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Número 399-400

Serie XL

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Miguel Ayuso Torres: Chesterton, caballero andante

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
que les esa"ibe en 1896 para justificar su conducta y que ha sido
el hilo conductor del relato de Bellido.
Algunos errores, como considerar a Bonel y Orbe arzobispo
de Granada (36)
-no pasó de presentado, pues Roma nunca lo
aceptó-o llamar al, éste sí arzobispo granadino Moreno Mazón,
Moreno Monzón
(120), en una extraña unión de los apellidos de
dos prelados granatenses, Bienvenido Monzón Martín (1866-
1885) y José Moreno Mazón (1885-1905) no desmerecen más este
libro bastante desmerecido.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA C!GOÑA
Miguel Ayuso: CHESTERTON, CABALLERO
ANDANTE<·,
A la lista de riquezas enterradas en el alma de nuestro home­
najeado Gilbert Keith Cheste1ton, podemos agregarle
al1ora la
perla que destaca Miguel Ayuso en este lúcido ensayo: el Caba­
llero Andante.
Oportuno este convite,
si viene de un español, de medir la
figura
de Chesterton con una de las cifras de lo hispánico: la
Caballería. Habrá
de mostrar aquí Miguel Ayuso que estamos frente a
otra nota universal del escritor inglés.
Las menciones y los anhelos caballerescos de este aventure­
ro inmortal
que fue Chesterton aparecen sembradas y muchas
veces transfiguradas en su vastísima obra. En una visión sintética,
el Autor que con estas líneas breves presentamos, recoge los frn­
tos de la siembra chestertoniana y los pone por junto.
Más que para arrear citas eruditas, que demuestran una lec­
tura extensa, Ayuso ha leído con intensidad y para nosotros, con
el aval de sus propios saberes literarios, políticos, históricos, de
(*) Ediciones Nueva Hispanidad, Buenos Aires, 2001, 72 págs.
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los que ya conocemos muestras en varias publicaciones españo-
las
y argentinas. ·
Y el resultado es la tesis que nos recuerda y nos pide un
nuevo y diverso Renacimiento, que deberla llegar y que espera­
mos, como la noche espera la aurora.
Bien puede encabezar la lid contra las sombras de hoy este
rotundo Caballero
-quizás el más español de los ingleses-que
. abrazó la fe de la Iglesia y la defendió como a una Dama, tam­
bién
por amor a la Dama de la Iglesia, Nuestra Señora.
Es oportuna la aparición de estas páginas atinadas. Los hom­
bres que transitamos estos tiempos, buscamos
una posada, rien­
te
de amigos. Buscamos el calor de una mano viril y fiel, inequi­
voca. Buscamos la bonhomía,
un talante grave y festivo fundado
en la Caridad. Buscamos camaradas llenos de Esperanza, seguros
en su ruta, de Fe sólida.
Pero más que otras cualesquiera, la lucidez, la mirada clara,
el corazón limpio, el coraje manso, son las virtudes inmediatas
que, como medicina para los ojos y el alma, mejor atienden la
enfermedad y la locura de estos nuestros días
milenario_s.
Ha hecho bien Miguel Ayuso, con sus raices hincadas en tie­
rras quijotescas, mostrándonos de nuevo a Chersterton, ahora
con su redescubierta figura, ceñidos peto y espaldar, con yelmo
y
con adarga, figuradas si, pero más contundentes que las mate­
riales.
Nos dará valor la lectura de estas páginas. Nos darán coraje.
Pero serán
un valor y un coraje de medida humana; pues, en últi­
mo término, sobrevuela la gran misericordia de Chesterton
que
nunca se apartó del hombre histórico real. -Y así como lo enten­
dió, lo instó a elevarse a
su altura verdadera; así como lo conmi­
seró, lo inflamó de amor a la verdad de las cosas; asi como echó
el ungüento
en las heridas, así se quedó a la cabecera de nues­
tro lecho hasta
que ellas curasen, haciendo más soportables nues­
tros dolores.
Por virtud
de caballero, Chesterton en más de un aspecto es
nuestro Buen Samaritano. Chesterton, que como se dijera de
Garcilaso es diverso entre contrarios, está por encima -no
fuera-de este mundo en este tiempo. Y una de las notas de su
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caballe1ia andante es el Bien mismo y propio de cada cosa y de
cada hombre, pues correponde y no por especulación o mezqui­
na conveniencia.
El caballero no ha de ser hombre de partidos y de facciones,
que tantas veces adjetivan la Verdad hasta desfigurarla, hasta el
desprecio, hasta
el manoseo y el escarnio, tomándola de rehén.
En estas páginas que Ayuso enhebra y que es de justicia agra­
decerle, queda felizmente claro
que todavía podemos tener en
Chesterton un peregrino desinteresado y jovial, amigo de la ver­
dad y de los hombres, caminando con nosotros, instándonos al
combate sufrido, denodado y riente, puesto él mismo a la cabeza.
Si Don Quijote dejó al fin sus empecinadas caballerías -y
esto corre por nuestra cuenta-quizás ya entrevió que su tiem­
po había acabado y que un nuevo tiempo venía a tratar de barrer
el heroismo generoso. Tal vez no sea fantasioso pensar que
Quijote sabía que no habría él mismo de poder con ese tiempo.
Siglos más tarde, menos enjuto
que él pero cristianísimo como
él,
bien podria nuestro inglés ser un Sancho redivivo, el apóstol
rotundo del hombre común, como heredero
de su señor Don Qui­
jote, ahora su hermano y vuelto él mismo
un Caballero Andante.
EDUARDO B. M. ALLEGRI
Ignacio Echániz, S.].: PASIÓN Y GLORIA.
LA HISTORIA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN SUS
PROTAGONISTAS. OTOÑO INVIERNO.
SEGUNDA PRIMAVERA
c•i
El jesuita Echániz completa, en este segundo volumen, la
serie de semblanzas
de sus hermanos de Orden que eligió como
más apropiados para darnos una imagen de la Compañía de
Jesús, verdadera gloria de la Iglesia católica durante muchos
años. Toda selección
es discutible y podñan incluirse muchos
e) Mensajero, Bilbao, 2000, 450 págs.
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