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Número 337-338

Serie XXXIV

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Eugenio Vegas Latapie, dignificador de la política

EUGENIO VEGAS LATAPIE, DIGNIFICADOR
DE
LA POLITICA
POR
FRANCISCO DE GOMIS CAsAS
l. Su significación personal.
Eugenio Vegas Latapie es exponente de una gran vocación.
En él
se reúnen un conjunto de cualidades y un carisma especial
que en la circunstancia que
le tocó vivir tuvo una importancia
decisiva y excepcional en nuestra
más grave crisis nacional. Y
su ejemplo queda como modelo de conducta para cuantos se sien­
tan llamados a una actividad pública. Fausto Vicente Gella, en
el prólogo que puso
al II tomo de las memorias de Vegas, lo
define así: Eugenio Vegas Latapie,
Dignificador de la politica.
Federico Silva Muñoz se refiere al viaje a Estoril el año 1947,
de José María Ruiz Gallardón y Rafael Márquez, y al recordar
las impresiones de su viaje, dijeron: «Gil Robles era un hombre
fenomenal, pero espiritualmente cansado»,
«Sáinz Rodríguez, lo
que fue siempre» (no pude saber lo que querían decir
-die~).
«y Vegas era un ap6stol» (Federico Silva Muñoz, Memorias Po­
liticas, Ed. Planeta, pág. 40).
Esa vocación nace de una
fe religiosa muy viva. Desde muy
joven percibe la gravedad de la ofensiva anticristiana e intuye
sus devastadores efectos;
y de ahí su reacción. Como a Juana de
Arco, un fuego interior le lleva a quemar etapas para acudir
eficazmente a esta lucha. De familia piadosa
y culta, pero sin
especiales conexiones sociales, en sólo 6 años, de los 15 a los
21 años, se hace Abogado, gana las oposiciones a Teniente Jurí­
dico, otras a Oficial Letrado del Consejo de Estado,
y es nom-
Verbo, núm. 337-338 (1995), 709-728
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brado Presidente de la Juventud Monárquica en el Madrid de
1930, donde no tenía ninguna anterior conexión. Simultáneamen­
te, sus copiosísimas lecturas, una memoria felidsima, su capaci­
dada para inter-relacionar conocimientos, sus condiciones dialéc­
ticas, y el arrebato de su
fe le situarán en primera línea de com­
bate frente a la Revolución anticatólica.
A
raíz de la muerte de Eugenio Vegas, la revista Verbo
dedicó su número 239-240 del año 1985 a analizar la figura de
nuestro amigo bajo diferentes aspectos de su personalidad, que
se recogen en doce trabajos diferentes.
Aquí sólo voy a hacer unas sucintas referencias a lo que ha
representado Eugenio Vegas en el pensamiento y en la acción
política. Y distingo esta dualidad, por que hay en Eugenio el
aspecto de pensador, de hombre de doctrina, y hay también el
otro aspecto,
el del político, de hombre metido en la acción po­
lítica.
Su obra
se contiene en seis libros, diversos trabajos dispersos
y los dos
tomos. de las memorias publicadas hasta aquí, aparte
de infinidad de cartas
y ponencias de carácter politico. Pero lo
importante de esta obra es su mensaje político, que no fue sólo
lo escrito, sino que se ejercitó especialmente por vía oral en
las tertulias de
Acción Española, de Cuttura Española y de La
Ciudad Católica, y aun en mensaje personal de amigo a ami­
go. No tenía la vanidad de las grandes definiciones. Acogía
fácilmente las definiciones ajenas de reconocido prestigio que
reflejasen su propio pensamiento, cuyas obras recomendaba
y
editaba a veces con cargo a su modesto peculio. Era un apóstol
de los principios del Derecho público cristiano y obraba como
apóstol, con senrido prácrico, con sencillez, buscando sólo la
di­
fusión de la Verdad, sin buscar nada para sí; ni gloria, ni fama,
ni dinero.
No
es orador, pero es un gran dialéctico. Desprecia el opor­
tunismo,
que no es ni frío ni calor, que produce moderados, por­
que éstos
-dice--son los que promueven las premisas que dan
oportunidad a la acción demoledora de los radicales
y demagogos.
No
es un filósofo, pero conoce todos los análisis que da la filo-
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EUGENIO VEGAS LAT APIE, DIGNIFICADOR DE LA POLITICA
sofía a los problemas de la actualidad. No elabora consideracio­
nes filosóficas, pero conoce como pocos, las ideas y pensamientos
de los grandes autores. No padalea los conceptos, peto los
im­
pulsa con el corazón. Su mente es la de un jurista; apoya sus
tesis con citas de autoridad, como quien se sirve de las senten­
cias del Tribunal Supremo; descubre el sofisma y lo demuestra.
Es hombre
de principios, opuesto por formación y por voluntad
a los oportunistas, que son capaces de adornarse de todos los
principios
al servicio de su propio « Yo». Opone al «yoísmo»
las instituciones enraizadas en la tradición y sostenidas por las
grandes ideas del pensamiento católico; porque
es ante todo esto:
un caballero cat6lico
español, hijo fidelísimo de la Iglesia, cuyo
objetivo
es servir a su pueblo con la doctrina salvadora que sólo
la Iglesia posee en grado eminente como depositaria de la Ver­
dad de Cristo.
Ejerce un verdadero apostolado, no hacia
la vida religiosa,
sind hacia la acción política. «Politique d'abord», que diría
Maurras. Sigue a Pío XI en la idea de que la actividad política
constituye «la caridad más alta»,
si se ejercita en bien de la co­
munidad y a mayor gloria de Dios. Su apostolado está lleno de
pensamientos profundos, y recoge de sus lecturas lo que pudieran
ser definiciones
lapidarias de principios fundamentales, que utili­
za reiteradamente con pedagógica insistencia, a manera de rucio­
mas (antitéticos de los sofismas hoy aceptados comúnmente como
verdades), y que utiliza como principios básicos indispensables
para reinstaurar la Verdad católica en la conciencia pública, hoy
monopolizada por
la Mentira revolucionaria que está en vías de
arruinar a nuestra civilización.
Hay vocaciones y aptitudes especiales que suscita la provi­
dencia y que tienen una superior trascendencia. Entre ellas yo
sitúo a Eugenio Vegas Latapie.
El es quien por sus cualidades
da la orientación que tuvo Acci6n Española con aquel suple­
mento de acción, de entrega, de sacrificio, de iluminado, que tiene
todo apóstol. Sus gestiones para la fundación de Acci6n Esp,,.
ñola las detalla en el prólogo de sus Escritos Políticos: fue el
General Orgaz quien facilitó el primer dinero para sacar Acci6n
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Española, e incluso dice que durante la Cruzada, facilitó los obre­
ros indispensables para la impresión de
Defensa de la Hispa­
nidad,
sacando a esos obreros del frente en que se encontraban;
y que envió a las
Academias de Oficiales Provisionales centenares
de
Defensas. . . para regalar entre los alumnos más destacados.
(Carta 22-IV-1942). Es decir, Vegas Latapie encontró en el Ejér­
cito, un eco patriótico absolutamente coincidente.
Recurre a la iniciativa del mayor número de personas afines,
de talento, que como Ramiro de Maeztu, Víctor Pradera y otros
de eminente cultura, con la luz de
sus nombres y sus colabora­
ciones magistrales, presiden y dan prestigio y cohesión a la nueva
entidad. Fue
el impulso de fuego, el corazón ardiente que, cono­
ciendo como pocos todas las riquezas de pensamiento de los
grandes autores católicos y la Verdad que encierran, contribuye
eficazmente a su difusión actualizada a través de
Acción Española.
¿Qué fue, qué representó Eugenio Vegas en Acción Espa­
ñola?:
El Marqués del Valdeiglesias, Consejero de Estado y Letrado
Mayor del Consejo
de Estado, Director de el diario La E poca
durante la República y asiduo colaborador de Acción Española,
dice: «A final de 1931 se fundó Acción Española. Fui socio fun­
dador
.de dicha fundación que presidió el Marqués de Quintanar,
e inspiró y organizó Eugenio Vegas Latapie» (Marqués de Val­
deiglesias, Escritos sobre la Instauración Monárquica, Ed. Bibli<>­
teca del Pensamiento Actual, 1955, pág. 12).
En una artículo dedicado a los
Hombres de Acción Españo­
la, del año 1937, José Félix de Lequerica, futuro Ministro de
Asuntos Exteriores del Gobierno del Generalísimo, esctibe:
«Todos los movimientos políticos suele ir precedidos de movi­
mientos ideológicos»
... Sin la Enciclopedia no hubiera surgido la
Revolución. De hecho, la Enciclopedia sigue mandando en
el mun­
do liberal, cuando nadie la lee,
ni siquiera ha visto uno solo de
sus volúmenes. En España, el más fuerte aparato levantado contra
la Enciclopedia y
su obra ha sido Acción Española.
Se refiere a la salita de reuniones de Acción Española, y
dice: «Viendo a Eugenio Vegas,
si podría pensarse en la vic-
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EUGENIO VEGAS LATAPIE, DIGNIFICA.DOR DE LA POLITICA
toria segura. Rara vez una voluntad semejante se había asociado
a mente de
más plena capacidad de comprensión política, ni an­
claron por el mundo dos docenas de personas sabiendo mejor lo
que quieren, y queriéndolo de veras, y escribiéndolo o diciéndolo
en
más casúgado esúlo ... ». « ... Como Vegas debían ser --- de----, los españoles de los grandes siglos ... Seres adornados de
todas las superioridades del espíritu... Hombre providencial,
Vegas, sin
cuyo idealismo pragmáúco y ejecutivo no tendríamos
montado el aparato espiritual de la gran revolución reformadora
de nuestra Patria»
(El Diario Vasco, San Sebastián, 18-VII-1937).
II. Su pensamiento político.
Como pensador, Eugenio Vegas pertenece a la escuela tra­
dicional, que se ha nutrido de los grandes pensadores que
perte­
necen a la escuela del Derecho Público Crisúano, como Balmes,
Donoso, Menéndez y Pelayo, Vázquez de
Mella, Nocedal, Apari­
si, y un largo etcétera que
se remonta a los grandes pensadores
y polemistas católicos.
¿Cuál fue su pensamiento? En un ligero esbozo: toda acti­
vidad seria
se fundamenta en unos principios; sin principios no
hay acción coherente posible,
ni hay energía vital que anime a
una acción que no sea puro egoísmo existencial. Repite incansa­
blemente
el pensamiento de La Bruyere: «no hay hombres porque
no hay
caracteres, y no hay caracteres porque no hay principios».
Por consiguente, lo fundamental es el estudio de estos principios
y su difusión. Recuerda la afirmación de Donoso Cortés:
«las
sociedades
se salvan con teorias luminosas», y añade con éste
que
«cuando la idolatr!a del ingenio sustituye al culto austero
de
la verdad, no hay remedio posible; detrás de los sofismas
vienen las revoluciones y detrás de los sofistas, los verdugos».
En nuestra patria, y en otras muchas naciones, se hizo dolorosa
realidad la premonición de estas profundas palabras, y
los sofis­
mas marxistas causaron ruina, muerte y desolación de inolvidable
recuerdo.
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FRANCISCO DE GOMIS CASAS
Se adentra en lo más hondo del problema humano: «En el
fondo de toda cuestión politica existe una cuestión teológica»,
dice con Donoso Cortés
y al unísono de otros muchos pensadores
de la escuela tradicional,
y aun del mismo Proudhon; en defini­
tiva, el problema del hombre
y su trascendencia.
Pero,
se me dirá, este planteamiento de la política desde un
ángulo religioso, con una visión sobrenatural enraizada en las
enseñanzas de la Iglesia, como un enfrentamiento de principios
antagónicos, con la esperanza puesta en unos principios, en los
que se cree, como salidos de la entraña de la filosofía cristiana,
de la
fe en Cristo, y que Eugenio Vegas siempre ha considerado
como el ideal político por
el que merecía la pena luchar ... ¿no
es éste un planteamiento nostálgico, un sueño de la historia añeja,
un salto
al siglo xvr?
De nuevo traigo a colación una opinión que merece atenta
consideración. Sánchez Albornoz, político republicano
y eminen­
te historiador, especialista en conocer al hombre a través de
la historia, dice: «Es seguro que parecerá herejía anticientí­
fica la idea que me ha asaltado muchas veces y que hoy viene
de nuevo a
mi mente, de que el Altísimo preparó a España para
que sirviera sus altos designios de traer su fe
al nuevo continente
y de frenar a herejes e islamitas en el viejo. P ar11 quienes hemos
conservado
la fe ancestral, la Idea no es rechazable ... » (C. Sán­
chez Albornoz, Aún -Del pasado y del presente, Ed. Espasa Cal­
pe-Austral, 1984, pág. 36).
Eugenio Vegas ama
y defiende la libertad, la verdadera
libertad, que
es el don más preciado de todo cristiano, de todo
ser humano; que
es la raíz de nuestra dignidad, de la que dima­
na la fuente de nuestros merecimientos; pero libertad ordenada
a la gloria de Dios y al bien común de nuestros semejantes, for­
mando una unidad armónica para la promoción de todo
el género
humano. No libertinaje, que atropella al prójimo y
es exponente
del supremo egoísmo antisolidario; no libertad revolucionada,
que no quiere
la libertad como fin, sino como medio para remon­
tarse a la región altísima donde está la potestad suprema, «ins­
trumentum regni» y así poder imponerse tiránicamente.
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EUGENIO VEGAS LAT APIE. DIGNIFICADOR DE LA POLITICA
Plantea el problema del hombre contemporáneo, del hombre
del Romanticismo, que
es el que no cree en los dogmas, y cree
erróneamente que no tiene pecado; y sobre esta supuesta bondad,
sustituye como
guía a la razón por los sentimientos, que son ex­
presión insconciente de todas nuestras apetencias, que pueden
ser sublimes si están guiados por la razón hacia las virtudes que
elevan a Dios; pero que
dan licencia a todos los egoísmos y pa­
siones si no tienen un fin más alto que las apetencias insaciables
del propio yo. Todo ello como consecuencia de
la negación de
Dios por la Revolución francesa y de
la divinización que hizo
del hombre, de su razón, en el Campo de Marte; Romanticismo
que se caracteriza, dice, «por haberse puesto al servicio de
la re­
belión, del instinto contra la razón, de la sensibilidad contra la
inteligencia».
Y de esta libertad
sin dogmas y sin pecado original, deriva
-según Salliere, Kelsen, Karl Scbmitt y numerosos autores-,
la teoría de la voluntad general y la democracia inorgánica, cuyos
funestos resultados
han sido denunciados, entre muchos, por
Pío IX -«sufragio universal, mentira universal»---; por Dono­
so; por el propio Cánovas, etc.
Cree Vegas Latapie, como Salvador de Madariaga, que el bien
común debe estar regido por verdaderas aristocracias del espíri­
tu,
es decir por los mejores, y como dice Madariaga: «¿Puede
alguien rechazar esta aportación de
los me¡ores al bien común?».
Y para ello cree necesario estructurar la sociedad orgánicamente,
coincidiendo con tantos
otros autores de primera magnitud, y
que
ha sido puesto de relieve en un documentado libro de Gon­
zalo Fernández de la Mora.
Su organicismo queda reflejado en la iniciativa de lo que . se
conoce como las «Bases de Estoril», del año 1946 a las que pres­
taron su adhesión desde Salvador de Madariaga al Conde de
Ro­
dezno, así como Gil Robles y otras personalidades de gran relieve.
Analiza
el problema de los moderados. «Sin ellos - los radicales nunca triunfarían. Los primeros sientan las premisas
destructoras, pero sólo admiten ciertas consecuencias, en tanto
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FRANCISCO DE GOMIS CASAS
que los radicales, más sinceros y l6gicos, persiguen llegar a las
últimas».
Pudiera decirse que en la realidad, el enfrentamiento de po­
siciones e ideologías, se traduce en constantes transacciones; que
los que actúan como moderados, hacen concesiones en las que
pierden totalmente el control, que pasa a manos de los radicales
hacia la vorágine revolucionaria. Y aduce como ejemplo de gran
relieve, el de Cánovas, ilustre gobernante, que por los condicio­
namientos de Castelar, lleg6 a una serie de concesiones más
allá
de lo que era indispensable ciudadela de sus convicciones, que
procuró soslayar con un montaje artificioso, pero éste acabó
desintegrándose bajo los hachazos purificadores de Antonio Maura.
Cánovas se vio impelido a
· implantar el sufragio universal sin
discriminaciones razonables, no obstante su anterior
y clarísimo
diagn6stico de todos los peligros
y acechanzas de tal plantea­
miento; no obstante que
en sus conferencias del Ateneo, anterio­
res a esa fecha, en 1871, había dicho textualmente: «El sufragio
universal será siempre una farsa, un engaño a las muchedum­
bres
... será, en estado libre y obrando con plena independencia,
comunismo fatal e irresistible». (E. Vegas,
Consideraciones sobre
la Democracia,
Ed. Afrodisio Aguado, 1965, pág. 254 ). Y en
1890, el mismo Cánovas,
en otra de sus conferencias, dijo: «No;
no ha de existir, como existirá ya por indefenido tiempo el sufra­
gio universal, sin que un poco antes o un poco después, el so­
cialismo de Estado, que hoy tanto se anatematiza por algunos
dem6cratas inocentes, se ensaye por medio de cualquiera de sus
f6rmulas conocidas o de otras nuevas». (E. Vegas,
Romanticismo
y Democracia, Ed. Cultura Española, 1938, pág. 102).
En las Constituyentes de la Tercera República francesa, Heori
Lasserre, advertía: «Llegará
la hora en que las clases ignorantes
serán las únicas representadas en
el poder; todas las demás serán
excluidas sistemáticamente y serán minoría en todas partes
... El
mundo social será derribado bruscamente y por igual... El
im­
puesto sobre la propiedad será votado con exclusi6n de los pro­
pietarios
... La transmisi6n de las herencias y retorno de la rique­
za a
la comunidad social, quedarán regulados por individuos sin
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EUGENIO VEGAS LAT APIE, DIGNIFICADOR DE LA POLITICA
patrimonio... Los bandidos ocuparán el Ministerio de Justicia
y nombrarán a los magistrados. Los ladrones tendrán. bajo sus
6rdenes a
la gendarmeria» (Henri Lasserre, «De la Reforme et de
l'Organisation du Suffrage Universel», cit. E. Vegas,
Considera­
ciones sobre
la Democracia, pág. 297). Y como complemento de
lo anterior, recordar la necesidad del sufragio profesional y or­
gánico, sufragio cualitativo
y no cuantitativo, es decir, como dice
Madariaga, «se ha de asegurar que el Gobierno
sea una aristo­
cracia», o que «esté en manos de los mejores», por que los cri­
terios de Gobierno se han de regir por su peso y uo por el nú­
mero de las opiniones, por la calidad y no por la cantidad. (E. V

gas, op. cit., págs. 164-173.
Cuando la iniciativa pasa a manos de los revolucionarios
ra­
dicales, las sociedades s6lo puedeo salvarse por la voz de alerta
de los iluminados que vislumbran
el abismo en el que se agitan
las pasiones dejadas a su libre arbitrio. En estos momeotos
acia­
gos, los pueblos se salvan por los heraldos de la Verdad íntegra
-sin claudicaciones-, y del sacrificio; y son siempre unos po­
cos los que destacan como adalides de las grandes reacciones
nacionales. Y recuerda las palabras de Tardieu, tres veces Presideote del
Consejo de Ministros eo Francia, que ante el desgobierno
del
democratismo inorgánico, exclama: «De deux choses, l'une: ou
l'on croit a la v.erité1 ou l'on n'y croit pas. Si l'on n'y croit) qu'on
se taisse!!. Mais
si l'on y croit) qu)on se batte!!», ¡¡a luchar!!
Y esa fue precisamente la raz6n de Eugeoio Vegas para su lucha:
Creer en la Verdad.
III. Su acción política.
Eugeoio Vegas fue también el ap6stol de la Monarquía. Y
era l6gico.
La Monarquía cat6lica española fue la que eocauz6
y dirigi6 nuestra gran epopeya universal colaborando
con la Igle­
sia, mientras la República represeotaba para España y para
algu­
nas monarquias cat6licas la entronizaci6n de los eoernigos de la
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FRANCISCO DE GOMIS CASAS
Iglesia. Para España, no hace falta detallarlo: acabó con el ho­
locausto de 13.000 sacerdotes y religiosos y 13 obispos y el incen­
dio de todas las Iglesias y Conventos de media España. Análogo
espíritu anticatólico tenía la República en Francia, que se
con­
cretó en unas leyes persecutorias implacables.
La Monarquía era para España garantía de la defensa de su
catolicidad; incluso en el desgraciado reinado de Isabel
II, sien­
do reina de catorce años, a una insinuación masónica de un fa­
miliar suyo de afiliarse a la secta para salvar la Corona: «No la
quiero a este precio» contestó; que fue fidelísima defensora de
la Iglesia: impuso a
San · Antonio M.ª Ciare! como su confesor
y consejero real, con la consecuencia de sucesivos nombramien­
tos de Obispos piadosísimos y capaces; y a pesar de la violencia
que le ocasionó el reconocimiento por su Gobierno del nuevo
reino de Italia sobre las ruinas de los estados pontificios, mereció
que Pío
IX recompensara sus desvelos otorgándole la Rosa de
Oro, máximo galardón pontificio. Y también Alfonso
XIII, que
quiso realizar la consagración de España al Sagrado Corazón de
Jesús en
el Cerro de los Angeles, asumiéndolo en su real per­
sona, frente a las dudas del Presidente del Consejo, por ser un
Gobierno de concentración con diversas ideologías, pero que acabó
adhiriéndose a
la iniciativa del Monarca, sumándose al Acto con
todo el Gobierno. Y no digamos de Doña Virtudes, que fue el
nombre popular con que se conoció a la Reina Madre Doña
María
Cristina. Y el propio Don Juan, que siempre declaró que la Mo­
narquía sería católica, hasta que el ambiente preconciliar, y las
nuevas disposiciones adoptadas por el Concilio, establecieron como
más conveniente la separación de la Iglesia y del Estado; y dio
testimonio de su fe con una muerte edificante. Este era entonces
el significado común de la Institución monárquica.
Eugenio Vegas, que fue «novio de
la muerte» al enrolarse
en la Legión durante
la guerra, que es un testimonio más de su
entrega y sacrificio
al servicio de sus ideales, puso al servicio
de
la Monarquía, toda la fuerza, empuje e iniciativa de su tena­
císima capacidad de Apóstol: «Novio de
la Monarquía» le llama
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EUGENIO VEGAS LATAPIE, DIGNIFICADOR DE LA POLITICA
Pemán, en la dedicatoria de su libro «Cartas a un escéptico en
materia de formas de gobierno».
No creo que haya otra persona que baya promovido una
mo­
vilización intelectual tan eficaz en favor de la Monarquía, como
Eugenio Vegas. La realidad
de esta entrega tiene un alto re­
frendo en las pal.abras que le escribe el Conde de Barcelona
cuando le nombra preceptor del
entonces Príncipe de Asturias.
Le dice: «Pienso que no es posible se despilfarre toda una vida
dedicada al estudio y defensa de la
Monarquía para el mejor ser­
vicio de Dios
y de la Patria. Dada tu decisión de retirarte por
el momento de la política ahora, podrías ser
tú el Preceptor del
Príncipe... No hay hoy en España quien baya acumulado con su
trabajo un caudal de doctrina sana monárquica como
tú y que
tengo un deber en procurar que este tesoro no
se pierda para
España y la Monarqula» (Carta a Eugenio Vegas, 5-XI-1947).
Y de nuevo recibe
el respaldo del Conde de Barcelona, cuando
se trata de completar los estudios del Príncipe, finalizáda ya su
formación militar. Le dice en carta de 20-
VII -1960: « Supe ( con
disgusto) que no bahías sido requerido para ir a dar unas con­
ferencias al Príncipe, como era mi deseo, y espero que no te neR
garás a realizarlas el próximo año cuando se reanuden las activi­
dades escolares. Nada
es perfecto en esta 'vida y hay que apuntar
muy alto para conseguir un poco»
...
«¿Pero, qué Monarquía?», dice Vegas: «Monarquía corpo­
rativa
... ; mando de uno transmitido hereditariamenre; consejos
técnicos en torno al Rey; Cortes corporativas en que se refleje
la organización corporativa de la sociedad; continuidad en la ges­
tión; responsabilidad en los actos de Gobierno, competencia ...
Tales son las características
de la Monarquía nueva que desea­
mos ver instaurada en España». (Escritos sobre la Instauración
Monárquica,
«Instauración, sí». De 16-VI-1934, Biblioteca Pensa­
miento actual, pág. 46
). Y en otro lugar afirma: «no concebimos
el estado cristiano, nacional y corporativo,
más que siendo mo­
nárquico ( «Hacia un Estado nuevo», Acci6n Española, núme­
ro 42, del 1-XII-1933,
Escritos pol!ticos, pág. 171 ). Y también,
cuando compara las constituciones de España y Francia, de 1876
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FRANCISCO DE GOMIS CASAS
y 1875, en que el Rey constitucional reinaba pero no gobernaba,
como el Presidente de
la República Francesa, cuyo mandato era
de siete años, dice: «En España,
la suprema magistratura hono­
raria, era vitalicia y hereditaria. Esta sola continuidad, hace cier­
tamente, que
la monarquía democrática o república coronada,
sea menos mala que la república sin coronar, debido a que como
escribíamos en dicho Editorial,
la Monarqula, aunque sólo se con­
serve su nombre, e;erce el benéfico influ;o, de hacer el bien aún
sin querer». (Escritos sobre
la Instauración de la Monarqula, «Los
Monárquicos de 1923», de 28-III-1934, Biblioteca Pensamiento
Actual, pág. 128).
Gomalo Fernández de la Mora en unas recientes memorias
Ria Arriba, de gran interés, se plantea, en pugna con sus raí­
ces, la siguiente pregunta: ¿Es la Monarqula hereditaria la forma
de gobierno ideal?
y su conclusión final es negativa. Aunque,
refiriéndose al pensamiento de Von Stein sobre la Monarquía,
dice: «Me impresionó el raciocinio del pensador germánico. La
Monarquía, por tenerlo
ya todo por encima de cualquier clase o
grupo,
es la única institución autónoma capaz de hacer justicia
social entre
los diversos intereses contrapuestos. Claro que tal
argumento sólo
es válido para el rey que gobierna, no para una
monarquía partitocrática, es decir, meramente suntuaria o "repú­
blica coronada" como la caracterizaba los doctrinarios de Acción
Española» (
Gonza:lo Fernández de la Mora, memorias Rlo Arriba,
Ed. Planeta, pág. 90).
Para
Eugenio Vegas y para Acción Española, la cosa es­
taba clara. La «República coronada» conserva algún contenido
de
la Monarquía -la continuidad hereditaria, alguna presencia
de la tradición y del buen hacer de la Familia Real, el alejamiento
de los
partidos de la cúpula del Estado-, pero no es el ideal,
ni es verdadera Monarquía; y consideran que acaba convirtién­
dose en mero estadio de transición hacia la república laica y
re­
volucionaria.
Vegas, como Balmes,
es partidario de una Monarquía en la
que
el Rey reina y gobierna, aunque temperada su autoridad por
las estructuras del Estado; y no sólo que gobierne, sino que
lo
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EUGENIO VEGAS LATAPIE, DIGNIFICADOR DE LA POLITICA
haga según los principios del derecho público cristiano. Es decir,
se refería a España y a su Monarquía Cat6lica, avalada por la
historia. Vegas luchó pues por la Monarquia católica, y creyó
que serla posible alcanzarla en los primeros años de la post-gue­
rra, fJnte el vigor y el herolsmo del pueblo español en defensa de
su religión, que dejó momentáneamente arruinado todo diletan­
tismo racionalista o jacobino.
En carta que me dirige con fecha de 1 de enero de 1949,
después de haberse separado de la acci6n política,
me expone
algunas ideas de síntesis que definen perfectamente la trayectoria
de su vida, y su pensamiento. Dice así:
«A la vida hemos venido, no para no hacer nada malo, sino
para hacer cosas buenas y
la cosa buena por excelencia, que en­
cierra todas las demás que pueden hacerse, es trabajar por d
reino de Dios. Ya sabes, que en mi teoría, ni la patria, ni el Rey,
son fines sino medios en servicio de los ideales religiosos. "Mi
patria, escribi6 muy acertadamente el francés Huysman,
es el lu­
gar donde me dejan rezar mejor". Y en cuanto a la Monarquía,
si
está inspirada y fundamentada en la concepci6n cristiana de la
vida,
es la forma mejor de asegurar el progreso y · tranquilidad
cristiana de los pueblos. "Los pueblos, escribi6 Pío X, son lo que
quieren sus gobernantes". Pero para eso hace falta que los gober­
nantes sientan su misión como una verdadera II misión". La Mo~
narquía puede dar esos gobernantes, y para colaborar a este fu­
turo -el presente no estaba en mi mano--, acepté el estar al
lado del Príncipe. En cambio, como dice nuestro Donoso Cortés,
"el régimen electivo
es de suyo tan corruptor que todas las na­
ciones en que ha prevalecido
han muerto grangrenadas ". Las Re­
públicas son siempre malas, unas peores que otras, claro está, y
en cambio las Monarquías pueden ser buenas, aunque desgracia­
damente haya habido muchos Reyes que no han estado
al alcance
de su misión».
Eugenio Vegas se separ6 de la política cuando crey6 que en
la nueva fase sucitada por la
guerra fría, con un afianzamiento
de Franco de largo alcance, no sería
ya posible promocionar una
política desde arriba, junto al Conde de Barcelona, sino que
se
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Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO DE GOMIS CASAS
abría un período propicio a los oportunismos en el que se pro­
ducirían fácilmente presiones
y bandazos contrapuestos en per­
juicio de la coherencia que permite salvaguardar aquellos princi­
pios que son esenciales para
el bien común. Esta determinación
de separarse de
la política se produjo después de madura refle­
xión, en conciencia; y ante Dios, en · unos ejercicios espirituales
dirigidos por un eminente dominico, en Suiza, en septiembre de
1947.
IV. ¿Posibilidad de instaurar la Monarquía Católica?
Eugenio Vegas creyó, pues, que al terminar la Guerra civil
sería posible restablecer
la Monarquía Católica en su integridad.
Esto no era una opinión aislada. Gil Robles,
el jefe de la agrupa­
ción política más importante de la derecha, decía en el año 1933:
«Nuestra generación tiene encomendada una gran misión. Tiene
que crear un espíritu nuevo, fundar un nuevo estado, una nación
nueva
... La democracia no es para nosotros un fin, sino un inedio
para ir a la conquista de un estado nuevo. Llegado el momento,
el Parlamento, o se somete, o le haremos desaparecer». (Vegas
Latapie, «Hacia un Estado nuevo», Acción Española, de 1-XII-
1933,
Escritos politicos, pág. 170).
El doctor Marañón, o
el mismo Cambó, se expresaban enton­
ces con profundo desengaño sobre el liberalismo y sobre la ne­
cesidad de un retomo a la tradición. En una editorial del 27 de
marzo de 1934, Eugenio Vegas cita el siguiente texto del doctor
Marañón, publicado en
El Sol: «lds que hemos vivido nuestra
juventud» -dice Marañón-, en un entusiasmo libera( tenemos
que tener ahora, el valor de reconocer que casi todo lo que a
nosotros nos movia, suena a música celestial
en los oídos de los
que vienen pisándonos los talones en la vida. El liberal tiene que
reconocer noblemente, no el
fracaso de la libertad, sino del libe­
ralismo. (El Estado nuevo,
de 27-III-1934, Biblioteca del Pen­
samiento Actual, pág. 119).
Y Francisco Cambó, en noviembre de 1938, expone en
sus
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EUGENIO VEGAS LATAPIE, DIGNIFICADOR DE LA POLITICA
Meditacions unas ideas muy a fines a-las del propio Vegas:
«Creo
--dice--, que la vuelta al liberalismo político de algunos
estados gobernados hoy por regímenes totalitarios, no significará
nunca un retorno a los principios absurdos de
la Revolución Fran­
cesa, sino
más bien a los sistemas orgánicos y bastante complejos
de siglos atrás, a base de que
puedan convivir un poder fuerte
arriba, y una sociedad organizada a

base de municipios, comarcas
y regiones, y
al mismo tiempo en agrupaciones profesionales de
las cuales no
se hallen excluidas las instituciones culturales pú­
blicas y
privadas; (Meditacions, Ed. Alpha, pág. 428 ). Y al mis­
mo tiempo Cambó se manifestaba opuesto a toda claudicación o
revisionismo del
resultado de la contienda; «Prieto propone nada
menos
--dice--( en el año 1944 ), que la suerte definitiva de Es­
paña después de acabada la Guerra Mundial, la decida un plebis­
cito»
... Y añade Cambó: «La guerra -la terrible, la espantosa
cosa que es una
guerra'""-, tiene sólo una ventaja, la de crear, por
un período, generalmente largo, un
statu quo s6lido, basado en
el hecho brutal, pero indiscutible, de la victoria, que consagra
en el vencedor
el elemento esencial -¡no único!-, para toda
estabilidad: ¡la fuerza!»
(Meditacions, Ed, Alpha, pág. 1442).
Sánchez Albornoz, el que fuera Jefe de Gobierno de la Re­
pública Española en el exilio y gran historiador, todavía en el
año 1975, próximo ya a la transición, hace estas sorprendentes
afirmaciones: «He hecho el elogio entrañable del
sistema demo­
liberal y parlamentario. Pero he señalado a la par, lo inexorable
de su caducidad.
Hoy me atrevo a calificar de necio el intento
de volver a
él en España con las caracteristicas de hace medio
siglo»
(Sánchez Albornoz, Mi testamento hist6rico-político, Ed.
Planeta, pág. 169).
Es natural, que en este contexto de pensamiento, Eugenio
Vegas, al amparo del espíritu y de la fuerza de
la victoria, con­
fiara en la posibilidad de restaurar la Monarquía católica con unas
instituciones que aseguraran su viabilidad y perduración ; y así,
en «Vox clamantis in deserto», que incluye en
la antología de
Acci6n Española del año 1937, dice: «Hemos de exigir que
los que esterilizaron nuestros trabajos,
ahogaron nuestra voz y
'723
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fRANCISCO DE GOMIS CASAS
nos entregaron indefensos a manos de la barbarie, no vuelvan a
influir en la direcci6n de los destinos públicos ... ». «Hemos de
prometernos la extirpaci6n radical de toda ideología, que al apar­
tarse de la Verdad, nos acerca a la muerte sin honor ... » {Anto­
logía de Acci6n Española, 1937, págs. 13 a 16).
En 1942 y en 1944 dice que si no se realiza la restauración
en un breve
plazo, se perderá la ocasión de perpetuar los ideales
de
Acci6n Española, que fue heraldo y vanguardia de los idea­
les del Alzamiento. Sólo con el espíritu vivo de la guerra recién
terminada
y con las asistencias entonces coincidentes de tantas
personas
de máxima autoridad, hubiera sido ello posible.
Sobre la situación en España en 1952, dice Gonzalo
Fernán­
dez de la Mora: «El gran tema político era la orientación de. la
cultura española, cuestionada desde el propio Ministerio de Edu­
cación Nacional,
cuyo titular, Ruiz Giménez, auxiliado por demo­
cristianos ambiguos y por falangistas en evolución hacia una vaga
izquierda, como Tovar, Ridruejo
y Laín, pretendia encaminarla
hacia un liberalismo revisionista de unificación doctrinal, fraguada
en vísperas del alzamiento de 1936
y robustecida durante tres
lustros. Desde
Ateneo se trató de reconstruir la unidad en
tomo al ideario, reactualizado, de
Acción Española; pero,
desasistidos por los principales centros de
poder cultural, público
y privado, perdimos una batalla del pensamiento y se inici6 el ca­
mino que, a .través de un lento desmantelamiento intelectual del
Estado, desembocaria en
su destrucci6n a la muerte de Franco.
Muchos de los que entonces se enmascaraban de católicos o de
falangistas, mostrarían, al fin y al cabo, su verdadera faz, ya de­
moliberal, ya socialista, ya comunista, y por cierto, agnóstica ...
Los actuales lodos vienen pues de una polvorienta lejanía. La
historia no la determina el epigastrio, como creía Marx, sino el
seso»
(Gonzalo Femández de la Mora, op. cit., págs. 119-120).
Anulada toda posible acción política independiente, al quedar
Franco comprendido dentro del planteamiento logístico de los
anglosajones como consecuencia de la guerra fría, y quedando
como única voluntad política, la de Franco, se había de producir
la desvirtuación constante de los ideales preconizados por
Acción
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EUGENIO VEGAS LATA.PIE, DIGNIFICA.DOR DE LA POLITICA
Española perseguida desde sus inicios, y suplantada con actua­
ciones tan equívocas como
las de Ruiz Giménez -y afines-, y
sus Cuadernos para el Diálogo ( en los que irían a bebet gran
parte de los cuadros que realizaron la transición), Algunos de sus
principales colaboradores, como Antonio Tovar, a quien nombró
Rector
de la Universidad de Salamanca, procedían de la izquierda
y, en sinuosa trayectoria, quedaron disimulados bajo un falangis­
mo táctico y circunstancial, en su camino de retomo hacia la
izquierda,
como administradores intelectuales del sacrificio de
la guerra.
Eugenio
Vegas previó, ya en el año 1948, los resultados de
esta situación política, que suponía tendría un largo proceso y
que sin una adecuada promoción de élites
con formaci6n doctri­
nal,
se perdería una ocasi6n única para restaurar y conservar la
Monarquía católica tradicional_ Y
él, hombre de principios y de
formaci6n juridica, veía con escepticismo lo que llegaría a ser el
futuro, que cada
vez quedaba más en las solas marias de un
oportunismo
de clara orientación opuesta, mientras que a través
de· ros años, se produciría la desaparición de las grandes figuras
de la guerra y otras personas relevantes de formación monárqui­
ca, con lo que se disolvería la cohesi6n y la fuerza nforal de la
victoria, por el inevitable desgaste del Régimen y la recuperación
de
la oposición · en el seno de la sociedad. Por esta razón · se se­
paró de la . política para consagrarse a la difusión de sus ideales,
porque
son las ideas las qúe salvan a los pueblos.
Desaparecida la fuerza moral y política de la victoria, por el
natural desgaste del gobierno, quedarían de nuevo frente a frente
dos importantes sectores de opinión contrapuestos y con recípro­
cas posibilidades de enfrentamiento al desaparecer Franco del
escenario. Es
el mismo caso contemplado por Maeztu en 1926,
en vísperas de la caída de
la Dictadura de Primo de Rivera, cuan­
do las circunstancias se presentaban tan comprometidas como en
las fases finales del franquismo. Dijo entonces Maeztu,
que el
pacto
entre la Monarquía y la Revolución le «parece indispensa­
ble para gobernar, en tanto existan en la
población española,
corrientes
· de opinión tan poderosas y antagónicas como los de
,725
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FRANCISCO DE GOMIS CASAS
sus izquierdas y derechas, y sólo hay una manera honrada de go­
bernar a base de este pacto, y consiste en partir de la base de la
necesidad de la coexistencia de los españoles, y en no ampliar
la base electoral sino en la medida que se va abriendo camino
en los espíritus .la necesidad de esa coexistencia» (Ramiro de
Maeztu, Liquidar:i6n de la Monarqula Parlamentaría, Ed. Nacio­
nal, 1957, pág. 13.). Pero esta posibilidad o cautela electoral se
soslayó en la transición.
Eugenio, hombre de pensamiento y de
visión política, es
antes un apóstol, un maestro de la política, que un táctico. Adop­
tar posturas de
.moderado en contradicción con sus esquemas de
perfección, contradice a su naturaleza. El político tiene que atem­
perarse necesariamente al planteamiento de cada momento;
como
dice Menéndez y Pelayo, no es posible aplicar íntegramente las
abstracciones ideológicas a la realidad, siempre mudable y
con­
tingente. Por esta razón, se separó de la política, para consa­
grarse
a la difusión de los principios, «porque son las ideas las
que ·salvan a los pueblos». Esta labor la reanad6 con la funda­
ción de Speiro, a través de su órgano de difusión, la revista
Verbo, de sus círculos de estudios y de los congresos anuales
de La Ciudad Cat6lica, que .tanto debe al sacrificio y entrega
de nuestro entrañable amigo, Juan Vallet de Goytisolo.
Al separarse de la política, seguramente recordaría las pala­
bras de Balmes, al fracasar el mattimonio de Isabel
II con el
Conde de Montemolín, con el que creía se hubiera· podido poner
un freno a los avances de la Revolución: «dudo mucho de que
pueda hacer el bien escribiendo de
política (le dice al Marqués
de Viluma). Las circunstancias han variado completamente. Falta
la base ... El objeto era un sistema cuya clave era el casamiento.
Y o no puedo detener las borrascas que van a desencadenarse, ni
nadie tampoco; quien
lo intente, se estrellará ... Se muestra usted
poco dispuesto a
mezclarse en política; hace usted bien, usted
no sirve para
éortesano; y esta no es época de hombres de Esta­
do»
... (Obras completas de Jaime Balmes, Ed. Balmes, 1927,
tomo I, epistolario, pág. 408 ).
Como en el pueblo judío, también en España, algunas mino-
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EUGENIO VEGAS LATAPIE. DIGNIFICADOR ·DE LA POLITICA
rías rectoras a partir de la mitad del siglo xvm, condujeron al
pueblo español a la adoración de falsos ídolos y a desviarse de
su misión, pero también aquí, como se lee del Libro de los
Re­
yes, «queda siempre, para defender el futuro, un grupo de fieles
que no han doblado las rodillas ante
el ídolo (esta vez, la diosa
razón, madre del democratismo inorgánico); como un resto de
Sión que guarda la Alianza». La levadura
es la que hace fermen­
tar a
la masa.
* * *
Parece obligado hacer una referencia a un libro muy aireado
recientemente. Me refiero
al Don Juan publicado por un prote­
gido
de Eugenio Vegas Latapie en los inicios de su brillante
carrera como periodista, Luis M.• Ansón; y no porque el libro
merezca una consideración en sí mismo, sino porque Eugenio
Vegas aparece constantemente citado, pero como si la doctrina
y las ideas a las que consagró su vida, y su misma significación
política, fueran
sólo aptas para el siglo xvr. Se le cita constante­
mente en
el libro, pero como para utilizarlo caprichosamente,
como signo de contradicción, y sin la consideración que se
me­
rece.
En el presente artículo se han aportado testimonios de gran­
des intelectuales y políticos que coincidían en la viabilidad y
oportunidad de los planteamientos a los que Eugenio Vegas
con­
sagró su vida, para recuperar para el día de hoy los valores po­
líticos de nuestra tradición y del derecho público cristiano.
El libro de que hablo, no es historia sino un ensayo sensa­
cionalista que empequeñece y falsea a sus personajes, y que
in­
terpreta los hechos a su aire, los deforma y los viste de un len­
guaje que parece salido de la Sección de Anuncios de
«ligues» y
de «relax» que publica ABC para su desdoro. Y nd parece ade­
cuado a la seriedad y a la figura de Eugenio Vegas Latapie y
al testimonio de su pensamiento.
Es una pena que un brillante periodista, tan inteligente y
aprovechado vendedor,
se haya metido a historiador, cuando tan-
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FRANCISCO DE GOMIS CASAS
tos libros de historiadores con buena información han aparecido
sobre
el mismo tema, y se baya volcado hasta el delirio, utilizan­
do
la fuerza de un periódico como ABC, y con el relieve de ser
su director, con toda su energía, para su propio lanzamiento. Lo
verdaderamente excepcional del libro ha sido este lanzamiento
y su marketing bajo un nombre que merece mayor respeto. De­
searía no haberlo leído, por la tristeza que me produce la falta
de amor de que adolece.
Se comprende que Pilar Urbano escri­
biera que, después de leer el libro, sin saber porqué, se sentía un
poco más republicana.
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