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Número 345-346

Serie XXXV

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Alain Minc: La máquina igualitaria; La borrachera democrática

INFORMACJON BIBLIOGRAFICA
reparo un «iluminismo»,.desconocido en,estos. lares,.pero no se
prevendrá contra la Ilustración, que permanecerá intacta y Jau,
dable.
* * *
Pero lo importante es que recomendamos vivamente un libro
de
fácil y provechosa lectura, que estimula la alegría de ser ca­
tólico en la misma medida en que deshace las insidias y falseda­
des; y que, como iniciación, incitará a profundizar en la verdadera
y gloriosa historia de la Iglesia y de la civilización católica.
LUIS MARÍA SANDOVAL
Alain Mine: LA MAQUINA IGUALITARIA (1987) y
LA BORRACHERA DEMOCRATICA (1995) <•>
El autor, nacido en 1949, es una rara combinación de gestor
empres'lrial y periodista con pretensiones intelectuales. Es, ade­
más, presidente
de la Sociedad de lectores de Le Mande, de tanta
influencia en los
media. En España tiene publicadas tres obras,
las dos
aquí analli:adas y La Nueva Edad Media, que vimos en
VERBO 344, págs. 279 y sigs. Las tres forman un cuerpo de doc­
trina sociopolítica de cómo ve el autor la situación actual, al me­
nos desde su perspectiva francesa que es importante por su inne­
gable influencia, ·histórica
y cultural, en el mundo occidental.
Mine,
en.La máquina igualitária, empieza señalando que «como
mero sueñd,
la igualdad no ha dejado de avanzar; una vez hecha
realidad, empieza a
retrdceder. .

.
El mapa de las desigualdades se
recompone sin tener nada en común con los que siguen desple­
gando, por necesidad
de justificación, el Estado y sus apéndices
sociales» (pág. 7), palabras que resumen la tesis
de la obra. Se
completa este inicio con las conclusiones finales: «Surgirán nue-
haupt, o se remiten a los herejes «alúmhradps» del siglo de oro espafíol.
El Diccioll9Xio de Maria Moliner. incluye también el sentido genético de
«persona que se cree -inspirada par.· un poder sobrenatural para conocer lo
que otros nó pueden saber o para llevar a cabo una misi6n trascendental».
En cambio, ·eh ambos diccionarios, con variantes, «Ilustraci6n»--posee el
sentido
de movimiento filosófico y literario del siglo XVIII racionalista y
secularlzador y ·aquella época en que prevaleció.
(*) · AiAIN Mmc, LA. máquina igualitaria, Ed. Planeta, 1989' (págs. eritre
paréntesis). Ld-bo"achera democrática, Ed. Temas ·de Hoy, 1995.
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INFORMACION BIBLIOGRAFIC.4.
vas tensiones, _se expresarán nuevas necesidades., se abrirán paso
nuevas reivindicaciones. Según una ley común .de· la biología. de
las sociedades,
la nuestra. transmitirá dos concepciones distintas de
la igualdad: una en proceso
de marchitarse, la otra en vías de
nacer.. . Evidencia, en lo que a la igualdad
se refiere, de un mo­
delo que se agota. Evidencia de nuevas iniquidades, todavía
subrepticias;
a veces clandestinas, .pero cuya amplitud acabará por
parecer, de lejos, más
p¡:nalizadora . que las viejas desigualdades
superadas y vueltas.
a. superar por el Estado. providencia. .

. de unas
postulaciones contradictorias rel fondo que son el corporativismo y
el individual.ismo. Evidencia de
una aspiración igualitaria que, cambiando
sus puntos de aplicación
se volverá más viva... A nosotros nos toca militar a favor de esta
nueva igualdad: será la que encarnará, en el siglo ;xxr. .. y es la
única que nos protege de esas tendencias .malthusianas que, de­
masiado
dichosas para sacar provecho de los aires que .. corren,
pretenden estimular una regresión a la sociedad de ayer» (págs.
264-265). . . .
Entre estas frasés, iniciales y finales, Mine estudia en el pi­
pítulo I el ocaso de la. lucha por la igualdad perseguida por el
Estado del bienestar: «Como mero sueño, la igualdad no ha
dejado . de avanzar ; una vez hecha realidad, empieza a retroce­
der ... Desde hace cincuenta años se. ha impuesto un modelo, pri­
mero en aras de la 'iLsistencia, después de la solidaridad ·y, por
último, de
la igualdad» (pág. 7) ... Pero «los efectos perversos
son los amos», · que es como empieza el capítulo: «la igualdad
funciona, dé ahora. eri adelante, como una máquina dé rendimlen­
ios
decreciéntés» (pág. 11) que terminan por agarrotar el sistema
redistribuiddr:
«Ha llegado el momento de una nueva revolu­
ción
... los grandes sistemas igualitarios están condenados. Ya no
sirven para
la igualdad y la sociedad cada día será. más consciente
de·ello. Pero, en nombre de los viejos principios, se construyeron
unas instituciones que, a .partir de ahora, no tienen otro objetivo
real que
el de sobrevivir. Se resistirán con uñas y dientes, utiliza­
rán los innumerables recursos del corporativismo y harán de la
igualdad un escudo, del anatema un arma, del inmovilismo una
estrategia» (pág. 33). Hay.que decir que el «corporativismo» para
Mine
es el «espíritu de cuerpo», sean estos sindicatos, profesiones
u organizaciones
pólítiéas.
El agotamiento del modelo es porque «la igualdad se ha nu,
tri?o
_del .cre~':"to... ~ora tres impedi~:°tos p¡:san. sobre la
maquina 1gual1taria. No tienen nada de teoricos y se miden por
imposibilidades económicas: los déficits públicos ... el hundimíen-
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to demográfico, se sumarán a la crisis clásica» (pág. 34-5). El
problema es cómo salir del agujero: «¿Sabrá la sociedad manejar
la contracción de los mecanismos igualitarios tradicionales? ... Se
puede esperar lo peor:· que la máquina igualitaria siga por el im­
pulso adquirido y, bajo Ja presión financiera, segregue cada vez
más efectos perversos» (pág. 60). La todopoderosa desinformación
pública
actúa como trinquete que impide las urgentes medidas
reclamadas: «de ahora
en adelante la ·sangría sólo podrá hacerse
a dosis
homeopáticas. .

. ya
sea gracias a la opacidad de las nuevas
nprmas, ya sea jugando con el ritmo de sustitución entre el anti,
gúp sistema
y el nuevo» (ibidem ). Y estudia lo ocurrido en Fran­
cia,
·sitnilar a lo que vemos en España.
Es
· éri la parte II donde aborda cuál será · la «igualdad» en el
futuro, y lo hace «a sensu contrarió» estudiando la «desigualdad
ni~elo siglo XIX» (pá¡¡s .. 93 y sigs.): «L":' desigual~es irán
de¡¡¡ndo de estar. donde estaban. Desde el siglo XIX veman pro­
duciéndose sobre todo en la renta, Ia escuela y e!' riesgo» (ibid.).
Desgraciadamente «entre las desigualdades que se crean y las que
desaparecen impide
considerar hoy... que esa ambición se haya
satisfecho. .

.
El mapa de las desigualdades se ha desplazado»
(ibid. ). Ahora, «las nuevas desigualdades, las auténticas, se sitúan
en el punto de confluencia de los dos fenómenos que condicionan
la sociedad.que se está ,edificando ante nuestros ojos: el corpora­
tismo y .el individualismo» (pág. 94), que pasa a analizar: «La
sociedad
es Jano: corporatista por un lado, individualista por el
otro .. ·, La perennidad del corporatismo supone la garantía de per­
]?"tuidad de toda una serie de desigualdades . .e, la inmovilidad crea
la desigualdad» (pág. 113 ). O, al menos, la conserva celosamente
defendida
por el espíritu de cuerpo.
No mejor es
el otro extretno: «Si el corporatismo genera nue,
vas desigualdades por segregación, J¡¡ eflorescencia de la sociedad
civil fabrica, también ella,
sos iniquidades ... Prima la diferencia;
el egotismo triunfa y todo lo que es innovador en la sociedad
-conflictos, moral, deseos-no tiene nada que ver con preocu­
paciones igualitarias» (pág. 140). Está, pues, describiendo el ac,
tual discurso neoliberal. Ahora, «el individualismo se ha instala­
do con brutalidad tanto dentro de las empresas cuanto fuera de
ellas... Una sociedad corporatista e individualista tiene conflictos
y movimientos, unos corporatistas, otros individualistas. Los pri­
meros han sustituido ... a las huelgas clásicas, anrique en ocasiones
adopten, sus apariencias. Los segundos apenas
tienen modelos pre­
cedentes. No imitan las revoluciones del siglo
XIX, puesto que han
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abandonado toda aspiración política, ni los debates ideológicos
clásicos» (págs. 145-146).
Lo malo son las consecuencias: «una sociedad individualista es
tan duta como sonriente. Del egotismo a la anomia no hay más
que un paso
... Esta anomia, descubierta en sus tiempos por Durk­
heim
... se dan todos los síntomas clínicos, y al suicidio que él
consideró el indicador de la anomia, se suman otras muchas for­
mas de desesperación y de aislamiento... (como) la droga ... Es
inútil extenderse largo y
· tendido sobre las raíces de esta evolu­
ción. Estos son los fenómenos que constituyen la otra cara de la
moneda del
triunfo del liberalismo» (pág. 151 ). Situación social
que los
mass media todos los días nos penen ante los ojos. Lo
peor es que «corporatismo e individualismo se refuerzan entre
sí... El auge del individualismo hace
progresar a la sociedad,
mientras que la

irresistible
ascensión del corpcratismo no tiene por
sí sola
más que efectos negativos... su .unión puede suponer el
peligro de fabricar tantas
desigualdades como efectos perversos
fabrica
el individualismo. Al igualitarismo, fiel heredero de la
socialdemocracia, le corresponden desigualdades, contrapartidas de
una ambición excesiva ; a la unión corpcratismo/individualismo
responden unas desigualdades por exclusión»
(págs .. 162-163 ).
¿Cómo, y quién, puede arreglar esto?: «No será el Estado
quien
dé luz a unas instituciones cuya edad adulta se conocerá
por su capacidad
para. desafiarlo. No serán las corporaciones las
que asumirán unas aspiraciones generales, dada su vocación de
limitarse a lo particular y lo propio de cada categoría. No serán
los excluidos,
los marginados, las víctimas, quienes pondrán las
manos a la obra
... Así, pues, sólo cabe esperar el milagro de la
sociedad. Ella tiene que generar los nuevos actores, cambiar la
fi.
losofía
del derecho, institucionalizar aquello que hace de forma
subrepticia» (pág. 185). Está proponiendo Mine nada menos que
abandonar el discurso de filosofía social
y política que generó la
Revolución
Francesa, liquidar el Estado jacobino que fue su fruto
y volver a la tradicional distinción de Estado y Sociedad. Para
esto hay que renunciar a ideas .obsoletas
ya: «¿El socialismo? ¿El
liberalismo? Son .conceptos vagos para unos congresos de los
par­
tidos políticos de los que la sociedad ha desertado y sólo son
frecuentados por
los habitúales, un poco cansados .. , Las ideo­
logías
globalizadoras mueren frente a la fragmentación de lo real»
(pág. 189).
La idea, ya de organización política, de c6mo tiene que ser
el remedio,
la esboza en la parte III y en su otra obra La Nueva
Edad Media,
antes citada. Sefiala cómo «la concepción de derecho
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IÍ'IFORMACION 111/JLIOGRA.FICA.
dice más sobre el funcionamiento de una sociedad que la mayoría
de
los mecanismos económicos ... Francia se muestra todavía como
. una· sociedad bajo la impronta del Estado. Estados Unidos como
una sociedad contractual regida por unas normas jurídicas que,
a su vez, están en evolución» (pág. 212). En otras palabras, opone
las «ideologías
globalizadoras» nacidas del racionalismo, a la vida
real, variada y variable. Es decir, se pasa del discurso revolucio­
nario de 1789
al pre-revolucionario de la Constitución Americana
de la primera democracia
moderna, pero que no recharo la he­
rencia de los antiguos regímenes no ideológicos, sino más bien
administrativos, pues la Constitución americana
es anterior a la
Revolución Francesa.
Mine, como he dicho, estudia la sociedad a través del estatuto
jurídico vigente en cada caso y ve las siguientes diferencias: «pri­
mera diferencia: el valor
mismd de la norma de derecho ... En
Francia no se acostumbran a la existencia de un control sobre la
constitucionalidad de las leyes
... al reconocimiento de una norma
superior
· ante la que ha de doblegarse el Parlamento, por mucho
que desde
Rousseau y la Revolución, haya estado. revestido de los
oropeles de la soberanía popular» (ibid. ). Frente a esto, en el dis­
positivo americano, está «el cuestionamiento de la ley a posteriori,
ante cualquier tribunal y a
discreción de cada ciudadano» (ibid. ).
«Segunda diferencia: la importancia que tiene la jurisprudencia
en Estados Unidos ... Entre nosotros,
la primacía se sitúa en la
doctrina... Al otro lado del Atlántico sucede
a· la inversa: . todo
lo que no está formalmente prohibido está
autorizado.·,. Tercera
diferencia: en
Estadds Unidos, el derecho regula la sociedad; en
Francia,
la domina. Cuanto más compleja es una sociedad civil,
más multiplica las instituciones, más recurre al derecho para ga­
ranti>:ar su buen funcionamiento» (pág. 213 ). Sigue: «Cuarta di­
ferencia: si derecho rima con sociedad civil, también rima con
mercado. Este supone... transparencia en los procedimientos y
legislación
competitiva ... Quinta diferencia: la omnipotencia del
juez autoriza, por contra, la existencia de cuerpos de doctrina
autónomos producidos
por instituciones que también son autó­
nomas
... Nada que ver con el modelo francés donde la ley dirige,
el decreto determina,
la· circular aplica» (pág. 214 ). · Esto último,
en otras palabras, supone
la diferencia entre el uniformismo del ·
Estado jacobino y la anterior red de privata lex, los denostados
«privilegios» de la sociedad tradicional en la que
se pensaba que
«la maJlor injpsticia es tratar con igual norma situaciones objetiva­
mente desiguales». Por eso, «con un telón de fondo
como este la
sociedad mantiene una relación distinta con la igualdad. En Fran-
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
cia el Estado produce unos principios promotores de identidad
que
hacen funcionar una enorme máquina administrativa, encar­
gada
de ptoducit la igualdad. En Estados Unidds el impulso sobre
lo esencial viene de los tribunales» (pág. 215). Que
no son ór­
ganos del Gobierno,
ni del Estado, sino de la realidad de la
Nación.
Con esto
pasamos a comentar · el otro libro: La bo"achera
democrática. En éste hace una visión de la política actual desde
los presupuestos de los anteriores.
Y no es mala hase pattir de
la sociedad «real»,
M de la «imagen del mundo» (Heidegger) de
las ideologías postrevolucionarias_
Empie2a con una Introducción
y termina con una Carta abierta al nuevo Presidente de la Re­
pública, que es el Capítulo 13. Sus primeras palabras son: «¿Es­
tará condenada a morir la democracia, precisamente después de
haber triunfado?
... Cdn el hundimiento del optimismo histórico
termina, ante nuestros propios ojos, una
época iniciada hace dos
siglos por las Luces. Pues bien, un ciclo comparable finaliza
la
democracia» (pág. 9). En este tiempo, «el sistema representativo
se creía la quintaesencia de la política. El Estadci--providencia la
transcripción social de una justicia cuasi inmanente.
Y los pueblos,
convertidos en la inmensa clase media prometida
... No ha durado
mucho
el reino de esta trinidad de la democracia, la redistribución
y la clase media» (pág. 10 ). Desde ahora, «la opinión pública será
a comienzos del siglo xxr
Id que la cfose obrera fue en el alba del
siglo xx: una realidad, un mito, una psicosis»
(ibid. ): as( pues, «la
democracia de !a opinión pública ha comenzado su
remado» (pág.
11 ). Por ello, «si no construimos la democracia de la opinión pú­
blica, ella lo hará
por sí misma; la borrachera democrática triun­
fará
y en nuestro futuro no saldrá el sol. Ni Dios ni dueño: esta
fue, durante siglos, la aspiración de los
demócratas; de los libe­
rales y de las élites ilustradas. A nuestra generación le correspon­
de salvaguardarla, frente al
desaí!o inesperado y brutal de la
democracia de
la opinión pública» (pág. 12).
Si de
aquí saltamos al final de la obra, lugar de las conclusio­
nes, para
Mine «ante los sobresaltos de la democracia de la opi­
nión pública
no existe ni un vademecum de prescripciones a tomas
ni un
mapa de cabotaje para sortear escollos y dificultades» (pág.
314).
En efecto, exige un replanteamiento nuevo y muy difícil
por
las resistencias que oponen las actuales estructuras sociales y
políticas: «¿Cómo casar por
un lado la creciente sofisticación del
país, la evolución de su sistema de valores, la metamorfosis de
sus costumbres, y, por otro lado, una forma
de ejercer el poder
sinónima de jerarquía casi militar o paternalísta?» (pág. 316),
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único modo de alcanzar la nueva estructura. El cambio es difícil
porque «en la democracia de la opinión pública su función cam­
bia de naturaleza. . . La realidad le obligará a desempeñar un papel
todavía
más delicado: establecer un equilibrio entre dos fuerzas
a menudo contradictorias que representaba la
opinión y el interés
general» (pág. 317). Más aún cuando «el más clásico de loa cdn­
trapoderes, los medios de comunicación, se ha convertido en el
cuarto poder, y a veces juega incluso a
ser el primero. El derecho
planea por encima de la sociedad y
el ¡uez, su brazo secular, se
alió con
la opinión pública y los medios de comunicación» (págs.
318-319); Cosa que aquí
estamos viendo todos los días. Y el
problema
es gravísimo porque la fluidez de la opinión pública y
publicada, lo que puede llamsrse «efecto zapping». está desvincu­
lado de la rigidez de la realidad,
rígidamente sujeto al tiempo y
al espacio. ·
En resumen: Mine señala al Presidente «un deber esencial:
dominar
la borrachera democrática que nos acecha y que, insidio­
samente comienza a conquistar nuestros espíritus», con
lo que
termina
fa obra. Pero, antes de hacer un ligero repaso de ella,
es obligado preguntarse si hay . remedio en una concepción del
hombre
y de la sociedad humana que no admite «ni Dios ni
dueño»,
es decir, que imposibilita responder a la pregunta clave
del hombre actual:
«¿por qué a mí?», cuando se encuentra con
diferencias insalvables en la distribución de la riqueza y, lo que
es peor, proclamándole «origen del Poder» comprueba
que sigue
siendo pueblo obediente, demos,
no kratos, Poder al que hay que
obedecer; pues dispone del
monopolio de la «coacción» de la fuer­
za (Max Weber). Es pues, explicable -aunque no justificable­
que pretenda aliviarse con la «borrachera democrática» porque si
puede negarse a Dios, no puede negarse la realidad no sóld del
Mal sino de los males:
es mejor emborracharse.
En un repaso del contenido de la obra vamos a fijarnos en
tres puntos: variación de
la democracia; la democracia de la opi­
nión pública y la democracia de los jueces. Mine ve que «los
par­
tidos. retroceden a marchas forzadas» (pág. 20) y que «la sociedad
ve nacer interrogantes que
no llegan a expresarse en el mundo de
la política» (pág. 21).
Hoy «se ha instalado un nuevo sistema que
se parece a una monarquía moderada por los sondeos» (pág. 23
).
Frente al sistema· de elecciones, «los sondeos rebajan el coste de
la representaci6n:
exigen menos sacrificios que la vieja militancia;
ocupan menos tiempo que·
las manifestaciones ; suponen menos re­
nuncias
personales que la participación en la vida pública y se CO'
rresponden admirabletnente con los criterios de una sociedad in-
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dividualista y hedonista» (pág. 25). Por eso «hoy la dinámica más
natural es que la herencia de la democracia representativa tiende
a perpetuarse en
la democracia de la opinión pública» (pág. 27)
y
es evidente que «el parlamentarismo (que) había cedido prota­
gonismo a la democracia de los
partidos, ahora se hunde ante la
democracia del público» (pág. 29). Esta parece mejor porque «el
voto traduce
el estado de ánimo instantáneo de la opinión pública,
pero como ésta es cambiante, se corre el riesgo
de desencadenar
un hiato entre una situación política fija hasta el próximo escru­
tinio y el sentir popular que
la representación institucional ya no
expresa» (pág. 31
). Lo malo es que ello «postula que la Política
ha dejado de tener identidad propia respecta a la sociedad, convir­
tiéndose en su servidora» (pág. 32).
El «sujeto» propio de esta democracia estadística de encuestas
son las clases medias,
ya que «desde hace dos siglos la lucha po­
lítica se identifica con una eterna batalla por la conquista de las
clases medias» (pág. 65). Pero, «cuando esta clase media termine
por absorber a todas las demás, llegaremos a la
igualdad creciente
de
las condici,:,nes sociales, un momento que inspiraba a Tocque­
ville
un terror religioso (pág. 67) y cuyas creencias tienen una
«alternancia de períodos, unos
· dominados por valores colectivos
y otros en los que predominan los individuales» (pág. 83
).
Pero ... ¿quién, y cómo, está ditigido ésto?: «En la actualidad
la sacrosanta opinión pública se condensa en la irresistible alianza
de sondeos v periodistas» (pág. 122), aquéllos técnicos
-mejores
o peores--y éstos impulsores, para bien o para mal. Por ello,
«la actual omnipotencia de los sondeos es una amenaza para las
ideas del mañana.
Si la discusión colectiva continúa debilitándose
y si las aspiraciones colectivas sólo se concretan a través del culto
a las cifras, la dinámica social habrá muerto recién nacida» (pág.
125). Cosa difícil de corregir teniendo en cuenta que los impulso­
res, los periodistas, tienen también su propia «ideología»,
el mor­
bo periodístico que es el que trae lectores o videntes ; y éstos a la
publicidad que todo lo financia, por lo que «la credibilidad de
los medios de comunicación está cayendo en picado» (pág. 132).
Y como, a diferencia del mercado económico, aquí no puede
admitirse la regulación
por una «mano oculta» -ver págs. 130-
134--, «los responsables políticos no deben contentarse con el
paralelismo de la opinión pública con
el mercado» (pág. 134).
Pero
... ¿dónde acudir?: «¿no habrá llegado el momento en el
que el juez, en una demacrada envejecida, flotante y tan sacu­
dida por las mutaciones de su tiempo como la actual, conquiste
un
pader cuasi soberano en una sociedad sin soberanía?. .

.
La
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victoria del derecho sobre la Política es apahullante» (pág. 141).
Estamos, pues, ante
la judicialización de la política: «el juez apa­
rece como el
regulador de todos los conflictos» (pág. 142). A
continuación vuelve a
lo visto en La máquina igualitaria sobre las
diferencias entre el concepto francés
y el norteamericano, aquél
Estado «de gobierno», éste Estado «de derecho», pero entendido
al modo jurisprudencia! anglosajón.
Con esto hemos dado un repaso a las tesis de Mine. Repre­
sentan
un indudable avance hacia el realismo político y social.
Pero, como intenta explicar
al hombre-desde-el-hombre, es decir,
como pura inmanencia, tiene que quedarse,
lo quiera o no, en lo
formal, en
lo fendménico, sin llegar al mismo fondo de las cosas
lo que Kant llamaba
el noumeno: no sale de la utilidad y la opi­
nión ; rechaza la Verdad
y el Bien.
ANTONIO SEGURA FERNS
José Miguel SéJ'Tano Ruiz-Calderón: FAMILIA
Y TECNOLOGIA <•J .
Tras «Cuestiones de bioética» y «Bioética, poder y derecho»,
continúa el
profesor de Filosofía del Derecho de la U.C.M., José
Miguel Serrano Ruiz-Calderón, su profundización en las cuestio­
nes filosóficas
y jurídicas de la biotecnología y, en concreto, en
la forma en que ésta afecta a la familia, con un nuevo fruto de
su hábil
y a la par precisa pluma: «Familia y tecnología», que ha
servido,
por otra parte, como punto de partida en la tarea inves­
tigadora,
en el marco . del Curso de Doctorado que el doctor. Se­
rrano imparte en igual sede universitaria bajo el titulo de «Aborto
y totalitarismo». . . .
«Familia y tecnología», inscrita de principio a fin sobre un
planteamiento de pensamiento realista, rebelde frente
a toda apa­
riencia fabricada
por la ideología -especialmente la ideología de
lo tecnológico---
y de las mismas enmascarador, contempla al su­
jeto en su perspectiva de persona, que tiene a la familia como
lugar natural de acogida, dentro de la más fiel tradición filosófica
cristiana.
Quien pretendiere, empero, encontrar en la obra del doctor
Serrano un «discurso familiarista al uso», de «duquesas y casas
(*) Servicio de Publicaciones de la Facultad de Derecho (U.C.M.),
Madrid, 1996,
181 págs.
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