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Número 337-338

Serie XXXIV

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El Concilio de Trento, gran respuesta de la Fe Católica a los nuevos desafíos de la cultura moderna

EL CONCILlO PE . TRENTO, GRAN RESPUESTA
DE
LA FE CATOL!CA A LOS NUEVOS DESAFIOS
DE
LA CULTURA MODERNA
«Ante una serena mirada retrospectiva, el concilio de Trento
"se
presenta como la gran respuesta de la fe católica a los desafíos
"de la cultura moderna y a los inte"ogantes que plantearon los
"reformadores.
A través de su obra de clarificación ·dogmática y
"de renovación pastoral, trazó los grandes caminos d:e la Iglesia
"para los siglos siguientes, favoreciendo
as! el auténtico humanis­
"mo cristiano, que daría numerosos frutos-en la· cultura, el arte y
"la vida religiosa y social.
»Ciertamente,
para el desarrollo del Concilio fue d:ecisiva la
"iniciativa de mis venerados predecesores: la prudencia y la firme­
"za de Pablo III, que quiso el Concilio, la tenacidad de Julio III
"para crear· vínculos entre los príncipes y las diversos componen­
"tes eclesiales,
la eficacia de ld acción de Pío IV para promover
"su conclusión positiva; y después el celo de Pio V, Gregario XIII
"y Sixto V para ocuparse de la .ampliación de los decretos conci­
"liares, constituyen asimismo elementos. del éxito de ese ·aconte­
"cimiento histórico».
Las aclaraciones dogmáticas.
«Eran numerosos las problemas que afligían a la Iglesia en
"los albores del siglo
XVI y exigían urgentemente una profunda
"reforma. En particular,
la reflexión teológica estába atrasada con
"respecto a los grandes interrogantes, intelectuales
y religiosos,
"que constituían
la levadura de la cultura de aquel tiempo, y, de
,, ese modo, podla caer en e"ores doctrinales.
»En un ambiente tan preocupante, el concilio de Trento vol-
11vió a proponer la doctrin9: católica de manera_ precisa e inequívo­
"ca. Era una aclaración dogmática que, en más de un caso, no se
"limitó a restablecer la verdad negada, sino que también valorizó,
"llevándolas a su
cauce católico, instancias significativas que la
"Reforma protestante había destacado. Así, por e¡emplo, la pre­
"ocupación
por la salvaguardia del primado absoluto de la gracia
"de Dios y de su obra en orden a la salvación del hombre habla
"inducido a los reformadores a una reinterpretación problemática
"del papel del hombre religioso
y de. la Iglesia. El Concilio apreció
ny recogió esta indicación y, a su vez, recur.riendo ampliamente a
"las fuentes bíblicas y con un lenguaie elevado y profundamente
"religioso, ilustró
la obra de Dios y la función salvífica de la fe.
"Al mismo tiempo, subrayó los efectos de.la regeneración ob¡etiva
Verbo, núm. 337-338 (1995), 677-680 6n
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"producida por la gracia divina ;, apeló a la cooperación respon­
"sable del hombre
para secundar la obra de Dios».
La misión de la Iglesia y loo sacramentos.
«De ese modo, con el decreto sobre la justificación -uno de
"los
lo gros más valiosos para la formulación de la doctrina cató­
"lica-, el Concilio quiso salvaguardar la función que Cristo asignó
"a la Iglesia y a sus sacramentos en el proceso de la ¡ustificación
"del hombre pecador».
El decreto sobre la Eucaristía.
«Otro fruto importante del Concilio, que afecta de manera
"central y decisiva a la vida de fe del pueblo cristiano, es el de­
,, creto sobre la Eucaristía.
»Frente a una praxis a veces poco iluminada, que habla ofre­
"cído a los reformadores la ocasión para poner en tela de ¡uicio
"el
valor de la misa como sacrificio, el Concilio supo formular
"una teologla de
la Eucaristía que resulta aún hoy sorprendente­
" mente clara: en la sesión XXII los padres de T rento afirmaron
"que
en el misterio eucarístico está representado, de modo admi­
"rable, el sacrificio de
la cruz, consumado una vez para siempre
"en
el Calvario. La misa es memorial perenne y eficaz de ese ·úni­
" co sacrificio, y aplica su virtud salvífica para el perdón de los
"pecados.
»Desde el comienzo, y como garantla del realismo sacrificial
"de
la misa, el Concilio, en una sesión anterior, la XIII, habla
nsubrayado con e~presiones precisas e inequivocas (vere, realiter,
"substantialiter) la realidad de la presencia de Cristo bajo las es­
"pecies eucarísticas. del pan y del vino: presencia que no contradi­
" e~, sino que integra, sublima y lleva a cumplimiento las otras
"modalidades de presencia verdadera de Cristo»
El ministerio ordenado.
«A las formulaciones dogmáticas sobre la Eucaristia está ínti­
"ma y orgánicamente unida la doctrina sobre el ministerio orde­
"nado:
al proclamar su origen divino, el Concilio ilustra su natu­
"raleza de sacraniento1 querido por Cristo como componente
"esencial de su Iglesia. En virtud de la sagrada ordenación, el
"bautizado entra a formar parte de los miembros de la comuni-
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"dad y recibe el poder de actuar in persona Christi al servicio de
"sus hermanos.
»En la sesión XXIII se trazó el perfil del ministro ordenado:
"se
excluyó que sus funciones puedan reducirse únicamente al
"ministerio de predicar el Evangelio, reafirmándose que en el
"Nuevo Testamento existe un sacerdocio visible y externo, con
"poderes de consagrar y ofrecer el verdadero cuerpo y sangre del
"Señor y de perdonar o retener los pecados».
Su dimensión pastoral.
«A su esfuerzo de clarificación dogmática, el concilio de Trento
"unió el de
la gran renovación de la dimensión pastoral de la
"Iglesia. Más aún, uni6 en una síntesis admirable esas dos exi­
" gencias, proponiendo, sobre todo gracias a la decidida voluntad
"de los Sumos Pontífices, la adhesión fiel a la verdad revelada
"como condición
indispensable para una pastoral adecuada y una
"reforma auténtica de la Iglesia.
»Así,
se crearon las condiciones para que pudiera brotar la
"vitalidad interior de la gracia, contribuyendo a renovar el rostro
"de
la Esposa de Cristo. A los padres conciliares les interesaba,
"sobre
todo, promover en la Iglesia un digno ejercicio del minis­
"terio, destacando sus características auténticamente pastorales en
"todos los niveles. En efecto, eso era lo que más necesitaba la
"Iglesia de aquel tiempo y su mayor urgencia. A eso tendlan las
"largas discusiones sobre la obligación de residencia para los obis­
"pos, que ocuparon un espacio notable de las sesiones conciliares.
"Era convicción común que la reforma del cuerpo eclesial sólo
nnacería de ministros dignos, preparados· e íntima y' concretamen­
"te dedicados a la cura de almas. El Concilio, recogiendo también
nzas sugerencias provenientes de los reformadores, JJresent6 en las
"sesiones V y XXIV fo praedicatio evangelii como praecipuum
"munus. Así, volvia a ponerse en el centro de la pastoral ordina­
"ria el anuncio de la palabra de Dios en la formas de la predica­
"ci6n y de la critequesis, como elemento esencia/, y revitalizador
"de la fe y el fervor del pueblo cristiano.
»Para lograr una adecuada formación doctrinal y pastoral de
"los sacerdotes, el Concilio
se preocupó por instituir los semina­
"rios.
Esto constituyó un aut!ntico cambio en la vida y en la pra­
"xis de la Iglesia. Los padres estaban plenamente convencidos de
"que el progreso de la comunidad cristiana es imposible sin la
"obra de sacerdotes celosos, formados tanto intelectual como mo­
"ralmente».
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Premisas decisiVas para el verdadero humanismo cristiano.
«No menos repercusión pastorr,l tuvieron en e/ concilio de
"Trento los decretos sobre los sacramentos. Además de frenar el
'' desorden entonces presente en el ámbito d.e la liturgia, el Con­
" cilío se preocupó ·por dar unidad, verdad y dignidad a las cele­
"braciones litúrgicas, para prestar un servicio eficaz a la comuní­
;,dad
reunida en oración.
»La influencia del Concilió superó incluso los confines de la
"Iglesia) constituyendo un factor determinante "Europa y, mediante la gran expansión de la actividad misionera,
"en el resto del mundo. Los padres de Trento, aunque eran sen­
"sibles ante los fermentos positivos que acompañaban el nacimien­
"to de la edad moderna, indicaron en la vuelta a las ralees cristia­
nnas de lá .cultura la co'ndición necesaria para construir un huma­
" nismo auténtico. Por esta razón puede decirse con verdad que
"en Trento se pusieron las premisas decisivas para .el humanismo
"cristiano
en que se inspiraron Felipe Neri_, Pedro C.anisio,_ Fran­
" cisco de Sales y tantas otras figuras extraordinarias de testigos
"de Cristo, que supieron suscitar una a-mplia cosecha de bien en
"la sociedad de su tiempo».
El espíritu : ecuménico.
«Por desgracia, este patrimonio espléndido de verdad y de
"iniciativas pastorales
no bastó. para sanar la fractura que se babia
"producido en aquellos decenios a causa de la Reforma.
»Los padres-conciliares, deseosos de no poner.aún más en.pe­
"ligro. la perspectiva de la reunificación, evitaron exasperar la po­
"lémica con condenas personales especificas, aunque rechazaron
"con firmeza. las doctrinas de los .reformadores cuando romplan
"la continuidad de la Tradición y renunciaban a datos esenciales.
" . . . .. . . . . . . .. .
· »Las afirmaciones dogmáticas del concilio de Trento·conservan,
"naturalmente, todo· su valor. Pero una. profundizaeión serena de
"la verdad revelada, obedeciendo al Espíritu de Dios y con una
"aCtitud de escucha recíprOc.a, :nos -acercará· cada vez más/ h_acien­
" do que las mismas incompren¡iones del, pasado se. cont{iertan en 1.~oaasiQ1Zes de crecimiento en la .fe y en el 'amor».
<380
JUAN PABLO 11: Discurso en 'la ·-conmemora­
ción del 450" aniversario del comienzo del con­
cilio. tridentino, domingo 30 de. abril, I:!Osserva­
tore R9mano, editjón semanal en leitgua -española,
alío XXVII, nwn. 20 (1.377), 19 de mayo de
1995.
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