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Número 333-334

Serie XXXIV

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La doctrina política de la Iglesia y la política de los católicos. Presentación del libro de Luis María Sandoval, La catequesis política de la Iglesia

CRONICAS:
LA DOCTRINA POLITICA DE LA IGLESIA Y LA
POLITICA DE
LOS CATOLICOS. PRESENTACION
DEL LIBRO DE
LIDS MARIA SANDOV AL,
LA CATEQUESIS POLITICA DE LA IGLESIA (*)
El día 15 de marzo de 1995 tuvo lugar en la Gran Peña de
Madrid, la presentación del último libro de Luis
María Sandoval,
La catequesis política de la Iglesia.
Después del éxito de su anterior libro, Cuando se rasga el te­
lón. Ascenso
y caida del socialismo real ( 1 ), que constituye uno
de
los más logrados y sintéticos análisis de las causas que condu­
jeron al establecimiento y
al derrumbe de la mayor tiranía que ha
conocido
la historia, de la complicidad de los medios intelectuales
occidentales con
el comunismo y de cierta mentalidad ideológica
socialista y marxista que
lo justificó y a6n persiste, y cuya lectura
resulta inexcusable, en la presente obra aborda las ensefianzas y
los deberes sociales y políticos que entraña
la doctrina católica,
expuestos en
el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica de 1992.
El acto, desarrollado en el Salón Azul de la Gran Peña, que
se encontraba totalmente ocupado, fue presidido por el dominico
P. Victorino
Rodríguez, y además de éste, intervinieron Miguel
Ayuso, Francisco José Fernández de la Cigoña
y el autor.
El P. Victorino Rodríguez, autor del prólogo del libro, desta­
có que en el magnífico compendio del dogma y de la moral cató­
licos que
es el Catecismo de la Iglesia Católica, que responde a
los problemas permanentes
y nuevos, nd podía faltar el tema de
la moral política, tanto con sus principios perennemente válidos
como con sus incidencias históricas más preocupantes. Puso de
relieve que el autor había sabido asimilar plenamente las ense­
ñanzas
contenidas en el Catecismo y plasmarlas de forma orgánica
en un
libro, completándolas en ocasiones con las referencias afines
y complementarias
del Magisterio de los últimos Papas y del Con­
cilio Vaticano II, desde León XIII a Juan Pablo II, desde la
Inmortale Dei a la V eritatis splendor. Por ello, consideraba un
acierto situar
los temas espec!ficamente pol!ticos en el contexto
(*) Speiro, Madrid, 1994, 281 págs.
(1) Speiro, Madrid, 1992, 272 págs. Véase, como incitante introducción
a su lectura,
la amplia recensión cr!tica de GONZALO Mulhz VEGA eo Verbo,
núm. 305-306 (mayo-julio 1992), págs. 715-723.
Verbo, núm. 333-334 (1995), 391-407 391
Fundaci\363n Speiro

ESTA.NISLAO CANTERO
de la doctrina social de la Iglesia y de las responsabilidades mo­
rales y religiosas de los católicos.
Miguel Ayuso centró su intervención en la confesionalidad
católica del Estado, tema
tan abandonado en la actualidad y ne­
cesitado, por eso mismo, de recordatorio casi permanente, máxi­
me al cumplirse este año el septuagésimo aniversario de la encí­
clica de
Pío XI, Quas primas, de 11 de diciembre de 1925, sobre
la realeza de Nuestro Señor Jesucristo. En efecto, es ésta una
secular doctrina, de perenne vigencia, conforme a
la cual, la sobe­
ranía de Cristo Nuestro Señor, no se refiere sólo a la interioridad
del hombre, no
es sólo un reinado espiritual sobre las almas, aun­
que
lo sea principalmente; se extiende sobre toda la creación,
estando sometidos
a El, tanto los hombres como los Estados, pues
el hombre
lo está no sólo individual sino colectivamente, por lo
que las comunidades políticas y los gobernantes han de sujetarse
a las leyes de Dios, rindiéndole culto públicamente conforme a
las leyes divinas. Insistió, además, en la
necesidad de una orto­
doxia pública, sin la cual
la comunidad política deja de serlo para
convertirse en
sociedad, con un proceso de degeneración que lleva
a la pérdida de la identidad nacional
y, por ende, a la crisis de
sus instituciones y de
la vida política y social. Ortodoxia pública
que no puede ser otra que la católica, tanto desde el punto de
vista de
la verdad, como del de la historia de nuestra patria y
del de
la sociología.
Seguidamente, tomaron
la palabra Femández de la Cigoña y
Sandoval, cuyas intervenciones
reproducimos en su parte más
esencial
al final de esta crónica.
Con ello y tras la publicación de la recensión de esta obra en
el anterior número de Verbo, esperamos que todos nuestros lec­
tores se animen a leerla, sin que sea suficiente para conocerla ni
la lectura de aquella recensión ni
la de las intervenciones en el
acto de su presentación.
Y aunque leamos y releamds el Catecismo,
lo que debemos hacer con frecuencia y del que naturalmente esta
obra no
es un sustitutivo, sino un complemento para ser leída
muchas veces
con el Catecismo al lado, sin embargo, por su or­
gánica sistematización, resulta un estupendo auxiliar
para el cono­
cimiento de una materia sobre la que muchas veces es
difícil re­
parar, sobre todo cuando no faltan quienes la niegan o la ahogan
entre el restd de
la doctrina de la Iglesia. Como indica Victorino
Rodríguez
en el prólogo, esta obra es «lluvia que vuelve al cielo
después de fecundar
la tierra». ·Para que nuestras obras den el
fruto · debido, resulta, pues, un complemento fundamental.
EsTANISLAo CANTERO.
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