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Número 309-310

Serie XXXI

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La hora de las naciones. (Crónica del Congreso de ICTUS)

LA HORA DE LAS NACIONES
ñora de Luján, a cuarenta kil6metros, teniendo lugar en él la con­
sagraci6n de estas jornadas a María. Por todo el camino gran pro­
fusi6n de banderas argentinas
y españolas así como aspas de
San Andrés tradicionalista y estandartes vendeanos y carlistas y
de diversos países de la antigua Cristiandad.
El entusiasmo
y la fe fueron siempre vibrantes, y el número
de participantes
se aproxim6 al millar. Sin duda, ninguna con­
memoraci6n del V Centenario se habrá identificado tanto como
esta con el espíritu cat6lico y español que animó al descubrimien­
to
y conquista del Nuevo Mundo.
CRISTIÁN GARAY.
LA HORA DE LAS NACIONES
(Crónica del Congreso de ICTUS)
El
Instituto Cultural y Técnico de Utilidad Social (ICTUS)
es el nombre con que en la actualidad trabaja ld que en España
hemos conocido, sobre
todo, como la Ciudad Cat6lica francesa, La
Cité Catholique, posteriormente sustituido, en el año 1963, por
el de Office International des Oeuvres de Formation Civique et
D'Action
Doctrinale selon le Droit Naturel el Chrétien, mundial­
mente conocido como el
Office.
Su finalidad y sus objetivos son, pues, los mismos: la restau­
ración del Reinado Social de Jesucristo; el
omnia instaurare in
Christo, preocupación primordial del pontificado de San Pío X,
de toda la doctrina de la Iglesia
y que hoy encontramos reiterado
en la predicaci6n de Juan Pablo
11.
Sus métodos de trabajd, en cambio, han variado, pero s6lo en
su forma de expresión ; es decir, han cambiado más bien los me­
dios empleados. La cultura visual, tan importante en nuestro días,
ha sido incorporada a sus formas de trabajo, combinando en el
estudio
y la formación doictrinal, los textos, con las posibilidades
que brinda el video. En efecto, al trabajo de célula, se ha unido
la visión
y comentario de videos especialmente· elaborados para
esa tarea. Desde
la formación básica relativa a la formación cul­
tural, como los que tratan las cuestiones de Aprender a ver, Apren­
d~r a escuchar, comd para la comprensión de temas más específicos,
como las entrevistas de Chanta! Dupont
al profesor Pierre Chaunu
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Fundaci\363n Speiro

(CRONICA 'DEL CONGRESO DE-·ICTUS)
sobre El balance de la Revoluci6n francesa, o la de Jacques Tré­
molet de Villers a Jean Tulard sobre Napole6n.
La existencia de 140 videoclubs dedicados a esta tarea, mues­
tran claramente la importancia
de la labor emprendida y la gran
extensi6n de la misma. Porque no se trata de videoclubs en los
que hay «buenas»
películas, sino de centros de trabajo en los que
se ha incorporado el video.
Por lo demás, ICTUS sigue siendo una «obra auxiliar», capaz
de
proporcionar a otros grupos y personas, que trabajan para el
restablecimieto de la sociedad con arreglo al orden natural y cris­
tiano, unos dementos formativos, una red de ton.tactos, unos mé~
todos de acci6n, que les facilite y potencie su labor, a fin de que
sean ellos
mismos los que hagan las cosas: cada cual según su
vocaci6n y su deber de estado. El trabajo por «capilaridad», entre
personas y pequeños grupos, sigue siendo primordial. Lejos de
pretender
sustituir a nadie, ICTUS continua la misma línea: tra­
bajar para que los demás trabajen; de
ningún modo sustituir a
lds demás en sus tareas propias.
Después de haber asistido
por primera vez a un Congreso
del Office
en el año 1968, en Lausana, al que fue el IV Congres
de Lausanne y V del Office, y no haber faltado a ninguno de los
celebrados hasta el
XIII en el Palacio de Congresos de la Porte
Maillot de París
en el año 1980, y después de haber visto c6mo
se
reunían hasta 3.500 congresistas, como en el de 1974, confieso
que en absoluto quedé defraudado.
En esta ocasi6n, más de 1.500
personas
acudieron a la cita en el Palacio de Congresos de Ver­
salles, durante los días 14 y 15 de noviembre pasados. El tema
principal de la reuni6n era Le Temps des Nations. Prácticamente
todos
eran franceses y la reuni6n giraba en torno a ICTUS. Por
ello, si comparativamente el número de participantes era sensible­
mente menor que el
de los Congresos de Lausana o el de París
del año 1980
-pero de todos modos, ¡que cifra!-, sin embar­
go, hay que tener en cuenta, que éste
no era internacional como
aquéllos, y que aquí
no concurrían con sus stands otros muchos
grupos u asociaciones. Por ello el mérito
es inmenso y el Congreso
fue un éxito de público, al congregar, exclusivamente sobre
la
obra de ICTUS a tan gran número de personas de toda Francia.
El Congreso gir6, principalmente alrededor de la labor de
ICTUS, pues fue esta, más aún que las conferencias, lo que se
busc6 transmitir, y e.reo que con pleno éxito. El tiempo dedicado
a stands, foros
y encuentros, da idea de la importancia concedida
a esta cuesti6n. Además, dos sesiones generales de las cinco que
hubo, estaban dedicadas
a ese aspecto. La última de la mañana
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Fundaci\363n Speiro

LA HORA DE LAS NACIONES
del día 14, en la que el Director de ICTUS, Jean-Marie Schmitz,
presentó las actividades del Congreso; y en la primera de la tarde
de ese mismo día, en la que, en mesa redonda, y a través de un
coloquio entre ellos, M. Barrois, Ch. Fayol, B. Hawadier, S. Pré­
mont y G. de La Belliere, trataron de Las condiciones y los me­
dios de una acción
eficaz, en la que mostraron las lecciones que
habían sacado
de una larga experiencia en la materia de la for­
mación doctrinal y el combate
cultural, los medios prácticos de
una
acción difusora y la especificidad de la labor y los medios
de ICTUS. Esa misma
mañana, Schmitz había insistido en mos­
trar lo característico de ICTUS y la necesidad de trabajar para
lograr restaurar e instaurar una
sociedad católica.
Hubo siete stands permanentes a lo largo de todo el Congre­
so: ICTUS, videoclubs, células y redes en el que se explicaba la
labor y
el sentido de la misma, y se destacaba la eficacia y la
especificidad de una acción verdaderamente promotora de un re­
nacimiento político, social y cultural.
Métodos de aproximación
cultural, puestos al servicio de ese renacimiento, donde se expli­
caba
la necesidad de «aprender a ver» y «aprender a escu.c:har»,
para poder discernir en la realidad cotidiana, condiciones necesa­
rias para cualquier acción eficaz.
En dos stands se explicaba a los
estudiantes, bien
de bachillerato o universitarios, la necesidad de
la formación y de la acción.
ICTUS-Formación estaba dedicado a
explicar sus actividades anuales, los cursos de formación, los
ci­
clos anuales. Permanences, la revista que edita ICTUS, mostraba
lo que se pretendía de
ella, instrumento de formación y de tra­
bajo, al tiempo que actuaba como boletín
de relación con ICTUS.
Desde luego, no faltaban quienes aprovechaban el Congreso para
suscribirse
-los nuevos-y muchos veteranos que suscnbían a
amigos y familiares, forma
magnífica para difundir su labor,
aproximarla a quienes no
la conocen o no la conocen bien y aumen­
tar las relaciones. Por último el stand de la Contribución cívica,
en el que se explicaba la forma de financiar la acción de ICTUS.
Pese a
no ser otra que mediante donaciones, el stand estaba siem­
pre de lo más concurrido y su éxito fue notable. Hasta el punto
que, a riesgo
de ser indiscreto, pregunté por las aportaciones que
se efectuaban, aunque
no queriéndolo ser demasiado, tan sólo
indagué en
lo referente a los estudiantes. La respuesta me dejó
asombrado: contribuían mensualmente con una cantidad variable
er. cada caso, pero que en cualquiera de ellos, debla dejar su bol­
sillo muy aligerado para sus diversiones.
En tres sesiones diferentes se desarrollaron quince foras. Cin­
co de ellos consistieron en
la exposición de los métodos y los
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(CRONICA DEL CONGRESO DE ICTUS)
medios preconizados por ICTUS. en cuanto a su eficacia práctica:
Formaci6n de ióvenes,. Métodos de formación cultural, Utiliza­
ción de los métodos de «aprender a ver» en los colegios, Forma­
ci6n cultural en las empresas, Acciones para la necesaria reno­
vación de la clase política .. El resto de los foros, siempre desta­
cando los aspectos prácticos, fueron los siguientes:
Acciones a
desarrollar frente
al poder de los medios de comunicación, por
D. Trinquet;
Ecologla y crecimiento, por Ed. Parker; El desca­
labro del sistema educativo: vlas para su reconstrucción, por
Y. Durand; Eiército, Naci6n y Defensa, por F. Pons; Acciones
en los ambientes económicos,
por J. Y. Naudet, J. D. Lecaillon y
J. M. Schmitz; Un e;emplo de acción política de los cristianos en
los palses del Este, por M. Jurek; Europa y las Naciones, por
M. J. Guillaume; Moral y vida, por J. Lejeune; Naci6n, naciona­
lidad e inmigración, por G. F. Dumont y quien escribe estas líneas
expuso la tarea de
los amigos de la Ciudad Cat6lica, de Fundación
S
peiro, de Verbo y de S peiro con el título de U na obra de laicos
católicos en España: Speiro.
Las conferencias fueron tres y a ellas nos referiremos muy
sintéticamente. La primera de ellas, en la mañana del 14, presi­
dida por Jacques Trémolet
de Villers, que pronunci6 el discurso
de apertura, estuvo a cargo de Olivier Drapé, delegado general
de
ICTUS, que desarroll6 el tema El despertar de las naciones:
Ante la caída de la Internacional comunista, el despertar de las
naciones, lejos de ser
un peligro, constituye la cuna de las liber­
tades, el mantillo de la cultura
y lugar de evangelizaci6n. Las
naciones continúan siendo la comunidad. más apropiada para lo­
grar el bien común.
La segunda conferencia, en la mañana del día 15, presidida
por
füiymond de Chabot-Tramecuort, la pronunci6 nuestro amigo
Miguel Ayuso en tomo a Las nuevas formas de subversión, que
se publica en lo sustancial aunque con matices en atenci6n al ca­
rácter francés del auditorio y español de los lectores en este mis­
mo número de Verbo. El presidente de la sesi6n se refiri6 en su
presentaci6n con cariñcisos elogios a la obra de la Ciudad Católica
española y a la labor desarrollada mediante la revista Verbo, la
editorial Speiro y las Reuniones de amigos de la Ciudad Cat61ica.
En la última conferencia, en la tarde del día 15, Jacques Tré­
molet de Villers, Presidente de
ICTUS, desarroll6 un tema su­
mamente querido para todos nosotros: Para que El reine sobre
las naciones. Trémolet se refiri6 en primer lugar a la difusi6n del
Evangelio en
las naciones. Destac6 que_la IlJlesia. evangeliz6 a las
naciones antiguas y fund6
11aciones nuevas, especialmente Europa,
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Fundaci\363n Speiro

FRANCESC TORRALBA ROSELLO
que como Cristiandad, fue obra de la Igles.ia. Frente a ella, la
apostasía de las naciones europeas les lleva a su muerte y a la
ruina. de Europa. Por ello mostró cómo su renacimiento es inse­
parable
de la nueva evangelización, cuestión en la que reiterati­
vamente insiste Juan Pablo II. Por último indicó la correlación
necesaria que existe entre la prosperidad de las naciones
y el re­
conocimiento de la Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo.
El domingo
se celebró la Misa en la Catedral de Versalles, que
se encontraba abarrotada por los congresistas asistentes.
El sábado
por la noche, tras la cena, hubo una representación
teatral,
Kfar Sama, interpretada por huérfanos libaneses, compues­
ta por el P. Labaky. Desgraciadamente no pudimos asistir a ella,
por
lo que me limito a transcribir lo que se menciona en el pro­
grama: La historia de ese pueblo es la de la nación libanesa, már­
tir, que para renacer saca sus fuerzas de la riqueza de su cultura
ligada a
su fe.
EsTANISLAO CANTERO.
EUDALDO FORMENT, NUEVO MIEMBRO DE LA
ACADEMIA DE SANTO TOMAS
En la encíclica
Aeterni Patris (4 de agosto de 1879) León XIII
exhortó a los Obispos a fundar una Academia para el estudio y
la difusión del pensamiento de Santo Tomás de Aquino. Al cabo
de nueve meses, concretamente el día 8 de mayo de 1880, se
inauguró oficialmente la Pontificia Academia
Romaria de Santo
Tomás de Aquino. Ante la desorientación de la filosofía moderna
y de la teología postridentina la Academia. pretendía reinstaurar
de nuevo el método
y el pensamiento de Santo Tomás para ilu­
minar los problemas
y las cuestiones fundamentales de la sabi­
duría cristiana.
A partir del Pontificado de Pío XI la Academia empezó a
organizar
periódicamente Congresos Tomísticos de carácter inter­
nacional que reunieron especialistas
de todo el mundo sobre el
pensamiento· filosófico y teológico de Santo Tomás. El primer
congreso, celebrado en el año 1925, congregó a oradores de enorme
prestigio en
la historia del Tomismo: Grabmann, Garrigou-La­
grange, Casamasa, Boyer, Sestili
y Gilson. A lo largo de los últi­
mos setenta años se han celebrado en Roma nueve congresos
tomfsticos.
El último de éstos, organizado bajo la dirección de
Monseñór A. Piolanti, aglutinó muchos pensadores y profesores
de Europa
y del resto del mundo. Puso de manifiesto la vitalidad
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