Índice de contenidos

Número 365-366

Serie XXXVII

Volver
  • Índice

La política y el arte del ceremonial

LA POLÍTICA Y EL ARTE DEL
CEREMONIAL
POR
EDUARDO IGNACIO LwRENIE
INmooucaóN
La historia nos ha enseñado siempre que el hombre es -pa­
rafraseando a ARISTÓTELES-un animal político por excelencia. Es
decir, que siendo éste una criatura creada por Dios siente la viva
necesidad de vivir en sociedad, de comunicarse con otros y de
estar atento no sólo al cuidado y recta administración de su
hogar, sino de preocuparse también de las cosas cívicas, es decir,
de la res publica. De ahi la noción de que la política esté arraiga­
da
de por sí en el hombre.
Por otra parte, el hombre, en su necesidad de comunicar­
se con los demás, ha aprendido ciertas costrumbres o normas
de buena conducta que, de una manera u otra, se refieren a
su carácter esencialmente social y político. Y esas normas a las
que hacemos referencia no constituyen otra cosa que el cere­
monial.
Ahora bien, es propósito de este trabajo el de desligar algu­
nas nociones acerca de, y
en primer lugar, la política y el cere­
monial; para luego,
y en segundo lugar, relacionarlos el uno con
el otro y brindar así una visión de la Política y el Arte del Cere­
monial. Tal es el título de este escrito que a continuación les ofr~­
cemos.
Verbo, núm. 365-366 0998), 471-481 471
Fundaci\363n Speiro

EDUARDO IGNACIO LLOREN11:!.'
l. IA POLtriCA CONSIDERADA COMO EL BUEN GOBIERNO
DE lA RES PUBLICA
Para establecer lo que queremos significar con el término
Política, debemos brindar -en un comienzer-una noción gene­
ral
de lo que fue la misma para la civilización helenística y ro­
mana .
. Los primeros en reflexionar sistemáticamente sobre la políti­
ca fueron sin duda alguna los griegos. Puesto que la política se
inserta como
una parte de la Filosofía ( estrictamente es una rama
de la filosofía moral) ellos la consideraban no solamente como
praxis, sino también como teoría. De allí las distinciones entre
saber teórico y saber práctico que más adelante tendremos oca­
sión de tratar.
Para el pensamiento griego, el hombre no existía sino vivía
insertado
en la comunidad, esto es la polis o ciudad-estado. Jus­
tamente
de la palabra polis proviene -etimológicamente hablan­
der-el vocablo política. En efecto, MARCEL PRELOT, afirma que
"La palabra «política~ se origina en las palabras griegas polis,
poltteta, politica, politike.
e polis: la Ciudad, Estado, el recinto urbano, la comarca y tam­
bién la
reunión de ciudadanos que forman la ciudad;
e poltteia: el Estado, la Constitución, el régimen político,-la
República, la ciudadanía
(en el sentido de derecho de los ciu­
dadanos);
ta polttica: plural neutro de poltticos, las cosas políticas, las
cosas civicas, todo
lo concerniente al Estado, la Constitución,
el régimen político, la República, la soberanía;
e politike (techne} el arte de la política" (1).
Por lo tanto, la política tiene su sentido en la polis griega, ya
que siendo ésta la " ... ciencia de la constitución y de la conduc-
(1) PRELOT, Marcel, La Ciencia Política, Buenos Aires, Editorial Universitaria
de Buenos Aires, 1991 (16.ª edic.), pág. 5. Subrayados en el original.
472
Fundaci\363n Speiro

LA POLÍTICA Y EL ARTE DEL CEREMONIAL
ta de la Ciudad-Estado" (2), podemos decir que "La política ocu­
pa prácticamente la cúspide de la jerarquía, porque su objeto, la
Ciudad-Estado, engloba toda la organización social" (3). Y justa­
mente
por ello todas las necesidades sociales se satisfacían en la
polis, logrando ésta cierta autarquía.
Ahora bien, para el pensamiento griego (sobre todo la
corriente del realismo filosófico),
no podña concebir política al­
guna
que estuviese desligada de la ética, ya que era el político el
que debía dirigir a la comunidad a su felicidad y a lograr que ésta
alcance el bien común natural.
El gobierno de la multitud o dirección de la comunidad hacia
su fin último estuvo asentado en Grecia sobre las bases de la reli­
gión y
de la tradición, hasta el advenimiento final de la demo­
cracia. Desde entonces, estos principios
serán dejados de lado, ya
que, como bien dice
FUSTEL DE COULANGES,
"El principio regulador de que todas las instituciones deben
recibir en adelante su fuerza, el único que está sobre las volun­
tades individuales y
que puede obligarlas a someterse, es el inte­
rés público.
Lo que los latinos llaman res publica (. .. ) es lo que
sustituye a la antigua religión. Eso es lo que decide en lo· suce$i­
vo
de las instituciones y de las leyes, y a eso se refieren todos los
actos importantes
de las ciudades" (4).
De aquí es interes~nte notar que ya comienza a asociarse la
política con el interés público, es decir, con la cosa pública o las
cosas cívicas. Y eso es lo
que sucederá más tarde en la civili­
zación romana,
donde las virtudes son perfeccionadas y donde la
política (si bien desligada
en algunas oportunidades de la ética)
adquiere mucho mayor perfección.
Abora sí entonces
podemos considerar a la política como el
buen gobierno de la res pública ("estado de la cosa pública", que
aparece en la noción de derecho propuesta por ULP!ANO) (5) aun-
(2) Idem, pág. 18.
(3) PRELOT, Marce!, Op. ctt., pág. 18.
(4)
Couu.."lGF.S, Numa Dionisia Fuste! de, La Ciudad Antigua, Buenos Aires,
Editora Selene, 1985,
pág. 44Z.
(5) Cfr. ULPIA.'IO, Jnstitutas de]ustiniano, libro 1, tit. 1: Dejustttta et jure, IV.
Cit. por PREWT, Marcel, op. cit., pág. 7.
473
Fundaci\363n Speiro

EDUARDO IGNACIO LLORENTE
que considerándola sólo en el plano de la praxis, es decir, la polí­
tica como actividad.
Por último,
no queremos dejar de reafirmar lo que -y a
nuestro
juicio-entendemos por política, ya que nos será útil
para establecer luego lo
que significa el ceremonial.
Si bien hemos dicho que la política es una actividad huma­
no-social o
un estado propio del ser humano; y que también con­
siste
en el recto gobierno de la comunidad en miras al Bien
Común, queremos traer a colación la definición propuesta
por
CAllEJA, y cerrar así este primer capínilo:
"Política.-Del latín politice. Ciencia, según unos, y arte,
según otros, de gobernar a los pueblos para mantener la tran­
quilidad
y la seguridad públicas y proveer a las necesidades de
la comunidad. Como ciencia, pertenece la grupo de las sociales
y toma sus principios de la Moral y de la Filosofía del Derecho.
La generalidad de los autores) sostienen que es a un tiempo arte
y ciencia ... " (6). .
0. LA POÚTICA COMO SABER TEÓRICO O COMO
SABER PRÁCTICO
Precisadas ya las nociones fundamentales acerca de lo que
entendemos por Pólítica, veamos ahora en qué tipo de saber
encuadramos dichas nociones.
Existen
en el plano del conocimiento principalmente dos tipos
de saberes: uno es el saber teórico, y el otro el saber práctico. A
simple vista parecería
que la teoría orientara a la práctica, aun­
que no siempre sucede así. Lo interesante es tratar de averiguar
si la política es o bien
un saber práctico o, por otro lado, un
saber teórico.
Toda ciencia, a su vez, versa sobre
un saber teórico o uno
más bien práctico. Las ciencias positivas (ciencias duras) se basan
principalmente
en un saber teórico, ya que sólo se orientan al
conocimiento del objeto estudiado. Por otra parte, las ciencias del
(6) CALLEJA, Hernando, Diccionario Politico-Social, Barcelona, Dux, Eclkio­
nes y Publicaciones, S. A., slf, pág. 341. Subrayados en el original.
474
Fundaci\363n Speiro

LA POLtrICA Y EL ARTh: DEL CEREMONIAL
tipo sociales (ciencias blandas) buscan dirigirse a la práctica, ya
que no buscan un conocimiento teórico sino principios de
acción.
La política cae irremediablemente en éste último tipo de
saber, ya que si bien forma parte de la filosofía y se inserta den­
tro de la ética o filosofía moral, no sólo atiende a necesidades
teóricas sino más bien prácticas. Por algo consideramos a la polí­
tica como una ciencia que no sólo perfecciona al que la estudia,
sino también a quien realiza la obra. Entonces la política es
un
saber práctico.
Ahora bien, ¿qué
podemos decir del Ceremonial?
Si bien todavía no hemos hecho un intento de definición
podemos arriesgarnos a considerar el ceremonial como un arte,
y si es arte tiene que ser un saber práctico (orientado sin lugar
a dudas
por cierta teoría y ciertas reglas generales de aplica­
ción), insertado
en la estética y dentro también de la filosofía
moral.
La relación con la política (siendo ambos saberes eminente­
mente prácticos) está
dada por cuanto el ceremonial es un ins­
trumento más con que debe contar el político. Pero consideramos
más conveniente a prender antes qué es el Ceremonial.
fil. EL CEREMONIAL COMO UN IDEAL ÉTICO
Concebimos el Ceremonial como una filosofía de vida, como
un ideal ético, por así decirlo. En efecto, sabemos que el cere­
monial forma parte
no sólo de la estética, sino también de la
ética.
El ceremonial es una actitud ética ante la vida, porque
implica fines y medios. Con razón afirma
BLANCO VIIJ.ALTA, en su
excelente obra titulada Ceremonial, que "como en todo arte, en
el Ceremonial se encuentran inspirados que manejan las pers~
pectivas y los ritmos con acento personal; otros no logran supe­
rar la técnica" (7).
(7) BLANCO VII1ALTA, Jorge G., Ceremonial, Buenos Aires, Lugar Editorial, S. A.,
1992 (2.~ edición actuali7.ada y ampliada), pág. 13.
475
Fundaci\363n Speiro

EDUARDO IGNACIO LLORENTE
Si bien el Ceremonial importa una actitud práctica ante la
vida, importa también definir qué es el ceremonial y porqué se
relaciona con la política. Para ello nada mejor que recurrir a los
maestros, y
BLANCO VILLALTA es uno de ellos, ya que considera que
"El Ceremonial público se aplica en el orden interno de los
Estados
como elemento ordenador de su estructura jurídico-polí­
tica, definiendo jerarquías
y precedencias, fijando los honores a
los símbolos patrios,
los tratamientos, la recepción de jefes de
Estado, de altas autoridades extranjeras y misiones especiales, de
representantes de organismos internacionales. Actúa en todo lo
referente al
pedido y concesión del placet a los jefes de misión y
del retiro de los mismos, del asentimiento a la designación de
agregados de las Fuerzas Armadas y de los nacionales en el exte­
rior, del reconocimiento
de los funcionarios consulares y agentes
de los organismos internacionales, en el otorgamiento de con­
decoraciones nacionales,
de pasaportes diplomáticos y oficiales,
de credenciales a los representantes de la prensa extranjera. Le
compete la observancia de las inmunidades y privilegios diplo­
máticos
y de las franquicias reconocidas en instrumentos interna­
cionales
y teniendo en cuenta la reciprocidad. La organización de
las honras fúnebres debidas al jefe de Estado, altas personalida­
des nacionales civiles y militares y de las correspondientes a los
jefes
de misión y funcionarios diplomáticos acreditados, así como
de los integrantes del Servicio Exterior en actividad o retiro y de
la repatriación de los restos de fallecidos en el extranjero".
Hasta aquí el ámbito de actuación y desempeño del Ceremo­
nial. Igualmente,
BLANCO Vn.LALTA agrega a continuación lo que
sería su función específica: "Le corresponde la organización de
todo acto o ceremonia oficiales, de carácter civil, de conformidad
con la estructura federativa o centralizada de los Estados" (8).
Por otro lado,
CAllEJA define también en forma excelente lo
que se entiende por Ceremonial:
476
"Ceremonial.-Del latín cceremonice. Así se denomina al
conjunto
de ceremonias que deben observarse en las reuniones
solemnes, tanto civiles como religiosas, para realzar su ,importan­
cia. También
se conocen con el misqio nombre las fórmulas de
respeto y cortesía que se usan entre los Estados, las autoridades
y los particulares en determinadas ocasiones, tales como saludos
(8) BIA.~CO Vn.IALTA, Jorge G., op. ctt., pág. 412.
Fundaci\363n Speiro

LA POLÍTICA Y EL ARTE DEL CEREMONIAL
de barcos, reuniones de cuerpos legisladores, matrimonios reales,
etcétera. En algunas viejas ciudades españolas, como la
de León,
existía
un verdadero código, donde se prescribían con toda
minuciosidad los distintos ceremoniales para todos los actos
que
en ella tuvieran lugar con intervención de las autoridades. El
Resumen de las políticas ceremonias con que se gobierna la ciu­
dad de León, cabeza de su Reino, reimpreso en 1824, es un buen
ejemplo de estos venerables códigos de etiqueta ciudadana, que
tanta influencia toman en los pueblos. También en las relaciones
diplomáticas existe
un riguroso ceremonial, que se estableció en
el Congreso de Viena (1814-15), que es el que vino observándo­
se entre los Estados hasta el Tratado
de Versalles de 1919'' (9).
Importa resaltar de lo anterior el carácter práctico del cere­
monial así como su relación
con la política, ya que el ceremonial
es instrumento
de la politica, al servicio del Estado.
Finalmente, podemos agregar
que el ceremonial refiere una
conducta, o mejor dicho,
un ideal ético. En efecto, el ceremonial
tiene como pilares el orden, la jerarquía y la disciplina.
Es esta
trilogía
la que hace a la esencia del Ceremonial y que constituye,
de una u otra forma la afirmación del ceremonial como máximo
ideal ético (10).
W. LAs PoÚTICAS Ü!REMONIAS
Pareciera desconocido e ingenuo el título con que hemos
comemado este capítulo: Las Políticas Ceremonias. Sin embargo,
es más fácil
de lo que uno imagina el tratar de explicar a qué
hacemos referencia.
Las ''políticas ceremonias' no son otra cosa que el cererhonial
insertado
en el ámbito político. ¿Cómo es esto? Pues bien, la polí­
tica es
de por sí una actividad noble, moral, o si se prefiere, cere­
moniosa. Obviamente hago referencia a lo
que considero que es
la política, y
no a la politica partidista, de comité ni a la politica
considerada como
"lucha por el poder'.
La Política es Profesión, Vocación, Seroicio y Sacrificio.
(9) CALLEJA, Remando, op. Cit., pág. 69. Subrayados en el original.
(10) BIANCO VillALTA, Jorge G., op. cit., págs. 57 a 59.
477
Fundaci\363n Speiro

EDUARDO IGNACIO LLORENTE
Profesión, para estar dispuesto a trabajar por un ideal y
lograrlo. Vocación,
por que no todos están llamados a destinos
de grandeza, por el simple hecho que no todos los hombres
nacen iguales, y
que Dios da a cada uno talentos que debe saber
cultivar.
La virtud es vocación, y la prudencia, como principal vir­
_tud del político, orientarse al hombre a su fin último. Servicio,
porque
no se concibe política alguna que no esté al servicio del
Bien Común y busque los medios adecuados para lograr dicho
fin, y, por último, Sacrificio por la Patria, Dios y esos ideales que
alimentan la virtud política.
El Ceremonial contribuye a lograr todo ello y constituye ade­
más un instrumento, una -herramienta, con que debe contar la
politica; ya que no hay política sin ceremonial. Y no es otro el
origen de las políticas ceremonias. Éstas rigen en todo lugar y en
todo ámbito donde la política se presente: decisiones políticas,
tratados y acuerdos, nombramientos, actos políticos, presentacio­
nes, ceremonias, etc.
Lo cierto es que, además, todo gran acto político comporta
un uso correcto del · ceremonial. ¿Qué podría llegar a ser una
ceremonia sin un orden de precedencia? ¿O un discurso sin una
presentación? O bien, ¿qué decir de un programa de acción polí­
tica sin dirección, sin decisión? Alú vemos entonces como el Ce­
remonial guarda íntima relación con la política, y es por ello que
el político debe servirse
de este instrumento antiquísimo (aunque
muy simple) para dirigir
una comunidad hacia el Bien Común, fin
primordial del arte de gobernar.
Por todo lo expuesto supra,
no podemos dejar de pronun­
ciarnos a favor de la utilización y conocimiento de las normas del
Ceremonial en la politica, ya que siendo esta ciencia un saber
práctico, necesita
recurrir irremediablemente a herramientas de
carácter práctico; para cumplir de esta manera el fin político
esencial: llevar a la comunidad
-a través de la decisión políti­
ca-hacia su fin último, que no es otra cosa que el Bien Común
Natural.
478
Fundaci\363n Speiro

LA POLÍTICA Y EL ARTE DEL CEREMONIAL
v. LAs FORMAS DE GomERNo y EL
CEREMONIAL
Aunque parezca increíble, existe cierta relación entre el Cere­
monial y las diferentes formas
de gobierno que pueden adoptar
una comunidad política determinada, o mejor dicho, un Estado
determinado.
Si tenemos en claro, pues, que la política guarda
relación estrecha con el Ceremonial, porqué
no las formas de
gobierno. Con esto no queremos significar que dada una forma
de gobierno se tendrá tal tipo de ceremonial, sino que creemos
que el ceremonial se adapta prodigiosamente a las distintas for­
mas
de gobierno conocidas. Por ejemplo, en la monarquía se ten­
drá un ceremonial un tanto distinto que en la democracia, por el
simple hecho
que en la monarquía impera generalmente el
gobierno del
Rey y de la Nobleza, mutatis mutandis, en la demo­
cracia impera el gobierno
de la plebe.
Es así que llegamos entonces a las ~onecidas formas de
gobierno (11): por un lado, tenemos la monarquía, la aristocracia
y
la república; y por otro lado tenemos a la !irania, la aristocra­
cia y
la democracia. La monarquía se constituye en base a que la
decisión política está
en manos de uno solo, la aristocracia en
base a los mejores y la república en base a un Consejo; todas
ellas dirigidas al Bien Común.
Por el contrario, en la tiranía, la oli­
garquía
y la democracia no se atiende a dicho Bien Común.
La monarquía se basa en la virtud, al igual que la aristocra­
cia.
La república se asienta sobre el debate previo a la toma de
decisiones políticas.
Entendemos
por democracia a un régimen corrupto por exce­
lencia,
donde no sólo no se respeta a Dios, sino, y lo que es peor
aún, se desprecia hasta la misma ley natural. En esta forma dege­
nerada
el mal adquiere carta de ciudadanía, y la tiranía de la
mayo ria permanece incólume adquiriendo rasgos de. omnipoten­
cia: es el mito de la
soberanía popular.
(11) No entraremos a analizar todas ellas en particular, sino las más impor­
tantes,
al efecto de hacer ejemplificativo el asunto en cuestión.
479
Fundaci\363n Speiro

EDUARDO IGNACIO LLORENTE
Ya lo decía con suma exactitud el filósofo católico contrarre­
volucionario DoNoso
CORTÉS: la democracia es "el mal hecho
legión".
Pero volviendo al papel que juega el Ceremonial en las for­
mas de gobierno, nos gustarla destacar que en última instancia es
fiel servidor de los que gobiernan, y cumple las funciones que
generalmente le son asignadas (12).
Sin embargo,
es en la monarquía donde el Ceremonial ad­
quiere trascendencia inigualable, ya que es la nobleza la depo­
sitaria y
encargada de llevar adelante el más áureo Ceremonial.
Basta ver los cuadros o
bien las fotos sobre grandes reyes para
corroborar la verdad de nuestra afirmación.
Para finalizar, falta añadir que también el Ceremonial se
desenvuelve como corresponde
en las otras formas de g9biemo
aquí citadas, pero es con la monarquía donde adquiere verdade­
ro vigor propio del Arte y
de su ideal ético.
CoNa.USIÓN
Hemos llegado ha al final de nuestra exposición, y creemos
haber dejado
en claro lo que es la política y su relación con el
Ceremonial.
La política manda, toma decisiones, ejecuta. El Ceremonial
obedece, es instrumento de la política y la acompaña en todo
momento.
La política es acción, y el Ceremonial tiene la honrosa
tarea
de armonizar, ordenar y perfeccionar dicha acción. Tal es la
relación íntima existente entre estos dos singulares saberes prác­
ticos; ambos insertados dentro de lo que se conoce como filoso­
fía moral.
Así las cosas, creemos que toda política debe tomar interés
por el Ceremonial y no el Ceremonial por la política, ya que de
lo contrario el Ceremonial
cae en la trampa del cazador. comien­
za a preocuparse
por cosas que no le competen y pierde ya su
(12) Sobre las funciones del Ceremonial ver el aporte de Blanco Villalta en
la página 8 de este trabajo.
480
Fundaci\363n Speiro

LA POLÍTICA Y EL ARTE DEL CEREMONIAL
esencia, lo que es específico a él. Lo que no quiere decir, de nin­
guna manera,
que el político no sea un experto del ceremonial,
sino
que justamente debe tener nociones de ejercicio de cere­
monial, para
que lo pueda utilizar como un verdadero político al
servicio
de Dios, la Patria y los grandes ideales que hicieron del
hombre un ser abierto a la trascendencia, pues como bien dice
Horacio,
"Non omnis moriar".
BIBLIOGRAFÍA
BLANCO VILLALTA, Jorge G:, Ceremonial, Buenos Aires, Lugar Editorial, S. A,
1992 (2.' edición ampliada y ~ctualizada), 526 págs.
CALLEJA, Hernando, Diccionario Político-Soctal, Barcelona, Dux, Edicio­
nes y Publicaci.ories, S. A., s/f, 520 págs.
COUIANGES, Numa Dionisio Fustel de, La Ciudad antigua, Buenos Aires,
Editora Selene, 1985, 548 págs. Serie
obras eternas (1). Traducción
del francés
de Gonzalo Rodríguez Suárez.
PRELOT, Marcel, La Ciencia Política, Buenos Aires, Editorial Universitaria
de Buenos Aires, 1991 (16.ª edición), 111 págs. Colección Cuader­
nos (103). Traducción del francés de Thornas Moro Simpson.
481
Fundaci\363n Speiro