Índice de contenidos
Número 399-400
Serie XL
- Textos Pontificios
- In memoriam
- Notas
- Monográficos
- Estudios
- Actas
- Crónicas
-
Información bibliográfica
-
Pedro Miguel Lamet: Hombre y Papa
-
Amadeo de Fuenmayor: Revisar el divorcio (tutela de la indisolubilidad matrimonial en un Estado pluralista)
-
Juan Félix Bellido: Del silencio a la palabra. La vida de Juan N. Zegrí
-
Miguel Ayuso Torres: Chesterton, caballero andante
-
Ignacio Echániz, S. J.: Pasión y gloria. La historia de la Compañía de Jesús en sus protagonistas. Otoño invierno. Segunda primavera
-
Jean de Viguerie: Itinéraire d'un historien
-
Maurilio Guasco: El modernismo. Los hechos, las ideas, los personajes
-
Rafael Breide: Política y sentido de la historia
-
Antonio Fernández Ferrero: Guerra Campos. Apuntes para una biografía
-
Enrique Zuleta Álvarez: España en América
-
Miguel Ayuso Torres (ed.): El derecho natural hispánico: pasado y presente
-
- Verbo
Autores
2001
Antonio Fernández Ferrero: Guerra Campos. Apuntes para una biografía
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Si se busca cuál es el hilo que ata los seis capítulos y que dota
de unidad a la obra,
no hay duda que es visión teológica y no
simplemente filosófica de la historia. No hay filosofía de la histo
tia, porque el curso histórico del hombre no puede ser captado
por la razón humana. Hay teología de la historia, en cuanto que
es la Revelación la que nos las claves para leer en ella. Si, ade
más, indagamos cuál sea
el interlocutor al que se dirige con su
escritura que quiere ser transcripción del lenguaje oral, damos en
que es el mundo hispanoamericano. Por ambos motivos, porque
se instala
en la tradición teológica de la historia, y porque con
tiene una apelación a la conciencia histórica de nuestros pueblos,
es un libro que estimamos extraordinariamente valioso.
MIGUEL AYUSO
Antonio Femández Ferrem: GUERRA CAMPOS.
APUNTES PARA UNA BIOGRAFÍA(")
Aunque en el libro no figura fecha ele edición, creemos que
acaba de aparecer la que es
la primera biografía de quien termi
nó sus días como obispo emérito· de Cuenca, CO!l José Guerra
Campos. Editada por el Obispado, es preciso reconocer a don
Ramón del Hoyo, digno sucesor de monseñor Guen·a, que no se
dejó llevar de cómodas "prudencias" y editó y prologó con sen
tidas palabras el trabajo de
un sacerdote diocesano, ordenado por
su antecesor en 1991.
El libro está escrito desde el respeto y la proximidad. Y tam
bién desde la admiración, aunque la "prudencia" la atenúe
en·
ocasiones. Está dividido en qes partes que estudian su vida como
sacerdote, como obispo auxiliar
de Madrid y como titular de la
diócesis conquense y contiene, además
un apéndice documental
con diversos textos de monseñor Guerra Campos, todos ellos de
extraordína1io interés.
(*) Obispado de cuenca, Cuenca, s.a., 217 págs.
970
Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Sus fuentes, aparte los escritos del obispo, utilizados amplia
mente, son una serie de entrevistas personales con familiares y ami
gos del biografiado, las revistas Vida Nueva y Ecclesia y algunos
autores sobradamente conocidos como Cárcel Ortí. Con ello elabo
ra un trabajo interesante que nos aproxima a esa importante y polé
mica figura eclesial que
ha sido el anterior obispo de Cuenca.
Su infancia y juventud son sin duda lo menos interesante del
libro y las páginas que la narran se nutren sobre todo de testi
monios familiares y
de algunas confesiones autobiográficas del
prelado.
Su participación en la guerra, en el bando nacional, era
un joven seminarista de 18 años cuando fue movilizado, está sufi
cientemente explicada.
Las consideraciones históricas, muy ele
mentales. Tras sus años de seminario y su estancia en Roma y
Salamanca, tenemos ya al joven sacerdote ejerciendo su ministe
rio
en Santiago donde enseguida destacó por sus brillantísimas
dotes intelectuales.
El estudio que Fernández Ferrero hace de esa
época se nos antoja insuficiente. En la entrevista que hizo a don
Jesús Precedo, amigo y contemporáneo de don José debió lograr
mucha más información, pues era la persona más indicada para
darla. Caso de haberla obtenido
no la ha reflejado en el texto.
Pero de lo
e::q,uesto hay motivo suficiente para pensar que don
José Guerra Campos, para algunos el representante apodíctico
del
integlismo español, el obispo franquista por antonomasia, fue
un joven sacerdote progresista. Y relativamente avanzado. El tes
timonio de Barreiro Fernández, ex-sacerdote y ex-alumno de
monseñor Guerra, es bastante significativo: en sus clases de
Historia de la Filosofía, "iniciaba su exposición con los presocrá
ticos y dedicaba a Platón dos largos meses; luego, marginando a
Aristóteles y a los escolásticos a ·quienes no dedicaba ni una hora,
pasaba a estudiar a los nominalistas, a Descartes, para terminar
con Kant. A éste le dedicaba tres meses y terminaba". Cuando
Barreiro esc1ibió estas líneas (1997) estaba muy alejado del pen
samiento del último Guerra Campos,
al que tanto habla admira
do
en su juventud. Pero, de ser ciertas sus palabras, y nada hace
pensar
que no lo fueran, pues fueron publicadas en Santiago
donde tantos recordaban
al brillante profesor, nos parecen bas
tante significativas.
971
Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Su artículo sobre Teilhard de Chardin en Compostellanum
(1957), que
no hemos leido, sospechamos que no era ciitico.
Todo ello hizo que el cardenal Quiroga Palacios: siempre según
el testimonio citado de Barreiro, se preocupara
por las ideas del
joven y brillante sacerdote y encomendara a otro profesor del
Seminario
que revisase los articulos de Guerra Campos antes de
que aparecieran
en Compostellanum. Y también, en esa linea,
hay
que situar su participación en las Conversaciones de Gredos,
a las
que fue invitado en 1958, 1959 y 1966.
Echa1nos de menos en el libro que comentamos un análisis
más extenSO de este "progresismo" de monseñor Guerra que ape
nas queda esbozado. Tal vez por ello, además de por sus desta
cadas dotes intelectuales fue el sacerdote, y después canónigo,
de moda
en los ambientes universitalios y eclesiales de Santiago.
No era de extrañar
que tan brillante eclesiástico, que ade
más
habla tenido una muy destacada intervención en el Con
cilio como perito y asesor del episcopado español, fuera desti
nado al episcopado que le llegó en 1964, como auxiliar del
arzobispado de Madrid,
don Casimiro Morcillo. E inmediata
mente fue nombrado Secretado de la Conferencia Episcopal y
Consilialio General de la Acción Católica. Era ahora el obispo
de moda. Y enseguida, el cambio radical de monseñor Guerra:
la crisis de la Acción Católica y los Movimientos de Apostolado
Seglar. También
en esto se nos antoja insuficiente el texto. Fue
un hecho gravísimo en nuestra Iglesia que Femández Ferrero
despacha
en escasas páginas y poco comprometidas, aunque
intenta salvar la actuación del obispo. A nosotros no nos cabe
la menor duda de que la crisis, gravísima, existía y que monse
ñor Guerra no hizo más que impedir que el temporalismo que
se había adueñado de no pocos dirigentes contaminara a toda
la Iglesia. Creemos que fue
un enorme servicio el que entonces
se prestó y muchos no se lo perdonaron nunca. Pero nos gus
tarian más explicaciones al respecto.
Lo mismo que sobre su
posición respecto a
la Asamblea Conjunta, en la que tuvo tam
bién protagonismo i!llpo1tantísimo.
Su distanciamiento de la Conferencia Episcopal, sus relacio
nes
con Tarancón, en las que el cardenal dio muestras más de
972
Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
una vez de su acreditada incontinencia verbal con expresiones
indignas sobre un hermano en el episcopado, merecerían tam
bién más extensión.
Por fin, su llegada a Cuenca. Y el relato, muy positivo, de su
labor pastoral.
Sin que falten referencias a agresiones que no le
faltaron
al obispo, como la de Martín Descalzo en 1973 o las
sobrevenidas tras el respaldo de monseñor Guerra y otros siete
obispos al cardenal primado,
don Marcelo González Martín, por
sus criticas a la Constitución o por algunos escritos del obispo
particularmente críticos con algunas decisiones políticas, sobre
todo la
Ley del aborto.
La renuncia del obispo y su posterior aceptación son tratadas,
de nuevo, prudentemente. "Quizá el modo de relevarlo de su
cargo careció
en algunos momentos de la suficiente delicadeza".
Sí. No de la suficiente, de una elemental delicadeza, don Fran
cisco Álvarez Martínez.
Libro positivo, con carencias, que sin duda contribuirá a que
trabajos posteriores terminen dejándonos la biografía completa
de esta gran figura de la Iglesia hispana que
don José Guerra
Campos se merece.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGOi'rA
Enrique Zuleta Álvarez: ESPAÑA
EN
AMÉRICA<'>
El profesor Enrique Zuleta Álvarez, catedrático de historia de
las ideas políticas y sociales americanas
en la Universidad Nacio
nal de Cuyo (Mendoza), universidad de la que fue rector,
es a no
dudarlo una de las máximas autoridades en su materia. Hombre
de vasta cultura, de numerosos vlajes, de muchos libros, nos ofre
ce en estas páginas que agavillan estudios variados estampados a
lo largo de casi viente años, Una contribución notable al conoci-
e) Editorial Confluencia, Buenos Aires, 2000, 412 págs.
973
Fundaci\363n Speiro
Si se busca cuál es el hilo que ata los seis capítulos y que dota
de unidad a la obra,
no hay duda que es visión teológica y no
simplemente filosófica de la historia. No hay filosofía de la histo
tia, porque el curso histórico del hombre no puede ser captado
por la razón humana. Hay teología de la historia, en cuanto que
es la Revelación la que nos las claves para leer en ella. Si, ade
más, indagamos cuál sea
el interlocutor al que se dirige con su
escritura que quiere ser transcripción del lenguaje oral, damos en
que es el mundo hispanoamericano. Por ambos motivos, porque
se instala
en la tradición teológica de la historia, y porque con
tiene una apelación a la conciencia histórica de nuestros pueblos,
es un libro que estimamos extraordinariamente valioso.
MIGUEL AYUSO
Antonio Femández Ferrem: GUERRA CAMPOS.
APUNTES PARA UNA BIOGRAFÍA(")
Aunque en el libro no figura fecha ele edición, creemos que
acaba de aparecer la que es
la primera biografía de quien termi
nó sus días como obispo emérito· de Cuenca, CO!l José Guerra
Campos. Editada por el Obispado, es preciso reconocer a don
Ramón del Hoyo, digno sucesor de monseñor Guen·a, que no se
dejó llevar de cómodas "prudencias" y editó y prologó con sen
tidas palabras el trabajo de
un sacerdote diocesano, ordenado por
su antecesor en 1991.
El libro está escrito desde el respeto y la proximidad. Y tam
bién desde la admiración, aunque la "prudencia" la atenúe
en·
ocasiones. Está dividido en qes partes que estudian su vida como
sacerdote, como obispo auxiliar
de Madrid y como titular de la
diócesis conquense y contiene, además
un apéndice documental
con diversos textos de monseñor Guerra Campos, todos ellos de
extraordína1io interés.
(*) Obispado de cuenca, Cuenca, s.a., 217 págs.
970
Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Sus fuentes, aparte los escritos del obispo, utilizados amplia
mente, son una serie de entrevistas personales con familiares y ami
gos del biografiado, las revistas Vida Nueva y Ecclesia y algunos
autores sobradamente conocidos como Cárcel Ortí. Con ello elabo
ra un trabajo interesante que nos aproxima a esa importante y polé
mica figura eclesial que
ha sido el anterior obispo de Cuenca.
Su infancia y juventud son sin duda lo menos interesante del
libro y las páginas que la narran se nutren sobre todo de testi
monios familiares y
de algunas confesiones autobiográficas del
prelado.
Su participación en la guerra, en el bando nacional, era
un joven seminarista de 18 años cuando fue movilizado, está sufi
cientemente explicada.
Las consideraciones históricas, muy ele
mentales. Tras sus años de seminario y su estancia en Roma y
Salamanca, tenemos ya al joven sacerdote ejerciendo su ministe
rio
en Santiago donde enseguida destacó por sus brillantísimas
dotes intelectuales.
El estudio que Fernández Ferrero hace de esa
época se nos antoja insuficiente. En la entrevista que hizo a don
Jesús Precedo, amigo y contemporáneo de don José debió lograr
mucha más información, pues era la persona más indicada para
darla. Caso de haberla obtenido
no la ha reflejado en el texto.
Pero de lo
e::q,uesto hay motivo suficiente para pensar que don
José Guerra Campos, para algunos el representante apodíctico
del
integlismo español, el obispo franquista por antonomasia, fue
un joven sacerdote progresista. Y relativamente avanzado. El tes
timonio de Barreiro Fernández, ex-sacerdote y ex-alumno de
monseñor Guerra, es bastante significativo: en sus clases de
Historia de la Filosofía, "iniciaba su exposición con los presocrá
ticos y dedicaba a Platón dos largos meses; luego, marginando a
Aristóteles y a los escolásticos a ·quienes no dedicaba ni una hora,
pasaba a estudiar a los nominalistas, a Descartes, para terminar
con Kant. A éste le dedicaba tres meses y terminaba". Cuando
Barreiro esc1ibió estas líneas (1997) estaba muy alejado del pen
samiento del último Guerra Campos,
al que tanto habla admira
do
en su juventud. Pero, de ser ciertas sus palabras, y nada hace
pensar
que no lo fueran, pues fueron publicadas en Santiago
donde tantos recordaban
al brillante profesor, nos parecen bas
tante significativas.
971
Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Su artículo sobre Teilhard de Chardin en Compostellanum
(1957), que
no hemos leido, sospechamos que no era ciitico.
Todo ello hizo que el cardenal Quiroga Palacios: siempre según
el testimonio citado de Barreiro, se preocupara
por las ideas del
joven y brillante sacerdote y encomendara a otro profesor del
Seminario
que revisase los articulos de Guerra Campos antes de
que aparecieran
en Compostellanum. Y también, en esa linea,
hay
que situar su participación en las Conversaciones de Gredos,
a las
que fue invitado en 1958, 1959 y 1966.
Echa1nos de menos en el libro que comentamos un análisis
más extenSO de este "progresismo" de monseñor Guerra que ape
nas queda esbozado. Tal vez por ello, además de por sus desta
cadas dotes intelectuales fue el sacerdote, y después canónigo,
de moda
en los ambientes universitalios y eclesiales de Santiago.
No era de extrañar
que tan brillante eclesiástico, que ade
más
habla tenido una muy destacada intervención en el Con
cilio como perito y asesor del episcopado español, fuera desti
nado al episcopado que le llegó en 1964, como auxiliar del
arzobispado de Madrid,
don Casimiro Morcillo. E inmediata
mente fue nombrado Secretado de la Conferencia Episcopal y
Consilialio General de la Acción Católica. Era ahora el obispo
de moda. Y enseguida, el cambio radical de monseñor Guerra:
la crisis de la Acción Católica y los Movimientos de Apostolado
Seglar. También
en esto se nos antoja insuficiente el texto. Fue
un hecho gravísimo en nuestra Iglesia que Femández Ferrero
despacha
en escasas páginas y poco comprometidas, aunque
intenta salvar la actuación del obispo. A nosotros no nos cabe
la menor duda de que la crisis, gravísima, existía y que monse
ñor Guerra no hizo más que impedir que el temporalismo que
se había adueñado de no pocos dirigentes contaminara a toda
la Iglesia. Creemos que fue
un enorme servicio el que entonces
se prestó y muchos no se lo perdonaron nunca. Pero nos gus
tarian más explicaciones al respecto.
Lo mismo que sobre su
posición respecto a
la Asamblea Conjunta, en la que tuvo tam
bién protagonismo i!llpo1tantísimo.
Su distanciamiento de la Conferencia Episcopal, sus relacio
nes
con Tarancón, en las que el cardenal dio muestras más de
972
Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
una vez de su acreditada incontinencia verbal con expresiones
indignas sobre un hermano en el episcopado, merecerían tam
bién más extensión.
Por fin, su llegada a Cuenca. Y el relato, muy positivo, de su
labor pastoral.
Sin que falten referencias a agresiones que no le
faltaron
al obispo, como la de Martín Descalzo en 1973 o las
sobrevenidas tras el respaldo de monseñor Guerra y otros siete
obispos al cardenal primado,
don Marcelo González Martín, por
sus criticas a la Constitución o por algunos escritos del obispo
particularmente críticos con algunas decisiones políticas, sobre
todo la
Ley del aborto.
La renuncia del obispo y su posterior aceptación son tratadas,
de nuevo, prudentemente. "Quizá el modo de relevarlo de su
cargo careció
en algunos momentos de la suficiente delicadeza".
Sí. No de la suficiente, de una elemental delicadeza, don Fran
cisco Álvarez Martínez.
Libro positivo, con carencias, que sin duda contribuirá a que
trabajos posteriores terminen dejándonos la biografía completa
de esta gran figura de la Iglesia hispana que
don José Guerra
Campos se merece.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGOi'rA
Enrique Zuleta Álvarez: ESPAÑA
EN
AMÉRICA<'>
El profesor Enrique Zuleta Álvarez, catedrático de historia de
las ideas políticas y sociales americanas
en la Universidad Nacio
nal de Cuyo (Mendoza), universidad de la que fue rector,
es a no
dudarlo una de las máximas autoridades en su materia. Hombre
de vasta cultura, de numerosos vlajes, de muchos libros, nos ofre
ce en estas páginas que agavillan estudios variados estampados a
lo largo de casi viente años, Una contribución notable al conoci-
e) Editorial Confluencia, Buenos Aires, 2000, 412 págs.
973
Fundaci\363n Speiro