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Número 333-334

Serie XXXIV

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Progreso, desarrollo económico en relación con el hombre y jerarquía de valores

PROGRESO, DESARROLLO ECONOMICO EN RELACION
CON
EL HOMBRE Y LA JERARQUIA DE VALORES
El hombre y los modelos de desarrollo económico.
«Los diversos modelos de desarrollo económico están vincu­
"lados, más o menos directamente, a particulares coocepciones
"del hombre, de las que emanan determinadas normas de com­
"portamiento. A menudo sucede que ciertas concepciones del
"hombre
y las correspondientes normas de conducta entran en
"conflicto con la verdad sobre el hombre, que la Iglesia custodia
"como un tesoro. precioso recibido d"e Jesucristo. En ese caso la
"Iglesia no puede callar.
»As!, ante afirmaciones unilaterales que conceden la primac!a
"al provecho y a la plena autonomía del poder empresarial, la
"Iglesia, en su misión de sierva de los hombres (cf. Christifideles
"laici, 36), recuerda que• entre todas las criaturas de la tierra, sólo
"el hombre es 'persona', su;eto consciente y libre y, precisamente
"por eso, 'centro y ·vértice' de todo lo que existe en la tierra"
"(ib., 37); "No cuentan tanto los bienes de la tierra, cuanto el
"bien de la persona, el bien que es la persona misma" (ib., 37).
»Las mismas ciencias económicas. podrán sacar ventaja del re­
" conocimiento valeroso y coherente del carácter central de la per­
" sona humana: efectivamente, la persona humana con sus exigen­
ncias concrettis, sus aspiraciones, sus propósitos es el primero y
"fundamental valor de todo desarrollo.
»La Iglesia, que no pretende proponer un modelo económico
"determinado (
cf. Sollicitudo rei socialis, 41), alient" la investí­
" gación de los cultivadores de las ciencias económicas y les invita
"a un dilálogo fecundo a fin de que tengan en cuenta todas las
"dimensiones de
la persona humana, incluida su imprescindible 11 dimensión ética».
JuAN PABLO II: Discurso a los participantes
en un seminario de estudio organizado por Ja
Conferencia Episcopal italiana. L'Osservatore Ro­
mano, edición semanal en lengua española, año
XXI, núm. 16 (1.059), domingo 16 de abril de
1989.
Verbo, núm. 333·334 (1995), 217-221 217
Fundaci\363n Speiro

Los modelos económicos y sus gérmenes peligrosos de degene­
ración.
«Nos encontramos hoy ante la afirmaci6n de modelos econ6-
"micos
que,. ¡upto a i11negables rrs~lfa.do.s1 presen!f en su interi~r
"gérmenes peligro.sos de dege,¡erOC(on, tan~o a nivel de. cada pazs
)' conió a escala inferl1tiéio1'ial. · v·e ello son signos evidCrites el ere­
" cimiento de las antiguas y nuevas pobrezas, el aumento del
"desequilibrio
entre palses ricos ,~ paises pobres, y la degradaci6n
.,, ambienta/,. ·
.
»Ante esta situación, en ciertos aspectos dramática, se impone
.,,a lo's_ cristianps., Como.deber inderogabl.e, la tarea de ejercitar la
"solidaridad social y politica (cf. Sollicitudo rei socialis, 39-40;
"Christifideles
laici, 42-43), aportando las necesarias correcciones
"a los modelos de desarrollo, que no deben buscar exclusivamen­
"te el provecho del algunos, sino que deben promover el bien
"integral
de lá persona humana y de toda la humanidad.
»Efectivamente, 'en una visión cristiana de las cosas ---Jecia
"a otro congreso promovido por la Conferencia Episcopal Italiana
"sobre los problemas del
traba¡C>-hay que afirmar que la econo­
-''m1a, aunqu~ goza de Una relativa autonomía propia como cual­
"qUier Sector especifico del· obrar humano, permanece intrínseca­
.,,menté
-unida a la "ftica, que es medida universal del Of,ftérltico
"bien humano' (16 de. noviembre, 1987: L'Osservatore Romano,
"Edici6n en Len!!,Ua l:,spañolq, 7 de febrero, 1988, pág. 9)».
· JUAN PABLO 11: Discurso a los participantes
en un· seminario de estudio organizado por la
Conferencia Episcopal italiana. L'Osservatore Ro­
mano, edición. semanal en lengua española., año
XXI, núm. 16 (1.059), domingo 16 de abril de
1989. .
El crecimiento de la · economía debe subordinarse a las autén­
. ticas necesidades y a la solidaridad de 1os hombres.
«Como emfJTesarios cat6licos, en la gestión de vuestras em­
"presas}
advertís particularmente la tensión entre las exigencias
"éticas y las econ6micas. Como cristianos responsables ante el
"mundo, sabéir que también en los paises de bienestar econ6mico
-'Jy en ellos con más t'a:,:Qn, Sd-tz neéCSarias reflexiones y considera­
"raciones, de las· que se siente cada vez más urgencia. El creci­
"miento
de la economía no debe representar una meta1 sino que
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"debe subordinarse a las aut.énticas necesidades del. hambre y a
"la solidaridad entre las hombres; asimism.o deb!!. wientarse hacia
"estos ob¡etivos que hay asumen una dimensi6n . cada vez m4s
"internacional. Vuestra atenci6n y principal preocupación se dirige
"al problema cada vez más ,urgente de .fa desocupación, sobre todo
"de los ¡óvenes .. La ius#cia social no puede realizarse sin la cla­
"se dirigente o ámtra ella., Cada uno tietie que dar su propia y es­
"pecífica aportilt:i6n pá,á la solución de los problemas comunes.
"Finalmente quisiera recomendaros a vosotros, especialmente por
"vuestro carácter
de empresarias católicos, velar para que se res­
"pete el descanso dominical, que en .medidu creciente suele sacri­
"ficarse precisamente en nombre del progreso económico».
Jerarquía de valores.
JuAi, PABLO II: .Discurso a· Ja Asociácíón de
empresárros católiCOS alemanes, el 29 de agosto.
L1.0sservatore Romano, edición semanal en· ¡engua
española, año XXI, núm. 30 ( 1.073 ), domingo
. 23 de julio d'e 1989.
«Precisamente en esta perspeétiva, los c01tc'eptos:· de conocer,
"amar y · servir la vida usumen 'toda su · relevimcia cultural. y ope~
"rativa.
»Ciencia y fe no agotan su relación en el ámbito del conoci­
"miento abstracto del misterio de la vida;a sino que introduéen la
"inteligencia y el corazón en el conocimiento experimental de
''todos
los valores que se agrupan en.torno a la realidad del vivir.
"Deben
colaborar ;untas pára construir en torno al derecho hu­
" mano fundamental a la vida la ;usta ferarquia de cualquier otro
"derecho humano
individuál y social, pues la alternativa a una
"cultura de vida na es sinó la negación de la vida 'y, can ella, ile
}'cualquier derecho humano. '
»De este conocimiento lntegramente humano surge el amor
"a la vida, que es la :primera, 'lá más intensa, la más universal y
"la más compartida forma de amor' concedida al hombre. As!,
"los progresos
en. cainp'o cien#fico y· tecnológico se traducen en
"un apasionado éM11ptomiso de servicio a la vida en cada ser
"humano,· partictilarmente si está rt!ciéti concebido o pr6ximo a
"extinguirse. ,
»A este .servicio deben. llevar tanto el' mejor conocímietlto de
"la vida comó el amor fontiencida hacia ella. Conocimiento y
"aritór que, sin embargo-, pueden parecer brazos inermes frenté
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"a la desmesurada demanda de servicio que se eleva del género
"humano sometido a limitaciones doloroslsimas de la promoción
"y en la defensa de su derecho primero y fundamental».
JuAN PABLO II: Disamo en la clausura de la
IX Conferencia Internacional de agentes sanita­
iios, -s.ábado 26 dé nc;wiemhre. L'OSservatore Ro­
mano, edición semanal en lengua espafiola, afio
XXVI, núm. 49 (1.354), 9 de diciembre de 1994.
Ambivalencia del progreso.
«La
c;ultura -término muy rico--es un concepto global, en
"el que el hombre es simultáneamente el centro, el su;eto y el
"obieto. La cultura abarca todas sus capacidades, tanto en su di­
"mensión personal cama en vida social, y humaniza las personas,
"las costumbres y las instituciones. La ciencia, por su parte, le¡os
"de estar enfrentada a la cultura, constituye un elemento funda­
"mental y, de ahora en adelante, indispensable de cualquier cul­
"tura ordenada al bien de todos los hombres y' de todo el hom'
"bre. En los campos más diversos, el progreso científico y técnico
"tiene por finalidad asegurar al hombre un bienestar que le per­
"mita responder más fácilmente y en plenitud a su vocación es­
''pecífica .
. »Vosotros, hombre y mujeres de ciencia, os preguntáis: '¿Cuál
"es
el significado profundo de nuestra vocación de investigadores
"en la cultura actual?'. Para responder a este interrogante que 11comparten _muchos de nuestros contemporáneos, necesitamos vol·
"ver hacía el hombre como ser de cultura, hacía la persona como
"su;eto que no puede reducir a ningún otro ser creado.
»Asistimos a un extraordinario desarrollo científico y tecno­
"lógico. Nos da la impresión de que los límites del conocimiento
"retroceden incensantemente. Pero, al mismo tiempo, nos embarga
"un estremecimiento de angustia ante el uso que se hace de él.
"La historia agitada de nuestro siglo nos coloca ante nuestras pro­
"pias responsabilidades. Tal vez hoy más que en otros tiempos
"nos damos cuenta
de la .. ambivalencia de la ciencia. El hombre
"puede utilizarla para su progreso, pero también para su ruina.
"La ciencia tiene tantas implicaciones} que requiere una esmerada
"vigilancia de
la conciencia.
»Vosotros; los hombres y muieres de ciencia, sentls en lo más
"profundo de vuestro ser que el hombre ·no puede, sin renegar
"de Sí mismo} renunciar a· ¡J/,antearse las cuestiones más decisivas
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"que la ciencia descarta con razón de su campo propio, pues per­
"tecen a otro campo de conocimiento.
»El progreso cientlfico, especialmente en el ámbito de la ge­
"nética, mantiene despierta a la conciencia y estimula la reflexión
"ética. Ese progreso no puede reducirse sólo a los aspectos
téc­
"nicos, que serían mora/,mente neutros, pues atañe directamente
"al hombre en lo que tiene de más precioso: Sf' estructura de_ ser
"personal. A pesar de sus valoraciones
muchas veces diferentes
"y a pesar de sus doctrinas politicas tan diversas, los iesponsables
"políticos de muchos países
han creado comités nacionales de
"ética. Más
allá de los áiferentes puntos de vista que pueden sus­
,, citar estas instituciones, el hecho de su reciente creación muestra
"a las claras que los responsables de -la sociedad civil perciben,
"con la pérdida dramática del consenso acerca de lrzs convicciones
"morales fundamentales,
la complefidad y la gravedad de los _in­
"tereses que estáTt en ¡uego. A vosotros os corresponde contribuir,
"con vuestras competencias propias, al necesario desarrollo de la
"conciencia moral. Promover la dimensión ética del progreso. cien­
"tífico y técnico significa ayudar a que sea un progresa auténtica­
"mente humano,
para edificar una sociedad que· sea medida del
"hombre. Las preocupaciones éticas
no sólo no perjudicarán en
"absoluto d rigor científico de los investigadores y de sus trabajos
"sino que, por añadidura, les conferirán una
carga de humanidad
"hasta ahora insospechada. Si falta esa reflexión ética, la humani­
"dad
y la tierra estarán en peligro. Hombres y mujeres de ciencia,
"hombres y mujeres de .cultura, el. mundo tiene necesidad de
"vosotros, de vuestro testimonio -·Y <;om,promiso personql, .. para
"que la ética ilumine la_ ciencia y la técnica; para que se respete
"el primado del hombre sobre las éosas y el áel esplritu so1,re la
"materia; y para que la ciencia y la cultura se puedan llama_r thu­
"manas'».
JUAN PABLO II: Discurso a, los participantes en
el congreso ·sobre «La ciencia en el ámbito de la
cultura humana~, 4 de octubre. L'Oss.eroatore
Romano, edición semanal en lengua española,
afio XXIII, núm. 43 (1.191), 25 de octubre de
1991.
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