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Número 295-296

Serie XXX

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Un camino para Rusia: la tradición política cristiana

UN CAMINO PARA RUSIA: LA TRADICION POLITICA
CRISTIANA
POR
LUIS MARIA SmDovAL
Alexandr Soljenitsin ha afirmado una y otra vez que él no
es político, que él es escritor. Pero esa afirmación necesita mati­
zarse.
La vida de Soljenitsin quedó mateada por su experiencia de
los campos de
concentración de la Unión Soviética y el posterior
cdnfinamiento.
Allí se convirtió Soljenitsin, y su vida cobró un
sentido. Desde entonces la vida de Soljenitsin ha obedecido a
un deber moral: en
primet lugar, el déber como superviviente
de contat lo que pasó en
el Gulag en nombre de quienes no vi­
vieron para hacerlo por sí mismos; y luego, el más amplio de
reflexionat sobre las causas de aquello: cómo sobrevino la catás­
trofe comunista sobre Rusia, y de qué modo colaborar a que su
pueblo escape de ella. Y por todo ello la obra de Soljenitsin no
es la de un esteta que cultiva el atte por el atte, ni por distraet
al lector con narraciones entretenidas,
ni pensando en obtener
éxito y dinero;
toda la obra de· Soljenitsin está signada por un
designio que obedece a ese sentido de deber moral, y ello
em­
pezando por los temas elegidos e incluso en el lenguaje ruso
que emplea,
déliberadamente rico y tradicional.
El tema de los campos
de concentración apatece en forma de
novela en Un d!a en la vida de I ván Denísovich y en El primer
circulo, pero ya los tomos de Archipiélago Gulag son un ver­
dadero informe, elaboración sistemática de los testimonios de
más de doscientos reclusos. Su gran trabajo en ejecución -La
rueda roja-iniciado con Agosto 1914 es en realidad una obra
de investigación histórica sobre el advenimiento del comunismo en
Rusia presentada en forma novelada ; también son un interesante
documento histórico las memorias de
su vida pública de escritor
dentro de Rusia, publicadas en España con el
título Coces al
aguiión.
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LUIS MARIA SANDOVAL
Cuando Soljenitsin fue expulsado a Alemania en febrero de
1974, en ningún momento dejó de sentirse atado a
ese tnismo
deber moral de escribir para
el bien de Rusia, de la que habla
sido
apartado sólo físicamente .. Se recluyó en el trabajo de in­
vestigación
y no prodigó en modo alguno sus intervenciones,
bien espaciadas y meditadas, verdaderas tniniaturas de fondo
y
forma: una colección de ellas. se publicó en España bajo el título
de
Alerta a accidente.
Como vemos, Soljenitsin no ha sido político si por ello en­
tendemos una actividad partidaria, una vida de agitación
perma­
nente ligada a lo momentáneo. Pero tampoco literato si por ello
entendemos
un cultivo intrascendente de las bellas letras. Es
escritor
por cuanto. está volcado en esCr1bir y lo hace con talento,
pero está comprometido con
un propósito. de moralización social.
No
es político en su sentido propio por cuanto no se aplica. al
arte de elegir
. la opción concreta idónea en cada circunstancia,
pero sí es pre-político o político de fundamentos: desde antes
de 197 4
se dedica a investigar y denunciar las raíces del mal que
padece
.Rusia., y a estudi¡,r y proponer .las bases sobre las que
reconstruir
la Rusia postcomunista.
Pues bien, en julio de 1990 Soljenitsin ha publicado una nue­
va obra
en que se manifiesta claramente e.sta faceta, y que ap,ba
de. ser traducida al español ( 1 ). Cama reorganizar Rusia es una
obra diferente a las que nos tiene
acostumbrados el autor, pero
no sin precedentes.. .Al)eerla es preciso referirse como antece­
dente a la «Carta a los dirigentes de
la Unión Soviética» que les
dirigió abiertamente desde dentro de la propia U.R.S.S.
(2).
En aquella «Carta» Soljenitsin solicitaba abiertamente que
los comunistas iniciaran la
concesión de algunas libertades, aun
reteniendo personalmente
el poder. A muchos nos pareció enton­
ces
un buen plan, pero de materialización casi imposible, mien-
(1) ALEXANDR Sot.ZHENITSYN> Como reorganizar Rusia. Reflex_iones
"en la medida de mis fuerzas, Tusquets Editores, Barcelona, mayo de 1991.
(2) De fecha 5-IX-1973, está publicada en castellano con ese título
junto con otros escritos y declaraciones breves por Plaza y Janés Editores,
Barcelona, 1974.
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CAMINO PARA RUSIA: LA TRADICION POLITICA CRISTIANA
tras que los progresistas le criticardn su falta de entusiasmo por
el liberalismo occidental (3 ), tachándole de proclividades auto­
cráticas.
Lo cierto es que muchas de las aperturas que se han
alabado en Gorbachov fueron propuestas anticipadamente por
Soljenitsin, incluso en su gradualidad.
La Divina
Providencia ha premiado la tenacidad de Soljenitsin
permitiéndole ver como
se resquebrajaban los muros de la Unión
Soviética, y Rusia era iluminada por algunos rayos de libertad.
Cuando las perspectivas de cambio definitivo eran máximas,
Sol­
jenitsin estaba preparado, y animado por su amor y compromiso
con el destino ruso, ha brindado a sus compatriotas sus reflexio­
nes, con las que les ofrece aquello de lo que no pueden disponer
y
él sí: su exhumación del pensamientd ruso previo a la domi­
nación comunista, y su conocimiento directo de la realidad
polí­
tica occidental, que muchos rusos· toman por modelo a adoptar
acríticamente. Porque lo
más saliente de la actitud de Soljenitsin
en
dccidente fue su patriotismo y su libertad de juicio. Ni si­
quiera por oposición a la ruinosa y oprimida situación de Rusia
se plegó miméticamente al american way of life, es más, Id cri­
ticó en lo que tiene de cobardía y de ruptura con la moral cris­
tiana (4).
Cómo reorganizar Rusia es una obra breve y muy concisa, ajus­
tada sin duda a la finalidad de alcanzar fácil y extensa difusión
entre el pueblo ruso,
y de ser sóld un guión para el debate (5).
Eso mismo dificulta la tarea de comentarlo, por la tentación de
detenerse en todo cuanto de sustancioso contiene. Y puesto que
anima a glosarlo extensamente, lo primero es recomendar enca­
recidamente su lectura, para poder saborear todas las ideas que
(3) Se comprende, si se recuerdan· sus manifiestas reticencias ·hacia el
«desenfreno democrático» (Op. cit., págs. 68-<\9).
( 4) Puede verse, como ejemplo, su discurso «El mundo escindido» en
la Universidad de Harvard (Verbo, núm. 168, (1978), págs. 999-1.017).
(5) Y es que «Como reorganizar Rusia» ha sido publicado Integro en
un diario soviético de gran tirada: el de las juventudse del partido co­
munista de la U.R.S.S., Komsomolskaya Pravda, el martes 18 de septiembre
de 1990. Todo un triunfo de quien en su día fuera expulsado y privado
de su nacionalidad.
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plantea y sugiere --amén de la propia exposición-, de las cua­
les nos referiremos ahora a las más salientes.
En el trabajo. que nos ocupa se pueden distinguir dos grandes
partes:
De entrada, Soljenitsin, expone las medidas mínimas e inme­
diatas para fundamentar
la libertad de su puebld.
Comienza
por afrontar la cuestión. «¿ Dentro de qué límites
nos curaremos o falleceremos?» como previa a la propuesta de
tratamiento. Y abiertamente acepta que se desmonte
el actual
estado plurinacional con supremacía de los rusos
bajo bandera
leninista: debe concederse
la independencia de las repúblicas no
eslavas de la Unión Soviética. Pero es característico
de Soljenitsin
el que, aunque comparte
el sentimiento de orgullo nacional, pon­
ga interés en insistir en que semejante procoseo debe culmin,u:se
atendiendo a evitar y mitigar los trastornos en la vida privada de
millones de personas afectadas por los cambios de fronteras.
También se refiere a
la necesidad de restablecer sin vacila­
ciones ni medias tintas la propiedad privada como necesaria para
la simple existencia de ciudadanos independientes.
Por lo demás
no incurre
en el errdr de manifestarse lego en economía para a
continuación adelantar su receta preferida. Eso sí, advierte contra
el peligro de introducir sin restricciones al capital extranjero
atrayéndole con la
oportunidad de hacer grandes beneficios (pá­
gina 50), algo evidente para todos,
pero que completa alertando
también contra el riesgo que los enriquecidos en la época de la
Perestroika se conviertan en especuladores que se adueñen a
gran escala
de los bienes que se privaticen (págs. 44-45 y 98-99).
Este riesgo
es el más inmediato e hiriente, y se ha visto ya en
Euro)?a oriental a los miembros de la nomenclatura del partido
comunista, que hasta ayer denostaron y prohibieron las empresa
privada por explotadora, reservarse las mejores propiedades ( como
los comandantes sandinistas en Nicaragua),
por ser los únicos que
han sacado fortuna e influencia de la igualdad socialista.
El resto de los fundamentos inmediatos que expone son de
carácter fundamentalmente moral: señaladamente
el sentido de
autolimitación
por el que «nuestras obligaciones siempre deben
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CAMINO PARA RUSIA: LA TRADICION POLITICA CRISTIANA
superar la libertad de la que gozamos» (pág. 70). Contrasta en
ello con buena parte de
los autores cat6licos que, aunque sus­
criben esta primada de la moral política sobre lo institucional, se
refieren a ella s6lo después de exponer las instituciones que con­
sideran adecuadas.
En Soljenitsin esa primada de lo que no de­
pende del régimen se convierte también en prioridad en la ex­
posición.
· No podemos por menos de transcribir una consideraci6n que
hace respecto del complejo
de imitaci6n de occidente, porque
bastaría con sustituir «Occidente» por «Europa» para que mo­
viera a reflexión a los españoles acerca de la transici6n de que
hemos sido víctimas: «Nos hemos autosugestionado con que no
hay que buscar ninguna vía propia, con que no tenemos que
re­
flexionar sobre nada, sino que debemos adoptar todo 'lo que se
hace en Occidente'. Pero en Occidente se hace todo de un modo
muy distinto. Cada
país tiene su tradici6n. ¿ Tan sólo nosotros
debemos no mirar cuanto
nds rodea y no escuchar lo que se dice
en nuestro país, lo que dijeron personas inteligentes antes de que
naciésemos?» (pág.
63 ). Y también se añora en España un realis­
mo sin prejuicios hacia el Régimen anterior como el que mani­
fiesta el autor hacia otro auténticamente tiránico cuando
diee:
«En el sistema

soviético, falso y hecho
para cubrir las apariencias
existen, sin embargo, elementos justos
si son utilizados honrada­
mente» (pág. 32).
Cuando el libro
se escribi6, hace un año, la posibilidad de
aplicación de estas reformas básicas pareda casi inmediata, ahora
en cambid, con la involuci6n
de la Perestroika, su posibilidad se
aleja, Dios quiera que la pausa impuesta permita a los rusos
meditar sobre cuanto les propone Soljenitsin.
La segunda parte del libro, planteada «a más largo plazo»,
es más universal que la primera, al proponer un régimen político
justo, aunque
se refiera a Rusia en concretd.
Soljenitsin
se refiere a la democracia como el régimen políti­
co a establecer en Rusia. Eso es hoy habitual, la sorpresa es que
se mueve sola y exclusivamente por realismo: «siguiendo la co­
rriente contemporánea, elegiremos sin lugar a dudas la democra-
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cia» (pág. 79), no porque se deje vencer por su mito. Es alta­
mente significativo que previamente afirme la validez de las
tres formas clásicas de gobierno con tal que se orienten al bien
común, e incluso recuerde que
por 'democracia' se entendió pri­
mero la forma desviada de poder de la plebe, hasta que este
nombre sustituyó a 'politeia' (págs. 78-79).
El
rechazo de la ideología democrática es explícito por cuanto
se acepta como medio y no comd fin. A partir de los cual Sol­
jenitsin dedica veinte páginas a prevenir acerca de los defectos
y
peligros de la democracia, de los que hace un recorrido com­
pleto. Se puede decir que en ellas han encontrado eco todos los
argumentos de dos siglos de polémicas con la ideología demo­
crática moderna: sufragio, sistemas electorales, mediocridad re­
sultante, clase política ... , nada falta aunque todo se encuentre
concentradlsimo en alusiones de
pocas palabras. Con tremenda
libertad de juicio Soljenitsin
se atreve a poner en tela de juicio
hasta el sufragio universal e igualitario: «en todo
caso, no es
una ley de Newton y podemos dudar de sus propiedades» (pá­
gina 85) o «por cierto, el principio de la total separación de los
poderes legislativo, ejecutivo y judicial no es indiscutible ... »
(pág. 95).
Su juicid de la situación social occidental le hace decir que
«no entramos en la democracia en su momento
más saludable»
(pág. 99),
y ello es así porque «la democracia europea en sus
inicios alimentaba un sentimiento de responsabilidad cristiana, de
autodisciplina. Sin embargo, esas bases espirituales se han ido
minando
pocd a poco» (ibidem ). Sería más exacto que hubiera
dicho democracia americana,
pero en todo caso es cierto que la
propia democracia nacida cdn la Revolución francesa ha evitado
la disolución scicial inmediata merced al poso de la civilización
cristiana. Existe
aquí una evidente continuidad con el criterio,
ya manifestado en su «Carta», de que las bases y limitaciones
morales son decisivas para evitar que un
régimen degenere

en
tiranía (

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). Esa remisión de lo jurídico a una idea moral (pági-
(6) Entonces se refería al régimén autoritario de los za.res cuando es-
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CA.MINO PARA. RUSIA.: LA TRA.DICION POUTICA. CRISTIANA
na 129) se encuentra en una línea convergente con la predica­
ción del Papa
.a los países del Este -especialmente en Polonia
durante su
viaje de junio de 1991-en orden a un retorno a la
confesionalidad cristiana de los estados, siquiera sea limitado a
la esfera del orden natural.
Pero lo que
merece la crítica más acerba de Soljenitsin en
las democracias occidentales es el sistema de partidos políticos.
Sin embargo, no propone, como otros adversarios de la partito­
cracia, su completa proscripción legal, que pudiera tener una fa.
ceta opresiva, si.no, simplemente, el que se vote a personas, no
listas de partido, y la eliminación de toda dependencia de los
cargos electos durante su
mandatd respecto de los partidos
(págs.
102-103). La propuesta es digna de considerarse, por pre­
tender acabar con
la idea de gobierno de partido manteniendo la
libertad de asociación, y nos acerca a la noción de partidos cir­
cunstanciales de que hablara Mella (7).
Y a partir de este punto se produce
la segunda y más agra­
dable sorpresa, a saber, la aproximación · de · 1as propuestas ins­
titucionales de Soljenitsin para Rusia a las tesis políticas del
tradicionalismo español. Desde luego, no
hay que pensar en una
influencia directa, pues Soljenitsin basa expresamente sus propias
reflexiones en los pensadores
y políticds rusos pi:errevolucionatios,
diversos autores occidentales y su conocimiento de la democracia
suiza
y el sistema constitucional norteamericano. Pero precisa­
mente, lo interesante
es esa coincidencia objetiva, resultado na­
tural de un mismo realismo político enjuiciado con criterio cris­
tiano.
taba inspirado por la Ortodoxia, antes que pasara a subyuagar por com-
pleto a la Iglesia. (Op. cit., pág. 70). ·
Es de recordar que Soljenitsin nunca ha admitido que se pudiera es­
tablecer comparación entre la autocracia de los zares-y la tiranía ideológica
dd comunismo (cfr. AI.ExANDR SoLZHENITSIN, Alerta a Ocidente. Edicio..
nes Acervo, Barcelona, 1978, pág. 215).
(7) Entre otros lugares, expuso su doctrina al respecto en los discur­
sos de
Archanda de agoSto de 1919 (vid. JuAN VÁZQUEZ DE MELLA, Obr4s
completas, tomo XV, Subirana, Barcelona, 1931, págs. 350-352}, y de. SAN­
TIAGO de 29.VII-1902 (idem., tomo V, Subirana, Barcelona, 1931, pági­
nas 282-285).
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La constante de cuanto propone es la máxima vinculación en­
ter los cargos electos y los electores. Y aunque el mandato im­
perativo no se describe explícitamente, el espíritu del mismo
anima toda· 1a construcción. Se proclama partidario de la demo­
cracia directa para las pequeñas comunidades (págs. 104-105),
mientras que para todas las demás
postula las elecciones . indirec­
tas de segundo, tercer
y aun cuarto grado (págs. 111-113). Con­
sidera requisito exigible a los candidatos un arraigo real y · sufi­
ciente en su circunscripción. Y llega al extremo de proclamar
como los carlistas ( 8) que las asambleas representativas
se reúnan
«sólo para las sesion_es previstas, y entre dichas sesiones sus
miembros residirán en los distritos» (pág. 114) y que, siendo el
escaño
propiedad de la comunidad representada, sea ésta la que
fije independientemente
el procedimiento para ocuparlo y la du­
ración del mandato' (págs. 115 y 127) .
Particularmente ínteresante es su concepción global del siste­
ma político, que denomina de .. gobierno mixto, es decir, «una
combinación
racional de. la actividad de una burCícarcia centmli­
zada y de las fuerzas sociales (pág. 117), o, en palabras tomadas
de Shipov
«mitad Estado, mitad Zemstvo», por alusión a las
asamb,leas provi.nciales existentes a fines del. XIX y principios
del xx.
La consideración de ese dol,le polo del autogoblerno so­
cial y la intervención del Estado donde aquella no basta no puede
por
menos ·· de evocar la conocida. expresión de Mella acerca de la
conjunción de la doble soberanía, social y política. ·
Claro que, al tiempo, Soljenitsin es partidario como ya ma­
nifestó en su «Carta» de mantener un poder central fuerte para
Rusia. Al efecto propone una presidencia de plazo más largo
que el
habituitl, y con facilidades para la,r~lección; además, éste
serla
el único puesto para el que se mantendría una sufragio
,. general y directo. Como en tantos pensadores de contenido tra­
dicional,
existe aquí una nostalgia de la monarquía, y aunque
(8) Una recopilación excepcional de textos carlistas referentes a su
concepción de
las Cortes en MANUEL DE SANTA CRUZ, Apuntes y docu­
mentos para la historia del tradicionalismo español 1939-1'~66, tomo IV
(1942), Madrid, 1979, págs. 51-58; consúltese aquí especialmente la pág. 72 ..
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CA.MINO PARA. RUSIA: LA. TRADICION .POLITICA CRISTIANA
probablemente la idea de la. elección popular esté tomada del
sistema
norteamericano, obedece a la necesidad,. dentro .de ·una
forma republicana, de fundar elpoder político en un origen dis0
tinto de las cámaras representantes. de la ~oberanía social, para
que .ambos puedan limitarse recíprocamente sin confundirse (9).
Por si faltara algo, Soljenitsin desearía también. una cámara
como
«instancia superior consultiva. de orden. moral» (pág. 125),
que
él . sugiere constituir a partir de las corporaciones profesiona­
les que habrán
de establecerse (pág. 127). Y aunque en este caso
su propuesta concreta -<.1ne ocupa el lugar de los consejos .del
tradicionalismo-- parece
polco realista, va acompañada de. intere­
sant<;s apreciaciones acerca. del asociacionsimo corporativo, y de
una
última reticencia hacia Jos peligros del poder ilimitado de la . . .
mayoría.
A pesar de subrayar las coincidencias existentes, no quere­
mos caer en· el infantilismo . de apropiarse de todo lo destacable
para
la etiqueta de la ·propia escuela. Por su formación necesa­
riamente autodidacta, mal se
podrá catalogar a Soljenitsin como
un tradicionalista estricto, esto es, como alguien que ha recibi­
do, aceptado y proseguido
una corriente · viva.
Pero la tradición acoge y transmite en. su. legado aportado.
nes de procedencia inesperada; con ·tal de que sean relevantes,
válidas
y participen de un mismo criterio moral. La corriente
principal
de la tradición puede ser alcanzada de modo paradóji­
co, como explicara
en la introducción a su Ortodoxia G. K. Ches-
terton, arquetipo él mismo
de. esa posibilida¡L .. , . . , · ·.
Para considerar a un autor enmarcado en .la tradición :polí­
tica
cristiana hay que atender la rectitud de su doctrina social,
la coincidencia sustancial en las propuestas concretas, y una ac­
titud ponderada de reconocimiento hacia los predecesotes y de
gradualidad en la evolución. Y . Soljenitsin se encuadra perfecta­
mente en dichas coordenadas. Baste recordar
respect;, de su ta-
(9) Al respectO _ véanse las consideraciones y la notable coincidencia
con JuAN VALLBT DE GoYnSOLO, Tres ensayos, Editorial Speiro, Madrid,
1981, págs. 58-60.
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LUIS MARI.A S.ANDOV.AL
lante tradicional las constantes apelaci es en el libro que co­
mentamos a iniciar la reconstrucción de la sociedad desde abajo,
a
ir. rodando poco a poco las insútucio es -frente a los utopis­
tas
de la democratización radical-, al · smo hacia el presen­
te: «habrá que aceptar
algo del régim políúco actual, sencilla­
mente porque ya existe» (pág. 62) y tomar como referencia
el
pasado anterior (la época zarista) sm:tpor ello querer detener
el úempo: «utilizo asimismo las
exp • ones y conceptos rusos
anteriores a la Revolución para no
hac una tercera serie. La
vida hará seguir nuevos términos, y otiios permanecerán» (pági­
na 108).
Cuando los que exaltaron
al pragmá\:ioo y despiadado Lenin,
que hizo a Rusia
perder su siglo xx y cbnmovió el del resto del
mundo, han pasado
sin solución de ci,núnuidad a incensar a
Grn;bachov, decepcionante oportunista j su sucesor al fin y al
cabo en el poder, es necesario honrar !como se merece al más
señero de los rusos de este siglo, víctim~ y no verdugo, disidente
de la primera
hora y no del último m~mento (10), escritor po­
lítico pero no hombre de partido, qud, educado para perfecto
hombre soviético en
la generación nacida con la Revolución,
retornó a la
fe de Cristo, y que en el iexilio se mantuvo fiel a
su patria y no claudicó ante el
materWismo occidental: Solje­
nitsin.
' (10) En esta hora de alabamos a los comunistas reconvertidos, llámen'
se Gorbachov-o Y eltsin, sorprende el silenciamiento de los que denuncia­
ron certeramente d. sistema comunista mucho ,antes y con riesgo personal.
Puede haber intención sesgada en ,unos casos o simple ignorancia en otros,
y
contra ambas debemos reivindicar la ve~d. Es el caso de Francisco
Eguiagaray, persona con información de primera mano por haber sido
~rresponsal de EFE y RTVE en Moscú largos años, que atribuye en su
reciente
libro, -encomiable por lo demás-f3uropa del Este: la revolu­
ci6n de la libertad a Vaclav Havel (1985) un~ frase que se encuentra en
el discurso de
aceptación del Premio Nobel por, Soljenitsin (1970) y cuya
idea desarrolla alli con amplirud. Puede que H~el la haya citado en su
momento, pero existe el deber de dar a cada uno lo ·suyo, y, por tanto, de
no olvidar a quienes
a las ideas dieron forma primero.
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