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Número 309-310

Serie XXXI

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Sobre la Historia

SOBRE LA HISTORIA
POR
TaoMAS MoLNAB. (*)
Se lee a los historiadores, a Tiú:ito, a Commynes, a Mommsen
o
a Toynbee, y
se aprende, se anota, se constatan los paralelismos
enrre Alejandro y Napoleón o
el Senado romano y el de Washing­
ton. Sin embargo, no
se lee la historia de la actualidad, o más
bien, no se lee la actualidad como historia. O, si se prefiete, no
se leen los periódicos como
historia.
En todo caso, es de lo más instructivo. Al leet a Tucídides
sobre
la Guetra del Pelopóneso, a Tácito sobre los Césares, a
Commynes sobre Luis
XI y el Duque de Borgofia, no aparece la
materia humana, los olores, los trabajos, las habladurías sobre el
mercado, los temores y los rumores. Todo eso lo encuentro al dar
una vuelta por mi pueblo, donde olfateo lo cotidiano, compruebo
las pequefias esperanzas y los grandes conformismos, las ambicio­
nes que afloran y luego engordan, observo la gente que se sitúa
a favor
de la corriente. Por todas partes miedo y ambición, el
dorso de la historia, las pasiones de
los espíritus mezquinos.
Tomemos la actualidad y
sus coordenadas. Rusia amenaza
con estallar; Alemania reunificada ;
J ap6n cada vez más conscien­
te de
su fuerza ; América pavoneándose sobre el escenario ; Africa
en plena desbandada, desde Africa del Sur hasta
Argelia ; el Orien­
te Medio
C011 sus conflictos entre árabes y judíos, etc .. Veamos
los pequefios movimientos dentro de este cuadro. Cada cual
se
apresura para recupetar la historia, al menos Id que consideta
{*) Publicamos este interesante artículo del profesor Thomas Molnar,
escrito hace dos
afios y que una carpeta· mal archivada impidió su pÚblica~
ciOn en su momento. Traducción del -&ancéS_ de Fernando Cantero.
Verbo, núm. 309-310 (1992), 1057-1061 1057
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como historia. Durante setenta años, personas muy serias se han
dedicado a la «sovietologfa». Eran profesores, comentaristas, ex­
pertos, conferenciantes, autores, profetas del fenómeno marxista
y de sus manifestaciones en Rusia, en Chlna, en Cuba o en Mo­
zambique. Todo su ser y sus ingresos se explicaban por el estudio
del comunismo. Y
todo eso durante setenta años en todos los
países. Vidas comprensibles únicamente en relación
al comunis­
mo, a su historia, a sus víctimas, a sus estadísticas, al medio que
generaba, a su influencia atea, pedagógica, económica y artística.
En resumen, para una gran cantidad de gente
el comunismo
se convirtió en su ganapán, una vocación, un marco de vida, una
identidad. Hoy día están en .las últimas, ante ellos se alza el es­
pectro del parq. Adquirieron un nombre, una tarjeta de visita,
documentos que prueban que son especialistas en comunismo,
se
dirigían a ellos como a adivinos. ¿Qué hacet si Gorbachov es
veraz
y lo que ha emprendido no resulta un truco? La alarma
se advierte en la redacción de las revistas especializadas, presti­
giosos profesores
se enfrentan al reciclaje, y periodistas se en­
cuentran en la calle. Incluso el ciudadano, acostumbrado a una
dosis de anticomuuismo con el café de la mañana, y a una
segun­
da dosis de imágenes de horror en la pantalla de su televisor por
la noche, busca somníferos debido a que sus hábitos
se han tras­
tornado.
De este modo tenemos que imaginarnos todas las épocas de
la hlstoria,
mutatis mutandi, por supuesto, pero de todos modos
bajo este esquema. Un
movimiento de masas: las guerras persas,
las defensas antigermánicas
en. las fronteras de Roma, los escán­
dalos de los Césares, las cruzadas, la Reforma, todos estos haces
de acdntecimientos crearon su propio universo y sus propias líneas
de fuerza conforme a las cuales las gentes se alinearon y situaron
sus ambiciones, sus conformismos, sus slogans. Esto no impide
que, de cerca, es decir, bajo el punto de vista del contemporáneo,
estas cosas tienen su irresistible ridículo, pierden
la perspectiva
noble que les da
la hlstoria.
Concretamente, recibo
y leo un gran número de publicacio­
nes,
por lo menos de media docena de países. Las conozco desde
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SOBRE LA HISTORJA
decenios, con frecuencia desde su .aparición. Por ello he tenido
ocasión de seguir
los matices al hilo de los cambios hlstóricos.
Durante
años cada una de estas publicaciones amoldaba el tono
adoptado a las vicisitudes de
la guerta fría: anticomunismo pero
con cierto respeto ante
la· potencia moscovita ; también temor a
que
el comunismo invadiera el planeta, sobre todo su rinconcito ;
el análisis de
la situación, pero muy a menudo sin tener en cuenta
las realidades históricas, puesto que bien
sea la ideología, los in­
tereses o incluso el miedo, dirigió la
pluma de los redactores. A
la vista de cualquiera que hubiera llegado de Sirius, el planeta
estaba en estado de agitación comunista, anticomunista, semico­
munista, y la hlstoria se cerraba, puesto que nd tenía nada que
decir y nada que ver que no fuera rojo. Todos los grandes talen­
tos
se convertían en oráculos, dando su opinión sobre la finali­
dad del comunismd. Valía más ser rojo que muerto.
Sin embargo, desde
hace algunos meses ocurre lo conrtario.
Los sovietólogos se felicitan cuando P!'l'ciben una pequeña luz en
China o en Cuba de que el
oomunisíno no puede haber muerto,
que
se continuará pidiéndoles ;rtículos «sobre las intenciones»
de Gorbachov y la influencia oculta de Raisa. Y hay todavía
me­
sas redondas con algunos sabios, supervivientes de la époc~ feliz
en que el comunismo estaba en todos los labios.· Pero el espíritu
de la historia ha desaparecido: el m~rxismo agoniza, se ha despla­
zado a los pequeños cenáculos trotskistas y a los medios de comu­
nicación, los cuales,
como los Borbones, nd aprendieron nada ni
olvidaron nada.
Decididamente la lústoria
ha cambiado la chaqueta. Y las
revistas que recibo
ya no cantan las alabanzas de Moscú sino las
de Washington; los temores humillantes quedan en el olvidd,
todo el mundo
es liberal, market-oriented, esta dispuesto a in­
vertir, a fundar bancos mundiales, a medir el planeta según los
valores del Dow-Jones
.. El gran hombre ya no .es Lenin sind Mi­
chael Novak; a los Estados Onidos se les glorifica como antes a
la Unión Soviética; la llave
de todas las. virtude& consiste en el
interés del individuo. Se cambia de perspectiva
y· de adhesión
con una rapidez vertiginosa, se establecen nuevas-carreras, los
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sovietólogos se convierten en masa, aunque no sin dejar tras ellos
un último juicio: os dije siempre que el marxismo no podía du,
rar ...
Al leer a Tácito se queda uno asqueado por las adulaciones
que
rodeaban a Tiberio, después a Calígula, a continuación a
Claudio, a Nerón, etc.
El lector llama a eso la gt11n historia, queda
en debida forma impresionado, y se dice, in petta, que afortuna­
damente eso sería imposible en nuestros
días. No se da cuenta
que su periódico de la mañana le da exactamente la misma cosa:
ayer
se adulaba a Moscú y a Breznev, hoy a Bush y a Reagan, y
mañana ... , pero efectivamente, ¿qué va a suceder manaña? Pues
bien, para la ·historia no hay mañana, todo se acaba hoy. El es­
tado momentilneo de las cosas es definitivo, somos nosotros los
que hemos ganado (Fukuyama dixit, como Kojeve antes que él,
pero mirando a otro horizonte).
Serla necesaria la pluma de un Balzac o de un Duque de Saint­
Simon para pintar los nuevos establishments. Expertos, burócra­
tas, comentaristas, conferenciantes, editores, profesores, que prue­
ban que la historia jamás consideró el triunfo del comunismo,
que siempre
se indinó a favor del capitalismo. Que el fin de la
historia humana es el capitalismo, y que era una aberración pen­
sar de otro modo. Masas y élites, nepalíes y patagones, banque­
ros y sabios, todos
sabían desde siempre, que el único remedio
para los males de la humanidad era
el libre mercado, el comercio
internacional sin trabas, el interés individual.
El auténtico clásico
no
es en absoluto Marx sino Hayek ; la Sorbona del siglo veinte
es el Harvard Business School.
Los. profetas: Guy Sorman y Michael Novak. Y, como hay
profetas, tiene que haber paganos, descreídos, excluidos, relega­
dos al ostracismo y
gulagizables (1). Todos aquellos que no as­
piran ei viento de la historia y no levantan el puño delante del
altar de Wall Street.
En resumen, el juego de los setenta años pasados se renueva,
(1) En el original guolaguisables. Neologismo que indica la capacidad
para ser enviados a los campos de concen:traci6n (GULAG) de quienes se
oponen al sistema.
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sólo que en lugar del Kremlin será necesario adorar a la Casa
Blanca. Y el Fondo Monetario Internacional sustituye al partido
comunista. Según
las últimas noticias, se está buscando un nuevo
mausoleo para
un cuerpo embalsamado, ¿por qué no Henry Ford?
Dentro de setenta años, o menos, se habtá olvidado
al. triun­
fador del momento ( 1990), la historia escribirá otro capítulo y
los capitalistas de hoy se encontrarán
en el paro, con sus corifeos,
expertos, estadísticos y profesores, ¿Pero que quieren ustedes?
La historia no consiste sólo en capítulos sucesivos, también en
cada capítulo hay ingenuos que se agitan tras los expertos, y que
juran que ha llegado el
fin de la historia. Si lá historia tiene una
astucia
no es la que pensaba Hegel, sino más bien esta: hacer
creer a los crédulos,
es decir, a los hambres, que los muebles
colocados permanecerán siempre en su lugar.
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