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Número 405-406

Serie XLI

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Discurso de Consuelo Martínez-Sicluna [San Fernando 2002]

CRÓNICAS
DISCURSO DE CONSUELO MARTÍNEZ-SICLUNA
Queridos amigos de la Ciudad Católica: nos encontramos aquí
reunidos para conmemorar la festividad de San Fernando, caba­
llero de
Cristo, siervo de Santa María, alférez de Santiago, como Je
gustaba llamarse, "ad eta de Cristo· y "campeón invicto de Jesucris­
to" como Je prodamaron los papas Gregario IX e Inocencia IV
Primo de San Luis de Francia cruzado, esposo de Beatriz de
Suabia, nieta
de un cruzado, Federico Barbarroja, por quien se
transmiten los derechos
al Imperio a que aspirara et hijo primo­
génito de Fernando, Alfonso X el Sabio, aquél que reunió en las
Partidas el cuerpo legal de que se nutrió nuestra vida en común.
Fernando
es también nieto de Alfonso Vlll del vencedor de las
Navas, consuegro de Jaime I
et Conquistador, abuelo del infante
Don Juan Manuel, a quien debemos algunas de las páginas
más
bellas del casteilano antiguo.
Por
la sangre de San Fernando se cruzan las líneas que for­
jarán el ser vivo de España, en una perfecta síntesis entre el pue­
blo y sus reyes, en
una perfecta comprensión de una labor que
nos llevará a evangelizar nuevos mundos y a mantener frente a
todos el emblema de
la Cristiandad. Reyes santos y conquistado­
res, que comprenden cuál es el destino de nuestra Patria, que la
unión de reinos es pura atomización si no se hinca la rodilla ante
la Cruz. Reyes que
en sus triunfos hacen que sea la Madre y
Señora
la primera que entre en las ciudades recién conquistadas,
la Virgen de las Batallas, porque
es en su nombre bajo el que la
Reconquista cumple una misión, que es más que la unidad terri­
torial, que
es insuflar et espíritu en el cuelJJO de casteilanos y leo­
neses, de aragoneses y valencianos, de navarros y de astures,
reyes que emprenden la Reconquista como Cruzada, porque
et
papa Jnocencio !JI había concedido que aquel que se alzase con
la Cruz en España
tendrla las mismas indulgencias que et que Jo
hiciera en Palestina.
Reyes que
se apartan, como San Fernando, de los caminos
para
no perturbar con la polvareda de los caballos et paseo de los
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CRÓNICAS
campesinos, reyes que no deyan de serlo aún en el infortunio y la
derrota, porque saben de
una recompensa que no puede medirse
con los parámetros de este mundo. Luego este
mundo nos ha
hablado del pretendido oscurantismo medieval, donde nace la
Universidad, Palencia alma mater de Salamanca, donde surgen
monasterios y poblaciones en intensa comunión. En
uno de ellos,
en la maravilla del Monasterio de las Huelgas en Burgos, velará
sus armas y
se hará caballero San Fernando. Tenemos reyes que
saben y sienten en el
hondón del alma, al decir unamuniano,
cuál es su papel cuando
colocan la piedra primera de la Catedral
de Burgos, cuando construyen en la ciudad imperial por antono­
masia, en la sede primada de
Toledo, una Catedral, de un Toledo
que ha seguido siendo, pese a los embates, pese a los siglos, el pilar
de nuestra
fe, dando ejemplos de santidad en la misma defensa
del Alcázar, allá por la última Cruzada en la que España
se
derramó entera para defender a Cristo, y digo bien, España, por­
que el odio a la
fe, que vertió tanta sangre, que dio el testimonio
del martirio, que Juan Pablo
JI ha recompensado con la beatti1-
cación, era también odio a todo aquello que España había sido
al correr de los siglos, era también el deseo de destruir cuanto
España había conservado, atesorado, dentro de
sí. herencia de
unos reyes que no conocen vicio ni ocio, como diría su hijo
Alfonso el Sabio del rey San Fernando.
San Fernando, promete
no combatir ni una sola vez contra
cristianos, pero alza su espada contra el peligro de la herejía y de
la invasión de
una religión extraña al alma hispana, es benévo­
lo con el vencido, pero cruel con el que se aparta de la honesti-·
dad. Un rey que triunfa y que sabedor de Jo effmero del poder y
de la verdad eterna, en
un Jueves Santo, el primero de los que
vendrán después, imitando a
Jesús, Java los pies de doce pobres
del reino. Tenemos reyes que con su
eyemplo convierten y bauti­
zan a sus enemigos, reyes que reciben la muerte de cara, con la
humildad y la certeza del comienzo de la Vida, sobre un montón
de ceniza y con
una soga al cuello, reyes que anuncian con sus
hechos las glorias de los tiempos nuevos que cantaba el Tudense:
"O, quan bienaventurados estos tiempos en los quales tiempos se
enxalr;:a la fee cathólica, y se corta la maldad herética, y las cib-
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CRÓNICAS
dades y castillos de los moros son desuuydos con cuchillos fieles,
pelean los reyes de España por la fee, y en cada parten vencen, los
obispos y los abbades y derezfa hedifican monasterios, y los
labradores, syn miedo, Jabran los campos,
crían ganados y gozan
de paz y no ha quien los espante ... •.
Reyes que no podrían d,jar de llorar si mirasen, como hada
Quevedo, '1os muros de la patria mía, si un tiempo fuertes, ya
desmoronados', donde 1,jos de ensalzar la fe católica, ésta se
denigra y
se vitupera, la herética pravedad se difunde, las sectas
de todo género, las alianzas antinaturales, se enseñorean y se
convierten en dueños y amos de .haciendas y patrimonios, las
dudades y castillos de los moros, las mezquitas, se alzan desa·
fiantes en el mismo
corazón de nuestra tierra, exigiendo respeto
y toleranda a la vez que
daman por la ofensa de ver una Cruz
en un colegio de monjas. Los que dirigen los destinos del Estado,
no utilicemos vanamente ni el nombre de España ni el nombre de
una autoridad que 110 se merece, ya no pelean por la fe, se ofen­
den dignamente cuando
se les invoca la santidad de San Fernan­
do y prefieren conformarse con ser un mero "Ciudadano Igual­
dadº, tal vez alguno quisiera induso emular a Francisco de Asís,
esposo de Isabel
Il Las consortes, a su vez, se conforman con ser
profesionales,
muy l,jos de las virtudes que adornaban a Beatriz
de Suabia, esposa de San Fernando:
ni modestia, ni bondad, ni
buen juicio.
Tiempos hemos visto en que los obispos y abades, lejos de edi­
ficar monasterios, contribuyen a cerrarlos, dispersando a quienes
en
él vivían, o convierten éstos en un foco y en un semillero de la
negación de España. No
hay espanto que no sea imaginado por
la mente humana que no haya anegado nuestros campos, tal
parece que el error y el pecado han eliminado totalmente en el
hombre
la luz de Dios Creador y la paz es un señuelo bajo el que
se esconde el miedo y el terror en el que vive
una parte de nues­
tra
patria, que fue España antes de que Granada fuera conquis­
tada por los Católicos
Reyes, éstos si que se honraban de que en
sus venas fluyera gozosa la sangre de San Fernando, dando cum­
plido fin
al sueño de su antepasado al cabo de dos siglos: si con
San Fernando Granada se convierte en
UJJ reino tributarlo, con
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CRÓNICAS
otro Fernando y con Isabel cerrará la Península y supondrá el
flnal de la Reconquista.
¿He dicho el flnal? Vosotros, que hoy estáis aquí, sabéis muy
bien el momento en que estamos: tener candencia de que ahora
como
nunca, porque es peor la indiferencia que la lucha, es peor
esta cultura de la
muerte en la que nos hallamos, esta indiferen­
cia, este relativismo que se
ha in!iltrado por las arterias de nues­
tro pueblo, debemos tomar sobre nuestros hombros
la Cruz de
Cristo, aunque sean otros los que se aparten del camino, ante el
peligro de que las palabras y los hechos les remuevan allá
muy al
fondo algo que ya creían muerto. Tener conciencia de que ren­
dirse
hoy es convertir la obra de San Fernando en una obra vada
y hueca. San Fernando no hubiera sentido vencida de la edad su
espada, él que cerró los ojos cuando aún proyectaba cruzar el
estrecho y desafiar el
mismo corazón del Islam.
Admirable
es Dios en sus santos. Admiremos a Dios en aquel
que contribuyó a preservar nuestra
fe, a que en su vida y en su
muerte no pueda ser destacado una sola hazaña, un solo gesto,
que
no represente la defensa de Cristo.
Hoy, y en su nombre, soñemos, como él, luchemos como él, en
esta última
Cruzada del espíritu en la que se debate España, lle­
vemos a
la batalla del siglo en que vivimos primero la imagen de
nuestra Reina y Señora, que para ella sea el triunfo y la victoria,
que seamos como San Fernando, caballeros de Cristo, siervos de
Santa María, alféreces de Santiago.
DOS NUEVAS REVISTAS ITALIANAS
DE HISTORIA
I
Acaba de aparecer el primer número de una nueva revista
semestral italiana,
Annali Italiani, Rivista di Studi Storid, editada
por el Istituto Storico deJJ'Jnsorgenza e per J'Identita Nazionale.
Su director, que lo es también del citado Instituto, es el historia-
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