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Número 337-338

Serie XXXIV

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James A.Weisheipl: Tomás de Aquino. Vida, obras y doctrina

1NFORMACION· BIBLIOGRAFICA
evidencia absoluta de su necesidad y las . sentencias el .reconoci­
miento del condenado de su culpa
o. de la falta de razón de las
pretensiones desestimadas, ni las
leyes ni las sentencias serían
posibles.
También se aborda el tema tan actwil de la insumisión y la
incidencia jurídica del conflicto entre la ley la propia conciencia,
para concluir con las soluciones, que podrían adoptarse legisla·
tivamente, frente a los problemas surgidos del reconocimiento
de la objeción de conciencia en la norma constitucional, que
puede llegar a colapsar
el sistema actual de defensa nacional,
dado
el incremento incesante de los objetores, y que pueden
consistir en
el ejército profesional o servicio militar voluntario,
peto, frente
a las dificultades que su implantación supone, se
preconiza la creación de un servicio· nacional obligatorio, i:on
varias formas de realización, que incluyera entre ellas la defensa
y
el servicio militar, de modo que cualquiera pudiera elegir el
que más le conviene sin necesidad de invocar objeción de con­
ciencia alguna -solución ésta apuntada antes por Piñar, Fraga
y por
mí-y que, por una parte, salvaguarda los derechos fun­
damentales a la intimidad y a la igualdad y, por otra, no implica
quebranto alguno al principio de obligatoriedad
de las leyes. Más
--como .señala CANTERO con sumo acierto-en tcxlo caso es. nece­
sario que la sociedad «comprenda que la defensa de la nación es
un bien objetivo y que su Fuerzas Armadas son garantes del
futuro disfrute y existencia de los derechos individuales y
colec­
tivo. Que lo son hoy, como lo han sido siempre y deberán serlo
mañana».
GONZALO MUÑIZ VEGA.
James A. W eisheipl: TOMAS DE AQUINO. VIDA, OBRAS
Y DOCTRINA
(*)
El dominico norteamericano James Athanasius W eisheipl
(1923-1984), Profesor de Historia de la ciencia medieval, en el
Pontifical Institute of Mediaeval Studies de Toronto, desde su
doctorado en
la Universidad de Oxford -con un estudio sobre
la física del ockhamismo oxoniense, especialmente de
J. Dumble-
(*) Tít. orig.: Friar Thomas D,Aquino: bis Ji/e, thought, and works;
Frank Hevia (Trad.); Pr61.: Josep-Ignasi Saranyana; Biblioteca NT Filosofía,
Ediciones Universidad de Navarra, S .. A. (EUNSA), Pamplona, 1994, p,ígs.
459, 15 X 21 cm., ISBN: 8·H13-1288-2.
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INFORMACION BIBLIO ton y G. Heytesbury (Henstisberus), en 1957-, fue muy cono­
cido y apreciado como un e, Una de sus muchas obras,
La tepria física en la Edad Media, fue
traducida
al español (Buenos Aires, Columba, 1967). Estos es­
tudios le llevaron a estudiar la filosofía y la ciencia del siglo xm
y, por taoto, a sus dos graodes teólogos Sao Alberto Magno y
Saoto Tomás de Aquino, que integraron
la ciencia aristotélica en
la síntesis teológica y filosófica escolástica, pero sobre todo al
primero.
Su última obra, una biografía genético-histórica de Saoto To­
mas, fue publicada por primera vez en 1974 (Garden City, N. Y.,
Doubleday), como homenaje
al Aquinate en el séptimo centenario
de su muerte, que
se conmemoro mundialmente con el Congreso
I.nternaciooal _Tomás de Aquino en su séptimo centenario, por
deseo expreso del Papa Pablo VI, y al que asistieron mil seiscien­
tos congresistas de más de sesenta países. Poco después, se pu­
blicó otra edición en Inglaterra (Oxford, Basil Blackwell, 1975),
precisamente, .cuaodo empezaron a aparecer los primeros volúme­
nes de las Actas de esta magna reunión,
orgaoizada por la Orden
Dominicaoa, bajo el mandato del Maestro General
P. Aniceto
Fernández. A los pocos añós apareció una segunda edición
am­
pliada (Washington, The Catholic University of America Press,
1983). Por el gran interés que suscitó la obra se tradujo al italiano
(Milaoo, Jaca Book, 1988). Después, al fraocés (París, Les Editions
du Cerf, 1993). EUNSA ha tenido ahora el grao acierto de pu­
blicar esta traducción española,
realizada por Frank Hevia. La
edición que ha corrido a cargo del Profesor Josep-Ignasi Sarao­
yana, el conocido medievalista catalán, que acaba de publicar la
Historia de la Teolog!a, de la «Serie Manuales de Teología» de
la BAC, mejora todas las anteriores. Por una parte, el Dr. Sarao­
yaoa ha preparado un
Prólogo modélico, tanto por la presenta­
ción del autor
como por el del contenido, que es el de la segunda
edición inglesa.
Por otra, porque la ha ampliado con utilísimas
notas a pie de página, que aétualizao la
· obra, completándola
con las últimas conclusiones de las más recientes investigaciones
y matizando algunos puntos, que pueden ser discutidos por los
especialistas.
También es preciso destacar del trabajo del profesor Saran­
yaoa la puesta
al día del «Catálogo breve de obras auténticas»,
con
el que se pone Bn a la obra y sobre todo el utilisimo aoexo
de las traducciones
castellanas, el más completo que se ha publi­
cado hasta
el momento. Todo elló aumenta el valor de este libro,
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INFDRUACIDN ·BIBLIOGRAFICA
que como indica el investigador español, en el Prólogo: «es una
monografía relativamente extensa y maciza,
en. la que .se ofrece
la síntesis tomista de forma· diacrónica. W eisheipl presupone que
fray Tomás fue siempre fiel a unos principios metafísicos funda­
mentales, al tiempo que evolucionaba realmente en cuestiones
gnoseológicas
y psicológicas accidentales» (pág. 11). Este supues­
to previo queda confirmado y verificado por
la rigurosa, pero
muy amena, exposición del autor, estructurada en. siete capítulos.
En Infancia napolitana y primeros años como dominico
(1224/5-1252), se explica, con apoyo documental y crítico, cómo
Santo
Tomás conoció la Orden de Predicadores, en Nápoles, du­
rante su primera estancia de 1239 a 1243, después de haber per­
manecido nueve años en la abadía de Montecasino. Sus padres,
Landolfo y T eodora, le
habían trasladado del castillo de Rocaseca,
cerca de
Aquino -hoy en día prácticamente en ruinas-, en
donde había nacido, a la abadía de los benedictinos, cuando
con­
taba tan sólo cinco años de edad. El Papa Gregario IX había
excomulgado
al emperador Federico 11, persona niuy extraña y
complicada, que había heredado el reino de Sicilia y que
se estaba
apoderando de los Estados pontificios.
El emperador ocupó la
abadía por la fuerza y expulsó a los monjes. Santo Tomás, testigo
de estos hechos, por consejo del
abad, fue enviado por su familia,
que estaba
al lado del emperador, a la Facultad de Artes de la
Universidad napolitana, fundada catorce años antes por el mismo
emperador. Allí pudo conocer a los dominicos del convento de
Santo Domenico Magiore.
A principios de 1244, un año después de
la muerte de su
padre, pidió
la admisión al prior de este convento dominicano,
puesto que la Orden de Santo Domingo colmaba sus deseos de
estudio y de vida religiosa.
Lo hizo sin consultar con su familia,
por temor a que
se opusieran, dado el poco prestigio e influencia
que tenían entonces
las recién fundadas órdenes mendicantes. Pre­
viniendo esta hostilidad, le enviaron al convento de Santa Sabina
de Roma, para que hiciera su noviciado. Como
es sabido, camino
de esta ciudad. con el Maestro General de la Orden y otros tres
frailes, fue secuestrado por sus hermanos, movidos por su madre.
Retenido en Rocaseca, desde mediados de 1244 hasta fines de
1245, fue tentado en su vocación religiosa. Parece ser que
es cierto
el relato de los biógrafos de que, después de salir airoso de la
prueba, fue ceñido por dos ángeles con un cíngulo de pureza
angélica. Finalmente pudo escaparse descolgándose. por una
ven­
tana, con la ayuda de fray Juan de San Giulíano.
Finalizado
el noviciado, fue enviado en 1247 a París, para
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INFORMACION BIBLIOGlU.FlCA
éontinuar sus estudios en la Universidad. Tuvo como profesor a
San Alberto Magno.
En el curso siguiente partió para Colonia
con su maestro. Después de estudiar durante tres cursos (1248-
1251) en
el Estudio General de esta ciudad, regentado por San
Alberto, en ella inició su magisterio. Al cabo
de un año, fue
nombrado Bachiller bíblico de la Cátedra de extranjeros de la
Universidad de París, que había quedado vacante. Al cabo de un
bienio pasó a ser Bachiller sentenciario, explicando durante otros
dos años los famosos y
difíciles Libros de las Sentencias, de Pedro
Lombardo. A esta primera etapa de su profesorado está dedicado
el capítulo segundo «Sententiarius» en la ciudad de los filósofos
(1252-1256).
Durante estos años escribió el Comentario a los
cuatro libros de
las Sentencias del maestro Pedro Lombardo; y
los importantes opúsculos: Sobre el ente y la esencia, Sobre los
principios de
la Naturaleza y Sobre la naturaleza de la materia y
las dimensiones indeterminadas.
En Tomás de Aquino. Vida, obra y doctrina, se explica tam­
bién la génesis de las obras de Santo Tomás, que quedan así
si­
tuadas en su contexto y con ello las principales tesfa de su pen­
samiento. Weisheipl ha tenido el gran acierto de situar todas las
tesis nucleares del sistema filosófico-teológico del Aquinate en el
momento de su vida en que fueron formuladas, mostrando su
motivación concreta. Como ha advertido Saranyana:
«No es in­
diferente (
... ) conocer a qué pretendía responder Tomás cuando
hizo tal afirmación
y quiénes eran sus interlocutores, y qué ins­
trumentos de trabajo
tenía a mano. Todo esto lo ha llevado a
cabo magistralmente Weisheipl y, guiado por él, cualquier lector
podrá reconstruir
el proyecto genético de tantas tesis tomistas,
que en los manuales aparecen desgajadas de su contexto» (pág. 12).
Durante sus primeros años de docencia universitaria, Santo
Tomás vivió en un ambiente de agitación v tensión, provocado
por la oposición del profesorado del clero secular y seglar a que
los maestros de las Ordenes mendicantes impartiesen la enseñanza
universitaria. La oposición a los dominicos era tan dura, que, en
la apertura del curso 1255-1256, fue necesaria la intervención
de la guardia del rey.
En el siguiente curso, fue precisa una orden
del mismo Papa, Alejandro IV, para que
se admitiese a Santo
Tomás en
la Cátedra de teología, a pesar de que había sido nom­
brado Maestro e impartía las clases magistrales. Lo ocurrido en
el desempeño de esta cátedra se trata en el capítulo titulado Maes­
tro regente de Teología en Paris (1256-1259). Debe destacarse
que, Pfl este trienió, el Aquin·ate escribió varios comentarios a
distintas partes de la Sagrada Escritura, · a obras de Boecio, el
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INFORMACION B1BLIOGRAFICA
libro I de la Suma contra los gentiles y las Cuestiones disputadas
sobre
la verdad.
El siguiente capítulo, Maestro de T eolagia en la provinda ro­
mana (1259-1265), está dedicado a los nueve años que seguida­
mente pasó en Italia. En 1259, fue nombrado teólogo-consultor
del Papa
y Profesor del Studium Curiae. Este Estudio General
seguía a la Corte Pontificia.
En Agnani, con Alejandro IV, im­
partió dos cursos. Con Urbano IV, cuatro en
Orvieto. También
enseñó dos años en Roma, en el Estudio General de Santa Sabina
de los Dominicos, que
se le había encargado fundar, tal como se
narra en
el capítulo quinto, Maestro regente en Roma y Lector en
Viterbo (1256-1268).
También se relata lo sucedido en el período
que residió en Viterbo, en la
Corte Papal de demente IV ( 1256-
1268).
Durante estos años de su vida, Santo
Tomás desplegó una
intensa actividad como escritor. Redactó
las Cuestiones disputadas
sobre
la Potencia de Dios y Sobre las criaturas espirituales, su
Comentario sobre el alma, e inició los comentarios a las restantes
obras de Aristóteles. Escribió varias Cuestiones Quodlibetales
(Quodlibet. VII-XI), comentarios a libros de la Sagrada Escritu­
ra, a Decretos dogmáticos,
y al libro De divinis nominibus, del
Pseudo-Dionisio. También terminó la
Suma contra los gentiles
(libros II-IV), preparó la primera parte de la Suma teológica y
empezó la primera sección de la Segunda parte de la Suma. .
El siguiente capítulo, Segunda regencia parisina (1269-1272),
está dedicado al estudio del segundo período en la Universidad
de París. El General de la Orden le había· enviado
allí para que
volviese a ocupar la cátedra de Teología
de extranjetos. Tal·de­
cisión obedeció a dos motivos: la reanudación de la lucha contra
las órdenes mendicantes
y la aparición de las doctrinas avetroístas,
que ponían en peligro la síntesis escolástica. Santo Tomás era

persona más adecuada para hacerles frente, por su experiencia en
la anterior contienda y por sus grandes conocimientos de la filo­
sofía aristotélica, en la que se basaban los averroístas.
En la Facultad de Artes, los averroístas ofrecían una sistemá­
tica aristotélica cerrada a la
fe, porque quedaba en ella anulada
la soberanía
y la libertad de Dios y al mismo · tiempo el carácter
contingente
y temporal de la criatura. No es extraño que la Fa­
cultad de Teología luchara, por tanto, contra el aristotelismo. Los
teólogos censuraban a los filósofos
el enseñar la eternidad del
mundo, la existencia de un único intelecto para todos
los hom­
bres
y la negación de la libertad e inmortalidad personal. Los
«artistas»
se escudaban en la doctrina evasiva de la «doble ver-
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INFORMAC101'( BIBLIOGRAFICA
dad». Se había desencadenado así una enorme polémica, que se
ha llamado el «conflicto de las facultades».
En cambio, Santo Tomás había asumido la filosofía
de Aristó­
teles, peto poniéndola al servicio de la doctrina sagrada. Había
probado que esta tarea era perfectamente realizable, porque no
veía la filosofía aristotélica incompatible con la fe
cristiana, siem­
pre que se depurara de las interpretaciones averroístas, que no
eran conformes con el pensamiento propio de Aristóteles. Por
ello, combatió al averroísmo
latino no sólo desde el ámbito de la
fe, sino también desde el mismo aristotelismo.
Esta posición se refleja en toda su obra
escrita, principalmen­
te de esta época, que quedó muy incrementada. Continuó escri­
biendo los comentarios a las obras de Aristóteles, redactando su
mayor parte. Terminó
la primera sección de la segunda parte de
la
Suma Teológica y escribió toda la segunda sección de esta mis­
ma parte. También fueron redactadas, en esta segunda estancia
en París,
la mayoría de las Cuestiones disputadas, como la dedi­
cada al mal
(Sobre el mal) y a la Encarnación (Sobre la unión del
Verbo encarnado).
Además de varios opúsculos, continuó también
escribiendo comentarios a libros de la Sagtada Escritura.
Antes de finalizar el curso 1271-1272, los superiores ordena­
ron su regreso a Italia, para que fundara un Estudio General de
Teología en Nápoles, agtegado a su Universidad. Santo Tomás,
además de impartir
sus lecciones escribió, en esta ciudad, el Com­
pendio
de Teologia, continuó los comentarios a la Escritura y la
tercera parte de la
Suma Teológica, hasta la cuestión noventa in­
clusive. Todo ello está referido en el último capítulo del libro de
Weisheipl, que lleva
por título Los últimos años y después de su
muerte.(1272-1323).
Se explica detenidamente en el mismo que
el 6 de diciembre de 1273, después de una experiencia mística,
interrumpió toda su actividad literaria, y
al cabo de poco tiempo,
dirigiéndose
al II Concilio de Lyon, al que había sido convocado
por el Papa Gregorio X, murió en el· monasterio cisterciense de
Fosanova, el 7 de marzo de 1274.
En este mismo capítulo,
se refiere también el tercer frente
en
el que tuvo que luchar Santo Tomás: la polémica con los se­
guidores de la antigua escolástica de la Facultad de Teología. La
defensa de la ortodoxia de su empresa de integración del aristo­
telismo en la síntesis teológico-filosófica cristiana, ruvo que rea­
lizarla con gtandes esfuerzos. La escolástica tradicional al
com­
batir el averroísmo, incluyó todo el aristotelismo, y por este
motivo consiguió que
se llegaran a condenar como heteredoxas
tesis sustentadas por Santo Tomás.
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Como, por último, se indica en esta magnífica obra: «El An­
gélico ( ... ) dedicó veintiún años al apostolado de la pluma (1252
a 1273). Aunque Tomás ''siempre
tuvo cuatro secretarios con él"
para ayudarle en la composición y organización de sus obras,
"siempre recurrió a
la oración" cuando el trabajo se ponía difícil.
Vivió una larga vida en un breve tiempo, y porque Dios lo ama­
ba, se lo llevó el 7 de marzo de 1274, a la edad de cuarenta y
nueve años» (pág. 4 59).
Con su canonízación, en Avignon,
el 18 de julio de 1323,
por
el Papa Juan XXII, comienza otro período, ya no examinado
en esta obra, que se caracteriza por su gran influjo doctrinal. A
partir de su muerte
ya fue llamado Doctor Communis y, desde
el siglo xv, Doctor Angelicus. San Pío V lo declaró Doctor de la
Iglesia, siendo así el quinto doctor de la Iglesia, junto con San
Ambrosio,
San Jerónimo, San Agustín y San Gregorio Magl\o.
La Iglesia ha reconocido siempre su valor y ha afirmado su auto­
ridad doctrinal. El Papa
actual Juan Pablo II lo proclamó Doctor
Humanitatis,
el 13 de septiembre de 1980.
El sentido de este título lo ha precisado últimamente el Papa
al indicar que: «Santo Tomás heredero de la tradición de
los Pa­
dres, era, sin duda, un doctor divinitatis, tal como se llamaba
la teología como ciencia de Dios, o según la denominación tomista
'sacra doctrina'. Pero; debido a su concepción del hombre y de
la naturaleza humana, como entidad substancial del alma
y cuerpo,
y al amplio espacio dedicado a las cuestiones 'de
homine' en la
Suma y en otras obras, así como a la profundización
y esclareci­
miento a menudo decisivo de esas cuestiones, perfectamente· le
podemos atribuir también el calificativo de Doctor húmanitatis,
estrechamente vinculado con una relación esencial tanto con las
premisas fundamentales
como con la misma estructura de la 'cien­
cia de Dios'».
Como decía el Cardenal Billot, gloria de la Compañía de Je­
sús: «Hay una cosa que no puedo pasar en silencio, y es la re­
comendación perpetua, continua, repetida de siglo en siglo hasta
nuestros días, con machacona insistencia
y energía inflexible, de
la doctrina de Santo Tomás por
la Sede Apostólica. ¡Cosa digna
de la más atenta consideración! En la Cátedra Apostólica se su­
ceden unos tras de otros pontífices de distinta raza, de distinta
nacionalidad, de distinta cultura, de distinta educación,
y, sin
embargo, todos convienen en recomendar a Santo Tomás, desde
Juan
XXII, que lo canonizó ( ... ). Esta singularidad me indica
por sí sola que no se trata aquí de cosas dependientes del arbitrio
humano, ni de partido, ni de escuela, ni de opiniones personales
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INFORMACION BIBLIOGRAFIC.A
de éste o de aquél pontífice, sino de algo que se refiere a la mis­
ma Cátedra fundada por Jesucristo y garantizada por El hasta el
fin de los siglos, en la cual se sienta y rige, preside y vive, habla
y enseña uno sólo, es decir, Pedto, que no pertenece a ningún
partido, a ninguna escuela, a ninguna orden, sino a sólo Jesucristo
y a su Iglesia. Es
el mismo Pedro por boca de sus sucesores quien
hace esta singular recomendación de Santo Tomás. No nos
reco­
mienda a otro, sino siempre al mismísimo Doctor Angélico».
La obra de Weisheipl, en definitiva, tiene
el gran mérito de
demostrar
-frente a las actuales modas de interpretaciones evo­
lucionistas para todos ]os pensadores, incluido el mismo Santo
Tomás-, de un modo indiscutible, que no puede hablarse de
varias etapas
en la doctrina del Aquinate, Como se indica en el
Prefacio: «Aunque el pensamiento de Tomás tiene una significa­
ción que transciende a su tiempo, sería incorrecto leer sus obras
como si las hubiese escrito de una sentada y de todo desarrollo
intelectual. Tomás, como todo el mundo, tuvo una evolución
intelectual y espiritual.
El hecho asombroso es, sin embargo, que
en edad muy temprana Tomás captó ciertos principios filosóficos
fundamentales, que nunca abandonó. Hubo en él, ciertamente,
un desarrollo, una comprensión más profunda e incluso
el recha­
zo de más tempranas opiniones. Pero no se dio nunca en él un
cambio total
en su enfoque de la realidad. No hubo nunca una
'conversión' o rechazo violento_ de un pensamiento anterior, sino
sólo correcciones y modificaciones que le llevaron a una aprecia­
ción más plena, más humana
y divina de los problemas básicos
de la vida» (pág. 16).
En definitiva,. Tomás de. Aquino. Vida, obras y doctrina, no
es sólo Uil'1 de las mejores biografías del Aquinate -que tiene
incluso la amenidad de
la espléndida biografía novelada de Louis
de Wohl,
La luz apacible. Novela sobre Santo Tomás de Aquino
y su tiempo (Madrid, Palabra, 1985, 4.ª ed.)-, sino tamhién
una
útil introducción al sistema tomista o a la lectura directa de
sus
obras. Además, ante las cuestiones actualmente discutidas
sobre la vida y obra del Angélico, Weisheipl toma posiciones muy
convincentes, aunque quizás en algunas con demasiado escepticis­
mo
respecto a lo aportado en las primeras biografías del Santo.
No obstarite, es totalmente cierto, que, como se lee en un reciente
estudio de Abelardo Lobato (Introduzione allo studio della vita
e delle opere di
San Tommdso D'Aquino, en «Studi 1994. Istituto
San
Tommasm>, Pontificia Universita di San Tommaso D'Aquino
in Urbe, Roma, 1994, págs. 81-113}, que
puede ayudar decisiva-
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INFORMACION BlBLIOGRAFICA
mente a afinar en estas discusiones: «La biografía que merece
Santo Tomás no ha sido todavía escrita, a pesar de los estudios
de que disponemos».
EunALno FoRMENT.
Bemardino Montejano: LA UNIVERSIDAD
DEL
SIGLO XXI (",)
Bernardino Montejano, catedrático de Derecho Natural y
Filosofía del Derecho de la Universidad Católica Argentina, es
un buen y viejo amigo de esta casa que es Verbo. Así, va para
veinticinco años que publicamos dos brillantes contribuciones
suyas
-«Actitud del jurista ante el derecho natural» (núm. 80/
1969) y «Orden natural y subversión en el pensamiento ponti­
ficio» (núm.
87-88/1970)-, sin que la relación se haya interrum­
pido desde entonces. Igualmente participó activamente en los
afanes de la
Organización Internacional de Iusnaturalistas Hispá­
nicos «Felipe
II », fundada por el profesor Elías de Tejada a
principios de los setenta con el concurso de tantos queridos
ami­
gos -también de estas páginas-como José Pedro Galvao de
Sousa, Frederick D. Wilhelmsen o Gonzalo Iháñez, entre otros.
Entre su obra destaca el importante libro
Ideología, racionalúlad
y realidad (Buenos Aires, 1981), que constituye una profunda
investigaci6n sobre «el papel de los principios y de las circuns­
tancias en
lo político y jurídico.
Con mucho gusto presentamos
hoy su trabajo La universidad
del siglo
XXI, premiado por el Oub Universitario de Buenos
Aires,
y que erudita y originalmente al tiempo, se interna por los
senderos, un tanto escarpados en nuestros días, del «alma mater».
Comienza con un capitulo -rubricado como «el hogar de los
saberes»-donde aborda la naturaleza de la universidad. Con
rigor analítico observa que, desde una perspectiva metafísica,
«la universidad aparece como una realidad accidental», mientras
que desde el ángulo sociológico «la universidad
es un grupo so­
cial». Todo grupo social, en efecto, pertenece al accidente de re­
lación, pues necesita insertarse en las personas que lo integran.
Pero, al mismo tiempo, se distingue de los simples agregados,
en los que la vinculación es puram.ent_e física, mientras que en
aquéllos sus integrantes hacen algo que los vincula bajo la direc­
ción de una autoridad, sujetos a ciertas normas
y en pos de un
objetivo común. ~a naturaleza de la universida1, que no cambia,
(*) Club Universitario de Buenos Aires, 1994, 63 págs.
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