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Número 333-334

Serie XXXIV

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Arnaud de Lassus: La liberté religieuse. Trente ans après le Vatican II (1965-1995)

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la empresa, del servicio laboral, del paro (desocupación laboral)
y los conflictos laborales
y, finalmente, del descanso y la fiesta.
Como se puede deducir, la riqueza temática, apretadamente
reseñada, es enorme. Pero, insisto, no abrumadora: pues d'Ors,
en sus síntesis, encadena tan clara, lógica y a veces paradójicamen­
te, los argumentos que el lector
va prendido en ellos ; en ocasio­
nes, regocijadamente.
Este es, pues, uno de esos libros en los que al terminar la
lectura puede uno
decir: mis gustos son sencillísimos, siempre
estoy satisfecho con
lo mejor.
JAVIER NAGORE YÁRNOZ.
Arnaud de Lassus: LA LIBERTE BELIGIEUSE
TRllN'l'll ANS APRES LE VATICAN I1 (1965-1995) (*)
En los primeros días de febrerd de 1995 toda Espafia fue
sacudida por una publicidad masiva de un libro protestante pro­
cedente de
los Estados Unidos, titulado Fuerza para Vivir. Cinco
obispos se han cre!do en
el caso de tener que decir algo sobre
esa publicidad, y ese
algo han sido algunas pegas mínimas porque,
de entrada,
ya dicen que la libertad religiosa formulada por el
Concilio Vaticano
II autoriza esa propaganda. Con este contexto
nos llega el librito, cuya ficha bibliográfica aparece a pie de pá­
gina.
En esds mismos días llegaban noticias de la explosión del más
radical islamismo en Argelia. Sirva este otro contexto para ensal­
zar al autor
de la obra, nuestro amigo Arnaud de Lassus, que con
clarividencia, oportunidad y hero!smo
sacrificó su brillante carre­
ra en aras
de la Religión y de su Patria cuando la guerra de la
independencia de
Argelia. Para verdades, el tiempo. Nuestro ami­
go, como los hombres de honor es también un hombre serio y
tampoco ha querido pasar por alto ni
minimizar la libertad reli­
giosa, cuvd estudio rehúyen tantos
y tantos más obligados que él.
Muchas cosas se entienden mejor empezando por el final.
Adelantemos, pues, nuestra conclusión de que este libro
de De
Lassus es excelente. Quiera Dios tocar el corazón y el bolsillo de
algunos de
esos católicos que ingenuamente dan su dinero a las
(•) 4.0
, rustica, 110 págs., Edit Action Familiale et Scolaire, 31 rue
Rennequin 75017
París.
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INFORMA.CION BIBLIOGRA.FICA.
agencias de la. ONU, para que se convierta en mecenas de una
edición
española de este pequeño gran libro.
Con la sencillez
y claridad con que saben exponer los fran­
ceses -a diferencia de los alemanes--, y utili2ando, además,
variados tipos de letra
y la división del texto en párrafos breves,
concisos y documentados,
se repasa globalmente el tema de la
libettad religiosa.
El subtítulo, Treinta años después del Vatica­
no
II es ya un primet y precoz acierto, porque todo partió de
allí. Es como una sugerencia al seguimiento del asunto que hace
luego, señalando que, por lo que tiene de contradictorio, ha ge­
nerado dudas acerca de la infalibilidad de la Iglesia, ha contribuido
a la desaparición de los Estados católicos
y, en política, el aleja­
jamiento de la Iglesia ha supuesto un acercamiento al lihetalismo
y a la masoneria. El aviso evangélico, «Por los frutos los cono­
ceréis» (a los falsos profetas), avalora el seguimiento de los con­
flictos hasta que dén frutos que petmitan conocerlos mejor. En
España, los de la libertad religiosa están a la vista y bien merecen
una recapitulación e intetpretación extensas y separadas.
No le ha pasado inadvertida a nuestro amigo la manipulación
semántica de cambiar
el nombre a la antigua coestión de la libet­
tad de coltos y asignarle este
nuevo y difetente de lihettad reli­
giosa. Con
la primera denominación se accede en coalquier biblio­
teca o archivo informatizados a millares de noticias de enfrenta­
mientos entre católicos e impíos. Con
la nueva quedan bloqueadas,
en
héneficio de los que se ohstinán en decir que aquí no ha pasa­
do nada.
Sí que .ha pasado. De L.assus empieza resumiendo la doctrina
tradicional sobre libertad religiosa, con textos de
máxima auto­
ridad, e inmedi.afam¡,nte la cloc.trina conciliar sobre el mismo tema,
para
seguir con una confrontación, punto por punto, entre ambas
y concluir que son incompatibles y que hay que escoger una de
las dos. Las severas limitaciones editoriales nos han privado
.de
una cantidad ingente de textos de la doctrina tradicional contra­
rios a
la libertad· religiosa ; no hubiera sido inútil su acomulación,
porque por otra parte
la J erarquia oficial de la .Iglesia viene sos­
teni~4o, más ~ su actitud que con ~scritos, la tesis contraria.
El cambio dé la doctrina. tradicional por la conciliar ha inci­
dido
profundamente en las relaciones Iglesia-Estado y en el mo­
delo de Estado y de sociedad, podo que es también una coestión
política que interesa especialmente a los seglares. Los católicos
están desorientados y los masones satisfechos. El paso de la tole­
rancia a la
. libertad ·ha favorecido la proliferación de religiones
falsas y raras, y del Islam. La vetdad queda sin
el apoyo de la
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fuerza porque el Estado se ha hecho neutral, o más bien de un
sincretismo a lo gnóstico, empujado también hacia esto por el
ecumenismo. Se ha implantado un pluralismd político-social, que
sería buend si solamente aceptara opciones buenas, pero que las
acepta y ampara todas, buenas y
malas. Todas las actividades del
Estado, entre ellas
la enseñanza, se han impregnado de liheralis­
mo, es decir,
se han alejado de la verdadera religión, etc.
No insistiremos en seguir el resumen de De Lassus, porque
el tema es aquí, en España, desgraciadamente bien conocido y
mucho
más visible que en otras partes donde la libertad religiosa
estaba
ya de hecho planteada y asumida y el Concilid no ha hecho
más que darle un respaldo doctrinal.
Vayamos
al desenlace, que no es la ruptura con Roma, como
podría temerse, y que por eso tiene cierta originalidad. Dice:
Estamos abocados a rechazar una doctrina que
nos es pro­
puesta por el Magisterio de la Iglesia y
por ello a oponernos a
éste. Es una actitud legítima y necesaria
pero peligrosa, sobre
todo cuando
se prolonga; se corre el riesgo de acostumbrarse a
la oposición, de complacerse en ella, de no ver ya en ella una ne­
cesidad temible y ocasional, de constituirse uno mismo en magis­
terio ... , lo cual sería proceder como los protestantes.
¿Qué pueden hacer unos simples laicos en presencia de tal
desorden en la enseñanza del Magisterio?
Por de pronto, permanecer fieles a la doctrina tradicional,
que no puede cambiar, afirma
De Lassus. El prdpio Papa Juan
Pablo
II lo ha dicho en su discurso al Sagrado Colegio el 5-XI-
1979, a propósito de la doctrina integral del Concilio: «Doctrina
integral, es decir, doctrina entendida a
la luz de la santa Tradi­
ción y referida
al Magisterio constante de la prdpia Iglesia».
Esto aminora
la dificultad de nuestra oposición al Magisterio
porque nace precisamente de su consigna de fidelidad a
la doc­
trina tradicional. Estamos ante una proposición indecidible.
Permanecer fieles a la doctrina tradicional conduce en el caso
del Concilio Vaticano
II a una actitud de extrema reserva, que
Jean Madiran define así: «Concilio pastoral, ni infalible, ni irrefor­
mable, el Vaticano
II está a la espera de su destino definitivo.
Unicamente
la Iglesia podrá determinarlo. Empezará, sin duda,
por intentar purgado de
sus males. También podrá rectificarlo,
reformarlo o abolirlo, o bien olvidarlo. No
es a nosotros a quie­
nes corresponde decidir sobre esto. Nuestro papel de católicos de
filas, de simples militantes de
la Iglesia discente, era rechazar lo
inaceptable, y ya lo hemos hecho, y no dejaremos de hacerlo».
En segundo lugar
-propone De Lassus-, suplicar al Papa
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que proceda a operar un regreso al orden, que únicamente él
puede realizar, y orar por esta intención.
En la selva interpretativa de la libertad religiosa, de las que
las páginas de
Verbo han dado cuenta en más de una ocasión, y
con independencia de lo que se piense de la correcta posición del
autor del
h'bro que hemos presentado, me parecen, en todo caso,
apreciables
las conclusiones a que llega el autor. Así como no lo
es menos impedir el acallamiento
de un debate y el aquietamento
ante una situación que claman
-aquél-por su mantenimiento
hasta en tanto -ésta-no se reinvierta.
MANuEL DE SANTA CRUZ.
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