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Número 337-338

Serie XXXIV

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George Uscatescu

IN MEMORIAM:
GEORGE USCATESCU
Hace
ya más de treinta años tuve la fortuna de conocer per­
sonalmente a George Uscatescn. Del encnentro nació una amistad
que
se ha mantenido hasta su reciente fallecimiento. Ella me in­
duce a ofrecer a los lectores de Verbo -revista en la que tanto
colaboró ( 1
)-una semblanza, siquiera sea apresurada e incom­
pleta, del escritor fallecido, a cnya obra, extensa y profunda,
se
han de dedicar en el futuro, seguramente, estudios rigurosos.
(1) Artículos publicados por Uscatescu en Verbo han sido: «De la
libertad rousseauniana a
la desalienación marxista y al descondícionamiento
marcusista», núm. 81-82, págs. 85-102; <>, núm. 153-154,
págs. 373·394; «Los nuevos fil6sofos en la política», núm. 163-164, págs. 413-
417; «Política, sociedad y cultura», núm. 225-226, págs. 707-721; «Revo­
lución del 68: veinte años», núm. 265-266, págs. 631-633; «En la muerte
de Constantin Noica», núm. 267-268, págs. 1053-1067; «Cómo nacen los
revolucionarios», núm. 277-278,
págs. 977-980; «En torno a la perestroika
'Soltanto Stalin'», núm. 279-280, págs. 1441-1443; «Inteligencia de la poe­
sía», núm. 299-300, págs. 779-783; «Cristóbal Colón, según Le6n Bloy»,
núm.
311-312, págs. 181-184; «Revistas europeas», núm. 321-322, págs. 207-
209, y «Rumanía, 75 aiios», núm. 323-324, págs. 315-328. Publicó también
comentarios de libros de Sciacca, Raschini, Ottonello, Alain Guy, Bonessio
y Montaldo, y Jean
Brun. Libros de Uscatescu comentados en Verbo han
sido: «Europa, nuestra. utopía», por José M.ª Nin de Cardona; «Prospecttive
estetíche europee», por Fernando Ponce; y «Avanguardia e
liberta», por
Giorgio Giannini.
Verbo, núm. 337·338 (1995), 777-783
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JOSE MARIA CASTAN VAZQUHZ
I. Los avatares de un exiliado.
Uscatescu nació en Curteana (Rumania) el 5 de mayo de
1919 (2). Cursó
sus estudios de bachillerato en Craiova y los de
las licenciaturas de Filosofía
y Derecho en Bucares!. A los veintiún
años
se trasladó en misión cultural a Roma, ciudad que influiría
profundamente en
. su formación y en la que obtendría los grados
de doctor en Filosofía (1941) y Derecho (1943), teniendo entre
sus maestros a figuras como Scialoja, Vasalli y Gentile.
En 1944 vino Uscatescu a España como exiliado y comenzó
su integración en
la vida y la cultura de nuestro país, al que lle­
garía a tener por su segunda
y muy querida patria. Pronto co­
menzó en ella a participar en la vida cultural, colaborando en
revistas como
Escorial, Arbor, Revista de Estudios Políticos,
Punta Europa
y otras, viéndose, como dijo Sáinz de Robles, que
Uscatescu
se había «adaptado a España». Pronto también se in­
tegró en la vida universitaria, comenzando por impartir clases en
la Facultad de
Filosof(a y Letras de Barcelona (más tarde alcan­
zaría una cátedra en la Universidad Complutense de Madtid).
La dureza inicial de
la vida de todo exiliado, que Marañón
ha descrito bien,
se fue suavizando en el caso de Uscatescu por
su creciente éxito profesional en España
y por sn boda con una
española de pro: la
mezzosoprano Consuele, Rubio, cantante de
ópera de prestigio internacional y profesora de la Escuela de
Canto de Madrid, con la que formó un hogar que sólo la prema­
tura muerte de Consuelo deshizo; hogar madrileño abierto
siem­
pre no sólo a los amigos españoles, sino a todos los rumanos de
cualquier ideología que por Madrid pasaran.
El conocimiento de España
se. refleja en toda la obra de
Uscatescu y especialmente en libros como
Ideas maestras de la
cultura española (Ed. Reus, Madrid, 1977), en el que estudia
figuras de españoles ilustres, de Quevedo a Unamuno, y moví-
(2) Algunos datos biográficos de Uscatescu hasta el año 1964 pueden
verse en Esplandián, George Uscatescu (Perfil inteleétual y humano), Punta
Europa Madrid, 1964.
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mientos importantes, del barroco a la modernidad. Otto libro,
Profilo della cultura spagnola (Ed. Rizzoli, Milano, 1982), cons­
tituye un esfuerzo por divulgar en Italia, interpretándola, la
cul­
tura española.
La integración de Uscatescu en España no le llevó empero
nunca a renegar de su patria de origen. A ella dedicó un libro,
Rumania (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1951)
que ofrece una visión completa y entrañable de la historia, vida
y cultura rumanas. Desde Madrid seguía Uscatescu con preocu­
pación los acontecimientos de su país y no
perdía ocasión de
ensalzar a sus figuras eminentes a través de estudios como
Due
centenari nella cultura romena del
sec. XX: Bacovia ed Enescu,
o como los dedicados a Mircea Eliade, a Brancusi, al latinista
Herescu, o a Constanrin Noica (a quien en el libro
Tiempo de
Ulises
califica como uno de los hombres que simboliza el amor
a la libertad y la dignidad de los hombres). Tuvo además
amis­
tad, y me hizo compartirla, con otros escritores del exilio rumano
como Vintila Horia y Cirilo Popovici.
Amor a Rumania reflejan
también, en un ámbito
ya jurídico, las páginas de su libro Del
Derecho romano
al Derecho soviético (Instituto de Estudios Pd­
l!ticos,
1968), en el que expone las concepciones jurídicas de su
país y ofrece un resumen de su historia legislativa desde la época
de Trajano hasta la República Popular, con especial referencia a
la Justicia y
con singular atención al pensamiento de Eminescu.
Amor a su lengua natal revela, por último, el poemario
Nou itine­
rari (Madrid, 1968), que recoge parte de su obra poética en ru­
mano.
Los ftutos de ese perenne amor a Rumania los recogió cuando,
ttas medio siglo de exilio y extinguido
el régimen de Ceaucescu,
pudo viajar a ese país, donde recibió honores académicos y
uui­
versitarios. Tras ese emotivo viaje, empero, regresó a España,
donde quería terminar su vida y donde efectivamente ha entre­
gado a Dios su alma el pasado
11 de junio de 1995.
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JOSE MARIA CAST AN YAZQUE7.
II. El humanismo de Uscatescu.
Alguno de los discípulos de Uscatescu le ha calificado como
«el último humanista». Si
es atriesgado decir «el último» (pues
cabe confiat que habrá humanistas mientras sobre la Tierra exista
el hombre), es ciertamente exacto definirlo como «humanista»,
ya que alcanzó como pocos esa noble condición.
Su atención
hacia todos los temas que afectan
al hombre, recuerda la de los
humanistas renacentistas; las figuras de Vives y Erasmo, tan co­
nocidas por él ( al segundo dedicó un libro), ofrecen no pocas
semejanzas con la suya.
Atraído desde su juventud por las Humanidades, Uscatescu
poseía en ese ámbito una base muy sólida. Ella le permitía leer
constantemente en
latín a los clásicos romanos ; tenía predilección
por Horacio, muchas de cuyas odas y sátiras sabía de memoria.
Su base en lenguas vivas era,
por otra parte, muy amplia: además
del rumano y
el español, hablaba un italiano f!nido y se expresaba
correctamente en francés, inglés y
alemán. Este dominio de idio­
mas le petrnitía estar
al día en la producción cultural europea.
Trabajando sobre ella, su propia producción
se extendió a varia­
dos campos del saber.
La Filosofía fue
el primero de aquellos. Su pensamiento en
ese ámbito
se refleja en el libro Proceso al humanismo (Ed. Gua­
darrama, 1968), donde estudia «la crisis de la Metafísica» y
expone «los perfiles de
un nuevo humanismo» y sus posibles
vatiedades. Al «humanismo del trabajo»
se había referido poco
antes en El tiempo de Ulises (Editora Nacional, 1963
).
El bagaje filosófico de Uscatescu se advierte también en su
libro Agustin, Nietzsche, Kierkegaard (Nuevas lecturas de
Filo0
sofla y Filologla) (Ed. Forja, 1983), en el que coteja la obra de
San Agustín con las de Vico y Hegel, describe
el «encuentro» de
Kierkegaatd con Unamuno y señala los ecos de Duns Escoto en
Heidegger. La vocación filosófica de Uscatescu
es además visible
en su libro Aporlas del estructura/.ismo (Instituto de Estudios
Políticos, 1971)
-escrito en los días de la corriente estructura-
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IN MEMORIAM: GEORGE · USCATESCU
lista, que le preocupaba y de la que le oí discutir con Antonio
Hernández Gil, a la sazón también interesado en el esrructura­
lismo desde el punto de vista jurídico--, y en sus estudios sobre
Heidegger, a quien consideraba «el filósofo
más grande del siglo
actual». De esa vocación se derivaba
la presencia de U scatescu en
asociaciones y foros relacionados con la Filosofía pura o con la
Filosofía jurídica. Fue Vicepresidente del Instituto Europeo de
Bolzano, a cuyos congresos acudió siempre, desde los primeros
años con Luis Legaz Lacambra y Adolfo Muñoz Alonso basta los
más recientes con Miguel Ayuso; presidió la Asociación Ibero­
americana y promovió buen número de actividades en colabora­
ción
con hombres como Manuel Fernáodez Galiano, Jesús Fueyo,
Angel Sánchez de la Torre, Jesús Gay, Ignacio Sanuy, José
An­
tonio Merino, Eugenio Mariñas, Fernando Ponce, Jose María Nin
de Cardona
...
La inquietud de Uscatescu por todos los temas humanos se
manifestó también en estos campos:
-la música, conociendo desde la clásica hasta la contempo­
ránea y habiendo publicado estudios sobre Falla y Bela Bartok,
-la pintura, con conocimientos que reveló en sus ensayos
sobre Picasso, Brahcusi y Goya, en los que señala «la función
libertadora del arte»,
-la poesía, que cultivó no sólo como lector, sino como
poeta de alta sensibilidad,
-el teatro, que le apasionaba y del que trató en ensayos
como
Séneca y la tradición del teatro de sangre o como Pirandello
e la reinvenzione del teatro,
-el cine, al que otorgó importancia y dedicó varios estudios,
-e incluso el fútbol, que no desdeñaba y presenciaba fre-
cuentemente a través de la televisión.
La obra de Uscatescu abarca muchos libros (en rumano, es­
pañol, italiano, francés, alemán y griego), pero se proyectó tam-
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IOSE,.MARlA CASTAN VAZQUBZ
bién por elcauce del periodismo: él se sentía periodista y de hecho
colaboró desde su juventud en buen número de periódicos euro­
peos. e iberoamericanos.
En España mantuvo largo tiempo una
columna, «Ventana abierta», en
ABC, de gran altura cultural.
Fue, por arra parte, amigo de destacados periodistas, desde Víctor
de la Serna hasra Jaime Campmany, y de numerosos profesores
de Ciencias de la Información.
111. La muerte de Uscatescu, testimonio cristiano.
La obra de Uscatescu tiene, ciertamente, una base· cristiana.
Su pensamiento está condicionado e iluminado por su compro­
miso
con la fe; esa fe que recibió de niño en Rumania y en la
que profundizó en España. Ella le impidió adherirse a determi­
nadas corrientes políticas e intelectuales.
Si rechazó, por ejemplo,
la tentación del marxismo y la del fascismo ( conociendo
él a
fondo ambas ideologías), creo que fue por dos razones: por su
amor a la libertad ( que
se refleja no sólo en el libro La aventura
de la libertad sino en toda su obra) y por su adhesión fime a la
Iglesia.
No sólo los escritos de Uscatescu, sino toda su vida responden
a la fe cristiana. Practicaba la religión, amaba las ceremonias del
rito oriental
y la comunión en las. dos especies, gustaba de los
iconos
y admiraba a las grandes figuras del Cristianismo. Entre
éstas, tenía predilección por la de San Francisco: conocía bien
las
Floredllas y apreció la película de Zefirelli Fratello Sole, so­
rella Luna,
en la que nos entra por los ojos -y por el corazón­
la grandeza del santo de Asís.
Su fe llevó a Uscatescu a participar en muchos foros católi­
cos. En el Congreso Internacional de Escritores Cristianos cele­
brado en Venecia en 1966, al que asistió encabezando una de­
legación española con Francisco Ellas de Tejada y Adolfo Muñoz
Alonso, tuvo una actuación brillante de la que doy testimonio.
Pocas semanas antes de su muerte, enfermo ya de gravedad,
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asistió en Roma al Congreso de homenaje a Sciacca. Y era nor­
mal su presencia en las Jornadas de Ciudad Católica (3).
Sus últimos días los vivió Uscatescu en la línea cristiana en
la que había vivido. Amigos como Juan Vallet de Goytisolo,
Angel Sánchez de la Torre o
el Dr. Fernández Criado le visitá­
bamos y pudimos comprobar su entereza y serenidad. Dos días
antes del final
se confesó y recibió, muy consciente, la unción de
los enfermos, que le administró
el sacerdote -amigo suyo y tam­
bién de origen
rumano-don Teófilo Maldovan. Si Uscatescu
había conocido en vida la tristeza
y la melancolía ( a ésta se re­
fiere en su poema Evocare), en sus últimos momentOs mosrró
conformidad e incluso alegría, movido sin duda, ante la proximi­
dad de Dios, por la esperanza.
Descanse en paz
el buen humanista George Uscatescu, que
fue un valor de la cultura rumana
y de la española, y, sobre todo,
un valor del pensamiento cristiano contemporáneo.
JOSÉ MARÍA CASTÁN VÁZQUEZ.
(3') Ponencias expuestas alli _por Uscatescu fueron: De la libertad
rousseauniana a
la desalienación marxista y al descondicionamiento marcusis~
ta1 en la Vil Reuinón (1968), que versaba sobre el tema «Poder '$ liber~
tad.», e Historia y utopía, en la XV Reunión (1976), que versaba'. sobre d
tema «Qué nos enseña la Historia».
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