
de antiguo el montañismo
ha dado también temas a la poesía,
y fueron varios los montañero.s que narraron en verso sus _ viven­
cias. Un ejemplo glorioso cabría acaso verlo ya, en los albores
de la literatura española, en el Arcipreste
de Hita, nada menos,
que en su inmortal
Libro de Buen Amor nos brinda el atrayente
relato
de sus andanzas por el Guadarrama. Pero otros varios
(') Pamplona, 1988, 361 págs.
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poetas .andariegos han narrado también, en todos los tiempos,
sus experiencias, Uno de ellos, en nuestros días,
es Javier Na­
gore.
La personalidad de Nagore como jurista navarro es bien co­
nocida. Notario de Pamplona, vocal de la Comisión General de
Codificación (en la que representa a Navarra), civilista prestigio­
so y foralista de pro, fue . uno de los autores de la Compilación
del Derecho civil de Navarra o
Fuero Nuevo. Su producción
jurídica
es considerable y traduce unas inquietudes no limitadas
al ámbito del Derecho privado, pues ba entrado también en el
campo del Derecho público y de la· historia política contempo­
ránea. Cabe así afirmar que Nagore
se sitúa en esa noble línea
de notarios. españoles que
han cultivado temas sociales, políti­
cos, históricos
y filosóficos, en la que figuran tantos nombres de
relieve, desde el de Joaquín Costa en el siglo pasado hasta el
de Vallet en
la hora presente.
Pero
si en sus vertientes c}e jurista y escritor es suficiente­
mente t:onocidó, Nagore lo es acaso menos en otras dos que, sin_
embargo, son esenciales en él: la de poeta y la de montañero.
Desde su primera juventud
y a lo largo de toda su vida, Nagore
ha sido fiel a una vocación
montañera profunda que le ha lleva­
do a «hacerse» los picos más importantes de España
y algunos
de Iberoamérica.
El recuerdo de sus ascensiones y de sus excur­
siones lo condensó frecuentemente en poemas. Muchos de ellos
--casi un centenar-los dio a conocer con sus dos primeros vo­
lúmenes de Versos de cumbres. Ahora nos ofrece un tercer vo­
lumen, con cuarenta y ocho poemas más, que continúa, enrique­
ciéndola (no quiero decir «cerrándola»), esa serie de versos tes­
timoniales.
. Todos los poemas contenidos en el libro relatan escaladas y
~ndanzas por la .montaña. La obra es, al decir de su autor, «no
la de un poeta
-,--el cual no tiene más remedio que escribir
poesía-, sino la de un montañero que traduce en versos irif9r~'
males su amor a la montaña y a las cumbres». Creo, frente a su
propia opinión, que los casi ciento cincuenta poemas publicados
revelan a un auténtico poeta. Y, además, de calidad.
Sus versos
son de métrica variada
-que abarca desde las rimas más clási­
cas ha.sta el verso libre--, . pero siempre elegantes. Traslucen
tanto la amplia cultura del autor como su sensibilidad hacia
la
naturaleza. En sus escaladas, Nagore ha captado la grandeza del
paisaje, ha percibido
y saboreado su cromatismo, y después lo
ha evocado con deleite
y fidelidad -a veces también con nos­
talgia-en estos versos de cumbres.
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La pluma de Nagore nos traslada, así, a varios de los lugar.es
más bellos de nuestra geografía y de la americana, desde el
aragonés Valle de Ordesa (inolvidable para quien lo haya
.reco­
rrido algnna vez) hasta d gigante americano Irazú ( cuya cima
permite contemplar a la vez el Pacífico y el Caribe), pasando
por· numerosos picos del Pirineo. Los versos que relatan
las es­
caladas se completan con amplias notas en prosa, en las que Na­
gore, con amenidad y brevedad, proporciona datos geográficos,
apunta toponimias, refiere anécdotas, evoca a otros montañeros
que con él compartieron gozos y fatigas, e incluso reflexiona
sobre el sentido trascendente
de las ascensiones.
Ese sentido sobrenatural, por cierto, se revela reiteradamente,
tanto en los versos como en la notas. En unos y otras hay, en
efecto, frecuentes testimonios de fe. La fe no es ciertamente rata
en los montañeros ( entre los que hubo varios papas, uno de
ellos el actual), porque
el montañero tiende a acercarse al cielo
'a través de las escaladas y busca a Dios en el silencio de las
montañas, admirando su obra desde las cumbres. Y Javier Na­
gore, que vive esa fe, la confiesa abiertamente: «a mí no me
cabe duda -afirma en una de sus notas-de que Dios parece
acercarse a nosotros en las montañas.
En el silencio y en la al­
túra nos sentimos -cercanos a El». «El alma. montañera --escribe
también-quiere cumplir el mandato, deseo de Dios, a Moisés,
en el Sinaí: ascende
ad me in montem et esto· ibi».
El mismo sentido sobrenatural descubre su poema Adiós al
amigo muerto en la montaña:·
«¿Qué muerte mejor
que tu muerte súbita,
tan cerca del cielo,
tan cerca de Dios?».
Y en la misma línea está nn epitafio que transcribe, encon­
trado en un
lápida situada en nn cima, . que evocando la muerte
de cierto montafiero joven dice: «Que su alma escale la paz del
Señor». El
h'bro incluye en su última parte algunos nuevos diálogos
«al otamenar» ( es decir, en la comida de media mañana en Na­
varra), escritos seguramente con fidelidad a la realidad y, desde
luego, con sentido del humor. Ciérrase el volumen con nn Vo­
cabul.ario-navarro de algún interés filológico, que abarca desde
las
voces populares más-usadas en Navarra hasta los términos
jurídicos forales incorporados al Fuero Nuevo y a sus recientes
leyes de reforma. La obra está dedicada a nn romancista eminen-
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te, de estirpe, por cietto, de poetas, y hoy muy vinculado .a Na­
varra: el profesor Alvaro d'Ors.
En el panorama bibliográfico actual, pródigo en libros de es,
casos valores estéticos y éticos, el de Javier· Nagore parece traet·
nos un aire sano, como
el de las cumbres a las que él tantas
veces ascendió a
lo largo de su vida y tantas veces cantó a través
de sus versos.
}OSÉ M.ª CAsTÁN VÁZQUEZ.
Miguel Arazuri: LA M,UJER DE ROQUE BRAVO(*)
«Miguel Arazuri» es el. seudónimo de Carmela Gutiérrez de
Gambra, inteligente e infatigable amiga y colaboradora de Speiro,
q.
s. G. h., autora .de esta novela, ahora pulcramente presentada
por Ediciones Palabra.
Su trallla es ingeniosa, y como tal, atractiva y recreativa;
muy bien llevada en capítulos cortos con diálogos fluidos. Antón
Mendoza, hombre
de agitada vida, muete asesinado en Madrid.
Se atribuye el crimen a su esposa, pero el jurado la considera
inocente. Aunque· recobra la libertad, la ira popular la petsigue
y todas las puertas
se le cierran. ¿ Por qué Roque Bravo, que
presenció la tumultuosa vista de Audiencia, le ofrece su
protec­
ción?
La trama del relato nos lleva a Utl antiguo pazo en tietras
gallegas, donde la hija de Roque Bravo oculta un misterioso pa­
sado, un enigma trágico.
Terminada rápidamente la lectura de esta estupenda novela,
su meditación nos lleva, ·por encima de sus cuestiones concretas,
a la estimación de este. género literario como parte de nuestras
buenas costumbres y alimento de
nuestra civilización cuando
lo cultivan personas tan seriamente religiosas como «Miguel
Ara­
zuri». Una novela bien hecha y decente no necesita arrastrar
exhortaciones ni monsergas para ser fuente de bienestar y
. de
natural edificación para sus lectores y sus familias. El costum­
brismo que en ésta
se cultiva muy bien es honesto esparcimiento
y réplica ejemplar para los que dicen que no hay divetsión sin
pecado.
. .
Apuntamos esta idea en el umbral de la reedición, esperada,
de otras novelas análogas
. de la autora, cuya obra global es una
mcitación al estudio de los aspectos constructivos de la novela
española contemporánea
y limpia.,-A. R. G.
(•) Ediciones Palabra, Madrid, 1989, 4.', 257 págs,
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