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Número 405-406

Serie XLI

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Enrique Ramière: Vida y obra (y II)

ENRIQUE RAMIERE: VIDA Y OBRA (y 11)
POR
EvARISTO PALOMAR MALooNADO
5, El Concilio Vaticano I (1869-1870)
Al final de esta extensa etapa en Vals, y antes del inicio de su
estancia en Toulouse, se anunciaba la convocatoria por Pío IX de
un Concilio Ecuménico. En efecto, la intención del Pontífice se
hacia pública el
26 de junio de 1867, convocando por la Bula
Aetemi Patris de 20 de junio de 1868, para su apertura en Roma
el 8 de diciembre de 1869, a todos los obispos católicos y a quie­
nes
por derecho les correspondiera participar.
La convocatoria de un Concilio a la distancia de trescientos
años del último, el Tridentino,
y ante la situación del mundo, des­
pertó
una enorme expectación que fue más. allá del mundo cató­
lico. Pero, como indica Aubert,
"el anuncio del Concilio recrude­
ció muy pronto la oposición entre las corrientes que se contra­
ponían desde hacía algunos años en el mundo católico: galicanos
y católicos liberales
por un lado y adversarios de las libertades
modernas
por otro" (JO).
Las palabras son significativas porque traslucen justamente el
neo-galicanismo de los católicos liberales,
que no temerán solici­
tar la intervención del Estado contra la libertad del Concilio.
Los
temores por parte de las comentes más abiertas a las ideas
modernas
y por los mismos defensores de la soberanía estatal
(70) AUBERT, R, en Manual de Historia de la Iglesia Vil Barcelona, 1978,
pág. 994.
Verbo, núm. 405-406 (2002), 369-396. 369
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
absoluta, de cualquier modo que se entienda su principio, fueron
reales y dieron lugar a reacciones violentas, según se iban deter­
minando los cauces y esquemas doctrinales para ser sometidos a
la asamblea ecuménica, emergiendo de entre todos los temas el
relativo al de la infalibilidad pontificia.
Las posiciones contrarias
iban desde la simple negación de
un Díllinger hasta la declara­
ción de su no-oportunidad, o más bien inoportunidad
por razo­
nes varias, y principalmente ante
el posible freno de la "vía de la
conciliación", el distanciamiento que acarrearía de la sociedad
moderna y de las iglesias separadas. A los gobiernos les preocu­
paba, efectivamente, su repercusión sobre
la soberarua civil del
Estado,
que en su pretensión o tendencia lo abarcaba todo, y en
concreto, como señala Aubert, "el matrimonio civil, la enseñanza
estatal o las libertades constitucionales" (71).
Entre los franceses destacaban tres nombres
en la actitud ante
el Concilio y su negativa a la infalibilidad, Maret, Dupanloup y
Gratry. Con situación distinta
en la Iglesia de Francia, caben mati­
zaciones ert sus respectivas posiciones.
El primero, Maret, decano de la Facultad de Teología de la
Sorbona, era claramente galicano. Habiendo dado a conocer su
pensamiento
por el escrito La paix de J'Église et Je Concile Gé­
néral (1869), al que siguió como dúplica, Le Pape et les évéques.
Défense
du livre sur Je Condle Général et la paix religieuse, tam­
bién del mismo año
02).
Dupanloup, obispo de Orléans, que jugó un destacado papel
durante los años cuarenta
en la batalla por la libertad de ense­
ñanza, encontrándose comprometido
en la vfa práctica con el
partido católico-liberal
por hacer real la hipótesis en su más
amplio sentido, escondía posiciones,
no obstante, de corte teoló­
gico galicano que su filo-liberal-catolicismo acentuaba. Muy pró­
digo con la pluma,
en vísperas del Concilio veñan la luz, Lettre
sur Je futur Concile écuménique (1868), Lettre de Mgr. J'évéque
d'Orléans
au dergé et au !ldeles de son diocese avant son dépar:t
(71) Cf. ibid., pág. 995.
(72) Sobre Maret, cf. GADILLE, J., "La pensée et l'action politiques des év@ques
fran~is au début de la IT:r", R~publique, 1870/1883, l. Paris, 1967, págs. 89-105.
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ENRIQUE RAM/ÉRE. VIDA Y OBRA
par Rome (10-noviembre-1869), Observations sur la controverse
soulevée relativement
a la définition de J'infaillibilité au prochain
Concile
(11-noviembre-1869), Letire de Mgr. l'évéque d'Orléans
aux prétres de son diocese pour leur communication de son aver­
tissement
á Mr. Louis Veuillat, rédacteur en chef du journal
J'Univers, 2.' ed. (21-noviembre-1869).
Pelletier, partidario de Dupanloup,
poma de relieve en fecha
posterior
al Concilio -1876-la actitud general, y en particular
de Dupanloup, frente a la pasibilidad de definición de la infali­
bilidad
por el Concilio, "baja un lenguaje en apariencia firme y
tranquilo, el obispo de Orleans disimulaba inquietudes serias.
Todo anunciaba
que el Concilio se pronunciaría en lo tocante a
la infalibilidad del Papa, y traería
un golpe decisivo y mortal al
galicanismo. ¡Qué ansiedad para las
que ansiaban ver en la
Iglesia el modelo de los gobiernos parlamentarios!,
un cuerpo
episcopal enseñante y legislador bajo la presidencia del Papa; el
valor de los dogmas y
de las leyes derivando del acuerdo nece­
sario del episcopado con el Papa, y del Papa
con el conjunto de
los obispos, es decir
un control reciproco, un perfecto equilibrio.
Por otro lado,
si se proclamaba la infalibilidad del Papa, toda
posibilidad de ver inclinarse el Concilio hacia las
máximas del 89
desaparecia; y tanto más cuanto que, por el hecho de
una defi­
nición, los juicios ya pronunciados
por el papado contra las
dichas
máximas deveruan irreformables. As! pues, en el interés
del liberalismo era del todo necesario impedir la definición.
As!
se explica la diferencia de conducta entre el padre Dupanloup
recibiendo el bonete de doctor
en Roma, tras haber sostenido la
tesis de la infalibilidad, para salvar el liberalismo ... Del
éxito del
liberalismo ante el Concilio dependfa la pacificación religiosa,
como lo
entendfa el prelado; por consiguiente nadie debe sor­
prenderse de los esfuerzos prodigiosos llevados a cabo
por Mons.
Dupanloup para dificultar la definición" (73).
(73) PEI.umBR, V., Monseigneur Dupanloup. EpJsode de I'hlstoire contempo­
raine, 1845-1875. Paris, 1876, págs. 88-89. La obra de Pelletier tiene tanto más
interés cuanto que
es una apología de Dupanloup. Constituye una base de pri­
mera documentación en la que se recogen escritos tanto de propia mano, como
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
Gratry, con una destacada presencia y un fuerte influjo entre los
medios cultos del clero, presentaba una argumentación teológica
que pretendía hacer fuerza
en los derechos episcopales, la doctrina
de los teólogos y los hechos históricos. De todos modos, bajo la
cubierta teológica, subyacía, según
él, un real problema político.
Ramiere se trasladó a Roma con el Concilio, permaneciendo
hasta el primero
de agosto de 1870. Acudió como teólogo de
Monseñor Gignoux, obispo de Beauvais,
y como procurador del
Cardenal Billiet, arzobispo de Chambéry (74). Durante este tiem­
po, y al objeto de atender la fonnación, piedad e infonnación
de
sus lectores creó como suplemento del Messager el Bulletin du
Concile, que a lo largo de 36 números daría cuenta del desarro­
llo conciliar,
y donde el mismo Ramiere saldría al paso de
corrientes doctrinales y actitudes. En las tareas del Bulletin le
ayudaría
en ocasiones el que fuera colega suyo en Vals, y más
tarde
en el Institute Catholique de Toulouse, el P. Gabriel
Desjardins,
que asistía igualmente al Concilio en calidad de teó­
logo
de Monseñor Desprez, arzobispo de Toulouse (75).
favorables y contrarios, a lo largo de la dilatada vida de Dupanloup. Referente al
Concilio Vaticano 1, Pelletier, sobre los textos aducidos a lo largo del n.º XXVI del
libro, añade una relación
de obras y escritos a consultar en las páginas 98 y 99,
con un total de veintidós. Por supuesto, esta lista puede y debe ampliarse. No
incluye, por ejemplo, los publicados por RamieTe en su BulleUn du Concile diri­
gidos
directamente contra Dupanloup, y de los que se hicieron separata. Sí que
recoge, sin embargo, con el n.º XV, el escrito Episcoporum conscientia in tufo
posita quo ad gravisslmum de pontifJdae infallibJJJtas dellnitione quaesttonem,
Rome, 1870, aunque la da como anónima. (Cf. a este respecto la nota 76).
Entre los estudios pueden consultarse, para un primer contacto, el trabajo de
C. CoNSTANTIN, en el Dictlonnalre de 1héologle Catholique, t. 9, l.ª parte, col. 506-
630, /.JbéralJsme cathollque, en orden a conocer el contexto y las ideas de
Dupanloup, y que se acompaña de referencia de fuentes y estudios. En un senti­
do católico-liberal debe consultarse a R. AUBERT, "Dupanloup", en Dicti.onnalre
d'Histoire etde Géographle EcdfÍSÍasti.ques, XIV, Paris, 1960, col. 1070-1122, y con
perspectiva liberal, la documentadísima obra de J. GADILLE, "La pensée et l'action
politique
des éveqlles fran~is au début de la 11r0
, République, 1870-1883. l. Paris,
1967, págs. 72 y sigs.
04) Cf. GAL'TIER, en la obra colectiva Le Pere Henri Ramtere, Toulouse, 1934,
pág. 246.
(75)
Cf. !bid., págs. 249-250.
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
Galtier subraya el alcance del Bulletin, modesto en su aparien­
cia, como "una fuente de historia, que no hay que desdeñar" (76).
En él aparecieron crónicas de los trabajos conciliares, las mismas
intervenciones de
Ramiere en dichos trabajos, y sobre las contro­
versias emprendidas a lo largo de
1869 por nuestro autor en el
Messager, en la defensa y en el alcance que para la vida de la
Iglesia y el mundo tendría el nuevo Concilio y
en particular la
definición
de la infalibilidad, prosiguió esta tarea en las páginas
del
Bulletin, saliendo al paso de los ataques dirigidos contra la
obra del Concilio tanto de los planteamientos más claramente
racionalistas, como
de los galicanos y católico-liberales. Alguno
de estos trabajos se publicó, ya
en 1869, como el intitulado Les
contradictions de Mgr. Maret (77), y los restantes a lo largo de
1870 como separatas,
L 'abbé Gratry et Mgr. Dupanloup, évéque
d'Orléans (78), L 'abbé Gratry, Je pseudo-lstdore et les défenseurs
de l'Église
romaine (79), La mission du Concile révélée par J'abbé
Gratry
(80), Le programme du Concile tracé par Mgr. J'évéque
d'Orléans (81).
El texto contra Maret consta de siete capitulos de extensión
desigual,
en el que expone siete contradicciones del decano de
la "nouvelle Sorbonne", en expresión irónica de Ramiere. Estas
contradicciones afectarían tanto al fin propuesto, como
al nom­
bre
por el que designa la teoría, sus elementos esenciales, el
método de interpretación escriturística, la autoridad conciliar, su
(J6) lbid., pág. 250. Sobre el Bulletin du Condle, y en el marco más amplio
de Ramii::re y el Concilio ha publicado un e.studio H. RoNDET, ule premier Concile
du Vatican et le P. Ramiere' Messager du Coeur de Jésus, junio 1961, págs. 271-
278. VAWN, en Le Pere Henri Ramlére (1821-1884), Bulletin de /Jttérature Ecclé­
siasttque, 86\1 (1985), pág. 34, no obstante, echa en falta referencia alguna a la
obra anónima
Episcoporum consdentia in tuto posita quoad graviss.Jmam de pon­
tilJce infalllbilitatis definitlone quaestionem. Sommervogel la atribuye a RamieJe,
con el n.º 38 en su Bibliothéque de la Compagnie de ]ésus, t. VI, col. 1426; y para
Vallin, la crítica interna permite confirmarlo. Un ejemplar se encuentra en la Curia
General de la Compañía de Jesús en Roma.
(17) Par~, 1869, 129 págs.
(18) Toulouse-Lyon, 1870, 36 págs.
09) Toulouse-Paris, 1870, 36 págs.
(80) Toulouse-Paris, 1870, 36 págs.
(81) Toulouse-Paris, 1870, 108 págs.
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
aplicación a los hechos del pasado y los mismos frutos que espe­
ra del porvenir. En realidad, Maret,
en su espíritu fuertemente
galicano y favorablemente liberal, lo que propone es
un cambio
radical de
la estructura eclesial, por el que el Pontífice vendría a
ser el representante o primer ministro y mandatario del Concilio
General, regido
por la mayoría de los votos episcopales.
Acerca de Dupanloup,
en el primero de los escritos mencio­
nados le dedicaba la segunda parte dividida
en trece parágrafos
de extensión más o menos regular, donde expone doce equívo­
cos
y una conclusión. Los equivocas afectan principalmente a
cuestiones teológicas, desde el único argumento ofrecido contra
la doctrina de la infalibilidad, hasta el poder de los obispos en el
gobierno de la Iglesia, dedicando los tres últimos a la impresión
de la infalibilidad sobre
el pueblo cristiano, sus dificultades para
el retomo protestante y la oposición
que podía acarrear por parte
de los gobiernos temporales.
Lejos de poder reivindicarse una
especie de sufragio universal en la marcha de las decisiones de
la Iglesia, Ramiere le opone el sentir común de toda la Iglesia, la
fe del Pueblo de Dios, como un testimonio de hecho en la tradi­
ción de esa 1nis1na fe, lo que se manifiesta además en la corrien­
te verdaderamente universal entre los fieles hacia la infalibilidad.
Con relación a la dificultad del protestantismo,
Ramiere, sobre la
misión de la Iglesia como lugar
de unidad verdadera, opone la
vía de la experiencia
en dos sentidos. Primero, el de las conver­
siones inglesas, y
en concreto el testimonio del mismo Manning;
segundo, el de aquellos
que lo hacen todo de la unión, resol­
viendo el problema de las diferencias doctrinales
en el rechazo
de toda verdad. Por último, respecto a las prevenciones
de los
gobiernos temporales, Dupanloup ha ido más allá de la cuestión
en litigio, la infalibilidad, para introducirse en el terreno de la
misma jurisdicción del Primado romano. Acerca de esta cuestión
del
poder directo o indirecto de la Santa Sede sobre el poder tem­
poral
no se trata aquí. No debe confundirse la infalibilidad del
Magisterio, y
en sus límites detenninados, con el oficio de Pastor
universal.
El segundo de los escritos, Le programme du Concile tracé
par Mgr. l'éveque d'Orléans, se divide, tras un prólogo, en dos
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
partes, malentendidos teológicos, dividido a su vez en ocho pará­
grafos, y malentendidos políticos, que precedidos de introduc­
ción se
dividén en siete. El problema de fondo es el de la com­
prensión de lo
que constituye la religión cristiana, y lo que encie­
rran los movimientos contrarios, que especifica nuestro autor
como anticristianos. Mientras la primera representa y es el prin­
cipio de obediencia y libertad, los segundos se mueven bajo el
principio
de la revuelta y de la tiranía (82). Ramiere al sentar este
esquema, lejos de ceder, deja virtualmente resuelta
la cuestión.
En su aspecto teológico, es verdad que lo definido como anti­
cristiano ofrece distintas manifestaciones, por ejemplo, el racio­
nalismo o el liberalismo. Pero guardan una raíz común, y ésta
hoy se presenta como negación del Pontificado. Porque precisa­
mente
un anti-papismo "católico" de influjo racionalista presta
argumentos
al mismo racionalismo, desuniendo y debilitando la
misma Iglesia. Y este extremo es el resultado del galicanismo teo­
lógico. En realidad, la dificultad se mantendría
si se admitiera la
infalibilidad del colegio episcopal
en vez de la del Obispo de
Roma y sucesor de Pedro: ¡Cómo
un hombre (o conjunto de
hombres)
puede ser infalible! La cuestión es de fe, y lo que cons­
tituye la gravedad
de la crisis presente "es únicamente la repen­
tina resurrección
de ·este galicanismo que se creia muerto" (83).
Respecto a los malentendidos políticos, piensa Ramiere
que las
dificultades más serias nacen de las consecuencias políticas y
sociales que de ella se desprenden (84). No es contradictorio con
lo afirmado antes frente a Dupanloup, sino que éste confundía
dos cuestiones. Porque es aquí donde aparecen dos modos
por
completo opuestos de entender la convivencia humana: el de
aquellos que no entienden otra base ni fundamento que
el de la
pura voluntad humana, y el de los que sostienen que su primer
principio natural es de Derecho divino, y
por lo tanto con volun­
tad humana limitada, y
en tanto que cristiana de hecho no admi­
te otro fundamento que el Evangelio.
La situación histórica plan-
(82) Cf. op. dt, pág. 11.
(83) Op. dt., pág. 48.
(84) Cf. op. dt, pág. 53,
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
teada en lo relativo a esto no tiene ningún precedente: la socie­
dad sin Dios es un hecho del todo nuevo, que es esencialmente
contrario a la revelación divina, al orden de la naturaleza y a la
práctica universal de los pueblos. Y
la solución de los antipapis­
tas
no es tal, porque aceptar en tesis la situación sería negar a
Dios lo
que le corresponde. Aunque esto no debe confundirse
con el reconocimiento de una situación que es real, aunque sea
anormal, y que exige una respuesta aqui y ahora, lo que plantea
la hipótesis, y que en detenninadas circunstancias sea preferible
su realización práctica justamente ante la imposibilidad del Dere­
cho, y como via hacia él.
Lo que presenciamos, argüirá Ramiere,
es que la libertad del ciudadano significa la muerte civil del cris­
tiano, y esto
en toda Europa, afectando igualmente a los paises
del liberalismo "moderado" como son Inglaterra y los Estados
Unidos (85). De aqui
que concluya en la necesidad histórica del
Concilio, cuyo fruto será la libertad cristiana edificada sobre la
unidad
que procura la verdad. Y en orden a esto, sobre la
Escritura y la Tradición, resulta providencial la definición
de la
infalibilidad del Romano Pontífice.
Respecto a Gratry, con quien le uniera
una gran amistad y
entrañable afecto
(86), aparecieron las tres requisitorias ya aludi­
das, estudiando
en la primera, la acusación de hereje al papa
Honorio; en la segunda, L 'abbé Gratry, Je pseudo-Jsidore et les
défenseurs de
J'Égllse romafne, las afirmaciones sostenidas por
Gratry según las cuales la argumentación del Pontificado romano
en Bellarmino, Melchor Cano y San Alfonso M.' de Ligarlo se
apoyarían
en las falsas decretales; y en la tercera, La mission du
Concile, que consta de siete parágrafos, el celoso jesuita respon­
de a una acusación frecuente
por la que el Papado está ajeno
siempre, o casi siempre, al espiritu de los tiempos y las nuevas
necesidades:
"la política del Papado es detestable; compromete
los intereses de
la Iglesia, al no comprender las necesidades de
(85) Cf. op. cit., pág. 94.
(86) Cf. la carta de Gratry a Ram~ con ocasión de la aparición de
"L'Apostolat de la Priere", en la obra colectiva Le Pere Henri RamieFe, Toulouse,
1934,
págs. 72 y 73. Cf. también la noticia necrológica que.escribiera Ramiel'e en
Étudescon motivo del fallecimiento de Gratry, noviembre 1872, págs. 704-722.
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ENRIQUE I/AMIÉRR VIDA Y OBRA
los nuevos tiempos. Ciegamente atados a ideas que tuvieron su
época, los Papas se obstinan
en cerrar los ojos ante las tenden­
cias irresistibles
de las sociedades modernas" (87).
En el mismo estudio expone una
magnifica síntesis de las
corrientes antirromanas, tanto de su tiempo como de los prece­
dentes, entre las
que destaca la de Bizancio, de inspiración arria­
na, y la inglesa, de 1natriz cesarista, para detenerse en los casos
alemán y francés, y más en concreto las libertades galicanas.
En los últimos números del Bulletin du Concile recoge las
definiciones y decisiones del Concilio, señalando
en el último, en
su última página, la decisión del gobierno revolucionario de la
naciente Italia de invadir Roma (88).
Conociendo el espíritu de Ramiere es ocioso declarar
que el
Concilio fuera a disponer de todo su tiempo
en su estancia roma­
na. Una ocasión como ésta,
en la que el episcopado universal
casi en su totalidad se encontraba reunido, el carácter universal
del mismo Ramiere habfa de aprovecharla para establecer lazos
más estrechos y acometer otras empresas. Sin duda alguna, ya
conocido
por numerosos pastores, encontraría tiempo para man­
tener entrevistas de cara a dar a conocer personalmente el
Apostolado de la Oración y hacer notar su eficacia eclesial. Pero
una de las empresas en las que pensaba era la de la consagra­
ción de la Iglesia
y el mundo al Sagrado Corazón. En el Bulletin
de fecha 26 de mayo de 1870 aparecfa una noticia a este respec­
to, aunque limitada a
la Iglesia. Con fecha 10 de junio se hacían
públicas las primeras firmas
de los Padres Conciliares elevando la
súplica
de consagración a Pío IX (89). Cuando el Concilio fue
internunpido,
271 firmas habían sido consignadas. La tarea fue
continuada a través del
Messager. viéndose realizada en parte en
1875. Su plenitud, tras haberse recibido en Toulouse hasta un
total de 534 adhesiones de obispos y 23 de superiores generales
(87) Op. dt., pág. 11.
(88) Cf. GALTIER y DunoN, en la obra colectiva Le Pére Henrl Ramiffe.
Toulouse, 1934, págs. 251-259 y 318-321.
(89) Cf., el texto de la súplica en Parra, en la obra colectiva Le Pere Henri
&uniere, Toulouse, 1934, págs. 119-120.
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
de órdenes religiosas, no la verla Ramiere en la tierra, puesto que
el acto de consagración del mundo, y mediando intervención
divina a través de Sor María Droste zu Vischering, fue llevado a
cabo
por León XIII en 1899, habiéndolo convocado universal­
mente
por la encíclica Annum Sacrum (90).
6. Los comienzos de la m República y la revista Études.
A Toulouse, desde Lyon, pasando por Vals (1870-1884)
En agosto de 1870 se encuentra Ramiere de nuevo en
Francia. El 1 de septiembre tiene lugar la batalla de Sedán, con
la victoria de Prusia de manos de Bismarck y el cautiverio del ter­
cer Bonaparte. De hecho,
el fin del conflicto militar será todavía
posterior, el
10 de mayo del 71. Con todo el 4 de septiembre de
1870 se forma un gobierno de defensa nacional que tenía por jefe
al católico general Trochu. La inauguración de la ID República
tendrá
un cierto compás que culmina por su votación efectiva en
una asamblea de monárquicos, de la que brotará una acción per­
tinaz contra la Iglesia
en Francia. Acción política que, en cuanto
a sus cuadros e ideologfa,
se alimenta de la sociedad masónica.
El esquema así descrito se lee en cualquier manual que se
ocupe tan sólo de verificar hechos, y con independencia de la
interpretación particular que se estime oportuna. Dentro de dicho
marco deben contemplarse distintas fuerzas sociales y políticas.
El II Imperio, por el que un revolucionario carbonario era
elevado a la más alta cúpula política
en defensa del "orden" con­
tra la anarquía de
la II República por la burguesfa, el ejército y el
(90) Para conocer más en profundidad la intervención de Ramiere en lo que
León XIII afirmaría como el acto más importante de todo su pontificado, puede
consultarse Al Reino de Cristo por la devoción a su Sagrado Corazón, Barcelona,
1949,
donde se recogen las encíclicas directamente relacionadas con la cuestión,
y que incluye un estudio del Padre Hilario Marín, S. l. Para la relación entre
Ramim y León XIII en Annum Sacrum es de obligada consulta el trabajo de
RAMóN ÜRLANDIS DESPUJG, "El arco iris de la ·Pax Romana•", recogido en Hada el
IV año Jubilar, Barcelona, 1948, págs. 95-114, y publicado con anterioridad en
Cristiandad, 54 (1946), págs. 231-235.
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
elemento rural, contó además en su nacilniento con la no-oposi­
ción e incluso apoyo de elementos católicos, hasta el punto que
Roger escribirá "[los católicos] a los que Napoleón debe su victo­
ria ... " (91). Dejando a
un lado la intención de Roger, que no es
sino la de intentar dar razón de
la política anticristiana de la III
República, la verdad es que el mínimo marco legal, esto es, la no­
aplicación de los principios revolucionarios
en algún sentido, así
como del contenido de los artículos orgánicos impuestos
por
Napoleón a la Iglesia tras el concordato de 1801, permitió una
expansión a la misma, consecuencia de su lenta pero progresiva
recuperación interna que
daría como fruto en la década de los
setenta
una pujante presencia social y un indudable influjo en la
vida educativa y consiguientemente en los mismos ámbitos polí­
ticos. Esto, que era lógico desde la natural expansión de cual­
quier manifestación biológica,
no podía ser bien visto para aque­
llos para los que era justamente esta manifestación de vitalidad,
la misma Iglesia, lo que el Progreso debía atajar. La III República
vino a
poner la cuestión en el candelero al tratar de determinar
una asamblea constituyente no tanto la forma de gobierno, como
los principios sobre los que debía alzarse la convivencia nacional.
He aquí la razón de
que la República viniera de una vez por
todas de manos monárquicas. Tampoco debería de llamar la aten­
ción si se consideran cualesquiera episodios históricos: en la
génesis de la Revolución es importante la participación aristocrá­
tica, e incluso elementos de o emparentados próximamente con
la Familia Real. Si cien años más tarde se encuentra ya una toma
de conciencia
que hace de la expresión del Anclen Régime un
partido legitimista, no hay que extrañarse que entre los que apa­
recen como monárquicos antilegitimistas sea mayor aún la
conciencia de la Revolución y su urgencia exigida por la Historia
y la Humanidad.
Para nuestro personaje esta cuestión era clara. Y el tiempo le
darla la razón. La República republicana tiene su asiento en el
ideal de los monárquicos,
que sobre todas las cosas no desean
0)1) RoGER, J., Ideas políticas de los cat61Jcos fraiiceses, Madrid, 1951,
pág. 238.
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
una inspiración cristiana ni de la República ni de la Monarquía,
sino
que Francia sea Francia y no Roma. Pero la verdad de
Francia, como leemos
en Ramiere a lo largo de la década, radica
en su origen romano, esto es católico. Es lógico, pues, .que el
nacionalismo francés, herencia del absolutismo monárquico y el
romanticismo-idealista, asentado sobre una voluntad soberbia,
más radical desde el voluntarismo de la inmanencia,
no trajera
consigo sino
una lucha redoblada que al mismo tiempo procura­
ba un poder expansivo y una anarquía creciente. Consecuencia
de todo ello, los mismos cauces naturales de
la vida social por
los que habla de discurrir la gracia se iban destruyendo sistemá­
ticamente, a la par
que se tendía a hacer desaparecer cualquier
rastro
de presencia social de la Iglesia: en la familia, en la escue­
la, en los municipios, en la legislación toda.
La estancia en Toulouse alcanzaría alrededor de un año. Es
posible que hacia octubre o noviembre de 1871 se hallara en
L yon como miembro de la redacción de la revista Études. En este
intervalo se dedicó, entre otras ocupaciones, a la redacción de
una nueva obra
que tendáa como cometido completar la doctri­
na expuesta
en la tercera parte de su Les espérances de J'Église,
que ya habla visto su segunda edición, y precedida de una carta
laudatoria de la Secretaria vaticana firmada
por Mercurelli, en
1867. Hablamos de Le triomphe defésus-Christ et de son Églisesur
la terre
armoncé par les Saintes Écritures et preparé par les évé­
nements présents (92).
(92) En el Archivo de Toulouse se encuentran con las signaturas ERTm 266,
267 y 268 tres redacciones de esta obra, la última acompañada de un apéndice
sobre
el milenarismo. Somm.ervogel no la recoge en su relación bibliográfica
sobre Ramiere; cf. Bibllothéque de la Compagnfe de Jésus, RAMIERE, Henri,
Bruxelles-Paris, 1895, t. VI, col. 1416-1432. Sobre la relación con Les esperances
de J'Église, cf. pág. 4, "En nuestro libro intitulado Les espérances ele l'Égllse, exa­
minamos ya en todos sus aspectos la presente cuestión. Dedujimos la certeza del
triunfo
de la Iglesia, no sólo de las promesas de Dios, sino también del estudio
de las leyes de la providencia y de la consideración de las tendencias sociales. La
extensión de la demostración le ha podido quizás restar fuerza; porque, para
poder dar un desarrollo suficiente a todas las pruebas principales, nos hemos teni­
do que reducir a lo estricto de la prueba determinante, esto es, la que se obtiene
de la revelación".
380
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE RAM/ÉRE. VIDA Y OBRA
Para Ramiere los acontecimientos sucedidos, de los cuales la
caída, o mej~r entrega, de Roma era el más impresionante, reve­
laban la pujanza de la misma Revolución y la desorganización, o
peor aún, el desinterés por las cuestiones sociales de los mismos
católicos, y asi lo reflejaba
en la introducción a la obra: "Esta iner­
cia de los cristianos respecto a los intereses sociales
de la Iglesia
es, sin comparación,
uno de los peligros más serios del tiempo
presente" (93).
De esta forma se planteaba dar
una explicación más rigurosa
del fundamento esencial de la esperanza, la revelación, y sobre
este fundamento despertar la conciencia católica hacia una pre­
sencia pública, poniendo, sin embargo, de relieve el carácter
sobrenatural de la batalla.
La obra consta de una introducción y doce capitulos, de los
que el último es al núsmo tiempo la conclusión1 acompañándose
de un apéndice sobre el milenarismo. Cada uno de los capítulos
desarrolla
un texto profético de la Escritura, abriéndose por la
carta a los Romanos,
y, tras el Antiguo Testamento con Ezequiel,
Isaías y Daniel principalmente, examina extensamente el Apoca­
lipsis y las palabras del mismo Cristo. Sigue de cerca a Lacunza,
de quien se separa
en cuestiones puntuales y por los problemas
que suscita su excesivo fervor judaico. Con todo
no dejará de
expresar Ramiere que
si la Compañía de Jesús no hubiera sido
extinguida, al momento
en que Lacunza publicaba su obra, con
ciertas correcciones,
no habría merecido la condena de que fue
objeto
por la Congregación Romana La venida del Mesías en glo­
ria
y majestad (94).
El sentido del manuscrito, en su fin y contenido, no debió
gustar demasiado
en la Curia General porque Ramiere no recibió
nunca el
Jicet De hecho, uno de los apoyos más fuertes para su
argumentación acerca del futuro Reino de Cristo y la paz de las
naciones era la aprobación de los escritos de
Luis M.' Grignion
de Montfort
por la Curia Romana, y la defensa de ellos como abo-
(93) ]bid., pág. 3.
(94) Cf. !bid .• en el Appéndice, cuaderno 1, págs. 4 y slgs.
381
Fundaci\363n Speiro

EVARISTO PALOMAR MALDONADO
gado en la causa que hizo en su momento Monseñor Mercurelli,
ahora secretario de Pío
IX (95). Si Roma había condenado a
Lacunza,
· 10 que Ramiere buscaba era no sólo el Jicet de la Curia
de la Compañía, sino la misma aprobación
por las Congrega­
ciones Romanas. De cara a la Compañía intentó suavizar su posi­
ción sin ceder en lo substancial, y éste es el motivo de las dife­
rentes redacciones con que nos encontramos al presente, e inclu­
so de las más de cien correcciones que refleja el manuscrito que
transcribimos
en nuestro estudio (96). Pero no llegó a conseguir­
lo.
Dudan refleja en su estudio las consultas en que Ramiere se
prodigó, y las recomendaciones recibidas. Alejado de todo "mal­
minorismo", guardó en el corazón una esperanza querida y alen­
tadora de la Fe cristiana "que él creía garantizada por la Escritura
y más digna de Dios" (97).
El motivo del desplazamiento a L yon a fmales de 1871 puede
decirse que fue doble. Por un lado, la creación de la revista Étu­
des en el año 1856 se debía a la necesidad de una presencia de
la Compañía en los medios intelectuales a través de una revista
culta y especializada,
que aunque en sus comienzos y de la mano
de Gagarin y Martinov se fijó
en la cuestión rusa, fue ampliando
su campo de observación hasta interesarse
por todos los asuntos
en un sentido más universal. Pero la orientación de la nueva
revista, débil en su carácter romano, era mal considerada en
Roma. Por otro lado, Ramiere planteaba ante sus superiores el
proyecto
de una publicación dirigida hacia intereses sociales,
marcadamente antiliberal, esto es romana, y al objeto de acome­
ter una apologética social de la Iglesia que
tema también como
finalidad el proyectar la esperanza del Reino
en sus vertientes
religiosa, política y social. Su _encabezado sería precisamente,
Regne de ]ésus-Christ. En palabras de Dudan, sobre el proyecto
de Ramiere conservado manuscrito,
"quería una revista trimestral
al ejemplo de las grandes revistas inglesas, y para lo que espera-
(95) Cf. !bid., págs. 7 y sigs.
(96) Cf. en nuestro trabajo doctoral El pensamiento polftfco de Henrí Ra­
miére, pro manuscripto, Anexo 111.
(97) En la obra colectiva Le Pbre Henri RamJere, Toulouse, 1934, págs. 309-310.
382
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
ba obtener valor y autoridad. En su pensamiento, las cuestiones
sociales ocuparían el primer rango, después las históricas y filo­
sóficas, sin descuidar las teológicas y literarias. En cada entrega,
se recogería la correspondencia
con el extranjero, y una biblio­
grafia limitada a las obras de mayor calado.
Se obtendría de la
Civilta Cattolica, por aquella época en el punto más alto de su
resplandor, el permiso
de traducir in extenso los artículos impor­
tantes.
El Padre Ramiere no disimulaba los riesgos de la empre­
sa. Pero los recursos del conjunto
de casas de estudio de Francia
le parecían suficientes para asegurar un cuerpo de redactores
competentes y al menos algunos escritores. Estando persuadido,
por lo demás, de la absoluta necesidad de conservar en las resi­
dencias y
en los colegios fuertes equipos de apóstoles y educa­
dores,
no dejaba de insistir en la capacidad de la prensa, desde
la urgente necesidad de asegurar a la verdad católica defensores
intrépidos y temidos. Quería
una dirección fuerte, y en cierto sen­
tido autócrata,
aunque la obra fuera común a todas las provincias
de Francia" (98).
En
enero de 1872 aparecía el primer Études de FoUiviere, tra­
tando la Compañía
de reorientar la revista hacia un sentido más
romano y evitando al mismo tiempo una tendencia claramente
ultramontana. Para esa misma fecha publicaba su primera contri­
bución Ramiere, cuya presencia sólo se truncaría
en 1880, con la
clausura
por el radicalismo gobernante de la misma al prohibir la
existencia
de la Compañía de Jesús como tal. No obstante, el
carácter centrista
de las indicaciones de la Curia hizo que la pre­
sencia de Ramiere
no fuera lineal y exenta de problemas. En rea­
lidad, las diferencias filosóficas y políticas con los hermanos
de
orden en la redacción no tardaron en ponerse de manifiesto. Y
así, a finales
de 187 4, escribía Ramiere al Provincial de Toulouse:
"Estoy presto a hacer
por la Compañía todos los sacrificios que
pueda pedirme, pero me parece que esta tierna madre no puede
pedirme el permanecer por más tiempo en lucha con mis her-
(98) !bid., págs. 326-327. Los proyectos de Ramiere se conservan en Toulou­
se bajo las signaturas ERTm 393, 394, 395, relativas a las fechas de 1861, 1868 y
1871 respectivamente.
383
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
manos" (99). Un año más tarde se incorporaba a Vals para pro­
seguir sus clases de filosofía
en el escolasticado. No obstante, los
trabajos
de Ramiere en 1876 se prodigaron en Études casi al
mismo nivel de 1872.
En su conjunto, y dejando a un lado, las interesantes cróni­
cas, seis
en 1872 y otras seis en 1876, junto con las noticias biblio­
gráficas, los escritos de
Études abundan bien en filosofía pura,
como reflexión sobre las causas de su decadencia
en la edad con­
temporánea, bien sobre teología y filosofía social
en sentido
amplio, donde se
tocan temas relativos a los fundamentos del
Derecho internacional o de filosofía jurídica, de filosofía política
(el liberalismo), de moral
en la acción política y social Oiberalis­
mo político y la vía de Le Play hacia la regeneración de la socie­
dad). Temas sueltos preferentemente teológicos (el Corazón de
Cristo, la discusión entre tomismo y molinismo) o especializados
Oos autógrafos de santo Tomás, el acuerdo de santo Tomás y la
ciencia experimental moderna) (100).
Se observa que los temas de filosofía social y más claramen­
te políticos brotan de
la pluma de Ramiere por una razón histó­
rico-circunstancial, que es
la de arrojar luz sobre los aconteci­
mientos según suceden
en la sociedad francesa al objeto de ilu­
minar el juicio y fortalecer la voluntad de los católicos ante
la
Revolución. De modo que sin confundir lo que es esencialmen­
te distinto,
no temía Rarniere bajar a la arena para enfocar la
acción política y social necesaria. Cabe decir que sus trabajos en
la difícil tarea de cumplir mes a mes, están tan a la altura de los
tiempos que proyectan su luz sobre los nuestros. Con todo se
aprecia lo
que en la Escuela se conoce como prudencia política.
Parecerían posturas distintas los trabajos de 1874, sobre la ban­
carrota del liberalismo
-a principios de este año tenía lugar la
proclamación de la República
por una asamblea de mayoría
monárquica, y
por la diferencia de un voto-, y los de 1880,
sobre el liberalismo tiránico y el liberalismo moderado
-con la
(99) Citado por Dudan, en la obra colectiva Le P~re Henri Ramiere, Toulou­
se, 1934, pág. 336,
(100) Cf. para la relación de los trabajos, "BibliograFia", 1, 11:1.5.
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBJ/i!.
III República en su despliegue legislativo contra la presencia ·
social de la Iglesia y la misma Iglesia-. Lejos de manifestar dis­
tinta posición lo
que Ramiere trata es conseguir una vía política
frente
al radicalismo republicano poniendo sobre el tapete una
política de principios, que reconociendo la situación de hecho,
quiere trabajar
en la restauración cristiana del orden social.
Diríamos con otros términos,
que trataba de salvar lo salvable al
objeto de plasmar
en todo su vigor el principio cristiano.
Ramiere, optimista
por naturaleza, tendía una mano a quienes, si
no toda la verdad, afirmaban
al menos parte de la verdad ante
los
que sólo aceptaban el Estado como principio de toda convi­
vencia social
y de cualquier conciencia personal.
Durante esta etapa,
y a partir de 187 4 y hasta el primer año
de su nueva
y última estancia en Vals, dará a la estampa una serie
de escritos sobre
el Apostolado de la Oración. Dichos escritos tie­
nen una triple vertiente:
Primera, los
que se destinan a la dirección de la obra con una
doble vía de compromiso, la seglar y la religiosa propiamente
dicha,
Pratique de l'Apostalat de la Priére, a J'usage des zélateurs
et des zélatrtces
du Sacré Caeur et de l'Apostolat de la Prtere (101)
y Apastalat du Sacré Caeur de Jésus. Pieuse unían des ablates du
Sacré Caeur de Jésus (102). Junto a éste, Unían Apastalique des
prétres
du Caeur de Jésus (103). Esta vertiente es de primer orden
en el pensamiento de Rarniere. Dudan lo ha puesto de relieve, y
de hecho esta Congregación religiosa
-las Oblatas-trabajó
activamente
en la difusión del Apostolado hasta 1882, en que por
una cuestión de gobierno abandonó el consejo de Ramiere (104).
L 'unían apostalique des prétres, concebida por Monseñor
Lebeurier, debe a Ramiere
su impulso y dirección definitiva por
la que se impregna de la vivencia y de la doctrina de los
(101) Toulouse, XI-155 págs.
(102) Moulins, 1874, 102 págs.
(103) Toulouse-Vals, 1876, 56 págs.
(104)
Cf. Dudan, en la obra colectiva Le Pere Henrl Ramit:re, Toulouse, 1934,
págs. 370-371. Cf. Louise-Thérése de Montaignac de Chat.ivance, Bruxelles,
Vromant, 1931, págs. 230, 240, 'r/3, 286-288, 317, 37&-381, 387-388, donde se
alude al papel de Ramie!e. La cita del mismo Dudan, op. cit., pág. 370.
385
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
Ejercicios de San Ignacio y del culto al Corazón de Cristo, lle­
gando a modificar el primitivo plan del fundador
en 1879. En el
fondo se planteaba también
un estilo de acción e incluso de
dirección, semejante al de la anterior congregación mencionada:
frente a
un modelo de vida en común, Ramiere proponía una
comunidad moral centrada en la vida en Cristo al objeto de hacer
más extenso el fruto apostólico.
Se observa claramente la idea del
Apostolado de
la Oración en la mente de Ramiere. Las noticias al
respecto recogidas en el Messager dieron Jugar a que su lectura
en Venecia por Luigi Marini le movieran a fundar dicha aso­
ciación de la que el más eminente de sus miembros fue sin duda
el futuro Papa san Pío X (105).
Segunda, la
que busca la unión de las obras católicas en el
Apostolado de la Oración, como el Rapport
sur J'union des oeuvres
catholiques
dans l'Apostolat de la Priere, ou ligue du Coeur de
Jésus et résolutions adoptées
par J'assemblée des comités catholi­
ques
dans sa derniere séance (106). Esta unión no debía enten­
derse co1no absorción, ni siquiera en su sentido más tenue. En el
pensamiento de Ramiere se trata de que las distintas asociacio­
nes,
según su propio carisma y obedeciendo a razones en la
práctica muy plurales, permaneciendo como tales, vivieran el
esplritu nuclear del Apostolado
en orden a la evangelización del
Reino, y por lo tanto actuando sobre su vida interna sobrenatu­
ral para que fueran más dinámicas, más tenaces, más eficaces. Es
interesante observar cómo las páginas del Messager están abier­
tas a cualquier actividad católica para servirle de cauce, dejándo­
le vivir su propia vida
una vez conseguida la necesaria madura­
ción.
Se entenderla mal la visión de Ramiere al interpretar dicha
unión
en un sentido contrario. Por lo demás bastará repasar la
lista impresionante
de órdenes y congregaciones adheridas al
Apostolado de la Oración, conservando por supuesto su origina­
lidad, y cómo contribuyen, cada
una desde su campo especifico,
(105) Cf. DuooN, !bid., págs. 372-375, Tiene como fuente Dudan la obra de
MGR. OurnoN, Mgr. Le/Jeurler et J'llnJon apostolJque, Paris, Téqui, 1924, págs. 54-
214, 225, 230-236, 238, 244-255, 32G-325.
(106) Toulouse, 1874, 32 págs.
386
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
y siempre con la comunión sobrenatural de ser uno el Cuerpo
Místico de Cristo, a la expansión de la Iglesia. De este
modo se
entendía, desde la legítima pluralidad,
la unidad de vocación y
destino en lo nuclear para todo el Pueblo de Dios.
Tercera,
que se ordena a la manifestación y presencia del
Apostolado de la Oración en los diferentes campos temporales,
como
L 'Apostolat du Coeur de Jésus dans J'usine (107), Discours
a J'occasion du renouvellement de la consécration de J'oeuvre des
Cerdes catholiques
au Sacré Coeur de ]esus (108). Evidentemente,
para Ramiére, considerar al hombre como portando dos concien­
cias y hablando dos lenguajes, desde el sentido común, no deja­
ba de ser
una quimera. Era justamente el dominio sobre la socie­
dad lo que aparecía negado. Por esto la necesidad de informar
las relaciones sociales, según
el orden de la naturaleza, del espi­
ritu de amor,
y concediendo a cada realidad su estructura y lugar
especifico sin falsos reduccionismos ni univocismos, le obligaba
a mirar
por la penetración del mismo espiritu del Apostolado en
los ambientes en los que cotidianamente se desenvolvía la vida
de los hombres. Desde este punto de mira es desde donde cabe
apreciar el alcance de sus
articulos propiamente politicos, que no
fueron comprendidos por regla general ni entonces ni después.
Por estos años se aprecia,
en la correspondencia mantenida
con sus superiores, y en concreto con el P. General Beckx, un
verdadero afán de desarrollar en todo su alcance su genialidad e
intuición
en la concepción del Apostolado de la Oración, y el
papel que debía jugar en el mundo y ante el mundo. Las posi­
ciones
eran diversas, y asi lo refleja sin duda alguna la misma
correspondencia (109).
Lo que no se entendía es que no sólo se
contemplara el mundo desde Cristo, sino
que se propusiera una
lección política en orden a un juicio politico, según el Reino. A
tal punto llegaron las cosas, y
no hemos podido leer directamente
a Ramiere,
que de la lectura de la misma correspondencia del
(107) Toulouse, 1875, 16 págs.
(108) Toulouse, 1876, 16 págs.
(109) Cf. Archivo de la Curia General de la Compañía de Jesús en Roma,
correspondencia del P. Beckx y en especial a partir de 1872.
387
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
General se desprende que nuestro personaje había llegado a
plantear la disolución
tpso facto de todo el Apostolado de la
Oración. El sentido de obediencia en Ramiere era más que nota­
ble, y tampoco podía entender
el llevar adelante una actividad en
contra del sentimiento de la CUria Generalicia. He aquf una de las
razones de buscar aparte
de los apoyos de la misma Curia de la
Compañia, los de la Curia Romana, y preferentemente en la
Secretaría Pontificia y el mismo Papa. Habida cuenta que lo que
no se tuviera por recto y sensato, de no manifestarlo incluso con
asentimiento explfcito,
al punto lo dejaba. Pero la respuesta de la
Curia de vía Borgo Santo Spirito ante semejante planteamiento, y
no deja de ser curioso observarlo, fue la de no impedir explfcita­
mente el trabajo de Ramiere; antes bien, las dificultades plantea­
das con tanta constancia concluían en un "continúe usted".
Ya aludimos al referir la estancia en Roma de 1870 cómo
Ramiere elevó a los Padres Conciliares una petición de consagra­
ción de la Iglesia y el
mundo al Sagrado Corazón. Las circuns­
tancias tan graves sobrevenidas impidieron
que prosperara al
momento la excelente acogida obtenida.
El primer resultado
fehaciente llegaría
en 1875, tarea que junto al voto de Montrnartre
-aunque ésta desde 1871-le ocuparía en estos años. Estos
hechos tan significativos, y
que presentan ya en vida un cierto
triunfo de sus tesis, lo que 1nenor importancia} tenían en su con"'."
sideración, era su intervención más o menos directa. Considerado
en el tiempo, el suyo y el nuestro, la consagración ponía sobre
el tapete las dificultades históricas ante las
que se encontraba el
Pueblo de Dios, y cuyo análisis incluso
en lo puramente natural,
y dejando a
un lado el tema de la solución, sólo arrojaba un
enorme cataclismo social. Ya había sido advertido a lo largo del
siglo
XIX por profundos observadores tanto liberales como católi­
cos. Con todo, el drama
en lontananza era más grave de lo que
una contemplación natural, y era enorme, podía aventurar. Si la
calda de Roma se le mostraba como signo manifestativo de una
sucesión de hechos ya secular, Ramiere
no podía imaginar en su
alcance concreto y antihumano, como nos lo permite la situación
presente, hasta dónde podían rebosar las copas de la ira, y
la
plasmación real de la emancipación social, tras la emancipación
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
polftica, según el pensamiento de Marx (110). Las palabras de
Aubert, siendo católico-liberal y nada partidatio de Ramiere, son
por ello elocuentes al comentar la consagración de la Iglesia al
Sagrado Corazón
por Pío IX, promovida por Ramiere, que "cons­
tituye
una de las más grandes solemnidades que haya jamás visto
el
mundo católico" (111).
Respecto a Montmartre la decisiva intervención
de Ramiere
hizo virar en redondo su sentido, desde una consideración teñi­
da
de resentimiento y chat1vinismo claramente antialetnana, a
una afirmación de esperanza sobrenatural centrada en Roma y
que anhelaba la restauración
de la tradición cristiana primigenia
de Francia.
La posición de Ramiére, en un 1no1nento determina­
do, llegará a hacerse tajante.
Si no imposible, habría sido muy
difícil y enonnemente laborioso sacar adelante este proyecto sin
la desinteresada colaboración y animación
de las páginas del
Messager. He aquí la redacción definitiva del Voeu National
au
Sacré Coeur. "En presencia de las desgracias que asolan Francia
y de las desgracias 111ayores que quizás la an1enazan todavía; en
presencia de los atentados sacrilegos, cometidos en Roma contra
(110) Cf. MARx, K., La cuestíónjudía:. "El comportamiento del Estado hacia
la religión, refiriéndonos al Estado libre, sólo es el comportamiento hacia la reli­
gión de los hombres que forman el Estado. De donde se sigue que e1 hombre se
libera a través del Estado, se libera políticamente, de una traba al entrar en con­
tradicción consigo mismo, al sobreponerse a esta traba de un modo abstracto y
limitado, de un modo parcial. Se sigue además, que el hombre, al liberarse poli­
ticamente, se libera dando un rodeo, valiéndose de un medio, siquiera sea un
medio necesario. Y se sigue finalmente, que el hombre, aún cuando se proclame
ateo, sigue sujeto a las ataduras religiosas, precisamente porque sólo se recono­
ce a sí mismo mediante un rodeo, valiéndose de un medio. La religión es cabal­
mente eso, el reconocimiento del hombre dando un rodeo. Su reconocimiento a
través
de un mediador. El Estado es el mediador entre el hombre y la libertad del
hombre. Así como Cristo es el mediador sobre el que el hombre descarga toda su
divinidad y toda su servidumbre religiosa, el Estado es el mediador al que des­
plaza toda su no-divinidad y toda su no-servidumbre humana", en MARx, Escritos
de Juventud, Fondo de CUltura Económica, México, 1982, pág. 469; KARL MARx­
FRIEDRICH ENoELS, Zur juden Frage, Werke, l. lnstitut für Marxismus-Leninismus
Beim zk der sed. Barlin, 1964, pág. 353.
(111)
FucHE-MARTIN, Histoire de J'Gg!Jse, 1952, t. XXI, pág. 466 Cf. PARRA, en
la obra colectiva Le Pere Henri Ramiere, Toulouse, 1934, págs. 118-121.
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
los derechos de la Iglesia y de la Santa Sede y contra la persona
sagrada del Vicario
de Jesucristo; nosotros nos humillamos ante
Dios, y reuniendo en nuestro amor la Iglesia y nuestra Patria
nosotros reconocemos ante Dios que hemos sido culpables y jus­
tamente castigados;
y para retractarnos de nuestros pecados y
obtener de la infinita misericordia del Sagrado Corazón de
Nuestro Señor Jesucristo el perdón de nuestras faltas as! como los
auxilios extraordinarios
que sólo pueden liberar al Soberano
Pontífice de su cautividad
y hacer cesar las desgracias de Francia,
prometemos, cuando estas gracias nos hallan sido concedidas,
contribuir, según nuestros inedias, a la erección en Pafts, de una
iglesia dedicada al Sagrado Corazón de Jesús" (112).
Los dos años transcurridos
en Vals, desde los últimos meses
de 1875 hasta finales de 1877, le ven de nuevo como profesor de
los futuros jesuitas. De estos años datan sus trabajos de filosofía
y teología social en L 'Associatlon Catholique. Revue des questlons
sociales et
ouvrieres, entre los que destaca su extenso artículo "La
question sociale et la dévotion au Sacré Coeur", donde pone de
relieve la raíz
de la llamada cuestión social que esencialmente es
más bien una cuestión moral, esto es de abandono de los princi­
pios rectores
de la moral política y social (113). En el mismo Vals
retomará los trabajos nunca abandonados de pura filosofía, plan­
teando
un posible acuerdo que cree descubrir entre la metafísica
de santo Tomás
y la ciencia moderna en el estudio de la compo­
sición
de los cuerpos, que publicado en Études en noviembre de
1876, La philosophie scolastlque et la science moderne, seria com­
pletado
por el libro L 'accord de la philosophie de S. 1homas et de
la science
moderne au sujet de la compositlon des corps (114).
Ramiere, que no era tomista estricto, se separaba claramente
en el trabajo mencionado de la escuela de santo Tomás (115) en
(112) El texto lo ha recogido Parra, en la obra colectiva Le Pere Henri
Ramiére, Toulouse, 1934, pág. 127. Cf. el contexto en las págs. 122-129.
(113) Cf. en nuestra "Bibliografia", 1, 11. 1. 2.
(114) Paris, 1877, 112 págs.
(115) Bofill
puso de relieve este distanciamientci de Ramiere en su artículo
"También Francia participó en la iniciación de la Neoescolástica: La aportación del
P. Ramiet'e", cf. en Cristiandad, 48 (1946), pág. 118.
390
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
lo relativo al hilemorfismo. Escritores más recientes han puesto
de relieve, y con acusado sentido antirromano
en el fondo, cómo
las dificultades de Ramiere, cuya causa
habrla que encontrarla en
el grupo de jesuitas liderados por Cornoldi y de tomismo estric­
to,
darlan por resultado precisamente la consideración del Magis­
terio de León
XIII como un "Magisterio de Escuela", esto es de
partido y contra la libertad de investigación y de espaldas al
mundo. Y
en lo que lo más paradójico resultarla el peso con que
se habrla desplomado esta roca "granftica" sobre el mismo
Ramiere, el campeón de la infalibilidad romana.
Serla necesario distinguir aquí un tema de· fondo y un malen­
tendido.
Lo primero, puede ser que obedezca a la labor de la
corriente tomista
de la misma Compañía. Pero en este caso, se
trabaja según lo pedido
por Roma y en favor de la misma
Compañía. A lo cual
cabria añadir que la fama del mismo
Ramiere rebasaba
con enorme amplitud las lindes de Francia. Y
el problema concreto planteado era real. Piénsese todavía, según
se apuntó, que neoescolástica
en Francia y para el XIX no ha habi­
do y
que el mismo Ramiere, realista, era una excepción. El
malentendido es la relación con León XIII en este aspecto como
consecuencia de una larga estancia
en Roma motivada por los
Estatutos del Apostolado de la Oración, y
que debió prolongarse
por espacio de seis meses. El caso es que León XIII dirigió una
carta al General en la que le exponía su queja por la falta de aco­
gida entre los miembros de su orden a los deseos de restauración
filosófica, mencionando explícita1nente a
Ramiere: "Pudimos co­
nocer algunos Padres de la Compañia, como el Padre Ramiere,
de Toulouse ... quienes se muestran contrarios a esta restauración
de la doctrina de la ciencia filosófica, e incluso luchan contra ella
ocultamente". Y
en la que afirmaba, tras alabar la obra de
Kleugten y
la última Gregoriana, su esperanza del retorno a santo
Tomás
por parte de la Compañía (116).
(116) El texto lo recoge Romeyer en su contribución a la obra colectiva Le
Pere Henri Ramtere, Toulouse, 1934, pág. 211, nota l. La carta lleva fecha de 27
de junio de 1879.
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
Fue el mismo Padre General de la Compañía de Jesús quien
elevó a León
XIII una apología en defensa de Ramiere, en la que
ponla de relieve la contribución
de éste, subrayando el retorno a
la autoridad de santo Tomás
en los centros donde desarrolló su
magisterio, su colaboración
con Kleugten contra el ontologismo,
así como la labor
en el Concilio de Puy y la súplica presentada
por el Jnstitut Catholique de Toulouse en orden a la proclama­
ción
de santo Tomás como Patrón de la Escuela Católica.
Respecto a la cuestión de la materia y
la forma, que piensa es
legítima, está dispuesto a seguir los deseos del Pontifice (117).
Ramiere quiso agradar al Papa reeditando y con una dedica­
toria
al Romano Pontifice su La théologie scolastique de 1857, en
la que había abogado por una restauración escolástica; aunque al
P. General -León XIII pisaba fuerte--le pareció más oportuno
preparar otra corregida
en sentido más concreto. Sin embargo, no
conocemos nada acerca de esta posible tercera edición. Sí que
vió la luz la reedición con una introducción de mirada retros­
pectiva del mismo Ramiere. Una apología del mismo Ramiere
sobre Santo Tomás, Saint 1homas, Patron des écoles catholiques,
no consiguió el Jicet de Borgo Santo Spirito y quedó inédita por­
que podría entenderse como
una atenuación de las mismas direc­
trices pontificias, aunque Romeyer
en 1934 la calificaba de exce­
lente y
en absoluto minimizante (118).
Sea de esto lo que fuere, insistiremos
en que en el ánimo de
Ramiere era lo más opuesto la más mínima pretensión de afirmar
algo contra el deseo
de Roma. A cualquiera que considere la vida
de
Ramiere en toda su extensión y ejecutoria le parecerá extraño
y fuera de sentido el comentario irónico sobre el teólogo del
Primado y de la infalibilidad aplastado
por el Primado y la infali­
bilidad (119). A nosotros se nos presenta por completo bajo otra
(117) El contenido de la Apología puede verse en el mismo Romeyer, Jbid.,
págs. 212-213.
(118) Cf. ]bid., págs. 213-216. La apologia inédita es un manuscrito de 36
folios que se conserva en el Archivo de Toulouse, ERTm. 221.
(119) Cf. VAWN, P., I.e Pére Henri Ramitre(1821-1884), Bulletin de Littérature
Ecclésiastique, LXXXVI / 1 1985, pág. 25: "Podemos tener cierta simpatía por este
vigoroso defensor de la autoridad de la que resulta finalmente su víctima, y que
a pesar de sus tormentos interiores o de su sufrimiento no se deja abatir".
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ENRIQUE RAMIERE. VIDA Y OBRA
consideración. Es, sí, sorprendente que en los medios culturales
e intelectuales de los centros de formación eclesiásticos anterio­
res a 1850, y también
en los años posteriores, se levantara una
voz, una sola voz, en Francia para pedir el estudio de la filosofía
y de la filosofía escolástica. Porque Ramiere se movía
en este sen­
tido dentro del contexto de la tradición
de escuela de la Com­
pañía, enfrentada a otras escuelas, tiene el mérito de retomar, por
sentido de Iglesia, aunque fuera en parte, las fuentes de la misma
Compañia
según las Constituciones, y ponerse a trabajar por la
consecución de
una unidad que pasó a ser proclamada, como
exigencia de
la misma vida de toda la comunidad eclesial y en
provecho del mismo hombre, por el más alto Magisterio ya en
vida del mismo Ramiere.
El abandono de Vals quizá pueda presentarse mejor como
la marcha a Toulouse.
Al fin, y sólo en los meses de 1877,
podía hallarse en la ciudad que le permitiría una mejor direc­
ción del
Apostolado de la Oración, por razón de localización.
Aún reina Pío
IX, y la carta de León XIII es de junio de 1879,
casi dos años posterior cuando Ranúere lleva, pues, dos años
como miembro del claustro de profesores del Institut Catho­
lique
de Toulouse.
Los estudios superiores, nacidos como Universidades al calor
de la Iglesia, habían sido estatalizados como consecuencia
de la
Revolución liberal, ya desde la Gran Revolución y de manera
aplastante
por la obra de Napoleón. La Iglesia, y éste era el moti­
vo, nunca se recuperarla de este efectivo golpe, del
que se resin­
tió
la entera sociedad. La campaña por la libertad de enseñanza,
tras sus nulas conquistas
en el tiempo de la Restauración, cobró
especial relieve bajo
la Monarquía del de Orléans, recogiendo
cierto fruto relativo a las enseñanzas medias con el
II Imperio
merced a la ley Falloux. Fue precisamente
en los sesenta donde
se planteó el nuevo frente que traerla consigo ciertos logros en
la década siguiente aprovechando, al menos en este campo, el
rearme
social cristiano y una cierta presencia política. El hecho es
que la Iglesia a partir de 1875 pudo retomar su antigua tradición.
A París,
Lllle, Angers, Lyon vino a sumarse Toulouse. El 7 de
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
enero de 1877 se daba a conocer el proyecto de creación de un
centro de estudios superiores, solicitando alumnos y ayuda eco­
nómica a las familias, a la par que se
hacia pública una carta
colectiva de los Obispos del Sudoeste (de
28 de abril) apoyán­
dolo.
Su sede se encontraba en la rue de la Fonderie, en una anti­
gua abadía de Clarisas, y
muy próxima a la casa que ocuparía
Ramiere a partir de
1880 cuando la exclaustración por la I11
República de la Compañía. El 15 de noviembre del mismo año se
inauguraba
la Facultad de Derecho. Ramiere vino a ocupar cáte­
dra: profesor de Filosofía del Derecho. Lecciones
que continua-
1ia impartiendo en el curso siguiente, 1878-79, pero en la nueva
Facultad de Letras. Y a partir del
23 de noviembre de 1879 pasó
a ocupar
la cátedra de Teología Moral en la inaugurada Facultad
de Teología, teniendo como texto de sus lecciones la
Secunda­
Secundae
de la Suma Teológica de Santo Tomás. De estos últi­
mos años, y ya hasta su muerte como profesor de Moral, son el
Enchiridion redactado para los estudiantes de teología y el texto
latino sobre
la tesis galicana de los dos poderes que el Padre
Beckx
no quiso dejar imptimir (120).
La etapa de Toulouse, centrada en la moral, que ya había
explicado
en los tiempos de Stonyhurst, treinta años antes, y de
Vals, hacia 1860, de modo específico, junto con las gravísimas
situaciones suscitadas
por el gobierno radical de la III República
a partir de 1878, hicieron
que Ramiere centrara sus trabajos en
cuestiones de filosofía política y jurídica: por ejemplo, los manus­
critos en los que se recogen algunas de sus lecciones, y que ver­
san sobre los poderes espiritual y temporal; la anarquía de la
Comuna y la Internacional; o los que aparecieron sobre el orden
social cristiano de la
Revue Catholique des Institutions et du Droit,
y por supuesto los dedicados ex professo a la Filosofía del Dere­
cho, entre ellos
un tratado de Derecho Natural, que a pesar,
según parece, de haber sido editado (121), nos ha sido imposi­
ble hallar.
(120) Cf. en la obra colectiva Le Pff'e Henri RamieI"e, Toulouse, 1934, pág. 360.
(121) Lo señala Sommervogel bajo el título Le9ons de droit naturel, Toulou­
se, 1879.
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ENRIQUE RAMIÍlRE. VIDA Y OBRA
7. Epilogo.
Desde
las vísperas del siglo XXI
Al P. Ramiere, sacerdote de corazón magnánimo, nada utó­
pico,
y esforzado hasta el último aliento, no le debieron trans­
currir sin cierto pesar los acontecimientós, en cuanto a lo huma­
no, no por esperados menos dolorosos. Pero es preciso señalar
que a la hora de su muerte venía su Apostolado de la Oración
a alcanzar el prodigioso
número de 35.000 centros esparcidos
por el universo mundo, con más de tres 1nillones de socios. Y
con todo no era llegada aún la hora de su triunfo, o si se quie­
re de su éxito. Porque a pesar de las reticencias contra las que
siempre luchó en vida, incluso las de la misma Compañía, y que
permanecían tras su muerte en 1884, lo cual explica al menos
en parte un silencio inexplicable, su doctrina, las principales de
sus tesis, se han ido incorporando al Magisterio de la Iglesia a
modo como se suceden los jalones de un camino que tiende a
la 1neta: la consumación del Reino, y la instauración en Cristo
de todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra, de
manera que toda la vida del hombre en cualquiera de sus mani­
festaciones
y el entero cosmos proclamen la gloria del Verbo,
manifestación del Padre
y testimonio palpable del Espíritu.
Desde el acto más grande
del pontificado de León XIII, la con­
sagración del
mundo al Sagrado Corazón, que se recoge en
Annum Sacrum, sólo quince años después de su muerte,
pasando
por san Plo X, Benedicto XV, la proclamación de la
Universal Realeza
en 1925 por Pio XI, la Summi Pontillcatus y
la Mystici Corporis Chrtsti de Pío XII, el genial Vaticano II de
Juan y Pablo, espléndido testimonio de la vitalidad de la Iglesia,
y su desarrollo en el tiempo presente en orden a preparar el
Reino futuro ...
Y esta
puede decirse que es la herencia de Ramiere, y tam­
bién su gloria. O expresado con palabras del mismo Concilio
Vaticano Il: "Como la Iglesia es
en Cristo como un sacramento o
señal e
instrumento de la intima unión con Dios de todo el géne­
ro humano, insistiendo en el ejemplo de los concilios anteriores,
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
se propone declarar con toda precisión a sus fieles y a todo el
mundo su naturaleza y su misión universal.
Las condiciones de
estos tiempos añaden a este
deber de la Iglesia una mayor urgen­
cia, para
que todos los hombres, unidos hoy más íntimamente
con toda clase de· relaciones sociales, técnicas y culturales, con­
sigan también la plena
unidad en Cristo" (122).
(122) Lumen Gentlum, 1. Citamos por la edición bilingüe de la BAC, Madrid,
1965.
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