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Número 325-326

Serie XXXIII

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La ideología de los valores: religión del hombre

LA IDEOLOGIA DE LOS VALORES: RELIGION
DEL
HOMBRE.
POR
· CARLos Rmz MI.9UEL, (*)
P qra Elena y para DiegQ
l. El lenguaje y el pensamiento actual, ,incluso eclesiástico,
está impi:egnado. de valo~. Id!;as jurídic'IS como la justicia, pre­
ceptos evangélicos coq,o .la caridad o realidades físicas como. la
propia vida, que siem¡,re se han . llamado «justicia», «caridad», o
«vida» a secas, parece que carecen de contenido si no
seJe~ ante­
pone el término. «valor», de tal suerte que .hoy leemos. y oímos
acerca del «valor justicia», el «valor
caridad.» d el «valor vida».
Incluso en el lenguaje eclesiástico la expresión «valores cristianos»
ha desplazado casi. totalmente a otras expresiones que. se, han ve­
nido utilizando siglos y siglos como «dogmas cri~tianos» o «virtu­
des
cristiauas». La terminología de los valores·Io inunda todo, Pero
la cuestión no
es sólo terminológica sino que es más profunda:
¿en. qué medida la . terminología de; valores no introduce uu .«pen­
samiento de los valores»?
Y,J\> ,que ,es m,ís importante, ¿gué
consecuencias acarrea ese «pensamiento
de los valores»?
2. Como Ortega reconoce,
hásta fines del últmo siglo no
existían más estudios sobre
el valor que los referentes al valor
económico (1),
Es evidente que en el lenguaje clásic1>, anterior al
(*) Profesor de Derecho O,nstitucional. Universidad de Santiago de
Compostela.
(1) ORTEGA Y GASSRT, José: «Introducción a una Estimati\i"a: ¿Qué
son los valores?», en Obras completas, t. VI, Revista de Occidente, Madrid,
Verbo, núm. 325-326 (1994), 565-574 565
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siglo XIX, se habla poco de valores. Se habla de ideas, virtudes,
dogmas o bienes, pero no
de valores. Aunque Ortega opina que se
recurre al empleo del vocablo «valor» precisamente cuando pare­
cen inservibles todos
los demás conceptos para entender ciertos
fenómeno& ( 2 ), , quizás sea, más acertado pensar que se recurre al
vocablo «valor» cuando los demás conceptos abdican de su signi­
ficado o cuando la confusión
se apodera de las mentes.
Ortega examina de forma exhaustiva
la bibilografía sobre los
valores aparecida entre 'finales del
XIX y principios del =, pero
no deja de ser extraño que apenas dedique dos lineas a Nietz­
sche) 3 ); que rr.e parece que constituye el auténtico punto de infle­
xión en el desarrollo de la ideología-filosofía de
los valores.
, 3. Para Nietzsche un valor es el fruto de una valoración
subjetiva. Así habla
acerca del «derecho a crearse valores nue­
vos» ( 4) o se dirige a los que «con vuestros valores, ... vosotros
los
'valoradores» (5). Seg6n el filósofo alemán, «lo que tenga un
valor evidente
respecto a la máxima capacidad posible de una raza
para sobrevivir ..
'. no tendrá en modo alguno el mismo valor si se
trata, por ejemplo, de, formar nll' tipo más fuerte; El bien de la
mayoría y el bien de la minoría constituyen perspectivas de valo­
ración 'antitéticas ; considerar que
el primero tiene en si un valor
más elevado es algo que vaniós a dejar a la ingenuidad de los
biólogos ingleses»
(6). En definitiva, es claro que el valor es una
1961 (5.• ed.), págs. 315 y sigs.,'Jü. Este trabajo se publicó originariamente
en el núm. IV de la Revista de Occidente (1923).
(2) ÜRTEGA; ~p. cit., p~g. 316.
(3) Lo único que dice Ortega de él es que «toda una generación se
ha encendido al_ calor quf: irradiaba el lema_ de Nietzsche: Transmutación
_de los valores». Vid. ÜRTBGA, op. cit., pág. 316.
(4) NÍET7.SCÍIE, .Federico: «De las tres ·transformaciones», en Así habló
Zarathustra, trad. J. C. García Borrón, Orbis-Origen, Madrid, 1982, pág. 63.
(5) NIETZSCHE, «De la superación de sí mismo», en Así habl6 ... ,
pág. 157.
( 6) NIETZSCHE~ Federico: Genealogía de la moral, edición de Enrique
López Castell6n, PPP ediciones, Madrid, 1985, Primer tratado, cap. 17,
pág. 76.
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LA IDEOLOGIA DE LOS VALORES: RELJGJON DEL HOMBRE
apreciación esencialmente relativa y subjetiva, esto es, humana y,
por lo mismo, no puede tener un carácter objetivo.
Sobre esa premisa Nietzsche niega que la Etica cristiana
sea
una ética objetiva, antes bien, a su juicio es una ética de los va·
lores. Así critica la presunta afirmación de Y ahvéh de que «todos
los valores han
sido' ya creados; Yo soy todos los valores» (7).
Y, de
modo más claro, afirma que «hay que criticar los valores
morales, es preciso poner en tela
de juicio en algún· momento el
valor mismo de ta/,es valores. Y pata ello se requiere conocer las
condiciones y
circunstancias en las que aparecieron aquéllos, y en
las que
se desarrollaron y cambiaron... Este conocimiento no ha
existido hasta hoy, ni tampoco se ha
deseado-tener. Se conside ..
raba que el valor de esos "valores" es algo dado, real e incuestfo ..
nable» ( 8 ). En definitiva, el razonamiento transmutador de Nietz ..
sche es el sigiuente: los valores son subjetivos, la Etica. cristiana
se basa en valores, ergo es una Etica subjetiva y no objetiva como
pretende.
·
.
4. A comienzos del siglo XX, diversos filósofos quedaron
fascinados por los valores
y construyeron una Etica de los valo·
res. Ortega también se ocupó de los valores, impresionado por el
libro de Max Scheler Der Formalismus in der Etbik (1913). Qr ..
tega reconoce que el mundo del ser y el mundo del valer son dos
ordenaciones distintas, si bien estima qué son compenettadas (9).
El filósofo español perfila la noción de los valores en varias
eta·
pas: en primer lugar, estima que no son las cosas agradables ( 10) ;
en segundo lugar, que no son las cosas deseadas o desables ( 11) ;
en tercer lugar, que no
son algo subjetivo, sino objetivo ( 12); en
cuarto lugar, que son cualidades irreales residentes en
las co-
(7) NmTZSCHE, «D~ las tres transformacion~», cit., pág. 62.
(8)
NmTZcHB, -Geffealogía ... , cit., Prólogo,_ núm. 6,. pág. 43.
(9) ÜRTEGA, op. cit., pág. 318.
(10)
ÜRTEGA, op. cit., pág. 319 y sigs.
{1!) ÜRTEGA, op. cit., pág. 323 y sigs.
(12) ÜRTEGA, op. cit., pág. 325 y sigs.
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sas (13); y, Hnalmente, en quinto lugat, que. su.conocimiento es
absoluto y cuasi matemático (14), na.& menos.
Or1ega, consciente .del pu,rctum .dolens de ]a_ teoria de los va­
ldres, se esfuerza especialmente en intentar convencernos de que
10$ valores .no son subjetivos, sino ohil'tivos. Pero a veces, el len­
guaje le traiciona. Así, en
un lugat, cuando intenta combatir la
teoría de Meinong,
confotllle a la cual el va.lor es el catjz. que sobre
el objeto proyectan los . sentimientos de agrado y desagrado_ del
sujetQ (teoría subjetiva), afirma que «lejos de parecernos bueno
un hombre
.. porque nos agrac:4<, _ lo que -positivamente acaece en
nue*a conciencia _ es que nos agrada _ porque nos -parece bue­
no» ( 15). En_ efecto, no dice Ortega que agrade porque sea bueno,
sinQ porque ,;os parece bueno. El subjetivismo sigue presente. En
otro lugar, indica que «se nci& presenta, pues, el valor como un
catácter QbjetivQ consjstente en. una di_gnidad positiva o. negativa
qu¡,-en 111 actp de valorl!ci6n-reconocemqs» (16) (subrayado mío).
¿Quién decide (re~noce) el carácter de positivo o de negativo
de esa dignidad? ¿Somos nosotros? Finalmente,
el propio Ortega
nos dice que «d ~stimar es una. fµn<;ión psíquica real . . . en que
los-valores se nos hacen patentes, y ~~eversa, los valores.no erige
ten sino para sujetos dotados de ]a. fac;ultad estimativa, del mismo
modo que la
,igt¡alc4d y la diferencia sólo el'isten para ser~ capa­
ces. de S haJ,larse dé ciel:ta subjetividad en el v~or» (l. 7). -. _
_
La_ -es¡;ructu,ra _ .del valoJ?_ tambi6t fue . analizada por Ortega,·
p~a quien en los. val?tes hay tres_ dimensiones:. su cualidad, su
(B) ÜRTEG;, op. dt., pág, 328 y sigs.
(14) ÜRTEGA; op._-cit., •pá¡¡. 330 y ¡úgs.
(15) ORTEGA,-op. cit., págs. 321 y 32t.
(16) ÜRTEGA, op. cit., pág. 327.
(17)
ÜRTEGA, op. cit., pág, 330. Es altamente jnteresante comprobar que
Ortega equipará· 'los valorés ··a cualidades, comO 111. igtialdad y la· diferencia
que él mismo C011sidera como· «reiaiivas»-·(op. ·-dt., -pág·: 329). Sin ·emba!go,
más adelante afirma que «la Estimativa o cietl.citf."de los válores será asimismo
un sistema de verdades evidentes e invilridhles-, de tipo parejo a la matemá~
tica» (op. cit., pág. 331). Adviértase que hoy.día i.. igualdad se lui conside­
rado un «valor».
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LA JDEOLOGIA DE LOS VALORES: RELJGION. DEL HOMBRE
rango y su materia. Las dos primeras son las que aquí interesan.
Por lo que hace a su
cualidad, afirma que, a diferencia de las
realidades que no son nunca stricto sensu negativas, un valor es
siempre positivo o negativo. En cuanto a su rango, afirma que
«es esencial a todo valor ser superior, inferior o equivalente a
oi:ro» (18). Ahora bien, lo anterior no cierra, ·sino que abre los
problemas.
En prililer lugar, cabe plantearse tanto en relación ·a
la cualidad como al rango: ¿ quién decide si un valor es positivo
o negativo, o
si es superior, inferior o equivalente a otro? La
cuestión es trascendental. ¿Decide Dios o el Hombre? En el úl­
timo supuesto, ¿se decide por unanililidad de. la humanidad o no?
Caso de
que no se admita fa unanimidad, ¿en qué situación queda
el disidente? Pero hay también un segundo problema adicional
en relación
al rango. Tratándose de cosas el rango es algo. muy
discutible: no
se puede decir si es superior una naranja.a un lililón.
La posibilidad de ubicar en una misma escala los diferentes valo­
res ,parece que requiere despojar .a las cosas valorizadas de lo que
les
es propio: ¿cómd si no pueden compararse, como hace Orte­
ga,. «valores» tan distintos como la elegancia o
fa bondad moral?
5.
El contrapunto a esta filosofía de los valores lo vai:J.. a
poner Weber desde la Sociología y Heidegger desde la Metafísica.
Según Weber es el individuo quien establece· 1os · valores con liber­
tad de decisión completa y puramente subjetiva. Para el gran
autor
alemán, «siempre que un hombre de ciencia se presenta con sus
propios juicios de valor cesa su: plena comprensión de la reali­
dad» (19). Weber
se pregunta ·«cómo sería posible llevar a una
misma
valoración a un creyente católico y a uQ ,masón en una clase
sobre historia de la religión o sobre los tipos de Estado y de Igle­
sia» (20). La libertad puramente subjetiva de establecer valores,
sin embargo, trae como consecuencia. que «l~s disthitos sistemas
(18) ÜRTEGA, op. cit., pág. ;l3:/.
(19) : WEBER, Max: «La Ciencia como profesión», en In.: L,¡ Ciencia
como profesión. La Política como· profesi6n,._ed.iei6n y traducción.de Joaquín
Abellán, Espasa Calpe, Madrid, 1919, pág. 76.
(20) WEBER, op. cit., pág. 77.
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CA1U.OS RUIZ MIGUEL
de valores del mundo se encuentran entre sí en una guerra irre­
solnble» (21): en efecto, no
parece posible «decidir "cienúfica­
mente" entre el
valor de· la cultura francesa y la cultura alema­
na» (22), lo qne para uno es el diablo, para eLotro es Dios (23).
Heidegger, por su parte, observa que
es en el siglo xrx cuando
se .comienza a hablar corrientemente de valores, pero sólo con la
divulgación de las obras de Nietzsche
se hizo popular el hablar de
valores. Así se
empezó a hablar de «valores vitales», «valores cul­
tutales», «valores eternos», de una «jerarquía de valores» o de
«valores espirituales», valores cuYa existencia se ·creyó.descubrit,
por ejemplo en la antigüedad. ¿Qué significado tienen los valores.
para Heidegger? Su respuesta es contundente y precisa: el valor
y lo váUdo son un «sustitutivo positivista de lo metafísico» (24 ).
Heidegger no dejó de insistir en que la filosofía occidental
había «olvidado el
ser»,· la pregunta sobre el ser, para centrarse
en el ente. Ese giro fatal comienza en 1a filosofía socrática y su
afirmación de que «el hombte
es la medida .de todas las cosas».
Ese olvido era la causa de que Heidegger preconizara
la destruc­
ción del contenido tradicional de la ontología antigua (25). Ahora
bien,
si resulta que, como dice Ortega, el problema del ser es
distinto del problema del valor (26), podemos concluir que los
valores, son un p,,so.más en el olvido del ser. Así puede enten­
de lo metaf!sico.
6. Sobre estas bases ha sido Car! Schmitt

quien ha llevado
la crítica. de los valores a sus últimas consecuenciils y ha puesto
en evidencia lo pellgroso de su utilli,ación en el Derecho y aun
(21) WEBER, op. cit., pág. 78.
(22)
WEBER, op. cit., pág. 78.
(23)
WEBER, op. cit., pág. 79.
(24) HEIDEGGER, Martín: «Nietzsches Wort "Gott ist tot"», en Holz.we­
_ge, Vittorio Klbstetmann; Francfurt, 1950, págs. 193 y sigs., págs. 209-210.
(25) HErnDEGGER, Martín: El ser y el tiempo, trad. de José Gaos, FCE,
México, 1974 (5.' ed.), pág. 33.
(26) ÜRTEGA, op, cit., págs. 316, 318, 328, 330.
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LA IDEOLOGIA DE LOS VALORES: RELIGION DEL HOMBRE
en la Teología y en el lenguaje de la Iglesia (27). Schmitt con­
cuerda con Ortega en que los valores no tienen un ser} sino una
validez. El valor no es, sino vale. El valor, sin embargo, implica
un
afán muy fuerte a la realización. No es real, pero está rela­
cionado con la realidad y está al acecho de ejecución y cumpli­
miento (28).
La validez de un valor tiene que ser continuamente
actualizada, es decir, hacerse valer, pues si no, se disuelve en
vana apariencia. Quien dice valor quiere hacer valer e imponer.
Las virtudes se ejercen, las normas
se aplican, las órdenes se cum­
plen ; pero los valores se establecen y se imponen. Quien afirma
su validez tiene que hacerlos valer (29). Esta agresividad es la
consecuencia lógica de la estructura tética y subjetiva del valor y
se produce continuamente por Iá realización concreta del valor (30).
Esto
se intentó solventar pretendiendo un carácter «objetivo»
de los valores ( 31), pero así no
se hizo más que introducir un
nuevo momento
de agresividad
en la lucha de las valorizaciones,
sin aumentar lo más
. míuimo la evidencia objetiva para los que
piensan de manera distinta. En consecuencia, no
se superó la teo­
ría subjetiva de los valores.
No se consiguen valores objetivos
simplemente con el truco de velar los sujetos y silenciar· quiénes
son los portadores de valores cuyos intereses suministran puntos
de vista
y puntos de ataque del valor. Nadie puede valorizar :sin
desvalorizar, revalotizar, valoricidar o explotar (32).
(27) ScHMITT} Carl: «La tiranía de los valores», Revis,ta df: Estudios
Politicos, núm. 115 (1961), págs. 65 y sígs.
(28) ScHMITT, op. cit., pág. 68.
(29)
ScHMITT, op. cit., pág. 71.
(30) SCHMITT, op. cit., pág. 72.
(31)
Así en ÜRTEGA, op. cit., págs. 326-327. En su opinión, no sólo
los valores, también las «valoraciones» se mueven en el mUD.do de la obje­
tividad (op. cit., pág. 332). Además de Ortega, ha' habido alguoa otra tenta·
tiva de objetivar los valores distinguiendo entre valor (objetivo) y valoración
(subjetiva).
Vid. PETRA MARÍA PÉREZ ALONSO-GETA, RICARDO MARÍN IRA­
ÑEZ y GONZALO VAZQUEZ GóMEZ: Los valores de los niños españoles} SM,
Madrid, 1993, págs. 11-12. Creo que el propio contenido de la obra des­
miente esta supuesta distinción.
(32) ScHMITT, op. cit., págs. 73. 74.
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CARLOS RUIZ MIGUEL
Según la lógica del valor, se observa la siguiente norma: el
precio supremo no es demasiado para el valor supremo y hay que
pagarlo (33 )
... El pensamiento de los valores convierte automática­
mente la lucha contra
un determinado enemigo concreto en la
lucha contra nn sinvalor
(abstracto). El sinvalor no tiene ningón
derecho frente al valor, y para imponer el valor supremo no hay
precio demasiado excesivo. Todas
las categorías del clásico Ius
publicum Eur:Opaeum --enemigo justo (iustus hostis), motivo
justo
(iusta causa), proporcionalidad de los medios y procedimiento
ordenado ( debitus modus}-serán, sin esperanza algnna, vícti­
mas de esta lógica de valor y sinvalor (34 ). Lo mismo ocurre con
la dignidad humana:
al principio se decía que las cosas tienen nn
valor
y las personas tienen nna dignidad. Valorar la dignidad se
consideró indigno. Hoy dia, en cambio, también la dignidad se
ha convertido en. un valor (35).
La ética de los valores es una ética subjetiva y, por utilizar
la categoría de Max Weber, es una ética de la convicción, no de
la responsabilidad. Recuerda a este respecto Schmitt las nefastas
consecuencias que provocó Ja teoría de los valores aplicada a la
vida por algnnos autores animados de las mejores intenciones. El
médico Alfred Hoche
y el jurista Karl Binding publicaron en 1920
una obra bajo
el título ominoso de Die Freigabe der V ernichtung
lebensunwerten Lebens ( «La autorización para destruir vida sin
valor vital») (36). Schmitt formula un aviso para los navegantes
por las procelosas
aguas del Derecho: «un jurista que se refiera
a valores y sinvalores debe saber lo que hace» (37).
7. Desde el momento en que cualquier principio o ente (Dios
o la religión, lo mismo que la justicia o la libertad),
se ccinvierten
en valores, pierden su dimensión ontológica ( como el propio Or­
tega reconoce), para te~er nna mera dimensión subjetiva. Pero
(33) SCHMITT, op. cit., pág. 74.
(34)
ScHMITT, op. cit., pág. 75.
(35) SCHMlTT, op. cit., pág. 76.
(36)
SCHMITT, op. cit., pág. 78.
(37)
SCHMITT, op. cit., pág. 79.
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LA IDEOLOGIA DE LOS VALORES: RELIGION DEL HOMBRE
además, al entrar en la dinámica de los valores, al entrar en el
juego de la cotización propio de la Bolsa de valores, corren el
consiguiente riesgo de poder desvalorizarse, y de esta suerte no
puede
extrañar· que en ese mercado el valor Dios pudiera ser con­
siderado inferior al valor diablo, el valor libertad al valor igual­
dad,
el valor sacrificio al valor comodidad, el valor caridad al
valor egoísmo,
el valor justicia al valor legalidad, etc. Pero no
sólo es que
esos valores, al cotizarse a la baja en el mercado de
las ideas, se conviertan en valores inferiores a otros, sino que en
la medida en que un valor desvalorizado no se puede imponer,
deja de valer, como afirma Schmitt.
Un valor inferior, esto es,
que no consigue ser superior,
es algo inoperante.
La dinámica de los valores destruye los principios firmes, las
distinciones ontológicas
(Bien/Mal, virtud/vicio,
justicia/iniquidad,
honradez/corrupción, vida/muerte, p. ej.) que presuponen que
uno de los
tértninos no puede llegar a ser el otro. Sin embargo,
convertidos en valores,
esas realidades se sitúan en una escala co­
mún móvil a través de la cual pueden convertirse la una en la
otra: así el valor Bien puede ceder ante el valor Mal (38), el valor
vida
ante el valor muerte o el valor justicia ante el valor legali­
dad, de tal suerte que un expolio adoptado legalmente por un
Parlamento puede ser considerado «valioso» (Desamortización,
Rumasa). De esta forma, los dogmas sufren
un proceso de diso­
luci6n. Del mismo modo, las categorías y los principios jurídicos,
las decisiones políticas fundamentales, experimentan un similar
falseamiento y corrupción. Así, todo (incluso
la religión) cae bajo
la visión ideológica.
Los valores son a las ideologías lo que los
dogmas a las religiones ( cuando éstas, por mor de los valores, no
se han «ideologizado» ).
(38) El propio Ortega afirma que «el Bien y el Mal ... son valor», si
bien matiza que «el Bien (es) un valor positivo¡ el Mal, un valor negativo».
Vid. ORTEGA, op. cit., pág. 317. La cuesti.6n es, ¿para quien es positivo o
negativo?
Para Lenin, ¿era el Evangelio un «valor positivo? Porque si se
considera que «positivo» es sinónimo de «bueno» nos encontraríamos con
las tautologías «el Bien es un valor bueno» y «el Mal es un valor malo»,
en cuyo caso podríamos prescindir totalmente de la noción de valor.
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CARLOS RUJZ MIGUEL
8. Los valores son algo subjetivo. Por eso mismo, una ética
de valores
es una ética subjetiva y que, por tanto, se contrapone
a una ética objetiva .. En cuanto ética subjetiva,

su
eficacia inter­
subjetiva a través del Derecho
y del poder puede tener una doble
articulación: puede ser fruto de una
d_ecisión de un sujeto que se
impone a los demás o puede ser fruto de un acuerdo entre varios
sujetos, acuerdo que también
se impone a los demás. En todo
caso, hay una imposición coactiva a los demás. El significado de
lo anterior es que frente a la decisión o
.el acuerdo de Dios, base
de una ética objetiva que sustrae la formulación de
sus preceptos
a la
discusión humana, a la que, como mucho, corresponde su in­
terpretación (salvo que el mismo Dios instituya un órgano que
tenga el monopolio
de. l~ interpretación · auténtica, que no otra
cosa es la facultad de dictaminar ex cathedr,¡ concedida al Papa­
do),
se alza la decisión o el acuerdo de los hombres, base de una
ética subjetiva que confiere la
formulación y aun la interpretación
de sus preceptos a la discusiór¡ .humana o, lo que es más grave,
a ciertos sectores de
la humanidad (intelectuales «éticos» orgáni­
cos, etc.).
La religión del hombre adquiere así un nuevo desarro­
llo: los «mandamientos»,
los preceptos dictados por Dios que el
hombre se encuentra como algo ya dado y que acepta o rechaza
libremente, pero no formula nj discute, son sustituidos por los
«valores», indicaciones acordadas, creadas, formuladas y discutidas
podos hombres., y cuya aceptación se convierte en obligatoria en
la medida en que los valores adquieren naturaleza legal y pueden
ser, impuestos con ayuda de la coactividad estatal.
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