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Número 345-346

Serie XXXV

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Homilía del P. Agustín Arredondo, S. J. [San Fernando 1996]

HOMILIA DEL P. AGUSTIN ARREDONDO, S. J.
El calendario litúrgico local_ de España, señala de siempre el dia de
hoy para nuestra especial celebración de San Fernando.
Pero además de dedicar -a ella el 30 de mayo, concurre este año.
iueves sigui-ente al domingo del Espiritu Santo, otra celebración, local
española también, y de mayor importiznciá en· la Iglesia.
Hemos vivido ya en el añp -toda la obra redentora de Cristo, hasta
el arranque público de la Iglesia que celebrdbamos hace cuatro dias. La
actuación de ésta -se pone en marcha; en nombre de la Trinidad que es
ofigen de ·todo bien y veneramos -especialmente el próximo domingo;
con el sacrificio de alabanza
y santificación con que Cristo quiso acom~
Pañarnos· en el Sacramento, según lo vivimos de modo especial el pr6-
ximo día del Corpus; mediante el ministerio de los que se ocupen con
El en
la realización y distribución .de las cosas santas; y eleven, también
con
El, a la Divinidad,· en repÍ'esentación de los hombres, el tributo del
culto y
recorwcimiento plena que. l~ es debido ..
Y es el -sacerdocio por excelencia de Cristo ID que celebra la Iglesia
española el
dfa de huy, Sacerdocio en el sentido más estricto y pleno de
la palabra; cuyo sa·crifiCio de Si mismo era el único que podia tributar
a Dios el honor que se.
le debe,· cuyo oficio,. po_r ser _eterno el Titular,
eS de todo punto intransferible (Heb 7,24); y cuya participación por los
elegidos para perpetuar dicho mi,:iisterio, hace a
la Iglesia agradecer a
Cristo esa
propagación de su sacerdocio, y encomendar a su proiección
a
'los pastofes que lo secundan. ·
·Con razón, pµes, .rememdr¡;¡mo_s_ su oficio sacerdotal, y venera hoy
n.uestra Iglesia a Cristo ·COmQ Eterno y Sumo Sacerdote.
• • •
Est"ando nosotros destinados á reproducir en nosotros mismos la ima­
gen de Jesucristo
{Rom 8,29), por nuestra asociación a Cristo iniciada
en el bautismo, también .su sacerdocio encuentra en nosotros la posibi-
lidad .de su participación.
_
Asi,
oos ha hecho sacerdotes para Dios, su Padre (Apoc 1,6; 5,10),
en ·
un sentido verdadero de esta p_alabra,· aunque distinta (si hablamos
como ahora del sacerdocio común a todos los fieles),
_del sentido ordina­
rio a que referimos
la palabra al hablar del sacerdocio ministerial y
jerárquico de los obispos y pre.sblteros elegido.s _en la Iglesia para sus
funciones sagradas.
Ambos sacerdocios decimos que
son distintos; sin que el sticerdocio
común a todos los fieles sea
un grado -inferior en .-la escala jerárquica
ministerial,
que le confiriera en. ésta ciertas atribuciones, en la línea de
los
preSbiteros catentes también ellos de la plenitud episcopal· ·del sacer:
docio. El sacerdocio común no es un grado inferior de la misma cuali­
dad sacerdotal.
Al enseñarnos el último Concilio que difiere esencial­
mente del llamado sacerdocio ministerial, nos está afirmando que es otra
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cosa distinta de -éste, en · la que se dan, sin embargo, las características
constitutivas
de un verdadero sacerdocio, de modo suficiente para tal
calificación, aunque
no perfectamente igual en uno y otro caso. La ló­
gica tiene así por acertado el designar con la misma palabra a uno y
otro sacerdocio; pero tal designación doble no .la llaman univoca, por
no
darse en ambos casos totalmente en el mismo sentido; sino análoga,
por la distinción que media entre ambas, supuesta la coincidencia en los
elementos afines esenciales.
Resumamos por tanto
ahora esos elementos afines con que los fieles
participan, con
toda-verdad, con · la necesidad propia de su cardcter
cristiano, en el sumo sacerdocio
de Cristo.
En realidad, apenas hay que hacer otra cosa que enumerar lo que
los Apóstoles
nos enseñan sobre esto, y vemos refleiando. en la vida de
la primitiva Iglesia. Hace sagrado al cristiano la regeneraci6n y unción
sacerdotal que recibe en el
bautismo, ofrece en sacrificio sus buenas
obras
y a sí mismo, anuncia las maravillas de Dios . y persuade a otros
la razón de su vocación y su vida, persevera en la oración y alabanza
a
Dios, asiste al Sacrificio Eucarístico y se enriquece con la. recepción
de los sacramentos 11 Petr 2,4-10; Act 2,42-47 Rom 12,1; I. Petr 3,15).
En una palabra, el cristiano· ejerce su sacerdocio verdadero tratando las
cosas santas --y santa es toda su vida--.como un perfecto cristiano que
es llamado a la santidad por la que el mismo Padre es perfecto (Mt 5,48).
Así nos lo enseña el último Concilio Ecuménico.
* * *
Sin ser nueva esta concepción de la vida cristiana · como verdadero
sacerdocio,
no seria Probablemente. tan clara y conscienteme~te profe·
sada hace siete siglos y medio, cuando en la guerra y en la paz eran
tantos los problemas que reclamaban la atención de nuestro Rey Fer­
nando. Pero si se puede afirmar que su .vida fue verdaderamente sagrada
y sacerdotal; y asl vivida cotiscíentemBnte por el Rey Santd.
Porque
sagrada es, en .primer lugar, Su estimable intervención en el
inicio de nuestras mejores catedrales, Burgos, Tó{edo y León, y parti9i­
pación perdurable en_ el-culto que en ellas secularrner,te se practica;' su
generosidad con
las instituciones monástic.as y cultufal_es,· o el'varii:J'trato
y aprobación por parte de [Jllpds conteinporáneos y· prelados · cuando súr­
gian intereses religiosos en las decisiones de su· gobernaci6n.
Sagrada verdaderamente nos . pintan también la vida de Fernandó,
aparte del gobierno religioso
ya aludido, y de su ttllante bélico del é¡ue
después hablaremos, los recuerdos de una vida regia que consideraría­
mos corrientemente como normal . . Porque ~u vida se ,desarrolla en medio de una sociedad palaciega y
inuy relajada, en la que Fernando nace para rey; bajo· el amor y· pro­
videncia de su gran madre Berenguela; qúiJ intervendrá en su vida una
y otra vez _ de modo decisivo. Si bien se tiene por conjetura poco dis­
creta si _habria abrazado en otro caso el estado eclesúístico el que ya
habla sido proclamado hededero en León a-los diet años, «todas estas
virtudes
y gracias y bondades puso Dios en el Rey. Fernando», según
palabras de su mistn(J hijo Alfonso el Sabio.
Hijo legitittl.(ldo tras_ declaración pontificia de la nulidad del ·matri­
monio de: sus pqdres,_ Berengu_ela misma le aconsejard luego su pronto
niatrimonio
a· los veinte años con la Beatriz de Suabia que -1~ crónicas
nos presentan como «optima, pulchra, sapiens · et pudiccz». Con la que
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tendrá siete hijos y una .hija; y le sugerirá después el segundo-matrimo­
nio con la. fuar_,a de PonJ.hieu, Jrancesa elegida por su tia. Blanca -de
Castilla, madre. de San Luis.. de Francia, er,. cuyo hogar. nacerán otros
cinco
hi¡os. . Su vida, por . lo demds, transcurre. ~ como la de un monje en pa­
lacio, que aspirase _ precisamente a cambiar su vida para hacerse santo,
sino a santificar esa misma vida que _es. en si honesta, para bien de
todos,
y santificable. Culto, gentil, deportista, músico; y, -cómo _ no:
piadoso en su concepción de
la vida, en su asistencia diaria al sacrificio
eucaristico, en su
afecto'· rendido a la Madre de Dios, a quien canta; en
trova a él atribuida, a quien alaba aun en _campaña con el. oficio parvo,
antecedente medieval del· rosario, y _ a quien. lleva en su caballo hacia
Sevilla
para que sea ,µUa la Reina _de la ciudad desde el momento de
su reconquista, como lo habta sido de su ejército en la capilla estable
levantada en el campamento durante .el asedio de
la capital sevillana,
Mortificado
y penitente; con la entrega de su vida a aquel pueblo por
amor de Dios
constante y diligentemente. Honesto; nada hur.año; _ severo
y benigno; de comportamiento tan digno y singular, que se hacia
ejemplo atractivo de todos, aun. prelados y ,wbles. y que logró en
ocasiones que
nada. menos que príncipes y reyes moros abrazaran por
su ejemplo
la, fe cristiana. Fugaz esta enum~aci6n ·nuestra, entresacada
de lo que
profusamente se encuentra en undnimes páginas de s_us con­
temporáneos
y de autores modernos.
En fin, también el Sacerdote Sumo
y Eterno nos habla de ser
esforzados
para arrebatar el Reino de los Cielos (Mt. 11, 12). y de que
la paz que predica no le impide, sino que exige que venga al mundo
con espadas
(Mt, 10, 34). _ Y en el sacerdocio de Femando destaca
también _
la guerra en primer plano. Y la guerra, que es un medio,
violento y · último, pero licito a veces, y posiblemente obligatorio para el
logro de ótros gravisimos fines irrenunciables es
lo que le hizo, no Sin
inspiración de la Santa Sede ( q-¡¡e tuvo repetidas veces nuestra recon­
q'uista como U1lfl a.uténtica. cruzada), afrontar casi como habitual aquella
vida de
campaña;-y al tnismo tiempo adoptar, como consecuencia lógica,
no hacer
nunca de· una · cruzada religiosa una contienda politica entre
principes
cristianos •. contra los cualés jamás llegó a cruzar -sus armas.
Santa,
pues, fue su paz y su guerra. Santa su vida familiar, sus leyes,
su esfuerzo, sµ solá,z. Santa su vida toda, y santo "Y piadoso su último
suspiro que tantas . veces hemos_ visto representado por · elocuente pincel,
e hizo decir-a
Mené'n_dez Pélayo: «El. tránsito ·de San Fernando oscureció
y de;ó pequeñas todas las grandezas de su vida».
* • *
Y úta es la raz6n de que estemos aquí hoy. Salvas las distancias,
nuestro sacerdoció
es el mismo· de San Fernando; el mismo de Cristo.
Los .mismos medios
para _el -mismo fin. Santa eS nuestra f!mpresa por
tantas razones, semejante
_a· la tierra pisada por Moisés. en el Horeb
(Ex. 3, 5). Reconquista, :ejemplo,. piedad, y ofrecimiento sacerdotal de
todo
al que es fuente de todo bien. El Rey Santo nos alcance las
bendiciones celestiales para un pueblo que, gracias a él es cristiano, y
por .culpa de· los que lo /orml:lffl{)S deja tanto que desear. El. cristiano
orden público,
con la presupuesta disciplina de nuestras volubles con­
cienc'ias privadas, manifiesten la realidad ansiada. de nuestra. clUJ)AD
CATÓLICA, la de Fernando, la del Corazón de Jesucristo. No pocos nos
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precedieron en este puesto nuestro, nos orientaron por este camino; y
confiamos liayan o(do de la única -.lengua que no engaña nunca las .pa­
labras que nos cuenta San Lucas (22 ... 28-30): «vosotros sois los que
habéis perseverado conmigo en mis pruebas». Ellos y nosotros oigamos
en nuestro
día: «yo dispongo a favor vuestro. como dispuso a mi favor
mi
Padre, un Reino, para que comáis y bebáis a mi mesa», en la. CIUDAD
CATÓLICA del Cielo. Asi sea.
DISCURSO DE SANTIAGO MILANS DEL BOSCH
Amigos de la CIUDAD CATÓLICA:
Un año más nos reunimos en torno a nuestro Patrón San Fernando,
Rey, lo cual se viene haciendo. desde hace. mds de veintirico añoS', que
a una media de
dos o. tres oraiUJres por año supone alrededor de ,:nás
de medio centenar de plátic0$, ~egrln los pasos, sobre y en tomo a
lo que el Santo representó
y representa para nuestra querida España,
a la que tanto contribuyó a .forjar y sumir en el Reino de DiDB en la
tierra, al menos la por él dominada. Poco nuevo se puede decir. Por
eso, para empezar, ahi les su(!lto estos pareados:
De la muerte de Enrique enjugó el llanto
Su sucesor Fernaudo
el Grande, el Santo;
El que (mientras el nombre
De Jaime
de. Aragón y su renombre,
Su valor, su prudencia
Se eterniza en Mallorca y -en Valencia)
A Baeza
quitó_ a los africanos.
A
Córdoba y a Murcia con sns llanos;
Y Sevilla tomada,
Vasallo· hizo al rey m,oro de Granada._
Ahora bien, San Fernando es para nosotros algo más que divo
para una rima. El ·es ·una gula-y puntó de referencia esencial y de
plena· actualidad, que no por muy sabida es ocioso repetir. más en
estos tiempos que
corren en lOB que los valores .espirituales,. religiosos
y de amor a la Patria, han· pasado de «estar amenazados» a. ser pro.
gresiva y constantemente atacados.
La elevación a los altares de _San Fernando no fue la pr,opia de la
mayori.a de santos-y santas que profesan religiosamente; la de nuestro
Patrón. gira en torno a un individuo, Rey de Castilla y de León,_ que
hizo de
su vida una entrega por completo a su misión de .Rey y a la
empresa de la Recon"quista, que para él tenia,. sin duda, un auténtico
significado religioso.
Hay, el· gran fracaso 'de nuestra sociedad es, por
contra,
la renuncia constante a Dios que ·se hace en todos los órdenes
de nuestra _ vida. Desde
la propia-Constitución se le ignora y a partir
de ella el resto del ordenamiento- juridico positivo se ha fraguado con
el más absoluto desprecio a
las «cosas divinas» y a las que de valores
espirituales y
de orden natural existen (divorcio, aborto, .enseñanza
laica y materialista, eutanasia. adopción por homosexuales, etc.).
La Reconquista de la España Católica es tarea en la que hemos
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