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Número 333-334

Serie XXXIV

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La cruz en México

J,A CRUZ EN MEXICO
No nos cabe la menor duda de que una gran verdad elijo mon­
sefior Francis Clement
Kelley cuando afirmó que «la Iglesia no
podrá }amás desaparecer·' de México, as! como no puede una ma­
dre. borrarse en la vida de· su hiío».
Y es que si hablamos de México como nación habrá que re­
conocer que son cuatro las realidildes que la integran:· dos de
otdén material como es · el · caso del territorio y de la ra2a y dos
de·orden espiritual como lo son el idioma y•la·religión. ·
Estos cuatro elementos; plenamente ilrmonizados entre sí -y
de los cuales el más. importante es siempre la religión-, son lós
que dan cohesión a quienes forman parté de una determinada
comunidad
y sienten' sus vidas mateadas por'un destino' cómún
¿Qué había dentro del territorio q,;.,· integra lo que hoy co·
nocemos como República Me,dcana antes déla llegada' de los es­
pafióles?
El
territorio como tal era amplio y. difuso. No existía un
gobierno
central.que marcase los límites actuales y dentro
del mismo se
. encontraba un mosaico de pequefios · reinos
y tribus hostiles, entre sí que no tenían ,conciencia ,de for­
mar, parte de un t.odo i:;omim.. '
No existía una raza, única , ya que, precisamente 'debido
a ese mosaico.:de pequeños reinos y tribtiS, en estas tierras
de Mesoamérica habitaban razas tan diversas como · ló
eran ·.mayas; -aztecas,· tlaxcaltecas, tarascos, zapotecos,; mis­
teros, tarahumares, lac<111dones; etc.
Verbo, núm. 333-334 (1995), 255-270 255
Fundaci\363n Speiro

NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
-Por supuesto que tampoco existía un idioma común que
diese cohesión a esa variedad multiforme de
reinos y
ra­
zas, ya que estos territorios se confundían bajo una autén­
tica Babel de lenguas.
Y lo mismo podemós decir de la religión,
ya que cada
reino e incluso cada tribu adoraba a las
más extrañas y
caprichosas deidades las cuales, la mayoría
de las ocasio­
nes estaban en franca riválidad con las de las tribus o pue­
blos vecinos.
Un mosaico
de. reinos, razas, lenguas y religiones fue lo que
se encontraron los españoles que a estas tierras llegaron a prin­
cipios del siglo
xv1. Esa es la explicación por la cual un puñado
de conquistadores que ni siquiera llegaban
al medio millar hayan
podido someter a
.miles de aztecas que tenían en contra suya a
casi todos los pueblos circundantes.
De haber existido un Estado fuerte.
-con un territorio bien
definido
y en el cual habitasen gentes con lengua, raza y religión
comunes-:-le habría .resultado humanamente imposible a un pu­
ñado de españoles el haber impuesto su fe y .sus costumbres en
relativamente poco tiempo.
Todo se encaminaba al cu.mplimiento de .un plan providen­
cial que bien puede explicarse de la siguiente manera:
«En el plan
armónico de la hist-0ria todos los hechos tieuen
un oculto sentido que después resplandece. Fue uecesario el
hun,
dimiento de Grecia y el surgir magnífico del pueblo romano ;
fue preciso el poderío
avasállador de su imperio dando unidad
al mundo y articulando sus partes dislocadas en un
sole> organis­
mo · jurídico, para que el acontecimiento central de la historia
humana,
·el advenimiento de Cristo, se produjera en el mundo
en condiciones de centelleante
pmpágación. Los acontecimientos
más sublimes generados por la voluntad de Dios enlazan mara­
villosamente lo divino y
lo humano, eLorden antural y la reili­
dad .sobrenatural».
«En América
e>curría lo mismo. Están dispuestos ya los ele­
mentos humanos. Un pueblo en Anáhuac que ignora su destino.
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LA CRUZ EN 'MEXICO
Una raza crtsuana que rebosa los mares. Un capitán denodado
con la espada en la diestra
y la Cruz en el pecho, El mundo, ex­
pectante, presiente algo grandioso. El drama empieza, y la Madre
de Dios, la Virgen María, sabe que el momento solemne se acer­
ca de· ganar· para sí el corazón entero de un pueblo que és el o!,:.
jeto mismo del drama» ( 1 ).
¿ Y cuál era el pueblo que llegaba desde allende los mares
para traer al Nuevo Mundo la
fe de Cristo?
Ni más ni menos · que 'un · pueblo en el cual héroes y santos
se daban por doquier>
Un pueblo .que había estado entrenándose para la magna em­
presa de la evangelización de América durante ocho fargos·:si­
glos, porque fue todo ese tiempo durante el cual España luch6
contra el Islam.
Un pueblo del cual
había brotado un don Pelayo iniciando
la Reconquista; un Cid Campeador para quien la causa de Es­
paña y
de la fe estaba por encima de cualquier interés de. tipo
personal;
un· San Fernando,· santo monarca cúya vida constituye
el mejor ejemplo que pueden tener los gobernantes y una Isabel
la Cat6lica, modelo de madre, reina y· esposa; que supo 'tomar
conciencia de lo que para España y para la Iglesia significaba la
empresa americana.
A fines del siglo xv; a pesar de que el Evangelio de Cristo
había sido ya predicado en el mundo hasta entonces conocido se
daba la paradoja de que
el mundo estaba· incompleto.
Fue entonces que un
12 de octubre un audaz navegante, Cris­
tóbal Col6n -nombre que · significa «la paloma que lleva a Cris­
to»--navegando· a bordo de una nave llamada la «Santa María»
encuentra todo un continente que estaba oculto entre las tinieblas
de la idolatría y que a gritos pedía que alguien le llevara la Buena
Nueva de que Cristo
babi.a ya redimido al género humano.
Dentro de sus providenciales designios, Dios había dispuesto
que una
gran naci6n, :E:spaña -que se forjara dentro de los &a-
(1) RÉNIÍ ÚlPISTRÁN GÁRZA, La Virgen que forió una patria, Editorial
Biblioteca «Hoy», 1/ Edición, México, 19391 pág. 59.
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'NEM.BSIO RODRlGUEZ LOJS
gores de. una Cruzada-fuese el instrumento que ayudase a la
Iglesia en la epopeya misionera más grandiosa de todos los
tiempos. Cuánta razón tiene Alejandro Cravioto,
presidénte de FUN­
DICE (Fundación
Iberoamericana de Cultura), al decirnos que
«a partir de 1493, con la llegada de los primeros misioneros, se
pone en marchá· la mayor, g,;sta evangelizadora en la' historia de
la Iglesia. El pueblo español fue
el elegido por la providencia
para realizar
esta tarea. Asi ha sido siempre; Dios se vale de los
hombres y de los pueblos para realizar su
plan,salvífico,,se valió
del
Imperio Romano para evangelizar al Contin¡:,nté Europeo y,
doce siglos después, se valió del Imperio Español para la evan­
gelli:ación del Continente Americano» (2).
La noticia de que más allá del Mar Tenebroso ,existieran vas­
tas
tierras habitadas .por millones de infieles que esperaban' con
ansias
la· fe . de Cristo ·eausa una profunda emoción dentro del
pui:bld español.
, Profunda 'emoción que se manifiesta en miles de vocaciones
religiosas que piden
volverse misioneros así como en centenares
de esforzados capitanes que esperan realizar en eLNuevo .Mundo
hazañas , portentosas
dignas· de superar las mejores de los Libros
de Caballería.
,"Ese .gran hispanista que fue Ramiro de Ma-.i nos dice al
respecto, . ·
«Toda España es misionera'en el siglo ,XVI ... Lo mismo los
reyes, que.los prelados;.queJos soldados, todos los españoles del
siglo xvI parecen misioneros... La España del siglo XVI éondhe
la,religión
como. un combate, en que la victoria depende de su
esfuerzo» (3 ).
(2) «La' Etiangelización~ funda"titento de · la i identidad nacional». ·Confe..'
renda· pronunclada duráñte el· V_ Congreso .NaciOila:l :de Educación «Identidad
Nacional y' sus Valar= organizado por la úmfederaciqn, Nacional -de Es­
cuelas Particulares (CNEP) y por la Fundación Iberoamericana de Cultura
(FUNDICE) octubre 1991"'bril 1992.
(3) . Defensa de la Hispanidad,· Editorial .Poblet, Buenos Aires, 1952,
pág. 117.
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LA CRUZ EN MEXICO
Y es así como España se mete :de lleno en la gran empresa
de la Evangelización del Nuevo Mundo.
Al llegar a este punto,
conviene resaltar aquella' acción del
Conquistador de
México, H"!-'nán Cortés, quien le escribiera · al
Emperador
Carlos. V pidiéndole que enviase a estas tierras mi­
sioneros 'lle santidad acrisolada.
Cortés, como h~br~ de talento qu~ era, comprendía que
solamente
la .. désÍnterasada labor de. santos ;,,isioneros logr~ría
liberar al país de las prácticas pa¡¡anas que ~en¡¡cian en cuat1to. el
sol se ocultaba, . . · . ' · . '
El. Emperador atiende, la súplica del v.aliente extremeño y en-
vía
misioneros a ti.erras . de !~ Nueva España. . . . .
Y fue así como el .13 de mayo de 15;!4 en San Juan de Plúil
(Veracruz) desembarciu-on doi.e, frailes,. f=cis~, úna pequeña
comunidad que venía presidida por el. austero y piadoso Fray
Martín de Valencia .
. Estos piadosos varones, abandonando la, paz conventual de
qué
disfrutabaiÍ. en España, se d~dieron ün buen dfa a crm:ar el
Atlántico y
a internarse en
. tierras i~ota~,. mágicas y miste,.
riosas.
Atrás l~. dejaban todo: sus ancianos padres, Sus b\ienos ami­
gos, la p,Ítria querida y 'los gtátQS recuerdos' de U1l pas4do cjue
jamás habría ele 'volver. ' . ' ' .. '' . ' . .
En campjo el pozyenir se les prl'Sentaba incierto: .
Cortés, al ent~se de su llegada,. ,sale a su ¡,ncuentro. y, al
h..llarse frente .a ellos, se apea d~, :caballo, poneJas rodillas. en
tien:a y, de uno en uno, 'ª ,todos les fue. pesando las Jjlanos.
Hernán Cortés -aquel recio capitán que ganara .innrimera­
bles batallas,
que doininara,a los feroces riieidcas y·qué.le diera
al Emperador don Carlos
más dominios de los que heredara de
sus
abuelos'.-demostraba con s11 ejemplo romo lo espiritual pre­
domina sobre lo material.
Según don Salvador
de Madariaga «esta escená fu~ la primera
piedra
espiriru..J de.la Iglesia católica en México ... Era,. además,
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NEMES/O RODRIGUEZ LOIS
un acto en que el conquistador, hc,mbre de fuerza, ponía su fuerza
a los pies del espíritu» (
4}.
Marino Cuevas, .s. J., al referirse a estos doce frailes lo hace
en los siguientes
términos:
~Este grupo
de hombres, verdaderamente espirituales, serán
siempre considerados como los padres de
la Iglesia mexicana y
constituirán siempre una verdadera gloria de la Iglesia y de Espa·
ña. Con ellos, sencillamente, vino
lá civilización y desde entonces
hay un México civilizado, formado por cuantos
han vivido de
los
principios de la fe y devoción que nos trajeron» (5).
Por su parte, el tambié.n historiador Alfonso Trueba comple­
menta
el juicio anterior al decirnos que «la pureza de vida de
los primeros evangelizadores
fue una predicación viva y suplió la
falta de milagros que hubo en la primitiva Iglesia» (
6 ).
Detrás de aquellos sanros varones ~las doce columnas sobre
las cuales
sé asienta la gran nación mexicana-.llegarían otros per­
tenecientes a distintas 6rdenes religiosas.
Y fue así como en 1526 llegaron los dominicos del hábito
blanco, en tanto. que en
1533 llegaban los agustinos del hábito
negro. Con
el tiempo irían llegando misioneros pertenecientes a otras
6rdenes, para
cnlminar, el 28 de septiembre de 1572, con los
primeros jesuitas que a
tierras de .la Nueva Espaiia fueran envia­
dos nada
menos· que por el mismísimo San Francisco de Borja ..
«Los misione.ros que plantaron la Iglesia en México, francis­
canos, dominicos
y agustinos, lograron de Diiis el milagro de la
evangelización porque· eran uns · santos. Perdidos en. una selva de
lenguas· deséonocidas, diseminados en una
geografía inmensa y
escabrosa, escasos en número ·para tantos millones de indios, eran
conscientes de que sólo
en· la abnegación total de sí mismos y
en la perfecta santidad del Espirito podían dejar que Dios hiciera
(4) Hernán Cortés, Editorial Sudamericana, .9.' Edición, Buenos Aires,
1973, pág. 578.
(5) Historia, de la Iglesia en México, Editorial Patria, 5." Edición, Mé-
xico, 1946, Tomo I, pág. 181. · . .
(6) Doce Antorchas, Editorial Jus, 3." "Edición, México, 1975, pág. 42.
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LA CRUZ-E_N MEXICO
las maravillosas obras de su _ gracia. Y, efectivamente, en oracio­
nes
y penitencias incesantes, en pobreza y castidad perfectas, en
obediencia
y en trabajos agotadores, realizaron 4 evangelización
más excelente que
recuerda la historia de la Iglesia, después de
la de los Apóstoles» (7 ).
Antes de seguir adelante, preciso será puntualizar el concepto
mismo de «evangelización».
Muy equivocados andan quienes piensen que «evangelizar»
tan sólo se concreta a
la simple predicación de la Doctrina Cris­
tiana.
Es el Papa Paulo VI quien en su Exhortación Apostólica
«Evangelii Nuntiandi» nos aclara dicha cuestión al decirnos que
«evangelizar significa para
la Iglesia llevar la Buena Nueva a
todos los ambientes de
la humanidad y; con su influjo, transfor­
mar desde dentro, renovar a
la misma humanidad»_ (EN. 18);
Según la. definición anterior, evangelizar significa transformar
un desorden
fajusto en un orden social justo, lo cual trae apare­
jado, según aclara el mismo
-Paulo VI, «que las nuevas estructu·
ras sean menos opresivas y más respetuosas de los derechos de la
persona humana».
Es
decir que evangelizar no va a _ consistir únicamente en el
hecho de
predicar el Evangelio, sino más bien en procur¡u-que
-basándose -en la fuerza misma del Evangelio--,-cambien las
estructuras que oprimen al .ser humano con el fin de
fategrarlo
dentro
de un marco de vida digna.
Solamente así, cuando quien recibe el Mensaje que le anun­
cian los misioneros
--al ver como sus derechos naturales son
respetados-logra tomar conciencia de su dignidad de hijo de
Dios, su integración dentro de la comunidad cri~tiana cae por su
propio peso.
Será preciso ver cómo eso que se predica _ con palabras se
traduce en hechos concretos para que · los jµfi¡,les se decidan a
seguir la
fe de Cristo.
(7) J osll MARIA lRABURU, Hechos de los ap6stoles de. Am€rica, Cúader:
nos Gratis Date, 1.ª Edici6n,, Pamplona, 1992. ·
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zriEMEStO RODRIGUEZ LOIS
Todd esto explíca el hecho de que, al mismo tiemp6' qúe se
predicaba el Evangelio, fuesen surgiendo ellormes obras de 'bene­
ficio
material que . convencietoll · a los indios· de c6mo una nüeva
etapa de su vida era la que' se: estaba inicill1ldo.
Y es que entraban plenamente no sólo en'el seno de la Iglesia
Católica
sino que

eran
ya · asimilados por la Cultura Occidental;
y así vemos que gracias a su afanes
evállgelizadores, los misio­
neros van poco a poco integrando las cuatro· realidades que le
dan
· forma a la nacionalidad mexicana.
l .. Territorio.
Cada vez · c:jue los misioneros fundaban \in ··convento, ello equi­
valía a la
fundación de un pobladri. Posteriormente varios pobla­
dos
integraban un ayuntamiento y varios de éstos una provincia
hasta que
pocd a poco se fue integrando una red civilizadora en
la cual cada· territdrio que se agrupaba en totilo a conventos, mi­
siones o diócesis pasaba a ser parte de los dominiós del Virreina­
to de
la Nueva España.
Dentro de esas comunidades civilizadas ~ya. fuesen peque­
ños pueblos o pequefias ciudades-se ibáll estableciendo centros
agrícolas,.
ganaderos; mineros, etc., en los cuales. muchas veces
eran los frailes quienes les enseñaban a los nativos a explotar los
frutos de la tierra. Se cumplía de .este modo·Ia sentencia· blblica
dada
por Dios a nuestros Primeros Padres: «Creced 'y lnultipH­
caos, poblad la tierra· y

dominadla» (
Génesis 1, 28 ).
Cuando el. Creador le ordenó á nuestros Padres Adán:'y Eva
que, aparte de poblar fa tierra la d;minasen, ci,;, ello estaba pro:
clamando al hombre como auténtico rey de la Creación, ósea, que
-por estar hecho a 'ilnagen y selnejanza de Oi0&:- estaba desti­
nado
á que fuese l.Í inateriá fa· q\ie·'ante él estuviese sometida. Esto
significa que todo cuanto dentro de la naturaleza
existe, ha sido
creado para ponerse al servicio del hombre quien, dentro de esta
infinidad de riquezas naturales, habrá de encontrar los medios
necesarios para seguir sin tropiezos su peregrinaje por esta .vida.
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LA. CRUZ BN MBXICO
Eso fue lo que hicierou los misioneros en el momento en que
les enseñaron a los indios cómo cultivar la tierra, cómo servirse
de
los animales domésticos, cómo extraer metales preciosos de las
entrañas
de la tierra ... De este modo los. nuevos cristianos -ya
conscientes de su dignidad de reyes de la Creación-iban inte­
grándose plenamente dentro de un sistema de vida civilizada. ·
«El conquistador transformado en poblador se clavó al suelo
americano, trazando las poblacioues cuyo corazón fue siempre la
Parroquia o la Catedral y junto a ella, los edificios
de gobierno ;
una nueva
arquitectura se enseñoreó del paisaje del Nuevo Mun­
do, en la cual el genio artístico del indígena encontró cauces de
libertad que antes no tuvo. Basten como ejemplos de lo anterior,
la Capilla del Rosario en la ciudad de Puebla o la Iglesia de Santa
Maria Tonanzintla en las cercan!as de Cholula, obras de una ar­
quitectura que no es española ni indígena sino mexicana y por
tanto, mestiza; el mismo nombre Santa María Tonanzintla como
otros miles similares, prueban el mestizaje: nombre cristiano
y
apellido indígena que toca ciudades, templos y persouas» (8).
Fue así como aquellos .inhóspitos territorios
-antes poblados
por tribus salvajes y hostiles entre sí~ fueron muy pronto trans­
formándose en auténticos vergeles
en donde, siempre bajo la luz
del Evangelio, se fue dando una admirable convivencia social. De
este modo,
al sentir cómo sus almas eran transformadas por el
Evangelio, aquellos muevos cristianos iban transformando tam·
bién el ambiente externo que les rodeaba.
2.
Raza.
La Fe Católica por su propia esencia es universal lo cual sig­
nifica que el Evangelio habrá de ser anunciado a todos los pue­
blos del mundo ya que por todos sin excepción se aplicaron los
méritos redentores de la Sangre de Cristo.
Pues bien, tanto los misioneros como los colonizadores que
(8) JUAN LouvmR, La Cruz en América, Librería Parroquial de Clave­
ría, 2." Edición, México, 1992, pág. 58.
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
a estas tierras llegan, lo hacen firmemente convencidos del hecho
de que pata Dios no existen razas superiores ni inferiores sino
que todos somos hijos del mismo Padre.
Esto hizo que el mestizaje se diera con relativa facilidad y
fue así c6mo a los
pocos años de concluida la conquista, en lo
que era el Virreinato de la Nueva España, empezasen a predomi­
nar elementos mestizos provenientes de la unión de ambas razas.
Este fenómeno del mestizaje que dio origen
al actual pueblo
mexicano jamás se dio dentro del mundo angloprotestante ya que
allá predominó siempre la teoría de que los colonos ingleses eran
una especie de «pueblo elegido» al cual
la posibilidad de mezclar
su sangre les producía un auténtico asco
racial.
De este modo, gracias a la fusión de español e indígenas, em­
pezaron a desaparecer las mentalidades tribales ya que las dife·
rentes etnias
se fueron diluyendo dentro de la nueva nación mes­
tiza que poco a poco se iba integrando.
«Sólo España coloniza íntegramente; sólo ella penetra en las
selvas, salva las montañas, vence los desiertos, se extiende en los
trópicos y se establece entre las nieves. Y es que lleva una misión
universal,
y en pos de esa misión universal busca a los humanos
donde se encuentran, pata decirles la buena nueva. Para decirles:
tened por seguro que todos, sin excepción, chicos
y grandes, po­
bres y poderosos, blancos y negros, españoles e indígenas, todos
sin
excepci6n, somos portadores de unos valores eternos.
«Las otras colonizaciones no
penetrat0n en los continentes
desconocidos, porque no buscaton
al hombre para elevarlo. Bas­
taba la factoría portuaria para explotarlos. El misionero le dice
al indio que
si puede salvarse es que, en lo moral, puede mejorar,
y en lo político, progresar. Cuando España le dice al indio que
también es un hijo de Dios,
y que la sangre de Cristo también
se vertió para su salvación, se compromete, desde que así habla,
a no estorbar el mejoramiento de las condiciones de vida de aque­
llos naturales» (9).
(9) RAYMUNDO DEL RONCAL, Del Ayer al Hoy en España y en Améri­
ca, Speiro, S. A., l.• Edición, Madrid, 1985, pág. 218.
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LA. CRUZ EN MEXICO
De sobra está decir qué elementos decisivos dentro de este
proceso de mestizaje fueton aquellos santos misioneros que, siem­
pre bajo la
guia segura del Evangelio, bendijeton miles de matri­
monios entre indígenas y
espafioles, proclamando con entusiasmo
las excelencias de la Familia Cristiana. Sin la intervención deci­
siva de los misioneros hubiera sido poco menos que imposible el
hecho de que México se integrara como Nación Mestiza.
3. Idioma.
Con el objeto de poder llevar a feliz término su labor evan·
gelizadora, los misioneros
se vieron en la necesidad . de aprender
primeramente los diferentes dialectos de
las comunidades inclíge­
nes que iban a cristianizar. Fue así que se dieron a elaborar una
serie de Diccionarios en los cuales traducían
al castellano concep­
tos de lengua náhualt, maya o zapoteca.
Gracias a esta labor
de estudio de las lenguas indígenas es
posible conocer muchas de
las costumbres y tradiciones que tenían
los pueblos que habitaban Mesoamérica antes
de la llegada de
los españoles. Aquí resulta sumamente oportuno citar los nom­
bres
de Toribio de Benavente «Motolonía», así como de Bernar­
dino de
Sahagún.
A misioneros como el dominico Fray Francisco Jiménez se
debe el descubrimiento y traducción del «Popo! Vuh», que nos
habla acerca de las creencias que los
antiguos mayas tenían con
respecto al origen del universo.
Pues bien, una vez que habían elaborado diccionarios y
ca­
tecismos, con el objeto de unificar a las diferentes etnias los mi­
sioneros fueron
poco a poco castellanizando a los nuevos cristia­
nos. Como dato digno de ser recordado citaremos el hecho de que
fue
en Texcoco en donde existió la primera escuela de castellano
que hubo en tierra firme del Continente Americano.
A
la vuelta de unas cuantas décadas, y debido a esta ardua
percÍ constante labor castellanizadora, fue posible que pueblos
lejanos unos de otros -muchos de ellos no se conocían entre sí-
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NEMESIO ~ODRJGUEZ LOIS
pudieran entenderse, ya. que tenían a1 idioma español como len­
gua común.
No fue a base de transacciones
mer=tiles ni muchd menos
por la fuerza
·de las armas como las pronvicias de la Nueva Es­
paña se unificaron en lo lingüístico ; fue más bien grl!CÍas a los
desvelos
y afanes de aquellos santos misioneros que, antes de un
siglo, el
México que nacía aprendiese a dirigirse al Buen Dios por
medio de una lengua que a todos
los hacía verse como hermanos.
4. Religión.
Una vez que los indígenas vieron cómo, bajo el influjo del
Evangelio, el mundo antiguo se transformaba
~endo que bro­
tasen nuevas estructuras respetuosas de la persona humana,
acep­
taron la nueva Fe sin ningún tipo de recelos.
Una aceptación que fue la
culm~ón de una previa labor
civilizadora y cultural que hizo que aquel mosaico de etnias y
dialectos
-dispersos dentro de diferentes climas y latitudes-­
se integrasen dentro de una entidad política. unificándose tanto
en lo lingüístico como en lo
rl!CÍal.
Al hablar del papel decisivo que la religión católica tuvo den­
tro del nacimiento del México Mestizo, preciso será hablar bre­
vísimamente del papel primordial que desempeñó la Virgen de
Guadalupe. Nuestra Virgen Morena fue la Gran Evangelizadora del México
que nacía
ya que a partir de las Apariciciones del Tepeyac (1531),
desaparecieron
los recelos entre conquistadores y conquistados, lo
cual hizo posible que
los misioneros realizasen su labor evange­
lizadora tanto en lo
material (raza y territorio) como en lo espi­
ritual (idioma y religión).
Mucho, muchísimo, podríamos hablar acerca de la Santísima
Virgen de Guadalupe dentro de
los destinos de la Nación Mexi­
cana
ya que es Ella quien, a través de los siglos, ha unificado y
seguirá unificando a los más diversos sectores de nuestra
nacio­
nalidad.
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LA CRUZ EN MEXICO
Un largo y meticuloso proceso de Evangelización --entién­
dase «conversión»--dio origen a esos cuatro elementos que hoy
son los cuatro pilares sobre los que se asienta sólidamente
la
identidad. nacional.
La Buena Noticia de
la Redención -éste es el significado
etimológico de
la palabra «evangelización»--trajo aparejados
beneficios de índole no
s.ólo espiritual (idioma y religión) sino
también de orden material (raza y territorio) que hoy son
la par­
te visible sobre la cual se asienta el Estado Mexicano.
Mérito indiscutible de aquellos santos varones que, tras el
descubrimiento de América, dejaron su patria y
sus familias para
cruzar
el Atlántico e implantar en estas tierras los cimientos de
un mundo mejor.
Y
ya que hablamos de santos varones llegados desde España
para implantar aquí los cimientos de
un mundo mejor, de justicia
será mencionar brevisimamente algunos de ellos.
Destacan en primerísimo lugar tres dignísimos sucesores de
los ·Apóstoles, tres .obispos cuya labor fue decisiva para moldear
el alma de México.
Fray Julián Garcés: Fue el primer obispo que hubo en
tierras de México y a quien le
tocó. gobernar la diócesis
de Tiaxcala.
Todo
un campeón de los derechos del indio ya que -aparte
de las obras de beneficio social por él realizadas---a este prelado
se le debe una Carta escrita al Papa Paulo
III defendiendo la
racionalidad de los habitantes del Nuevo Mundo.
Tal Carta impresionó de tal modo
al Vicario de Cristo que
éste, con fecha 2 de junio de 1537, publicó
la Bula «Sublimis
Deus» con la
cual la Iglesia proclamó a los cuatro vientos el libre
albedrío de los indios, los igualó en derechos civiles a
los demás
hombres y evitó que fuesen esclavizados.
Sus restos reposan en la catedral de Puebla.
Fray Juan de Zumárraga: Conocido popularmente como
el Obispo de las Apariciones ya que fue ante él que el
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NEMES/O RODRIGUEZ LOIS
Beato Juan Diego desplegó el ayate donde se había es­
estampado de un modo milagroso la imagen de Nuestra
Seliora de Guadalupe,
Aparte
de eso, fue un acendrado defensor de los indios, fue
él quien trajo la primera imprenta que hubo en América, fue
él
quien promovió la fundación de la Real y Pontificia Universidad
de México y fue
él quien fundó colegios y hospitales.
Sus restos reposan en
la cripta de los obispos de la catedral
de México.
Don Vasco de Quiroga: Fue obispo de Michoacán, región
cuyos habitan tes evangelizó y
civilizó con tal vehemencia
que sus huellas aún perduran cuatro siglos después de su
muerte.
Un gran humanista cristiano del siglo XVI que supo aplicar
en México los postulados de la «Utopía» de
Santo Tomru; Moro.
Un dato que muy pocos conocen
es el hecho de que la imagen
de la Virgen
de la Salud -mandada fabricar por don V asco para
el santuario de
Pátzcuaro-fue la primera imagen que se hizo
de
la Virgen María en el Nuevo Mundo (1538).
Y allí precisamente, en
la Basílica de Nuestra Señora de la
Salud de Pátzcuaro, reposan los restos de este santo forjador de
la patria mexicana que fuera definido por Marce! Bataillon
como
«el español más grande que ha cruzado el Océano».
«Los españoles cubrieron de santuarios el suelo
de México.
No hay
provincia, ni ciudad, ni villorrio de cierta importancia
que no tenga el suyo. Vírgenes y santos milagrosos, extranjeros
o autóctonos, un día del año, congregan en torno de su iglesia a
sus devotos venidos de los
más distantes rincones del país» (10).
Sin pretender ser exhaustivos, pero procurando darle el justo
reconocimiento a los auténticos padres de la nación mexicana,
oportuno resulta mencionar el nombre de los misioneros más
insignes:
(10) FERNANDO BENÍTBZ, La Ruta de Hernán Cortés, Fondo de Cul­
tura Económica, l.ª Edici6n en Lecturas Mexicanas, México, 1983, pág. 213.
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Fray Pedro de Gante
Fray Martín de Valencia
Fray Toribio de Benavente
Fray Domingo de Betanzos
Fray
Andrés de Olmos
Fray Juan Bautista Moya
Fray Alonso de la Veracruz
Fray Diego de Chávez
Francisco Eusebio Kino
Juan
María Salvatierra
Fray Antonio Margil de
Jesús
Beato Junípero Serra
LA CRUZ EN MEXICO
(franciscano)
(franciscano)
(franciscano)
(dominico) (franciscano)
(agustino)
(agustino)
(agustino) (jesuita}
(jesuita)
(franciscano)
(franciscano)
Doce santos varones cuya vida fue una continua ofrenda ante
el altar de Dios
para lograr que miles de pueblos dispersos y hos­
tiles entre sí se unificaran en lo lingüístico, en lo racial y en lo
religioso hasta constituir
la naci6n mexicana.
Gracias a los trabajos y desvelos no s6lo de estos doce gigan­
tes de la
evangelizaci6n sino de otros miles. que después vinieron
fue posible que
la fe cat6lica le imprimiera conciencia de naci6n
al pueblo que nacía y que aquí la Cruz de Cristo resplandeciese
con un fulgor nunca antes visto.
Y
es que el Cristianismo cal6 tan hondo en el alma popular
que muy pronto aquí brotaron auténticos testimonios
de santidad
tales como los dados
por los Niños Mártires de Tlaxcala, por el
Beato Juan Diego, por San Felipe de Jesús y por los beatos Bar­
tolomé Gutiérrez y Bartolomé Laurel.
Posteriormente, ya en épocas más recientes, han subido a los
altares
el Padre Pro, el Padre Yermo, la Madre Nati y 'los veinti­
cinco mártires de la _guerra cristera.
Todo un renacer espiritual y cultural en tierras de México
que hizo que
se justificara plenamente que estas tierras fueran
conocidas como
las tierras de la Nueva España.
« ¡En México, oir hablar la lengua castellana, vivir la fe cat6-
lica y contemplar sus monumentos arquitectónicos coloniales es
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
oír a España, contemplar su alma civilizadora y verse siempre en
el terso
y claro espejo de la España inmortal!» (11).
Y para cerrar con broche de oro, nada mejor que citar
los
juicios que al Papa Juan Pablo II le merecen Ja obra realizada
por España y por la Iglesia en tierras del Nuevo Mundo, juicios
que
se aplican fielmente a la gran labor misionera realizada en
tierras de México:
« Vengo atraído por una historia admirable de fidelidad a la
Iglesia
y de servicio a la misma, escrita en empresas apostólicas
y en tantas grandes figuras que renovaron esa Iglesia, fortalecie­
ron su
fe, la defendieron en momentos difíciles y le dieron nuevos
hijos en enteros continentes.
En efecto, gracias sobre todo a esa
simpar actividad evangelizadora, la porción más numerosa de la
Iglesia de Cristo habla hoy
y re2a a Dios en español. Tras mis
viajes apostólicos, sobre todo por tierras de Hispanoamérica
y
Filipinas, quiero decir en este momento singular: ¡Gracias, Espa­
ña, gracias, Iglesia de España, por tu fidelidad al Evangelio
y a
la Esposa de Cristo!» (12).
«¡Gracias a aquellas familias españolas que en los cuarenta
primeros
años después de descubrirse. el Nuevo Mundo enviaron
allí cerca de 3.000 religiosos y unos 400 clérigos! ¡Gracias por­
que, en estos cinco siglos,
más de 200.000 misioneros españoles
han marchado a servir a la Iglesia en Hispanoamérica!» (13).
(11) CEFERINO · SALMERÓN, «La Grari Obra geográfica, civilizadora,
evangelizadora y cultural de España en Méjico». Artículo publicado en la re­
vista Iglesia/ Mundo, Primera quincena de octubre de 1982.
(12) Domingo 31 de octubre de 1982. Salutación al llegar a Madrid.
(13) Miércoles 10 de octubre de
1984. Mensaje a las familias de los
misioneros espafioleS en-tierras de América, Zaragoza, Basllica del Pilar.
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