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Número 399-400

Serie XL

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Antonio Fernández Ferrero: Guerra Campos. Apuntes para una biografía

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Si se busca cuál es el hilo que ata los seis capítulos y que dota
de unidad a la obra,
no hay duda que es visión teológica y no
simplemente filosófica de la historia. No hay filosofía de la histo­
tia, porque el curso histórico del hombre no puede ser captado
por la razón humana. Hay teología de la historia, en cuanto que
es la Revelación la que nos las claves para leer en ella. Si, ade­
más, indagamos cuál sea
el interlocutor al que se dirige con su
escritura que quiere ser transcripción del lenguaje oral, damos en
que es el mundo hispanoamericano. Por ambos motivos, porque
se instala
en la tradición teológica de la historia, y porque con­
tiene una apelación a la conciencia histórica de nuestros pueblos,
es un libro que estimamos extraordinariamente valioso.
MIGUEL AYUSO
Antonio Femández Ferrem: GUERRA CAMPOS.
APUNTES PARA UNA BIOGRAFÍA(")
Aunque en el libro no figura fecha ele edición, creemos que
acaba de aparecer la que es
la primera biografía de quien termi­
nó sus días como obispo emérito· de Cuenca, CO!l José Guerra
Campos. Editada por el Obispado, es preciso reconocer a don
Ramón del Hoyo, digno sucesor de monseñor Guen·a, que no se
dejó llevar de cómodas "prudencias" y editó y prologó con sen­
tidas palabras el trabajo de
un sacerdote diocesano, ordenado por
su antecesor en 1991.
El libro está escrito desde el respeto y la proximidad. Y tam­
bién desde la admiración, aunque la "prudencia" la atenúe
en·
ocasiones. Está dividido en qes partes que estudian su vida como
sacerdote, como obispo auxiliar
de Madrid y como titular de la
diócesis conquense y contiene, además
un apéndice documental
con diversos textos de monseñor Guerra Campos, todos ellos de
extraordína1io interés.
(*) Obispado de cuenca, Cuenca, s.a., 217 págs.
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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Sus fuentes, aparte los escritos del obispo, utilizados amplia­
mente, son una serie de entrevistas personales con familiares y ami­
gos del biografiado, las revistas Vida Nueva y Ecclesia y algunos
autores sobradamente conocidos como Cárcel Ortí. Con ello elabo­
ra un trabajo interesante que nos aproxima a esa importante y polé­
mica figura eclesial que
ha sido el anterior obispo de Cuenca.
Su infancia y juventud son sin duda lo menos interesante del
libro y las páginas que la narran se nutren sobre todo de testi­
monios familiares y
de algunas confesiones autobiográficas del
prelado.
Su participación en la guerra, en el bando nacional, era
un joven seminarista de 18 años cuando fue movilizado, está sufi­
cientemente explicada.
Las consideraciones históricas, muy ele­
mentales. Tras sus años de seminario y su estancia en Roma y
Salamanca, tenemos ya al joven sacerdote ejerciendo su ministe­
rio
en Santiago donde enseguida destacó por sus brillantísimas
dotes intelectuales.
El estudio que Fernández Ferrero hace de esa
época se nos antoja insuficiente. En la entrevista que hizo a don
Jesús Precedo, amigo y contemporáneo de don José debió lograr
mucha más información, pues era la persona más indicada para
darla. Caso de haberla obtenido
no la ha reflejado en el texto.
Pero de lo
e::q,uesto hay motivo suficiente para pensar que don
José Guerra Campos, para algunos el representante apodíctico
del
integlismo español, el obispo franquista por antonomasia, fue
un joven sacerdote progresista. Y relativamente avanzado. El tes­
timonio de Barreiro Fernández, ex-sacerdote y ex-alumno de
monseñor Guerra, es bastante significativo: en sus clases de
Historia de la Filosofía, "iniciaba su exposición con los presocrá­
ticos y dedicaba a Platón dos largos meses; luego, marginando a
Aristóteles y a los escolásticos a ·quienes no dedicaba ni una hora,
pasaba a estudiar a los nominalistas, a Descartes, para terminar
con Kant. A éste le dedicaba tres meses y terminaba". Cuando
Barreiro esc1ibió estas líneas (1997) estaba muy alejado del pen­
samiento del último Guerra Campos,
al que tanto habla admira­
do
en su juventud. Pero, de ser ciertas sus palabras, y nada hace
pensar
que no lo fueran, pues fueron publicadas en Santiago
donde tantos recordaban
al brillante profesor, nos parecen bas­
tante significativas.
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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Su artículo sobre Teilhard de Chardin en Compostellanum
(1957), que
no hemos leido, sospechamos que no era ciitico.
Todo ello hizo que el cardenal Quiroga Palacios: siempre según
el testimonio citado de Barreiro, se preocupara
por las ideas del
joven y brillante sacerdote y encomendara a otro profesor del
Seminario
que revisase los articulos de Guerra Campos antes de
que aparecieran
en Compostellanum. Y también, en esa linea,
hay
que situar su participación en las Conversaciones de Gredos,
a las
que fue invitado en 1958, 1959 y 1966.
Echa1nos de menos en el libro que comentamos un análisis
más extenSO de este "progresismo" de monseñor Guerra que ape­
nas queda esbozado. Tal vez por ello, además de por sus desta­
cadas dotes intelectuales fue el sacerdote, y después canónigo,
de moda
en los ambientes universitalios y eclesiales de Santiago.
No era de extrañar
que tan brillante eclesiástico, que ade­
más
habla tenido una muy destacada intervención en el Con­
cilio como perito y asesor del episcopado español, fuera desti­
nado al episcopado que le llegó en 1964, como auxiliar del
arzobispado de Madrid,
don Casimiro Morcillo. E inmediata­
mente fue nombrado Secretado de la Conferencia Episcopal y
Consilialio General de la Acción Católica. Era ahora el obispo
de moda. Y enseguida, el cambio radical de monseñor Guerra:
la crisis de la Acción Católica y los Movimientos de Apostolado
Seglar. También
en esto se nos antoja insuficiente el texto. Fue
un hecho gravísimo en nuestra Iglesia que Femández Ferrero
despacha
en escasas páginas y poco comprometidas, aunque
intenta salvar la actuación del obispo. A nosotros no nos cabe
la menor duda de que la crisis, gravísima, existía y que monse­
ñor Guerra no hizo más que impedir que el temporalismo que
se había adueñado de no pocos dirigentes contaminara a toda
la Iglesia. Creemos que fue
un enorme servicio el que entonces
se prestó y muchos no se lo perdonaron nunca. Pero nos gus­
tarian más explicaciones al respecto.
Lo mismo que sobre su
posición respecto a
la Asamblea Conjunta, en la que tuvo tam­
bién protagonismo i!llpo1tantísimo.
Su distanciamiento de la Conferencia Episcopal, sus relacio­
nes
con Tarancón, en las que el cardenal dio muestras más de
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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
una vez de su acreditada incontinencia verbal con expresiones
indignas sobre un hermano en el episcopado, merecerían tam­
bién más extensión.
Por fin, su llegada a Cuenca. Y el relato, muy positivo, de su
labor pastoral.
Sin que falten referencias a agresiones que no le
faltaron
al obispo, como la de Martín Descalzo en 1973 o las
sobrevenidas tras el respaldo de monseñor Guerra y otros siete
obispos al cardenal primado,
don Marcelo González Martín, por
sus criticas a la Constitución o por algunos escritos del obispo
particularmente críticos con algunas decisiones políticas, sobre
todo la
Ley del aborto.
La renuncia del obispo y su posterior aceptación son tratadas,
de nuevo, prudentemente. "Quizá el modo de relevarlo de su
cargo careció
en algunos momentos de la suficiente delicadeza".
Sí. No de la suficiente, de una elemental delicadeza, don Fran­
cisco Álvarez Martínez.
Libro positivo, con carencias, que sin duda contribuirá a que
trabajos posteriores terminen dejándonos la biografía completa
de esta gran figura de la Iglesia hispana que
don José Guerra
Campos se merece.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGOi'rA
Enrique Zuleta Álvarez: ESPAÑA
EN
AMÉRICA<'>
El profesor Enrique Zuleta Álvarez, catedrático de historia de
las ideas políticas y sociales americanas
en la Universidad Nacio­
nal de Cuyo (Mendoza), universidad de la que fue rector,
es a no
dudarlo una de las máximas autoridades en su materia. Hombre
de vasta cultura, de numerosos vlajes, de muchos libros, nos ofre­
ce en estas páginas que agavillan estudios variados estampados a
lo largo de casi viente años, Una contribución notable al conoci-
e) Editorial Confluencia, Buenos Aires, 2000, 412 págs.
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