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Número 295-296

Serie XXX

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De la nada al hombre

DE LA NADA AL HOMBRE
POR
J OSJÍ GABRIEL GABciA CAsTRO
Con estas palabras preterulo sintetizar el capítulo primero
del

Génesis y tomarlo como
símil de la evolución filosófica de
una sociedad o una era. Expondré la
filosofía que debe guiar
al hombre, cómo hay que inculcarle la conveniencia del diálogo
imitando a Sócrates en su teoría ; una
vez formado y desarrollado
el ser en su juventud, hay que abrirle a
la mentalidad del di­
nero y con este bagaje, la sociedad que hayamos educado, o
bien
se inclina por un «nuevo orden», o por el «arte de Clu­
ny», o bien desembocará en otra «guerra del golfo».
Antropología: nuevas perspectivas.
La Antropología, entendida como discurso en torno al hom­
bre y estudio de un ser más profundo, encuentra su cuadro
interpretativo más acabado
en la nueva Teorla de los modelos
del Universo
(G. Arcidiácono, Relatividad y cosmologla). En esta
teoría
se distribuye armónicamente la teoría unitaria del mundo
físico y biológico que,
por su estructura interna, no indica sólo
el camino para
la superación de la dicotomía entte ciencias na­
turales y ciencias del espíritu, sino que ofrece
la posibilidad de
encontrar las
cortelaciones profundas con , la Antropología filo­
sófica clásica.
A) En la Antropolgía como ciencia, escribió el premio No­
bel Richard P. Feynman: «No hay otro modo de entender y
explicar la naturaleza que el lenguaje de
la matemática, porque
éste
es el único lenguaje que la naturaleza habla, el único que
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IOSE GABRIEL GARCIA CASTRO
puede permitirnos comprender la grandísima sensillez y la gran­
dísima belleza». También el matemático Luis Fantappié antici­
pando el «principio
de totalidad», según el cual, en la natura­
leza «todo lo que no está prohibido es obligatorio», quiere
desarrollat el sector de
las ecuaciones · de Dirac que muchos físi­
cos consideraron como extravagancia ; así nació la conocida «teo­
ría dual» que unifica en términos
apropiados el mundo físico
y el mundo biológico; así
se instatÍra una nueva guía de aproxi­
mación
pata el conocimiento del hombre a pattir de las Cien­
cias Naturales, sin tener que concluir presurosamente con una
reduccíón a la
naturaleza del hombre mismo y en su totalidad
(G. Arcidiácono,
La evoluci6n de la flsica).
Como vemos, la Antropolgía, como ciencia, ha empezado a
encontrat los dos primeros puntos
de contacto con el método
antropológico clásico:
El punto de. partida. Procede gradualmen­
te y con cautela desde
. el Fainomenon, es decir, de aquello que
se ofrece inmediatamente a la investigación en direccíón de pro­
fundidad, al Noumenon, que es lo que alcanza el pensamiento,
liberado de
las formas sensibles e imaginativas.
El punto de llegada: El descubrimiento del télos, es decir,
del fin, del principio de finalidad, no sobreañadido desde fuera,
sino, como lo definiera Aristóteles,
entetekeya, en prioridad ab­
soluta respecto al tiempo. Por lo que se refiere al primer punto,
es decir, pattir del fenómeno de
las catactereres que inmediata­
mente
se ofrecen a la perfeccíón y a la· primera elaboración
sistemática,
la historia de la Antropología científica muestra una
amplia y elocuente documentación.
En el contexto
de la «Cultura Mediterránea», comenzando
por los egipcios, muy atentos a excogitar los catacteres
físicos
psicológicos de los pueblos con quienes se pugnaba o aveníanse
tratados comerciales, la
Antropología científica da cuenta de
apretado
haz de testimonios de hombres, como Herodoto, Estra­
bón,
Hipócrates y Aristóteles. A este último se debe el primer
cuadro unificado de una Antropología «dual», de una manera
coherente con su filosofía primera,
posteriormente llamada Me­
tafísica.
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DE LA NADA AL HOMBRE
A principios del siglo xm, con el despertar de las grandes
exploraciones geográficas, en ese momento en que la civilización
medieval halla de nuevo los antiguos valores culturales,
con­
fluye en el Renacimiento y la Antropología científica asume nue­
vas formas. El modo de aprehender los fenómenos, para una
mayor profundidad, mayor amplitud y mayor sistematización,
constituye
la premisa esencial para una Antropología ampliada
y perfeccionada.
Se dan dos métodos de investigación: uno de carácter cen­
trífugo, en el sentido de las exploraciones geográficas, que se
extiende a toda la humanidad, y el otro de carácter centrípeto,
en el sentido de
la exploración somática, de todo el hombre, es
decir, de la morfología a la anatomía y fisiología ; estos méto­
dos impulsan una gran «operación crucial», definida en térmi­
nos analíticos, dentro de
los retículos de la estructura corpórea;
Llnneo, Buffon, Blumenbach y
De Quatrefages multiplican las
observaciones, las desctipciones y
las clasificaciones, hasta el
punto en que
la investigación desemboca en el horizonte de la
evolución darwiniana, planteándose el gran problema de «los
orígenes». Puede
decirse que hemos entrectuzado la investigación tem­
poral y espacial y que la Antropología científica, en el gran mat­
eo de espacio-tiempo, se vuelve antropometría con Retzius, Broca
y Martín; paleoantropología con Sergi, Weidenteich y Koenigs­
wald; también vemos qne asume la «exigencia de rigor» gatan­
tizada por
la matemática y la conduce a niveles cada vez más
profundos con histología, citología, endroctinología
. y genética.
Pero, en el momento en que el proceso analítico, comenzado
en la esfera fenoménica, está recogiendo los resultados más bri­
llantes, pues en poco
menos de un siglo la genética del Gregario
Méndel
se. transfiere a un nivel de cromosomas, DNA, y eviden­
cia e interpreta el código de la vicia, en estos momentos pode­
mos decir que es cuando bulle con todos sus interrogantes la
psicología experimental y analítica.
Y a no puede dominarse el nuevo horizonte de
los fenóme­
nos por las viejas ideas. Todo corpósculo observado, incluso el
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«quantum elemental» de Planck s61o se le puede interpretar a
través de una onda complementaria asociada; de aqui que la
categoría de la cantidad exija en «el c6digo de la vida» su tér­
mino complementario, la cualidad, para de esta forma poder
comprender la
«16gica del viviente».
B)
Antropología y Filoso/la: En la famosa «memoria» de
1942 «sobre la interpretaci6n de los potenciales anticipados de
la mecánica ondulatoria
y sobre el principio de «finalidad» que
de
la misma se deriva», Luis Fantappié resaltaba las caracterís­
ticas rípicas de los procesos sintr6picos (Su/la interpretazione dei
anticipati della
meccanica ondulatoria e sul principio di fina/ita
che ne discende).
Dos de estas características, consideradas en la intersección
espaci<>-tiempo, nos permite proponer dos «nuevos postulados».
El primero, que corresponde al concepto de espacio, muestra
cómo las ondas convergentes proceden en sentido de antiexteriori­
zación;
y, por tanto, interiorización en el signo negativo del es­
pacio, es decir, espacio cero; es lo que podemos llamar «pos­
tulado de interioridad».
El segundo, que corresponde al concepto de tiempo,
mues­
tra cómo las ondas convergentes proceden en sentido «antitem­
poral»,
diríamos «colocado en el futuro»; a este proceso la va­
mos a denominar «postulado de pridridad».
Estos postulados, interioridad y prioridad, que se nos pre­
sentan como ondas convergentes o de sintropía,
se van afirman­
do a medida que la vida alcanza «grados cada vez más comple­
jos», hasta hacerse comprensibles del todo, o bien evidente a
nivel del ser humano.
Uno
y otro estaban excluidos, tanto de la física galileana,
como de la biología que en ella se contemplaba, de forma que
dicha exclusión hacía inviable el diálogo entre ciencias natura­
les
y ciencias del espíritu. Y se había establecido la «incompren­
sión» de un
modo de ser de la naturaleza· en su dinámica intrín­
seca, más allá de los fenómenos sensoriales, como consecuencia
de la conocida división cartesiana entre materia
y pensamiento,
es decir, «res extensa y res cogitans».
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DE LA NA.DA AL HOMBRE
Así, en lo sucesivo, a partir de los postulados apuntados, no
por meras cdnsideraciones exteriores, sino por una comprensión
más profunda de la naturaleza, de su modo de obrar y tal vez
de su modo de ser, no nos resultará difícil hallar la validación
de determinadas tesis fundamentales de
la Antropología clásica,
enunciada por Aristóteles y completada por Santo Tomás de
Aquino.
(U. P. Magni, Causalita, Finalita e Teorla genirale dei
potenziali, Congresso Internaz. Tommaso d'Aquino).
El principio aristotélico de la dualidad, entendido
como su­
peración del dualismo platónico y el monismo de Demócrito,
encuentra
su análdgo a nivel de la nueva cosomolgía, alcanzado
por una investigación más profunda, que parte del examen de
los fenómenos y llega a la identificación de sus principios radi­
cales. En la identificación de las «cuatro causas» ( eficiente, final,
material y formal),
la Teoría de Modelos del Universo halla la
segunda, la finalidad, a través del concepto de sintropía, permi­
tiendo
la inteligibilidad moderna de la tercera y la cuarta: en
efecto, materia
y forma, al ser cdnceptualmente operante bajo la
configuración cibernética de
hardware, o sea, del material de que
se dispone, y del software, es decir, la «16gica» de su organiza­
ción, permanecían privadas de un cuadro teorítico adecuado.
De esta suerte, tenemds que la misma cibernética, en su étimo
de derivación platónico y cargada de valor semántico, ya que
kybernetes quiere decir, piloto, vector, operaddr, se nos ofrece
a una plena inteligibilidad en el nuevo cuadro conceptual. El
proceso afirma
la prioridad del «operador lógico» en armonía
con la tesis clásica de la prioridad del acto sobre la potencia, de
la forma sobre la materia ( entendiendo la forma en sentidd ac­
tivo, dinámico, interno).
En la estructura endocibernética, característica del ser vivo,
en cuanto que
la programación lógica del DNA, conduce la serie
de
los fenómenos evolutivos, podemos decir, que el «operador
lógico» domina desde el centrd ( «forma formaos») todo el pro-
ceso.
A nivel de la antropolgía, es decir, en el vértice, en cuanto
nos es dado saber, de la escala de los seres vivos, el operador
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JOSE GABRIEL GARCIA CASTRO
lógico se manifiesta en la misma sencillez del «yo», uno e indi­
visible, y en la
más vasta complejidad de la estructura, o si se
prefiere del hardware. Por el mero hecho de que el operador
lógico, propio de todo
hombl:e, pueda proponer o comprender
· una Teoría de Modelos del Universo, podemos concluir que su
naturaleza íntima trasciende los caracteres del espacio-tiempo.
Podemos concluir que la nueva Antropolgia, a veinticinco
siglos de distancia, encuentra
las instancias radicales del pensa­
miento mediterráneo: de Aristóteles a Heráclito y de
Anaxágo­
ras a Parménides, y que, asimismo, abre nuevos horizdntes a la
investigación,
al camino y a la operatividad humana.
Sociedad dialogante.
Si nuestra sociedad, y cada individuo en particular, llegase
a comprender que todo el macrocosmos
y microcosmos, se basa
en el estudio
y comprensión individual del hombre, captaríamos
la fuerza filosófica de Sócrates, que al impulsar al hombre hacia
las últimas cuestiones,
lo hace basado en el diálogo; el diálogo
es bueno o perverso, según
su fin; por eso, si queremos hacer
al hombre perfectamente feliz o virtuoso, hemos de ser nobles
y alentadores de la exposición de nuestros problemas, pues sólo
cuando nos convenzamos de que cada individuo puede ser el
motor de un oleaje desenfrenado, extenderemos la mano deseo­
sos de tener un mar tranquilo.
Si tomamos como modelo la evolución del cristianismo, ve­
mos que es una revolución maestra en el arte de avanzar, de
aVnázar pdco a poco, en silencio~ c~si de puntillas, sin suscitar
reacciones, hasta haber logrado que su avance se haga sorpren­
dentemente profundo
.. Uno de los principales recursos era sus­
citar el amor hoy podemos llamarle comprensión, diálogo.
Esta palabra tiene una gran acogida en la actualidad, tal
vez
por ir perdiéndose el cantonismo de nacionalidades en esta nue­
va Europa. Con la palabra diálog~ se invoca comprensión, tole-
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DE LA NA.DA AL HOMBRE
rancia, prudencia y, sobre todd, se derrumban alcázares y sólo
se pide el fortalecimiento argumental de «nuestra verdad» ; tam­
bién se reclama el diálogo a los poderes públicos y en esta in­
tención están orientadas nuestras Cámaras, cuando cada portavoz
expone su punto de vista; de esta forma
se aplazan las decisio­
nes adversas
y se coadyuva con la autoridad y se bloquea el mal
paso de la anarquía.
Modernamente, las cuestiones
se zanjan o rompen con un
buen diálogo,
enfocando los asuntos que más interesan en la
práctica, con la técnica del fútbol, echando balones fuera, con
lo cual, el motivo no
se cierra, . se gana tiempo, que es lo que
veraderamente
se pretende. Esto nos lleva a la conclusión de
que el diálogo tampoco debe ser interminable, pues lo mismo
puede aplacar los ánimos excitados, que enervar
las situaciones
límites ; de aquí que la presentación del tema debe hacerse de
una forma
atractiva e interesante para ambas partes, es decir,
lo que es favorable
para mí, no ha de ser contradictorio para
los
otros. Esto podríamoc verlo en las recientes elecciones del
Real Madrid para presidente,
en el que cada favorito a la presi­
dencia, representaba la continuidad o la ruptura.
El candidatd que proponía el desarrollo en la continuidad,
si
lo examinamos en un plano más profundo, vemos que inten'
taba una ruptura total, encubierta y disimualada en sus comien­
zos
y radicalmente declarada después, mientras que el que pro­
clamaba la ruptura, tampoco lo hacía abiertamente, dado que,
para ganar votos,
se hubiese encontrado con los partidarios de
un Real Madrid que
nd lo hubiesen seguido y le hubiesen hecho
frente con posible y aun probable éxito.
Ambos contendientes a la Presidencia invocaron el diálogo
con el fin de mantener o lograr su continuidad. Todo esto me
lleva a pensar si el
diálogo por interés crematístico es honesto,
o solamente
es plausible en las entelequias intranscendentes, por­
que cuando algo atañe a la propiedad o a los derechos humanos,
¿ cabe el diálogo? ¿ Cabe el diálogo entre David y Gd!iat? ¿ Cabe
el diálogo entre una decisión gubernamental de expropiación con
el grito de miseria de un pobre hombre? Creo que, visto los
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JOSE GABRIEL GARCIA CASTRO
problemas en lontananza, se puede aconsejar que se empuñe el
matafuegos del diálogo, barajando, tal vez, algunas concesiones,
pero, muchas veces,
quizás la mayoría, la apelación al diálogo
consiste en salvar «mi continuidad, o su continuidad».
Por eso,
para evitar el torpedeo del diálogo, o cuando alguien, en virtud
de
la debida preocupación, reflexione mi estudio, se halle en
disposición de cuajar formas
eficaces de remedios, no debe dejar
paralizada
su decisión ; para ello hemos debido formar filosó­
ficamente, antropológicamente, a cada individuo de nuestra
so­
ciedad en fin de que su diálogo sea correcto, honesto y profun­
dísimd, de forma que no tema a ninguna circunstancia para
desarrollar
su deseo. Esta es la forma de que en los diálogos no
intervengan promesas u ofrecimientos fuera
de plazo, sino sólo
la virtud, honesta v fecunda.
Junto a esta
mqcrosociedad, podemos ver la microsociedad
dialogante, que
es . ese efluvio cuando el hombre y la mujer se
autorreconocen; en ellos, cuando desaparece ese carisma se re­
curre a la técnica, . a la implantación desde fuera, incluso se
recurre a técnicas biomédicas para intervenir en la fase inicial
de la vida del ser humano y aun en el mismo proceso procrea­
tivo; todos sabemos que los juicios morales sobre las interven­
ciones biomédicas en la primera fase de la vida de la persona
humana,
se fundamentan en una antropolgía y que todas las
valoraciones éticas que
las motivan se basan en una visión de
la persona humana que muestra su origen, su naturaleza y su
destino ; pero para que sean válidos para todos los hombres, esta
antropolgía ha de ser esencialmente una visión del hombre es­
trictamente racional o filosófica. ¿ Qué se adelanta con inducir
a unas personas a un diálogo de diplomacia, si el diálogo del
cariño no está convencido de que el
fruto de su idea psíquica o
física no debe nacer?
El profesor Tomás Melendo en su obra
Fecundaci6n in vitro y dignidad humana, página 140, dice que
la educación de un futuro niño o sociedad «no es golpear en el
vacío; es una tarea cuasi sacerdotal, vital como la del médico ...
pata eso, nuestros jóvenes han de ser educados en una concep­
ción antropológicamente correcta de la sexualidad, del matrimo-
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DE LA NA.DA AL HOMBRE
nio y en el contexto del necesario enfdque interdisciplinar» para
mejor
servir a los miembros de su sociedad; no se puede recha­
zar la ciencia, ya que «la investigación científica, fundamental y
aplicada, constituye una expresión significativa del señorío del
hombre sobre
la creación»: «Dominarás la tierra» ( Génesis, 1.28);
por eso, podemos decir que sin el diálogo de amor humano
«la ciencia y la técnica no pueden indicar por sí solas el sentido
de
la existencia y del progreso humano, ya que la "ciencia" sin
la conciencia no conduce sino a la ruina del hombre, o Id que
es lo mismo, si la ciencia no sirve a la persdna, la degrada»
(Instrucción, el don de la vida, Introd., núm. 2).
Luego el diálogo se reduce a hacer el bien derribando mu­
rallas como las de Jericó. Comprensión social y de amor es
socorrer a los que necesitan de nuestra ayuda, sin inhibirnos
ante
lds problemas humanos, ya que si todos somos de la misma
especie humana y habitamos en el mismo mundo, es decir, es­
tamos hermanados, hemos de evitar que el ser justo y eterno
nos diga con Mateo 23, 23: « ... Lo más grave de la ley: la jus­
ticia, la misericordia y la lealtad» ; con esto se ve que todos los
abatares del mundo que se intentan solucionar mediante el diá­
logo tienen su raíz profunda en la proyección terrena de todo
mensaje divino.
Sociedad feliz.
Si hasta ahora hemos visto cómo un pensamiento filosófico
enraizado en
la sdciedad, la hace vivir y participar y como un
niño crecer haciendo el bien, hemos
de procurar que ese joven
o futura sociedad sepa valorar su propiedad o el dinero.
La propiedad: Ha sido siempre un tema de primer orden,
tanto en
sociología como en política; por tanto, hemos de con­
vencer a nuestras futuras generaciones que es honrado y hono­
rabilísimo gozar de un patrimonio durante y al final de una vida
de trabajo y austeridad, o recibirlo de nuestros
mayores a su vez
igualmente honrados y trabajadores; si nuestra juventud se aver-
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~OSE G~BJUEL. GARCIA CASTRO
güenza o disimula que es propietaria, tendremos una psicología
colectiva enfermiza, saboteada por aquellos que sí «codiciao los
bienes ajenos». Abierta al miedo injusto,
la psicología propia,
respecto a la propiedad, queda predispuesta para otros miedos,
tal
vez igualmente injustos, como es el miedo -a las autoridades
y otros,
cuya aparición creciente es preparada por la aceptación
de cada uno de los miedos anteriores; con esto
se consigue el
perfecto individuo sin espíritu cívico y, como consecueocia, ten­
dremos un
país de dpos despersonalizados, tendremos la masi­
ficación, tendremos la esclavitud en libertad. También nos en­
contraremos individuos que se inhibirán porque ellos no · tieneo
problema de propiedad, con lo que llegamos con
la pereza, egoís­
mo y la reducción al absurdo que se produciría si cada. uno se
ocupara únicamente de lo que le afecte . inmediatamente; a que
es una nueva visión equivocada y errónea de la. propiedad, ade­
más de una grave falta . de solidaridad. No olvidemos que la
propiedad es. · ~oi:rw una piedra.· clave, -que si se ·quita,· arrastra
necesariamente en su ·caída otras
cuestiooes fundamentales, .como
la ·libertad, la familia, y otras. de, análoga importancia.
Si se . hiere · a 1a propiedad, aunque. se hagá · con disimulo · de
refinada hipocresía; :
se derrumba todo un ·sistema completo; y
ese derrumbamiento total afecta esencialmente a· todos; ricos,
pobres y clase media. Es como la Revolución francesa que no
perdonó ni a sus propios causantes.
Dinero: ¿ Qué es? Nadie lo ha definido hasta ahora y .patece
no
existir grao interés entre los dirigentes internacionales de la
alta finanza para llegar a. definirlo con aceptación internacional
y
en. términos claros, concretos y precisos. No deja de ser motivo
de asombro que
nádie haya. sido capaz de definir el dinero, al
igual que ha ocurrido con las otras medidas fundamentales: sa­
bemos lo que es el kilo, el metro, el minuto, el vatio, etc., y
todas estas medidas están
, respetadas e impuestas por el Estado.
Al hablar de dinero,
es preciso tener en cuenta que en dicho
término hay dos siguificados o acepciones: la de dinero
como
moneda de un país, o sea, el deoominador común, abstracto y
la unidad que ordena
la vida económica. En segundo lugar, viene
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DE LA NADA AL HOMBRE
el dinero, es decir, los billetes y acuñaciones que integran la
moneda ; de donde podemos decir que el dinero es una abstrac­
ción
y un concepto legal más o menos derivado del orden na­
tural, comd lo es el metro, el minuto, el vatio.
Pero lo realmente importante
es la .emisión de moneda; ya
la exponía Amschel Mayer Rothschild: «Denme el derecho de
poder emitir el dinero de una nación
y ya no me interesará quién
hace el resto de las leyes ni cómo son éstas». Rothschild sabía
que
si contaba con el poder del dinero, ¿ para qué lo demás?
Esta pregunta
la recoge nuestro teatro español: «El dinero abre
las. puertas del cielo» ; lo que indica que a nuestra juventud hay
que dotarla de esa . fina esencia de valoración para que todo en
~u vida' tenga un pesd, una medida, un tiempo y un espacio.
También se dice que la prensa es el cuarto poder, pero, ¿ por qué
no
se confiesa que el pritnero de . todos es. el dinero, cuando se
h'llla 'concentrado en ran pocas .manos? Tan importante es la
opinión de Rothschild que al ser compartida por otros banque­
ros,
se. entabló en Estados Unidos una pugna de un siglo de
duráción entre
los banqueros que a toda costa. querían obtener
el monopolio de. la emisión de moneda y regulacióJl dd crédito
y
la mayoría de dudadanos, que se oponían a el)o,, por conside­
rar que
~ta función debía ser patrimonio. del Estado ; no obs­
tant~,
los . banqueyos obruvi.ron. lo que deseaban. Luego, si
como dice Alfonso el Sabio: «Cuatro cosas tiene el Rey, que
no puede dar a
orne alguno: .justicia, moneda, fonsadera e suos
yantares». Quiere decir
que el poco o ¡:nucho dinero del que
dispongamos ha de
ser administrado para hacer el bien, y desde
mentalidad hispana, porque
ya e¡i el siglo XVI, Salamanca, gra­
cias al trabajo de los economistas. escolásticos que trabajaron en
su Universidad, ha sido la cuna de pensamiento económico . libe­
ral: esto nos lo dice la profesora inglesa, Marjorie Grice-Hutchin­
son. También nos consta que J~ Balmes, en 1844, diez años
antes de la aparición de la obra
de Gossen, a quien se atribuía
hasta hace muy poco tiempo la paternidad de las iedas econó­
micas liberales, formuló la teoría de la utilidad marginal en for­
ma casi completa.
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/OSE GÁ.BRIEL GARCIA CASTRO
Estos conceptos de capital y dinero, mal administrados, no
sólo física,
sino moralmente, llevan a la destrucción o corrup­
ción de un pueblo, con lo que
se coacciona, tanto a la sociedád
nacional, como la internacional, originando el grito de la miseria.
Todo
lo cual nos lleva a la reconsideración de un nuevo orden.
Espíritu, herencia
y futuro del Oriente Medio.
De todo lo anteriormente
eipuesto, se deduce que el hombre
tiene habilidad
para inte:rvenir en su medio ambiente, tanto
intelectualmente como política o crematísticamente; desde donde
debemos
aceptar que entre las afirmaciones más importantes del
pensamiento contemporáneo, encontramos la de que los hom­
bres
y las mujeres pueden actuar sobre el mundo en que viven;
que el mundo refleja
en alto grado sus lecciones y compromisos
y
la de que pueden cambiar su curso hacia· direcciones más
esperanzadoras o también más dectructivas. Hay que tener pre­
sente que
las tendencias y desarrollos seculares, supuestamente
racionales, niegan· al hombre moderno el confort de aclaraciones
sobrenaturales, colocándolo con una gran responsabilidad frente
al estado cotriente de los asuntos: tanto para lo que es bueno
y humano,
como para lo malo y opresivo. Resulta ingenioso y
en cierto grado justificable, el
esfuel'ZO de designar «el sistema»
como un manantial de maldad
y miseria y al mismo tiempo
absolvernos como individuos
y como grupo, de todas nuestras
responsabilidades. El hombre, o el mundo moderno, se encuentra alejado del
rígido' mundo de la tragedia griega donde los héroes hallaban
su sino y su destino, impotentes para alterar el resultado final,
de donde su operatividad quedaba limitada a la dignidad, pa­
ciencia
y elegancia con que aceptaban el veredicto de las fuerzas
misteriosas
y superiores. Pero la burocracia, el sistema, el Es­
tado
y los llamados imperativos tecnológicos, hoy día se hallan
entre nuestros esfuerzos para dotar la acción humana de dimen­
siones misteriosas, impersonales, sobrenaturales
y además para
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DE LA. NADA AL HOMBRE
absolvernos de nuestras responsabilidades; pero esta humanidad
actual, hija del Renacimiento, de la Ilustraci6n y de las revolu­
ciones científicas e industriales, difícilmente puede aceptat
ex­
plicaciones que la releguen a la periferia de las cosas. Una cul­
tura que nos coloca en el centro del mundo, con todos los gas­
tos y beneficios, tanto materiales como psíquicos, difícilmente
puede contentarse con con explicaciones que insisten sobre la
matginalidad del hombre.
Una
vez más los árabes, los israelitas y quienes los protegen
han entrado en guerra, confirmando la expresi6n de B. F. Skin­
ner, de que los hombres y las mujeres son sus peores enemigos,
de que su capacidad pata la autodestrucci6n es enorme, y de
la búsqueda de la libertad y la dignidad, tal como son
concebidm
por estos países, constituyen una amenaza pata la supervivencia
de la especie humana ; pero lo que realmente
apatece lamentable
es que de los últimos acontecimientos se pone en duda nuestra
capacidad de aprender
de los anteriores errores, de sintetizar los
aconrecimientos, de ser originales y de afrontat nuevas alterna­
tivas: en todo este asunto ha
habido una simplicidad y falta de
originalidad «brutal», porque los hombre
han vuelto a morir por
las mismas cuestiones, se dejaton llevar por las mismas fuerzas,
se atguyeron los mismos conceptos
y se pronunciaron los mismos
discursos, como si
se tratara de una viciosa vuelta sin retorno
al pasado. La prensa aparecía con estampas familiares de notas
ya conocidas, como conocidas eran la reseñas o cartas al direc­
tor, e incluso los
vestíbulos de las Naciones Unidas, dicen que
se
hacían eco de las usuales críticas y contracríticas, y hasta el
Consejo de Seguridad
vino con viejas y rancias maniobras y
resoluciones; todo lo cual,
me hace meditar y preguntatme: ¿ Nd
puede ser todo más original? Si la gente ha de ir a la guerra,
¿ no pueden encontrar nuevos motivos, nuevos argumentos? ¿ Nun­
ca podremos olvidar el pasado, empezat de nuevo, enterrar el
hacha y recordat que nuestra estancia en la tierra
es demasiado
breve, demasiado preciosa pata ser consumida por la violencia,
las guerras
y el odio?
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!OSE GABRIEL GARCIA CASTRO
Herencias: su peso.
La supervivencia, la justicia, así como la evasiva en el Me­
dio Oriente, sin olvidatnos de la noción de calidad de vida, de­
berían set obvias para todos los interesados también .debetían
contar sus vínculos con el pasado y comprometetse a una razo­
namiento creativo que libere las tendencias humanas y ponga
énfasis en
lds beneficios mutuos, sobre todo en la indispensabi­
lidad
de la paz. Tanto los árabes como los israelitas deben com­
prometetse a una forma de pensar audaz, tantear en busca de
algo nuevo y provocativo, porque todos sabemos que el mérito
últimd
de una idea o de un propósito podrían depender del
grado en que sea juzgada realista y pasados estándares y nocio­
nes de realismo y factabilidad.
La vieja nación griega de kairos podría ser la analdgía más
apropiada: se refiere a la posibilidad de construir un nuevo orden
en cuanto el pasado ha sido quebrado; y puestd que, el viejo
orden ha demostrado su
bancarrota, lo que más necesitamos en
nuestro tiempo
es una gran dosis de humanismo; por tanto,
debe ser olvidado y abandonado el viejo lenguaje; debe set
re­
definida, la nueva situación; en resumen, se ha convertido en
una necesidad de supervivencia, la creación de
un punto de vista
del mundo
totalmente distinto. Los árabes y los israelitas de­
ben trascender su pasado, sus creencias y asevetaciones actuales,
y deben, figuradamente,
emigrar hacia un nuevo mundo; y ante
las puertas de ese nuevo mundo, deben abandonar los remanen­
tes del viejd, ya que éste
es demasiado peligroso, cruel y anti­
cuado;
podríamos decir, inútil e intratable.
La carga que ha caído sobre los hombros árabes e israelíes,
en la creación de una nueva visión del mundo,
es especialmente
enorme.
Las palabras y símbolos en el Oriente Medio pueden
considerarse históricamente muertos, y ha llegado el momento
de que
nazca una esperanza en vez de una desesperación y resig­
nación. También ha llegado el momento de que los intelectua­
les asuman su propio papel, como críticos de sus sociedades
y
662
Fundaci\363n Speiro

DE LA NADA AL HOMBRE
que no se limiten simplemente a actuar, como apologistas y pro­
pagandistas ; se hace preciso una profunda cirugia intelectual
de ambas sociedades. Entretanto, la relativa aquiescencia y
re­
signación de los sectores más humanos e inteligentes dejan sin
respuesta los gritos
y formas de actuar de militaristas y desespe­
rados. No obstante, los israelitas, sintiéndose sitiados por una
cultura ajena, creen que la sociedad debe cerrar filas ; por otro
lado, la sociedad árabe, enfrentada
coll lo que ha percibido como
una fuerza de ocupación ajena, tecnológicamente superior, posee
una tolerancia menor para la crítica y la disensión ; por eso la
confrontación
con Israel acentúa la inclinación, profundamente
arraigada en la cultura, hacia la
innovación, la disensión y la
heterodoxia. Entre las reminiscencias que deben ser abandona­
das y colltra las que deben hablar los intelectuales, son las he­
rencias culturales básicas, heredada.s tanto por árabes como por
israelíes, que obturan su visión, les impelen a la violencia
y al
odio, y los entierran dentro de una realidad brutal;
los árabes
e israelíes deben aceptarse entre sí, los uno a los otros,
ya que
la gente no puede llegar a una
paz con los demás, a menos que
haya alcanzado la
paz consigo mismo. Las dos culturas deben
hacer
la paz con su pasado, con sus tradiciones y, a partir de
aquí, alcanzar la aceptación de su lugar en
el mundo, y la se­
guridad de él; con el continuo enfrentamiento, las dos culturas
se hacen trágicamente insensibles, es decir, cada una se halla
obsesionada por sus propias necesidades, rodeada por ·sus propios
fantasmas y atormentadas
por agravios e injusticias que sienten
pesadamente históricas y que parecen justificar su propia
vio­
lencia e insensibilidad.
Los israelitas llegan a la época actual a partir de la diáspora,
Auschwitz ; los árabes, a partir de siglos de humillación y ocupa­
ción, sentimiento de impotencia e intentos abortados de llegar
a una transformación social y genuina; podemos llegar a
la con­
clusión de que árabes y judíos no pueden destruirse entre sí,
por el simple hechd de que no están, en su mayoría, en guerra
los unos con los otros. Los israelitas todavían están luchando
contra los nazis, contra los antisemitas, a los que ellos y
sus
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/OSE GABRIEL GARCIA CASTRO
predecesores han debido enfrentarse históricamente, a través de
todo el mundd. Los árabes se hallan en guerra con los cruzados,
los mongoles, los otomanos, los
británicos, los franceses y siglos
de invasión y ocupación. Cada
cultura proporciona a la otra el
enemigo que necesita, y este enemigo se convierte en una som­
bra y en una extensión de los enemigos anteriores; por eso,
debemos
dar la razón a Michael Reisman cuando dice: «Los
árabes
parecen necesitar cerca un colonialista y los israelitas un
antisemita»
(El arte de lo posible, Alternativas diplomáticas en
el Oriente Medio, Princeton).
Tddos estos antecedentes, dos mundos enfrentados, son los
que
hacen al mundo bilingüe: mientras para los israelitas, mun­
do occidental, si los aliados tienen «ejércitos
de tierra, mar y
aire», los irakíes, tienen «maquinaria de
guerra»; si los aliados
tienen «directrices de información», los
itak!es, «censura»; si los
aliados «dan informe de prensa», los
irakíes «dan propaganda».
Si los primeros «eliminan, neutralizan», los segundos «asesinan,
destruyen»; si los primeros llaman a su
ejército «buenos chicos»,
el de los segundos «son tropas, hordas».
Hace tiempo, el expresidente

Nixón dijo: «en la actualidad
la Tercera Guerra Mundial lleva ya un tercio de siglo librándo­
se
... comenzó en Teherán, Yalta y Postdam, mientras que esta­
blecían
las bases de la Europa de la postguerra» ; ya hace diez
años, cuando se anunció
el nuevo orden mundial, Nixon justi­
ficó la obligación legítima de Estados Unidos, de intervenir en
ese enclave vital, a quince
mil kilómetros de sus costas atlánti­
cas, porque «determinar
quién domina qué en el Golfo Pérsico
y en el Oriente Medio es la clave para determinar quién domina
qué en
el mundo», y como si fuera un profeta, con diez años de
anticipación, vuelve a predecir: «en su gran mayoría, las reservas
de petróleo crudo del
Golio Pérsico se encuentran a pocos cen­
tenares de millas de las fronteras de Irak, en cercanas zonas de
Irán, Kuwait, Arabia Saudí y los Emiratos Arabes Unidos. El
resultado
de una invasión llevada a cabo por Irak en esta zona,
serla una enorme transferencia de intereses».
Henry Kissinger, exsecretario de Estado
ndrteamericano, y
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DE LA. NADA AL HOMBRE
Premio Nobel de la Paz, presenta en Madrid sus memorias
en 1980 y dice que su proyecto en 1975 era invadir Kuwait,
y respecto a los países árabes, no ve inconveniente en la ame­
naza con represalias económicas o incluso la intervención ar­
mada y en la crisis del petróleo de 1973, sufrida por Estados
Unidos, Jean Lombard, en una nota
aclara al respecto: «desde
el verano
de 1973, unidades especiales americanas (9.000 hom­
bres)
han sido entrenadas para una guerra en el desierto de Mo­
ra ves (Aikali Canydn, entre Arizona y Califonúa). Un estudio
preparatorio, confiado
al profesor Rohert Tucker ( de la Univer­
sidad John Hopkins) preconiza una acción militar, llamada
«Prometeus Fire», en
el Golfo, entre la frontera Irakí, Kuwait
y Qatar, Omán,
wna cuyo centro sería Dharam. en Arabia con
intervención. de elementos
paracaidistas y helitransportados, de la
82 división de marines, desembarcados del portaaviones Enter­
prise. Este navío se presenta en el Golfo (procedente de Fili­
pinas) el 7 de enero de 197
5, escoltado por uno y luego por
dos
cruceros y seis destru(Otores. El 6 de enero, Kissinger había
dirigido cinco mensajes a los países del Golfo,. productores de
petróleo y
otros a los Emiratos, pidiendo autorización para la
estancia de los destructores y el desembarco provisional de ma­
rines y otro a Behrein para obtener facilidades portuarias. Ame­
naza a la que contestó Kuwait declarando que preferiría destruir
los pozos»
..
Con este breve resumen, parece vislumbrarse también la idea
de W artug, uno de los banqueros que financiaron la revolución
rusa y que anunció ante el Senado de los Estados Unidos: «se
quiera o no, tendremos un gobierno mundial. La única
cues­
tión que se plantea es la de saber si este gobierno mundial
será establecido por consentimiento o
por conquista». También
palpamos el gran influjo del capital; Jean Jacques Servan­
Schereiber, el famoso
y controvertido periodista fundador de
L'Express, en su libro El desafio americano, publicado en 1968,
pronosticaba, para estas calendas
de los 90, que la tercera po­
tencia industrial del mundo, después de Estados Unidos y la
Unión Soviética, podría ser, no Europa, sino la industria ameri-
665
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JOSE GABRIEL GARCIA CASTRO
cana en Europa. A Servan-Schreiber le falló el vaticinio, pues
con el derrumbre de la
Unión Soviética, que no supo vislumbrar
Estados Unidos, merced
a su penetración de grandes capitales,
invertidos en las naciones integrantes
de la Comunidad europea,
se convierte
de facto en la primera potencia mundial, y también
en
la segunda. Los gigantes de la industria americana, los colo­
sos de W a1l Street han secuestrado económicamente a Europa,
que
es tanto como detentar el poder en el viejo continente; de
aquí que un biógrafo de los Rosthchild dijera que «mandar en
quien manda es el alcaloide del poder».
En estas circunstancias, desde que el 2 de agosto de 1990
Saddam Hussein invadió Kuwait, hasta el estallido del conflicto
bélico, con todas las gravfsimas cdnsecuencias de una guerra en
que los contendientes disponen
de armas sofisticadas, se ha re­
petido mucho la frase-sésamo: «el nuevo orden mundial». Pero
la mayoría de los
puebl.ds, en nombre de las cuales supuesta­
mente se actúa, no
tienen. la más mínima idea de lo que quieren
significar estas palabras mágicas. También se conoce a este
con­
flicto como «La guerra de las siete hermanas»: Shell, Mobil,
Texaco, British Petroluim, Standar Oil, Gulf y
Amoco. Pero
todo tiene su explicaci6n.
Y a en el siglo
XVIII se conmentaba que el mundo caminaba
hacia «una
gran República», d mundialismo anárquico. En el
siglo XIX Mazzini la vulgarizó en consignas revolucionarias, con
su Alianza Republicana Universal, publicada en Nueva York, y
Proudhon llamaba a su
temía sobre el mundialismo «Federalis­
mo Universal». Mazzini publicaba su ensayo
en 1867 y cinco
años
más tarde el Presidente de los Estados Unidos, Grant, de­
claraba: «nuestra gran República está destinada a servir de guía a
todas las otras
... »; como vemos, la idea del Estado-guía está
arraigada de forma tal que en
la Primera Guerra Mundial empieza
a configurarse como
el «desfacedor de entuertos», la nación sal­
vadora de los pueblos oprimidos, consistiendo su acción salvífica
en el restablecimiento del orden y de la paz; así la idea, es ma­
ravillosa pero para llegar a este dominio universal se necesita
un pacto que, según Pierre Virin, «refleje la complicidad del
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DE LA NADA AL HOMBRE
humanismo iniciático con el imperalismo financiero». A pesar
de esto se necesitaba un
dogma filosófico y casi religioso, y es
entonces cuando Albert Pik y Adriano Lemmi desplegaron, en
1888,
la campaña de pacifismo universal, que desembocaría en
la Sociedad de Naciones. Esta Sociedad de Naciones consagró
la desaparición de tres imperios que estorbaban los planes del
futuro nuevo orden mundial:
el austro-húngaro, el de los zares,
y el alemán. Mientras sostenían, con la ayuda de las altas finan­
zas internacionales, la revolución rusa de 1917, Tras el fracaso
de
la guerra europea, aparece la O.N.U., que pondría los cimien­
tos del mundialismo
d nuevo orden , mundial, pero hace apenas
un minuto estelar, cuando el derrumbamiento del muro de Ber­
lín, cuando Europa respira tranquila, aparece un líder carismá­
tico árabe, Saddam Hussein invade el rico
emirato de Kuwait con
la excusa de que
pertenció a Irak antes que al protectorado de
Inglaterra, con lo que
le había arrebato, no sólo la riqueza, sino
una salida al
mar, con lo que nos encontramos también con los
siguientes problemas en
la zona: la rivalidad Siria-Líbano, el
contencioso Israel-Pueblo Palestino, siendo precisamente Israel
el gran
protegidcJ de Estados Unidos y a su vez el Estado gen­
darme que vigila a los poros petrolíferos que están bajo el con­
trol de las Siete Hermanas.
La 0.N.U. condena al pueblo de Irak a un bloqueo interna­
cional,
en el que han tomado parte todos los pueblos de la
O.T.A.N., parte de los países árabes que tienen interés econó­
micos o interdependencia política con los Estados Unidos, con
lo cual vemos que el nuevo orden mundial está en marcha, tiene
el mundo libre su nuevo
Cancerbero, tras el cual se encuentran
las altas finanzas internacionales, las que financiaron la Peres­
troika
y, finalmente, la paz. Sin embargo, se ha producido la
discrepancia entre pueblo
y dirigentes de las fuerzas multina­
cionales, estos gobiernos han tenido su
talón de Aquiles en las
campañas unánimes de los pacifistas, desarrolladas
en su reta'
guardia, mientras que el pueblo que sigue a Hussein estaba
dispuesto a morir sin excepcione•; un pueblo que
rezaba en las
merquitas
y paseaba por las calles de Bagdad, cuando llovían
667
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JOSE GABRIEL GARCIA CASTRO
los misiles americanos. En estas tierras bíblicas, bañadas por el
Tigris y el Eufrates, donde se dice que estuvo el Paraiso, son
ahora un infierno de destrucción y de muerte, y mientras, ciertos
poderes
caminan a la consecución de un nuevo orden mundial,
los que dictan las directrices por las que
se ha regir el mundo
surgido de esta nueva hecatombe,
se han frotado las manos,
porque el negocio de la guerra va
vientd en popa.
Solamente una mirada hacia atrás puede decirnos lo que apor­
tan. las guerras a las sociedades, tanto las que se preparan y
organizan, como las que . lo viven. Las guerras invaden, inevita­
blemente, todos los aspectos de las sociedades combatientes;
alteran sus prioridades, distorsionan
su modalidad y erosionan
sus normas y labores ;
. es difícil para las sociedad.e~ e,cportar sus
guerras
y pasarlas a sus enemigos ; incluso .aunque avancen miles
de millas,
el trastorno doméstico es siempre enorme; la eviden­
cia sobresaliente que .nos recuerdan constantemente los ameri­
canos, confirman lo
qi,e mµchos habían intuido, que las guerras
son prohibitivas, que sus
. cdstes sociales, psíquicos y .morales
desafían t sociedad pueda
aislar sus instituciones, estructuras y valores.
Además de sangre y
.dinero, una sociedad gasta algo situado
en
el centro de su corazón y de su . alma q,ando se enzarza en
una
guerra.: la moralidad se convierte en algo muy conveniente
para aquellos que favorecen
.las guerras ; la compasión es otro
lujo que no puede ser evitado,; lo mismo es vilido para las leyes,
el
derecho de .los individuos y Ja noción de libertad ; las guerras
representan una especie
de fuego en manos. de los peores elemen­
tos de la sociedad, una apedación a los instintos
más bajos y una
sofocación. de
valores y de la decencia. Es una ilusión pensar
que
el mundo occidental, árabe e israelita, puedan complicarse
en guerras en Vietnam
y en el Oriente Medio, y que todavía les
quede
un grado suficiente de compasión y libertad, dentro de
sus propias fronteras.
Es incompresible que la gente pueda matar
a otra gente por un lado, y ser a la
vez buenos padres, vecinos,
esposos y amantes de un
. orden ; la maquinaria burocrática del
Estado puede sostener esta ilusión,
pero la crisis social y moral
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DE LA NA.DA. AL HOMBRE
que embarga a América, después de la lucha de Vietnam, des­
truye esta ilusión. Ganar o perder, términos irremisiblemente
inútiles en las vidas modernas
en general, y en .d Oriente Medio,
en particulat' lleva consigo para una sociedad que hace la gue­
rra, sucumbir a la atrogancia (si la gana) y al odio (si la pierde),
y, sobre todo, no hay duda de que fracasa a la hora de
proporcio­
nar las cosas mínimas para una vida decente y meritoria.
Como conclusión, podemos decir que una sociedad hace algo
más que despilfatrar los fondos públicos cuando se entrega a
una guerra ; pocas facetas de su vida permanecen inmunes al
impacto de ella: su educación, su cultura, la salud mental de
sus ciudadanos, así como la noción
. de lo que. es adecuado y de lo
que no lo es; y, sobre todo,
la población aprende a racionalizar
la
mayoría. de cosas y a. aceptarlas como un hecho de la vida; así,
los árabes aceptan la propaganda oficial y
la retórica de sus
jefes,
cdmo el precio que deben · pa¡¡at para movilizat sus so­
ciedades e incrementat sus éxitos, frente a sus medios. Los is­
raelitas, o mundo occidental, a su vez, aprenden a aceptat la
destrucción,
el derrocamiento de casas, la negación de los dere­
chos de los .habitantes árabes a volver a· su patria y el bombar­
deo de civiles durante los raids.
·
Las guerras tambiétl tienen más resultados desastrosos: se
niegan y suspenden posibles reformas y cambios que pueden y
deben ser
afrontadog, y entonces, la visión de una futura refor­
ma y un nuevo cambio, se ve pervertida y distorcionada. Ha
llegado el tiempo en que dolores . y desastres solamente pueden
evitarse si la gente se niega la comodidad de
. los sueños, el
inhibirse y las. ilusiones.
Similitud con la Liga del Peloponeso: 550 al 450 a. C.
Antes hemos señalado que los humanos carecemos de origi­
nalidad en las guerra y en la paz: «nada hay nuevo bajo el sol».
La Liga del Peloponeso es la primera y más importante coalición
griega permanente, el primer serio esfuerzo para romper
el
669
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/OSE GABRIEL "GARCIA CASTRO
individualismo de las ciudades-estados. Desde antiguo hubo en
Grecia divetsas
confedetaeiones de ciudades, como la Liga An­
fictiónica, la Confederación de Deocia; peto ninguna adquiri9
la importancia y cohesión de la · Liga del Peloponeso. Fue la
imaginativa Esparta la
primeta en lanzar a la política griega por
estos nuevos detroteros.
El origen de la Liga, como el de tantos otros
hechos anti­
guos, es oscuro e impreciso.
La política exterior de Esparta, hasta
la mitad del siglo VI a C., es la de un pueblo guetrerO primitivo:
conquista
y esclavitud. Esparta padecía hambre de tietra y los
fértiles campos de sus vecinos resultaban una tentación dema­
siado grande ; en esto tenemos
la raíz de las guetras con Mese­
nias, Argos y Arcadia: más tietras y más esclavos para labrarlas.
Un pintoresco ejemplo
típico nos lo ofrece la primera guerra
Tegea: los espartanos salen a campaña con varas de medir
y
cadenas, además de las armas: varas para parcelar las tietras y
cadenas para los cautivos ; peto la suerte se volvió contra ellos
y los tegeos no tuvieron necesidad de otras cadenas para los
prisioneros
y la advetsidad debió hacet cuerda a Esparta ; es
desde este momento cuando su política exterior toma un rumbo
distinto; renuncia a
la idea de conquista y empieza a establecet
una amplia red de alianzas
por el Peloponeso. ¿ Cuál pudo set
el motivo del
tal cambio de política? Tal vez pudo suceder algo
así comd una retirada a tiempo, pues aunque el ansia de
con­
quista rara vez dice ¡basta!, También es cietto que Esparta ha
sido el único caso en la historia
de un pueblo guetreto por esen­
cia, pero sin ambición.
El secreto está en su sistema de propie­
dad, que actuaba como
un freno automático sobre la ambición,
tanto individual como
colectiva ; toda la tierra de Laconia esta­
ba parcelada en lotes familiares inalienables, que los ilotas tra­
bajaban, mientras
que el espartano vivía con modestia, peto sin
preocupación de parte de los frutos. Con este sistema,
se com­
prende que al principio estuviese Esparta en guetra a muerte con
sus vecinos, hasta ganar
tierra suficiente, por lo que la conquis­
ta de Mesenia parece haber llenado todas sus aspiraciones, te­
niendo presente dos cosas: que parace que Esparta nunca tuvo
670
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DE LA NADA AL HOMBRE
exceso de población y que no aumentó indefinidamente el nú­
mero de los esclavos, mientras no fuese superior al número que
ellos podían dominar. El cambio de esta política también pudo
obedecer a que Esparta intentase hacer virtud de la necesidad,
pues Herodoto nos dice que las guerras contra Tegea fueron
porfiadas
y los reveses espartanos frecuentes y dolorosos ; por
eso, la lección que recibió Esparta de Arcadia resultó dura pero
instructiva.
Herodoto pone el triunfo de Esparta sobre Tegea en la
respuesta del oráculo de
Delios: «no vencerían mientras no res­
catasen los restos de Orestes que se hallaban ··en un lugar de
Tegea', en Arcadia, donde soplan dos vientos bajo poderoso
apremio
y se dejan oír golpes encontrados y dolor sobre dolor».
Una circunstancia casual los puso en
las pistas del enigma que
era simplemente una fragua
y donde encontraron un ataúd con
los huesos de un hombre
de siete codos de estatura; los restos
de Orestes fueron llevados
en triunfo a Esparta y con ellos llegó
la
fortuna a las armas espartanas. Este hecho simbólico vuelve
a repetirse cuando Cimón trae desde
Sciros. a Atenas los huesos
de su héroe nacional Teseo. Es el intento político de aparecer
como el adalid en el Peloponeso.
Vemos cómo se produce siempre una idea motriz, ideológica
o religiosa,; Orestes, en este caso,
es el símbolo ante los arca­
dios, que se consideraban como los descendientes de los primi­
tivos habitantes del Peloponeso antes de la invasión doria ; por
lo que resulta natural, con el mito de la pOSesión de los restos
de Orestes, tratarse de hacerse heredera, si no por
ra2a, sí por
adopción, de las glorias del mundo aqueo celebradas por Ho­
mero
y atestiguadas por las grandiosas ruinas de Misenas. Para
el tiempo de
las guerras médicas, la leyenda espartana había
tomado cuerpo; así, cuando Gelón, tirano de Siracusa, propone
para su
colaboración en la guerra contra Persia, que ha de ser
él el jefe supremo de los griegos, a los que
los delegados espar­
tanos contestan que Agamenón gemiría en su tumba si llegase
a oír que
los espartanos habían cedido o otra ciudad el mando
supremo del
ejército aliado.
671
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/OSE GABRIEL GARCIA CASTRO
La Liga se formó con los siguientes estados: la antigüedad
le corresponde a Tegea; el resto de Arcadia no pudo tardar
mucho en
uníraele; Esparta incorpora por la fuerza a Sición ;
Elis, también
es de las más antiguas, ya que Estrabón afirma que
había luchado al lado de Esparta en la segunda guerra de
Me­
senia, y, por último, Corinto, debió formar parte de la Liga para
la expedición de Samos, pues no parece que Esparta tuviese ella
sola la flota necesaria para semejante expedición.
En cuanto a quién pertenece o a quién se debe la idea de
la Liga del Peloponeso,
sólo existen débiles conjeturas ; pero de
las dos casas reales de Esparta., la que podría quizás reclamar la
originalidad, podría set la de los Agiadas, en particular sus dos
reyes Anaxandridas
y sobre todo Cleómenes. No obstante, Dic­
kins atribuye la idea al éforo Quilón, aparte de otras conside­
raciones genetales, por un fragmento de un Rolamls papyrus:
«Quilón, el laecedemonio, siendo éforo, y Anaxandridas al frente
del ejétcito, dePusieron . las tiranías de. Grecia. Lo que si pode­
mos
. afirmar es que el influjo de la Liga del Peloponeso se debe
en gran parte a Cleómenes: con él la Liga vino a set, por el
tiempo, el
supremo poder de Grecia y durante la invasión persa,
la única podetosa defensa
griega a la que se fueron uniendo las
demás ciudades patriotas. Un indicio de .la posición de Cleómenes
dentro de la Liga
es la persistente fidelidad de Arcadia a Cleó­
menes en el 490, ya en desgracia, aun con peligro de atraetse
las
fePresl!lias de Esparta. La· naturaleza de las confederaciones
griegas era enteramente distinta a la de las Naciones Unidas
modernas. Hoy
día, los confedetados renuncian, en teoría al
menos, en manos de la Asamblea, sus respectivas sobetanías en
las materias concernientes, los votos son. iguales, y la última pa­
labra la tiene la resolución final de la
Asamblea; a lo más que
pueden aspirar los miembros más poderosos legalmente es a set
mandatarios o ejecutores
de la Asamblea, y a ponet a su dispo­
sición su poder o influjo.
Las
alianzas griegas no etan así ; hoy se conocen con los
nombres de Liga del Peloponeso o Liga de Delos ;
pero emplea­
ban una terminología mucho más exacta: tanto Herodoto como
672
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DE LA NADA AL HOMBRE
Tucidides, la designan: «los laecedemonios y sus aliados» o «los
atenienses y
sus aliados» y a esta frase correspondía exactamente
la realidad,
ya que se trataba de una alianza no mutua sino bi­
lateral, pues lejos de renunciat los espartanos a su soberanía en
manos
del Consejo de la Liga, eta más bien la Liga quien venia
a convertirse, práctica y legalmente, en instrumento de las am­
biciones de Espatta; por lo que solamente había dos votos: el
de
Espatta y sus aliados. 1
El imperalismo de Cleómenes tenia que llevarle a la guerra
contra
algo, pero los auspicios, dice Herodoto, no fueron favo·
tables; patece como si el dios-río, d la geografía del terreno, no
le fueron propocias,
pero Argos sufrió 6.000 bajas, aunque tam·
bién tuvo su Agustina de Aragón en la poetisa Telesilla, que
supo levantat en
atmas a mujeres, viejos y esclavos, que se
apostaron en las mutallas de la ciudad y recbazaton el ataque
del espattano.
En cambio, Espatta quedó ya dueña del Peloponeso
y
se suman a la Liga Misenas, Tiritno, Tresón, Epidauro y Her­
miones, que figuran como aliados en la columna de la serpiente
erigida en Delfos.
Toda esta
similitud de la Liga del Peloponeso refleja la
visitudes del actual Guerra del Golfo y de las anteriores guerras
mundiales, y que toda la historia del hombre como tal gira en
tomo a
la ambición y el egoismo y que las dislocaciones del
medio ambiente, difícilmente han quedado limitadas
como en la
actualidad, israelíes-occidentales, árabes, dos culturas que conti­
nuamente se han estado enfrentando. Por tanto, las partes no so'n
libres de enzarzatse en guerras, violencia y destrucción; la vieja
noción
de que los pueblos y naciones son libres pata tomat su
destino en sus propias manos, es anacrónica en un sistema de
orden mundial tan
frágil e interdependiente; una libertad de
este tipo nos fuerza a
reconsiderar nuestra conoepción tradicio­
nal

de
la libertad individual y de los límites adecuados de nues·
tros derechos y responsabilidades. Así como resulta difícil ais·
lat a los demás de la persecución de lo que hacemos, los límites
morales colocados delante de nosotros se convierten en comple­
jos conflictivos. Nos invitan a ser precavidos, serenos y humil·
673
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/OSE GABRIEL GARCIA CASTRO
des y mientras el derecho a superarnos es una elecci6n individual,
debemos tener cuidado en no arrastrar a los demás y debemos
respetar
su derecho a determinar sus destinos ; a la inversa de
Sans6n, no podemos destruir el templo sobre nosotros mismos
ni sobre los demás,
ya que viven en él demasiada gente y hay
demasiados miembros inocentes.
El conflicto de la Guerra del Golfo ha polarizado naciones,
comunidades e individuos; individuos y políticos inteligentes
han intentado encontrar
un camino independiente y separar lo
bueno de la malo,
pero siempre se ve el esfuerzo dificultado por
exigencias totales y pronunciamientos sobre autoderecho.
El mun­
do entero
se encuentra, asimismo, en el centro de una disputa
que
ha puesto en peligro su seguridad, socavando sus economías
y al haber renunciado a la neutralidad,
ha dividido a sus pobla­
ciones en
campos antagonistas y hostiles.
La mayor . arma en el conflicto de Oriente Medio ha estado
constituida por el
petroleo, que si bien ha logrado un éxito ini­
cial, no ha carecido de riesgos y costes para lcis árabes, para los
consumidores de petr6leo y para el mundo en general; incluso
el relativamente aventurero régimen
irakí ha sentido los riesgos
implícitos del
petroleo. El petroleo del Oriente Medio, además
de otras riquezas de la regi6n, pone de manifiesto la exigencia
de llegar a
un pensamiento y a una orientaci6n ordenada del
mundo. A pesar de que
e,l mundo árabe e israelíes-occidentales,
se ven asimismo como una parte integral de este mundo, con los
debidos derechos y responsabilidades, es
d11doso y mostrarán
sensatez y consideraci6n suficientes en favor de la paz y seguri­
dad mundiales ; es cierto que ciertas naciones necesitan armas y
de una forma
más general, al igual que otros, por otras circun­
tancias,
se encuentran viviendo en un mundo interdependiente,
que coharta algunas ventajas y líbertades y da Jugar a otras de
distinto tipo. También es
dudoso si las presiones externas, as(
como la simple fuerza exterior les dejará jugar a provocar la
ruina,
de la estabilidad y bienestar mundial ; pero aprendiendo
a apreciar en
sf mismo las realidades de un mundo interdepen­
diente, tanto árabes como israelíes-occidentales pueden ahorrarse
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DE LA NADA AL HOMBRE
en sí mismos y a los demás una gran cantidad de agonía y
miserias y pueden evitar peligrosas situaciones y peligros. La
cuestión básica que debe ser resuelta en el Oriente Medio, en
la cual tienen el máximo interés. todos los seres humanos, puede
proponerse simplemente:
¿ Prevalecerá un futuro? ¿ O será sacri­
ficado a la arrogancia, al nihilismo, o a
la irresponsabilidad?
¿ Puede la gente cambiar sus hábitos adquiridos, sus ideas mol­
deadas y construir nuevos enfoques, nuevas relaciooes y nuevos
compromisos ?
Hay que tener presente que la dominación acartea la rebe­
lión, el resentimiento y el odio ;
la tarea de construir una socie­
dad justa y viable en el mundo árabe exige romper con el
pasado
y llegar a una orientación futurista.
No olvidemos que en la Liga del Peloponeso, los lacede­
monios
se hallaron en la precisión de llamar en su ayuda a sus
antiguos aliados y
a Atenas en especial, por lo que
si en aquel
momento, en
vez de estar en el poder Cimón, hubiese estado
Tem!stocles d Pericles, tal vez a Esparta le hubiese llegado su
hora ;
pero Esparta no supo comprender el esfuerzo que le había
costado a
Cimón contener el rencor de los atenienses y al cabo
de cierto tiempo terminó despidiendo desairadamente el ejército
ateniense, ocasionando así
la caída y el ostracismo de Cimón y
atrayéndose de rechazo sobre sí misma más de medio siglo de
guerra encarnizada con Atenas. No olvidemos que la raíz
última
de toda rebelión es el natural instinto de libertad común a hom­
bres y pueblos y que
si en las guerras médicas nd faltaron. a
Esparta hombres grandes, también hemos de notar que mientras
Atenas puso la confianza en sus hombres y tuvo
la suficiente
elasticidad para adoptar las medidas que los tiempos reclama­
ban, sin embargo, Esparta, persistió tercamente en la rigidez de
sus instituciones y su política, que resultaban estrechas para los
planes ambiciosos de un Cle6menes, un Leotíquidas
y un Pausa­
nias, por lo que terminaron por hallar a
Esparta inaguantable y
Esparta a ellos, peligroso. Esparta y su Liga tuvo espléndidas
ocasiones que no supo o no se atrevió a explotar. La historia
de Grecia les debe a ambas
un beneficio y una desgracia: sin
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JOSE GABRIEL GARCIA CASTRO
Esparta y su Liga, quizá la heroicidad de la independencia griega
contra Persia hubiese resultado estéril ;
pero Esparta y su Liga
fueron también
las que iban a hundir años más tarde el poderío
de Atenas y la Liga de Delos, privando así a Grecia del influjo
de la Atenas
de Pericles.
Nosotros vamos a ver las posibles conclusiones beneficiosas
en el Oriente Medio. Son siete.
l.ª) Es necesario una Conferencia Internacional de Paz,
respaldada por la O.N.U. que
se reconozca el Estado Palestino
con enclave geográfico.
2.ª) Reconocimiento, por todos, del Estado de Isarel,
den­
tro de sus fronteras de origen y con devolución de lo ocupado.
3.ª) Que el pueblo libanés recupere su
soberanía plena.
4.ª) Que Irak permanezca retirado del territorio
Kuwait! y
se le
dé una salida al mar.
5. •) Fijación de un precio justo al petróleo para que no
desequilibre la economía occidental.
6.ª) Ayuda para el desarrollo del tercer mundo y
países ára­
bes, conteniendo de esta forma la emigración a Europa.
7
.ª) Fomentar la amistad entre occidente y mundo árabe.
(Bias Piñar. Conferencia en
la Facultad de Derecho).
A un nuevo Cluny por el arte de la reconstrucción.
Si en Cluny, San Pedro reveló al monje Gunzón los planes
del templo abacial, y el monje
se lo transmitió a San Rugo, quien
se puso a construir la gigantesca Iglesia, centro del imperio
monástico que
refdrmó las costumbres de su tiempo, no debemos
olvidar que
tal vez fuese porque tras la muerte de Carlomagno
se abatió sobre Europa una edad oscura ; nadie vislumbraba en
lo alto de la montaña que la
voz de Dios volvía a invitar a subir;
por eso, el vandalismo y los latrocinios invadieron casi todo;
las
costumbres cayeron en un estado francamente calamitoso y, como
es lógico, toda la economía carecía de
sentido para ayudar al
hombre y, para cohno, se generalizó una creencia de que en el
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DE LA NADA AL HOMBRE
año 1000 ocurriría el fin del mundo, olvidándose de que San Pa­
blo cuando sus fieles declan, ¿ para qué trabajar si el fin del
mundo está cerca?, afirmaba: «precisamente en
esos tenéis que
ser los buenos administradores como
decía el Maestro» ; es como
si modernamente nos tradujera: «alma joven, levántate, leván­
tate porque el mundo es el alba de tu vida». Aunque hoy, y,
sobre todo
para el Oriente Medio, no podemos llevar el espíritu
religioso de Cluny, sí podemos a través del organismo pertinente
trasvasar
la verdad, el bien y la belleza, que al menos en esto
podamos ser originales y tuvieron tanta importancia en la
men­
talidad de la Europa, que a Enrique IV, rey de Alemania, cuando
trat6
de imponer un antipapa, todos los señores le dijeron «que
tenla un año para conseguir el perd6n y entonces .

. . la cristian­
dad entera supo que
la moral católica debía ser respetada hasta
por los poderosos»;
es decir, la fuerza espiritual de Cluny había
triunfado sobre la primera potencia de la época y todo el mundo
podía comprobar que el Santo Padre era el padre de reyes y
fieles del mundo.
En esto hemos visto un
símil de encauzamiento hacia el bien
del mundo, es decir, que si Le6n
XIII expuso que la Edad Media
fue una
época en que la filosofía del Evangelio gobernaba los
Estados, compenetrado las leyes, las instituciones y
las costum­
bres de los pueblos ; tiempo en el que el poder social unía la
con­
cordia y la correspondencia de mutuos deberes ; no podemos
negar que organizado
así el mundo y la sociedad produjo un
bienestar muy superior a toda imaginaci6n
;. y aún se conserva
la memoria de ello en un sinnúmero de monumentos
de aquellas
gestas y que nadie podrá
destruir u oscurecer.
Un gran hombre como fue
San Rugo el Grande levantó
Europa de la barbarie a un grado tal de civilizaci6n que todos
quedamos asombrados. Esto quiere decir que en ese nuevo
or­
den bien se podría empezar por cultivar y perfilar el espfritu
artístico si realmente vamos a sacar
de la idigencia ese gran
continente afroasiático ; pues el arte
es la expresi6n del alma
humana y es normal que cuando desaparezca el odio, el lujo
superfluo y la pobreza, los espíritus tiendan hacia
lo bello,
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JOSE GABRIEL GARCIA CASTRO
dentro de las características de cada civilización y romo reflejo
de ese nuevo orden, tanto en la arquitectura, como en la pin­
tura, escultura, música, etc., podríamos conseguir el reflejo de
una época, haciendo que los rascacielos tengan la elegancia del
Partenón o de las catedrales de Europa.
Otro de los fines sería los centros de cultura; tan grande
fue la gran reforma monástica de Cluny, que .convirtieron la
cultura en un
. instrun1ento espiritual que no solamente elevó el
nivel cultural de reyes y. pueblos, sino que de las catacumbas con
un grito de piedra, formó en el espacio del estilo gótico que
algunos han llamado la escolástica de piedra. No
es por casuali­
dad que surgen los estilos; al reflejar un estado de alma, edu­
can en su espíritu a
los que los contemplan o se ven rodeados
por
sus expresiones; así, evocando el arte moderno, Picasso nos
dice: «la belleza no me importa
... lo que nos interesa es el
drama del. hombre». (Citado por Henri Charlier en Itinéraires,
4 Rue. Garanciere, París). En el arte debemos hacer también un
nuevo orden: si el románico, el gótico, el barroco, fueron cris­
tianos,.
y as! se expresaron y Id vivieron las grandes inteligencias
cristianas, como expresiones imbuidas
de fe y virtud, que ponían
cada cosa en su lugar con. una magnifcencia que enalteció a la
sociedad dando
todo lo mejor a su Dios, aunque ellos a la par
lucharan contra lo mediocre y, ¿ por qué no iban a transmitir­
nos la verdad, el bien y
la belleza? Se habla de las buenas ideas,
pero no
se pone énfasis en presentar la nobleza de las buenas
costumbres y los ambientes. Hay que presentar un programa
total, donde la inteligencia y los sentidos
. se vean impelidos a
tender hacia la verdad, el bien y la belleza; entonces, todos
podremos rendir el 100 % . Es lógico que la misión de Cluny
ya esta cumplida en el siglo XII, pero ahora que estamos en el
siglo de
los derechos del hombre, ¿ no hemos de encontrar una
razón para poder repetirnos, no en los errores, sino en los acier­
tos para construir. el nuevo orden tan deseado, tan enraizado en
nosotros, como un pueblo, que
al igual que Pío VII, podamos
decir a Napoleón cuando amenazó
ron destruir a la Iglesia:
«Señor,
va a ser dificil, sin nosotros, sacerdotes, no hemos podido
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DE LA NA.DA AL HOMBRE
en dieciocho siglos, nadie podrá», pero sí el bien, la verdad y la
belleza son la raíz del nuevo orden; la prosperidad brotarán con
tanta admiración que bien podremos repetir
lo de los israelitas:
«es una tierra tan
fértil que la leche y miel brotan de sus campos».
CONCEPCION DEL TRABAJO ·
.ANTROPOLOGÍA:
a) Como ciencia: Sencillez, belleza.
1.
Dos puntos de contacto con la Antropología clásica.
Punto de
partida: Fainomenon-Noumenon.
Puntd de llegada: Telos, Entetekeya.
Historia: Egipcios, siglo XIII, investigación centrffnga y
centrípeta.
Antropología científica: espacio-tiempo. Proceso
analítico
y psicología experimental y analítica.
b) Antropologia y filosofia:.
a) Memoria 1942: primer postulado: espacio; segundo pds­
tulado: tiempo ; ambos estaban excluidos de la física
galileana ; esto originó incomprensión por causa de • ma­
teria
y pensamiento: El principio aristotélico ; a nivel
de
Antropdlogía ; la nueva antropología encuentra. sus
raíces.
SOCIEDAD DIALOGANTE:
Comprensión del microcosmos y macrocosmds, basados
en
· Sócrates: diálogo; evolución del cristianismo ; Real
Madrid.
El diálogo, ¿ es siempre bueno? Valores éticos,
educación. Valor del diálogo. Sociedad feliz: propiedad­
dinero.
ESPÍRITU, HERENCIA Y FUTURO DEL ÜRIENTB MEDIO:
l.º) El hombre influye en la dirección del mundo.
a) No es el mundo griego, pero sí la burocracia. No debe
irse a la periferia.
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/OSE GABRIEL GARCIA CA.SIRO
b) El hombre tiene capacidad de destrucción. No somos
capaces de sintentizar y aprender de los errores ante­
riores.
2.º) Herencia: hay que cortar vínculos y ver beneficios mutuos.
Kairos: nueva visión del mundo. Se nos hace bilingües.
3.º) Futuro
... Nixon, Kissinger en sus memorias. El fundador
de L'Express.
c) Similitud con la Guerra del Peloponeso. Solución al
conflicto.
A UN NUEVO CLUNY POR EL ARTE DE LA
RECONSTRUCCION
Historia. Espíritu
artístico. Centros de cultura, verdad, bien,
belleza.
BIBLIOGRAFÍA:
Historia de la etnologla. Los precursores. Angel Palerm. Edito­
rial Alhambra, S. A.
Teorías de la cultura y métodos antropológicos. Ino Rossi. Edi­
torial Anagrama.
El origen del hombre. Editorial Historia. Alfonso Moure.
Cultura y razón práctica. Contra el utilitarismo en la teor!a an­
tropológica. Marshall Sahlino. Editorial Gedisa.
Historia de la etnologla. Los evolucionistas. Angel Palerm. Edi­
torial Alhambra,
S. A.
En torno a la antropología cultural. José Alcina Franch. Edic.
José Porróa Turanzas, S. A.
Historias de la antropología (ss. xv1-xrx). Britta Rup¡,,Eisenreich.
Edic. Júcar.
El hombre y la materia (Evolución y técnica). André Leroi-Gour­
han. Edit. Taurus Comunicación.
Antropologla e historia en el siglo de las luces. Michéle Duchet.
Siglo
XXI. Edit.
Antropolog!a cultural. C. Lévi-Strauss. Edit. Paidós studio/básica.
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DE L.A.. NADA AL HOMBRE
Historia del pensamiento antropológico. Edward Evans-Pritchard.
Edit. Cátedra.
Historia de la Antropolog!a. Paul Mercier. Edic. Península.
Antropolog!a estructural. C. Lévi-Sttauss. Edit. Siglo XXI Edito­
res.
Cómo dominar la Antroprilog!a. Consuelo Martínez Muñiz, M.ª
N. Ojeda Martín. Edit.
Playor.
SAGRADA BIBLIA:
Ben Halbem: Israel y Palestina: el uso político de la ética, en
Michel
Curtís, editor, pueblo y política en Oriente Medio,
Transactio Books, 1971.
United States Arms Control and
Disarmament Agency, World
Military Expenditures, 1971.
Editores, New
Out Look, marzd.ahril, 1973.
J. K. Talmón: La impotencia de la victoria: la psicología del con­
flicto árabe israelí, Dissent, noviembre-diciembre.
Varios estudiosos y teóricos árabes, entre ellos: Nadin Bitar,
Sadek el
A2em, Suheil Idris han escrito extensamente sobre
estds temas y sus obras expresan la clase de nuevas perspec­
tivas que precisan la vida árabe.
Radio Nacional
de España R. l.
Cadena S.E.R.
Serv.
lnf. TV. Española.
A-3 Radio.
A-3 TV.
Telediario
TV. l.
Telediario RAI-1.
Telediario RAI-Due.
Telediario CNN.
Telediarid Skay News.
Telediario
BBC Wold-Service.
Radio Austria
Internacional. Servicio Español.
Radio Moscú Internacional Servicio Español.
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