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Número 325-326

Serie XXXIII

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La dimensión espiritual y religiosa del hombre, la sociedad y el Estado

LA DIMENSION ESPIRITOAL Y RELIGIOSA DEL
HOMBRE, LA SOCIEDAD Y
EL ESTADO
El primado del "ser" sobre el "tener" basado en la verdad
acerca de la persona humana y la jerarquía de los valores.
«Recordar el primado de este talento tiene una importancia
"capital en
la actual coyuntura histórica. El sistema ideológico
"que confería sentido a nuestra vida durante las últimas décadas,
"según sus promesas materiales, desviaba efectivamente este pri­
"mado
hacia el 'tener'. Incluso pretendla considerar la cultura
"según categorías de producción-consumo. Otra cuestión es saber
,,si esta separación fue eficaz.
»Pienso -que, más bien, se ha demostrado poco eficaz. Los
"individuos acostumbrados a ver su
propia existencia según el
"primado del 'tener' y, por tanto, del primado de los valores ma­
"teriales, a menudo · buscaban un lugar en Occidente, donde este
"primado del 'tener' humano está mejor consolidado. No quiero
"decir que ésta haya sido
la causa única y definitiva de dicha de­
"cisión. En todo caso, el materialismo sistemático, en su forma
"dialéctica y; más aún en su forma práctica, sacrifica al 'ser' hu­
"mano en favor del 'tener'.
»Nuestra joven III República debe afrontar ciertamente la
"tarea de la reconstrucción de la econom!a, el aumento del estado
"del 'tener',
según las necesidades y exigencias justas de todos los
"ciudadanos. Pero permitidme constatar con toda firmeza que
"también esta tarea-,sólo se realizq de manera correcta y eficaz ba­
" sándose en el primado del 'ser' humano. La econom!a, en defini­
"tiva, es para la cultura. Se realiza correctamente sólo a través de
"los canales de esta dimensión fundamental de la cultura que es
"la moralidad, . la dimensión ética. Asegurando la precedencia de
"esta dimensión, aseguramos
la precedencia del hombre. El hom­
"bre, en efecto, se realiza como hombre fundamentalmente me­
" diante su propio valor moral.
»Creo que precisamente en esta perspectiva, en la perspectiva
"de la búsqueda de la verdad definitiva acerca del hombre, en la
"perspectiva del primado del 'ser' humano frente al 'tener', hay
"que ver
las relaciones reciprocas entre la Iglesia y el mundo de
Verbo, núm. 325-326 (1994), 445-452 445
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"de la cultura. Diré francamente que me senti muy orgulloso de
"la Iglesia polaca cuando, en tiempos difíciles para la cultura,
"ayud6 a sus autores a cumplir sus deberes
para con la sociedad.
"El provecbo de .la concesión por parte de la Iglesia de. una espe­
" cie de protección a la cultura nacional fue ciertamente bilateral.
"Los artifices de la cultura, además de /r,s posibilidades de con­
"tacto con la sociedad, tan preciosas en aquella época, tuvieron
"la
ocasión de conocer más a fondo las raíces de Europa; algunos
"de ellos incluso han recuperado la fe y la han ahondado. De igual
"forma, esto dio la posibilidad a la Iglesia de una presencia más
"arraigada en la vida social.
»Pero aquellos
eran tiempos e"traordinarios, no del todo nor­
"mal.es. Hoy eimundo de. la cultura está llevando a cabo la re­
" construcción de la autonomía que le es debida. Este. es un pro-
" ceso .natural y ;usto.. .
»Espero,
sin embargo, queridos señoras y señores, que el
"período en
el que la cultura nacional. gozaba, en. cierto sentido,
"de
la protección eclesial haya de¡ado una señal duradera en vues­
"tros ambientes. Espero que
<;omo artífias de la cultura reconozcáis
"ahora
más claramente los fundamentales signos orientadores que
"hacen posible un movimiento auténtico en el campo del espíritu.
"Pienso especialmente
en la verdad acerca de la persona humana,
"que anuncian el cristianismo y la jerarquía cristiana de los va­
nlores».
JUAN PABLO 11: Discurso durante el encuen~
tt9 con el mundo de la cultura, sábado 8 de
junio. L'Osservatore Romano, edición semanal en
lengua española, año XXIII, núm. 29 (1.177),
. 19 de julio de 1991.
La · dimensión "a medida del hombre"- Responsabilidad por
los instrumentos para realizar las exigencias personales y
sociales.
«Vuestra ciudad y el territorio que la circunda, han.conservado
"hasta hoy aquella
dimensión 'a medida· de hombre'; que exalta
"las libertades individuales,
rechaza las masificaciones, hace desa­
"rrollar las capacidades de iniciativa, y hace que la colaboraci6n
"entre
las personas y los grupos sea una posibilidad real y enri­
nquecedora.
»Todo esto es, indudablemente, mérito vuestro. Os animo a
"perseverar
en esta línea de respeto al hombre y a sus exigencias
"personales y sociales. -
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»Los instrumentos que se deben usar concretamente para
"realizarla dependen de vuestra responsabilidtJd y están ligados a
"vuestras opciones. Con todo, esos instrumentos deben ser
cada
"vez examinados a la luz de la enseñanza del Evangelio acerca del
"hombre
y acerca de su vocación terrena y· al mismo tiempo tras­
" cendente, como también a la luz de la Palabra que la Iglesia,
"ºexperta en humanidad' ( Populorum progressio, 13), dice hoy y
"puede decir 'as! como en el futuro, sobre la naturaleza, condi­
"ciones, exigencias
y. finalidades del verdtJdero desarrollo' (Solli­
"citudo rei socialis, 41) de las personas y. de los pueblos».
JuAN PAB~·o. _II:· ·niscu:rso a ,las autoridades y
a la población de · Luca en la Pla1.a Napoleón,
· sábado 23 ·de septiembre~ L'Osservatore Roniano,
edición semanal en lengua española, año XXI,
núm. 42 ( 1.085), Domingo 15 de octubre de
1989.
La sociedad está-· perdiendo el co~tenido más auténtico de los
propios valores al perder su dimensión espiritual y religio~
sa,
con lo cual el progreso económico se revela insatisfac ..
tori~.
«La 'cultura popular' es 'esa unión de principio y vr,¡lores que
"constituyen d ethos de un pueblo, la fuerza que lo unifica en lo
"profundo' y que '.ningún púeblo se hace al margen de este fun-
"damento1. · ·
"
»Una sociedad que perdiera la dimensión espiritual y religiosa
"verla que sus propios valores pierden su qontenido más autén­
"tico. El progreso económico se revelaría ilusorio
y, en el fondo,
"insatisfac.torio·.
»Esto es lo que, en cierto modo, es.tá viviendo la humanidad
"en nuestro tiempo. En particular, el
conformismo generalizado
"de
los deseas y los comportamientos está p/asm!Jffdo una civili­
"zación
uniforme, achatada y saciada de bienestar, pero pobre de
"impulsos
hacia un ideal y de esperanzas, una .civilización pobre
"de alma,: La. ametia:t.a más grave· de seme;ante proceso está preci­
"samente en la.tendencia.a sofocar la dimensi6n trascendente de la
"cultura, empobreciéndola,. nivefándola y vaciándola de su energla.
»Es preciso resistir a esa acción engañosa de nivelación que
"no es a;ena a vuestra -comunidad ciudadana,~ es necesario.· c,on­
"trarrestar los gérmenes de muerte que insidian su estabilidad.
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"U na ciudad es rica en la medida en que es rica su cultura, puesto
"rjue las ciudad.es son: unidades vivas, que tienen una memoria,
"custodian un alma y se sienten orgullosas de su genialidad y su
"vocación específica. Las ciudades pueden llegar a ser fuentes
"inagotables, libros vivos
y faros de luz para el camino de las
)'nuevas generacianes. ,,
. »Me diri¡~ m¿y e;pecÍalm~nte. a v~sotros, .los ·ad,;inistradores.
"Se os ha encomendado, por mandato de los ciudadanos, el patri­
"monio de valores morales de la ciudad, antes que el de los valo­
"res
materiales. Custodiad ese patrimonio, integrad/o, enriqueced/o
"y transmitid/o para el bien de los hijos de esta tie"a, de sus
"huésp'edes y de los muchos .. hermanos que, aunque están le;os,
"pueden sacar de él ayuda y confortación».
JUAN PABLO II: Discurso durante el encuen­
tro con las autoridades y la población de Lodi,
sa'bado 20 de junio. L'Osservatore Romano, edi­
ción semanal en lengua española, año XXIV
núm.
28 (1.228), 10 de julio de 1992.
El orden jurídico debe estar al servicio de la persona.
«Conviene hoy reafirmaf que todo orden jurídico está al ser­
"vicio de la persona y como tutela del bien común, del respeto de
"los derechos inalienables de las personas y de las comunidades.
"Tal sistema jurídico tiene su propia lógica y debe proteger la dig­
"nidad de
la persona humana, que se basa sobre la igualdad fun­
,, damental de los hombres. De este modo podrá suscitar y merecer
"siempre la confianza necesaria para fundar cualquier relación
"humana. Esto es lo que la Iglesia exige y es lo que suscita la
"'communio', que está en la base de la comunidad eclesial y con­
"figura el alma de sus estructuras. Aquella 'communio', que está
"asegurada
en la unidad del Padre, del Hijo y del Esp!ritu y que
"hace
de la Iglesia un pueblo reunido (Lumen gentium, 4), en la
"comunión trinitaria de Dios que es amor (1 Jn 4, 8; 16);
»Todo orden juridico, verdadero y sano debe estar al servicio
"de la persona. Un servicio difícil, que se desenvuelve en una
"sociedad
pluralista, pero muy necesario, si se quiere ayudar ver­
,, daderamente al hombre, asegurándole una vida social equilibrada,
"justa, inspirada
por una moral sana. Un servicio del que está ne­
" cesitada la sociedad internacional y mundial, si se pretende cons­
"truir una sociedad justa y dzgna de este nombre.
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»Para realizar este ideal hay que con()Cer al hombre, su digni­
" dad, sus derechos y deberes, sus aspiraciones cotidianas, sus de­
"seos y necesidades, sus posibilidades de acción y de progreso,
"teniendo en cuenta
el ambiente en que vive, los recursos de que
"dispone,
la ayuda material y moral a la que tiene derecho. La
"norma objetiva, el derecho positivo deben responder a esta ima­
" gen del hombre, como expresión del derecho natural; deben
"tener presentes
las perspectivas siempre nuevas que abren tanto
"la reflexión filosófica y cientifica como el ¡uicio, de la conciencia
"individual; ambas se benefician al estar iluminadas y clarificadas
"por la divina revelación y, como quiso Cristo, por el magisterio
"eclesial».
JuAN PABLO JI: Discurso a la Unión de Ju­
ristas Católicos italianos
el 10 de diciembre de
1988. L'Osservatore Romano, _ edici6n en lengua
española, año XXI, núm. (1.052), Domingo 26
de febrero de 1989.
El valor del individuo y la dignidad no dependen de los sis­
tema·s políticos e ideológicos.
«El valor del individuo y la dignidad no dependen de los sis­
"temas pol!ticos o ideológicos, sino que se fundan en el orden
"natural, en
un orden objetivo de valores. Tal convicción llevó
"en 1948 a la Declaración Universal de los Derechos del Hombre
"de las Naciones Unidas, una piedra miliar en la historia de la hu­
"manidad, que la Iglesia católica ha defendido y ampliado en
"diversos documentos oficiales. Los trágicos 'acontecimientos de
"este siglo han mostrado cómo los seres humanos pueden ser
ame­
"nazados y destruidos cuando los Gobiernos niegan la dignidad
"fundamental de
la persona. Hemos visto que grandes naciones
"han olvidado sus tradiciones culturales y
han dietado leyes para
"exterminar enteras poblaciones y discriminar trágicamente -los
"grupos étnicos o religiosos. También hemos sido testigos de la
"integridad moral de hombres y mujeres que se han opuesto he­
"roicamente a tales aberraciones con actos valerosos de resistencia
"y compasión.
" . . . . . . . . . . . .
»La dignidad de la persona puede ser protegida sólo si la pet·
"sona es considerada inviolable desde el momento de su concepción
"hasta su muerte natural. Una persona no puede ser reducida al
"'status' de medio o instrumento de los demás. La sociedad existe
"para promover la seguridad y la dignidad de la persona. Por esta
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"raz6n, el derecho primario que la sociedad debe defender es el
"derecho a la.vida. Ya sea en el seno materno, ya sea en la fase
"final de la vida, ;amás se debe disponer de una persona para ha­
"cer más fácil la vida.de los demás. Cada persona debe ser tratada
"como un fin en sí misma. Este es un principio fundamental para
"toda actividad humana en la atenci6n sanitaria, en la formaci6n
"de los niños, en la educaci6n y en los 'mass media'. Las actitudes
"de los individuos
o. de las sociedades a este prop6sito pueden
,,medirse 'P()1' .el trato dispensado a quienes por vilrtas razones no
"pueden competir en la sociedad: los minusválidos, los enfermos,
"los ancian.os y los .moribundos. Si una sociedad no considera la
"persona humana inviolable, la formulaci6n de principios éticos
n consistentes se hace. imposible:, asi como la creación de un clima
"moral que fomente la protecci6n 'de los miembros más débiles
"de la familia humana».
JuAN PABLO II: Discurso a los representantes
del Cuerpo académico y de los estudiantes, en
el aula magna de la Universidad de Upsala,
viernes 9 de junio. L'Osservatore Romano, edi­
ción. semanal en lengua española, año XXI, núm.
27 (1.07!)),. Domingo 2 de julio de 1989.
La . democracia actual y el relativismo moral ..
«El lazo entre la democracia y el cristianismo se ha ido pro­
"fundizando a lo largo de los cien años que nos separan de la Re­
"rum novarum. La Iglesia considera que el Estado de derecho y
"los métodos democráticos, con los cuales es posible solucionar.los
"conflictos por medio de
la negociaci6n, el diálogo y la participa­
"ci6n de todos, son elementos importantes para la salvaguardia y
"el ejercicio de .los derechos del hombre en el mundo actual. La
"caída de los totalitarismos confirma
la conveniencia de esa elec­
"ci6n. Sin embargo, cada generaci6n y, en especial la actual, debe
"pensar
y profundizar la relaci6n entre democracia y cristianismo.
»En efecto, existe actualmente
la tentaci6n de fundar la de­
"mocracia en un relativismo moral que pretende rechazar toda
"certeza sobre el sentido de la vida del hombre, su dignidad, sus
"derechos
y deberes fundamentales. Cuando seme;ante mentali­
"
dad toma cuerpo, tarde o temprano se produce . una crisis mo­
"ral de las democracias. El relativismo impide poner en práctica
"el 'discernimiento necesario entre las diferentes exigencias que
"se
.manifiestan en el entramado de la sociedad, entre el bien y
"el mal. La vida de la sociedad se basa en decisiones que suponen
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"una firme convicción. moral. Cuando ya no se tiene confianza en
"el valor mismo de la persona humana, se pierde de vista lo que
"constituye la
nobleza de la democracia: hta cede ante las diversas
"formas de
cormpci6n y de manipulación de sus instituciones. Los
"cristianos comprometidos
en la esfera política tienen precisamente
"el deber de luchar para garantizar el respeto a la persona huma­
"na,
creada y amada por Dios. Al contrario de lo que se pretende
"afirmar a veces, una fe sincera no lleva necesariamente al fana­
,, tismo o al desprecio de las convicciones o puestas. Nosotros con­
"
sideramos que el hombre llega a la verdad y al bien mediante la
"actividad de su inteligencia
y de su voluntad, ayudado por la
"gracia divina. Sólo en esta perspectiva estriba el fundamento de
"la democracia». .
J\!AN PAB~o II: Discurso a algunos . lideres
de partidos 'demócratas bre. L'Ossertiaiore Romano, edición selll_i1lla! en
lengua española; año XXIV, núm. 1 (1.201), }
de enero de 1992,
Ninguna forma .de democracia pu~.dt sobrevivir si no extrae
su fuerza fu.tima· de, un fundanií,nto moral.
«Ninguna experiencia polftica, ning ... na farma de democracia
"puede sobrevivir, si falla el recurso a una moralidad común de
"hase. Ninguna ley escrita es capaz de garantizar la convivencia
"hum12na, si no extrae .su intima fuerza de .. un · fundamente> indral
"( cf. L'Osservatore Romano, edici6n en }en gua española, 14 de
"febrero de
1982, pág. 6)».
·JuAN PABLO II: Discurso .. durante el encuen­
tro con las autoridadea 'y la poblaci6n de Lodi,
sábado 20 c1e· junio. L'Osseroatore Romano, edi­
ción semanal en lengua española, ajio XXIV
núm. 28 (1.228), rn de julio de 1992.
La .neéesidad. de-coniunidades· locales. capaces de sacar nuevas
· energías de solidaridad.
«Si queréis que la familia .ylos centros de educación sean pro­
"tagonistas en esa labor, podréis implicar las me¡ores fuerzas de
"esta diócesis y obtener que, en las realizaciones concretas, la
"libertad y la verdad caminen ¡untas. La civilización actual, que
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"marcha cargada de tensiones y de esperanzas hacia el año dos mil,
"tiene necesidad
de comunidades locales capaces de sacar de su
"patrimonio nuevas
ene,,glas de solidaridad, de solicitud atenta
"hacia
las nuevas necesidades, de orientaci6n y apoyo para las
"i6venes generaciones, de traba¡o y ,d,,, actividad empresarial ge­
"nerosa.
"
»Una. sabia desc~trdiza;ión," ad~mds d~ f;,,orecer el creci­
"miento de las personas y las comunidades, hace que las aporta­
" ciones de la tradici6n histórica v cultural tengan una importancia
''más .orgánica y positiva.
"
»Evit;d ciudtdos;,,,,;,te l~s e~colÍos de l;s p~rti;,larÍsmo~ te­
"rritoriales, ideol6gicos y de categorla, y afrontad unidos los pro­
"btemas más arduos, buscando su solución con una actitud de
"confianza reciproca ,y, colabqraci6n leal.
»Aceptad el reto de ,este momento verdaderamente histórico
"con recta conciencia) coitip01'tamiento transparente y realismo
"crítico, pero también
con un entusiasmo siempre renovado».
JUAN PABLO Il: Discurso durante el encuen­
tro con las autoridades y la población de Lodi,
sába.dO' -:20 de junio. L'Osseivatore· Romano, edi­
ción semanal en lengua española, año XXIV
núm. 28 (1.228), 10 de julio de 1992.
Iglesia Estado eón -poderes dlstintos y autónomos pero arm.o­
n'iosamente compenetrados.
«Es el mismo Maestro, el Buen Pastor, el que nos recuerda:
"'Dad al César lo que es del Césear' (Mt 22, 21). Del Evangelio
"brota diáfana la voluntad de Dios revelada
por Cristo y en Cristo:
"Rey, sí, pero 'no de este mun(f.o' (Jn 18, 36). Dios quiere que
"sean dos los poderes que gobiernen
la ciudad terrena y la ciudad
"celeste,· poderes distintos y autónomos, armoniosamente compe­
"netradas».
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JUAN PABLO H: Alocución a los , obispos de
la Región Sur-3 de Brasil en visira «ad Limina
Apostolorum». L'Osservatore Romano, edición
semanal en lengua española, año XXI, núm. 11
(l.107), Domingo 18 de marzo de 1990.
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