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Número 295-296

Serie XXX

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La previsión en las ciencias humanas. (La bioética como ejemplo)

LA PREVISION EN LAS CIENCIAS HUMANAS
(LA BIOETICA COMO EJEMPLO)
POR
MIGUEL AYUSO
1
Bertrand de Jouvenel es principalmente conocido por obras
de economía, historia de las ideas y ciencia política.
La crise du
capitalisme américain, Les débuts de l'Etat moderne o Du Pou­
voir son especialmente significativos de esta triple dedicación, por
otra parte no del todo aislada o inconexa, sino profundamente en­
trelazada. En un libro titulado
L' art de la con;ecture, entra tam­
bién en el terreno de la previsión del futuro -en castellano se
tradujo por El arte de prever el futuro polltico--, pues conjetura
en la
construcción intelectual de un futuro verosímil.
Convertido en futurólogo -si se me permite utilizar una ex­
presión que requeriría más matices que los que admite la natura­
leza de esta nota-expresa De Jouvenel en el libro su opinión
de que las distintas disciplinas experimentarán una mutación in­
terna provocada por su orientación hacia la previsión. En cada
una se preferirán, escribe,
las investigaciones que puedan aclarar
la dinámica y
se verán -Id que no implica un juicio peyorativo
en
ningún caso-menos talentos dedicados a trabajos de pura eru­
dición. Que esta conversión hacia la
dinámica, inspirada por un
propósito de utilidad social, se había producido en la ciencia eco­
nómica, es algo que apareda como firme a nuestro autor. Pero
que había de producir los mismos frutos en relación con las cien­
cias humanas entraba propiamente en las conjeturas de que se es­
taba ocupando. Pronto sorprenderá -añadía-, que la prodigiosa
expansión de las «artes de los medios» (tecnología), haya tardado
tanto en ser seguida de una expansión
de las «artes de consejo»,
pero esta última habrá de producirse con toda seguridad en Id
que resta de siglo. Concluyendo, pues, que resulta de una gran
urgencia que
las ciencias morales se dediquen a la previsión,
sin lo cual
la necesidad social a este respecto sería satisfecha
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Fundaci\363n Speiro

MIGUEL A YUSO
por la tecnología, es decir, que una actitud que se ha desarrollado
en relación a los «objetos» se extenderá a los «sujetos», que se
ensefiará a manejar como «objetos»,
A pie
de página, cita The abolition of man, una obra de
C.
S. Lewis publicada en 1945, y que acaba de traducirse al cas­
tellano, como ejemplificación admirable de la denuncia de ese pe­
ligro. Uno, me permito añadir, entre los c¡ue integran la impor­
tante problemática
de la escisión entre el mundo del progreso tec­
nológico y
la vida moral, cuya síntesis nos ha presentado recien­
temente de modo sugestivo,
en las páginas de Verbo, el profesor
Thomas
Molnar en un ensayo traducido del inglés por quien firma
estas líneas.
Una temática en la que, día tras día, se hace patente
la conje­
tura de Bertrand
de Jouvenel, y en la que se percibe 'de modo
ejemplar
la inquietud expresada por C. S. Lewis, es la que se ha
dado
en llamar' bioética. En su origen admite esta expresión dos
sentidos: uno vago, amplio y utilitario en cuanto ciencia que
sir­
ve a las ciencias biológicas para mejorar la «calidad de vida» ; y
otro restringido a
la simple ética médica. Si seguimos al profesor
Ello
Sgreccia, a quien podemos considerar uno de los más sol­
ventes tratadistas entre,
un piélago proceloso y erizado de dificul­
tades, la bioética es la filosofía moral
de la investigación y de la
práctica biomédica y, como disciplina, surge
de cuatro series de
hechos determinantes: la mejor adecuación del campo filosófico
para comprender
los limites de todas las ciencias; el avance en el
campo biológico-médico que
ha planteado el problema de los limi­
tes de lo humano ; la insuficiencia de la normativa jurídica, sobre
todo en el campo de la medicina, para aportar criterios morales a
las profesiones sanitarias y a la población en general ; y la orga­
nización de la investigación y
de la práctica médicas, controladas
de forma creciente por el poder político.
ll
Bien ha visto el profesor Sertano Ruiz-Calderón, en un libro
de extraordinario interés que acaba de dar a la estampa, la riqueza
de cuestiones --disputadas además-que implica la bioética, así
como la diversidad
de ángulos de mira con que cabe afrontarlas
y los inmensos riesgos que se alzan
detrás de cualquier mínimo
desenfoque.
Por eso, esas Cuestiones de bioética (Speiro, Madrid,
1991) sirven,
no tanto para engrosar como para desbrozar e ilu­
minar muchos temas deliberada o inconscientemente embrollados
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LA PREVISION EN, LA BIOETICAi.
y oscurecidos en el pensamiento que¡ sóló -por respetar -el conven,
cionalismo al uso, podemos llamar «moderno».
En tal sentido, su aportación se justifica plenamente en varios
niveles.
En primer término, en cuanto al rutido punto de partida
de sus consideraciones, que subrayan
cómo el mero desarrollo de
las ciencias biológicas
no basta.para explicar el éxito e intensidad
tle
la -reflexión ética sobre ellas; ni siquiera en cuanto se aplican
a las esferas humanas y •a la estructura biológica del hombre. El
avance científico, y su impacto sobre el hombre, qué duda cabe,
han suscitado nuevos problemas
o, cuando menos, han permitido
que presenten una
faz nueva los viejos de siempre; también, al
tiempo, han reaparecido -en 'el momento en que los adelantos
científicos parecen
-echar por tiérta. antiguos prejuicios y -confusio­
nes que atenazaban
el conocimiento anterior y que ni siquiera 1o­
graron perturbar el juicio moral.:....C temas, como el del aborto o-la
eutanasia, que parecían superados. Pero la justificación del surgi·
miento o desartollo· de la disciplina hay que buscarla en otro es,
trato. Para José Miguel Serrano no resulta difícil .señalarlo: !'Pa­
rece,
por tanto, que fa crisis en la vigencia social -de lo que entre
nosotros
ha venido a denominarse moral tradicional, está en el
centro
de las cuestiones de bioética ; o, dicho de -otra forma, que
la descristianización influye en llevar el debate· a cuestiones no di­
rectamente relacionadas
-con -el -problema -del -progreso científico ;
aunque, insistimos, cierta idea de progreso favorece el plantea,
miento de las cuestiones». -
Por todo ello -y vamos a enlazar con el segundo nivel-, a
la sombra del
_ debate más estrictamente bioético se plantean aspec­
tos que afectan a la propia fundamentación moral, a la antropoh
gfa, a: lá concepción de la propia sociedad y de instancias natura­
les,
como la familia. Por eso, también =y sigo de cerca a nuestro
autor~, los diversos tenias'a,los que se refiere -la bioética tienen
un enfoque marcadamente
interdisciplinar, lo que se observa; igual­
mente, en la
pluralidad de fos éafupos científicos de procedencia
de los -autores c¡Úe han sido pkineros en esta materia. -El profesor
Serrano, entre aquéllos, se sitúa en el palenque de la filosofía mo­
ral, jurídica y polítlca, pues, no en vano, la controversia bioética
adquiere
inmediatam~nte trascendencia jurídica, y no se ··puede
abordar
plenariaménte -Ja - cuestlón júrídica antés de haber acep­
tado como un prius-la solución- moral, sin que esto suponga la con­
fusión de
moral y derecho, sino la sola comprensión de aquélla
como marco
de• referencia imprescindible para éste.
En tercer lugiit, no debe quedar sin mención el método dialéc­
iko '~ ·et mejor sentido de laJ pala&ra__::. que sigue 'y que résc
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MIGUEL ·A Y,USO•
plandece ya desde elmisino.·título, .pues con el término cuesti6n
hace referencia a la f6rmula-tradici011a! escolástica de afrontar··lás
disputas (
quaestio), aunque 110 lo siga en su complejidad técnica
hasta sus
últimas .. wnsecuencias. Es decir,,huye mático de
defiuicioI)es- .....que .ha llegado hasta casi asfixiar el de­
recho privado, princi!)llilllent~. y prolonga la rehabilitación de
un géi,ero que se puede .observar. :eI! obras ,recientes, como .las del
jurista Michel Villey o el fil6sofo André Frossard, y que Juan
Vallet de Goytisolo lleva explicando magistralmente en sus inves­
tigaciones
de metodologla jl.U1dica.
En .cuarto lugar-last but non least, y perd6n por el t6pico-,
es preciso · resaltar su orientaci6ri inequívoca. El profesor Setrano
considera . que el magisterio de la , Iglesia .....que. · viene prestan­
do atención• cretj.ente, y aun preferente a estas temáticas desde
Pio XII-,, sirve., de punto de referencia no sólo a los creyentes,
pero. no excluye, sino
que ·obliga al . pensador , católico a· fundar
su
posici6n ,sobre bases cientfus y. filos6ficas. Parece mentira,
pero = es ftecue<1te saber cohonestar ...,- tro autor-' la. libertad intelectual con la fidelidad al magisterio.
Louis Salieron
dedic6 al probfoma, hace años, un artículo memo­
rable
y, -recientemente, el documento de. la Sagrada Congregaci6n
de la Doctrina justas quejas que Serrimo Jorlnula contra .obras generales de bio­
ética de
ilutores.cristianos,donde.se incluyen en.c&us apéndices in­
formes parlamentarios ingleses y se
excluyen: ·recientes declaracio­
nes pontificas, ·sobre el mismo, tema, Y de ahí también su insis­
tencia en· que
el acercamiento a .este ·tipo de cuestiones desde ba­
ses fundamentalmente
nacionales y filos6ficas debe excluir riesgos,
entre los .que destacan eL sociologismo moral de carácter sincre­
tista -que. lleva acla: .esterilidad rés preponderante-e-, o Ja · rebaja voluntaria del mensaje en aras
de una racionalidad coinún., ·Respecto de esto último escribe: «Po­
drlainos reflexionar.' sobre
a quifo beneficia ·en estas circunstan­
cias el
mínimo común denominador, el. pensamiento débil, la se­
paraci6n de esferas ,pública y privada en la actitud del ser huma­
no o d silencio sobre lo esencial. No cabe duda, a mi modo de
ver, que esa forma de, plAntear-las· cosas tiende a mantener un
statu quo, .a estabilizar la situaci6n, a beneficiar las actitudes do­
minantes. Y,. no
lo ohiidemos,. dichas' actitudes no. son cristianas.
La trampa que se nos tiende no es inocente y, por ello, podríamos
preguntamos si, al caer en ella:, nosotros -10 somos».
En lo anterior, no he hecho sino recorrer algunas de las con­
sideraciones más -siguificativas, por generales, de las primeras pá-
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LA PRBVISION EN.. ·U.· BIOE'flC.A,,
ginas de la obra del profesor Serrano Ruiz.Calderón. Podría re-­
prod. ucir el p. rocedimi. "ento .. respecro ,de· su dis. currir. pos t.erio.r, en,el
que se abordan problemas tales co¡np la «neutralidad» de la cien­
cia, el pluralismo, la metafísica del pro~, la lógica de la in­
vestjgación y la no-investigación, el retribucionismo penal, etcé­
teta. Baste como prueba de la riqueza de sus páginas la siniple
enumeración de los títulos que dan rúbrica a las s.eis cuestiones
concretas que siguen a
la introc:\uctoria; ¿Debemos,.rontribuir los
cristianos a la
constill.lción de una biO!Ítica .neutral en nuestra
sociedad?
¿ Deben ponerse límites éticos a la inv,;stigación cien.
tífica? ¿ Exige la bioética una nueva forma. ¡le ética ? ¿ Podemos
4ecir
que desde la fecundación del. óvulo nos encontramos ante .un
ser humano? ¿ Podría justificarse la eliminación del ccincebido no
nacido aun admitiendo que
sea· 11n ser humano?,¿ Debe penárse a
quien comete un aborto voluntario?
En el tratamiento de tooos
las cuestiones se aprecian admirablemente los .rasgos que con
carácter general he d,;stacado
lineás. atrás.· . ·
111
Termino, enlazando cond Í:=ienzo deesfa nota. El ya citado
C.
S. Lewis, distinguido profesor de la Universidad dé Cambridge;
escribió una trilogía novelesca. que presenta con singular brillan­
tez el enfrentamiento del humanista y del científico: Out of silent
planet, Perelandra (Voyage to Venus) y That hideous strength,
se titulan las ficciones· que narran los viajes y aventuras interpla­
netarios del doctor Ransom,
y en las que se registra la oposición
del humanista y del científico, llevándolos desde el planeta Venus
a una
típica Universidad británica. Uno de los científicos plantea
la cuestión en términos inequívocos: «Si a la ciencia
se le dejan
las manos libres, puede
dominar a la raza humana y recondicio­
narla, haciendo del hombre un animal realmente eficiente».
Con­
cretando por qué medios se pretende llegar a esa eficiencia. «Es­
terilización de
los inservibles, liquidación de razas atrasadas (no
necesitamos ningún tipo de
pesd muerto), crianza selectiva». Esta
educación no excluye, en última instancia, el condicionamiento
bioquímico y la directa manipulación del cerebro.
El escritor Ricardo Gull6n, comentando esas obras de ciencia­
ficción
-aunque también de mucho más-del profesor inglés,
ha expuesto que si este siglo no hubiera asistido a la puesta en
marcha de mecanismos de destrucción idénticos o análogos a
los
aquí prescritos, podria lo citado atribuirse a la fantasía del nove-
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,j4IGUE'L A Yuso
lador, pero el rrágko coste en sufrimieiito pagado por la humani.
dad impide tales evasiones. Como tantas veces, ·· el enemigo ha
adoptado una ináscara conveniente y ambigua: la de quien, sien,
dd constructor, destruye. Por eso --concluía--, desenmascatatle
-é!í de 'vital importancia.
He ahí señalada en toda su crudeza la abolici6n del hombre
de que también habló Lewis. El cardenal Rátzinger, por su parte,
y siguiendo muy de cerca a aquél, se ha referido al ocaso del hom­
bre y el reto de la fo. Las más conrrapuestas visiones modernas del
mundo, las ideologías, tienen un punto de partida común: la ne­
gación de la ley moral natural y la reducción del mundo a «puros»
hechos.
Ellas conservan de modo incoherente y en diversa medida
algo de los antiguos valores, pero en ,su punto nocla! están ame­
nazadas
por el mismo peligro. Tenemos que descubrir -ha escri'
to el teólogo alemán elevado a la púrpura cardenalicia-nueva­
mente que las grandes conquistas morales .de la, humanidad son
igualmente racionales y
verdaderas, inclusd más que las ad nes experimentales en el campo de la ciencia, de la naturaleza y
de la técnica. Son más verdaderas porque tocan más profunda­
mente lo que es propio del ser y porque son
más decisivas para
el hombre en cuanto hombre.
. . . La bioética, con la constelación de probl~s mdrales, legales
y_ técnicos que lleva consigo, es un campo ejemplar para ejercitar
responsablemente
la libertad int~ectual y para huir de esa des­
tl')lcción
del hombre que caracteriza a nuestro tiempo.
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