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Número 295-296

Serie XXX

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La concepción orgánica de la vida social y los principios de solidaridad, subsidiariedad y participación

LA CONCEPCION ORGANICA DE LA VIDA SOCIAL
Y
LOS PRINCIPIOS DE SOLIDARIDAD, SUBSIDIARIEDAD
Y PARTICIPACION
Concepción .orgánica de la vida ·social
«Como consecuencia de lo que se ha dicho, no se comprende
"adecuadamente una sociedad ordenada, sin una concepci6n or­
,, gánica de la vida social. Este principio exige que la sociedad se
"base, por una parte, en el dinamismo interno de sus miembro,
"-que tiene. su origen en la inteligencia y en la voluntad libre
"de las personas que buscan solidariamente el bien común"-:-y,
"por
otra, en las estructuras y en la organizaci6n de la socii!Jad
"constituida no s6lo por cada persona Ubre, sino también por
"sociedades intermedias
que van integrándose en unidades supe­
"riores, partiendo de la familia, para llegar, a través de las co,
"munidades locales, de las asociaciones profesionales, de las regio­
"nes
y de los Estados, a los organismos supranacionales y a la
"sociedad universal de todos los pueblos y naciones (88)».
Congregación para la educación católica. Orlen·
taciones .Pata d estudio y enseñanza ·.de la doc­
. trina social de la Iglesia en la formaci6o de los
sacerdotes,• el dla 30 de diciembre de 1988.
L'Osservator'e Romano, edición -semanal en len­
gua espafiola, afio xxi;, n)lm. 30 (1:073), domin-
go
23 de julio de 1989. . . · ·
La solidaridad es una realidad que tiene sus raíces en la
encamación de Cristo, que tiene su más alta expresión en
el amor al prójimo.
«En Cristo, el amor al pr6jimo es la más alta expresión de la
"solidaridad que une a todos los pueblos de la tierra. Esta soli­
"daridad
no es sólo un sentimiento vago; es una realidad que
"tiene sus raíces en la
encarnación de Cristo, porque «'al asumir
"la
naturaleza humana, uni6 a si con cierta solidaridad sobrena­
"tural a todo el género humano como una sola familia y estableció
"la caridad como distintivo de sus disclpulos con estas pala­
"bras: 'En esto conocerán todos que sois mis discípulos) si tenéis
"caridad unos con otros' (Jn 13, 35)» (Apostolicam actuosiía-
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"tem, 8). Cristo enseña un amor universal, porque todas y cada
"una de las personas constituyen el prójimo del otro, sin dar
"importancia al origen, a la raza, a la cultura o a la religión».
JUAN PAliLO Il: Homilía durante la Misa ce­
lebrada para los fieles de Sumatra Septentrional
en
Tuntungao, viernes 13 de octubre de 1989.
L'Osservatore Romano, edición semanal en len­
gua española, año XXI, núm. 44 (1.087), do­
nrin¡¡o 29 de octubre de 1989.
La virtud de la solidaridad en la fe cristiana.
«La virtud de la solidaridad está profundamente enraizada
"en la fe cristiana, que enseña que Dios es nuestro Padre y que
"todos los hombres y
muieres son hermanos. De esta convicción
"brota
una ética cristiana, una ética que excluye toda forma de
"egolsmo y arrogancia y busca unir a las personas libremente en
"la consecución del bien común. De la ética cristiana nace la
"convicción de que es in¡usto despilfarrar recursos que pueden
"ser necesarios para la vida de los demás. Hoy se necesita una
"nueva conciencia de este imperativo moral, dadas las condicio­
,, nes actuales de grupos tan grandes del género humano.
»La solidaridad también lleva a la colaboración de todos los
"grupos sociales que, por esta razón, tienen que mirar más allá
"de sus intereses propios, haciendo de la solidaridad una nueva
"'cultura' que se fortalezca en la formación de los ióvenes y se
"manifieste en nuevas maneras de comportamiento. Ciertamente,
"sólo
una 'cultura de la solidaridad' ampliamente difundida, per­
" mitirá el necesasio cambio de ob;etivos y energías, si se quiere
"alcanzar un nivel de vida verdaderamente humano sobre la
"tierra».
JUAN PAliLO II: Discurso a los participaotes
en la
semana de estudioa organizada por la
Pontificia Academia de las Ciencias. L'Osserva­
tore Romano, edición semanal en lengua espa­
fiola, año XXI, núm. 51 (1.093), domingo 17
de diciembre de 1989.
La solidaridad se funda y alimenta de la relación serena y
armónica de los hombres entre sí y con la realidad del
cosmos.
«He hablado de solidaridad. Esta es a la vez fuente y fruto
"de la paz con Dios y con toda la creación. Esta funda y alimen-
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"ta aquella relaci6n serena y arm6nica de los hombres entre sí
"y con la realidad del cosmos, que ha sido tradición fecunda de
"la civilización rural, asl como de la cultura de los talleres, ver­
" daderas y propias escuelas de vida.
»No puedo de¡ar de manifestaros, martineses, mi solicitud por
"uno
de los desafíos más urgentes de nuestra generaci6n: cómo
"conciliar la economla del desarrollo con la ecologia humana, con
"la calidad de la vida.
»Investigaciones cientificas, propuestas e iniciativas
de aso­
"ciaciones profesionales y, sobre todo, la responsabilidad de los
"técnicos en economía, deben establecer la compatibilidad 'bu­
" mana' entre las técnicos de producción, transformación y coN
"mercio y el respeto de los equilibrios ambientales. 'Con rela­
"ción a la naturaleza visible estamos sometidos a leyes no sólo
"biológicas, sino también morales, que no se pueden impunemen­
"te transgredir' (Sollicitudo rei socialis, 34). Un deber, éste, que
"compromete a
cada ciudadano.
»En esta vuestra tierra aún relativamente inmune a la. con­
"taminación de las grandes áreas urbanas e industriales, el Papa
"os exhorta a la clarividencia con respecto a bienes como el aire
"puro y el agua limpia, los bosques verdes y las tierras cultiva­
" das. Sólo así entregaréis Integro a las generaciones futuras el 11patrimonio de vuestras riquezas naturales, junto con el antiguo
"esplritu de acogida activa, cordial y exigente de vuestros padres.
"Sólo así transmiteréis el sentido genuino de la creación y de la
"fraternidad a vuestros descendientes y a cuantos habitarán, ma­
"ñana, esta tierra que amáis».
JUAN PABLO II: Discurso a los agricultores
y artesanos en la plaza «XX Settembre» de
Martina Franca, domingo dfa 29. L'Osservatore
Romano, edición semanal en lengua española,
año XXI, núm. 49 (1.092), domingo 3 de di­
ciembre de 1989.
La verdadera solidaridad.
«Hay una verdad fundamental sobre la humanidad que es
"evidente para un cristiano, pero que merece ser repetida fre­
" cuentemente: somos una sola familia humana, prescindiendo de
"raza, cultura, lengua e historia. Esta verdad nos llama a reco­
"nocer la solidaridad subyacente y la interdependencia de la fa­
"milia humana como la base de una coexistencia pacifica. Cuando
"vemos a nuestros hermanos y hermanas necesitados, surge un
"deseo espontáneo de tender una mano y ayudar a aquellos que
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"padecen a causa de los desastres naturales, las gue"as o el ham­
"bre. El espíritu humano puede y debe responder con generosi­
"dad a las situaciones dolorosas y menos felices. La llamada a la
"solidaridad y la asistencia nos impulsa a hacer todo lo posible
"por derribar
las ba"eras que nos impiden tender la mano con
"amor y verdad a todos aquellos que necesitan nuestra ayuda.
"La
verdadera soUdaridad humana no reconoce limites políticos
"ni ideol6gicos. Tiene una dimensi6n ética que lo abarca todo».
JuAN PABLO II: Palabras a un grupo de re­
presentantes del Congreso de Estados Unidos,
el 5 de julio. L'Osservatore Romano, edición
semanal en lengua española, afio XXI, núm. 34
(1.077), domingo 20 de agosto de 1989.
La solidaridad y la suhsidiariedad.
«La solidaridad y la 'subsidiariedad' son otros dos principios
"que regulan la vida social. Según el principio de solidaridad,
"toda persona, como miembro de
la sociedad, está indisoluble­
" mente ligada al destino de la misma y, en virtud del Evangelio,
"al destino de salvaci6n de todos los hombres. En la reciénte
"enclclica
Sollicitudo rei socialis, el Papa ha subrayado particu­
"larmente la importancia de este principio, calificándolo como
"una virtud humana y cristiana (85). Las
exigencias éticas de la
"solidaridad requieren que todos los hombres, los grupos y las
"comunidades locales, las asociaciones y organizaciones, las nacio­
"nes y los continentes participen en la gesti6n de todas las activi­
"dades de la vida econ6mica, politica y cultural, superando toda
"concepci6n puramente
individualista (86).
»Complemento de
la solidaridad debe considerarse la 'sub­
" sidiariedad'
que protege a la persona humana, a las comunida­
" des locales y a los 'grupos intermedios' del peligro de perder
"su legitima autonomía. La Iglesia vela atentamente por la apli­
" caci6n justa de este principio en virtud de la dignidad misma
"de la persona humana, del respeto de lo que hay de más hu­
" mano en la organizaci6n de la vida social (87), y de la salva­
" guardia de los derechos de los pueblos en las relaciones entre
"sociedades particulares y sociedad universal».
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Congregación para la educación católica. Orien­
taciones para el estudio y ensefianza. de la doc­
trina social de la Iglesia en la · formaci6n de los
sacerdotes, el día 30 de diciembre de 1988. L'Osservatore Romano, edici6n semanal en len­
gua espaliola, afio XXI, núm. 30 (1.073), domin­
go 23 de julio de 1989.
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El principio de participación.
«La participación ocupa un puesto predominante en el desa­
"rrollo reciente de la enseñanza social de la Iglesia. Su fuerza
"radica
en el hecho de que asegura la realización de las exigencias
".éticas de la justicia social. La participación justa, proporcionada
·"y responsable de todos los miembros y sectores de la sociedad
"en el desarrollo de la vida socio-económica, política y cultural
'"es el camino seguro para conseguir una nueva convivencia hu­
"mana. La Iglesia no sólo no cesa de recordar este principio (89),
'"sino que encuentra en él una motivación permanente para fa­
"vorecer .la mejora de la calidad de vida de los individuos y de
"la sociedad en cuanto tales. Se trata de una aspiración profun­
"da del hombre que manifiesta su dignidad y su libertad en el
"progreso científico y técnico, en el mundo del trabajo y en la
"'vida pública (90)».
Congregación para la educación cat6lica. Orien­
taciones para el estudio y enseñanza de la doc­
trina social de la Iglesia en la formación de los
sacerdotes,
el día 30 de diciembre de 1988.
L'Osservatore Romano, edíci6n semanal en len­
gua española, año XXI, núm. 30 (1.073), domin­
go 23 de julio de 1989.
Las asociaciones y corporaciones intermedias.
« La
Iglesia ha procurado reiteradamente prevenir el peligro
"real que amenaza a la dignidad de la persona, a la libertad in­
., dividua/ y a las libertades sociales, y que proviene de la con­
" cepción tecnicista y mecanicista de la vida y de la estructura
"social que no deja margen suficiente
al desarrollo de un huma­
"nismo verdadero. En no pocas naciones el Estado moderno se
"'transforma en una máquina administrativa gigantesca que inva­
,, de todos los sectores de la vida, sumiendo al hombre en un es­
"tado de temor y angustia que produce su despersonalización (91).
»La Iglesia consideraJ por tanto, necesarios los organismos y
"las múltiples asociaciones privadas que reservan el espacio de­
"bido a la persona y estimulan el desarrollo de las relaciones de
"colaboración, en subordinación al bien común; sin embargo,
"'para que estos organismos sean auténticas comunidades, sus
"'miembros deben ser consideradas y ·respetados como personas
"y llamados a participar activamente en las tareas comunes (92).
"'Según la Iglesia, por tanto, un camino seguro para conseguir
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"esta meta consiste en asociar trabtJ¡o y capital y en dar vida a
"corporaciones intermedias (93).
»La
realizaci6n de estos principios que regulan la vida social
"a distintos niveles de la organizaci6n social y en los diversos
"sectores de
lo actividad humana, permite superar toda tensi6n
"entre socializaci6n
y personalizaci6n. El actual fen6meno de la
"multiplicaci6n de las relaciones y de las estructuras sociales a
"todos los niveles, derivadas de libres decisiones y encaminadas
"a meiorar la calidad de la vida humana, no puede ser acogido,
"sino positivamente, dado que permite lograr la realizaci6n de
"la solidaridad humana y favorece la ampliaci6n del marco de
"las actividades materiales y espirituales de la persona».
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Congregación para la educación católica. Orien­
taciones para el estudio y enseñanza de la doc­
trina social de la Iglesia en la formación de los
sacerdotes, el día 30 de diciembre de 1988.
L'Osseroatore Romano, edición semanal _en len­
gua española, año XXI, núm. 30 (1.073), domin­
go 23 de julio de 1989.
Fundaci\363n Speiro