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Número 365-366

Serie XXXVII

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De los adivinos, sus objetivos, métodos y conexiones

DE LOS ADIVINOS, SUS OBJETIVOS,
MÉTODOS Y CONEXIONES
POR
el Dr. F. FERNÁNDEZ ARQUEO
SUMARIO: Generalidades.-1.as revelaciones divinas.-Las predicciones científi­
cas.-Forcejeos entre ciencia y magia.-Las soluciones eclécticas.-Las
supuestas adivinaciones como pasatiempos relativamente inocentes.-Las
adivinaciones peligrosas.--Cuestiones mezcladas con las adivinaciones: la
interpretación de los sueños.-1.a astrología, la astronomía y los extraterres~
tres.-El espiritismo.-El ocultismo.-1.a ampliación de los niveles de
concienda.-1..as sectas psicológicas.
Generalidades
El deseo de conocer el porvenir se encuentra desde los albo­
res
de la humanidad hasta nuestros días, en que rebrota. En
general,
no es malo. Los que pueden ser malos son: los asuntos,
los métodos
y las conexiones.
La curiosidad es un gran motor, de suyo bueno, pero tiene
una ascesis propia con sus límites; se mezcla con todo: con la
actividad sexual, con el conocimiento
de los designios de Dios,
de los sucesos generales, de la psicología individual propia y
ajena, y con cuestiones científicas. El estudio de la curiosidad en
general es el comienzo ineludible de cualquier estudio extenso
de las religiones falsas, de las sociedades secretas y, en nuestro
caso,
de las adivinaciones y cuestiones anexas.
El hombre siente una curiosidad innata por lo oscuro, lo mis­
terioso y lo que le es vedado. Recordemos a Eva ante la fruta
prohibida (
Gn., 5, 7). Un aliciente de las sociedades secretas es
precisamente la atracción
de lo secreto. El secreto es una forma
Verbo, núm. 365-366 0998), 427440 427
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de amor. Hay que prestar gran atención a los límites morales de
la curiosidad, en todos los casos. El deseo de conocer, no solo el
futuro, sino todo, tiene el peligro, grave, de que es difícil de
saciar y no suele quedar acantonado y satisfecho en el conoci­
miento estricto recién adquirido, sino que sufre una tendencia a
extenderse e intervenir en la configuración de su primer objeto,
y a entablar para ello una negociación ilícita con fuerzas prohi­
bidas, bien naturales,
delictivas, bien espíritus malignos. Se llama
magia a la utilización de fuerzas espirituales para configurar
realidades materiales.
Cualquier mando
que da una información tiene que cortar
inmediatamente
el diálogo con el subordinado para evitar que
éste opine, porque eso es ya una manera de empezar a pasar del
conocimiento a
la intervención. El mal moral no radica muchas
veces en el conocimiento ceñido, sino en el consiguiente deseo
de intervenir, negociar
y juzgar a otros intervinientes.
Hay que distinguir varios casos de conocimiento del futuro.
Las reveJaciones divinas
Dios puede directamente, o por los ángeles, los profetas y los
santos, desvelar el futuro a los hombres. Éstos juegan
un papel
receptivo y pasivo. Sus conversaciones con Dios acerca del futu­
ro revelado no son negociaciones propiamente dichas, de poder
a
poder y con anuncio de contramedidas, sino peticiones humil­
des con resignada aceptación previa de
la final voluntad de Dios,
en todo caso. Los enfermos, cuando conocen la gravedad de su
situación, hacen "promesas":
si me curo, haré tal o cual ofrenda;
"Mas no sea como yo quiero, sino como Tú quieres" (Mt., 26, 39).
Eso no es una negociación.
La Iglesia y los maestros de espíritu censuran y desaconsejan
hurgar
en el conocimiento de ciertas cosas de Dios (1) y en al-
(1) En el Antiguo Testamento existen censuras contra la adivinación, la
magia y la astrología, por lo menos en Deuteronomio, 18, 19~14; Isaías, 47, 12, 15;
Jeremías, 10, 1-3; Daniel, 2, 27, 28; San Pablo, en la 2.ª a Timoteo, 3-4, censura el
prurito de oir novedades y de volverse a las fábulas. También censuran
la adivi-
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gunas materias relacionadas con el conocimiento del futuro,
como son el determinismo, la predestinación y la libertad;
aún
más: Jesús desaconseja una excesiva preocupación, aun defensi­
va,
por el propio futuro ignorado (Mt., 6, 25, 34). Insisten en que
hay cuestiones que le están vedadas al hombre. Filosóficamente,
el conocimiento del futuro sólo sería posible si formara parte
de
un sistema global monista, incluso cósmico, que no existe.
Además
de las materias de adivinación en sí, la Iglesia condena
los métodos
de adivinar, y, pastoralmente, algunas conexiones
que en un orden fáctico se establecen.
Las predicciones científicas
Las predicciones de sucesos futuros de índole física, de suyo
ajenos
al hombre, por métodos científicos totalmente ajenos a la
obtención
de revelaciones de los espíritus malignos, no entran en
las censuras contra la adivinación. Estas predicciones no son sola­
mente lícitas, sino
aún plausibles. Una de las obligaciones de
cualquier mando es prever. Ejemplos: las predicciones meteoro­
lógicas, mediante aparatos y cálculos científicos;
la predicción de
mareas en puertos y playas por cálculos astronómicos; el pro­
nóstico
de las enfermedades por análisis y radiografías; el cálcu­
lo
de probabilidades basado en la estadística, etc.
nación los Padres de la Iglesia, en el siglo IV, San Gregorio Niceancieno, San Juan
Crisóstomo, San Ambrosio de Milán y San Basilio. El último, San Agustín, rechaza
la Astrología
en el libro VII, capitulo 6, de sus Confesiones, y concluye con esta ora­
ción:
~Porque Vos, Señor, justísimo Gobernador del universo, cuando alguno con­
sulta, hacéis
con secreto impulso, sin que consultantes ni consultados lo adviertan,
que oiga cada uno lo que oir conviene a los ocultos méritos de las ahnas, según el
abismo
de vuestro justo juicio; al cual no diga el hombre: ¿Qué es esto?, ¿por qué
es esto? (Bel., 39, 26). ¡No lo diga, no lo diga, porque es hombre!". El Papa Sixto V,
el 9-1-1586, condenó la magia, la adivinación y la astrología. El canon 2178 del
C.I.C. de 1917 proht'be "la superstición, predecir la fortuna, la magia, la brujeria o
cualquier otro nombre bajo el
que se designe hurgar en lo sobrenatural". El Código
vigente mantiene estas censuras.
El Catecismo de la Iglesia Católica de 1992 renue­
va y resume magistralmente todas estas condenaciones. A pesar de ello, un perió­
dico
de gran tirada y de mayoria de lectores católicos, estableció pocas semanas
después,
en sus anuncios, una sección fija de adivinos.
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Pero es que esto no son adivinaciones. La palabra adivina­
ción se refiere a
la predicción por métodos empíricos y secretos
relacionados con espíritus malignos, directamente, o a través de
la personalidad del adivino; éste dice que potencia sus técnicas
con poderes paranormales, ocultos, espirituales o de otra índole
que dice poseer; o bien esas técnicas sólo serian medios para que
él mismo
se pusiera en condiciones, "trance", de enla_zar con esos
misteriosos poderes, sin los cuales las "mancias" en sí mismas o
los apoyos observables de la adivinación, valen poco.
Forcejeos entre_ ciencia y magia
A lo largo de toda la historia de la adivinación hay un force­
jeo entre los métodos científicos del momento y el método mági­
co o religioso de las falsas religiones. Siempre ha habido hom­
bres de ciencia
que han pretendido con la ciencia disponible
sacar las adivinaciones de su empirismo y de sus conexiones con
espiritus malignos, y darles una base racional y científica. Un caso
concreto,
la pretensión de pasar de la astrología a la astronomía,
como diremos. Si tuvieran éxito, salvariamos a las adivinaciones
de las censuras de la Iglesia, nada menos. A partir del Renaci­
miento, el método científico
no ha dejado de crecer admirable­
mente y ha hecho concebir a temporadas, o
por personas, la
esperanza de que acabaría con los métodos mágicos prohibidos.
No ha sido asi; lo ha conseguido sólo
en parte, pero siempre
queda un reducto misterioso inasequible a la conversión al méto­
do científico. Todo lo que está refugiado en ese reducto es espe­
cialmente seductor; es más atractivo
que lo cientifico, hasta el
punto,
por ejemplo, de que curanderos poseedores de cono­
cimientos médicos los ocultan o disimulan para aparentar co­
nexiones ocultistas inexistentes, pero más del agrado de sus
clientes.
Como los católicos son humanos no se libran de los cantos
de sirena, y ese fenómeno antropológico contribuye a explicar la
infiltración densa de prácticas adivinatorias prohibidas
aun en
medios católicos selectos de los Estados Unidos, como narra el
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jesuita Mitch Pacwa en su libro, Los católicos y la Nueva Era (2).
El cebo, la excusa y la coartada serían el intento y la posibilidad
de la conversión científica de
la magia.
las soluciones eclécticas
Como en tantas otras cuestiones se presentan a ésta los ecléc­
ticos componedores, y proponen desgajar las prácticas de adivi­
nación íntimamente vinculadas a la magia y a sectas, de los
demás componentes de éstas, mediante
un método y una pre­
sentación científicas. Desacralizarlas, por ejemplo, mediante la
parapsicología, que ya tiene a su vez mucho de intento de desa­
cralización del ocultismo y del espiritismo. Estas maniobras tie­
nen buenas intenciones y malos resultados,
que dan pocas espe­
ranzas.
Por los años veinte
de este siglo un médico austriaco, Stultz,
inventó el "entrenamiento autógeno", conjunto
de ejercicios que
pretendía obtener algunos de los beneficios saludables que traía
el yoga, prescindiendo de los componentes doctrinales religiosos
y espirituales de éste. Su invento no cuajó porque era complica­
do y laborioso, y, sobre todo, porque los fármacos relajantes
musculares y los psicofármacos. reden nacidos conseguían mejo­
res resultados con trabajos infinitamente menores. A pesar de
aquel fracaso, después de
la Segunda Guerra Mundial, con moti­
vo del "boom" de sectas
que aún dura, algunos han vuelto a
plantear
la cuestión: ¿No habrá en toda la parte, digamos médi­
ca, de esas culturas asiáticas elementos medicinales que libres y
purificados de la ganga religiosa serían útiles y ortodoxos?
La pre­
paración psicofísica para el parto sin dolor
ha sido en nuestros
días
un paradigma de esta línea investigadora; pero tampoco ha
cuajado porque es larga, complicada y costosa, y las mujeres, al
menos las españolas, prefieren el parto clásico con
la colabora-
(2) MITCH PACWA, S. J., Los católicos y la Nueva Era, 1992, rústica, 4.11,
264 págs. Hay una edición en español. Puede encontrarse en las librerías de los
"Centros de Paz~ de España. Recomiendo vivamente este libro.
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boración de analgésicos y psicofármacos. Así como las drogas
fueron inicialmente,
en Katmandú y aledaños, una trampa para
acceder con poco o nulo esfuerzo a los fenómenos mentales del
misticismo
hindú, así los modernos psicofármacos de los años
sesenta, y los que vendrán, resulven algunas cuestiones mejor
que toda la parafernalia psicológica y médica de las culturas y
religiones hindúes.
Hoy
en día, ya después de los grandes "booms" de la parap­
sicología y de las "meditaciones", sigue predominando
la impre­
sión general de
que los descubrimientos y métodos científicos
van ganando competencias y terrenos, pero
que siempre queda­
rá un reducto inasequible a ellos, como ya hemos dicho se obser­
va a lo largo de toda la historia de estos temas.
Pensará el lector que las líneas precedentes son una digresión
que nos aleja del tema propuesto, de los adivinos. No es del todo
cierto, porque las adivinaciones están muy trabadas con todo
esto, como seguiremos viendo.
Si la mentalidad científica en sus asaltos a magos y adivi­
nos no ha conseguido ahuyentarlos, sí que ha conseguido, al
menos, y no es poco, hacerlos más cautos y menos pretencio­
sos. Hoy su gran mayoría ha sido constreñida a reconocer que
en la configuración del futuro entran factores ajenos a su espe­
cialidad y
que por ello sus predicciones sólo son de probabili­
dades y
no de certezas. Reconocimiento más en público que en
privado. Por otra parte, sus incesantes fracasos les han obliga­
do a buscarse coartadas ante ellos; es la principal la formulación
imprecisa de sus veredictos; la ambigüedad,
que permite varias
interpretaciones, era ya empleada en tiempos remotos por las
Sibilas o adivinadoras; y de ahí ha nacido el adjetivo "sibilino"
para calificar la palabra, frase o concepto escurridizo
que se
presta simultáneamente a varias interpretaciones distintas y
aún
contrapuestas.
Por su parte, la mentalidad científica también ha tenido que
ceder. Durante mucho tiempo, orgullosa y simplista, negaba
tajantemente, sin más, los fenómenos mágicos. Hoy
en día, aun­
que con mala gana, admite su existencia y trata de acercarse y
conciliarse con ellos, formando una especialidad, la Parapsicolo-
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gía, que aunque estancada y subdesarrollada, tiene cierto interés
metodológico y doctrinal;
si bien ha sido manipulada con fines
de reclutamiento sectario,
Las supuestas adivinaciones como pasatiempo
relativamente inocente
El público español, y en mucha mayor cuantía el de otras
naciones muy "adelantadas", está siendo bombardeado
por los
adivinos desde dos planos: uno, superficial, genérico y público;
y otro, individualizado, profundo y semisecreto.
El paradigma de la primera oferta son los horóscopos de
periódicos y revistas y de máquinas de feria. A los editores les
resulta barato llenar espacio
con esos materiales y los han con­
vertido en una sección fija y universal, La gente se entretiene con
ellos como con los crucigramas, sin mayores complicaciones,
pero con el riesgo de aficionarse y querer avanzar y profundizar;
los mismos periódicos les incitan a ello con anuncios de adivinos
de altas cualidades, incluso formando secciones también
fijas, y
así se establece uno de los enlaces entre los dos planos,
Son un caso de charlatanismo y fraude institucionalizados, y
aunque no fuera más que por este concepto ya serían moral­
mente reprobables, Los propios astrólogos tienen sus guerras
intestinas;
por ejemplo, acusan a muchos horóscopos de ser sola­
mente solares, olvidando las presuntas influencias de otros astros.
Este fraude inocente y reconocido es distinto de los errores que
pueden encerrar otras técnicas más sofisticadas; su exposición y
evidencia
han llevado a algunos escritores católicos a tratar de
hacer ver que en las adivinaciones, la magia y el espiritismo todo
es mentira, trampa y engaño, y no es así. Fue muy divulgado
en
los años cincuenta un libro titulado, "los fraudes del espiritismo",
que no agotaba las cuestión, La Iglesia siempre ha reconocido,
como en la oración de León XIII a San Miguel Arcángel, que
antes del Concilio Vaticano II se decía al final de todas las Misas,
que además
de Satanás, hay otros espíritus malignos que andan
por el mundo para la perdición de las almas. Esos fraudes y sus
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criticas infundadas, distraen de realidades peores que van mez­
cladas.
De las adivinaciones charlatanas y fraudulentas al intrusismo
médico hay poca distancia. La adivinación en materia médica se
basarla, como otras, en un concepto global y monista de las
cosas, que es falso y no tiene nada que ver con el componente
psicosomático de
las enfermedades, como a veces con exagera­
ción reprensible quieren hacer ver algunas sectas.
Las adivinaciones peligrosas
Entramos en el meollo de la cuestión. Las adivinaciones, en
serio, en el plano profundo del asunto, son individualizadas a tra­
vés de una relación directa entre el adivino y su cliente, y tienen
frecuentemente un componente mercantil, pero no solo eso; hay
más cosas.
La consulta puede ser ocasional, en una cabina de un
"foro", "salón" o "convención" sobre estos temas, o al aire libre,
por ejemplo, en las márgenes del estanque del Retiro, en Madrid.
Pero puede hacerse también habitualmente mediante
una rela­
ción estable, bien solamente con el adivino, o bien con
su grupo
ocultista; hay entonces un soporte ritual o ceremonial, y esto
acerca el acto a la magia y a las sectas. El adivino imbuye deli­
beradamente y
con facilidad a su cliente que existen poderes
espirituales cósmicos que son los que le revelan a él las cosas
futuras. Es natural que el que consulta desee conectar directa y
personalmente con tales poderes, saltándose los servicios del
intermediario, del adivino.
Lo que empezó como un pasatiempo
sigue con la afiliación al grupo ocultista o a
una religión falsa. Alú
está uno de los males de la adivinación.· Ponerse voluntariamen­
te en peligro próximo de entrar en una religión falsa, es pecado
grave. Tanto más
que estas fuerzas, como el vértigo y la resaca,
atraen con fuerza y
hacen el proceso difícilmente reversible,
incluso ajeno a la voluntad humana; la restauración de las rela­
ciones del hombre con Dios, solo se puede hacer a iniciativa de
éste. El famoso psiquiatra y ocultista Carlos Gustavo Jung (1875-
1961), se inició
en el ocultismo por el buen deseo de encontrar-
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le y darle una base cienrifica, y acabó, pronto, entregándose a él,
rendidamente.
Las adivinaciones profundas forman como una gran plaza o
lugar geométrico adonde vienen y van los militantes de las sec­
tas más especializadas a ofrecer esos servicios como un aliciente
más de ellas, de su globalidad gratificante, y a utilizarles como un
primer escalón de reclutamiento de nuevos miembros. El hecho
es
que de las adivinaciones al espiritismo, al ocultismo, y a las
sectas de abolengo hindú,
no hay más que un paso. Los consul­
torios de los adivinos son, quizás, la más grande, cómoda y fácil
puerta de entrada desde la propaganda callejera al mundo de las
religiones falsas y
de las sociedades secretas. Todas estas, al pro­
mocionar las adivinaciones, muestran aún más su malignidad.
Ocasionalmente,
todas hacen causa común con cualquier adivi­
no, o con su instalación, en apuros, le ayudan y protegen aun­
que habitualmente no esté en su plantilla o nómina.
Las adivinaciones son, pues, uno de los frutos venenosos de
las sectas cuyo florecimiento se ha producido en España por la
coincidencia de la libertad religiosa postconciliar
con las liberta­
des de perdición de la democracia. Para combatir a las adivina­
ciones
hay que combatir a las sectas, y para esto hay que com­
batir a la democracia, que. es la encarnación política de las here­
jías del liberalismo, y
que conseguir una redacción más clara de
la Declaración Conciliar "Dignitatis Humanae".
Cuestiones relacionadas con las adivinaciones
A) La interpretación de los sueños.-Es una de las técnicas
o medios para la adivinación, con independencia de otras apli­
caciones. Sigue hoy tan anhelada y estimada como desde los
albores de
la humanidad, porque da la sensación de tener más
ancha y profunda base
que las mandas y los augurios. Moder­
namente, la psiquiatría también se ha interesado por este asunto,
pero no ha conseguido gran cosa, y por ello esa interpretación
con fines adivinatorios sigue estancada
en el ámbito y bajo el
dominio de los adivinos y de las religiones falsas como las del
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grupo gnóstico, hoy en gran auge, como en el siglo XII. Pero es
en vano; estamos como cuando Calderón de la Barca escribió
con escepticismo: "Los sueños, sueños son".
Algún legislador ha penalizado la interpretación de los sue­
ños
por asimilarlos al charlatanismo, a la brujería y al espiritismo,
también penados. Pero hay
que poner aquí un punto de cautela,
porque leemos
en el Evangelio, sobre todo en el de San Mateo,
que Dios ha dirigido a los hombres algunas ocasiones a través de
sueños (Mt., 1, 20-24; 2, 12, 13, 19, 22; 27, 19). También en el
Antiguo Testamento.
Los sueños, o ensueños, son incorporados actualmente al
tema de moda de los distintos niveles de conciencia, distintos de
la vigilia propiamente dicha, y al tratar de éstos y a sus relacio­
nes con
la adivinación volveremos sobre ellos.
B) La astrología, la astronomía y los extraterrestres.--Su
aplicación a la adivinación se remonta a la noche de los tiempos.
El forcegeo que hemos señalado entre ciencia y magia se encuen­
tra también entre la astrología y
la astronomía. La primera, más
antigua, es empírica y
se basa y potencia no en la observación
directa y
en la estadística, sino en supuestas revelaciones de unos
dioses que habitañan en los astros, a los adivinos; esos dioses
regirían a los hombres mediante los astros, sobre todo planetas;
se establecían correlaciones entre cada dios, su planeta,
un metal
y ciertas enfermedades.
La relación con los dioses de los astros
conectaba a
la astrología con la idolatría. La astronomía, más
cauta y menos determinista
en cuanto al futuro de los hombres,
pretende dar una base más extensa y analítica a sus adivinacio­
nes, desplazándolas a predicciones, mediante las "cartas astrales",
hoy de moda.
El hombre siempre ha sentido curiosidad por saber qué son
y
qué significan los astros y los animales. En la segunda mitad del
siglo xx el conocimiento del cosmos y de los astros
ha crecido
más
que en toda su historia plurimilenaria; de ellos se ha segui­
do una devaluación del concepto de los astros como seres cuasi
vivos y operativos, un descrédito de las adivinaciones basadas
en
la astronomía, y correlativamente un refugiarse en el otro platillo
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de una metafórica balanza, la astrología. En la práctica, las adivi­
naciones actuales se basan
en una mezcla de astrología y de
astronomía, en distintas proporciones.
Para los actuales aficionados a las adivinaciones por la vía
astrológica, más peligro
que ser aspirados por la curiosidad por
los antiguos dioses de los astros, tiene ahora el desplazamiento
hacia la búsqueda de contactos
con los extraterrestres, que son
su versión moderna. Estos y sus naves no aparecen por ninguna
parte, precisamente cuando más extensa y detalladamente se está
conociendo el cosmos. Llamativa paradoja
que les acorrala a ellos
y a las adivinaciones
que en ellos se basan hacia el espiritismo y
hacia
un grupo determinado de sectas.
C) El espiritismo.-La pretensión de tomar contacto con
seres espirituales de fuera de la naturaleza es tan antigua como
el hombre, pero no se constituye en un "corpus" como el actual,
y con esta denominación, hasta el final del siglo XIX. El espiri­
tismo es
uno de los feudos de la adivinación. Se intenta conec­
tar
con las almas de los difuntos y con otros espíritus para ver
qué dicen. Ahi radica el punto débil del espiritismo, porque
después de ímprobos experimentos resulta que los espiritus con
los que se ha conseguido la conexión balbucean solamente
bobadas.
La teología católica acepta la existencia de espiritus malignos
y la posibilidad de
que éstos revelen a los hombres secretos de
la naturaleza que ellos conocen y nosotros no. Esa misma teolo­
gía nuestra prohibe esta conexión de los buceadores
en el futu­
ro con los espíritus. La tendencia a esa conexión es uno de los
factores de peligrosidad y censura de los adivinos.
Apenas alcanza el actual espiritismo cien años
de vida cuan­
do se modifica profundamente porque se le incorpora el "chane­
ling" o concepción norteamericana más amplia
que trata de la
canalización hacia el hombre, directamente o a través de los
mediums clásicos, de otras fuerzas cósmicas menos personaliza­
das que los espíritus malignos y las almas
de los difuntos. Estos
fluídos en· circulación por el cosmos y por el cuerpo humano
(chakras de los yoguis y de los sufís, etc.), se alejan de la adivi-
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nación hacia la terapéutica, y sólo la rozan a través de una pieza
intermedia
que es la "iluminación" de la conciencia que se alcan­
zaría
en una parte de sus más profundos ejercicios.
Combatir el espiritismo
es combatir la adivinación, además de
otras cosas.
D) El ocultísmo.-Está íntimamente ligado a la adivínación y
la lleva, mezclada, a todas partes. Transmite por tradición oral noti­
cias secretas, ocultas, depositadas
en sus cenáculos; algunas rela­
cionadas con el futuro;
pero solamente a los iniciados que han reci­
bido
un tratamiento previo que les adecúa para ser receptores. El
número fuerte de su oferta es el contacto con una realidad superior
y con seres superiores, donde radican las informaciones, mediante
la "iluminación" o estado extraordinario de nivel de conciencia; se
adivina a través de esa situación, directa o indirectamente, por
una
globalidad monista.
A diferencia del espiritismo, el ocultismo
pretende adivinar
cuestiones
que no son generalmente individuales, sino colectivas
e importantes, sensacionalistas
y catastrofistas. la adivinación es
uno de los servicios que las organizaciones ocultistas ofrecen a
sus clientes y afiliados.
La ampliación de los niveles de conciencia
Durante toda la historia del hombre se ha admitido un esque­
ma bipolar
de solamente dos estados de conciencia: la vigilia y el
sueño.
Los variados estados de conciencia del milenario yoga y de
sus afines, y de los brevajes y drogas encantadores, y de los esta­
dos de trance descritos por Messmer y Charcot en el siglo ,ax, han
pesado muy poco, o nada, al menos en el primer mundo. Pero en
la segunda mitad del siglo xx, poco menos que de repente, los
niveles
de conciencia no convencionales se han puesto de moda,
despertados
por la coincidencia de la psicología, la farmacología y
las meditaciones
de las religiones hindúes y del budismo.
Los niveles
de conciencia inusuales proporcionan conoci­
mientos distintos y más extensos, y
de ellos es una parte, no
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siempre, el conocimiento del futuro por la contemplación extra­
sensorial
de un conjunto donde la presencia del tiempo se redu­
ce hasta presentar el futuro
como presente. Nótese la casualidad
de
que en los años sesenta de este siglo una revista académica
madrileña,
de notable impregnación parapsicológica, se llamaba
Futuro-Presente. A esas iluminaciones o conocimientos extrasen­
soriales proveedores
de noticias del futuro se les atribuye un
carácter religioso, no hay que decir que peligros!simo. Parece ser
que algunas obediencias masónicas
en un afán renovador están
muy interesadas
en este asunto de los distintos niveles de
conciencia. Estamos ante un núcleo duro de las adivinaciones,
muy distante
de las que proporcionan las máquinas de feria.
Filosóficamente, estas adivinaciones
por percepción extra­
sensorial emparentan con
un monismo global muy del gusto
asiático y
de los gnósticos. Pero son experimentales y van a
buscar
su contraprueba o verificación en la posibilidad de la
magia, es decir,
en pasar del conocimiento del futuro a la inter­
vención
en su configuración material mediante el recurso a
fuerzas espirituales malignas, o
cuando menos, desconocidas.
También repetimos
que aqu! se nos presenta el núcleo duro y
peligroso
de la adivinación muy mezclado con cuestiones
arduas y peligrosas.
Por supuesto
que el cambio de niveles de conciencia se rela­
ciona, además, con otras cuestiones más importantes pero ajenas
a nuestro propósito.
Las sectas psicológicas
A la plataforma de los distintos niveles de conciencia, a
donde van y vienen las cosmovisiones, se accede también por
otras vías distintas de las dichas, entre ellas, por las sectas psico­
lógicas; resultan
por ello un camino de encuentro con las adivi­
naciones. Algo forzado resulta este encuentro y
no deberiamos
señalarlo, ni brevísimamente, si
no fuera porque el enorme desa­
rrollo
de estas sectas psicológicas compensa lo frágil y minorita­
rio
de sus contactos con la adivinación.
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La Psicología limita al norte con la Religión y al sur con la
Farmacia. Éstas, a su vez, tienden a inmiscuirse
en la Psicología.
Si estas precisiones se enseñaran más, y esas fronteras de la
Psicología se estuvieran constantemente barriendo para mante­
nerlas despejadas y claras, no tendriamos tanto miedo a las sec­
tas psicológicas
ni nos ocupariamos de ellas.
El concepto de "secta psicológica" procede de los inmensos
Estados Unidos,
donde hay mucho de todo. Frecuentemente son
una coartada para las sectas religiosas ante dificultades legales,
fiscales y policíacas. Cuando entran
en apuros pasan a presen­
tarse como ceñidas a la psicología y ajenas a cosmovisiones y a
religiones; pero
en cuanto se aleja la tormenta, vuelven a su
expansión natural que es la pseudorreligión.
En España, en cuan­
to se rasca un poco alguna entidad psicológica aparece una caja
de recluta de una secta religiosa, otros aspectos de la misma. Lo
dicho de las sectas religiosas es aplicable a las sectas psicoló­
gicas.
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Fundaci\363n Speiro