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Número 333-334

Serie XXXIV

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La integración del este en el vacío occidental

LA INTEGRACION DEL ESTE EN EL
YACIO. OCCIDENTAL
POR
THOMAS _MOLNAR
Cada día que pasa los países de Europa del Este, candidllt.os.
a una integración en las instituciones internacionales pátrocinadas
por
Occidente (ONU, OTAN, Unión Europea, Banco Mundial),
son de hecho
absorbidos, a falta de otraalternativá. Para Varso­
via, Praga, Bratislava, Budapest · o Kiev, Occidente representa la
luz
al fínal del túnel, la pue:rta hacia la salvación. 'Es trágicatnente
cómico contemplar cómó mientras -Occidente, desde laperspectiva
de sus ciudadanos-consumidores, ,se convíerte cada vez más en
una· parte degenerada de la geografía, es para quienes h:in escapa­
do
· recientemente del comunismo la tierra de la abundancia, un
El
Th>rado combinado con Jauja, el fin de la historia, la plenitud
de la Cultura. Fukuyama debería viajar all1 para reaptovisionar
su tal vez menguado optimismo.·
Este deseo obsesivo de unirse a «Europa»
y· a la 001Dunidad
atlántica demuestra ser menos resolutivo · que lc,s · problemas na­
cionales y regionales: la miseria, los conflictos étnicos, el asunto
d~ la emigración, o el colapso de las ~tructufas, crei:en pau'
latioamente hasta proporclonés áhsolútaniente incootrolables. Nin­
guna ayuda exteriot ( en cualquier caso poco probable), ni Ínver­
sÍón,
ni conversaciones de paz· o «carnets de miembro», pueden
hacer frente al diluvio de dificultades; peto entiéndáse bien, no
solamente
a causá c!e'la ocupación ·y fa devastacióo soviéticas, sino
también
por el peso de la historia y la herencia de tur<:OS,.-Habs­
burgos, rusos y otros invasores .. Entre estos últimos no debería
subestimarse la · sutil liberación de Occidente en los tiempos mo-
Verba, núm. 333-334 (1995), 225-232 225
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demos, tanto económica como cultural, que ha conducido a una
mentalidad perezosa
y cínica, a una justificación de la actitud
según la cual «en cualquier caso todo
es inútil». El número de
veces que estos países
han sido traicionados por un Occidente dis­
frazado de
Santa Claus alcattaa cifras ·asttonómieas, y aunque en
realidad
no sea así, resulta en ,la opinión· tle los ciudadanos.
La
enésima'. guerra balcánica, la actual, es sólo la más reciente
traición, con sus pseudo-arbitrajes
y embargos. Pero traiciones
fueron también
la de Budapest én 1956; y luego Praga, y DaMig,
y antes de ellas, allá en el pasado, Yalta, Versalles, Wilson y
Clémenceau, etc. Y también muy recientemente es conocido cómo
el
colapso del muro . de Berlín, .. supuso un trauma para París y
Londres, algo ~barazoso para todo Occidente. ¿Quién desea le­
giones de mendigos llamando a la puerta y ofreciendo drogas,
armas nucleares, y productos que nadie quiere?
En resumen, la apertura del Telón de Acero ha constituido
una fuente de dramas serios, CO!l actores que• antes de 1989 esta'
han inmovilizados. y ahot~ asumen sus. papeles .. Es cierto que el
gtito «¡Unámonos a Occidente!» (a Bill Clinton tanto como a
Mic;haelJackson) parece satisfacer la ilusión de escapar del pasado;
sin embargo esta
«integración» no. resolverá nada y cteará inmen­
sas decepciones: carenda
de pinero (motivo principal del caprichq
de la integración),, ausencia de seguridad sociid bajo la vigilancia
de Bruselas y Estrasburgo sobre los «derechos humanos», y un
próidmo
colapso de. Jas fronteras al estilo bosn.in. En otras pala­
bras, o bien la integración no .se desarrollará de acuerdo con las
expectativas, o bien añadirá a los insolubles prob~as locales nue­
vas desdichas
.. típicas de. las sqciedad,;s qccidentales. La integración
vienea .parecerse a la m¡u-ch'I ,suicida de los lemmings (*).
Sin· embargo ( eterna, paradoja) existen . támbién muchos signos
de cosas . que están funtjonapdo sin necesidad. de la benevolencia
entrometida
y la interfereqcia qccidentales .. Alguna cosas ÍUl1citr
nan y,. sorprenq"1ltemente, funcionaban también bajo d régime11
(*) (N:'dé!T:)'Lem1nlngs: especie de·roedores·dé los pa!ses n6rdioos
que· en ocasiones -'emigran. hacia 226
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anterior, a causa del simple poder de la tradición, de una resisten­
cia sutil, de grupos
de solldaridad, y a veces por el sentido hll'
mano de los burócratas· marxistas mismos. Colegios y planes de
estudio, instituciones eclesiásticas,
la lealtad nacional, ·la concien­
cia de formar
parte de Europa, fas fuentes vivas del arte popillar,
y por encima de todss ellas, la literatura y su tradición, fueron y
sé-mantuvieron como elementos· -positivos. Si estas naciones-tie­
nro. un futuro, es porque los conceptos llherales y progresistas
no se han devorado a sí mismos en sus fundamentos, sino que
han sido acordonados
en las grlllldes ci;,dades y en un pequeño
porcentaje
de sus pohlaclones:
Decir esfo provoca controversia inmediatamente, por no decir
acerbas acusaciones, • Es el principal· tema-tabú. Sin embargo, es
importante: aseverar que la generalizada ideología occidental de
la
d.;,,,ocracia liberid, el globalismo y la culturá desarraigada; -es
16 que envenena hoy la tarea de la reconstrucción. Después de
un sigló de marxismo y diversos sueños utópicos, y de perniciosas
filosofías
enseñadas en· las escuelas, es · evidente que la Europa
del Este o bien sérá salvada por su tradiciones, incluyendo inclu­
so
autoafirmaciones étnicas, o bien se hundirá durante siglos bajo
la carga de los llamados valores occidentales. La vida segura y el
feliz consumo de Occidente simplemente no comprenden la pri­
macía de la identidad nacional como fuente de superviviencia y
de deseo de vivir. Los elementos hostilés siempre circundantes no
pueden ser cancelados por tratados ni por encuentros· en fu
cumbre.
Las
razones para el status qua son obvias. En el último sigld
y pico (aproximadamente desde 1848 a 1948, desde la moderni­
zación •
hasta un mínimo de prosperidad) la Historia permitió 11
las naciones de· Europa del E~te fortalecerse, · desarrollar una é:láse
media, mezclar de una forma bastante saludable la tradición his­
tórica
y la apertura a Occidente. Esta evolución· positiva, con un
equilibrio entre sus promotores y los oponentes, descansaba· en
la historia
y en lá nacionalidad, en el orgulld de la •perfección
artística, religiosa, urbanística, o militar; 'En el último medio -Si·
glo el comunismo, pero también el impulso generalizado oe la
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modernichid, bi,cieron ¡;lesaparecer la clase media y proscribieron
el orgullo nacional. Escritores,
pensadores, pintores y sacerdotes
fueron o bien totalmente
silénciados, o bien coaccionados por una
u
otra. «political correctness» .. Es un milagro que muchas de las
conciencias
más tempranas sobrevivieran ; de hecho uno se las
encuentra a cada paso, aunque
sea harapientas, raídas, humilla­
das....
¡pei:o vivas!: en las aulas universitarias, en las asambleas
religiosas, en academias difícilmente conocidas y casi privadas,
en banquetes
con brillantes poetas, patriotas, editores, profeso­
res
... y nostálgicos «ciudadanos medios».
La tragedia consistirá hoy en los años venidei:os en · que esta
hel(encia salvaguardada que. rehusó morit e incluso marchitarse
durante los años del comunismo, está
tropezando en estos mo­
mentos con una importación occidental seca, burocrática, mate­
rialista y comercial, que impresiona a las petsonas no mediante
la
verchid o la virtud, sino con una efusión .de publicichid vulgar
y envilecidas
mercancías. La neo-burguesía, bien visible ahora
por encima de capas y capas
de. miserables y exhaustas masas gri­
ses, no ,es por tanto sucesora orgánica de la -antigua, sino un esR
trato sociológico en expansión con características culturales ,pro­
pias
del proletariado de Dickens y de Zola. Los valores salvaguar­
dados, y en parte existosamente transmitidos,
se encuentran a sí
mismos repentinamente neutralizados en el mar
de fango de la
anarquía post-comunista.
La cuestión principal y central es si po­
drán .sobrevivir las viejas naciones con sus principios ordenadores
de la realidad y la imaginación, o si se se someterán ante el con­
tacto
con, una ideología disolvente y cosmopolita.
En general, la Europa del Este
ha seguido, desde 1848,. el
patrón ruso de indecisión
.entre populistas y occidentalistas, Ba­
kunin y Herzen, Dostoievsky y Turguenev, Stalin y Trotsky,
Soljenitsin y
Sajarov. Lo.extraño es que bajo el gobierno bolche­
vique triunfó una combinación de lo peor de cada una de ellas.
Se trata de un desarrollo natural, a la vez tempetamental y geopo­
lítico, en los países ex-satélites y en Rusia misma. Por el momen­
to, el esfuerzo .de la lucha contetnpla la marcha de militantes
igualmente fuertes en ambos bandos:
el nacionalismo, incluso en
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su versión populista, saborea su venganza tras el período inter­
nacionalista, y la izquierda liberal-socialista ( que contrariamente
a lo que opinan
mis amigos de la derecha, no es un retorno al
comunismo, aunque sí algo
que. difícilmente. será menos peligroso
para
la. nacionalidad) proclama que la. derecha es «fascista». Pero
no puede subestimarse la
fuerza .de la inercia en cada lado: los
liberales defienden los valores cosmopolitas,
que son algo foráneo
salvo en el mundo de los artistas, los estudiantes, los periodistas,
y de parte de la ambiciosa clase política;, los nacionalistas tienen
raíces profundas, pero juzgan mal
la fuerza genuina de una nece­
saria modernización. En suma, el observador es testigo del viejo
juego. La izquierda constituye una pequeña
minotía urbana, pero
sabe cómo
difundir su teorías y consignas porque posee o intimi­
da a
las editoriales, los periódicos, y las revistas intelectuales. Tiene
casi el monopolid de las ideas atractivas; y define
el consenso
sobre ellas en la televisión. La derecha
confía en el sentido co­
mún del pueblo y cree que «la verdad sienipre triunfa». Conse­
cuentemente, descuida los medios de comunicación y se
compro­
mete más bien en campañas de rumores. Comd normalmente
pierde (elecciones, popularidad, o puestos académicos), encuentra
consuelo en teorías sobre vastas conspiraciones:
«¿Ha leído usted
el libro de Fulano? Lo cuenta todo. Ellas planean un asalto final»
al régimen, a la televisión, a los bancos ... «son tiempos difíciles!».
Por tanto, mientras
la izquierda Uberal prepara el terreno
mediante pequeños movimientos,
la· derecha retrocede indignada.
La misma sociedad; privada de liderazgo, escoge en forma prag­
mática según sns intereses momentáneos. Uno puede encontrar
consuelo en el pensamiento
de que las disputas políticas son ha­
bituales en todas las modernas democracias ( que ocultan los con­
flictos más profundos), y de que su pertenencia al nuevo paisaje
de la Europa del Este demuestra una verdadera integración con
la del Oeste. De este modo, uno puede también regocijarse porque
en las «democracias» africanas exista igualmente este conflicto
derecha-izquierda. Sin embargo, en la Europa del Este
la demo­
cracia
es y seguirá siendo un artículo de importación, y . se resol­
verá en una reyerta perniciosa.
El premio .es, por supuesto, el
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poder, pero dado que estamos hablando de sociedades indigen­
tes,. el. premio consist•nsencillamente en,un puro beneficio crema·
tístico (y cuentas banclttias en Suw.).
, Lá diferencia, con Occic[ente· es que esta tosca moralidad se
co!bbina con perversiones • burocráticas heredádas · de diversos in­
vasores. Se pueden encontrar estas pen-ersiorres incluso al solicitar
un permiso de tonducir, una pensión n.o pagada, o cuidados mé­
dicos en un hosiptal. Al otro ládo de lá ventanilla se encuentra
eYhombre o la lji.entálidad ·uniformada, mientras que el réclamante
carece
de un colclíón eéon6tnico sobre el cual replegarse para
cdhtraatacar. ta éláse gobernante no se ha decidido todavía entre
el patemalismo y el plurálismo; puede que nunca lo baga, y que
la~' coaliciones de 'partidos reemplácen a la alianza hist6rica entre
el trono y el altar,. ahofa . entre socialistas y liberales.
La Europa del Este
e~tá situada actualmente bajo muchos
aspectos en una encrucijada,. en la cual los caminos pueden
con­
ducir. a cualquier parte d ~ ninguna parte, posiblemente al caos.
i;:l hundimiento de .la clase media ( oficiales, funcionarios, profe­
sores,, empresarios,
. edito,;e¡¡, empleados fijos) no desemhoc6 me­
ramente en un vacío demasiado. frecuente, sino. tatµbién en. una
mentalidad nihilista
.. Estos países viven .hora simultáneamente
su guerra ele. inclepeuclencia,. su reestructuraci611, social,· su. brutal
batalla
por la elevación · econ6mica, y su consolidación nacional.
];sto, añadido al alma apesadumbrada por el pasado reciente, crea
una descofianza general, ambiciones ferozmente ilitnitadas ( tam­
bjén denominadas libre mercado), y una vasta. corrupción a todos
fos niveles. La influencia y la presi6n occidentales llegan en un
mal momento, porque
lós problemas tienen poco en· común en el
Este y en. el Oeste, incluso aunque los remedios aplicados bajo
la
presión extranjera tiendan ,a ser unifotmes desde el Volga al
Danubio. Los
.remedios ( dC!IDOCracia, libre mercado, y derechos
humanos) son, literalmente; palabras caténtes de significado si no
clis¡,onén de un soporte y'uh espacio de valldez. Son sin embargo
por desgracia suficientes para impedir que surja una estirpe de
líderes patriótica y cnltnralmente eficiente. Peró incluso si ésta
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emergiera, se la tildaría de «reacciooaria»-y seria excluida por
quienes proclaman precisamente el pluml.ismo como su virtud.
La única consigna occidental que no está siendo utilizad¡, ea
la región (lo «políticamente correcto» está ya llevando a cabo su
labor
devastadora) es el globalismo, porque todos las preocupa,
dones,
son estrictamente· locales. Su lugar está ocupado pÓr la
geopolítica, que impele a los gobernantes a adoptar un cierto
grado · de realismo. Y la palabra «realismo» en·. una orientación
alemana para la cual no hay sustituto, como lo demuestra eada
día la crisis bosnia. El miedo a Rusia sigue estando muy vivo, y
la
EUl!opa del Este de<:,,pciona diariamente a los lecto,es .de perló,
dicos. En la cumbre de diciembre en Budapest, Clinton sorprendió
a todo el mundo con su falta de brillo
y personalidad, siendo
marginado incluso por Yeltsin. A Miterrand
se le consideró fuera
del juego, con su propio funeral celebardo
por él mismo ; y J obn
Major
se enconrraba visiblemente molesto a causa de sus proble­
mas internos. Algunos políticos regionales buscaron un liderazgo
en Italia ( una tradición al sur del Danubio), pero tuvieron que
reconocer que sólo Helmut Kohl rransmitió una impresión de
po­
der. Como he escrito recientemente, la historia en Europa del
Este parece discurrir hacia atrás
...
Pero al menos dicta la misma política a la región entera: en
las recientes elecciones todos los países han retomado a un gobier·
no socialista,
rechazando a libere:les, cristianos, agrarios, y partí·
darlos del modelo occidental.
Los victoriosos partidos neo-socia·
listas pueden incluso desembarazarse pronto de su eventual socio
de coalición, a la
vez que se comprometen en la prosecución de
políticas de libre mercado... ¡cinco años después de
la ignomi·
niosa caída del comunismo! Los partidos retomantes son clara·
mente no comunistas, aunque mantengan ciertos impulsos carac­
terísticos: predilección por el centralismo, un tono más áspero
hacia Occidente (cuya debilidad detectan mejor que
los liberales),
una
política comercial y aduanera más restrictiva, y una insistencia
más enérgica en la reducción de la debilitante deuda externa
( ¡contraída en el pasado por los comunistas!).
Todo esto no suprime
los males antes mencionados, pero sig·
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THOMA.S MOLNAR
nifica una mayor disciplu,a social. Contemplando a finales de
1994 la situación en
Hungría y comparándola con la di,! año
anterior, he encontrado (en cualquier caso la observación merece
.consider!ICión) que una sociedad antes rebelde se sometía ahora
mansamente a las decisiones del gobierno, por ejemplo, contra
los huelguistas, e incluso cuando estas decisiones
ha sido doloro­
sos, como
el excesivo incremento de la cesta de la compra y de los
precios de la gasolina. Seamos cínicos:
¿ se debió a que los medios
de comunicación,
.uno tras otro, pasaron a manos gubernamentales?
(Traducción de
CARMELO LóPEZ-füUAS MONTENEGB,O ).
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